EL BESO DE LA NOCHE

Autor: andrea_Black
Género: + 18
Fecha Creación: 30/07/2012
Fecha Actualización: 26/10/2012
Finalizado: SI
Votos: 23
Comentarios: 64
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Capítulos: 45

**********FIC FINALIZADO!!!! ANIMENSE A ENTRAR**********

¿Cómo enamorar a alguien que no es capaz de recordarte? ...¿Como enamorarte de aquel enemigo al que estás destinado a matar?...¿Como poner todas tus últimas esperanzas de sobrevivir en aquel ser que ha matado a tantos de tu especie?

Jamás recordaría su tacto. Su beso. Su nombre… Su cuerpo sólo calmaría al de él por unos pocos minutos. No haría nada por aliviar la soledad de su corazón, que anhelaba que alguien lo recordara.

 Jacob Wolf Black es un cazafor oscuro, cuyo don es la amnesia para todo ser que lo haya visto. Después de 5 minutos nadie lo podrá recordar.

 Renesmee Cullen es una semi-vampiro con los dias contados, con una muerte lenta y dolorosa que la espera al cumplir 27 años.

...Esta es una historia basada en la saga Dark Hunter de la escritora Sherrilyn Kenyon...

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Capítulo 13: CAPITULO 12

 Kat registró todo el apartamento antes de permitir que Renesme cerrara la puerta con llave.

—¿Por qué estás tan nerviosa? – Preguntó Renesme—. Derrotamos a los Vampiros.

—Tal vez –dijo Kat—. Es sólo que sigo escuchando la voz de ese tipo en mi cabeza, diciéndome que esto no ha terminado. Creo que nuestros amigos regresarán. Muy pronto.

El nerviosismo de Renesme volvió con venganza. Habían estado demasiado cerca esta noche. El simple hecho de que Kat se hubiese rehusado a dejarlas luchar contra los Vampiros y en lugar de eso hubiese optado por esconderse en un rincón del bar le demostraba qué tan peligrosos eran estos hombres.

Aún no estaba segura de porqué Kat las había apartado de ellos.

Ninguna de ellas se encogía de miedo ante nada ni nadie.

No hasta ahora.

—Entonces, ¿qué deberíamos hacer? –preguntó Renesme.

Kat pasó las tres trabas de la puerta y sacó su arma de la cartera.

—Poner la cabeza entre las piernas y dar el beso de despedida a nuestros traseros.

Renesme estaba sorprendida por esas inesperadas palabras.

—¿Perdón?

—Nada. —Kat le ofreció una sonrisa alentadora que no llegó a sus ojos—. Haré una llamada, ¿está bien?

—Seguro.

Renesme fue a su habitación, e hizo su mejor intento para no recordar la noche en que su madre había muerto. Había tenido una mala sensación en la boca del estómago todo el día. Igual que ahora.

No estaba a salvo. Ningún Vampiro la había atacado del modo en que lo habían hecho esta noche.

Los Vampiros del club no habían aparecido para alimentarse o para divertirse. Estaban especialmente entrenados y habían aparecido como si hubiesen sabido exactamente dónde estaba ella.

Quién era ella.

¿Pero cómo?

¿Podrían encontrarla incluso ahora?

Se llenó de terror. Fue hacia el vestidor y abrió el primer cajón. Dentro del mismo había un pequeño arsenal de armas, incluyendo la daga, de la gente de su madre, que le había sido entregada.

Renesme no sabía cuánta gente tenía una daga como manta de seguridad, pero por otro lado, tampoco había muchas personas que hubiesen crecido del modo en que ella había crecido.

Aseguró la vaina a su cintura y la escondió en la base de la espina dorsal. Su muerte podría ser inminente en un par de meses, pero no tenía intención de morir un día antes de lo que correspondía.

Golpearon la puerta del frente.

Cuidadosamente, salió de la habitación y entró al living, esperando ver a Kat allí, también curiosa acerca de su inesperado visitante.

Pero no estaba allí.

—¿Kat? –la llamó, dando un paso dentro del dormitorio de su guardaespaldas. Nadie respondió—. ¿Kat?

Los golpes continuaron, más exigentes que antes.

Ya asustada, fue al cuarto de Kat y abrió la puerta. La habitación estaba vacía. Completamente. No había señales de que Kat hubiera estado allí alguna vez.

Su corazón martilleó. Quizás Kat había salido a buscar algo al auto y se hubiese quedado afuera sin llave.

Regresó a la puerta.

—Kat, ¿eres tú?

—Sí, déjame entrar.

Renesme rió nerviosamente ante su estúpida conducta y abrió la puerta de par en par.

No era Kat quien estaba afuera.

El Vampiro de cabello oscuro le sonrió.

—¿Me extrañaste, princesa? –dijo con una voz idéntica a la de Kat.

No podía creerlo. No podía ser real. Este tipo de cosas pasaban en las películas, no en la vida real.

—¿Qué eres, el maldito Terminator?

—No –dijo él calmadamente, con su propia voz—. Soy el Presagio, quien simplemente está preparando el camino para la Destructora.

Se estiró hacia ella.

Renesme dio un paso atrás. Él no podía entrar a la casa sin ser invitado. Buscando detrás de ella extrajo la daga y le cortó el brazo.

Él se echó para atrás con un siseo.

Renesme giró cuando vio a alguien detrás de ella.

Era otro Vampiro. Lo golpeó en el pecho con su daga.

Él se evaporó en una nube negro-dorada.

Otra sombra le pasó al lado.

Girando, pateó a Aro, pero él no salió completamente por la puerta. En lugar de eso, sólo la bloqueó más.

—Eres rápida –dijo mientras su brazo se curaba instantáneamente ante los ojos de Renesme—. Lo reconozco.

—No sabes ni la mitad.

Los Vampiros se le acercaron por todos lados. ¿Cómo diablos habían entrado a su hogar? Pero no tenía tiempo para pensar en eso. Ahora mismo, en lo único que podía concentrarse era en sobrevivir.

Le dio un rodillazo al siguiente Vampiro que se le acercó y alejó a otro. Aro se mantuvo apartado, como si la pelea lo entretuviese.

Otro Vampiro, con una larga coleta rubia, atacó. Renesme lo lanzó por el aire. Cuando iba a apuñalarlo, Aro apareció de la nada para sostenerle el brazo.

—Nadie ataca a Alec.

Ella chilló mientras él arrancaba la daga de su mano. Renesme se movió para golpearlo, pero en el instante en que sus miradas se encontraron, todos sus pensamientos se dispersaron.

Los ojos de Aro se volvieron de un extraño y arremolinado plateado. Se movieron en una hipnótica danza que la mantuvo hechizada y convirtió sus pensamientos en gachas de avena.

Toda su lucha interna se desvaneció instantáneamente. Una sonrisa traviesa y seductora curvó los labios de Aro.

—¿Ves lo sencillo que es cuando no te resistes?

Ella sintió su respiración sobre la garganta.

Una fuerza invisible inclinó su cabeza a un costado para darle acceso a Aro a su cuello, y a la palpitante arteria carótida que ella podía sentir latiendo violentamente por el miedo.

Por dentro, Renesme se estaba gritando a sí misma que debía luchar.

Su cuerpo se rehusaba a obedecer.

La risa de Aro retumbó un momento antes de que hundiera sus largos dientes en el cuello de Renesme. Ella siseó mientras el dolor la atravesaba.

—¿Interrumpo?

Renesme sólo podía reconocer vagamente la voz de Jacob a través de la adormecida confusión de su mente.

Algo apartó bruscamente a Aro de ella. Pasaron unos pocos segundos antes de que se diera cuenta de que era Jacob quien estaba golpeando al Vampiro.

Jacob la tomó rápidamente en sus brazos y corrió con ella. Renesme apenas podía evitar que su cabeza pendiera hacia atrás mientras él se dirigía al enorme Expedition verde oscuro y la tiraba dentro.

En el instante en que Jacob estuvo en el auto, algo los golpeó fuertemente. De la oscuridad apareció un vampiro sobre el capó.

—Déjala salir y tú puedes seguir con vida –dijo Aro.

Jacob respondió poniendo su SUV (camioneta) en marcha atrás y acelerándolo a fondo. Giró el volante y la bestia salió volando.

El vampiro dio un chillido. Jacob siguió adelante. El vampiro huyó y saltó sobre ellos, luego se arqueó hacia arriba, muy arriba hacia el cielo, antes de desvanecerse en una brillante nube de oro.

—¿Qué diablos era eso? –preguntó Jacob.

—És Aro –murmuró Renesme mientras luchaba por salir de su aturdimiento—. Es el hijo de la Destructora Atlante y dios por derecho propio. Estamos jodidos.

Jacob dejó escapar un sonido indignado.

—Sí, bueno, no dejo que nadie me joda sin antes haberme besado, y como no hay ni siquiera una mínima posibilidad en el mundo de que bese a ese bastardo, no estamos jodidos.

Pero cuando su Expedition se vio repentinamente rodeada por ocho Vampiros en motocicletas, lo reconsideró.

Al menos por tres segundos.

Jacob rió mientras examinaba a los Vampiros.

—¿Sabes qué es lo hermoso de manejar uno de estos?

—No.

Desvió su Expedition hacia tres de las motos y las sacó de la ruta.

—Puedes aplastar a un Vampiro como a un mosquito.

—Bueno, ya que ambos son insectos chupasangres, diría que vayas por ellos.

Jacob la miró de costado. Una mujer que podía mantener el humor incluso en medio de la muerte. Le gustaba eso.

Los Vampiros restantes debían haber pensado nuevamente sobre actuar a lo valiente con él, y se apartaron de su SUV. Él observó cómo desaparecían de su vista en el espejo retrovisor.

Renesme soltó un aliviado suspiro y se incorporó en el asiento. Giró la cabeza e intentó ver dónde habían desaparecido los Vampiros. No había señales de ellos.

—Qué noche –dijo tranquilamente, mientras sus pensamientos se aclaraban y recordaba todo lo que había sucedido en el apartamento. Una vez más, el pánico la consumió al recordar que Kat no había aparecido—. ¡Espera! Tenemos que regresar.

—¿Por qué?

—Mi guardaespaldas –dijo, agarrando el brazo de Jacob—. No sé qué le sucedió.

Él mantuvo su mirada en el camino que tenían delante.

—¿Estaba en el apartamento?

—Sí… quizás. —Renesme se interrumpió mientras lo pensaba—. No estoy precisamente segura. Fue a realizar una llamada a su habitación, y luego no estaba allí cuando fui a buscarla para que me acompañase a abrir la puerta. –Soltó su brazo. El miedo y el dolor luchaban dentro de su corazón. ¿Qué pasaba si algo le había sucedido a Kat luego de todos estos años que habían estado juntas?—. ¿Crees que la mataron?

Él la miró, luego cambió de carril.

—No lo sé. ¿Es la mujer rubia del bar?

—Sí.

Extrajo su teléfono celular del cinturón e hizo una llamada.

Renesme se mordía las uñas mientras esperaba.

Escuchó la débil voz de alguien en el teléfono.

—Hola, Binny –dijo Jacob—. Necesito un favor. Acabo de partir de los departamentos de estudiantes de Sherwood frente a la Universidad de Minnesota y podríamos tener una víctima allí… —Observó a Renesme, pero sus ojos no dejaban traslucir nada de lo que estaba pensando o sintiendo—. Sí, sé que esta noche ha sido una verdadera locura. No sabes ni la mitad. –Pasó el teléfono de una mano a la otra—. ¿Cuál es el nombre de tu amiga? –le preguntó a Renesme.

—Kat Agrotera.

Él frunció el ceño.

—¿Por qué conozco ese nombre? –Se lo transmitió a quienquiera que estuviera del otro lado—. Mierda –dijo, luego de una breve pausa—. ¿Crees que podrían estar relacionados con ella? –Una vez más, miró en dirección a Renesme. Sólo que esta vez, su ceño era más siniestro—. No lo sé. Sam me dijo que la protegiera y ahora su guardaespaldas tiene un apellido que la ata a Artemisa. ¿Podría ser una extraña coincidencia?

Renesme levantó la cabeza al oírlo. Jamás había pensado en el hecho de que el apellido de Kat era también uno de los muchos epítetos que los antiguos Griegos usaban para Artemisa.

Había conocido a Kat en Grecia luego de haber volado desde Bélgica con un montón de Vampiros pisándole los pantalones. Luego de ayudarla en una pelea una noche, Kat le había dicho que era una norteamericana que había viajado ese verano a conocer las raíces de su herencia griega.

Había sido un beneficio que Kat hubiese mencionado que era una experta en artes marciales con un don para usar explosivos. Renesme le había explicado que estaba buscando un nuevo guardaespaldas que reemplazara al anterior, y Kat había firmado el contrato con ella inmediatamente.

"Amo lastimar a las cosas malvadas" le había confesado Kat.

Jacob suspiró.

—Tampoco lo sé. Está bien. Ve a buscar a Kat y yo llevaré a Renesme a casa conmigo. Avísame qué encuentras. Gracias.

Colgó y regresó el teléfono a su cinto.

—¿Qué dijo?

Él no respondió a su pregunta. Al menos no exactamente.

—Dijo que Agrotera es uno de los nombres griegos para Artemisa. Significa “fuerza” o “cazadora salvaje.” ¿Sabías eso?

—Más o menos. –Una gota de esperanza brotó dentro de ella. Si eso fuese cierto, tal vez los dioses no habían abandonado a su familia, después de todo. Quizás había alguna esperanza para ella y su futuro—. ¿Ustedes dos piensan que Artemisa envió a Kat para que me protegiera?

Jacob aferró con más fuerza el volante.

—A este punto, no sé qué pensar. El vocero de Artemisa me dijo que eres la clave para el fin del mundo y que tenía que protegerte, y…

—¿Qué quieres decir con “clave para el fin del mundo”? –preguntó, interrumpiéndolo.

Él parecía tan sorprendido como ella se sentía.

—¿Quieres decir que no sabes eso?

Bien, entonces era evidente que los Cazadores Oscuros podían drogarse y delirar.

—No. De hecho, en este momento estoy pensando que uno de nosotros, si no los dos, necesita soltar la pipa y empezar esta noche de nuevo.

Jacob rió suavemente ante su comentario.

—Si no fuera por el hecho de que no puedo drogarme, podría estar de acuerdo con eso.

La mente de Renesme se aceleró. ¿Había algo de verdad en lo que acababa de decir?

—Bueno, si tienes razón y soy la clave para la destrucción mundial, si fuera tú estaría haciendo un testamento.

—¿Por qué?

—Porque en menos de ocho meses cumplo veintisiete años.

Jacob oyó el dolor en su voz mientras pronunciaba esas palabras, y comprendió muy bien el destino que estaba enfrentando.

—Dijiste que eras sólo medio Semi-vampiro.

—Sí, pero jamás conocí a un medio Semi-vampiro que sobreviviera la maldición, ¿y tú?

Él negó con la cabeza.

—Sólo los Licántropos parecen inmunes a la maldición Semi-vampiro.

Renesme se quedó sentada en silencio, observando al tráfico por la ventanilla mientras meditaba sobre lo que había sucedido esta noche.

—Espera –dijo, mientras recordaba a los Vampiros entrando a su apartamento—. ¿Cómo entró ese tipo a mi casa? Pensé que los Vampiros tenían prohibido entrar a una casa sin una invitación.

La respuesta de Jacob fue muy poco reconfortante.

—Pretextos.

—¿Perdón? – Le preguntó, arqueando ambas cejas—. ¿Qué quieres decir con “pretextos”?

Él salió de la autopista por una rampa de salida.

—Es imposible no llegar a amar a esos dioses. El mismo pretexto que permite a los Vampiros entrar en centros comerciales y áreas públicas les permite entrar a los condominios y apartamentos.

—¿Cómo es eso?

—Los centros comerciales, departamentos, y cosas así pertenecen a una sola entidad. Cuando esa persona o esa compañía permiten que sus edificios sirvan abiertamente a varios grupos de personas, esencialmente ponen un felpudo de bienvenida cósmico para todo, incluidos los Vampiros.

Oh, ¡esto era malditamente increíble! Ella parpadeó, sorprendida.

—¿Ahora me dices esto? ¿Por qué nadie me dijo esto antes? Pensé que estaba a salvo todo este tiempo.

—Tu guardaespaldas debería haberlo sabido. Si en realidad está conectada con Artemisa.

—Pero quizás no lo está. Sabes, podría ser sólo una persona normal.

—Sí, ¿una persona que estira los brazos y espanta a los Vampiros Spathi?

Él tenía razón. O algo así.

—Dijo que no sabía porque se habían ido corriendo.

—Y más tarde te dejó sola para ir a enfrentarlos…

Renesme se frotó los ojos mientras captaba su indirecta. ¿Kat podría estar trabajando con los Vampiros? ¿Artemisa la quería viva o muerta?

—Oh, dios, no puedo confiar en nadie, ¿verdad? –susurró Renesme cansadamente.

—Bienvenida al mundo real, duquesa. La única persona en la que podemos confiar es en nosotros mismos.

Ella no quería creer en eso, pero después de esta noche, parecía ser la única verdad que tenía.

¿Kat podía ser realmente una traidora luego de todo lo que habían pasado juntas?

—Hermoso, simplemente hermoso –susurró—. Dime algo, ¿puedo ir a dormir y que este día entero cambie?

Él dejó escapar una risa breve.

—Lo siento, no hay cambios.

Ella lo miró con malhumor.

—Oye, estás repleto de consuelo, ¿verdad?

Él no respondió.

Renesme observó los autos que llegaban mientras intentaba pensar qué debería hacer. Por dónde debería comenzar para intentar entender lo que había sucedido esta noche.

Jacob condujo fuera de la ciudad hacia un enorme estado a las afuera de Minnetonka. Todas las casas del lugar pertenecían a algunas de las personas más ricas del país.

Jacob giró por un camino de entrada tan largo que ella no podía ver dónde terminaba. Claro que los bancos de nieve de un metro cincuenta de alto no ayudaban.

Él apretó un diminuto botón en su visor.

Las puertas de hierro se abrieron de par en par.

Renesme suspiró lenta y apreciativamente mientras continuaban por el camino de entrada y vislumbraba su “casa.” “Palacio” hubiese sido más adecuado, y dado el hecho de que la casa de su padre no era exactamente una caja de fósforos, eso decía mucho.

Parecía muy la vuelta del siglo con enormes columnas griegas y jardines que aparecían esculpidos incluso en medio de la profunda nieve y frialdad del invierno.

Jacob los condujo por el serpenteante camino de entrada hasta un garaje para cinco autos que estaba diseñado para parecer un establo. Adentro se encontraban el Hummer de Seth (era difícil pasar por alto la presuntuosa patente que decía VIKINGO), dos Harleys clásicas, una elegante Ferrari, y un Excalibur verdaderamente excelente. El garaje estaba tan limpio por dentro que le recordaba a un salón de exhibiciones. Todo, desde las recargadas molduras rematadas hasta el piso de mármol decía “riqueza más allá de tus sueños más salvajes.”

Ella arqueó una ceja.

—Has progresado mucho desde tu pequeña casa de campo junto al fiordo. Debes haber decidido que las riquezas no eran tan malas después de todo.

Estacionando la camioneta, Jacob giró su rostro hacia ella con un ceño.

—¿Recuerdas eso?

Ella paseó su mirada desde lo alto de su hermosa cabeza hasta la punta de sus botas de motociclista negras. Aunque seguía enojada con él, no podía reprimir el cálido estremecimiento de conciencia sexual que sentía al estar tan cerca de un hombre tan atractivo. Estaba para chuparse los dedos, el muy tonto. Y hablando de eso, tenía un muy buen trasero también.

—Recuerdo todos los sueños sobre nosotros.

Su ceño se oscureció.

—Entonces realmente estabas jodiendo con mi cabeza.

—¡Difícilmente! – Dijo con brusquedad, ofendida por su tono y la acusación—. No tuve nada que ver con eso. Por lo que sé, eras tú quien estaba metiéndose conmigo.

Jacob salió de la camioneta y cerró con fuerza la puerta.

Renesme siguió su ejemplo.

 

De pronto, Renesme se largó a reír.

Jacob pareció divertido por su humor.

—¿Estás bien?

—No –dijo, intentando calmarse—. Me parece que se me soltó un cable en algún momento esta noche.

El ceño de Jacob se acentuó.

—¿Qué quieres decir?

—Bueno, veamos… —observó su reloj de oro Harry Winston—. Son sólo las once de la noche y hoy he ido a un club cuyos dueños parecen ser panteras que cambian de forma, donde un grupo de vampiros—asesinos a sueldo y un posible dios me atacaron. Regresé a casa sólo para ser atacada nuevamente por los ya mencionados asesinos, el dios, y luego un vampiro. Un Cazador Oscuro me salvó. Mi guardaespaldas podría o no estar bajo el servicio de una diosa. Terrible día, ¿eh?

Por primera vez desde que lo había conocido en persona, vio un asomo de sonrisa en el pícaramente apuesto rostro de Jacob.

—Sólo un típico día en la vida, en mi opinión —dijo.

Se aproximó a ella y revisó su cuello, donde Aro la había mordido. Sus dedos eran tibios contra su piel. Gentil y tranquilizador. Su aroma llenó la cabeza de Renesme y la hizo desear que pudiesen regresar por un momento, y sólo ser amigos nuevamente.

Había un poquito de sangre en su camisa.

—Parece que ya está cerrada.

—Lo sé –dijo con calma.

Había un gel coagulante en la saliva de los Semi-vampiros, que era la razón por la cual tenían que chupar la sangre continuamente una vez que abrían una herida. De otro modo, la herida se cerraría antes de que tuvieran la oportunidad de alimentarse. El gel que secretaban también podía cegar a los humanos si un Semi-vampiro escupía en sus ojos.

Ella sólo estaba agradecida que la mordedura no la hubiese unido a Aro de ningún modo. Sólo los Licántropos tenían esa habilidad.

Capítulo 12: CAPITULO 11 Capítulo 14: CAPITULO 13

 
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