EL BESO DE LA NOCHE

Autor: andrea_Black
Género: + 18
Fecha Creación: 30/07/2012
Fecha Actualización: 26/10/2012
Finalizado: SI
Votos: 23
Comentarios: 64
Visitas: 46373
Capítulos: 45

**********FIC FINALIZADO!!!! ANIMENSE A ENTRAR**********

¿Cómo enamorar a alguien que no es capaz de recordarte? ...¿Como enamorarte de aquel enemigo al que estás destinado a matar?...¿Como poner todas tus últimas esperanzas de sobrevivir en aquel ser que ha matado a tantos de tu especie?

Jamás recordaría su tacto. Su beso. Su nombre… Su cuerpo sólo calmaría al de él por unos pocos minutos. No haría nada por aliviar la soledad de su corazón, que anhelaba que alguien lo recordara.

 Jacob Wolf Black es un cazafor oscuro, cuyo don es la amnesia para todo ser que lo haya visto. Después de 5 minutos nadie lo podrá recordar.

 Renesmee Cullen es una semi-vampiro con los dias contados, con una muerte lenta y dolorosa que la espera al cumplir 27 años.

...Esta es una historia basada en la saga Dark Hunter de la escritora Sherrilyn Kenyon...

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Capítulo 33: CAPITULO 30

Renesme estaba preparándose para ir a la cama. Jacob aún estaba afuera con Kat, inspirándose con planes de escape en caso de que necesitaran una salida rápida de Elysia.

Personalmente, Renesme estaba cansada de correr. Cansada de ser cazada.

Mira el lado positivo, todo terminará el día de tu cumpleaños.

De algún modo, ese pensamiento no la reconfortaba en lo más mínimo. Suspirando, pasó la mano por las cartas que estaban en su caja de recuerdos. Renesme se detuvo al notar una pieza de papel pergamino gris sellado, que era diferente a los de color crema que ella había utilizado.

Ella no había agregado ese. Los temores de Jacob por lo que su hermana podría haber escrito la volvieron más curiosa.

Con un ceño arrugando su frente, sacó la carta y la miró por encima. Tiró el sello con cuidado de no romperlo, y la abrió.

Su corazón se detuvo mientras leía la caligrafía masculina y fluida.

 

Querido hijo,

Te llamaría por tu nombre, pero estoy esperando a que tu madre lo decida. Sólo espero que esté bromeando cuando te llama Alberto Dalberto.

Renesme se detuvo para reír. Era una broma entre ellos, al menos la mayor parte del tiempo. Calmándose, continuó leyendo.

Ya han pasado semanas en las que he visto a tu madre juntar celosamente sus recuerdos para esta caja. Tiene tanto miedo de que no sepas nada de ella, y me molesta muchísimo saber que jamás conocerás su fuerza de primera mano. Estoy seguro que para el momento en que leas esto, sabrás todo lo que yo sé sobre ella.

Pero jamás lo sabrás por ti mismo, y eso es lo que más me duele de todo. Deseo que pudieras ver la expresión en su rostro cada vez que te habla. La tristeza que tanto intenta esconder. Cada vez que la veo, me destruye por dentro.

Ella te ama tanto. Eres de lo único que habla. Me ha dado tantas órdenes para ti. No tengo permitido volverte loco del modo en que hice con tu tío Seth. No tengo permitido llamar a los doctores cada vez que estornudes, y tienes permitido pelear con tus amigos sin que yo tenga un ataque por que alguien podrían hacerte un moretón.

Ni tampoco puedo intimidarte para que te cases o tengas hijos. Jamás.

Más que nada, puedes elegir tu propio auto a los dieciséis años. Se supone que no te compre un tanque. Ya veremos acerca de eso. Me rehúso a prometerle a tu madre este último ítem hasta que sepa más sobre ti. Sin mencionar que he visto cómo conducen otras personas en la ruta. Así que, si tienes un tanque, lo siento. Un hombre de mi edad sólo puede cambiar hasta cierto punto.

No sé lo que depararán nuestros futuros. Sólo espero que cuando todo haya pasado, seas más parecido a tu madre que a mí. Ella es una buena mujer. Una mujer generosa. Llena de amor y compasión aunque su vida ha sido dura y llena de sufrimiento. Lleva sus cicatrices con una gracia, una dignidad, y un humor de los que carezco.

Principalmente, tiene el coraje de personas que no he encontrado en siglos. Deseo con cada parte de mí que heredes todos sus mejores rasgos, y ninguna de mis malas características.

Realmente no sé qué más decir. Simplemente pensé que deberías tener algo mío aquí también.

Con amor,

Tu padre

 

Las lágrimas rodaron por sus mejillas mientras leía esas palabras.

—Oh, Jacob –susurró, con el corazón quebrándosele por las cosas que él jamás admitiría en voz alta.

Era tan extraño verse a través de sus ojos. Jamás pensó de sí misma que era particularmente valiente. Jamás pensó que era fuerte.

No hasta que había conocido a su oscuro defensor.

Mientras Renesme doblaba la nota y volvía a sellarla, se dio cuenta de algo.

Amaba a Jacob. Desesperadamente.

No estaba segura de cuándo había sucedido. Podía haber sido la primera vez que la tomó en sus brazos. O cuando la acogió de mala gana en su hogar.

No, se percató de que no había sido en ninguna de esas ocasiones. Se había enamorado de él la primera vez que él había tocado su vientre con su mano fuerte y capaz, y había dicho que ese bebé le pertenecía.

Cazador Oscuro o no, era un hombre bueno y maravilloso para ser un antiguo bárbaro.

La puerta se abrió.

—¿Estás bien?

Jacob corrió hacia la cama.

—Estoy bien –le dijo ella, aclarándose la garganta—. Son estas estúpidas hormonas del embarazo. Lloro al menor pretexto. ¡Ugh!

Él le secó las lágrimas de las mejillas.

—Está bien. Lo entiendo. He estado alrededor de varias mujeres embarazadas en mi época.

—¿Tus Escuderas?

Él asintió.

—Incluso he recibido a alguno de sus bebés.

—¿En serio?

—Oh, sí. Tienes que amar los días antes de las rutas modernas y los hospitales, cuando yo estaba cubierto de placenta hasta los codos. –Ella rió; siempre reía cuando estaba cerca de él. Tenía una facilidad increíble para hacerla sentir mejor. Jacob la ayudaba a apartar todo—. Probablemente deberías ir a dormir. No descansaste bien anoche.

—Lo sé. Lo haré, lo prometo.

Él la arropó en la cama luego de que se hubiese puesto el camisón, luego apagó las luces y la dejó sola. Renesme se quedó recostada en la cama, con sus pensamientos vagando.

Cerrando los ojos, se imaginó a sí misma y a Jacob en su casa, con un montón de niños corriendo a su alrededor.

Era gracioso que jamás se hubiese atrevido a soñar con un solo hijo y que ahora quisiese más tiempo para tener tantos como fuese posible.

Para él.

Para ella.

Pero toda su gente deseaba más tiempo en esta tierra. Su madre, hasta su hermana.

También podrías convertirte en Vampiro.

Quizás, pero entonces el hombre al que amaba estaría obligado a matarla por honor.

No, no podía hacerle eso a ninguno de los dos. Como todos los Semi-vampiros que estaban aquí, ella se enfrentaría a su muerte con la dignidad de la que Jacob había escrito.

Y él quedaría atrás, llorando por ella…

Renesme dio un respingo. Cómo deseaba atreverse a escapar para que él nunca tuviera que verla morir. Nunca supiese cuándo había muerto. Era tan cruel para él.

Pero era demasiado tarde para eso. No había modo de escapar de él mientras necesitara su protección. Lo único que podía hacer era evitar que él la amara tanto como ella lo amaba a él.

Los tres días siguientes, Renesme tuvo la indudable sensación de que algo estaba sucediendo. Cada vez que se acercaba a Jacob y Kat cuando estaban juntos, se quedaban callados inmediatamente, y se ponían nerviosos.

Seth se había asociado con un grupo de jóvenes mujeres Semi-vampiros que Elizabeth le había presentado cuando lo había llevado a comprar cosas de electrónica que evitarían que se aburriese. Las chicas Semi-vampiros pensaban que su color oscuro era “exótico” y adoraban el hecho de que supiera tanto de computadoras y tecnología.

—¡He muerto e ido al Valhalla! –había exclamado Seth la noche que las conoció—. Estas mujeres aprecian a un hombre con cerebro y no les importa que no esté bronceado. Ninguno de su gente lo hace. ¡Es genial!

—Son Semi-vampiros, Seth –lo había advertido Jacob.

—Sí, ¿y con eso qué? Tú tienes una nena Semi-vampiro. Yo también quiero una. O dos, o tres, o cuatro de ellas. Esto es tan genial.

Jacob había sacudido la cabeza, y abandonado a Seth con una última advertencia.

—Si se acercan a tu cuello, corre.

Al quinto día, Renesme realmente estaba comenzando a preocuparse. Jacob había estado nervioso desde el momento en que ella despertó. Lo que es peor, él y Kat se habían ido durante horas la noche anterior, y ninguno de ellos le decía que habían estado haciendo.

Le recordaba a un asustadizo jovenzuelo.

—¿Hay algo que necesite saber? –preguntó Renesme luego de arrinconarlo en el living.

—Iré a buscar a Elizabeth o algo así –dijo Kat, disparándose hacia la puerta.

Hizo una salida apresurada.

—Simplemente hay algo que yo… —Jacob se quedó callado.

Renesme esperó.

—¿Bien? –lo incitó.

—Espera aquí.

Él la dejó para ir a la habitación de Seth.

Algunos minutos más tarde, regresó con una vieja espada Vikinga. Ella recordaba haberla visto en una caja de vidrio especial en su sótano. Los dos debían haber regresado a su casa anoche a buscarla. Pero porqué se arriesgarían de ese modo, no podía imaginarlo.

Sosteniendo la espada en sus manos, entre los dos, Jacob respiró profundamente.

—Esto es algo que no he pensado en hacer en más de mil doscientos años y estoy intentando recordar todo, así que dame un segundo.

A ella no le gustó cómo sonaba eso. Sus cejas formaron una profunda ve.

—¿Qué vas a hacer? ¿Cortarme la cabeza?

Él la miró con malhumor.

—No, difícilmente. –Ella observó cómo él extraía dos alianzas doradas de su bolsillo y las colocaba sobre la hoja de la espada. Entonces se las mostró—. Renesme Carlie Cullen, me gustaría casarme contigo.

Ella estaba sin habla por su propuesta. La idea de casarse jamás había pasado por su mente.

—¿Qué?

Los oscuros ojos de Jacob quemaron los suyos.

—Sé que nuestro hijo fue concebido de un modo extraño, y definitivamente tendrá una vida extraña, pero quiero que nazca al modo anticuado… de padres casados.

Renesme se cubrió el rostro con las manos mientras las lágrimas caían.

—¿Qué tienes, que me haces llorar todo el tiempo? Lo juro, jamás lloré hasta el día en que te conocí. –Él se veía como si ella lo hubiese golpeado—. No quiero decir que sea de un mal modo, Jacob. Es sólo que haces cosas que tocan lo más profundo de mi corazón y me hace llorar.

—Entonces, ¿vas a casarte conmigo?

Capítulo 32: CAPITULO 29 Capítulo 34: CAPITULO 31

 
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