EL BESO DE LA NOCHE

Autor: andrea_Black
Género: + 18
Fecha Creación: 30/07/2012
Fecha Actualización: 26/10/2012
Finalizado: SI
Votos: 23
Comentarios: 64
Visitas: 46389
Capítulos: 45

**********FIC FINALIZADO!!!! ANIMENSE A ENTRAR**********

¿Cómo enamorar a alguien que no es capaz de recordarte? ...¿Como enamorarte de aquel enemigo al que estás destinado a matar?...¿Como poner todas tus últimas esperanzas de sobrevivir en aquel ser que ha matado a tantos de tu especie?

Jamás recordaría su tacto. Su beso. Su nombre… Su cuerpo sólo calmaría al de él por unos pocos minutos. No haría nada por aliviar la soledad de su corazón, que anhelaba que alguien lo recordara.

 Jacob Wolf Black es un cazafor oscuro, cuyo don es la amnesia para todo ser que lo haya visto. Después de 5 minutos nadie lo podrá recordar.

 Renesmee Cullen es una semi-vampiro con los dias contados, con una muerte lenta y dolorosa que la espera al cumplir 27 años.

...Esta es una historia basada en la saga Dark Hunter de la escritora Sherrilyn Kenyon...

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 40: CAPITULO 37

—¿Emmet?

El motociclista sonrió ampliamente.

—Por el modo en que sostienes esa espada, me preguntaba si ibas a recordarme o no, Vikingo.

Jacob rió mientras su viejo amigo se acercaba. No se habían visto por más de un siglo. Estrechó felizmente la mano del Celta.

Jacob se volvió hacia el hombre el medio y también lo recordó, por el breve tiempo que había pasado en Nueva Orleáns más de cien años atrás, durante Mardi Gras.

—¿Jasper? —preguntó.

El antiguo general Griego había cambiado un poco desde la última vez que lo había visto.

En ese entonces, el cabello de Jasper estaba muy corto y usaba barba. Ahora le llegaba a los hombros y su rostro estaba perfectamente afeitado.

—Me agrada verte de nuevo –dijo Jasper, tomando su mano—. Y este es mi amigo Edward de Macedonia.

Jacob conocía al hombre sólo por su reputación. Edward era quien había enseñado a Jasper todo lo que sabía sobre pelear y la batalla.

—Es un placer conocerte. Ahora, ¿qué diablos están haciendo ustedes tres aquí?

—Son tu refuerzo.

Jacob giró para ver a Sam Parthenopaeus uniéndose al grupo. No supo qué lo sorprendió más, su presencia o ver al niño que Sam llevaba en un porta-bebés, contra su pecho.

Jacob estaba horrorizado.

—¿Jasper? ¿Esa es tu bebé?

—Diablos, no –dijo Jasper—. De ningún modo metería a Marissa en esto. Alice me castraría y luego me mataría si siquiera lo considerara. –Señaló a Sam con la cabeza—. Ese es el bebé de Sam.

Jacob enarcó una ceja. 

—Sammy –dijo en un burlón acento a lo Ricky Ricardo—, tienes algo que explicar.

Sam gruñó.

—Aro no es estúpido. Tu idea de llevar a un bebé de plástico, aunque es admirable, jamás funcionaría. Aro olería el plástico en un instante. –Giró el porta bebé para que enfrentara a Jacob y así él pudiese ver al diminuto bebé de cabello negro que contenía—. Así que te doy a un bebé real.

—¿Y qué sucede si se lastima?

El bebé estornudó.

Jacob se sobresaltó al ver el fuego que salió despedido de las fosas nasales y que casi le chamuscó la pierna.

—Discúlpame –dijo el bebé con una vocecita cantarina—. Casi hice barbacoa de Cazador Oscuro, lo que sería realmente triste porque no traigo salsa de barbacoa conmigo. –El bebé echó la cabeza hacia atrás para mirar a Sam—. Sabes que el Cazador Oscuro frito no queda bien sin aderezo. Lo que necesitas…

—Simi –dijo Sam en un tono de advertencia en voz baja, interrumpiendo al bebé.

El bebé lo miró.

—Oh, lo olvidé, akri. Perdón. Gu, ga, gu.

Jacob se frotó la frente.

—¿Qué es eso?

—Ya te lo dijo, Simi es su bebé… demonio.

Los cinco se dieron vuelta ante la profunda y siniestra voz que tenía un pesado acento Griego. Otro hombre salió de las sombras. Era casi tan alto como Sam, de cabello negro y vibrantes ojos azules.

Sam arqueó una ceja.

—Viniste, después de todo, P. Me alegra que te hayas unido al equipo.

Paul bufó.

—¿Qué demonios? No tenía nada mejor que hacer. Pensé que bien podría patear algunos traseros y tomar nombres. Y no es que en realidad me importen un comino sus nombres. Sólo lo hago por la sed de sangre.

—Así que tú eres Paul –dijo Jacob, observando al ex—Cazador Oscuro de mala fama que una vez había sido exiliado a Fairbanks, Alaska.

Su desagradable actitud no sólo brotaba de cada uno de sus poros, sino que era evidente por el labio que mantenía perpetuamente fruncido. Billy Idol y Elvis no era competencia para él.

—Sí –dijo Paul, mofándose aún más—. Y estoy helándome, así que ¿podemos apresurar esta pequeña reunión así puedo matar a algunos imbéciles y regresar a la playa a la que pertenezco?

—Si odias tanto estar aquí –preguntó Emmet—, ¿por qué acordaste venir?

En un sutil gesto de hacer enojar a Emmet, Paul se rascó la ceja con su dedo mayor, que estaba cubierto por una larga y afilada garra metálica.

—Rachel quiere que haga amigos. No sé porqué. Alguna cosa extraña de las mujeres. Está intentando hacerme más sociable. –Sam, extrañamente, rió al escucharlo. Paul miró a Sam de un modo igualmente divertido y cómplice—. No quiero que me digas nada, O Gran Sam. Tú eres quien me metió en esto en primer lugar. –Entonces Paul hizo lo más sorprendente que se podía imaginar; se inclinó y le hizo cosquillas en el mentón a la bebé—. ¿Cómo estás, pequeña Simi?

La bebé saltó felizmente.

—Bien. ¿Tienes más frijoles congelados para mí? Extraño estar en Alaska contigo. Fue divertido.

—No hay tiempo para la comida, Sim –respondió Sam.

La bebé lo abucheó.

—¿Puedo comer a los Vampiros, entonces?

—Si puedes atraparlos –prometió Sam, haciendo que Jacob se preguntara qué sabía el hombre acerca de los Vampiros, que no estaba compartiendo.

—¿Qué significa eso? –preguntó Paul por él—. ¿Estás siendo impreciso nuevamente?

Sam lo miró pícaramente.

—Siempre.

Paul dejó escapar un sonido irritado.

—Personalmente, pienso que deberíamos unirnos y destrozarte a golpes hasta que confieses todo.

Jasper se rascó el mentón pensativamente.

—Sabes…

—Ni siquiera lo intenten –dijo Sam irritablemente. Se volvió hacia Jacob—. Ve a buscar tus armas. Tienes una cita que cumplir.

Jacob se detuvo junto a Sam.

—Gracias por venir.

Sam inclinó la cabeza y se apartó mientras abrazaba al bebé demonio contra su pecho.

Jacob regresó al auto para buscar a Kat, pero ella no estaba por ninguna parte.

—¿Kat? –la llamó—. ¿Kat?

—¿Qué sucede? –preguntó Emmet mientras él y los demás se unían a Jacob junto al auto.

—¿Vieron a la mujer con la que estaba?

Ellos negaron con la cabeza.

—¿Qué mujer? –preguntó Emmet.

Jacob frunció el ceño.

—Mide un metro noventa y cinco y es rubia. No puede haber simplemente desap… —se detuvo mientras lo pensaba de nuevo—. No importa, ella es una de las pocas personas que podría haberse esfumado.

—¿Es tu esposa? –preguntó Jasper.

—No, es una de las doncellas de Artemisa, que ha estado ayudándonos.

Sam frunció el ceño.

—Artemisa no tiene a ninguna kori más alta que ella. Créeme. No permite que ninguna mujer la mire desde arriba. Literalmente.

Jacob lo observó mientras una sensación de temor lo atravesaba.

—Espero que estés equivocado. Porque si no lo estás, entonces Kat estuvo trabajando con Aro todo este tiempo, y es muy probable que haya ido a contarle acerca de nuestra fiesta sorpresa.

Sam inclinó la cabeza levemente, como si estuviera escuchando algo.

—Ni siquiera la siento. Es como si no existiera.

—¿Entonces qué piensas? –preguntó Jasper.

Sam levantó a su bebé cuando ella comenzó a patearlo en la entrepierna, y la puso sobre su cadera. La bebé jugó con su trenza y luego comenzó a masticarla.

Jacob frunció el ceño. Si no lo supiera, hubiese jurado que la bebé tenía colmillos.

—No sé qué pensar –dijo Sam, apartando su cabello de la bebé—. Kat posee la descripción de una Semi-vampiro o de una Vampiro.

—Pero camina bajo la luz del sol –agregó Jacob.

Paul maldijo.

—No me digas que hay otra Cazadora Diurna suelta.

—No –dijo Sam firmemente—. Sé a ciencia cierta que Artemisa no ha creado una. No se atrevería. Al menos no por el momento.

—¿Qué es una Cazadora Diurna? –preguntó Emmet.

—Ni siquiera quieres saberlo –respondió Edward.

—Sí –convino Paul—. Lo que él dijo, cien veces más.

—Muy bien, entonces –dijo Jacob, encaminándose hacia su casa—. Dejen que tome mis cosas y podremos ponernos en marcha.

Mientras se alejaba, vio que Emmet se corría para quedar junto a Sam.

—Esta es la parte en la que normalmente dices que si todos hacen lo que se supone que hagan, todo resultará como debería. ¿Verdad?

El rostro de Sam era impasible.

—Normalmente, sí.

—¿Pero?

—Estamos tratando con algo más grande que los Destinos esta noche. Sinceramente, todo lo que puedo decir es que será una terrible pelea.

Jacob rió al escucharlo, mientras salía del alcance de audición. Eso estaba bien para él. Pelear era la única cosa en la que él y su gente sobresalían.

Llegaron al Inferno justo antes de medianoche. Por extraño que pareciese, el bar estaba completamente vacío de clientes.

Dante los encontró en la puerta, vestido de cuero negro. No llevaba puestos sus dientes de vampiro, y se veía extremadamente enojado.

—Sam –dijo, saludando al Atlante—. Ha pasado mucho tiempo desde que oscureciste mi puerta.

—Dante. —Sam estrechó su mano.

Dante miró al bebé con una ceja fruncida.

—¿Simi? –La bebé sonrió. Dante silbó bajo y dio un paso atrás—. Demonios, Sam, desearía que me advirtieras cuando planeas traer a tu demonio aquí. ¿Debo avisarles a los chicos que la máquina de comer ha venido de visitas?

—No –dijo Sam, acunando ligeramente a la bebé—. Sólo está aquí para mascar Vampiros.

—¿Dónde están todos? –preguntó Jacob.

Dante observó la pared a su derecha.

—Me enteré de lo que sucedería esta noche, así que cerramos el lugar.

Jacob siguió su línea de visión y vio la piel de una pantera fijada allí. Reconoció el cuero por las rayas rojas que tenía.

—¿Tu hermano?

Con la furia oscureciendo sus ojos, Dante se encogió de hombros.

—El bastardo estaba colaborando con los Vampiros. Dándoles información sobre ustedes y nosotros.

—Hombre –susurró Emmet—. Es frío matar a tu propia sangre.

Dante giró hacia él con un salvaje resoplido que traicionó el hecho de que Dante no era humano.

—Mi hermano me traicionó, y también a nuestra gente. Si fuese tan frío como me gustaría, su piel estaría sobre el piso para que todos pudiesen caminar sobre él. Desgraciadamente, mis otros hermanos estaban un poco perturbados por eso, así que llegamos al arreglo de la pared.

—Entendido –dijo Sam—. ¿Dónde está el resto de la pandilla?

—Atrás. Vamos a mantenernos fuera de esto. No nos gusta matar a los nuestros.

Paul se mofó.

—A menos que sea tu hermano.

Dante se acercó a Paul, y los dos intercambiaron gestos de desprecio.

—La ley de la selva. El traicionado tiene derecho a comer al traidor.

Paul lo miró divertidamente.

—La ley de mi selva: Mátalos y deja que Hades los separe.

Dante se rió.

—Me agrada éste, Sam. Él nos comprende.

—Dios, Paul –dijo Sam en broma—. Creo que puedes haber encontrado a un amigo después de todo. Eso debería hacer feliz a Rachel. —Paul le hizo una seña. Sam lo ignoró—. Bien, chicos, llegó la hora de jugar.

Dante fue a custodiar la puerta de entrada mientras Sam quitaba a su bebé del carrito y se la entregaba a Jacob, que estaba un poco dudoso de tocar a la pequeña niña demonio.

Ella lo miró especulativamente, y luego sonrió.

—Simi no te morderá si no la dejas caer.

—Entonces intentaré no dejarte caer.

Ella le mostró sus colmillos, luego se ubicó en sus brazos, y era la imagen perfecta de un bebé relajado.

—¿Deberíamos escondernos? –Preguntó Edward—. ¿Tomarlos por sorpresa?

—No podemos –dijo Sam—. Aro no es un Vampiro normal.

—¿Más como Victoria? –preguntó Jasper.

—Peor. De hecho, mi mejor consejo a todos ustedes… —Sam dirigió una mirada de advertencia a Paul—… es que dejen que yo me encargue de Aro. Soy el único al que no puede matar.

—¿Y por qué es eso, Sam? –Preguntó Paul—. Oh, espera, me sé ésta. Hará 210º en Fairbanks en pleno enero antes de que respondas a eso.

Sam cruzó los brazos sobre el pecho.

—¿Entonces para qué preguntas?

—Sólo para molestarte. —Paul caminó—. De cualquier modo, ¿cuándo se supone que lleguen? —El aire sobre la pista de baile brilló y siseó. El rostro de Paul se transformó en una amplia sonrisa—. Oh, bien. Que comience el baño de sangre.

________________________--

LISTO CHICAS AQUI TIENEN SU CAPI...... YA CADA VEZ QUEDA MENOS...

Capítulo 39: CAPITULO 36 Capítulo 41: CAPITULO 38

 
14444231 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10761 usuarios