EL BESO DE LA NOCHE

Autor: andrea_Black
Género: + 18
Fecha Creación: 30/07/2012
Fecha Actualización: 26/10/2012
Finalizado: SI
Votos: 23
Comentarios: 64
Visitas: 46378
Capítulos: 45

**********FIC FINALIZADO!!!! ANIMENSE A ENTRAR**********

¿Cómo enamorar a alguien que no es capaz de recordarte? ...¿Como enamorarte de aquel enemigo al que estás destinado a matar?...¿Como poner todas tus últimas esperanzas de sobrevivir en aquel ser que ha matado a tantos de tu especie?

Jamás recordaría su tacto. Su beso. Su nombre… Su cuerpo sólo calmaría al de él por unos pocos minutos. No haría nada por aliviar la soledad de su corazón, que anhelaba que alguien lo recordara.

 Jacob Wolf Black es un cazafor oscuro, cuyo don es la amnesia para todo ser que lo haya visto. Después de 5 minutos nadie lo podrá recordar.

 Renesmee Cullen es una semi-vampiro con los dias contados, con una muerte lenta y dolorosa que la espera al cumplir 27 años.

...Esta es una historia basada en la saga Dark Hunter de la escritora Sherrilyn Kenyon...

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Capítulo 37: CAPITULO 34

Las siguientes semanas pasaron en una nebulosa mientras Renesme terminaba la caja de recuerdos del bebé. Por primera vez en su vida, se sentía verdaderamente a salvo en algún lugar.

Era una sensación gloriosa.

Seth y Kyra, la supuesta “nena Semi-vampiro” que Seth había encontrado, pasaba mucho tiempo en el apartamento. Kyra era una mujer agradable que con frecuencia simulaba no recordar a Jacob sólo para hacerlo enojar.

La alta y delgada Semi-vampiro lo miraba inocentemente y preguntaba: “¿Te conozco?”

Irritaba a Jacob pero entretenía a todos los demás.

Mientras el embarazo progresaba, Renesme se dio cuenta de otra razón por la cual los Vampiros no podían tener hijos. Necesitaba cada vez más sangre. Sus transfusiones quincenales se convirtieron en diarias, y en las últimas semanas había necesitado dos o tres por día.

El incremento la preocupaba. ¿Significaba que el bebé sería más Semi-vampiro que humano?

La Dra. Lakis le había dicho que en realidad no tenía nada que ver con la biología del bebé, y que debería relajarse. Pero era difícil.

Renesme había estado bastante deprimida y demasiado cansada para moverse toda la noche. Había ido a la cama temprano, incluso antes del amanecer, deseando descansar y estar cómodo algunos minutos.

Jacob entró y la despertó lo suficiente como para preguntarle cómo se sentía.

—Estoy durmiendo –le dijo bruscamente—. Déjame en paz.

Él había levantado las manos en señal de rendición, había reído bondadosamente y luego se había acurrucado contra ella. Renesme tenía que admitir que le encantaba la sensación de tenerlo allí. La sensación de la mano de Jacob sobre su estómago.

Siempre parecía que el bebé sabía cuándo era la mano de Jacob la que estaba sobre él. Inmediatamente se volvía más activo, como si quisiera decir: “Hola, papi, no puedo esperar para conocerte.”

También reaccionaba ante la voz de su padre.

Cerrando los ojos, Renesme intentó dormirse otra vez, pero no era sencillo, ya que el pequeño Pie Grande comenzó a bailar fandango y decidió darle rodillazos en las costillas un par de veces.

Se quedó allí recostada durante más o menos una hora, hasta que el dolor en su espalda baja disminuyó. A los veinte minutos se dio cuenta de que sus contracciones se habían estabilizado y eran continuas.

Jacob estaba durmiendo pacíficamente cuando Renesme lo despertó.

—El bebé está llegando —jadeó.

—¿Estás segura? –Con una sola mirada a su rostro exasperado supo la respuesta a esa estúpida pregunta—. Está bien –dijo, intentando despertarse y aclarar la bruma de su cabeza—. Quédate aquí y convocaré a las tropas.

Salió corriendo de la habitación para despertar a Kat y enviar a Seth en busca de la doctora, luego regresó rápidamente al dormitorio para estar con Renesme, quien se había levantado y estaba caminando.

—¿Qué estás haciendo?

—Estoy paseando para aliviar el dolor.

—Sí, pero…

—Está bien, querido –dijo Kat atravesando la puerta—. El bebé no caerá de cabeza.

Jacob no estaba seguro acerca de eso, pero había aprendido que no debía discutir con Renesme embarazada. Estaba bastante tensa y emotiva, y podía despellejar con sus palabras cuando quería.

Era mejor darle lo que quería.

—¿Qué puedo traerte? –preguntó Jacob.

Renesme estaba resoplando.

—¿Qué tal a alguien que tenga a este niño por mí?

Él rió. Al menos hasta que ella lo miró como para asesinarlo.

Calmándose, se aclaró la garganta.

—Ojalá pudiera.

Para el momento en que la doctora llegó, Jacob estaba parado junto a ella, sosteniendo su vientre y ayudándola a respirar durante las contracciones. Podía sentir cada contracción apretando contra sus palmas, y sabía exactamente cuándo iba a maldecir por el dolor que le causaba.

Jacob odiaba que Renesme tuviera que pasar por esto. Ya estaba transpirada por el esfuerzo, y apenas había comenzado con la labor de traer a su hijo al mundo.

Las horas pasaron lentamente mientras trabajaban juntos, y Renesme gritaba todo tipo de obscenidades a Jacob, a todos los hombres en general, y a los dioses en particular.

Jacob sostenía su mano y limpiaba su frente mientras la doctora les decía qué hacer.

Eran recién pasadas las cinco de la tarde cuando su hijo finalmente nació.

Jacob observó al diminuto niño que estaba en manos de la doctora mientras el bebé berreaba con un par de pulmones que tenían que pertenecer a un niño sano.

—Realmente está aquí –sollozó Renesme mientras se aferraba a la mano de Jacob y miraba al bebé que había dado a luz.

—Está aquí –rió Jacob, besando su húmeda sien—. Y es hermoso.

La doctora lo limpió y lo examinó, luego se lo dio a su madre.

Renesme no podría respirar mientras sostenía a su hijo por primera vez. Sus diminutos puños estaban apretados mientras sus gritos dejaban saber a todos que estaba aquí. Su rostro estaba arrugado como el de un anciano, pero aún así era hermoso para Renesme.

—Mira su cabello –dijo, peinando la densa masa de cabello negro—. Se parece a su padre.

Jacob sonrió mientras el bebé envolvía su pequeña mano alrededor del índice de su padre.

—Tiene tus pulmones.

—¡Oh, por favor! –dijo ella indignada.

—Confía en mí —le dijo Jacob, encontrándose con su mirada—. Cada Semi-vampiro ahora sabe que mis padres no estaban casados cuando nací, y que si sobrevives a esta noche, planeas convertirme en eunuco.

Ella se rió y lo besó mientras sostenía a su hijo.

—A propósito, si hablabas en serio acerca de eso, Renesme –dijo la doctora, con los ojos bajos—. Tengo un bisturí que puedo prestarte.

Renesme rió otra vez.

—No me tientes.

Jacob tomó al bebé y lo sostuvo cuidadosamente con sus grandes manos. Su hijo. La alegría y el miedo dentro suyo eran debilitantes. Nunca había sentido algo así.

El bebé era tan increíblemente pequeño. Un milagro de la vida. ¿Cómo podría algo tan diminuto sobrevivir? Jacob sabía que mataría o dañaría seriamente a cualquiera que amenazara a su hijo alguna vez.

—¿Cómo vas a llamarlo? –le preguntó Jacob a Renesme.

Todas estas semanas se había mantenido fuera de esa decisión a propósito. Quería que su madre le pusiera el nombre.

Sería su legado perdurable para su hijo, quien jamás la conocería realmente.

—¿Qué te parece Erik Wolf Black?

Jacob parpadeó, incrédulo.

—¿Estás segura? –Ella asintió mientras él tocaba suavemente la mejilla del bebé—. Hola, pequeño Erik –susurró Jacob. Su corazón se encogió mientras lo llamaba por el nombre de su padre—. Bienvenido a casa.

—El bebé probablemente quiera alimentarse ahora –dijo la Dra. Lakis mientras terminaba de limpiar todo—. Podría devolvérselo a su madre un momento. —Jacob hizo lo que le sugerían—. ¿Necesitarás una nodriza? –le preguntó la Dra. Lakis a Renesme—. Los bebés Semi-vampiros generalmente no toman mamaderas ni mezclas nutritivas, especialmente cuando tienen una herencia mixta. No hay una mezcla realmente adecuada que podamos probar, ya que no sabemos cuánto hay de Semi-vampiro o de humano en él.

—Creo que la nodriza será una buena idea –dijo Renesme—. No quiero echar a perder esto e impedir su crecimiento, o convertirlo en un mutante o algo así.

La doctora tenía una extraña expresión en el rostro, que básicamente decía: “pensé que tu hijo era un mutante.”

Sabiamente, se quedó callada.

Jacob acompañó a la doctora afuera.

—Gracias –le dijo mientras pasaban al living, donde Seth y Kat estaban sentados esperando.

—¡Já! –Dijo Kat en cuanto vio a Jacob—. Te dije que llegaría sano y salvo.

—Demonios –murmuró Seth antes de entregarle un billete de veinte—. Me dijeron que habías sido castrado después de todo.

Ambos fueron rápidamente hacia el dormitorio para ver al bebé, mientras Jacob hablaba con la doctora.

Ella le sonrió con tristeza.

—Supongo que es, de algún modo, apropiado.

—¿Qué cosa?

—Que el último bebé al que ayudé a llegar al mundo sea el destinado a mantenerlo a salvo.

Jacob frunció el ceño.

—¿Qué quiere decir con “el último bebé”?

La Dra. Lakis suspiró como si el peso del Armagedon estuviese sobre sus hombros.

—El jueves es mi cumpleaños.

Jacob se quedó helado ante sus palabras, y lo que ellas significaban.

—¿El vigésimo séptimo?

Ella asintió. 

Capítulo 36: CAPITULO 33 Capítulo 38: CAPITULO 35

 
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