INDISCRECIÓN

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 01/12/2012
Fecha Actualización: 14/02/2014
Finalizado: SI
Votos: 34
Comentarios: 119
Visitas: 54530
Capítulos: 36

 

Edward y Alice Cullen son una atractiva pareja de clase alta y cuentan con un exclusivo círculo de amistades. Su idílica existencia se acaba cuando entra en sus vidas la joven Bella, aportando frescura y encanto…, tanto que incluso el hasta entonces fiel y modélico marido, Edward, cae en sus redes e inicia con ella una tórrida relación. Moderna, sexy, urbana, ardiente, sofisticada, erótica, cosmopolita e indiscreta. ¿Cuánto crees que puede durar la fidelidad?

 

Basada en Indiscreción de DUBOW

 

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Capítulo 17: CAPÍTULO 9

 CAPÍTULO 9

 

Su último día. Los bulevares están resbaladizos debido a la lluvia. Sentada en la cama, en bragas, Bella lee el periódico y se come una naranja, amontonando cuidadosamente las mondas. Edward teclea en el escritorio.

En la habitación se respira paz, un simulacro de domesticidad. En la mesa, una bandeja con tazas de café vacías, los restos del desayuno. El avión de ella sale a primera hora de la tarde. El de él, después.

Bella suspira.

—¿Estás bien?

—Es sólo que no quiero que esto termine, ¿sabes? Volver a la realidad. No me refiero a quedarnos en el Ritz, me refiero a estar juntos. No sé cuándo te volveré a ver.

—Lo sé. —Edward va a la cama y se sienta a su lado. Ella le da un gajo de naranja—. No tiene por qué acabar —la tranquiliza, poniéndole la mano en el muslo.

—¿Me lo puedes prometer? —Lo dice con los ojos muy abiertos, buscando los suyos—. Quiero creerte.

—Te lo prometo, sí.

Ella asiente.

—Es pedir demasiado.

—¿No podemos probar a seguir así un poco más? ¿Y si te cansas de mí? ¿Y si conoces a alguien más joven? No es que sea el más indicado para quejarme.

—No quiero a nadie más.

—Eso lo dices ahora, pero es posible que lo pienses cuando se me caigan el pelo y los dientes —contesta él riendo—. Soy mucho mayor que tú, Bella. No creo que haga mucha gracia tener que cambiarme la bolsa de la colostomía en las cenas.

—Bobadas. Serás uno de esos hombres mayores tremendamente atractivos.

—Es verdad... podría tener incontinencia. Eso es bastante tremendo.

—Anda, calla —le espeta ella, dándole con una almohada—. Me estás haciendo reír otra vez, y no tengo ganas de reírme.

—Eso es ridículo. ¿Cómo no vas a tener ganas de reírte? Recuerda que la risa es la mejor medicina. ¿Alguna vez has ido a un funeral? No hay nada que le guste más a la gente que, de pronto, un viejo amigo del fallecido se ponga a contar anécdotas fuera de lugar.

Son como niños en un crucero. Al otro lado del horizonte, en alguna parte, se encuentra el puerto donde tendrán que bajarse. Por el momento están fingiendo.

A menudo me he preguntado qué se le pasaría a Edward por la cabeza esos días. ¿Alguna vez se sintió culpable o le remordió la conciencia? Era como si no tuviese esposa y un hijo. ¿Olvidó los años que habían pasado juntos, las risas compartidas, el dolor compartido, las personas en cuyas vidas influyeron, cuyas vidas podían destrozar él y Bella? ¿Hacia dónde se encaminaba? ¿Creía que podía seguir con esa aventura sin que Alice se enterase? ¿Lo quería incluso?

Lo que más me desconcierta del comportamiento de Edward es la naturalidad con que lo llevaba. Era como si fuese un adúltero nato. Cabe la posibilidad de que esa clase de cosas les resulte más fácil a algunos hombres, sobre todo a escritores, actores o espías, a aquellos que están tan acostumbrados a meterse en la piel de otras personas, a suplantar otras vidas, que pierden el contacto con la vida que de verdad importa.

Algunos hombres, me figuro, se habrían sentido culpables o al menos inquietos. Habrían tenido miedo de que los pillaran, de que su engaño saliera a la luz, de que su vida doméstica se viera destrozada.

No obstante a Edward le resultaba sencillo. Puede que no pensara que en la vida había verdadero dolor o verdaderas pruebas. Las cosas le sucedían sin más. Imagino que se estaba peleando con el libro nuevo pero, después de todo, ¿no forma eso parte del proceso creativo? ¿No se supone que los artistas tienen que sufrir? En algunos sentidos parecía injusto. Él, que ya tenía tanto, no estaba satisfecho. Con muchas cosas sólo tenía que extender la mano y ahí estaba lo que quería. Cierto que nunca había tenido mucho dinero, pero al parecer eso nunca revistió importancia. Tenía algo más importante, concretamente la capacidad de inspirar amor. Visto así, ¿tanto le sorprendió que se lo inspirara a Bella? Al fin y al cabo, ¿quién no lo había querido? Perros, compañeros de estudios, amigos, lectores, desconocidos en bares. Había acaparado amor como un coche acumula kilómetros. Lo que sí fue una sorpresa es que después de inspirar amor quisiera recuperarlo.

Hasta en la facultad había sido un héroe, alguien querido, y, sin embargo, fue de Alice de quien no se separó. Ella era quien más lo necesitaba, y él se entregó a un deber sagrado. Quizá intuyera que en Alice había algo roto, algo que sólo él podía arreglar, y, sabiéndolo, se permitió darse por completo a ella. No estoy diciendo que no la amara. Creo que la amaba. Sé que la amaba. Pero ella lo necesitaba, a él o a alguien como él, y no creo que Edward necesitara realmente a nadie, por lo menos no de la misma manera. Siempre fue autosuficiente, alguien con tanta confianza en sus aptitudes que no las cuestionó ni una sola vez. Nunca tuvo la necesidad de hacerlo. Sé que trabajaba duro, pero era el trabajo que un deportista con talento invierte en su entrenamiento, ya que contribuye a mejorar su juego, un juego que la mayoría de nosotros no podría aspirar a jugar ni fingir que podría hacerlo.

¿Intuyó algo en Bella que podía arreglar, algo que sólo él podía darle? ¿O fue algo más egoísta? ¿Era Bella alguien que estaba ahí sólo para él? Al cabo de años de ser el que todo el mundo pensaba que era, o debería ser, ¿se estaba permitiendo ahora coger lo que quería, aunque ello implicara acabar con todo lo demás?

Naturalmente nada es nunca tan abstracto. Su traición fue tan natural como una enfermedad, como un cáncer que crece en el cuerpo a la chita callando para manifestarse espontáneamente cuando ya nada puede contenerlo. Y cuando ocurrió, lo consumió.

¿Y Bella? En ningún momento la consideré culpable, aunque algunos crean que debería. Era joven, guapa, sensible e impresionable. Viva. Viviendo la vida a tope. Necesitada de amor o atención o consejo. O de las tres cosas. No estoy seguro.

¿Cómo no iba a deslumbrarla Edward? Era atractivo, encantador, un triunfador. Habría sido como si le pidieran que no sintiera la hierba bajo los pies o no notara la sal del mar. Habría sido como pedirle a una mariposa que no se acercara a una vela, o a una flor que no floreciese. No, yo a quien culpo es a Edward. A él, al héroe del colegio, al antiguo marine, es a quien le faltaron el valor y la entrega. Tentar es fácil, pero sólo los que son fuertes de verdad se pueden resistir a la tentación. Edward debería haber sido capaz, pero él, ese dechado de virtudes, fue débil.

Podría describir con mayor detalle incluso cómo follaban, cómo se la chupaba Bella, cuántos orgasmos tuvo, cómo iban por las calles cogidos de la mano como auténticos amantes. Cómo encendían la pasión del otro, la pasión por la vida, la pasión por el amor, la pasión que ardía sólo por la pasión. Después de todo, eso es egoísmo y avaricia; querer más de lo que es bueno para uno. Y ellos la devoraban, se regocijaban con ella. ¿Quién los puede culpar? Pocas cosas hay más poderosas, más embriagadoras que saber que hay alguien que te desea profundamente. Y si es ilícito, secreto, prohibido, tanto más excitante. Llegados a ese punto ¿a quién le importan los demás? Los demás no importan cuando sólo estáis los dos en vuestro pequeño bote salvavidas. El deseo lo es todo, la vergüenza no tiene cabida en él.

Ella lo deseaba y él la deseaba. La belleza te cautiva, el sexo te define, las cosas más simples se vuelven objetos de envidia para los demás. Cuando uno está ardiendo, se quema. Imposible no quemarse. Lo dice la física elemental. Hasta un niño podría entenderlo. Es así de sencillo.

Pero el fuego no tiene escrúpulos. Lo quema todo, da igual lo que se cruce en su camino.

 

Capítulo 16: CAPÍTULO 8 Capítulo 18: CAPÍTULO 1 INVIERNO

 
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