Gracias a las Estrellas.

Autor: 012Victoria210
Género: General
Fecha Creación: 19/01/2010
Fecha Actualización: 27/09/2013
Finalizado: NO
Votos: 58
Comentarios: 180
Visitas: 224751
Capítulos: 36

TERMINADO

Tras un accidente, Bella se ve en la necesidad de acudir a la familia de Carlisle. Los Cullen, quienes seran en adelante su nueva familia. Alli se enamora, y aprende el significado de la frase "Sigue Adelante"  

Las cosas no siemore son como uno las planea. El destino es el que baraja las cartas, y nosotros somos los que jugamos. La vida podrá tener sus momentos alegres y cálidos, pero tambien dias tristes y no deseados.

"Yo jamás podre saber lo que el destino me deparará, pero hay algo de lo que estoy completamente confiada: El amor, todo lo puede"

Bella Swan

"Fruta Prohibida", en LunaNuevaMeyer

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=575

http://www.fanfiction.net/u/2218274/

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 33: Flores Para Riley

—La verdad, no hay demasiado por decir — aclaró, casi encogiéndose de hombros — Básicamente te dije lo que más importaba. Aunque supongo que mereces saber el resto.

—Ajá.

—Bueno… — comenzó, mirando pensativamente el cielo oscuro, que avecinaba una próxima tormenta — La contratamos porque fue lo único que tú me permitiste, porque necesitaba trabajo, y porqué verdaderamente, la casa era un desastre, al igual que el pobre jardín de afuera. No sé, además, el ático estaba desastroso que lo limpiamos entre nosotros tres en tres días. Lo queríamos perfecto…. — me miró entre sus largas pestañas — Lo siento, me estoy saliendo del tema. Ok. El día de tu accidente, la culpa recayó sobre mí como nunca lo creí posible, porque me sentía el responsable.

—¿Y por qué habrías de sentirte así? Ni que hubieras estado cerca de mí — repliqué, mientras mis manos se paseaban por sus fuertes hombros, hasta descender, para que mis dedos sintieran cosquillas con el bello castaño de sus brazos.

—No, no lo estaba. Pero… — soltó un fuerte suspiro — Se supone que ese día saldríamos a cenar en la noche, y yo te pasaría buscando, pero tú estabas molesta conmigo y estabas haciendo un berrinche para no ir, solo para fastidiarme, aunque me lo merecía, supongo.

"Ya que estabas embarazada de… dos meses y dos semanas, para ser exacto, acostumbrabas a marearte y debilitarte, que es lo más normal, y duraste una semana y medio en reposo para descansar un poco, mientras yo trabajaba. Luego, cuando estabas decidida a volver, convencí al hospital de que no deberías trabajar más hasta que dieras a luz, pero tú insistías en que era tu trabajo y no tenías por qué abandonarlo. La discusión de ese día, era porque yo prácticamente te exigía que te quedaras, porque tu metabolismo es algo sensible y no quería que te debilitaras y estresaras en el trabajo, al tanto que podría hacerle algún mal al niño. Evidentemente, tú estabas perfectamente al tanto de lo que podría pasar si te la pasabas de arriba para abajo con tu bultito, pero no querías dejar el trabajo aun. El hospital me concedió mi petición, y cuando llegué a la casa un sábado en la mañana, y te dije que te habían dado reposo en el trabajo y que no te presentaras más, te enojaste conmigo. Sé que debí decírtelo, claro está, supongo que siempre he sido terco y actúo a costa tuya"

"Y bueno, discutimos por la manera que tenía yo de tomar las decisiones sin consultarte nada. Nos encabronamos en uno al otro y yo me fui a trabajar, mientras tú te encerraste en tu habitación. Cuando estaba en media consulta, recibí una llamada tuya donde me informabas que darías un paseo por la Push para recordar viejos tiempos y visitar a Billy, aunque no sabías que él ya había fallecido, ya que hubo un tiempo donde duramos unos años sin contactarnos con Jacob. Como sea. Aun enojado por la discusión de la mañana, te dije que no sería una buena idea, pero que hicieras lo que te plazca, porque de todos modos lo que te dijera no te haría cambiar de opinión. Te enfadaste de nuevo por ser grosero contigo, alegaste que estabas perfecta, que yo era un idiota sobreprotector, y que el Volvo que le compré te protegería hasta de una bomba atómica" — soltó una risita, y rodó los ojos. Reí junto a él — "Bueno, quedamos en cenar en la noche a regañadientes, me enojé contigo otra vez por ser terca, tú te enojaste conmigo por ser terco, y nos colgamos el teléfono. Me sentí arrepentido de inmediato, porque no quería que quedáramos mal, además de que yo sabía que pronto habría una tormenta y el suelo estaba algo lodoso y peligroso. Pero estaba tan frustrado que había olvidado decírtelo, y luego mi orgullo no me permitió llamarte y rogarte que no fueras, porque aún seguía enfadado y predecía que no me atenderías el móvil"

"Fue allí cuando me dirigí a Seattle. Se supone que nos encontraríamos allá, pero no me respondías el teléfono así que supuse que seguías molesta. Fui a visitar a Esme y Carlisle, y un rato después, me preocupé porque era extraño que siguieras sin contestarme el celular. Entonces, una llamada del hospital me alertó de tu ingreso, y parecías estar muy malherida y sangrabas en exceso. Carlisle y yo corrimos a Forks y te atendimos, fue allí cuando… bueno, cuando ya era demasiado tarde para salvar a nuestro hijo"

—Sí… — susurré tristemente, aferrándome a él para abrazarlo con fuerza. Pasé una pierna por su cadera para posicionarme más cómodamente dentro del pequeño espacio, y deslicé mi brazo por debajo del borde de su camisa, para trazar círculos en su espalda.

—Así que, una de las teorías que tenemos para explicar la causa de tu caída es el suelo débil. Aunque tu auto estaba aparcado no en casa de Billy, sino en la playa, y seguro tú habrás de haberte bajado para caminar.

—¿Una de las teorías? — repetí, al descubrir el énfasis de su oración.

—Pues… sí — tragó pesado — Digamos que localizamos… marcas, o… signos de que pudiste haber forcejeado antes de caer.

—¿Forcejeado? — pregunté, sin entender aun a que se refería.

—Me refiero a que… no es seguro, ni tenemos pruebas concretas, pero puede ser que hayas peleado con alguien. Habían marcas notorias en tus brazos, y en tu cuello.

—¿Quieres decir, que posiblemente alguien haya provocado el accidente? — inquirí, cayendo en cuenta de lo que verdaderamente trataba de decirme.

—No sabemos. Pudiste haber resbalado por accidente, que es lo más seguro, tomando en cuenta tu estado y tu irrevocable torpedad. Sin ofenderte, cariño, solo es un hecho concreto — sonrió dulcemente y acarició mi hombro con su mano, poniéndome la piel de gallina — Investigamos, no pienses que me quedé de brazos cruzados. Pero no pudimos conseguir la más mínima pista de quien pudo haber estado a tu lado, si es que había alguien. Llovió, y eso eliminó toda clase de pistas. Yo… pienso lo peor. No creo que alguien te haya querido empujar, más bien… — hundió su rostro en mi cuello y depositó un trémulo beso — Pienso que alguien pudo haber querido abusar de ti, aprovechando que estabas completamente sola. En la Push siempre se acostumbran a hacer fiestas y los jóvenes acostumbran a emborracharse, y aunque interrogamos y pedimos opiniones, no tenemos pruebas — suspiró con desánimo — De verdad que lo siento mucho, mi amor. Hubiera querido saber que pasó realmente.

Me alejé de él y lo obligué a alzar la cabeza, solo para posicionar ambas manos a cada lado de su rostro y besar sus labios una y otra vez, solo para calmar el sufrimiento que era presente en sus facciones perfectas.

—Supongo que es algo que jamás sabremos — susurré contra su mandíbula, mientras luchaba yo misma a la vez, por no sentirme afectada con este nuevo descubrimiento — Y creo que es mejor así. Ya quiero enterrar los males y ver hacia adelante, volver a construir otro futuro contigo, acercarme a mi familia, y volver a mi trabajo — concluí, volviendo a besar sus labios.

—Yo también — concordó, besándome hasta quedar sobre mi cuerpo. Opté por no profundizar la pasión y ser lo más dulce posible, para que todas las preguntas no se fueran de mi cabeza y quedaran en el olvido, y todo por causa del efecto deslumbrante que mi esposo causaba con estragos en mi cuerpo — No puedo esperar.

—¿Y qué hay de Charlotte? — hasta ahora me daba cuenta de que yo poseía un don paranormal para arruinar los buenos momentos.

Edward detuvo la ronda de besos para alejarse un poco de mí y trabar mis ojos en su mirada, y haciendo una mueca poco notoria.

—No fue realmente brillante acostarme con ella — asumió con voz neutra, pero no sin no impedirme presenciar lo incomodo que le causaba charlas sobre el tema — No termino de entender cómo puedes volver aquí, como si nada, y enredarte en mis brazos — me interrumpió cuando abrí la boca para replicar — No me malinterpretes, seriamente, celebro que puedas asumirlo así de fácil y volver conmigo, pero no entiendo el porqué de tu actitud.

—Fue gracias a Charlotte — confesé con algo de vergüenza. Pero aproveché su mirada de sorpresa para proseguir con mi explicación — Ella me encontró un tiempo después luego de salir corriendo de aquí, y me explicó cómo fueron realmente los hechos.

Edward apretaba los labios, que formaban una delgada y pálida línea.

—¿Qué te dijo ella? — preguntó con voz suave.

—Me dijo que habías estado bebiendo mucho, justamente, el día antes de que yo despertara — le miré con reprobación — No voy a negar que me siento algo enfadada porque no me dijeras la verdadera causa. Pensé que te estabas enamorando de ella, por eso me afectó tanto. ¿Por qué no me echaste el cuento completo?

—¿Hay alguna diferencia? — contestó rápidamente, mirándome con una expresión sarcástica — Lo hecho hecho está. No hay justificaciones.

—Tal vez — concordé, asintiendo — Pero me pregunto que hubiera hecho yo si Charlotte no hubiera ido en mi búsqueda. Posiblemente no estaría aquí y en cambio, estaría a kilómetros. Me alegro de que me haya buscado.

—Entonces, eso significa que debo agradecerle — dijo, aun con el ceño fruncido — ¿Y qué piensas tú? Quiero decir… ¿Te enojaste cuando… te buscó?

—Claro que me enojé — respondí con voz dura — Pero fue solo por la rabia del momento. Hay algo en ella… no lo sé, no logro odiarla en lo absoluto. Me siento incomoda a su lado, sí. ¿Cómo no voy a sentirme así? Pero no la odio, aunque no deseo volver a cruzarme con ella por un larguísimo tiempo, y tampoco me sentiría cómoda con que te viera a ti. Supongo que son los celos. Y bueno, a pesar de todo, no me ha dado razones para odiarla o desearle algún mal.

—¿Cómo que no te ha dado razones? — inquirió, aun confundido.

Abrí la boca para despejar sus dudas.

—Me explicó que, cuando te enteraste que me había accidentado, y luego que caí en coma, te volviste loco. Dijo que se enteró cuando estaba saliendo de la Universidad y escuchó que todo el mundo lo comentaba. Vino corriendo preocupada por mí y también se deprimió por lo que me pasó. Permaneció a tu lado, junto con Alice, Esme, y toda la familia, y que te sirvió de niñera los primeros meses y hasta todo el año, por petición de Alice, que estaba demasiado ocupada con su trabajo y sus proyectos que no tenía suficiente tiempo de velar por ti, al igual que todos — pausé para acariciar sus sedosos cabellos — Le creí en el acto, y en ningún momento la consideré una mentirosa. La causa por la cual no puedo odiarla, es porque siempre estuvo a tu lado. No puedo odiarla, porque el amor que profesaba por ti fue tanto que siempre se mantuvo callada y jamás intento algo contigo, con o sin yo presente, aunque bueno, antes de acostarse contigo. — dejó de respirar, posiblemente asombrado porque ya yo sabía el enamoramiento de Charlotte hacia él, pero no le permití decir nada — Pero ella me dijo que nunca intentó nada contigo durante todo el año que no estuve. Solo estaba allí para ayudarte. No puedo odiarla, porqué fue una de las personas quien estuvo conmigo durante mi embarazo, alegre y contenta. Lo sé, lo recuerdo. Tampoco puedo odiarla, porque fue lo suficientemente valiente como para afrontar sus errores y exponer sus sentimientos, solo para que tú y yo no nos separáramos, a pesar de que te ama. ¿Qué clase de mujer haría eso? Creo que yo en su lugar, y te quisiera tanto como te quiero ahora, hubiera sido más débil y hubiera hecho al menos un pequeño intento para que te fijaras en mí, a pesar de que eras casado, pero ella no lo hizo y en cambio, veló por nuestra felicidad a costa de la suya. La admiro por eso.

Edward estaba completamente enternecido por mis palabras. Sus ojos se veían tenuemente acuosos. Asintió y esbozó una pequeña sonrisa.

—Charlotte… es una de las personas más especiales que he conocido — hice una mueca de fastidio — Por favor, no te sientas ofendida con mis palabras, porque nada podría hacer que cambie mi amor por ti, pero es un hecho. Desde niña, se ha tenido que valer casi por sí misma. Su padre la abandonó a ella y a su madre cuando tenía tan solo cinco años, y la madre, como último recurso, tuvo que prostituirse para sacar adelante a su hija. No fue la mejor decisión del mundo, pero no pudo hacer más. Charlotte se quedaba en casa mientras ella trabajaba durante las tardes y noches, y aprendió desde niña a ser un ama de casa. A los nueve o diez años ya sabía limpiar, cocinar, y hacer todo tipo de tareas. Luego, cuando su madre se enfermó, hizo todos sus medios por obtener una beca con sus buenas notas, para tener dinero con qué pagar sus tratamientos y quimioterapias. Nunca tuvo demasiados amigos, y su infancia no fue precisamente alegre, ya que su padre las golpeaba a ambas antes de que se fuera. Y a pesar de aquello, es una buena chica.

Tragué pesado, impactada por sus palabras. ¡Yo no sabía aquello! ¡Oh, pobrecita! Yo no querría nunca eso para nadie…

—Vaya — dije, tratando de salir del shock — Con más razón… la admiro.

—Sí — volvió a sonreír — Nunca imaginé ni por asomo que me quería, porque nunca me lo demostró, hasta antes de esa noche. Solo Alice se había dado cuenta de eso, pero es porque es Alice, y lo sabe todo.

—Así es — sonreí a cambio — Siempre. Aunque, no termino de entender, es porque de la noche a la mañana decidiste emborracharte. Según tenía entendido, no te emborrachaste nunca durante ese año, y fue esa noche que precisamente lo hiciste. ¿Por qué?

El rostro de Edward cambió a una mueca de vergüenza, con algo de incomodidad. Mordió su labio inferior con inconsciencia, y casi, casi, acortaba la distancia para besarlo, pero sabía que no era el momento adecuado.

—Eso fue una, hum, debilidad, y me descargué — dijo, riendo bajito — Digamos que estaba recordando a mi manera. Quiero decir… supongo que quería olvidar ese día, un día en el pasado donde tuve una iluminación y estuve completamente seguro de que te quería a mi lado por toda mi vida y que no había dudas al respecto. Eso fue, exactamente, un 16 de Abril.

—Un día antes de que despertara — murmuré, frunciendo el entrecejo con fuerza, analizando sus palabras — ¿Qué pasó ese día?

—Bueno, era joven, pero no tonto. Estaba seguro de mi decisión, y sabía que haría lo que estuviera a mi alcance para que permaneciéramos juntos toda una vida, superando la monotonía y los problemas que toda pareja presenta. Te llevé a un lindo prado que había encontrado, y te prometí con el corazón en la mano que te amaría siempre.

—Y yo… — dije, cuadrando las piezas dentro de mi mente.

"—Está linda — susurré, examinando la flor pequeña y de aspecto inofensivo.

—No me olvides — comentó Edward, haciendo que alzara la mirada.

—¿Que dices?

—Ese es el nombre que recibe la flor".

.

"—No estoy pidiendo tu mano en matrimonio, de eso puedes estar tranquila. Simplemente quiero dejarte claro de que eres la persona con la que pienso estar hasta el final de mis días.

—Oh, Edward…"

.

"—No me olvides — susurró, deslizando las palabras.

—Jamás"

—… Y yo no cumplí mi promesa — dije al fin, soltando el aire que había retenido en mis pulmones.

—¿Qué promesa?

—La promesa de no olvidarte nunca.

—¡Oh! ¿Te preocupas por eso? — sonrió ladinamente — No te tortures. Que me ames es suficiente. O al menos, para mí.

Su sonrisa ladina fue sustituida por una amplia y deslumbrante entre dientes. Me pregunté a mi misma como era posible que una persona como él reservara todo su amor solo para mí. No concebía algo más delicioso que su amor.

—Ug, ¡Me aturdes! Si no te quisiera tanto, ya te habría golpeado por darme de esas sonrisitas engreídas y auto-suficientes tuyas.

Soltó una fuerte carcajada, y su sonrisa se abrió hasta rincones imposibles, mientras su cuerpo se sacudía por las fuertes carcajadas.

—¡Y yo que creí que te gustaban! — replicó con voz falsamente ofendida — Esa fue mi arma más valiosa para poder deslumbrarte los primeros años. Me hace feliz el saber que todavía funciona.

Engreído — volví a decir.

Permanecimos nuevamente en silencio por unos segundos, solo mirándonos, o mirando el cielo oscuro. Me sentía sumamente cómoda a su lado. Sencillamente, no concebía algo más reconfortante y agradable que estar en el círculo de sus fuertes brazos, el sentir de sus labios deslizarse por mi cuello, cosquilleándome, y el calor que irradiaba su cuerpo.

Cuando la primera gota de lluvia perceptible para mí descendió hasta caer sobre mi estómago, seguida de las otras, fue tiempo de regresar adentro. Ya sabía yo que era extraño que no haya comenzado a llover aun, y posiblemente, la lluvia de a continuación duraría toda la noche.

—Entonces… ¿Quieres ver los ecos?

—¡Sí, Edward, si quiero! — insistí con malcriadez.

—¿Me prometes no deprimirte?

—Trataré de no hacerlo.

—Supongo que debo conformarme con eso — murmuró con voz cansada, mientras rebuscaba entre uno de los cajones de la mesa de noche de su habitación — Aquí está — dictó, extrayendo unas pequeñas fotografías de un sobre amarillo.

Al tenerlos en mi posición, una sonrisa de tristeza se plasmó en mis labios. Nuestro bebé si apenas había comenzado a crecer y madurar, aunque no resultaba complicado distinguir su pequeña cabecita, sujeta con un mínimo cuerpo encorvado, y sus manitas, que apenas si comenzaban a formarse.

Una pequeña lágrima se deslizó por mi mejilla. El dolor de la pérdida no era exactamente la causa entera de mi depresión, debido a que no podía recordarlo, y supongo que mi mente habrá bloqueado todo tipo de información. Pero, era más que todo el dolor del "si hubiera…" el que me afectaba tanto. Con el poco tiempo que tenía despierta había captado de inmediato que era sumamente propensa a que los sentimientos me clavasen, sean buenos o malos. Tal vez, si Edward jamás me hubiera contado lo ocurrido con el bebé nunca lo hubiera sabido, por más que sintiera que algo se me pasaba por alto. Pero ahora que lo sé, me entristece infinitamente que un precioso bebé, que pudo haber sido una gran persona en la vida, no haya podido conocer el mundo, ni hacernos felices a todos. Era injusto, y más cuando tenía a quienes lo iban a querer tanto. Edward… ¿Qué había de él? Seguro habría deseado tener un hijo conmigo, y la noticia le habrá causado un daño más sufrible por una línea bien larga en comparación a mí, que no podía recordar lo que se sentía tener a un pequeño huésped dentro de mí, aguardando el momento de poder abrir los ojos y ver la luz.

Volteé la fotografía, solo por un acto inconsciente y perfectamente natural dentro de los reflejos curiosos de las personas, captando una caligrafía corrida anotada en un costado. Mi letra.

Riley. Decía la pequeña nota.

—¿Y esto? — pregunté, señalando la escritura.

—Ah — Edward masculló bajito, bajando la mirada hasta sus pies, notándose demasiado distraído pateando una piedra inexistente con su pie derecho — Para el tiempo que tenía no podíamos asegurar el sexo del bebé sino hasta un tiempo más, así que tú decidiste, mientras tanto, colocar un nombre con el cual identificarlo sin necesidad de llamarlo solo "bebé".

—¿Y por qué Riley? — inquirí, solo queriendo obtener las respuestas de todas mis dudas.

—Es unisex — se encogió de hombros, aun cabizbajo — A ti te gustaba, y a mí también. Era un nombre opcional, aunque a ti siempre te gustó el nombre de Vanessa en caso de que fuera niña, y yo Ashley. Y si era varón, tú apoyabas más Cristian y yo Marc — sonrió casi invisiblemente — Yo quería una niña — concluyó dulcemente.

—Oh, Edward — me apresuré a quedar frente a él y envolver mis brazos alrededor de su cintura, usando torpemente mi presencia como una inútil forma de aplacar un poco de su tristeza — Cuanto lo siento. Es evidente lo mucho que deseabas poder ser padre. Siento tanto que no hayas podido cumplir tus deseos. Yo hubiera querido ser madre, también. ¿Te imaginas un lindo bebecito parecido a ti? Hubiera sido tan hermoso.

—Sí — concordó, con su cabeza apoyada sobre mi hombro — Es una lástima que no haya podido ser.

—No te entristezcas — supliqué con angustia, tomando su rostro entre mis manos para poder ver sus ojos, pero estaban cubiertos por sus parpados fuertemente cerrados — Estoy yo aquí, contigo. Y esta vez no me iré.

—Cuanta felicidad me da volver a saberlo — abrió los ojos, al tiempo en que volvía a sonreír con esfuerzo — ¿Te parecería egoísta si te dijera que preferiría haber perdido a nuestro hijo antes que a ti? En cualquiera de las circunstancias, nunca podría permitir que te fueras.

Alcé las cejas, sorprendida por su pregunta, a la vez que analizaba su pensamiento.

—No, no — aseguré, volviendo a enrollar mis brazos en su cintura y descansando mi cabeza en su pecho — No lo es.

Antes de irnos a dormir, Edward me señaló un hermoso cuadro que yo había reparado anteriormente, pero el cual no había prestado demasiada atención como para buscar su significado. Era una pintura hecha en óleo, que representaba un grupo de flores azules y violetas, con el nombre de nuestra flor, según Edward, 'No me olvides'. Le critiqué aquello, usando mi amnesia como prueba en contra de su acotación. Él se limitó a rodar los ojos con dramatismo y restarle importancia con un gesto de mano.

Volví a sentirme desanimada al recordar a Riley, quien hubiera estado con nosotros ahora mismo. Hice una mueca, pensando en la injusticia del mundo y de muchas mujeres, quienes también habrán de perder a sus hijos. El lado egoísta de mi persona pensaba que era mejor que los bebés murieran antes de nacer, en vez de luego de que fueran concebidos. No reconocía la causa de aquél pensamiento, pero lo apoyaba.

Sacudí la cabeza en un intento de dejar de ser absurda, y vi nuevamente el cuadro, contemplando cada uno de sus trazados y puntos de luz. Si Riley, tal vez, hubiera podido estar enterrado en una tumba, serían éstas clases de flores las que depositaría constantemente a un lado de su lápida, para darle a entender que jamás olvidaríamos su existencia, por más hijos que Edward y yo lográramos tener en un futuro. Ya no serían las flores de nosotros, sino las flores de Riley, para Riley.

Exhalé el último suspiro de frustración, antes de encaminarme a la habitación de Edward, en la que dormiría esta noche junto a él. Yo se lo pedí, ya que lo que más deseaba era dormir entre sus brazos, y no en la soledad de mi cuarto. No tuvo ninguna objeción a mi petición.


Muchas gracias por sus comentarios y votos. Me hacen sumamente feliz.

Bueno, aquí concluye el misterio. Muchas se preguntarán lo que verdaderamente sucedió en aquel acantilado, pero, como han de ver, no hay forma de saberlo. Bella no lo recuerda, no hay pistas, y no hay forma de explicar los hechos concretos de ese día. Muchas se van a cabrear conmigo por eso, pero así tienen que ser las cosas.

De aquí para alante el fic será más light. Ya no se preocupen por el suspense, porque desde ahora, me enfocaré en construir el futuro de los personajes y el desenlace "feliz" de la historia. No quedan más de cuatro caps.

En el proximo cap dejaré un resumen en una notita arribita de los hechos para aclarar dudas. Algunas fechas, lugares, etc. Oh, y tambien habrá Lemmon xD. No será un porno en libro, ¿ok? saben como es mi estilo y no voy a ser tan pero tan explicita al punto de que esto parezca Venus.

Besos, cuidense mucho. Espero leernos pronto.

Capítulo 32: Esposa y Amante Capítulo 34: Lluvia de Pétalos

 
14439327 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10757 usuarios