Gracias a las Estrellas.

Autor: 012Victoria210
Género: General
Fecha Creación: 19/01/2010
Fecha Actualización: 27/09/2013
Finalizado: NO
Votos: 58
Comentarios: 180
Visitas: 224747
Capítulos: 36

TERMINADO

Tras un accidente, Bella se ve en la necesidad de acudir a la familia de Carlisle. Los Cullen, quienes seran en adelante su nueva familia. Alli se enamora, y aprende el significado de la frase "Sigue Adelante"  

Las cosas no siemore son como uno las planea. El destino es el que baraja las cartas, y nosotros somos los que jugamos. La vida podrá tener sus momentos alegres y cálidos, pero tambien dias tristes y no deseados.

"Yo jamás podre saber lo que el destino me deparará, pero hay algo de lo que estoy completamente confiada: El amor, todo lo puede"

Bella Swan

"Fruta Prohibida", en LunaNuevaMeyer

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Capítulo 24: Dificil

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De acuerdo a una antigua leyenda un caballero vestido
en su armadura estaba cabalgando a la orilla de un río con su prometida.
Ella vio un grupo de flores azules meciéndose en el agua,
y pidió a su amante que las recogiera.
Al intentar llegar a ellas, el caballero se resbaló y cayó al rio.
La pesada armadura impidió que pudiera nadar y comenzó a hundirse en el agua
pero antes arrojó las flores azules a su amada diciendo
"No me olvides"

 

.

 

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Siete años después

Edward POV

Los rayos ultravioletas me despertaron aquella mañana curiosamente soleada. Forks, siendo siempre un pueblo ubicado en un estado frecuente a lluvias constantes y épocas heladas, se encontraba hoy de un modo alegre, cosa extraña, aun en la época del año en que estábamos. Abrí los ojos, adaptando mis pupilas, y me incorpore lentamente, quedando sentado sobre mullida superficie en la que había dormido la noche anterior. Mi cabeza dolía, y sentía un tenue pero bien fastidioso malestar en mi estomago. Hice una mueca, llevando mis manos a mis sienes para masajearlas.

Alguien se removió a mi lado, y ladee la cabeza, para observar a la mujer que yacía boca arriba bajo las sabanas de mi cama. Sus ojos cerrados y su respiración profunda, su cabello ondulado y marrón cubriendo parte de su rostro blanquecino. En ese instante de reconocimiento los sucesos anteriores invadieron mi mente a través de un manto espeso, haciendo que viese mis memorias un poco borrosas. Cerré los ojos con fuerza y me concentre en hacer aparecer los recuerdos con fluidez, a la vez que seguía masajeando mis sienes y mi respiración era diafragmática. No sabía porque seguía intentándolo, si ya sabía exactamente qué era lo que había pasado. El sentimiento de culpa abundo sobre mí, haciéndome sentir la peor escoria del universo.

¿Por qué? Me replicaba la minúscula parte de mi mente que aun seguía consciente dentro de mi personalidad ¿No es acaso, como si no hubiese pasado nada? ¿Qué hubieras ganado o perdido? Nada. Porque ya no tienes nada más que perder.

Me levante de la cama, y me percate de que estaba desnudo.

Tanteando dentro de uno de mis cajones de ropa encontré una toalla y me metí a la ducha, dándome un baño de agua helada que pudiera terminar de despertarme. Una vez terminado el baño, cerré la llave y camine directo a mi habitación. Tratando de evitar emitir algún sonido que pudiera despertarla, busque con cuidado una camiseta negra de botones y unos pantalones de mezclilla, unos zapatos deportivos negros y una chaqueta que tomé al azar. Me seque, me vestí con rapidez y fui en busca de la llave de emergencia que suelo guardar debajo del bonsái que colocaba en mi ventana. Tome un papel de una libretica sobre mi mesa de noche y con un lapicero redacte un breve mensaje.

Te dejo la llave de emergencia para que cierres al salir, después me la devolverás. Puedes preparar café si lo deseas. No me llames. En estos momentos deseo estar solo.

Edward

Deje la nota a mi lado de la cama y cogí mis llaves, cerrando la puerta con delicadeza.

La casa resultaba ser vacía y sin gracia en estos momentos tan trágicos coléricos. Ya no existía la alegría que solía dominar durante aquellos años de juventud en la que yo solía ser sencillamente un chico que disfrutaba de la vida y de su presente, soñador, lleno de expectativas y de planes para futuro. Esa alegría ya se había acabado. Y en estos momentos añoraba poder regresar en el tiempo y evitar que mi vida se convirtiera en un torbellino de angustia y soledad.

Conduje mi Aston Martin V12 negro por las calles húmedas de Forks, mientras comenzaba a precipitarse una llovizna suave, haciendo que las gotitas de agua chocaran con fuerza sobre la superficie del auto. Conduje hasta el pueblo, en busca del cafetín más cercano. En estos momentos necesitaba una taza cargada de café negro y un enorme sándwich de queso para apaciguar los rugidos de mi estomago, que aun así, seguía sintiéndose débil. No me importo, en estos momentos necesitaba comida solida y la iba a conseguir. Por supuesto que pude haber comido en la casa más de lo que podría conseguir en un cafetín, pero lo que menos deseaba era despertarla a ella y tener que enfrentarme a su mirada suplicante y lastimosa. Eso era más de lo que podía soportar.

Estacione el coche en la calle y entre al cafetín. Me senté en la mesa que estaba más cercana a la ventana y de inmediato. Zoe, una empleada del local que estaba tras la barra hablando junto a una de sus amigas se percato de mí y se acerco hasta mi puesto. Llego hasta mi posición coquetamente de un saldo, haciendo que su cabello pelirrojo y rizado amarrado en una cola de caballo se batiese por unos instantes. Me regalo una amplia sonrisa para animarme, mirándome con sus ojos cálidos de color miel.

—Buenos días Dr. Cullen, ¿Café negro y croasan de queso crema? — Preguntó, sin ni siquiera tener que tomar nota de mi pedido. Ya varias veces que había venido a este lugar, y ella ya había memorizado mis órdenes. Le regrese la sonrisa con un poco menos de entusiasmo, pero aun así haciendo un esfuerzo para hacerla sentir mejor, y no se sintiera incomoda con mi cara de perros.

—Gracias, Zoe. Y ya te he dicho que dejes de llamarme Dr. Cullen. Llámame Edward.

—De acuerdo, Edward — dijo haciendo énfasis de mi nombre — Lo siento, supongo que es algo de costumbre llamarle Dr. Cullen, ya que usted fue quien compuso mi pierna rota — menciono, rodando los ojos. Zoe era una experta con todo lo relacionado a ejercicio físico, pero, montando caballo, sin querer había logrado caerse y fracturarse la pierna. Para ese entonces yo no la conocía, y yo había sido el que la había atendido cuando su esposo Tom la trajo al hospital hacia siete meses. Tres meses y medio después yo había llegado a esta cafetería, y nos habíamos encontrado de nuevo. Desde ese entonces éramos amigos, o al menos, algo parecido — Ya te traigo tu pedido.

—Aun no he pedido nada — respondí, guiñándole el ojo. Ella puso los ojos en blanco y se dirigió a la barra para prepararme el café. Suspire, apoyando mi cabeza entre mis manos.

En ese momento caí en la cuenta de lo que en verdad había hecho.

Le había sido infiel a mi esposa. Le había sido infiel a Bella, la persona a la que había jurado amor eterno.

Respiré hondo y exhale. Aparte las manos de mi rostro para contemplar mi alianza dorada en mi mano, sintiendo un hueco de dolor, culpa, remordimiento y más dolor alojándose en medio de mi pecho. Cerré los ojos con fuerza, volviendo a respirar pausadamente.

Mi celular comenzó a vibrar en mi pantalón, seguido de la melodía que el teléfono expulsaba cuando una persona en específico solicitaba mi presencia.

—Hola, Alice — salude, antes de que mi hermana pudiera proferir palabra.

—Hola hermanito, ¿Cómo estás? ¡Tienes semanas sin llamarme! — critico, aun así con su propia nota de humor y alegría que solamente ella era capaz de hacer.

—Lo siento. Enana, prometo que no volverá a pasar.

—Más te vale. ¡Oye! Adivina donde estoy — canto, arrastrando las palabras con su voz soprano.

—Este, ¿En las vegas? — adivine.

—¡No! — repuso ella, y casi podría jurar que ponía los ojos en blanco al otro lado del teléfono — ¡Estoy en Washington! — prácticamente gritó — Llegue ayer en la noche, y estoy con Jasper alojada en un Hotel en Seattle. Te llame ayer para ver si podíamos quedarnos en la casa en Forks pero no me atendías el teléfono. Aun así, te anuncio que iré para allá esta misma tarde, ¡Y no acepto un no por respuesta!

Me golpee mentalmente. Esperaba que Charlotte ya se hubiese ido para cuando Alice y Jasper tuvieran la brillante audacia de aparecer allá por arte de magia.

—Claro, no hay problema Ali. Mándale saludos a Jasper de mi parte.

—¡Oh! No está conmigo. Ah salido hace rato para buscar a Esme, que está cerca. ¿Y ate he dicho que estoy en el hospital con papá?

—¿No que estabas en el hotel? — inquirí, confundido.

—¡Si, me alojo en el hotel, pero ahora estoy en el hospital para saludar a papá! ¿Por qué no vienes tú también? ¡Quiero verte!

—Yo también, enana. Estoy desayunando en estos momentos. Estaré allá en… 30 minutos, ¿Vale?

—De acuerdo. No puedo esperar para verte. No te he visto en tres meses — ya podía imaginármela haciendo un puchero.

—Has estado sin verme más tiempo que eso, Alice.

—Sí, pero aun así, de cualquier modo se te extraña.

No pude evitar sonreír. ¡Como amaba a esa niña especial con aspecto de duende y corazón tan noble! No sé qué haría sin ella.

—Alice, tu… — trague saliva — ¿Ya viste a… Bella? — pregunté con temor.

—¡Oh, sí! Ya la vi. Como extrañaba abrazarla. Esta… hermosa, aun así. Nada en este mundo hará que sea menos bella de lo que ya es, ni siquiera siendo una ancianita dejaría de ser tan hermosa — aseguro con orgullo. En esos instantes, desee que me tragara la tierra.

Era cierto, nada en este mundo cambiaria la esencia de mi Bella.

—Edward, tú…. ¿Cómo sigues? — preguntó, con algo de miedo y dolor.

—Yo estoy bien, Alice. No te preocupes — mentí.

—No me mientas, te conozco demasiado bien — dio un suspiro largo — Sabes que Bella te ama, ¿Lo sabes, no? Lo que ha pasado no quiere decir que en el fondo, deje de amarte. No tienes porque sentirte….

—Para, Alice. No quiero volver a escucharlo. Sé perfectamente cómo está la situación — le corte, oprimiendo mi tabique nasal con mis dedos.

—Pero Edward. No puedes seguir así, esto te está consumiendo. Ya han pasado meses, Edward. Demasiados, a decir verdad. Tienes que…

—Alice, por favor — supliqué, sintiéndome derrotado.

Ella cayó durante unos segundos, antes de escucharla gemir al otro lado del teléfono. Sabía que esta situación le afectaba tanto a ella como a mí.

—Charlotte me ha llamado — habló, y yo me senté en mi asiento. No le respondí — No te preguntare que fue lo que pasó, porque creo que ya tengo una pequeña idea de eso — continuó, con voz neutra — Me ha dicho que ella estará allí para ti. Dice que esperara para cuando desees hablar con ella y aclarar las cosas, si es que hay algo que aclarar — agrego ella misma.

—Alice…

—No, no me digas nada — me calló, antes de que continuara — No puedo reprocharte nada, porque no tengo derechos, ni razones para hacerlo, cuando sé porque lo hiciste. Me… parece bien lo que hiciste, de alguna manera. Enserio. Creo que es lo que deberías hacer, porque no puedes quedarte estancado como estas. Aunque en lo más profundo me sienta dolida.

—Alice. ¡Maldición! — exclamé, tratando de controlar el llanto — Yo no quería… yo…

—Shhh. Silencio, Edward escúchame. ¡Está bien! Las cosas pasan por una razón, creo que deberías continuar ya con tu…

—Para para. Alice, yo… no… puedo hablar ahorita. Te llamare más tarde, ¿De acuerdo? Nos vemos… en.. la tarde, yo… necesito pensar — colgué antes de que pudiese decir algo más. Cuando abrí los ojos, me percate de que el café y el croasan que yo había pedido ratos atrás estaba sobre la mesa. El café posiblemente ya estaría tibio. Y al alzar la mirada, pude ver a Zoe mirándome preocupada, antes de sentarse a mi lado y colocar su mano sobre mi hombro. No dijo nada. Ella sabía por lo que yo estaba pasando. Yo se lo había dicho.

—Oh, Edward — susurro, y me moleste conmigo mismo por hacer que todos a mi alrededor se sintieran mal con mi estado.

—Está bien, Zoe. No tienes porque soportar mis ataques depresivos — murmure, tomando un poco de café que estaba casi frío.

—Lo sé, pero… Mierda. Sé por lo que estas pasando, porque yo viví algo similar. Me hace sentir desdichada que otras personas tengan que pasar por algo parecido. ¿Por qué no te desahogas? — me sugirió — El jefe no está, así que no hay nadie quien se moleste porque una empleada converse en horas de trabajo con un cliente. Vamos, Edward. Tengo unas horas libres antes de que Tom me venga a buscar.

Le brinde una sonrisa pequeña, sintiéndome agradecido de tener una amiga con quien hablar. Zoe era de aquellas personas poco sociables, pero que apoyaba y servía de consejera a sus amigos. En solo un par de meses había demostrado ser una persona de confianza, y yo le había demostrado ser una persona con quien ella pudiera confiar. Suspire, dispuesto a desahogarme y contarle lo que había pasado con Charlotte, pero mi celular comenzó a sonar de nuevo. Era Alice otra vez. Contesté.

—Alice…

—¡Edward! — gritó, haciendo que me alterara en mi asiento — ¡Tienes que venir! ¡Pero YA!

—¿Qué? ¿Qué pasa, Alice? — pregunté, alarmado. Zoe frunció el ceño.

—¡Es Bella! — casi jadeo, histérica.

—¿Qué paso con Bella? — exclamé, sintiendo la sangre huir de mi rostro.

Oh no, oh no, Dios. ¿Qué paso ahora?

La angustia me estaba matando.

¡Alice! — escuche a Carlisle gritar en la lejanía.

—Debo colgar, Edward — habló con rapidez — Te espero aquí, ¡Apresúrate!

—¡Alice! — la llame, pero ella ya había colgado.

—¿Qué paso con Bella, Edward? — pregunto Zoe a mi lado, preocupada.

—No lo sé. — contesté, jalando mis cabellos — Debo irme. Cuando pueda vendré y te diré que sucede — me levante de mi asiento con brusquedad antes de que ella pudiera contestar y salí pitando del cafetín hasta mi auto. Lo encendí, y arranque apresurado, manejando como alma que lleva el viento.

Mi mente pensaba lo peor.

Oh Dios, Dios. Que no esté muerta… por favor…

Llegué al hospital y estacione en el aparcamiento sin siquiera molestarme en hacerlo bien. Salí del auto azotando la puerta y corrí por los pasillos hasta visualizar a lo lejos, a Alice, Jasper, y Esme en la sala de espera. Alice lloraba junto a Esme, y Jasper las ceñía a ambas en sus brazos de modo protector. Como si fuese médium, Alice alzo la mirada en el momento que cruce al pasillo para verlos, y se levanto con rapidez antes de saltar a mis brazos, que ya la esperaban abiertos.

—¡Oh, Edward! ¡Es Bella!, ella… se movió y…

Me quede literalmente, en un estado de Shock. No lograba digerir las palabras. ¿Ella de verdad me estaba diciendo que Bella…?

—¡Edward! — me zarandeo Esme, que sin darme cuenta, estaba a mi lado. Parpadee, antes de observar su rostro cubierto en lágrimas.

—¿Dónde está Carlisle? — pregunté en un murmullo.

—Está adentro con Bella — me contestó Jasper, ya que Esme y Alice no estaban en condicionas adecuadas para hablar demasiado tiempo sin sollozar o alterarse.

—¡Edward! — escuche a Carlisle, saliendo de la habitación junto a dos enfermeras. Su rostro era el de un hombre preocupado y atento — Es Bella. Ella… ha despertado.

En ese instante yo me desconecte de la tierra. Y la parte interna de mi luchaba por salir de mi estado de Shock. Bella… ella… había despertado. Ella… ¡Ella despertaría de nuevo!

—Edward, hijo — me llamaba Carlisle, oprimiendo mi hombro con fuerza.

—¡Tengo que verla! — grité, reaccionando.

—Está bien… Edward. Pero primero debes calmarte. Si entras así en tu estado, lo que harás será alterarla. Ella aun no ha abierto los ojos, pero no me extrañaría que ya esté escuchando desde hace rato — me explico, entregándome una bata — Toma. No puedes entrar de civil así. Necesito que me ayudes con esto.

Me coloque la bata con rapidez y entre a la habitación junto con Carlisle. Allí estaba Bella, tan bella como siempre. Sus ojos cerrados, su cabello caoba largo y espeso cayendo por sobre sus hombros, llegando hasta su cintura. Su respiración era suave y tranquila, y pude observar como, de repente, hizo una tenue mueca en el rostro.

—Oh, Carlisle. Es en serio… ella… ella, se está despertando — susurre, sin poder creérmelo aun.

—Edward — susurro él, mirándome con extrema seriedad — Sabes lo que significa despertar de un coma, ¿Verdad? — cuestionó — Sabes que hay probabilidades de secuelas, traumas cerebrales, agresividad, dificultades en las funciones….

—Lo sé, Carlisle. Soy doctor — contesté con enojo inevitablemente, interrumpiéndolo. Me sentí mal de inmediato. Lo que menos deseaba era responderle a mi padre groseramente. Pero esto me tenia de los nervios.

—Ya lo sé. Solo te lo digo para…. Para que recuerdes cuales son las consecuencias que conllevan a estos casos, Edward. Para que estés preparado — sus ojos me miraban suplicantes a que lo comprendiera.

Por supuesto que sabía las consecuencias. Pero eso no evitaría que me sintiera feliz y dichoso de poder volver a ver sus ojos, a ver de nuevo sus pucheros, sus sonrojos… a escuchar su voz… su risa, sus reclamos cuando se enojaba.

Me arrodille frente a ella y tome una de sus manos entre las mías. Estaba fría.

—Bella, ¿Puedes oírme? Aprieta mi mano si es así, cariño — susurré con voz suave, evitando proferir sonidos fuertes que pudieran aturdirla. Seguí llamándola, en espera de que recuperara la consciencia por completo.

Segundos despues, en los que yo permanecía de rodillas y con mi cabeza apoyada en su pierna… Ella abrió los ojos.

¿Cuántas veces no había soñado con verla de nuevo abrir sus ojos? ¿Cuántas horas no había rezado yo, para que despertara de ese sueño profundo y oscuro? Dios, si estas allá arriba y me estas escuchando. Te doy mil gracias por esto.

Bella parpadeo al principio, incomoda. Cuando logro finalmente ajustar la vista a su campo de visión estudió la habitación con rapidez. Entonces yo me incorporé, alzando mi rostro y dando un ligero apretón a su mano. Ella recorrió la mirada hasta que sus ojos encontraron los míos. Casi jadeé de la felicidad.

—Bienvenida, cielo — susurré, y ella me miraba ceñuda. Parpadeo un par de veces antes de controlar sus parpados, y relajo su expresión. Luego su mirada paso de mis ojos a mi mano, que yacía sobre la suya, hasta regresar nuevamente a mis ojos.

—Hija, ¿Cómo te sientes? — agrego Carlisle, que se encontraba a su costado izquierdo con su libreta de apuntes. Era más que evidente que yo estaba demasiado distraído y emocionado como para colaborar con los diagnósticos que Carlisle ahora tendría que tomar del comportamiento de Bella en su despertar. Ella giró el rostro al escuchar la voz de Carlisle, y lo observo durante varios segundos antes de hacer una mueca.

—Yo… mareada… creo… ah, me duele la cabeza — respondió en un murmullo, con voz ronca.

¡Oh, pero que hermoso y reconfortante resultaba escuchar su voz de nuevo! ¡Era como si mi alma regresara a mi cuerpo!

No pude evitar sonreír con alegría.

Ella de repente amplio sus ojos, como si se hubiese enterado de algo, e intento incorporarse, pero le entro debilidad y no logro moverse más que unos cuantos centímetros antes de caer recostada de nuevo.

—Está bien, cariño. Trata de no hacer un gran esfuerzo por el momento. Siéntete lo más relajada posible — sugerí, acariciando el dorso de su mano. Ella desvió la mirada hasta mi posición de nuevo y clavo sus ojos sobre los míos, para después estudiar mi rostro con atención.

—De acuerdo — acordó, respirando profundamente.

—Dr. Cullen, se le solicita en la habitación 23 — una enfermera entro cuidadosamente a la habitación, de un modo que ni siquiera yo me entere de su llegada. Carlisle asintió y me observo

—Encárgate por ahora, Edward. Vuelvo en unos instantes — dicho esto, abandono la habitación junto con la enfermera.

—¿Edward? — dijo Bella, casi con inseguridad, haciendo que toda mi atención se centrara completamente en ella.

—¿Dime, cielo? ¿Te duele algo? — pregunté, examinando sus expresiones. En eso si ya me había vuelto un experto.

Ella me observo insegura, con el ceño fruncido y mordiendo su labio inferior.

—No, no. Yo estoy bien… podrías explicarme, ¿Qué paso?

Dude por unos instantes en responderle o no su cuestión. Al final termine por decirle brevemente.

—Bella. Has permanecido en coma por un tiempo tras un accidente, pero ya has despertado.

Ella aun me observaba insegura y desconfiada, ¿Por qué me miraba de esa forma? Bueno, posiblemente se sentía desorientada. No era fácil despertar de un coma.

Bella — repitió mas para sí misma —Hum... ¿Podrías…? eh.

—¿Qué cosa?

—Podrías explicarme, ¿Quién eres tú?

Y en ese momento sentí como mi mundo se derrumbaba.


En estos momentos no estoy disponible, por favor, deje su amenaza de muerte despues del tono. Piiiiiii

Si van a llamar a los Vulturi, por lo menos diganle a Alec que me sede antes de que me corte la cabeza! ¿Plis? xD

Nos leemos pronto!

Capítulo 23: No Me Olvides Capítulo 25: Nada Que Perdonar

 
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