Gracias a las Estrellas.

Autor: 012Victoria210
Género: General
Fecha Creación: 19/01/2010
Fecha Actualización: 27/09/2013
Finalizado: NO
Votos: 58
Comentarios: 180
Visitas: 224741
Capítulos: 36

TERMINADO

Tras un accidente, Bella se ve en la necesidad de acudir a la familia de Carlisle. Los Cullen, quienes seran en adelante su nueva familia. Alli se enamora, y aprende el significado de la frase "Sigue Adelante"  

Las cosas no siemore son como uno las planea. El destino es el que baraja las cartas, y nosotros somos los que jugamos. La vida podrá tener sus momentos alegres y cálidos, pero tambien dias tristes y no deseados.

"Yo jamás podre saber lo que el destino me deparará, pero hay algo de lo que estoy completamente confiada: El amor, todo lo puede"

Bella Swan

"Fruta Prohibida", en LunaNuevaMeyer

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Capítulo 25: Nada Que Perdonar

Bella POV.

Oscuridad. Esa era la definición que tenia de aquellas penumbras que me absorbían. Sencillamente, oscuridad. ¿Estaba muerta? No. De ser así, ¿Por qué aun puedo tener consciencia? ¿No se supone que no debería haber nada más, aparte del descanso eterno? ¿Qué era esto? ¿Por qué todo estaba tan oscuro? ¿Por qué aun no podía descifrar lo que me sucedía? Oscuridad. Solo oscuridad. ¿Dónde estaba?

Algo se removió a mi lado. Y de repente, podía sentir algo tomarme de la mano. Era de contextura suave, pequeña y.. Cálida… que me aferraba. Yo no podía mover la mano, ¿Por qué no podía moverme? Tenía que moverme, intentar alguna cosa. ¡No podía moverme! ¡¿Por qué no podía moverme? Me desespere, y de pronto me sentí mucho más confusa. ¿Qué era esta sensación? ¿Por qué no podía moverme tan flexiblemente? ¿Por qué me sentía tan cansada? ¿Dónde estaba?

Escuchaba algo. Una… voz… que conversaba, o .. hablaba. No podía distinguir con claridad lo que decía con exactitud, porque me encontraba demasiado aturdida para poder descifrarlo. Pero aparentaba ser algo suave, y.. dulce… un sonido que se desvanecía por varios instantes, y luego volvía a escucharse. ¿Era eso una voz? Creo que si era una voz. Tenía que serlo, ¿Qué más si no? El sonido suave y apacible empezaba a tornarse más fuerte, y pude reconocer que se trataba de… ¿Una mujer? Si.. una mujer era la que me estaba hablando.. ¿A mí? Tendría que ser. ¿Sería la portadora de esa voz soprano, la que me aferraba suavemente de la mano?

Me concentre en mi mano derecha, o al menos, creo que era la derecha; la mano en la que sentía aquella pequeña y poco perceptible presión. Utilice toda mi energía, y de pronto me sentí agotada. A pesar de eso, insistí en conseguir mi objetivo, hasta que de pronto, logré realizar un movimiento. Aunque, no estaba completamente segura de que mi acción fuera acertada, pero estaba un poco convencida de que si había logrado mover la mano. De pronto, escuche un grito que produjo una fuerte puntada en mi cabeza.

—¡Carlisle! — gritó la mujer que yacía a mi lado, que de repente, dejo de hacer presión sobre mi mano derecha. ¿Carlisle había dicho? ¿Qué era Carlisle? ¿Era eso un… nombre?

Al pasar de unos segundos escuche el sonido de un objeto chocar contra algo solido. Algo así como un ¡WASP! Y a pesar de tener los ojos cerrados, podía sentir que la luz que caía sobre mis parpados cerrados fue cambiando de tonalidades.. Como si, algo se estuviera interponiendo entre esa luz y mi cuerpo. De pronto sentí que varias manos, – o al menos, creo que eran manos – me tocaban por varias zonas de mi cuerpo, mis muñecas, cuello, pecho, abrían mis parpados y de pronto la luz segadora me afecto. Me queje, y creo que logre proferir un gemido. De repente, todo el alboroto y movimiento que me estaba comenzando a obstinar se detuvo, ¿Se habrían ido ya?

Escuche una suave, apacible y acaramelada voz decir:

—Ha vuelto.

Durante los próximos minutos pude percibir aun que el movimiento no cesaba, ya que podía escuchar el sonido de varias pisadas, y lo que parecían… ¿Puertas, era eso? Al cerrarse o abrirse. El sonido de voces, femeninas y masculinas. Intente por todos los medios recuperar el control sobre mis extremidades, y seguí forzando mi capacidad para conseguirlo. De pronto, pude mover los dedos de mis pies, y me sentí inmensamente realizada. Era un buen comienzo. Continúe con mis brazos, que parecían estar más entumecidos que el resto de mi cuerpo. Todo esto lo hice en tan solo un minuto.

Algo me tomo el parpado y lo elevo, quedando mi ojo expuesto ante la cegadora luz, y un… rostro. ¿Era eso un rostro? Era algo… brillante y… blanco… era, ¿Un hombre? Un hombre mayor, al parecer. Sentí que algo me tomaba de la muñeca, supuse yo, se trataba de aquel hombre desconocido para mí. ¿Quién era ese hombre?

Seguí esforzándome en mover las partes de mi cuerpo, ya que me encontraba demasiado desesperada y confundida para no hacer otra cosa más que intentar moverme, y me di cuenta de que estaba teniendo avances con mi tarea. Había logrado mover de lugar mi brazo izquierdo por centímetros, y levantar mi pierna derecha solo un poco. No le preste suficiente atención al tiempo, porque toda mi concentración estaba enfocada en recuperar mis capacidades. Una vez que me sentí segura de haber terminado con mis piernas y brazos, y que después continuaría con eso, me dispuse a abrir los ojos. Lo intente, y cuando logre hacerlo, la luz entro por los orificios y dio de lleno a mi pupila. Me dolió horrores, e hice una mueca.

—Oh, Carlisle. Es en serio… ella… ella, se está despertando — escuche una suave y aterciopelada voz decir cercano a mi posición. Se… ¿Refería a mi? ¿De quién era esa voz?

—Edward — otra voz dijo, la cual me pareció haberla escuchado antes — Sabes lo que significa despertar de un coma, ¿Verdad? Sabes que hay probabilidades de secuelas, traumas cerebrales, agresividad, dificultades en las funciones….

El otro tipo lo interrumpió.

—Lo sé, Carlisle. Soy doctor — ¿Doctor? Y aparentemente se llamaba Edward….

¿Pero de qué demonios estaban hablando? ¿Un coma? ¿Agresividad? ¿Qué es eso? ¿Quiénes son esas personas? Mierda, aun me dolían los ojos.

—Ya lo sé. Solo te lo digo para…. Para que recuerdes cuales son las consecuencias que conllevan a estos casos, Edward. Para que estés preparado — ¿Preparado para qué? ¿De qué hablan? ¿Se refieren a mí? ¿Y en que pinto yo todo esto?

Sentí algo tomarme nuevamente de la mano. Esta vez, no era algo tan pequeño como la vez anterior. Esta mano era más… grande, y cubría la mía.

—Bella, ¿Puedes oírme? Aprieta mi mano si es así, cariño — susurro de nuevo esa hermosa voz. ¿Me decía eso a mí? ¿Quién carajos es Bella?

Decidí esforzarme nuevamente. La angustia me estaba matando. Necesitaba salir de aquí, ¿Qué era esto? ¿Qué estaba sucediendo, y porque me sentía tan perdida y desorientada? Así que, tras un poco de concentración, logré abrir los ojos. La luz me cegó, y parpadee repetidas veces para adaptarme, sin necesidad de tener que cerrarlos de nuevo ya que si los cerraba, tendría que comenzar desde el principio.

Cuando me adapte casi por completo a la luz, observe el lugar en el que me encontraba. Todo era, blanco, de un color cremoso… casi amarillento. El techo tenía varias lámparas, las cuales no me detuve en examinar porque la luz estaba molestando mis ojos. Me dolía la cabeza intensamente. Pude visualizar la puerta que quedaba al frente de mí, unos pasos lejos de donde yo me encontraba recostada. Yo estaba sobre una… ¿Cama? ¿O una camilla? Por cierto, ¿Dónde estaba yo? ¿Qué es este lugar? ¿Por qué yo estoy recostada en una camilla en este lugar tan… vacio? ¿Por qué no podía moverme bien antes? ¿Qué me pasa?

Sentí un apretón en mi mano y ladee suavemente mi rostro para ver lo que ocasiono aquella presión. Me tope con un hombre, no muy mayor. Su cabello era de un castaño extraño y sus ojos eran verdes, como… esmeralda. Se encontraba al lado de mi cama sobre el suelo, y me tomaba de la mano con ambas de sus manos. Trate de permanecer todo el tiempo que pudiera observándolo, con ojos entrecerrados, en busca de algún signo de reconocimiento por mi parte. En su rostro se dibujo una sonrisa, ¿Por qué sonreía?

—Bienvenida, cielo — ¿Por qué me da la bienvenida? ¿Cielo? ¿Habla conmigo? ¿Quién era este hombre? ¿Por qué me decía cielo? Que… ¿De dónde lo conocía? ¿Qué…? Él aun me sostenía de la mano. ¿Por qué lo hacía?

Mi cabeza era un lío, y para colmo, me dolía montones. No podía concentrarme lo suficiente. ¡¿Qué rayos estaba pasando?

—Hija, ¿Cómo te sientes? — escuché decir a la voz que había conversado con este extraño. Lo mire, el tipo era alto, pálido, con un cabello rubio y ojos neutros. Me miraba con atención, mientras sostenía una libreta. ¿Quién era este hombre? ¿Por qué me llamó hija?

Me aclare la garganta para poder responderle. De alguna u otra forma, debía mantener la calma–aunque no tenía problemas, porque me hallaba demasiado débil para hacer un brusco movimiento–. No sabía qué demonios estaba pasando, pero no podía alterarme. Sea quienes sean esas personas, no me han hecho nada hasta ahora.

—Yo… mareada… creo… ah, me duele la cabeza — resumí, oyendo mi voz por primera vez. ¿Por primera vez? ¿Por qué tendría que oírla por primera vez? No reconocía mi propia voz. ¿Por qué no? Si tantas veces yo había hablado con… con…

¿Con quién? ¿Con quien había hablado yo?

En mi cabeza sentí una punzada. Y de pronto me mas mareada de lo que estaba hace ratos. Me concentre en analizar la situación, antes de volverme loca y empezar a gritar a los cuatro vientos.

¿Cuándo fue la última vez que hable con alguien? No lo recordaba. Pero si yo… ¿Me había dicho Bella anteriormente, no? ¿Ah? Pero si yo….

Me quede helada en mi posición, sintiendo como el pánico comenzaba apoderarse de mí. ¿Cuál era mi nombre?

En ese momento comencé a alterarme, y sentí como el miedo me invadía. No recordaba mi propio nombre, ¿Cómo me llamo? ¿Quién era yo? ¿Quiénes… eran mis padres? ¿Dónde está mi familia? ¿Quiénes son mi familia?

¡Oh Dios mío! En ese momento caí en la cuenta de que no recordaba nada. No sabía quién era, ni de dónde provenía, ni que hacia aquí ni quiénes eran estas personas. Ni siquiera recordaba cómo era yo. Y empecé a sentirme aterrorizada. ¡Necesitaba moverme, buscar respuestas! ¡¿Qué demonios hacia aquí? ¿Qué ha pasado? ¿Por qué no puedo recordar nada?

Trate de incorporarme con rapidez, pero el movimiento provoco un mareo y me gano la debilidad, así que me deje caer nuevamente a la superficie blanda. Cerré los ojos unos instantes para recuperarme del mareo.

—Está bien, cariño. Trata de no hacer un gran esfuerzo por el momento. Siéntete lo más relajada posible — me recomendó el hombre de nombre Edward, según había escuchado, mientras acariciaba mi mano con dulzura. ¿Qué era yo para este hombre? ¿Quién era él? Mierda, ¿Por qué no puedo recordar nada? ¿Qué me ha pasado? ¿Habrá sido lo que ellos hablaron hace unos instantes? ¿Yo había sufrido un… coma?

Un coma… un coma es…. es…. un, ¿Punto muerto? Creo que es eso.

—De acuerdo — respondí, respirando para tratar de tranquilizarme. No podía perder mi cordura, tenía que mantenerme serena, no podía alterarme frente a estos dos desconocidos quienes aparentemente me conocían. ¿Y que si eran peligrosos, o me harían daño?

—Dr. Cullen, se le solicita en la habitación 23 — una mujer joven, de unos 30 años al parecer entro a la habitación, dirigiéndose al hombre rubio que estaba a mi lado. Se llamaba Carlisle, había dicho el tal Edward. ¡Oh, el hombre era un Doctor! De ser así, entonces yo debería hallarme en…

Me concentre en lo posible para recordar el lugar donde podría encontrarme. Aun no lograba despejar mi cabeza ni aclarar mis dudas. Esto tendría que ser… un, ¿Hospital? ¡Eso! Un hospital.

Carlisle Cullen, Dr. Carlisle Cullen. Carlisle Cullen, Carlisle Cullen, ese nombre… ¿De dónde me suena? Creo... que… lo había oído antes.

—Encárgate por ahora, Edward. Vuelvo en unos instantes — dijo Carlisle abandonando la habitación junto con la mujer, que pude notar era una enfermera por su uniforme blanco.

Edward me observaba atento, como si estuviese esperando alguna reacción de mi parte que lo interesara de veras. ¿Qué podía decirle? ¿Qué demonios quería de mí?

Decidí preguntarle lo más importante.

—¿Edward? — pregunté con inseguridad, casi en un murmullo, asegurándome de que de verdad fuese ese su nombre, aunque ya lo hubiese escuchado antes por boca del doctor. Resulto ser acertado cuando él me observo directo a los ojos y se centro en mí. Hasta esos momentos, no había prestado atención de lo enormemente guapo que era. Pero eso no disminuyo el hecho de que estaba realmente aterrada por estar aquí, sin memoria ni ubicación, junto a unas personas con quienes no podía confiar aun. Me era inevitable sentirme desconfiada.

Estaba completamente segura que de no sentirme tan cansada y agotada, ya hace rato que me habría levantado y hubiera comenzado a hacer un alboroto.

—¿Dime, cielo? ¿Te duele algo? — contestó el de inmediato. Aun no lograba entender por qué demonios se portaba tan cariñoso conmigo, ¿Seria mi hermano? ¿Algún amigo? ¿Mi… pareja, o algo por el estilo?

—No, no. Yo estoy bien… podrías explicarme, ¿Qué paso? — cuestioné, preguntándome internamente si de verdad yo era la persona que había caído en un estado de coma. Él me observo inseguro, como si no estuviese completamente confiado de explicarme los sucesos. Pero termino por explicarme en resumen.

—Bella. Has permanecido en coma por un tiempo tras un accidente, pero ya has despertado — fue lo único que me dijo. Me sentí algo irritada, ¿No podía adentrarse en los detalles? ¿Acaso es tan complicado explicarme porque rayos no puedo recordar nada? Al menos había obtenido nueva información: Mi nombre. Así que me llamo Bella.

Bella — me dije para memorizarlo, sintiéndome satisfecha con el nombre, que sonaba agradable —Hum... ¿Podrías…? eh…. — dude en decírselo. No sabía quién era este extraño de nombre Edward, pero si sabía que él me conocía y que había estado esperando por mi regreso. A pesar de estar confundida, desorientada, estresada, irritada, desconfiada, con un terrible dolor de cabeza y un malestar general; debía ser los más sensible posible con este hombre si quería obtener respuestas.

—¿Qué cosa? — dijo él, dispuesto a ofrecerme lo que sea que pensara que pediría.

—Podrías explicarme, ¿Quién eres tú? — solté, dejando a mi compañero noqueado en su posición. Sus ojos se desorbitaron y palideció. Su agarre en mi mano disminuyó y casi se cae de lado cuando perdió el equilibrio de repente. Le mire asustada, temerosa de que perdiera la consciencia. Edward se quedo en ese mismo estado inerte por varios segundos, segundos en los que yo medite gritar para pedir ayuda.

—Tú…. — susurró él, sin voz. Parpadeo un par de veces antes de recomponerse por un poco y observarme fijamente. Aun estaba pálido como la seda — ¿No… me… recuerdas? — logró decir con gran esfuerzo, y lo vi tragar en seco mientras me miraba, esperando a que confirmara lo dicho.

—Yo… No — respondí, y sus ojos parecieron desenfocarse — No recuerdo nada. Lo siento.

Edward me miraba sin realmente mirarme. Y casi podría jurar que comenzaban a formarse lágrimas en sus ojos.

Antes de que pudiera pronunciar palabra, Carlisle Cullen se adentro a la habitación, y se quedo contemplando la escena por pocos segundos. Antes de decir:

—Edward, sal. Yo me encargo por ahora. En unos momentos iré contigo — dijo con voz firme y serena. Edward no respondió de inmediato, y, luego de permanecer en un estado fuera de sí, se levanto mecánicamente, casi sin gracia, y salió de la habitación arrastrando los pies; no sin antes dirigirme una mirada que expresaba solo una cosa: dolor.

—Doctor — hable, aun con pocas fuerzas — ¿Podría explicarme que está sucediendo? — prácticamente exigí, con lagrimas en los ojos. Me sentía tan impotente, afligida, y confundida… que ya no estaba segura de poder mantener mi posición serena hasta ahora. De un momento a otro, ya estaba sollozando sin remedio.

—Todo será aclarado, cariño. Primero necesitas descansar y recomponerte — habló, con voz cariñosa.

Sacó una aguja de su bolsillo, una inyectadora con una especie de suero, y creo que vi por donde iban sus intenciones….

¡No, espere! Intente decir.

Y vi por última vez su rostro fruncido y preocupado antes de adentrarme nuevamente en la inconsciencia.

.

Edward POV.

—¡Edward! — Alice gritó, levantándose de su asiento de la sala de espera, donde yacía sentada junto a Jasper y Esme, quien se había levantado detrás de ella al verme salir. Jasper imito también el movimiento. Y de pronto, los tres estaban frente a mí —¿Qué ah pasado? ¿Estás bien? — inquirió, tocando mi rostro y acariciándolo.

Yo no podía pronunciar palabra, porque prácticamente sentía que no estaba dentro de mi cuerpo. Yo no estaba aquí, en el hospital, junto a mi familia y mi esposa recién despertada. Yo me encontraba en el mismísimo infierno.

¿Quién eres tú? Había dicho ella, con aquella mirada suya tan insegura y poco confiada, llena de temor. ¿Así que así seria? ¿Ella lo olvidaría todo? ¿Ella no me recordaría?

De repente, sin poder soportarlo más explote en llanto. El dolor me consumía desde el centro de mi pecho, esparciéndose por mis pulmones y mi rostro, mis brazos, y mis piernas, haciendo que éstas comenzaran a flaquear. Jasper logro sostenerme antes de que me fuera hacia el suelo, con ayuda de Alice y Esme, quien sollozaba de angustia al verme derrumbado frente a ella. Entre los tres lograron llevarme hasta uno de los asientos y allí me depositaron, ignorando al igual que yo, la mirada curiosa de varias personas que pasaban o se compadecían de lo que sea que creyesen que pasaba. En estos momentos me valía una mierda lo que pensase cualquiera.

—¡Edward! ¿Qué ha pasado? — insistía Esme, llorando como anima en pena, mientras retiraba los mechones de cabellos de mi frente. Yo volví a sollozar, al tiempo que enterraba mi cabeza en su hombro y ella me abrazaba y consolaba de regreso, tratando en lo posible de calmar mi llanto.

¿Qué podría calmarme ahora? ¿Es que acaso no podría terminar? Bella estuvo en coma durante un año entero. Tiempo infinito, doloroso, que me arrebato el alma del cuerpo. Luego…. Lo que paso a continuación era tan doloroso y horrible como la anterior, pero me había esforzado durante los últimos meses en no pensar en ello, porque sencillamente, solo servía para alimentar el dolor que lleno primero directo al pecho. Y ahora, para terminar de acabar con mi cordura, ella no me recordaba. No sabía que estábamos casados, ni que nos amábamos, que yo la amaba, que ella me amaba… ¿Ya no recordaría jamás, todo lo que vivimos en estos hermosos ocho años? ¿Sería un empezar desde cero? ¿Era esto acaso una especie de castigo por haberla engañado el día de ayer?

Desee durante esos instantes tener una daga y clavármela directamente en la garganta.

—Ella… — logre decir, con voz ronca y temblorosa — Ella padece de amnesia. No recuerda nada.

Alice jadeo, cubriendo su boca con ambas manos, mientras sus ojos se desorbitaban. Esme sollozo con fuerza, cubriendo su rostro. Jasper se acerco hasta ambas y las abrazo, en su rostro se formaba una mueca de dolor.

—La he sedado de nuevo, necesita descansar — escuche a Carlisle — Edward — me llamó, acercándose a nosotros. Esme se alejo de Alice y de Jasper y salto hasta su encuentro, abrazándolo.

—¿Es eso cierto, Carlisle? — habló, llorando de una forma que me destrozo el corazón — ¿Ella no recuerda nada?

Carlisle me observo, preguntándose posiblemente que habría pasado en la habitación mientras él estuvo ausente. Luego se dirigió a Esme, acariciando su mejilla.

—Puede que no. Pero aun no estoy seguro de la gravedad de los daños. Podría tratarse de una amnesia temporal, que sería lo más apropiado, y menos riesgoso o complicado. Pero también podría tratarse de una amnesia retrógrada, o una amnesia permanente — resumió, acariciando su cabello. Esme volvió a llorar, escondiendo su rostro en el pecho de Carlisle. Alice se encontraba en una situación similar, llorando en el hombro de Jasper descontroladamente.

Trato de tranquilizarse y alzo la mirada.

—Pero… podrá recuperarse, ¿Cierto? Debe de haber tratamiento para la amnesia, ¿No?

—No lo sé, Alice — contestó, con voz derrotada — Eso es algo que debo comprobar primero. Tenemos que ver cómo serán sus progresos, y volveré a revisar sus placas craneales, para poder tener un pequeño incentivo de la gravedad del asunto, y las zonas afectadas — se volvió hacia mi — Edward, ven conmigo. Hay algo que deberíamos discutir.

Asentí con el cabeza, demasiado consternado como para poder decir cualquier cosa. Lo seguí hasta su despacho, arrastrando las piernas como un zombi, tratando de controlar las lágrimas que bajaban por mis mejillas. Al llegar a su despacho me deje caer en la primera silla al frente de su escritorio, mientras él iba en busca de las tomografías que le habíamos tomado a Bella cuando la internamos al hospital luego de que cayera de aquella gran altura.

—Bueno — Carlisle regreso, trayendo consigo las tomografías — Edward, creo que deberías calmarte. Tú sabes tan bien como yo como varían los resultados luego del coma en el que cayó. No debemos sacar conclusiones precipitadas.

—Lo sé, Carlisle, pero… — me costó mucho pronunciar esas palabras, me dolía la garganta como si me la estuviesen oprimiendo — ¿Y que si no recupera sus recuerdos, ah? ¡No me recuerda, Carlisle! ¡Me ha olvidado, maldición! ¿Cómo crees que debería estar? ¿Y que si existe alguna secuela, o ocurren desviaciones o problemas en la neurotransmisión, el cuerpo calloso? ¿Y que si ocurre una hemorragia cerebral? — no podía pensar en la idea sin sentir pánico. Podrían suceder tantas cosas…

Carlisle me observaba mudo, atento y serio. Bajo esa capa de profesionalismo yo podía detectar con claridad que él estaba tan afectado con esto como todos nosotros. Pero por ahora, el sería el único que mantendría algo de su cordura. Porque yo ya la había perdido hacia un año.

—Vamos a analizar esto con calma, Edward. Bella no tuvo ninguna contusión fuerte en las cortezas cerebrales primordiales, y, según pude analizar el corto tiempo que estuve con ella en la habitación; Aun mantiene las capacidades de raciocinio, el habla, el oído, y el control de sus emociones. Eso es una buena noticia, enorme, en realidad. Un caso peor sería que hubiera sufrido un daño permanente e irreversible en la corteza prefrontal, que la hubiera dejado con la pérdida de la capacidad de concentración, y la resolución de problemas básicos. En fin, la hubiera dejando algo "tonta" Aunque, como ya he dicho, no estoy seguro, porque aun no se qué tan reacia está, ya que estuve con ella por poco tiempo. Pero me encargare de asegurarme si esta psicológicamente — me sentí extraño. Pareciera que Carlisle estuviera rememorándome una clase del sistema nervioso para segundo año, aunque se lo agradecí enormemente, porque ahora necesitaba una guía para mantenerme firme en esto. Tomo las placas de Bella, y se dedico a observarlas con atención. Me situé a su lado, visualizándolas también. La neurología no era mi campo, pero tenía los conocimientos básicos que podría ayudarme a comprender la situación por la que padecía mí esposa.

—A ver. Tras la caída del precipicio, Bella tuvo alrededor de dos fracturas severas en el cráneo, que afectaron también al cerebro — señalo una de las zonas craneal — Aquí, en el lóbulo frontal. Y el lóbulo temporal — señalo otra zona, donde podía presenciar el pequeño daño en la fractura — Gracias al cielo, no padeció ningún tipo de daño cerca ni dentro del Hipocampo, porque al ser dañado, podría incluso impedir el memorizar — un estremecimiento recorrió por mi cuerpo. Lo que menos deseaba era tener que vivir en persona la vida de Adam Samdler en aquella película Como si fuera la primera vez.

—Y la contusión del lóbulo frontal fue cerca del hemisferio derecho. Al igual que el lóbulo temporal — señale.

—Exacto. En resumen, Bella tiene problemas relacionados con la conservación de su memoria antes del accidente — explicó — Si tenemos suerte, pasara a ser nada más que una amnesia traumática temporal, que podría llevarle horas, días, e incluso meses. Un año, tal vez. Eso depende de la resistencia de cada persona y el ambiente en el que se desenvuelva.

—Pero para poder hacer esto, su mejoría, necesitaremos de mucha ayuda. Terapia, por ejemplo. También necesitaremos estar para ella e irle recordando anécdotas del pasado mediante fotos y apuntes. Y evitar el uso de medicamentos. Llevarla a lugares donde solía frecuentar y hacerle escuchar música que adoraba.

—Correcto — asintió Carlisle, antes de cambiar su expresión medio esperanzadora a asustada de nuevo — pero eh ahí el caso. Esta es una hipótesis, la más probable. Pero también podría tener una amnesia absoluta de todo lo relacionado con su pasado. O, sencillamente, tener lagunas. Tal vez recuerde lo esencial, pero siempre habrán lagunas.

Eso era cierto. Pero yo no perdería ahora la esperanza. Lo único que me importaba es que ella estuviese bien, que no sufriera ningún daño más después de esto. Y lo más importante, que me recordara a mí, y lo mucho que me amaba. ¿Qué sería de mi vida, si ella llegase desenamorarse de mí? ¿Siendo ella, toda mi vida?

….

—¡Edward! — gritó Alice, al salir del consultorio de Carlisle, tras una hora más de conversación acerca de Bella — ¿Qué ha pasado? ¿Qué te ha dicho papá? ¿Estás bien? ¿Qué te ha dicho Bella? ¿Se recuperará ella? ¿Cuánto…?

—Alice, para. Te responderé una por una — susurré, despeinando sus cabellos.

—¡Oh, Edward! Pero mira como tienes los ojos, están rojos e hinchados — comentó, acariciando la parte de debajo de mis ojos.

—Nada grave — me encogí de hombros, tratando de restarle importancia al hecho de que no había parado de llorar desde que Bella había despertado. Entre esas lágrimas había alegría, esperanza, dolor, confusión… Un remolino de emociones — ¿Dónde está mamá?

—Jasper la ha llevado a la casa para que se relajara, ha estado muy alterada últimamente.

—Me parece bien. No deseo exponerla a continuos estados de estrés.

—¿Bella mejorara? — preguntó Alice de una.

—Puede que sí, hermanita. Aun yo estoy angustiado por eso, pero posiblemente ah sufrido de alguna clase de Amnesia. Carlisle dice que lo más posible es que se trate de una amnesia traumática, que es lo que pasa en el mayor de los casos — me percate de que ella me observaba ansiosa, con una ceja alzada, sin entender la ultima parte —, o sea, una amnesia que es ocasionada por fuertes contusiones en el cráneo.

—Oh — suspiro — ¿Recobrara la memoria?

—Eso es lo que creemos Carlisle y yo.

—¿En cuánto tiempo?

—Ese es el problema. Es imposible adivinar cuanto tiempo le lleve recomponerse de esto. O si lograra recomponerse del todo. Yo… Alice, tengo miedo. ¿Y que si no me recuerda? — agregué, volviendo a sentirme impotente y frágil. Ella envolvió sus bracitos alrededor de mi cintura, mientras esparcía besitos por mi frente…

Tal y como lo hacía mama antes de morir.

—¡Oh, Edward! Ya verás cómo se resolverá todo. Tranquilo. Recuerdas que yo poseo un séptimo sentido, a parte del típico sexto sentido del resto de las mujeres, ¿No? — no pude evitar esbozar una pequeñísima sonrisa — y ese séptimo sentido me dice que Bella se repondrá. Te lo he dicho, jamás, apuestes contra mí.

—Y jamás lo he hecho, Alice — susurré, besando la cima de su cabeza.

Ambos nos sentamos en la sala de espera, a la espera de que Bella despertara. No pudimos volver a ver a Carlisle. Posiblemente estaría analizando los estudios de Bella y consultándolo con otros doctores.

—Me da rabia el no haberme especializado en neurología, o de saber algo de neurocirugía. De ser así, Carlisle me habría dejado ayudarle con el caso de Bella — gruñí, sin poder evitarlo. ¡Maldito sea Emmett! Debí hacerle caso cuando me dijo: ¡Dale con eso, Eddie! En caso de que Bella llegase a golpearse la cabeza con algún acto de torpedad.

Qué ironía más grande y desgraciada.

—¿Y qué exactamente en lo que tú te especializas, Edward?

—Yo me voy por la Cirugía General y la Cardiología.

—¡Oh! Entonces no estás nada cerca de lo que se especializa Carlisle.

—Exacto. El es algo así como un... medico general. Pero su especialización es la neurología, y todo lo que tenga que ver con eso.

Nos quedamos en silencio, absortos en nuestros propios pensamientos. Hasta que el sonido de mi teléfono interrumpió nuestra paz exterior. Era Charlotte.

Hice una mueca, mientras observaba el aparato en mi mano. Olvidándome por completo, de que Alice estaba a mi lado y que había inclinado la cabeza con curiosidad, para examinar lo que había provocado esa reacción por mi parte.

—¿No piensas contestarle? — preguntó, mirándome de reojo.

—No — hundí el botón de apagado y volví a meter el celular en mi bolsillo. Escondí mi rostro entre mis manos, tratando de respirar pausadamente. Pareciese que el mundo se me fuera encima, de nuevo. Tantas cosas terminarían de explotarme la cabeza. Y para colmo, a parte del estrés ocasionado por toda esta situación… Mi cabeza estaba que explotaba por la borrachera de ayer.

—¿Deseas hablar de ello? — inquirió, posando su mano sobre mi hombro — Se que no soy Jasper, y él es el más indicado en aconsejarte en estas clases de cosas pero… soy tu hermana, y estoy aquí, dispuesta a ayudarte.

¡Como la quería! Alice era de esas hermanas tuyas que jamás desaparecerían de tu corazón, y que a pesar de todo, siempre estaba allí para ti.

Si no fuera porque ella existiera… Ya habría hecho alguna clase de locura con anterioridad.

—Si — contesté, alzando la mirada para observarla — Yo… Es que, ni siquiera sé que explicarte. Porque no recuerdo mucho de lo que paso ayer. Yo… estaba en un bar y….

—¿En un bar? ¡¿Qué te he dicho yo sobre los bares? — replicó, enojada.

—Lo siento Alice, ¡Vaya! Siento que estuvieras cuidando de mí.

—Eso es lo que he hecho el ultimo año — rodó los ojos — continua.

—Bueno. Estaba en un bar porque…. — suspiré — estaba desdichado. Ayer fue la fecha, del día en que Bella y yo… — sacudí la cabeza. No quise decirle, porque esto era algo privado y exclusivo entre Bella y yo — no importa. Este… estaba desdichado, y solo desee desahogarme durante un minuto y emborracharme — la observe, y ella me miraba reprobatoriamente — me topé con ese Jimmy, el de la barra….

—¡Jimmy! Joder, Edward, ¡Ese hombre ah estado deprimido desde que su esposa lo abandono! No me extraña que te haya apoyado en tu estado depresivo — se quejó, con el ceño fruncido y las manos crispadas — No me hagas caso. Adelante.

—No recuerdo que mierda me dio, o que fue lo que yo le pedí. Pero el punto es que… creo que Charlotte me llamo… o supongo que me encontró, no lo sé. Pero ella tuvo que haberme llevado a mi casa, porque allí estaba esta mañana. Y… Oh, Alice. No tienes idea de lo arrepentido que he estado todo el día. Eso jamás debió pasar.

—¿Y estaba ella sobria? — preguntó, específicamente interesada en esa parte. Yo me encogí de hombros.

—Supongo que sí. Si ella fue la que me recogió y llevo a mi casa, entonces debía estar sobria, ¿No? Ella es bastante responsable en ese sentido… — respondí yo.

—¡Oh! — jadeó Alice, y vi como su rostro adquirió un suave color escarlata.

—¿Qué pasa, Alice? — me preocupe, tomándola de la mano.

—¿Eres idiota? ¡Ella se aprovecho de la situación y de ti! — gritó, sacudiendo la cabeza con enojo e irritación — esa niña me va a escuchar…

—Ya déjalo, Alice. Ya me encargaré yo personalmente de aclarar las cosas con ella. Además, aquí el imbécil que se acostó con ella fui yo.

—¡Pero es que…!

—¡Alice! ¿Es que no entiendes? Me vale un cuerno lo que piense Charlotte en este momento. Lo único grave en este asunto, es que yo rompí una promesa. LE FUI INFIEL A BELLA — concluí, respirando profundamente, tratando de tranquilizarme. Posiblemente todos habrían volteado al escuchar mis gritos coléricos, pero eso poca importancia tuvo sobre mí. Alice, a mi lado, negó con la cabeza mientras pasaba su mano por mi espalda repetidas veces.

—Creo que eso también ha sido mi culpa, o más bien, culpa mía y de Emmett. Durante los últimos meses, te hemos estado insistiendo muy discretamente en que continúes con tu vida — bajó la cabeza y gruño — Me siento toda una traidora con Bella. Pero, Edward, es que yo estaba tan deprimida y derrotada. ¿Cuántas posibilidades habían de que Bella pudiera despertar de un coma? Las posibilidades eran de 50 y 50. Y Carlisle dijo que si un paciente permanecía más de seis meses en ese estado… las probabilidades serian bajas. Y ella permaneció un año, Edward. Yo… yo no podía soportar verte tan… deprimido, sin vida y… ¡Dios! Luego lo que paso con Riley… luego de que nos enteráramos del accidente de Bella… y tú… ella… —Alice rompió en llanto, y no pude hacer otra cosa más que abrazarla fuertemente, apoyando mi mentón en su cabeza mientras ella sufría de pequeñas convulsiones por el llanto — Yo… hablé con Charlotte hace un tiempo, para ver si ella podía… podía… lograr animarte un poco y que tu depresión disminuyera y… pero no le dije que fuera de esa manera… yo... ella.

—Shhh — la mandé a callar, apretujándola contra mi cuerpo. No era tiempo de lamentaciones ni de perdones, además de que, yo no tenía absolutamente nada que perdonarle a Alice. Fue mi culpa, completa y absolutamente mi culpa, y no permitiría que Alice cargara con eso que ella creía, era un peso. En estos instantes solamente estaba preocupado del estado físico y mental de Bella, entusiasmado en que despertara de nuevo para poder disfrutarla. Entusiasmado de observar nuevamente sus ojos marrones irresistiblemente atrayentes y profundos, que resultaban ser la entrada a un remolino negro en el espacio.


Hospital de Forks. Tres horas después.

Bella Swan

—¡Ah! — no logré dominar el grito que se escapo a través de mis labios, cuando abrí los ojos – al despertarme de un extraño y prologando sueño–, y me di cuenta de que me hallaba rodeada de personas completamente desconocidas para mí. ¿Dónde estoy? ¿Qué es esto? ¡¿Quienes son estas personas y que hacen aquí? De pronto comencé a temblar notoriamente, observando, asustada, a cuatro personas inclinadas hacia mí, observando mi rostro atentamente.

—Aléjense un instante, la están asustando — dijo el hombre rubio, abriendo sus brazos e impulsándolos hacia atrás, de modo que los otros extraños tuvieron que apartarse para brindarme algo de espacio. Me quede observando el rostro del hombre rubio de edad media y rasgos apacibles, hasta que un clic hizo en mi cerebro y logre obtener el reconocimiento del tipo en mi cabeza. Abrí los ojos de la impresión, al tiempo en que relajaba mi cuerpo.

—¿Car-lisle? — susurré, con inmensa inseguridad por parte de las otras personas, pero no de el mismo doctor. Algo en su rostro me atraía de una manera extraño, y me aseguraba de que era algo de confianza. Las anteriores imágenes se arremolinaban en mi cabeza. El despertar, la desesperación, no podía moverme… El doctor, el chico que me tomaba de la mano… ¿Edward?

—¡Ah dicho tu nombre! — salto a decir una entusiasmada voz, fina y soprano. Aquel grito provocó una punzada de dolor en mi cabeza, resonando así dentro de ella. ¿Le molestaría guardar silencio? ¡Me duele la cabeza y estoy pasando por un mal momento!

—Alice, tranquila — susurró el tal Edward, a centímetros míos de distancia, tomando la mano de la chica que estaba su lado. Era una mujer bajita, elegante y de rasgos angelicales. En su rostro una sonrisa estaba pintada — Ya ha visto a Carlisle antes — le explicó, mirándome con seriedad. Parpadee un par de veces, y al terminar de realizar el acto, Edward esbozo una linda sonrisa de lado. No pude evitar quedármele mirando más de la cuenta. Aun sentía una inmensa curiosidad por saber quién era ese hombre que había salido pálido como un fantasma cuando le pregunte sobre su persona. Otro hombre rubio, de aspecto joven y alto, rodeo la cintura de la chica que supuse yo, se trataba de Alice, ya que era la única chica en la habitación, y la acerco hasta el de manera cariñosa y protectora. Los mire con confusión, preguntándome si estarían juntos.

—Bella, cariño — habló Carlisle Cullen — ¿Cómo te sientes ahora?

—Pues… Cansada, creo que es la palabra. Me duele un poco la cabeza y estoy algo… mareada, muy mareada.

—Eso seguramente es debido al suero. Pero tranquila, esa sensación desagradable ya cederá — aseguró, sonriendo. Volví a observar a la chica y al joven rubio — Déjame presentarte a mis hijos. Bella, ella es Alice Cullen, y él es Jasper. A Edward ya lo has conocido.

—¡Hola Bella! — exclamó la chica con mas suavidad, pero aun así sin poder contenerse, agitando la mano y dedicándome una enorme sonrisa. Jasper esbozo una sonrisa a modo de saludo, e hizo un movimiento de cabeza con afirmación y reconocimiento.

—Hola — fue todo lo que dije, notoriamente más relajada. Algo me decía que estas personas no eran personas peligrosas ni malas, y son sencillamente, gente que me conoce, supongo que me quieren, pero que lamentablemente, yo no reconocía.

….

Carlisle Cullen me permitió abandonar el hospital cuando, supuestamente, progresé con respecto a la movilidad de mis músculos. Además de eso, se había encargado de preguntarme cosas básicas como: ¿En donde crees que te encuentras? ¿Qué es este objeto? ¿De qué color es tu cabello? ¿Cuántos años crees que tienes? Para esa pregunta yo no tenía idea, ya que ni siquiera sabía cómo era yo físicamente. Así que me alcanzó un espejo, en donde yo, pude contemplar que no era tan fea, incluso, podría ser bonita. Mi cabello era largo, ondulado y de color caoba. Ojos Marrones, piel clara y nariz normal. Me sentí aliviada. Después de eso siguió Carlisle con otras preguntas como: ¿Quiénes son estas personas? (apuntando a Jasper, Alice, y Edward) pero yo solo podía expresar sus nombres mediante lo que había oído, ya que no recordaba nada sobre ellos. ¿Cuánto es ocho por nueve? ¿Nómbrame una palabra conformada por cinco silabas? Y la lista sigue. Edward personalmente, se había encargado de instruirme al principio para poder mover mis manos y cómo hacerlo, al igual que los dedos de mis pies y mis piernas. Era una práctica o ejercicio físico para poder aligerar mis músculos acalambrados, que así habían permanecido por tanto tiempo.

—Edward, ¿Me dirás quienes son todos ustedes? — pregunté, interrumpiendo su explicación de la manera en que debería girar la muñeca y apretar mi mano en un puño. Alzó la mirada para observarme, y en sus ojos torturados pude descifrar una chispa de inseguridad y de atención. Desde que lo vi por segunda vez, había actuado con extremo profesionalismo, evitando hacerme sentir incomoda con ningún comentario o ningún tipo de contacto físico mas allá de los necesarios para realizar las evaluaciones que darían paso a mi salida del hospital. Me frustraba que se mostrara tan distante, quería que hablara conmigo, que me mirara como lo hizo cuando desperté, que me tratara con ese cariño del principio. Me gustaba esa sensación, aun así cuando no lo conocía del todo, pero necesitaba sentirme querida por alguien para no sentirme tan sola y no volverme loca. Aunque por lo menos logramos intercambiar varias palabras de vez en cuando, y resultaban estar fuera del campo medico o de mi estado, y me había hecho reír un par de veces. Pero aun así, me angustiaba que a veces se mostrara tan distante y autónomo.

Frunció los labios, al tiempo en que negaba con la cabeza.

—Isabella — susurró, siendo esto, un nuevo descubrimiento por mi nombre completo — Ya nos encargaremos más delante de explicarte todo. Primero necesitamos sacarte de aquí, verificar que todas tus funciones estén correctas y de que no sufras de ningún percance. Necesitas estar calmada por ahora.

—¿Y cuándo podré irme?

—Bueno, ya que estas progresando enormemente, no me extrañaría que ya podrás empezar a caminar hoy mismo. Nos falta realizarte algunos análisis y exámenes y, si esta todo en orden, esta misma semana serás libre.

Tal como dijo Edward, logré salir del hospital el martes, tres días después de que desperté de mi estado de coma. Según tenía entendido yo. No tuve que hacer uso de una silla de ruedas, ¡y gracias al cielo por eso!

Por supuesto, no coloque un pie fuera del hospital hasta que pregunté:

—Carlisle, dígame usted. Necesito saber, ¿Quiénes son ustedes, todos? — aunque tenía una leve sospecha de la respuesta, no pase por alto aquel pequeño detalle.

Todos me miraron, sin verdadera expresión sobre sus rostros. Carlisle dio un paso al frente, a la vez que colocaba una de sus manos delicadamente sobre mi hombro. Aquel contacto no me provocó ninguna molestia.

—Tu familia, Bella.

….

Ahora me hallaba dentro de un hermoso Infiniti g37 coupe de color perla, según me habían dicho, que pertenecía a la pequeña Alice –que conducía el auto–. Y quien había insistido en que ella debería ser la que me llevara hasta la casa donde supuestamente yo vivía, y no disimulo ni una pizca su entusiasmo por disfrutar tiempo en mi compañía y yo, sinceramente, me sentía agradecida y relajada junto a Alice, aunque me hubiera sentido un poco más confiada junto a Carlisle o Edward.

Aunque Alice era divertida, graciosa y optimista a su manera, y me trataba aun como si fuésemos amigas de toda la vida –lo que posiblemente, era cierto– y no se comportaba a su distancia como lo hacían el resto de Los Cullen. A cambio de eso, charlaba conmigo como una lora, y no paraba de decir lo hermosa que yo era y lo mucho que disfrutaría la casa a la que iríamos.

—¡Bella! — exclamó Alice, sacándome de mis pensamientos — Créeme que cuando lleguemos te caerás para atrás, ¡Hemos remodelado aquella casa hace como dos años! Y quedo fabulosa, por supuesto, solamente Esme y yo somos capaces de realizar una cosa tan majestuosa como eso — Esme. Esme era aquella mujer de aspecto maternal que me había ido a visitar al hospital al segundo día luego de que despertase, resultó ser bastante tierna y amable conmigo, y no tardo demasiado en encantarme con sus miradas dulces y palabras de conforte — Edward había insistido en que la dejáramos como estaba, porque es un necio. Pero… ¡Por Dios! El es tan aburrido, créeme que te agradezco de haberlo convencido de remodelarla. Por supuesto, el te hace caso solo a ti.

¿Pero de qué demonios estaba hablando? Estaba claro que no recordaba lo que ella estaba diciendo. Pero… parte de mi se inquieto por saber más acerca del asunto…. Posiblemente ella estaría sacando el tema a relucir para probar si yo era capaz de recordar algo, pero… No estaba teniendo mucho éxito.

El auto de Alice se adentro a una parte frondosa del bosque, lejos del pueblo de Forks, que empezaba a quedar atrás en la lejanía. El camino estaba constituido por miles de curvas que me marearon durante todo el viaje, y no pude evitar echar el asiento del copiloto hacia atrás para tratar de hacer desaparecer esa sensación de nauseas.

Al menos se marea… — escuche a Alice susurrar muy bajito, tanto así, que dude que haya sido eso lo que había dicho.

Tras varios minutos, comencé a visualizar lo que ella había estado parloteando todo el camino, y estaba en lo cierto. Esta no era una simple y ordinaria casa, era… la casa. Una mansión, podría ser una expresión exagerada, pero… válgame Dios que era enorme.

Por el exterior estaba pintada de color crema, más cerca del blanco que del beige, con ciertos muros de las esquinas de color melocotón que resaltaban exquisitamente sobre la mezcla, y combinaba a la perfección con la enorme puerta alta de madera pintada de negro, que contenía relieve. La casa; era de por lo menos tres pisos, y las ventanas de vidrio permitían que pudiese observar algunas cosas que yacían dentro de la casa en el segundo piso, y según pude reconocer, se trataba de una cama y una biblioteca.

Cuando nos acercamos a la casa, Alice frenó en seco, provocando que los tres autos que nos seguían –y que pertenecían a los Cullen– tuviesen que parar abruptamente.

—¿Qué paso Alice? — gritó Carlisle desde su auto.

—¡Nada, es solo que se ah atravesado una ardilla en el camino! — respondió esta, sin apartar la mirada de una ardilla que escalaba por el angosto roble. Aparto la mirada y acelero la marcha de nuevo, conduciendo el auto hasta lo que parecía ser, el porche de la mansión.

La puerta de la cochera se abrió, por orden de un pequeño control que Alice poseía y al que había oprimido un botón rojo. Una vez arriba, ella adentro el auto, donde descansaba ya otros dos autos, los cuales no sabía a quién pertenecían, pero aun así, eso no impidió que los otros autos lograran aparcar allí, ya que la cochera era enorme.

Alice apago el motor y se libero de su cinturón de seguridad, para luego bajar del coche de un salto gracioso. Yo imite su movimiento, con más torpedad comparada con el elegante y rápido movimiento que hizo Alice en un santiamén.

—Vamos — me tomo de la mano con cariño, y abrió una pequeña puerta que nos conducía a los adentros de la enorme casota. Y enserio, era una súper casota. Decorada de miles de cuadros, vídriales y lámparas brillantes llenas de diamantes colgadas del techo, de un piso suave y pulido de color marrón rojizo, y unas paredes de color crema y naranja un poco mas pastel, de unos sofás de un color blanco con almohadas negras y vino tintos, unas escaleras elegantes y en espiral que conducían hasta los otros dos pisos superiores… estaba conformada la casa de Los Cullen.

—Wow.

—Lo sé — dijo Alice encogiéndose de hombros — tu ayudaste mucho con la decoración.

Carlisle, Esme, Jasper y Edward permanecían a nuestras espaldas, pero no pude visualizar que era exactamente lo que estaban haciendo. Aun así, me dedique a contemplar la belleza del lugar, admirando la imaginación que poseían Alice y Esme –y posiblemente, pero poco probable, yo– para llegar a hacer algo tan magnífico.

Mis ojos se toparon con un seibó de color azabache, donde reposaban varios retratos y fotos. Mi instinto en acercarme a observar parte de lo que podría haber sido mi vida no pudo reprimirse, y prácticamente guiada inconscientemente por mis pies, llegué frente a éste, para observar las fotos que estaban sobre él.

La primera foto parecía haber sido tomada en algún lugar repleto de nieve, y pude observar a varias personas en ella. Reconocí inmediatamente a Alice, ya que ella era la más pequeña del grupo. Pero en ese entonces su cabello era más corto y perfilado, con sus puntas se elevaban hacia arriba, dándole un aire coqueto y original. Ahora su cabello no era así, era más largo, y le llegaba hasta un poco más debajo de los hombros, pero aun así perfilado con un bonito corte de capas que hacían que las puntas se elevasen y ondulasen con un pequeño parentesco al de la foto. Jasper también estaba allí, sosteniéndola de la cintura, y esbozaba una enorme sonrisa. Carlisle y Esme tenían sus cabezas apoyadas al costado del otro, sonriendo ampliamente. Un hombre grande y robusto, de cabello oscuro y hoyuelos también estaba allí, y sostenía cómicamente la pierna izquierda de una chica alta y hermosa, de cabello rubio y ondulado que llegaba hasta el comienzo de la cintura. La chica parecía estar a punto de caerse, pero reía como hasta más no poder junto con el chico, quien había apoyado su mano en la espalda de la chica para que no cayese. Atrás de ellos, había un chico que parecía estar poniéndose de puntillas, y sonreía de una manera hermosa y encantadora, pero, a la vez, colocaba sus dos manos sobre la cabeza de la rubia y del chico robusto sin tocarlas, haciendo la forma de dos cuernos sobre cada cabeza. Al lado de ellos había una pareja de mayores, la mujer de cabello rojizo y el hombre con un bigote extraño, quienes se abrazaban cálidamente. Y de última, en la parte derecha de la foto en la esquina, estaba yo, y se me fue fácil conocerme a mí misma, no había cambiado demasiado. Edward sonreía, era casi imposible no reconocerlo. Sus ojos brillaban y tenía una hermosa sonrisa amplia y entre dientes, se veía joven y radiante. Yo yacía sobre su espalda, mientras él me tomaba por debajo de las rodillas, cerca de los muslos para sostenerme, y no parecía tener demasiado esfuerzo en mantenerme cargada. Mi cabeza reposaba sobre uno de sus hombros, y mis brazos rodeaban su cuello. Todos parecíamos tan felices y alegres, que se me hizo un hueco en el estomago el pensar que yo no recordaba esos tiempos tan felices. Me sentía inmensamente triste, y con unas enormes ganas de llorar.

De pronto, empecé a sentirme familiarizada con esa foto. Sentí que conocía ese ambiente, al igual que las personas de la foto. Cerré los ojos, frunciendo el ceño y tratando en lo posible en recordar algo. Al abrirlos de nuevo, y observar el rostro de Edward. Una frase surgió en mi mente.

Mis estrellas.

—Esa foto es preciosa. Fue tomada hace como seis o siete años, cuando fuimos a pasar año nuevo junto con la familia Denali — me explicó Alice, haciendo que me sobresaltara en mi puesto, y me desconcentrara de mi objetivo. Perdí el hilo de lo que estaba pensando, y salí de mi trance — Carlisle y Esme, ya los has visto, Jasper y yo, no he crecido mucho desde eso, ¿A qué si? — soltó una risita — Esos de allá son Emmett y Rosalie, y el bufón que está a su espalda poniéndole los cachos es Clay. Los dos de allá son Carmen y Eleazar Denali.

Al ver la foto nuevamente, sentí que alguien faltaba. Fue un mero acto de intuición, el cual no pude evitar consultar.

—¿Quién tomaba la foto?

—Tanya Denali, la hija de Carmen y Eleazar. No deseó aparecer en la foto, así que ella la tomó.

Suspire, y me gire para observar a los expectantes que yacían a mi espalda. Antes de seguir observando y perdiendo más tiempo con fotos, deseaba enormemente saber más acerca de mi pasado. Me di la vuelta y clave mi mirada sobre la de Carlisle.

—Quiero que me digan todo. Quiero que me expliquen quien soy yo.

Estee.... ¿Suspenso??
aqui les dejo un adelanto dl prox cap:

Me tuve que concentrar muchísimo para digerir toda la información que estaba recibiendo amontonada. Y cuando la asimile por completo, de pronto comencé a llorar. Que injusta era la vida, que ahora no recordaba nada de lo aparentemente feliz que había sido en el pasado. Esme me abrazo, y yo lloré sobre su hombro, sintiéndome desgraciada y desdichada por no recordar a esta mujer tan cálida y maternal, por haber olvidado a un hombre tan amable y paciente como Carlisle, por haber olvidado a mis padres difuntos, y que, el solo pensamiento de ellos provocaba un enorme agujero en mi pecho. Por olvidar mi pasado, mi familia, y desgraciadamente… Por haber olvidado a Edward.

—Edward… — susurré, alejando mi cuerpo del de Esme y solamente sosteniendo su mano. Me seque las lagrimas con la manga de la camiseta beige que Alice me había comprado y lo mire —¿Quién eres tú para mi, especialmente? Cuándo dijiste que nos habíamos mudado a Forks luego de salir de la universidad, ¿Te referías a todos, o solo a nosotros?

Oh Dios, que no sea lo que estoy pensando.

—Ah… nosotros dos… ah…

Edward calló, pareciera que ya no tuviese fuerzas para seguir hablando. Abrió la boca un par de veces, pero sin decir nada en absoluto. Alice respondió por él.

—Bella — murmuró, mirándome con precaución — Edward es tu esposo.

Abrí los ojos de la impresión, y mi corazón se paralizó. ¿Esposo había dicho? ¿Edward y yo estábamos casados?

Mi mirada viajo rápidamente a su rostro, que estaba apagado e inexpresivo, y luego observe su mano izquierda, donde yacía un anillo de oro en forma de aro rodeando su dedo anular. Luego, pose mis ojos sobre mi mano. Y en ese instante me di cuenta de un detalle del que yo no me había percatado antes… Yo también tenía mi alianza. Allí permanecía, brillante y sujeta, completamente a mi medida. Acaricie el anillo con mi otra mano, con un suave roce y lo deslice de mi dedo para ver lo que decía adentro.

B&E. 10/7/07.

Al lado de nuestras iniciales y de nuestra fecha de boda, había una inscripción...

...

¿Quien adivina lo que dice???


Capítulo 24: Dificil Capítulo 26: ¿Quien soy yo?

 
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