Gracias a las Estrellas.

Autor: 012Victoria210
Género: General
Fecha Creación: 19/01/2010
Fecha Actualización: 27/09/2013
Finalizado: NO
Votos: 58
Comentarios: 180
Visitas: 224754
Capítulos: 36

TERMINADO

Tras un accidente, Bella se ve en la necesidad de acudir a la familia de Carlisle. Los Cullen, quienes seran en adelante su nueva familia. Alli se enamora, y aprende el significado de la frase "Sigue Adelante"  

Las cosas no siemore son como uno las planea. El destino es el que baraja las cartas, y nosotros somos los que jugamos. La vida podrá tener sus momentos alegres y cálidos, pero tambien dias tristes y no deseados.

"Yo jamás podre saber lo que el destino me deparará, pero hay algo de lo que estoy completamente confiada: El amor, todo lo puede"

Bella Swan

"Fruta Prohibida", en LunaNuevaMeyer

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=575

http://www.fanfiction.net/u/2218274/

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 18: Toma Tu Calabaza.

Alrededor de nosotros volaba calabaza, enteras, desfiguradas, o en solo trocitos, vasitos de plástico, mascaras, zapatos, e incluso personas. Las mesas eran derribadas y el DJ colaboro con la acción, colocando como música de fondo Don´t Get Twisted, de Gwen Stefani. Una canción con un ritmo comiquísimo, y que combino bastante bien con la situación.

Pero eso no evito que Edward y yo paráramos con lo nuestro.

–¡No ha pasado nada! ¡Tú eres el que lo malentiende todo! –Respondí cruzándome de brazos.

–¿Ah sí? ¿Así que ese abrazo, esa caricia en la mejilla, y ese baile romanticón fue mi imaginación? –Replico.

–¡Agh! ¡Por lo menos eso no es nada en comparación contigo! - Grite enfurecida.

–¿De qué estás hablando?

–¿Ahora te haces el loco? Seguramente los besos de Kate te afectan el cerebro –Rodé los ojos. Y Edward me observo perplejo, al momento en que relajaba su postura y su mirada se suavizaba.

–Las cosas no son como tú crees -Contesto luego de un momento. En medio de nosotros voló un zapato de tacón, pero ninguno le prestó mucha atención que digamos.

–Sí, "No es lo que crees" Esa frase esta mas que trillada – Un chico desgarbado disfrazado de fantasma tropezó y empujo a Edward a un lado, pero Edward se lo quito de encima de un empujón.

–Bella. Estas mal interpretando.... –Dijo al tiempo que observaba como metían la cabeza de una chica sobre el tazón del ponche. A la lejanía pude observar a Alice y a Rosalie explotando de la risa, y Emmett y Jasper se encontraban a su lado, burlándose de un chico al que le habían bajado los pantalones, dejando así expuestos sus cómicos calzoncillos con cuadritos morados.

No pude evitar sonreír. Pero esa sonrisa cambio repentinamente cuando me acorde porque estaba molesta con Edward.

–Estamos a mano, entonces. Tú estabas con Kate y yo con Jacob –Me encogí de hombros. Dios mío. ¿Cómo diablos llegamos a parar en este lio?

Oh, por supuesto. Por culpa de algo llamado CELOS.


6 horas atrás.

La habitación de Edward se encontraba casi a oscuras. Solo podían apreciarse los pequeños rayos del sol que se colaban por sobre las persianas que habíamos usado para cubrir las ventanas. Su suave cama estaba hundida por nuestro peso, y podía apreciarse la voz de Andrea Bocelli, que cantaba en vivo en un concierto por televisión en un canal italiano. Ambos estábamos concentrados. Ninguno se movió, ninguno dijo nada. Solo permanecíamos completamente inmóviles, como si de dos estatuas nos tratásemos. En ningún momento mis ojos abandonaron los suyos, jamás en esos segundos prolongados nos atrevimos a parpadear siquiera. Ambos estábamos cara a cara, con las piernas cruzadas, completamente concentrados en el objetivo del juego. Aunque claro, a pesar de que mantenía mis ojos clavados en los suyos, picaros y burlones, podía apreciar claramente aquella sonrisa torcida que me volvía loca, y aquellos labios que podrían pasar a ser la entrada a mi propio paraíso personal.

Cuando comencé a sentir aquella piquiña, aquella sequedad familiar en mis ojos que comenzaron a escocer, sentí inmediatamente la urgencia indescriptible de acabar con esto.

El amplio su sonrisa, seguramente al tanto de lo que pasaba por mi mente.

Que engreído Pensé internamente. ¡Ojala que pudieras escuchar lo que acabo de pensar!

Pero a cambio de eso, acerco su rostro hacia el mío, sin apartar la conexión entre nosotros. Había solo unos cuantos centímetros que separaban nuestros rostros, unos cortísimos centímetros para que nuestras narices se rozaran.

Concéntrate, concéntrate. No dejes que gane.

Trate de concentrarme en cualquier otra cosa, distraerme para no dejar que el ganara haciendo trampas. Así que deje que mi mente viajara atrás, hacia aquel día de mi cumpleaños número 18 realizado casi dos meses atrás y que fue, sin duda alguna, la fiesta más estupenda que disfrute en mi vida. Claro, sin contar la parte en la que Edward casi se desnuda en medio de todo el mundo, y la desagradable sensación de aquellos retorcijones en el estomago cuando puse un pie en mi habitación al llegar luego de la medianoche. La mañana de ese mismo día no fue bastante feliz que digamos, gracias a la sensación de mi cabeza bastante relacionada con que me hubieran golpeado cientos de veces con un martillo, el sueño, el malestar general y el insoportable dolor de estomago. Y no fui la única que me sentí de esa misma manera, Alice y Edward apenas si lograron levantarse de la cama, y Emmett y Rosalie fueron los que soportaron un poco más, aunque eso no quiera decir que se sintieron mucho mejor que nosotros.

A pesar de los intentos de convencer a Carlisle y a Esme de que estábamos perfectamente, no nos creyeron ni un solo atisbo. Así que, tal como yo lo había esperado, nos castigaron, y tuvimos que sobrevivir sin nuestros autos durante dos semanas –Tuvieron suficiente piedad para retirarnos una- Incluyendo mi prehistórica Chevy.

Mi relación con Edward era miel sobre hojuelas. Jamás nos separábamos. Éramos algo así como un paquete de dos en uno. Inclusive, durante las noches él se pasaba a mi habitación para arrullarme hasta quedarnos dormidos, y en las mañanas él se encargaba de pasarse a su habitación antes de que Carlisle y Esme lo notasen. Y sobre todo, para que Emmett no nos pillara. No necesitábamos otra excusa para que Emmett siguiera con sus insinuaciones morbosas.

Su mirada se intensifico, hipnotizándome, atrapándome y utilizando todo el poder de sus ojos sobre mí. No estaba jugando limpio. Y tal como lo esperaba, el deslumbramiento y la hiperventilación no me permitieron mantenerme firme en mi puesto.

Mis ojos se cerraron, y casi lloro del alivio que sentí al realizar el movimiento.

Cuando los abrí de nuevo, el me miraba con aquella expresión creída y victoriosa, pero aun sin dejar de parecer la cosa más bella del mundo. Fruncí la boca.

–Gane –Murmuro, con su dulce aliento golpeando sobre mi rostro.

–Tramposo –Recrimine con voz infantil.

El se encogió de hombros.

Ambos estábamos completamente solos. Jasper había acompañado a Alice al centro comercial. Por supuesto, Alice primero me había rogado y suplicado que la acompañara, pero logre evitarla diciendo que me dolía la cabeza, y no me sentía del todo bien. Rose y Emmett habían salido a un restaurante mexicano para pasar tiempo juntos. Y Esme y Carlisle habían ido a visitar unos amigos que Vivian en Port Ángeles.

Así que Edward y yo teníamos la casa solo para nosotros.

Ya habíamos acabado con todas las ideas que teníamos en mente. Vimos películas, jugamos cartas, jugamos los videojuegos de Emmett y ahora nos encontrábamos aquí, bastante aburridos, lo suficientemente como para apostar en una competencia de quien resistía más tiempo sin parpadear. Y tal como lo esperaba, el gano. Así que ahora debía soportar dos tortuosas semanas sin leer un solo libro, cosa que era casi un calvario para mí.

Me acerque hasta él, sentándome en su regazo, y deposite un beso sobre su suave mejilla. El sonrió en respuesta, mesclado con un suspiro. Luego de eso plante un beso sobre su mandíbula, delineando la forma de esta con mis labios. Y antes de que pudiera reaccionar para lo que seguía a continuación, acerco su rostro hasta el mío efusivamente, y me beso. Tomando mi mentón con una de sus manos, me beso de aquella forma que sentía que el mundo alrededor se desvanecía, y que en su lugar era sustituido por el amor y el fuego que se desataba con el contacto de su piel contra la mía. Mis manos se entrelazaron detrás de su cuello masculino, y perdida entre las sensaciones pude sentir que clavaba las uñas sobre la piel de su nuca. Sus brazos me rodearon la cintura como vigas de acero, presionándome contra él, de modo que nuestros cuerpos no tuvieran ningún escaso centímetro de espacio. Tal como en mi fiesta de cumpleaños, ninguno le dio importancia a la forma en que éramos arrastrados hacia el otro, como un poder magnético que no nos permita separarnos, ni pensarlo dos veces hasta continuar con nuestra tarea, sin tomar así en cuenta hasta donde podríamos llegar sin ninguno lograba recuperar un poco del autocontrol que ya había flaqueado y que yo, evidentemente ya lo había dado por perdido. Era más que evidente que ninguno de nosotros había meditado- mas allá de la línea de lo que podría considerarse aceptable o moderado -, las consecuencias que podrían traer el hecho de que dos jóvenes -completamente arrastrados por las hormonas- podrían hacer en la completa y exclusiva soledad de una casa vacía. Eso era mucho más de lo que yo podía haber considerado.

Cuando el aire se convirtió en algo de importante vitalidad tuve que detenerme para respirar, pero aun así Edward no paro. Tuve la satisfacción de contemplar la mirada intensa y sensual del muchacho a mi lado antes de que volviera al ataque, tomando posesión de mi cuello descubierto, mientras sus manos recorrían los costados de mis caderas, ascendiendo hasta las costillas, para luego descender, siguiendo el camino hasta llegar a mi cintura. Mis manos recorrieron a tientas sus hombros y sus fuertes brazos, deslizándose por su pecho masculino cubierto con una fina capa de tela de su camiseta de botones. Cosa que no me impidió para nada adentrar mis manos inexpertas por debajo de la camiseta para deleitarme con el contorno esbelto, fuerte y trabajado de su abdomen.

¿En qué momento quede recostada sobre la cama? No lo recordaba. Solo era vagamente consciente de que Edward estaba sobre mí, cuidando parecer tan liviano y suave como una pluma. Su boca había vuelto a la mía, exigente, ardiente, mientras sus dedos acariciaban una parte expuesta de mi estomago. No había lugar a dudas de que si seguíamos así ninguno podría detenerse para lo que seguía a continuación.

Tal como muchas veces, el teléfono comenzó a sonar y a vibrar sobre la mesita de noche que se encontraba frente a la ventana, y ambos salimos de nuestro trance. Nuestros movimientos cesaron, pero nuestras respiraciones eran jadeantes.

–Alice –Musite sobre su cuello. Reconocía perfectamente la música que sonaba cuando Edward era solicitado por su hermana

–¿Quieres que conteste? –Pregunto él a su vez, y sentí un estremecimiento cuando sus labios presionaron contra el lóbulo de mi oreja.

Déjalo sonar Decía la parte menos reacia de mi persona.

Pero a cambio de eso dije:

–Hum, deberías.

El nos viro, de modo que nuestro peso fuera recibido por los costados de nuestros cuerpos, y alargo la mano para contestar el teléfono. Lo coloco sobre la palma de su mano y oprimió el altavoz.

–Hola Alice –Hablo Edward, aclarándose la garganta.

¡Hermanito, amor mío corazón de otro! Hermanito querido del alma, la persona más especial, inteligente y mas paciente del…

–¿Qué quieres, Alice? –Le corto Edward, y yo sofoque una risita.

¿Es que acaso no puedo llamar para saludar? –Pregunto inocentemente la voz soprano de la chica al otro lado del teléfono.

–Alice….

De acuerdo de acuerdo. Llamo para avisarles que llegare en una hora, y espero verlos aseados y perfumados. ¡Esta noche iremos de fiesta! –Grito con evidente emoción.

–¿De fiesta? Alice, ¿Acaso quieres que vuelvan a quitarnos nuestros autos?

Sabes que no. Y no tienes de que preocuparte, hermanito. Ya le avise a nuestros padres, y créeme que me costó mucho convencerlos. Solo con la condición de que nos castigarían durante dos meses si volvíamos otra vez borrachos. Cosa que evitaremos a toda costa.

–Eso no te lo crees ni tú misma, Alice –Se burlo Edward.

Claro que sí. Edward, tu y Bella irán lo quieran o no. No se vistan, llegare con los disfraces en una hora.

–¿Disfraces? –Preguntó.

Edward, ¿Acaso estas en la luna? ¡Es Halloween! Específicamente, 31 de OCTUBRE –Le recordó remarcando la palabra Octubre como si Edward fuese un idiota, –Dile a Bella que se vaya alistando de maquillaje, que se adelante con…

–Estoy aquí, Alice –Hice acto de presencia.

Perfecto. Maquíllate con un polvo claro, casi blanco como el talco. Aunque no lo necesitaras mucho, ya eres de piel traslucida. Sombra oscura, bastante. Rímel negro, lápiz de ojos negro, repásalo varias veces, y labios carmesí, ¿De acuerdo? ¡Ah! Y también recógete el cabello en un moño.

–Ok, pero Alice, ¿Cuál será mi disfraz?

¡Es una sorpresa! ¡Nos vemos! –Y colgó la llamada.

Edward y yo intercambiamos una mirada, al mismo tiempo que nuestras bocas se fruncían mostrando una mueca.

–¿Qué crees que Alice nos tenga preparado? –Pregunte jugueteando con los botones de su camiseta.

–No lo sé, pero seguramente no será bueno.

Seguí al pie de la letra cada una de las instrucciones dichas por Alice. Una vez que salí de la ducha, cubrí mi cuerpo con tan solo una bata de seda blanca que se amarraba a la cintura, y recogí mi cabello en un moño.

–Bella, Alice dijo que… –Edward había entrado a la habitación sin que yo me hubiera percatado, y de pronto enmudeció en medio de la oración. Le mire con la confusión pintada en mi rostro, pero luego entendí las razones cuando sus ojos recorrieron mi cuerpo entero con una rápida mirada, deteniéndose en mis piernas, para luego subir para toparse con mis ojos. –Lo siento, debí haber tocado antes de entrar –Se disculpo con un suave y poco notorio tartamudeo.

–No te preocupes, ¿Qué quería Alice? –Pregunte, tratando en lo posible de ocultar el matiz burlón y divertido que adornaba mi voz.

–Que… el… ¿Qué? –Titubeo desorientado, –¡Ah sí! Que llegara pronto y que más te vale que te vea lista –Logro recuperar la compostura. Yo asentí con la cabeza.

–Ajam, gracias –Respondí, y él se retiro de la habitación. Una vez cerrada la puerta no pude sonreír. Me sentí inmensamente realizada por saber que yo, Isabella Swan, por primera vez desde mi llegada a casa de los Cullen hacia cuatro meses había provocado que Edward se quedara sin habla. Lo había deslumbrado.

¡Sí! Punto para Bella. Aunque su reacción era más que comprensible. El solo hecho de saber que estaba completamente desnuda bajo la bata de seda, que por cierto, era tan corta que solamente alcanzaba la mitad de mis muslos, y que se abría tenuemente en la parte de mi cuello, mostrando la curvatura que había entre mis dos pechos era suficiente para que un hombre se quedara callado.

Me maquille como dijo Alice. Y me prepare internamente cuando el sonido de dos coches estacionarse en la cochera. Alice había llegado.


–Tranquila Bells, no es tan malo –Espeto Alice cuando nos acercábamos hasta el local donde se realizaría la celebración del Halloween, que por cierto, era en el Track Night, lugar al que vinimos a cantar karaoke hacia un tiempo que yo consideraba siglos.

–Tú no eres la que debe utilizar un traje de Morticia – Ella solo rodo los ojos, ignorando mi comentario –¿Dónde está Edward? ¿Por qué demonios no vino con nosotras?

–Bella, los chicos se quedaron con Rosalie, ella los está alistando. Además de que ella no esta lista, su maquillaje y vestuario necesita de mucho tiempo. Y nosotras hemos venido porque necesitamos conseguir mesa. No reserve, apenas me entere de la fiesta esta misma tarde y tuve que ir corriendo por los disfraces –Respondió pausadamente. Odiaba que hablara como si le estuviera explicando algo a una niña de 10 años.

El lugar estaba infestado de Frankesteins, Screens, momias, fantasmas, vampiros y toda clase de personajes tan bien materializados que me provocaron unos cuantos sustos.

Alice no tardo mucho en conseguir mesa, solo necesito coquetear un poco con el encargado para que nos diera una mesa, que estaba oculta al fondo cerca de la tarima. Alice cargaba un disfraz de hada muerta, muy tipo Timkerbale pero mucho más oscura y sombría. Su disfraz tenia matices grises, negros y plateados. Sus alas transparentes aparentaban estar muertas y rotas, con un leve color rojo sangre esparcido a través de las esquinas donde se acentuaba, dándole un aspecto de sangre. Sobre su cabeza yacía una corona puntiaguda de aspecto antiguo y oxidado, y las uñas de sus manos estaban pintadas de azabache.

–Bella, tu peluca esta que se cae. Deberías ir al baño a acomodártela –Sugirió la hadita, luego de que había transcurrido media hora y ya habíamos acabado con nuestros vasos de ponche –Yo cuidare la mesa.

–Está bien –Coincidí: No parecería muy Morticia sin mi peluca negra como la noche.

Camine a través de la multitud buscando el baño para damas. Al hallarlo me instale durante casi diez minutos en acomodar la peluca, y en retocar mi maquillaje, mientras contemplaba el largo vestido negro que se ceñía a mi cuerpo y que alcanzaba hasta mis tobillos, sumándole unos tacones negros. Cuando salí de allí, caminando nuevamente por la multitud, una meno me asió del hombro.

–Hola dulzura –Saludo una voz masculina muy cerca de mi oído. Me vire, encontrándome con unos ojos verdes marinos y un chico de aproximadamente mi edad, con un disfraz muy original y vivido de un vaquero –¿Quieres bailar?

–No gracias –Respondí negando con la cabeza, tratando de esbozar una sonrisa amable.

–¿Cómo te llamas? –Pregunto, y su percibí su aliento sobre mi rostro. Olía a alcohol. –¿Acaso no tienes pareja? ¿Estás sola? –Me inquiete. Como deseaba quitarme a este chico de encima.

–No está sola –Dijo una suave voz a mi lado, ciñéndome la cintura posesivamente con un brazo –Con permiso –Y pude ver la expresión incomoda del muchacho ante la posible encolerizada mirada de mi acompañante. Sin pensárselo dos veces me alejo del gentío.

–¡Edward! –Le abrace de la cintura –¡Has llegado! Gracias por sacarme de esa.

–Yo encantado –Repuso, y yo me aleje para contemplarlo mejor. Como dije anteriormente, Edward podría vestir harapos y aun así se vería excelente. E incluso un traje de pirata le hacía ver insoportablemente sexy. Cargaba unos pantalones holgados de color mostaza oscuro, cubiertos por unas botas negras y desgastadas que lo cubrían hasta la rodilla. Una daga sostenida a su cintura, y una camiseta holgada de color y aspecto envejecido, muy pirata, que mantenía abierta los primeros cuatro botones de su camisa, dándome a conocer una buena vista de su pecho. Una cadena, su cabello cubierto por una pañoleta roja, y una chaqueta desgastada.

Definitivamente Orlando Bloom se quedaría corto en presencia de Edward.

–Wow Bells, te ves.. – Frunció el ceño, en busca de las palabras –Mortífera –Señalo y yo arrugue mi frente.

–Vaya ironía –Conteste con sarcasmo. Mortífera y Morticia cuadraban bastante bien.

–Aunque sexy –Agrego –Mortíferamente sexy –Sonrió de lado y beso mi frente a plan juguetón.

–Ja-ja-ja –Golpee su hombro suavemente con mi puño.

El resto de los disfraces fueron bastante creativos. Rosalie portaba un disfraz de Novia Cadáver, el vestido sucio, desgarrado y con manchar de sangre. Maquillaje sombrío y corrido, labios casi azules, ojos rojos, con lentes de contacto. Y un ramo de flores secas y marchitas. Jasper se disfrazo de Eduard, manos de tijeras. Sus cabellos locos y alborotados, maquillaje pálido, y unos guantes con unas manos de tijeras de plástico bastante reales al exterior. Emmett vino disfrazado de Vampiro, Dracula, en realidad.

La fiesta siguió con su curso natural y la sangría y las piñas coladas parecían no satisfacer a los integrantes de mi pequeña familia. A pesar de las amenazas y advertencia de mis padres adoptivos, ninguno se molesto en evitar emborracharse y mucho menos cuando empezaron a repartir Vodka. Emmett me obligo a beber, ya que no deseaba que yo fuese la única cuerda del grupo, al igual que la última vez que, a pesar de los tragos de tequila, conseguí controlarme bastante bien. Así que gracias a Emmett y Jasper estaba algo prendido, pero no lo suficiente para usar el término borracho.

–Voy por algo de sangría –Anuncio Edward cuando cesamos de bailar –¿Quieres? –Negué.

–No gracias. Y Por favor, no te acerques a la tarima.

–Ese día la puse, ¿verdad? –Pregunto presionando sus labios.

–Un poco –Reí.

–No lo hare. No estoy borracho –Se encogió de hombros. Y luego desapareció entre la multitud.

–¡Bella! –Exclamo alguien a mis espaldas. Rápidamente me gire, tomándolo en un abrazo.

–¡Jacob! –Grite, alejándome para observarlo. Cargaba un traje bastante real y bastante sexy de indio. –¿Qué haces aquí?

–Tengo un sexto sentido –Toco su sien con su dedo anular –Que va, Alice me invito. Y ni loco me perdería esto –Dijo con entusiasmo.

–Genial, pero ¿Billy no te castigo por lo de la ultima vez?

–Sí que lo hizo. Pero el no sabe que estoy aquí, supuestamente estoy en casa de Embry –Me miro inquisitivo –¿No le dirás nada a Billy, cierto?

–Sabes que no –Respondí, haciéndome la ofendida por su comentario.

–¿Y tu novio? –Pregunto.

–Por ahí esta –Me encogí de hombros, buscándolo con la mirada. Cierto, Edward, ¿Dónde se había metido que tardaba tanto?

Cuando lo encontré, me percate de que no se encontraba solo. Kate estaba con él. ¿De dónde salió, quien demonios la invito?

Te informo Isabella. Esta es una fiesta, puede venir quien quiera.

Casi me voy para atrás, cuando Kate se acerco hasta Edward y rodeo su cuello con sus brazos, antes de besarlo apasionadamente. El no se movió.

¡Esa arpía! Su disfraz de diablesa lo comprobaba. Y si no me calmaba ahora mismo, decididamente iría hasta su encuentro y la arrastraría de los cabellos.

–Bella, ¿Te sientes bien? –Pregunto Jake, tomándome del brazo.

Pero yo no podía responder. Me sentía asfixiada, colmada entre la ola de furia, celos, y desconfianza que me invadía hasta hacerme sentir diminuta, vulnerable.

Edward tenía muchas explicaciones que darme.

Oh sí.

Pero primero, antes que eso, trataría de divertirme con lo poco que quedaba de fiesta antes de que se desatara la bomba que iba a formarle.

–Jake, ¿Bailamos? –Masculle entre dientes, mostrando la mejor sonrisa que podía.

–De acuerdo…. –Acepto inseguro, y extrañado a la vez.

–Espera, necesito algo –Agregue antes de dirigirme a la mesa, arrastrando a Jake conmigo. Tome una botella de Vodka, y bebí de un sopetón durante 15 segundos, como si fuese jugo de manzana o un simple vaso de leche. El liquido llego hasta mas debajo de la mitad de la botella, alcanzando casi por un poco la superficie del fondo. Estaba a punto de dirigir la botella a mi boca cuando Jake me detuvo.

–Hey, quieta ahí… La botella no se irá corriendo –Arrebato la botella de mis manos –Ven, vamos a bailar. Necesitas sudar lo que te tomaste. Creo que has enloquecido, ¿Cómo te tomas casi una botella de un solo trago? ¿Acaso quieres ir de bruces en el suelo? –Torció los ojos y me llevo hasta la pista de baile.

Tenía razón. Definitivamente este último trago, mas la mezcla de piña colada, ponche, sangría y otro poquito más de vodka que había tomado anteriormente no me caería del todo bien en mi sistema digestivo. Sabía que más tarde me arrepentiría pero… Da igual, la vida es para disfrutarla, ¿No?

Comenzamos bailando una pieza con mucho ritmo. Muy al estilo Beyonce, y luego la música cambio para transformarse en algo más suave, tranquilo y dulce. Mis manos descansaban placidas sobre los fuertes hombros de Jacob, y las suyas yacían posadas sobre mi cintura, posiblemente para evitar que me cayera en un acto de pura estupidez. Apoye mi cabeza sobre el pecho de Jake, me sentía mareada, el licor ya me estaba pasando la factura.

El momento apacible, y a la vez desagradable fue interrumpido por un objeto pequeño que dio de lleno en mi pómulo.

–¿Qué tienes? –Pregunto Jake preocupado cuando escucho mi pequeño gemido de dolor.

–Algo me ha golpeado –Lleve mi mano hacia mi mejilla, presionando. Jacob desvió la vista hasta el suelo y se agacho para recogerlo.

–Vale. Esto sí que es extraño –Hablo luego de un momento.

–Eso es… – Examine por un momento el objeto puntiagudo y anaranjado – ¿Calabaza?

–Si –Coincidió, seguido de una risa. Aparto la mano de mi mejilla y comenzó a revisarla con la suya, en busca de algún daño –Uf, eso te dejara un moretón. Necesitas hielo –Me llevo hasta la mesa. Pero al no encontrar la jarra de hielo que todas las mesas deberían tener, me ordeno que esperara sentada y fue en busca de una. Tendría que pasar a través de la multitud, ya que nuestra mesa estaba al fondo. Lejos del resto.

–Bella – Susurro una voz tan dulce y reconocible, pero que a la vez mostraba un matiz de aire frio y serio ahora –¿Qué..? –No termino la frase, y a cambio de eso, me tomo de la mano –Donde posaba el anillo de noviazgo que él me había dado en mi cumpleaños –y me arrastro hasta el medio de la pista, donde quedáramos ocultos. Me gire para enfrentarla con un suspiro de exasperación.

–¿Qué pasa? – Pregunte con indiferencia.

–¿Qué hacían Jacob y tu tan acaramelados? - Exigió.

–No es tu problema – Respondí con altanería.

–¿Que no es mi...? – Enmudeció, su mandíbula se tenso y sus ojos me observaban desconcertado. Estaba furioso, pero yo no me iba a demostrar indefensa o vulnerable. –Bella, ¿Qué demonios estaban haciendo tu y Jacob? Porque déjame decirte, no es del todo agradable la idea de ver como bailaban tan juntitos y acaramelados- Me hecho en la cara. Pero por supuesto, estaba errado, confundiendo las cosas. Ahora ambos teníamos una razón para salir peleados de aquí.

Esta, posiblemente, podría llegar a ser la típica primera discusión de pareja. Una parte de mi persona se inquieto de manera positiva ante ese hecho, ya que, según mi opinión se necesitaban tener discusiones en las relaciones sentimentales para que existiera una especie de equilibrio o balance. Como una forma de desahogo y de entendimiento mutuo, en la que ambas partes exponían las diferencias y desacuerdos que podrían presentarse para luego así poder llegar a un acuerdo para que los mismos errores no fueran repetidos en un futuro. Pero, la segunda parte de mi persona estaba bastante frustrada de tener que discutir con Edward, jamás habíamos peleado, -Exceptuando el día de mi pequeña perdida en la Push, pero eso no cuenta, porque en ese entonces no éramos pareja- Así que la idea no me resultaba del todo apetecible.

Y mucho menos, sabiendo que la causa de esta discusión posiblemente era algo estúpido.

Ambos nos miramos con furia, antes de que de que una enorme calabaza, con un rostro malvado perfectamente perfilado cayera ante nuestros pies, seguido del grito proveniente de una chica sobre la tarima, disfrazada de Gatubela, quien se impulso hacia adelante y se dispuso a atacar a otra chica que cargaba un traje de ángel. Ambas desataron una lucha patética sobre la tarima, y ambas estaban cubiertas de trocitos y sobras de calabaza. Ya había calabaza regada por toda la tarima.

Así que de allí viene el pedacito que me golpeo el pómulo Pensé.

La lucha colectiva comenzó al momento en que las chicas que se encontraban a un lado de la Gatubela y que posiblemente, eran sus amigas, comenzaron a atacar a las chica con vestido angelical, las muchachas, las defensoras de la angelita se agarraron de los pelos con el otro clan de la gatubela, y de ese modo, comenzó la pelea. La idea de haber encontrado una excusa para formar un jaleo pareció ser del agrado de un gran grupo del resto de los invitados, que no tenían absolutamente nada que ver con el enfrentamiento femenino, y aun así, se unieron a la lucha, aventando pedazos de calabaza hacia otros personajes. De de un momento a otro criaturas míticas luchaban entre sí por estupideces machistas o altaneras, o simplemente, por un método de diversión.

Alrededor de nosotros volaba calabaza, enteras, desfiguradas, o en solo trocitos, vasitos de plástico, mascaras, zapatos, e incluso personas. Las mesas eran derribadas y el DJ colaboro con la acción, colocando como música de fondo Don´t Get Twisted, de Gwen Stefani. Una canción con un ritmo comiquísimo, y que combino bastante bien con la situación.

Pero eso no evito que Edward y yo paráramos con lo nuestro.

–¡No ha pasado nada! ¡Tú eres el que lo malentiende todo! –Respondí cruzándome de brazos.

–¿Ah sí? ¿Así que ese abrazo, esa caricia en la mejilla, y ese baile romanticón fue mi imaginación? –Replico.

–¡Agh! ¡Por lo menos eso no es nada en comparación contigo! - Grite enfurecida.

–¿De qué estás hablando?

–¿Ahora te haces el loco? Seguramente los besos de Kate te afectan el cerebro –Rodé los ojos. Y Edward me observo perplejo, al momento en que relajaba su postura y su mirada se suavizaba.

–Las cosas no son como tú crees -Contesto luego de un momento. En medio de nosotros voló un zapato de tacón, pero ninguno le prestó mucha atención que digamos.

–Sí, "No es lo que crees" Esa frase esta mas que trillada – Un chico desgarbado disfrazado de fantasma tropezó y empujo a Edward a un lado, pero Edward se lo quito de encima de un empujón.

–Bella. Estas mal interpretando.... –Dijo al tiempo que observaba como metían la cabeza de una chica sobre el tazón del ponche. A la lejanía pude observar a Alice y a Rosalie explotando de la risa, y Emmett y Jasper se encontraban a su lado, burlándose de un chico al que le habían bajado los pantalones, dejando así expuestos sus cómicos calzoncillos con cuadritos morados.

No pude evitar sonreír. Pero esa sonrisa cambio repentinamente cuando me acorde porque estaba molesta con Edward.

–Estamos a mano, entonces. Tú estabas con Kate y yo con Jacob –Me encogí de hombros. Dios mío. ¿Cómo diablos llegamos a parar en este lio?

Oh, por supuesto. Por culpa de algo llamado CELOS.

–¿Me estás diciendo que de verdad estabas con Jacob? – Inquirió de modo insinuante. Casi pregunto: ¿Estas diciéndome que fuiste a los brazos de Jacob a hacer quien sabe qué?

–¿Y que si así fuera? –Le rete. Cosa que me parecía una bobería infantil, pero que no pude dar marcha atrás cuando las palabras salieron de mis labios. Edward abrió los ojos como platos y su boca se entreabrió – De todos modos a ti parece importarte más irte a darte besos con la diablesa esa de Kate, dejándome sola en la pista – Le mire furiosa, y él me regreso la mirada.

–Maldita sea. ¡Así no fueron las cosas! – Un chico vestido de faraón tropezó, cayendo casi encima de mí. Pero Edward me sostuvo en brazos y me aparto a un lado. El chico se sostuvo de mi vestido por acto reflejo, de manera accidental y desgarro un buen trozo de este. Dejando como resultado, un corte irregular y descuadrado de mi vestido, que pasó de estar cubriendo mis tobillos a llegar más arriba de mis rodillas.

–Mierda. Hay que sacarte de aquí –Espeto con rabia, observando mis piernas descubiertas.

-¿Enserio? -Respondí con sarcasmo – ¿Lo dices por el vestido roto o porque terminaremos con una calabaza como cabeza?

–Deja de comportarte como una niña, Isabella – Respondió utilizando mi nombre completo. Señal de que estaba realmente furioso. Tomo de mi brazo y me arrastro hasta sus hermanos.

–¡Alice! Nos vamos –Informo Edward con desagrado. Pero Alice se encontraba lo suficientemente entretenida y distraída con la "Guerra de los sexos" como percatarse de la evidente tensión entre nosotros.

–¡Ustedes adelántense, esto está de lo mejor! – Contesto entre risas. Casi podía observar el brillo de las lágrimas que se deslizaban por las mejillas de Emmett provocadas por la risa.

Edward y yo salimos del local y él me condujo a su auto.

Arranco el auto con brusquedad, y ambos nos sumimos en el silencio mas incomodo. Ninguno dijo nada. Edward estaba tratando de calmarse respirando profundamente y yo no podía apartar la mirada de la ventana.

Edward estaciono el auto en medio de la carretera, sobre un pedazo de tierra abandonada, y se despojo de su cinturón de seguridad.

Esto me trajo una especie de Dejavu. Como aquella vez, luego de reencontrarme con Jacob en la Push...

–Ok, vamos a aclarar esto – Dijo, mirándome de una manera tan penetrante que por mas intentos que hiciese, jamás pude apartar la mirada de sus ojos – No es lo que tú crees... No me bese con Kate.. Bueno, si lo hice pero…

–¡Lo confiesas! –Exclame, cubriendo mi boca con mi mano.

–¡No! no es así, escucha. Kate se acerco hasta mí para hablar cuando me fui a la mesa de los ponches. Estaba algo.. Ebria. Bueno, bastante ebria, en realidad. Estaba.. Digamos que disculpándose por cómo me había tratado. Y suplicándome que le diera otra oportunidad. Luego, cuando me negué, simplemente se puso de puntillas y me beso – Explico de aspecto neutro. Pero lo conocía suficientemente bien como para detectar ese tono de desesperación en su voz – No paso nada más. Lo juro. Es más, cuando la aparte y me fui, no me llevo más de un minuto verla de nuevo besándose con aquel tipo ese de traje de vaquero. Aunque no la culpo del todo, estaba bastante borracha y...

–¡Y todavía la defiendes! –Explote con incredibilidad –Después de todo lo que te hizo, la defiendes –Dije esta vez, hasta que mi voz se convirtió en un murmullo, debido a la debilidad que estaba acumulándose en mi voz y las ganas inmensas que tenia de llorar.

–No la defiendo –Contestó– Simplemente estoy seguro de que no lo habría echo estando sobria -Musito con voz suave, al ver el aspecto en el que me encontraba. Pero de repente su mirada se endureció, y hablo con un poco mas de determinación –Aunque de todos modos, no soy el único que debe dar explicaciones por aquí. Todavía no me has dicho que diablos hacías con el chucho ese – Su voz se volvió tosca.

Bueno, la verdad es que si le debía una explicación. Prácticamente le había dado a entender que me fui corriendo a los brazos de Jacob para ser reconfortada... Algo que no era del todo cierto. No había ido allí para de alguna manera sentir una satisfacción vengativa, nada de eso. Simplemente estaba tan molesta que necesitaba alguna excusa para no arruinar la noche yendo a formarle una escenita a Edward en la que seguramente ninguno de los dos saldría beneficiado.

–No le digas chucho –Le defendí, y Edward bufo con molestia –Y no estábamos a plan romanticón. Solo estábamos bailando, estaba algo mareada y por eso deje que me sostuviera. Y el gesto de la mejilla fue por un puto pedazo de calabaza que dio de lleno en mi mejilla –Dije, señalando mi pómulo. El inmediatamente prendió la lucecita sobre el techo para verlo por sí mismo. No se había percatado del pequeño moretón que se estaba formando por la oscuridad de la noche. El frunció el ceño.

–Pero Bella... –Susurro, al parecer buscando las palabras para expresarse –¿Por qué no me buscaste? Cuando me viste con Kate –Pregunto.

–Créeme Edward. No estaba en condiciones para lidiar con ella. No tienes idea de las ganas que tenia de tomarla de los cabellos y limpiar el suelo con ella –Confesé.

Su siguiente gesto me tomo desprevenida, cuando sus labios se curvaron hacia arriba en una sonrisa.

–¿Estabas celosa? –Pregunto con diversión.

Engreído.

–No... –Intente negarlo, pero era patético negar algo de lo que hasta yo sabía, estaba mintiendo – Bueno, si estaba celosa. Pero tú no hables mucho. Señor, "No-quiero-que-bailes-mires-pienses-en-Jake" – Critique, alzando una ceja. Su semblante adopto una expresión seria.

–Sabes que no me cae bien –Acaricio mi mejilla lastimada –Lamento haber sido celoso y haber malinterpretado las cosas – Se disculpo, y me sentí culpable durante un momento. Yo había provocado la discusión. Yo era la culpable. Aunque, ¡Por Dios! Kate casi se estaba comiendo a Edward, ¿Que quería que pensara en ese momento, estando casi ebria, celosa, enamorada, y para colmo entre un montón de gente bailando alrededor que no me permitían apreciar con detalles la escena? ¡Porque demonios Edward tenía que ser tan caballeroso! El no se movió de inmediato cuando ella lo beso. Se quedo allí, esperando a que ella terminara o algo por el estilo…

¡Ya deja de culpar a Edward! Dijo la voz de mi conciencia.

¡No lo estoy culpando! Estoy exponiendo los hechos.

–No te disculpes –Musite –Yo lamento haber desconfiado de ti por un instante, lamento haber actuado tan ilógicamente. Lamento no haber esperado alguna explicación de tu parte. Actuar sin pensar... –Diablos, era tan mala para las disculpas. Agache la cabeza, ruborizada, melancólica, con ganas de llorar por estupidez e impotencia. Edward alzo mi barbilla con uno de sus dedos y acaricio mi mejilla con su dedo pulgar.

–Parece que ambos necesitamos confiar un poco más en el otro –Dijo. Y yo asentí al momento que reía sin ganas.

–No parece, es –Me encogí de hombros. Era extraña la manera en que sucedían las cosas entre nosotros. En un momento estábamos gritándonos, y en medio segundo ya nos comportábamos como los mismísimos Romeo y Julieta.

"El que no tiene celos no está enamorado" –Susurro, y yo puse los ojos en blanco.

–Esa frase es de San Augustin – Critique –Aunque en nuestro casi estaría mejor: "El que es celoso, no es celoso por lo que ve. Con lo que se imagina basta" –Articule, copiando una frase de Jacinto Benavente.

–Uf. Eso está peor –Sonrió de lado. Y yo no me resistí. Así que me lance a sus brazos y lo abrace, recostando mi cabeza sobre su pecho. Me senté sobre sus piernas y acomoda las mías, apoyándolas sobre el asiento del copiloto, mientras las entrecruzaba, y nos quedamos así. Simplemente abrazados, mientras yo acariciaba sus cabellos, que había podido exponer arrebatándole esa pañoleta roja, y sentía sus respiraciones sobre mi coronilla. Luego levante la cabeza, al tiempo que el inclinaba la suya y nos fundiéramos en un beso dulce, muy dulce, tanto que podría considerarse casto, aunque para nosotros no fuese así. Nosotros lo considerábamos como algo completamente privado e importante, porque demostrábamos el amor y el aprecio que sentíamos hacia el otro.

Fuimos interrumpidos por el sonido de un claxon. Específicamente, el claxon del Jeep de Emmett.

–No puedo creerlo -Se quejo Edward con exasperación, dejando de besarme.

–Tiene que ser una broma –Concorde. ¿Por qué diablos siempre teníamos que ser interrumpidos? ¿Es que ni siquiera, varados en medio de la carretera, solos, podíamos estar completamente solos?

Si fuéramos los únicos habitantes de una casita perdida en una montaña entre lo más recóndito de Suecia, posiblemente aparecería por arte de magia un vendedor de Pizza diciendo: Pedido a domicilio, ¿Es usted Dayana?

–¿Porque han estacionado aquí el auto? – Grito Alice desde su Porsche, al lado del auto de Emmett. Rosalie estaba con ella – ¿Qué demonios están haciendo? – Callo – De acuerdo, no quiero saberlo.

Emmett solo una risotada.

Doy gracias a todos los dioses el que Edward tuviera vidrios ahumados. Aunque no estuviésemos haciendo nada indebido, la posición en la que nos encontrábamos no resultaría del todo decente para los ojos de mis "hermanos" mal pensados y con una mente completamente corrompida.

Me coloque en mí puesto de nuevo, refunfuñada, y Edward bajo el vidrio.

–¿No deberían estar en la fiesta dándose de golpes? –Pregunto con sarcasmo, y algo de irritación.

–Los guardias nos echaron del lugar, lo siento. La próxima vez coloque un cartel en la parte trasera de su auto que diga "No Molestar" –Comento Alice, y mi rostro de prendió como tomatico.

–¡Alice! – La regaño su hermano.

–De acuerdo, Alice tal vez exagero. Ali, es obvio que no estaban haciendo nada – Hablo Emmett. Pero no le creí ni un poco -No estaban haciendo nada porque el auto no se estaba moviendo de arriba a abajo y...

–¡EMMETT! – Grite. Deseando bajarme del auto para dejarle otra marca con los dientes.

.

Hola queridisimas lectoras! Lamento la demora, "Bloqueo Mental".. Muy tipico.
Gracias por sus comentarios y sus votos con este fic. You are the best xD
Espero les gustara capitulo tanto como a mi. Es mi favorito :) Me encanto la escenita de celos y la guerra de calabaza jaja! Disfrute mucho escribiendo esa parte.

Capítulo 17: Rapunzel parte II Capítulo 19: Culpable

 
14439374 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10757 usuarios