Gracias a las Estrellas.

Autor: 012Victoria210
Género: General
Fecha Creación: 19/01/2010
Fecha Actualización: 27/09/2013
Finalizado: NO
Votos: 58
Comentarios: 180
Visitas: 224764
Capítulos: 36

TERMINADO

Tras un accidente, Bella se ve en la necesidad de acudir a la familia de Carlisle. Los Cullen, quienes seran en adelante su nueva familia. Alli se enamora, y aprende el significado de la frase "Sigue Adelante"  

Las cosas no siemore son como uno las planea. El destino es el que baraja las cartas, y nosotros somos los que jugamos. La vida podrá tener sus momentos alegres y cálidos, pero tambien dias tristes y no deseados.

"Yo jamás podre saber lo que el destino me deparará, pero hay algo de lo que estoy completamente confiada: El amor, todo lo puede"

Bella Swan

"Fruta Prohibida", en LunaNuevaMeyer

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Capítulo 2: Mi Nueva Familia

 

Me desperté en el momento en que llegamos a Forks, me enderecé estirando mis piernas y brazos adormilados y me levanté de mi asiento.

Pasé recogiendo mis maletas y me adentré en el aeropuerto buscando a Carlisle y Esme. Tal vez se me dificultaría un poco el encontrarlos. Esperaba que ellos pudieran reconocerme primero.

—¿Isabella? — preguntó una suave voz, llena de calma a mis espaldas. Era imposible no reconocer al portador de esa voz.

Me giré y me encontré con Carlisle. Un hombre realmente guapo, de aproximadamente 30 años. Era pálido como la seda, su cabello rubio dorado estaba echado hacia tras y le daba un aire serio pero a la vez juvenil, ojos dorados, sus facciones eran realmente divinas, no recordaba que fuera tan guapo hace diez años. Venia tomado de la cintura a una mujer de la misma edad, igualmente pálida y muy hermosa, su cabello castaño, su cara en forma de corazón y su boca risueña le daban un aire dulce y materno, sus ojos almendra contrastaban perfectamente con su cabello y su tono de piel cremoso y pulcro. Aprecié todos estos detalles cinco segundos antes de responder.

—Sí, soy Bella, ¿Carlisle? — él asintió y me dedico una deslumbrante sonrisa. Su esposa, Esme, curvó sus labios con dulzura, en una sonrisa que me brindo un apoyo enorme.

—Bella, pero sí que has crecido, te ves realmente hermosa. No te había visto en años — habló Esme aumentando la intensidad de su sonrisa, lo que me permitió apreciar la perfección de sus dientes blancos. Esme era hermosa, y jamás la había vuelto a ver desde que fui a Forks hacia 10 años. Carlisle jamás la había traído consigo en sus anteriores visitas.

—Gracias, Igualmente — contesté con timidez

—Bueno Bella, ¿Quieres tomar algo antes de irnos a la casa?

—No, estoy bien, gracias.

—De acuerdo, permíteme — se ofreció  cortésmente mientras tomaba mis maletas

—¡Oh no Carlisle! No te preocupes, yo puedo con ellas — titubeé. Sentía algo de vergüenza que él cargara mis maletas, estaba acostumbrada a hacer las cosas por mí misma, aunque era un gesto realmente caballeroso de su parte.

—No tienes de que preocuparte Bella, aun conservo mis músculos — bromeó con una sonrisa engreída. Se me hizo fácil sentirme bien a su lado. No pude evitar que se me escapara una pequeña sonrisa de los labios, cosa que ambos notaron. No había sonreído en semanas.

—De acuerdo, Gracias — acepté.

—No hay de qué.

Luego de montar las maletas en el auto, nos subimos y Carlisle lo puso en marcha. Nada más y nada menos que un Mercedes Benz negro. Me di cuenta de que mientras conducía, Carlisle tomaba la mano de su esposa y no la soltaba, a veces podía captar algunas miradas furtivas amorosas, y eso me basto para darme cuenta del amor que se tenían.

Eso me produjo un hueco en el estomago al recordar a mis padres, y traté de contener las lagrimas, no quería llorar delante de Esme ni su esposo. Ya estaba aprendiendo a controlarlas. Yo misma me decía miles de veces que de nada serbia llorar.  No ayudaba absolutamente en nada, solamente empeoraba la situación. Así que no había llorado en los últimos tres días, luego de leer el documento de mis padres.

Opté por entablar una conversación.

—Ahm, y ¿Cuántos años llevan de casados? — pregunté, lo primero que se me ocurrió.

—Doce años.

—Vaya, se casaron realmente jóvenes.

—Sí, nos casamos cuando teníamos veinte años, ahora tenemos 32 — se encogió de hombros.

—¿Sigues trabajando de Doctor?

—Sí, amo mi carrera y ayudar a las personas.

—¿Esme a que se dedica? — pregunté con timidez, dirigiéndome a Esme. Me sentía mal por ni siquiera acordarme de la profesión de su esposa.

—Soy decoradora de Hogares — contestó con voz cantarina.

—Humm…  — me entró la curiosidad, así que hurgue dentro de mi cabeza, para tratar de obtener más información acerca de su familia — Y ¿Cómo están sus hijos? Desde la vez que estuve en Forks solo los he visto a través de fotos que me enseñaba mi… — traté de no decir el nombre, y estoy segura de que Carlisle se percato de ello — Que encontré en un álbum de fotos — corregí.

—Están muy bien. Seguro te la pasaras muy bien con ellos, son especialmente únicos, enserio — rodó los ojos, seguramente los hijos serían tan perfectos como ellos — Te llevaras muy bien con Alice, tiene tu misma edad, y Emmett es prácticamente un niño… Edward, Jasper y Rosalie son los más controlados, pero no te aseguro nada — dijo soltando otra carcajada.

Edward… Recuerdo a aquel chico de ojos verdes con el que había conversado hacia tantos años. Era toda una monada, bastante agradable. Tendría ocho años; pero era lo suficientemente madura como para diferenciar a un niño entre lo bonito y lo feo. Su hermana Alice. De ella si no podría olvidarme. Estaba más loca que una cabra. Emmett es peleón y gracioso, y Jasper…. ¿Qué hay de Jasper? Creo que era más callado y tranquilo. Aunque no lo recordaba del todo.

—Humm… — musité, ya no tenía muchos ánimos de hablar.

Comenzó a tronar, avecinando una lluvia catastrófica.

Genial

Luego de 30 minutos nos adentramos en un camino alejado del pueblo, y logré visualizar una gran casa, o Mansión sería un término más adecuado. Era bellísima y elegante por el exterior, estaba pintada de un blanco muy suave y desvaído. Tenía tres pisos de altura y era rectangular y bien proporcionada.

Así que no quería ni imaginarme como seria por el interior. Una vez que estacionó el coche en la entrada, de repente de la nada, apareció una chiquilla que parecía un duendecillo, muy pequeña, de cabello azabache hasta más abajo del cuello en un extraño peinado donde cada punta de su cabello apuntaba a una dirección diferente. Pálida, tenía unos lindos ojos verdes y una ancha sonrisa. Venía dando brincos y pasos alargados con extremada elegancia, parecía que estuviera bailando mientras caminaba —o trotaba—.

—Hola papas, ¡Hola Isabella! — se acercó a mí y de manera inesperada, me dió un gran abrazo que me dejo sin aliento — ¡Qué gusto vernos de nuevo! Bienvenida yo soy Alice ¿Cómo estuvo el vuelo?

—Ahmm… bien, supongo, gracias…. — dije algo confundía, esta chiquilla era realmente extrovertida, y había sacado el aire de mis pulmones.

—¡Genial! Te presentare a los demás, ¡Vamos! — me cogió del brazo, mientras yo intentaba con toda la coordinación de la que era capaz seguir sus pasos, y prácticamente me arrastró hasta la entrada. Era agradable, me cayó bien.

Una vez que entre a la casa, me quedé literalmente noqueada; era bellísima, no, eso era poco, el interior era más espectacular que el exterior, era muy luminoso, muy espacioso y muy grande, el muro trasero, orientado hacia el sur, seguramente había sido reemplazado por un gran ventanal, donde se podía apreciar el hermoso jardín decorado con diferentes tipos de plantas y flores, y se extendía hasta alcanzar el ancho de un rio. Las paredes eran altas y adornadas de hermosos recuadros, el suelo era de madera y las alfombras eran de diferentes tonalidades de blanco con adornos sencillos y coloridos.

—¡Chicos, bajen inmediatamente, ya llegó Bella! — anunció Alice, entusiasmada.

—¿Ya llego la nueva Cullen? — dijo un muchacho, bastante alto y musculoso  bajando por las escaleras. Era igualmente pálido como los otros, tenía el pelo negro y rizado y bajaba con una hermosa y ancha sonrisa que hacia mostrar sus dos hoyuelos.

—¡Hola, Bella! ¡Veo que has crecido!  — me tomó en brazos y me levantó del suelo para darme un fuerte abrazo de oso, me hizó girar en el aire una vez pero siempre sin ser brusco, y luego me depositó en el suelo. Inmediatamente le reconocí.

—Hola Emmett — sonreí con timidez. Emmett era igual de expresivo que la pequeña Alice, además de ser sincero y bromista. Era tan cariñoso como Barnie.

Luego de recuperarme del abrazo, vi a una hermosa figura bajar las escaleras, era alta y delgada, su cabello rubio y ondulado caía como una cascada por sus hombros desnudos hasta llegar a su cintura. Sus ojos azules como el cielo combinaban perfectamente con su pálida piel y sus labios color rubí. Parecía una súper modelo, capaz tirar al suelo la autoestima y el ego de toda chica que la mirase, ocluyéndome a mí. La reconocí inmediatamente como Rosalie, ya que mi padre me había hablado un poco de ella y me había explicado que era muy hermosa.

Una vez que terminara el último escalón, caminó con extrema elegancia y porte hasta mi lugar, luego de estar frente a mí, me inspeccionó de arriba abajo con su mirada. Esa acción me intimido bastante. Se le notaba poco entusiasmada con mi presencia.

—Ho... hola, ¿Rosalie no? — pregunté, intimidada por completo, pero cortésmente. Sus ojos se posaron en los míos por un momento, luego asintió y me dio fugaz y pequeña sonrisa, pero no se veía del todo convencida.

—Si soy yo — se limitó a contestar con indiferencia, pero traté de no darle demasiada importancia y pasarlo por alto. No la culpaba,: yo era una extraña en esa familia. Una intrusa.

Apareció de la nada un chico rubio, con las facciones muy parecidas a las de Rosalie, y lo identifique rápidamente como Jasper. Se acercó hacia mí y me regaló una sonrisa para brindarme apoyo.

—Bella, este es Jasper — Alice dijo su nombre al final como una caricia, Jasper le dio una mirada fugaz pero amorosa, así que supuse que estarían juntos.

¿Juntos? Si son….

¡No!, no son hermanos. Al menos no de sangre.

—Un placer, Isabella — Jasper educadamente, tendiéndome la mano. La acepté y le di una pequeña sonrisa de agradecimiento. No sé por qué, pero algo en el me infundía ánimos y me relajaba. Tal vez sería su dulce sonrisa y ojos cálidos.

—Van cuatro y falta uno, ¿Dónde está Edward? — Alice pregunto exasperada, mirando hacia varias direcciones de la casa, mientras taconeaba sobre el suelo.

—Aquí estoy, Alice, que no te de un paro respiratorio — escuché una suave voz decir. Subí la dirección de mi mirada y me topé con unos profundos ojos de color verde esmeralda, hipnotizadores, muy parecidos a los de Alice, pero más hermosos. Edward venia bajando las escaleras con una elegancia inconsciente, muy parecida a la del resto de la familia. Era igualmente pálido como los otros y traía el cabello de color cobrizo ligeramente desordenado, dándole un aire de rebeldía, sus facciones eran casi perfectas. Casi podría considerar que era uno de los chicos más bellos que he visto en mi vida. Aunque no podría asegurar mucho, ya que no había socializado mucho con varones en mis años de escuela.

Terminado el último escalón se acercó hacia mí y, al igual que Jasper, me tendió la mano, yo se la tome.

—Hola Bella, mucho gusto, bienvenida a la Familia — me saludó con cortesía, esbozando una sonrisa de lado que termino por quemar las pocas neuronas restantes en mi masa cerebral.

—Ahm. Hola Edward — dije obviamente deslumbrada. Cruzaba los dedos porque nadie lo hubiera notado — Gracias a todos por recibirme, la verdad se los agradezco — agregué dirigiéndome a todos en general, ruborizada hasta más no poder.

—No hay de que Bella, ¡Vamos! Te mostrare tu habitación — Alice me asió del brazo con rapidez, y me arrastró escaleras arriba.

—Espera Alice, ¿Y mis cosas?

—No te preocupes por eso Bella, le pediré a Edward o a Emmett que las suban por ti.

—Enserio Alice... no tiene porque…

—Nada Bella, ahora rápido, ¡Te encantara tu habitación! Yo misma la decoré junto con Esme

Me llevó hasta una habitación del lado izquierdo al final del pasillo, luego de que abriera la puerta me dedique a contemplar la habitación

Era grande, con un gran ventanal, bastante luminosa al igual que el resto de la casa, las paredes estaban pintadas en diferentes tonos de rosado pálido y blanco, se veía realmente bien, la cama era grande, podría decir que era matrimonial, así que supuse que todas las habitaciones tendrían una cama así de grande, había un televisor; Pero no uno sencillo, no, era un Plasma, y un DVD. También había un pequeño puff. ¡Wow!, genial, aunque esto era demasiado, Alice y Esme de verdad que se habían esforzado en todo, y habían gastado mucho dinero en mí.

—Wow Alice, gracias. Pero no debiste molestarte, no me malinterpretes, te quedo espectacular, pero seguramente han de haber… — no me permitió continuar.

—Pero nada Bella. Lo hicimos porque quisimos, no porque a juro debiéramos. Además, si preguntas por el DVD, el televisor y el resto, no te preocupes, que ya eran nuestros, los teníamos de más, es más, tú nos ayudaste porque Esme estaba a punto de regalarlos….

¡Qué familia más pobre!

Si, estaba siendo sarcástica.

—Ok Alice, gracias — dije dándole un fuerte abrazo. Esto era más de lo que merecía, todos eran realmente dulces.

—Eche para allá. No nos pongamos sentimentales — sus risas de soprano salieron a flote —Ahora vamos a organizar tus cosas, necesito ver tu ropa.

—Aja — dije dirigiéndome hacia el Closet (N/A Guardarropa, armario) pero no logre verlo.

—¿Alice, donde está el closet?

—Es aquella puerta de allá — señaló con un movimiento de cabeza.

—¿Puerta? — susurré casi para mí misma, creí que esa sería la puerta de mi baño. Camine a pasos lentos hasta una puerta de color blanco con decoraciones lilas, y al abrirla me quedé boquiabierta. El closet era prácticamente del tamaño de media habitación: espacioso, pero era muy diferente a como era el cuarto. Las paredes eran de un color amarillento y habían ciento y cientos de gabinetes y puestos para zapatos y ropa.

Demasiado, demasiado, demasiado para mí.

—¡Alice! — Inhalé para recuperar el oxigeno perdido, observando la escena boquiabierta — Esto es… demasiado.

—Bella, estoy cansada de tus quejas, vas a usar ese closet y lo vas a llenar te guste… — de pronto enmudeció  — ¡Ah!

—¡Alice! ¿Qué sucede?— tropecé para llegar a ella, mi corazón latiendo desesperadamente con tal grito. Sus ojos desmesurados y una mueca de desagrado en su rostro.

—¡Bella! ¡De verdad necesitamos ir de compras! Dios, esto es una Fashion Emergency — tenía una exagerada mirada de horror y sacaba mi ropa y mis pertenencias de mis maletas a una velocidad furiosa, pero en vez de desordenar dejaba orden a su paso.

—¿Qué sucede? ¿Por qué los gritos? — Jasper entró a la habitación sumamente alterado. Atrás le seguían Emmett y Edward. Los tres estaban agitados, habían subido corriendo las escaleras.

—No es nada Jasper, es solo que  necesito llevar a Bella de compras — le explicó Alice, con una falsa molestia. Emmett rodó los ojos y desalojo la habitación, con Edward siguiéndole los pasos.

—Oh, de acuerdo, cariño. No vuelvas a gritar, cielo. Casi me da un ataque — prácticamente suplicó, recuperando el oxigeno perdido.

—Te lo prometo. Trataré de controlarme — y le dio un pequeño besito en los labios.

Cuando volteó para seguir arreglando mis cosas dentro del armario, me gire a Jasper tratando de ser discreta.

—¿Siempre es así? — susurré. Jasper soltó una carcajada y me contestó en voz baja “Siempre, pero ya te acostumbraras”. Y cuando se dio la vuelta para abandonar la alcoba, Alice exclamó:

—¡Te escuché!

…..

Luego de que Alice saliera de mi habitación y me diera un poco de privacidad, me dirigí al baño y me di una larga ducha para relajar todos mis músculos, levemente tensados. Éste día había sido enormemente agotador, a pesar de que aun fuese temprano: cinco y cuarenta de la tarde.

Me acosté en la cama, y no pude evitar retener las lágrimas en mis ojos, no solo de felicidad, sino también de melancolía. No podía creer que con tan solo un día de haber llegado ya me sentía amada, y estaba completamente agradecida. Pero no podía evitar pensar en mis padres, en lo mucho que los extrañaba y añoraba. ¡Como quisiera que estuvieran conmigo! Desde el accidente no había parado de llorar.

Y pensando en ellos, me quedé dormida.

…..

Me desperté, sobresaltada, alterada con las lágrimas resbalosas como un río empinado. La pesadilla fue tan real, tan vivida. Me encontraba junto a mis padres en el aeropuerto, luego ellos se dirigían hacia el avión, yo intentaba detenerlos, frenarlos de alguna manera pero los pies no me respondían, me encontraba sujeta al suelo. El avión despego y vi, que al estar a una gran altura, exploto en el aire como dinamita.

Dios, nunca había soñado nada parecido desde su muerte, ¡pero esto era demasiado!

Entonces fue cuando me percate de algo, un sonido melodioso, como las teclas de un piano creando una música dulce y divina, por un momento me olvide de la pesadilla reciente, y me dedique a escuchar el sonido tranquilizador.

Me levanté de la cama torpemente, y no era de extrañar que me haya tropezado con el tapiz. Salí de la habitación y bajé las escaleras silenciosamente. La casa estaba abandonada, no escuchaba nada a parte del sonido del piano. A pasos sigilosos, vacilé por la estancia, guiada por el sonido del piano.

En la oscuridad, solo iluminado por la luz de la luna y una pequeña lámpara, se encontraba alguien sentado en un hermoso y elegante piano de cola negro. Me acerqué solo lo suficiente para ver de quien se trataba. Pude reconocerlo fácilmente por los cabellos cobrizos.

—¿Edward? — mi voz silbó en un susurro, sin poder evitar quebrarse al final. Todavía seguía alterada por la reciente pesadilla, por lo que aclaré mi garganta discretamente.

La música cesó con un mal toque. Lo había asustado. Edward se dio la vuelta. A la luz de la luna lucia hermoso. El resplandor iluminaba su cabello cobrizo haciéndolo brillar junto con su piel de seda. Sus ojos estaban exitados.

—Bella — dijo al reconocerme.

—Hola, tocas hermoso ¿Esa canción es tuya?

—Gracias, si. La escribí hace años para mi madre.

—¿A dónde se han ido todos?

—Alice y Rosalie salieron al centro comercial. Carlisle tuvo una emergencia en el hospital, y Jasper y Emmett salieron junto a Esme para ayudarlos con unas cosas. Yo me quedé para cuidar la casa y estar al pendiente de ti — luego enmudeció, mirándome por un momento, su cara se pintó en una mueca de confusión.

 —¿Estabas llorando? — seguramente se había percatado de la hinchazón de mis ojos y el rubor de mis mejillas.

—No — mentí. Pero ni yo misma me lo creí. Se inclinó y coloco su mano con precaución sobre mi mejilla, cerciorándose de que lo que dije era verdad. Limpió una lagrima con el dedo pulgar y luego la apartó. Yo empecé a llorar, a llorar y a sollozar sin remedio.

A la mierda. Llorar no vale la pena, pero al menos me desahogo de alguna forma.

El me atrajo hacia su cuerpo para reconfortarme, y rodeó mi cintura con sus manos mientras me daba pequeños golpecitos en la espalda. Yo lloraba en su regazo. Posicione mis manos alrededor de su cuello y le apreté de una manera que pudo dejarlo oprimido. Él no dijo nada, estaba seguro de que no se necesitaban palabras ya que sabía perfectamente la causa de mi depresión. Él ya había pasado por lo que yo estaba pasando ahora. Lo sabía, Charlie me lo había dicho.

Cuando logré controlarme luego de varios minutos, murmuré:

—Perdona por esto…. Es que…. — no pude terminar, mi cuerpo no me lo permitió. Me aleje de él limpiando las lágrimas con el dorso de mi mano.

—No tienes nada que explicarme Bella, te entiendo, todo está bien, quiero que sepas que cuentas con mi apoyo y con el de todos nosotros. No estás sola — su voz era como una caricia.

—Gracias, no tienes idea de cuánto les agradezco — sonreí, completamente agradecida de su compresión. No se le notaba incomodo con mi presencia, como pensé que lo estaría. Cualquiera se sentiría incomodo lidiando con una depresiva.

Me regaló una sonrisa de lado que me hizo hiperventilar.

—No hay de qué, ¿Quieres que te prepare un té?

 —Hummm, un té me sentaría bien.

—De acuerdo — se levantó y me guio hasta la cocina. Ese contacto me hizo sentir extraña, un tacto suave, cálido. Me sentí repentinamente protegida

 

Capítulo 1: Puñalada en el Corazon Capítulo 3: Pequeña pero Peligrosa

 
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