Gracias a las Estrellas.

Autor: 012Victoria210
Género: General
Fecha Creación: 19/01/2010
Fecha Actualización: 27/09/2013
Finalizado: NO
Votos: 58
Comentarios: 180
Visitas: 224750
Capítulos: 36

TERMINADO

Tras un accidente, Bella se ve en la necesidad de acudir a la familia de Carlisle. Los Cullen, quienes seran en adelante su nueva familia. Alli se enamora, y aprende el significado de la frase "Sigue Adelante"  

Las cosas no siemore son como uno las planea. El destino es el que baraja las cartas, y nosotros somos los que jugamos. La vida podrá tener sus momentos alegres y cálidos, pero tambien dias tristes y no deseados.

"Yo jamás podre saber lo que el destino me deparará, pero hay algo de lo que estoy completamente confiada: El amor, todo lo puede"

Bella Swan

"Fruta Prohibida", en LunaNuevaMeyer

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Capítulo 4: Duda

 

Me desperté al mañana siguiente debido a los rayos del sol que entraban por mi ventana. Me extrañaba. Los únicos días donde había luz en Forks eran escasos, y ocurrían prácticamente dos veces al año…

                Un momento. ¿Ventana?

                Abrí los ojos para comprobar que estaba en mi habitación, y los recuerdos de la noche anterior llegaron a mí como un remolino, ¡Dios! ¡Me quede dormida en los brazos de Edward! ¡Qué vergüenza! ¿Edward me habrá cargado hasta aquí anoche?

                Me levanté vacilante de la cama y me dirigí al baño para asear mis dientes, rostro y cabellos, que parecía un nido de pollos. Me asomé hasta la mesita de noche para comprobar la hora. 11:00 AM en punto. ¡Ahora me la vivía durmiendo! Ya creerían ellos que era una completa vaga.

                Esme, Rosalie y Alice se encontraban en la cocina y estaban en medio de diferentes actividades, cuando llegué hasta la cocina. Alice estaba montando la pasta, Rosalie cocinaba en una olla un poco de carne molida y Esme trabajaba con la cebolla y la salsa.

                Pasta a la boloñesa. Sin duda.

                Mi mente viajó de regreso a aquel día de lluvia, aquel día en el que me había encargado de preparar exactamente lo mismo para una sorpresa, el día en que tenía la cabeza llena de esperanzas, el día en el que mi mundo se fue abajo, el día en el que Charlie y Renee nunca llegaron.

                Ellas no me vieron parada en medio de la cocina, por supuesto, ya que  estaban de espaldas a mí. Así que aproveche la ventaja de no tener que dar explicaciones y salí apresuradamente de la cocina. Mis lágrimas eran un caso perdido, y mordía mi labio inferior para tratar de no sollozar. Cruzando el pasillo de la planta superior choqué con algo duro. Cerré los ojos esperando la caída, pero dos manos me sujetaron firmemente de la cintura, antes de que me fuese de bruces al suelo.

                —¿Bella? ¿Te sientes bien? — Edward preguntó.

                Yo me limité a asentir con la cabeza evitando su mirada, no quería que viera aquellas cascadas de lágrimas que salían apresuradas de mis ojos, no quería que sintiera pena o lastima por mí. Odiaba eso. Pero un sollozo que escapó de mi pecho reveló mi estado de ánimo.

                Cabizbaja para que no me viera, me quedé entre sus brazos. Él me alzó la cabeza para comprobar mi estado, y su rostro se crispó en desagrado.

                Luego de un momento, dejé de desviar mi mirada, y posé mis ojos en esas orbes verdes que me tenían loca, que me miraban expectante.

                No dije nada, él tampoco. Nos limitamos a fundir nuestros ojos en una mirada profunda, mientras mis lágrimas bajaban silenciosamente por mis mejillas.

                Me abrazó, y yo pase mis manos por alrededor de su cintura, el perfume que su cuerpo despedía era simplemente perfecto, dulce, masculino, pero no pude disfrutar mucho de ello porque mi mente estaba ocupada tratando de evitar recordar el peor día de mi vida, y ahí fue cuando comencé a llorar de verdad, ahogando mis sollozos en su pecho, empapando su camisa de lágrimas de dolor. Temblaba, hipaba y sollozaba sin parar, el día anterior no había pensado mucho en mi pasado, me había encargado de desconectarme del mundo por un momento y solo encargarme del presente, pensar en esa familia y pasarla bien con Alice. Pero la verdad era otra y yo la sabía, mi mundo no era color de rosa, porque yo sabía perfectamente que esta no era mi verdadera familia y que la mía se encontraba en otro lugar menos en este mundo.

                No sé cómo, pero Edward poco a poco me fue guiando hasta mi habitación cerrando la puerta al entrar. No me pareció un acto indecoroso, porque seguramente sabría que no quería que nadie de esta familia se diera cuenta del estado en el que me encontraba, ya que eso traería la preocupación de todos.

                Me ayudó a sentarme con cuidado sobre la cama con él a mi lado. Había parado de abrazarme, pero aun su mano tomaba la mía temblorosa.

                —Yo… Edward… es… — balbuceé inentendible.

                —Shhh—  retiró un mechón de cabello de mi rostro y lo posicionó detrás de mi oreja.

                Quería explicarle porque lloraba, quería describirle aquel vacio que sentía en mi pecho, pero  por más que lo intentara, no podía. Deseaba sacar todo esos sentimientos  acumulados en mi pecho que me impedían respirar normalmente.

 Nunca podría dejar de recordar aquel día. Nunca podría olvidar a las únicas dos personas que me han dado todo el amor del mundo, nunca podría dejar de llorar por ellos

Me limité a acercarlo a mí para abrazarlo con fuerza y él me respondió de la misma manera. Necesitaba del apoyo de Edward, ¡como lo necesitaba!

No sé por cuánto tiempo nos quedamos abrazados, pudieron haber sido segundos, minutos, horas. En ese momento yo no tenía percepción del tiempo. Solo me dediqué a llorar en silencio, hasta que las lágrimas cesaron.

—¿Te encuentras mejor? — preguntó, cuando me estaba soltando de su agarre.

—Si.

—¡Edward!  ¡Baja cariño, el almuerzo estará listo en 30 minutos y necesito que vayas a comprar unas cosas! — gritó Esme desde el piso inferior.

—Vamos — se levantó de la cama y me tendió la mano para ayudarme a levantarme también.

—Voy a lavarme el rostro, no quiero que se den cuenta de que estuve llorando.

—Te espero abajo – me dedicó una última sonrisa antes abrir la puerta para salir de la habitación.

Me apresuré en ir al baño y lavarme la cara a fondo, tratando de disimular mis ojos irritados e hinchados. Esperé un minuto antes de bajar.

—Buenos días, Bella — me saludó Esme mientras me adentraba a la cocina, Alice me dio una sonrisa maliciosa y una mirada pícara, no entendí su expresión, pero lo dejé pasar. Edward se encontraba sentado en el desayunador con una mueca de fastidio, al verme me dedicó una sonrisa deslumbrante, y Rosalie me dio una pequeña sonrisa… ¿Dulce? Qué extraño.

—Buen día a todos, lamento haber dormido tanto, parezco un oso invernando.

-Oh no te preocupes Bella, eso no es nada comparado con Emmett – dijo con una carcajada, yo solo le sonreí en respuesta – Aun debe estar durmiendo

—Edward también se acaba de levantar. ¿Qué extraño no?... podría jurar haberlo visto esta mañana…  - Mas falsa no podría ser esa expresión de inocencia de la cara de Alice. No entendí para nada lo que dijo, pero me pareció que Edward sí, ya que rodó los ojos e hizo una mueca con la boca.

—Alice, acompaña a Edward a comprar pan refresco y pimienta, creo que la salsa no tiene suficiente.

Genial, hoy comeríamos pasta a la boloñesa. Sería muy difícil hacerme la loca durante el almuerzo.

—Vamos madre, mejor has una cosa, vete a descansar que Rosalie y yo nos encargamos de la cocina, Bella puede ir con Edward a comprar las cosas — propuso Alice con inocencia, mientras me guiñaba un ojo. Edward resopló con evidente exasperación — ¿Verdad Bella?

—Oh.. si claro, no hay problema — acepté, mirando a Alice de manera ceñuda.

                Me cambié y salí de la casa junto a Edward para dirigirnos al pueblo, su Volvo plateado era tan espectacular que parecía recién salido de agencia. El auto estaba impregnado de su olor, por lo que traté de no pensar mucho en ello durante el camino de ida.

                Llegamos al pueblo en 5 minutos y nos fuimos hasta un supermercado, compramos pan, gaseosas, la pimienta de Esme, y además Edward insistió en comprar helado, chocolate y papitas ya que Alice se lo había pedido. Hicimos las compras y nos montamos de nuevo al auto. Todavía faltaban unos minutos para llegar a la casa y la duda me estaba carcomiendo,  le pregunté a Edward.

                —¿Qué es todo eso que se trae Alice?

                —Alice es muy impulsiva y mal pensada, y conociéndola como la conozco estoy seguro de que lo sabrás esta noche – respondió Edward seriamente al principio, pero al final flaqueó su posición y se le salió una risita.

                —Humm… ¿tú me llevaste a mi habitación anoche?

                —Sí, ¿No pensarías que te dejaría dormir afuera, verdad?

                —La verdad, sí lo creí.

                Él solo rodó los ojos.

                El almuerzo estuvo delicioso, Esme era en verdad una gran cocinera. Carlisle llegó a tiempo del hospital para juntarse a nosotros, no pensé mucho durante el almuerzo, solo me limité a disfrutar la comida y cantar mentalmente cualquier cosa para distraerme.

                Luego del almuerzo, cada uno se enfrascó en diferentes actividades, Edward de fue hasta la sala para tocar el piano, Alice y Rosalie se sentaron en el sofá de la sala a hablar sobre ropa y leer revistas de moda, Emmet y Jasper se quedaron arriba a jugar videojuegos, y yo me quedé en mi habitación leyendo mi libro favorito, ‘Cumbres borrascosas’ que ya era como la décima vez que lo leía, pero la verdad nunca me cansaba.

                El día pasó de prisa y ya eran las siete y treinta de la noche, Alice entró precipitadamente a mi habitación.

                —¡Hola Bella! Adivina, ¡tendremos una pijamada! Rosalie, tú y yo. La pasaremos genial.

                —¿Pijamada? Alice… no lo creo, no me llevo muy bien con Rosalie y no quiero hacer molestias en tu habitación…

                —Ninguna molestia, porque será en tu habitación. Y por Rosalie no te preocupes.

                —¿Ah?

                —Bella, tendremos una pijamada te guste o no, así que me haces el favor de darte un baño y ponerte aquella bonita pijama azul que te compré, ¿estamos claras?

                No me tocó de más que aceptar.

                —Clarísimo — me resigné, con un suspiro.

                —¡Genial! Vuelvo en 30 minutos — dio una elegante media vuelta, y caminó hasta la salida.

                Luego de 30 minutos yo ya estaba lista, acostada en mi cama viendo la televisión.Alice entro de repente junto a Rosalie, con montones y montones de golosinas y helado, el que había comprado esta tarde.

                —Voy al baño. Regreso enseguida — Alice abandonó la habitación.

                Rosalie y yo nos quedamos en un silencio incomodo, la verdad no sabía cómo Alice no se daba cuenta de que está noche no sería la mejor del mundo.

                —Bella… — vaciló Rosalie, cabizbaja. Me extrañé de que me hablara.

                —¿Dime, Rosalie?

                —Bella, quiero pedirte disculpas por la forma en la que me he comportado contigo desde tu llegada, sé que prácticamente te he ignorado. Y he estado recapacitando últimamente y me di cuenta de que eras buena. La razón por la que te traté mal al principio fue porque no me sentía muy cómoda con que alguien extraño viviera junto a nosotros… siempre he sido muy protectora con mi familia… así que lo siento. Me he dado cuenta de que eres una persona dulce de buenos sentimientos, y sin intenciones de incomodar a nadie en esta casa — confesó, atreviéndose a alzar la mirada para esbozar una sonrisa increíblemente sincera — ¿Amigas?

¡Vaya! ¡Nunca imaginé a Rosalie diciéndome eso! No pude contener la sonrisa tranquilizadora de mi rostro.

—Amigas, te perdono

                —Gracias Bella — para terminar de sorprenderme, se acercó a darme un impredecible abrazo.

Alice regresó enseguida con una enorme sonrisa.

—Muy bien… ahora, Bella, jugaremos a algo, se llama verdad o reto.

—¿Y cómo se juega eso?

—Hay Bella, ¿vives en otro planeta?, tú vas a escoger si dirás la verdad o reto, todo depende de tu decisión.

—Aja… — Contesté, poco convencida

—De acuerdo, comencemos contigo Bella, ¿verdad o reto? – se sentó a mi lado de un salto gracioso, mientras tanto yo hurgaba en un paquete de Doritos y me llevaba unos cuantos a la boca.

—¿Verdad?

—¿Te gusta mi hermano?

 Casi me atragante con los Doritos por su inesperada pregunta, la verdad no sabía ni que contestar. Mientras trataba de pasar la mal tragada estaba pensando la manera de hacerme la loca y evadir su pregunta.

—Ah ¿Emmett? No vale… solo me cae bien…

—Bella no te hagas la loca, sabes perfectamente que estoy hablando de Edward.

—¿De dónde sacas esas ideas, Alice?

—No sé. Se me hizo una idea cuando lo vi esta mañana salir de tu habitación, que por cierto estaba cerrada, y me pareció muy extraño — se cruzó de brazos, y arqueó una ceja, esperando una respuesta.

—Yo… Alice, a mí no me gusta Edward, además, el solo… me ayudaba con algo… de un libro.

—Mientes, Bella, estas titubeante. Te la pasas para arriba y para abajo con Edward, y no creas que no me di cuenta de que anoche dormiste junto a él en el chinchorro del jardín.

—¿Cómo sabes que estábamos en el chinchorro? — inquirí.

—Los vi por la ventana — oh, claro, por supuesto — ¿Qué hacían tú y Edward durmiendo en el chinchorro Bella? — volvió a insistir.

—No podía dormir, Edward tampoco, nos quedamos hablamos un poco y me quedé dormida, Edward me dijo que después me cargó hasta mi habitación.

—¿Y de que hablaron?  — preguntó Rosalie uniéndose a la conversación, tenía los ojos como platos y sonreía pícaramente, mientras comía una barra de chocolate, esperando expectante por mi respuesta.

—Nada con importancia.

—¿Y esta mañana porque estaba en tu habitación?

—Me dio un ataque depresivo rutinario y Edward me acompañó hasta mi habitación mientras me calmaba, ¿satisfecha?

—Casi, casi —sonrió de manera triunfante.

—Muy bien, dejemos a Bella en paz… — ¡Gracias, Rose!

—¡Ah, no! No creas que te salvarás… dime, ¿verdad o Reto?

—Verdad.

—¿Has dormido con Emmet? — preguntó en doble sentido, ¿Rosalie y Emmet? No lo sabía, aun así ¡esta pequeña vaya que era curiosa!

—Ahm, ¿yo?

—¡No, yo! — ironizó — No te me hagas la boba Rosalie, ¡contesta! — le apuntó con la cuchara del helado.

—Si — admitió Rosalie, sin ninguna pizca de pudor.

 —¡Lo sabía! Si mamá se entera te va a sermonear — reprendió la morena a Rosalie entre risas. Su cómica manera de decirlo provocó que yo también me uniera a sus carcajadas.

Duramos una hora entre preguntas indiscretas, como que cuantos novios había tenido en mi pasado o si era virgen, pregunta la cual me dejó fuera de base. Le respondí obviamente que no, y que nunca en mi vida había tenido novio ni había besado a alguien. Y debido a que ya me estaba cansando de la infinita curiosidad de Alice, propuse ver una película

Tras ver la película, y leer miles de revistas sobre moda a las que no presté mucha atención, las chicas se acostaron a dormir, pero yo aún seguía despierta y sin nada que hacer, así que me levanté con mucho cuidado de mi cama y salí por la puerta sin hacer el más mínimo ruido.

La casa estaba en completa obscuridad, así que no veía muy bien por donde caminaba. Fui directamente hasta el jardín para recostarme en la hamaca, pero frené al darme cuenta de que esta ya se encontraba ocupada. Edward se encontraba acostada sobre ella con los ojos cerrados, respiraba acompasadamente, pero no me parecía que estuviera durmiendo, también tenía los audífonos de música puestos.

Me acerqué sigilosamente hasta él para observarlo, en mi cabeza aun resonaba aquella pregunta de Alice que no abandonaba mi subconsciente ¿Te gusta mi hermano?

¿Me gustaba Edward? No lo sabía, él era dulce, caballeroso, comprensivo y divertido. Y ni hablar de su aspecto físico, parecía un Ángel traído del cielo, pero… ¿En verdad, me gustaba Edward como una mujer gusta de un hombre?

Estaba completamente ajeno a mi presencia, no había abierto los ojos y parecía si estar durmiendo. Dios, la verdad es que Edward era hermoso, se veía tan bello, sus ojos serrados, sus cabellos desordenados y su boca entreabierta lo hacían ver de una manera tan… linda, angelical. ¡Parecía un niño!

Sacudí mi cabeza y giré sobre mis talones, dispuesta a no pensar en eso.

.

.

.

Pasaron tres semanas desde mi llegada a la casa de los Cullen, y ya parecía una de ellos, además de cargar siempre con el brazalete que me había regalado Alice… Los días eran algo monótonos, pero es que estábamos de vacaciones y no habíamos hecho muchos planes que digamos, solo nos habíamos dedicado a ver películas, comer mucho e ir al cine.

Mi relación con Edward mejoraba en ascenso, ahora, como decía Alice, nos la pasábamos la mayoría del tiempo juntos. Pero era debido a que me la pasaba muy bien en compañía de Edward, y parecía que él pensaba lo mismo, ya que no se alejaba de mí. Era un gran amigo, siempre al tanto de mí, y siempre me consolaba en mis ataques histéricos de tristeza diaria.

Aun así. No pude contar ni una noche en la que no me haya despertado bañada en sudor, con la cara empapada de lágrimas y gimoteando de angustia. Pero para eso tenía a Edward, para estar ahí para mí y ayudarme a superarlo. A veces mi subconsciente me repetía la pregunta que Alice me había dicho aquel día de pijamada, pero acostumbraba a ignorarlo y descuidar mi curiosidad. Durante las noches Edward y yo nos íbamos hasta la hamaca del jardín y nos recostábamos a ver las estrellas o a charlar sobre cualquier tema que no llegaría a ningún fin, solo nos divertíamos, contábamos anécdotas  y chistes. Casi siempre sin previo aviso me quedaba dormida y a Edward le tocaba cargarme hasta mi habitación.

Los amigos son como las estrellas, siempre están ahí cuando los necesitas. Y todas las noches le daba las gracias a las estrellas, pero no a las estrellas del firmamento, sino a mis estrellas personales, a las luces de mi vida. Alice, Edward, Emmett, Jasper, Rosalie, Carlisle, Esme. Mis guardianes.

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.

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Era sábado, los Cullen habían salido a hacer unas compras y Edward y yo nos encontrábamos en el sofá de la sala, ensimismados dentro de una película de comedía barata.

La mayor parte del filme, nos dedicamos a lanzar palomitas el uno al otro, hasta que de pronto Edward se puso de pié, robándome el tazón de los pop corns, para salir huyendo. Infantil, pensé, antes de correr a alcanzarle, comportándome como otra infantil. Él me cargó al hombro como si fuera un sucio saco de papas, y me tiró sobre el sofá. Pero yo, haciendo utilidad de mis pocos reflejos, lo había sujeto de las solapas de su camiseta para que se viniese conmigo, hasta que ambos terminamos en una incómoda posición sobre el mueble, con Edward sobre mí.

—Ups — bromeé.

Pero nuestras risas cesaron, cuando nos miramos directo a los ojos. Sus orbes, verdes, bañadas con un brillo de intensidad, penetraron sobre los míos, provocando que un inconsciente rubor se hospedara repentinamente en mis pómulos. Ninguno de los dos dijo nada, solo nos limitamos a mirarnos, de tal forma que no me di cuenta si de verdad habíamos llegado a parpadear, hasta que él poso su mirada sobre mis labios. Yo le observé, ensimismada y avergonzada, hasta que me atreví a repetir su acción… quería, quería besarlo, quería saber cómo se sentían esos labios perfectos que se encontraban entreabiertos a centímetros de mi rostro.

El repiqueteo del teléfono nos hizo dar un respingo a ambos, Edward se levantó y me ayudo a incorporarme, al tiempo que tanteaba dentro de su bolsillo para contestar el llamado.

—¿Alice? — Edward carraspeó.

No pude escuchar demasiado, solamente la pequeña vocecita entusiasmada de Alice, seguido de unos grititos que pudieron haber dejado sordo a cualquiera.

—De acuerdo, vamos para allá.

—¿Qué es lo que quería? — pregunté, cuando colgó el móvil.

—Quiere que nos reunamos en el Track Night en 30 minutos, y recomiendo que nos vayamos alistando. No vaya a ser que Alice se descomponga.

Durante el camino ninguno dijo nada sobre lo ocurrido anteriormente, esa cercanía había sido realmente extraña, nos sumimos en un silencio un poco incómodo, pero pareciera que Edward estaba sumido en sus pensamientos al igual que yo. ¡Dios! ¡Estuve pensando la posibilidad de besar a Edward! ¿Qué rayos me sucedía? ¿Será que Alice tenía razón, y me gustaba su hermano?

El lugar aparentaba ser elegante, colmado de gente, las escaleras de color azul rey estaban adornadas con luces y brillos, las paredes tenían imágenes abstractas en colores oscuros, el suelo era de madera y había un bar donde la gente charlaba animadamente. Emmett, Rose, Jasper y Alice, yacían sentados en una mesa al fondo al frente de una… ¿Tarima? Le eché una mirada de reojo a Edward, quien mantenía una sonrisa burlona en los labios que se me hizo, muy sospechosa. 

—Hola… ¿Qué es todo esto? — aventuré a decir, al ver sus sonrisas expectantes. ­­

—¡Bella! Éste es un bar de karaoke, las chicas se han apuntado para cantar esta noche y tú estas anotada en la lista — me informó Jasper, bebiendo indiferentemente un sorbo de su vodka.

—¿Ca… cantar? —me volví a Edward con una mirada reprobatoria — ¿Por qué no me lo dijiste?

—Te advertí que algún día te escucharía cantar, me pareció la oportunidad adecuada — esbozó una maliciosa sonrisa. Contuve los absurdos deseos de sacarle la lengua, sentándome junto a  Rosalie y Alice, que charlaban críticamente sobre el vestido que traía una mujer dos mesas atrás.

—Hola Bella, nosotras venimos dentro de un momento, cada una cantara individualmente, Rosalie Cantara See a Little Light y yo Umbrella ¡Me encanta esa canción! ¿Qué cantaras tú?

—Oh, Alice… yo… no puedo cantar en público, no sirvo para eso.

—Oh, vamos, Bella, no seas aguafiestas. Ya le pagamos al DJ y me da fastidio ir a cancelar — se quejó Rosalie.

—Vale, vale. Entonces… ¿Nobody’s home? — ¿por qué mierdas dije eso? ¿era masoquista, acaso?

—Excelente selección, seguro la cantarás maravilloso — Rosalie se puso de pié para informarle al DJ acerca de mi interpretación.

—¡La noche de Karaoke ha comenzado! ¡recibamos con un fuerte aplauso a Alice Cullen con el tema ‘Umbrella’ de Rihana! — anunció el animador sobre la tarima, cediendo el puesto a la saltarina duendecilla que tenía por amiga. La música comenzó y Alice empezó a mover la cadera atrevidamente, claro, al estilo de la canción

You had my heart, and we'll never be worlds apart

Maybe in magazines, but you'll still be my star

Baby cause in the Dark, You can't see shiny Cars

And that's when you need me there

With you i'll always share

¡Because!

When the sun Shine

We’ll shine Together

Told you i'll be here Forever

Said I'll always be your friend

Took an oath i’m a stick it out till the end

Now that it's raining more than ever

Know that we'll still have each other

¡You can stand under my Umbrella!

¡You can stand under my Umbrella!

(Ella ella eh eh eh)

Under my umbrella

(ella ella eh eh eh)

Under my umbrella

(ella ella eh eh eh)

Under my umbrella

(ella ella eh eh eh)

                Luego de que Alice finalizara con su presentación, el lugar estalló en aplausos encantados. Emmett silbaba mientras Rosalie, Edward y Jasper gritaban ‘Alice, Alice’ a coro.

                    Ella bajó elegantemente del escenario mientras corría a los brazos de Jasper que la esperaban abiertos, ahora, era el turno de Rosalie.

                     Ésta se levantó de una manera elegante y natural muy típico de ella y subió al escenario haciendo resonar sus pequeños tacones de aguja sobre el duro suelo de madera, traía puesto un vestido rojo pasión y cubierta con una pequeña chaqueta de cuero. 

—Recibamos a Rosalie Cullen, con el tema ‘See a Little Light’.

                    Rosalie se detuvo en medio del escenario con el micrófono en la mano, haciendo una excelente expresión de soledad sobre su rostro, se sentó en unas de las sillas del bar que colocó  sobre la tarima, agachó la cabeza de modo que  pareciera estar llorando, pero era solo actuación. La música comenzó con el hermoso sonido del teclado

Stay alone in my room , every moment passing too slow

 watch the candles burn into the night

Fall into a dream, wake up and everythings the same, a second 

older, but alone, just like a child

If you just give me a sign, 

to live and not to die

¡Then I can see a little light!

 ¡I can find a piece of mine!

 I dont know where you are, 

Maybe near or maybe far,

¡I just need a little light!

uuu,u, lalala a uuu a

                    La canción prosiguió con una variedad de oraciones que mantenían el mismo ritmo de al comienzo. Finalizó la canción, el lugar estalló nuevamente en aplausos ensordecedores. Rosalie podría sin ningún problema ganar un Grammy con tal actuación

 

                    Cuando bajó del escenario, me guiñó un ojo y esa fue mi señal, era mi turno, me había olvidado por completo de ello, estaba tan entretenida cantando y observando a las chicas Cullen que no me acordaba para nada de que yo era la próxima seguida de ellas, en ese momento me atacó una ola de nervios que me recorrió completa hasta acumularse en el centro de mi estómago, no podía cantar, no podía, haría el ridículo, lo sabia.

 

                    —Ahora con ustedes, Bella Swan con el tema de ‘Nobody´s home’ de Avril Lavigne.

                   

                    Al escuchar mi nombre me quedé paralizada en mi puesto, las luces del escenario me apuntaron a mí y todas las personas del sitio se voltearon a mirarme, yo simplemente no podía moverme.

 

                    —Vamos Bella, mueve tu trasero al escenario — Alice Ordenó.

 

—Bella, lo harás excelente, solo olvídate de la gente —  susurró una voz aterciopelada e inconscientemente seductora al odio, me giré a ver a Edward, encantándome con su sonrisa ladina, mi favorita.

                   

                    Eso fue suficiente incentivo como para levantarme de mi asiento y dirigirme a la tarima donde el animador me esperaba sosteniendo el micrófono. El temblor de mis manos hizo que me fuese difícil tomarlo sin dejarlo caer torpemente al suelo.

 

                    Las luces me dieron justo en el rostro y el lugar se oscureció, tanto que no podía ver al público que esperaba por escucharme, eso me ayudo un poco, así que, no sería tan difícil.

 

                    Vamos Bella, tú puedes, estás en tu cuarto de baño, mirándote al espejo mientras cantas cepillándote el cabello como todas las mañanas al levantarte. Olvídate de la gente.

 

                    La música comenzó a sonar, en ese momento yo no había tomado ninguna decisión al respecto, solo podía estar medio petrificada mientras los nervios me comían viva, situé mi vista hacia la mesa donde se encontraba sentada mi familia cuyos rostros casi no podía ver debido a la poca luz del lugar. Esforcé un poco más mi vista para poder encontrar mi objetivo, Edward, logré reconocer quien era por sus desordenados hilos color bronce y sus brillantes ojos esmeraldas, me miraba expectante… y comencé a cantar.

 

I couldn't tell you why she felt that way,

She felt it everyday.

And I couldn't help her,

I just watched her make the same mistakes again.

 

What's wrong, what's wrong now?

Too many, too many problems.

Don't know where she belongs, where she belongs.

She wants to go home, but nobody's home.

It's where she lies, broken inside.

With no place to go, no place to go to dry her eyes.

Broken inside.

 

Open your eyes and look outside, find a reasons why.

You've been rejected, and now you can't find what you left behind.

Be strong, be strong now.

Too many, too many problems.

Don't know where she belongs, where she belongs.

She wants to go home, but nobody's home.

It's where she lies, broken inside.

With no place to go, no place to go to dry her eyes.

Broken inside.

 

…………………………

 

                    Me di cuenta de que la canción había finalizado en el momento en el que las luces se encendieron y la gente empezó aplaudir, ¿de verdad estaban aplaudiendo por mi voz? Ni siquiera me había fijado de cómo canté, estaba muy concentrada tratando de tragarme los miedos mirando los ojos de Edward.

 

                    Bajé de la tarima a paso vacilante, y antes de siquiera poder llegar hasta la mesa, Alice me abrazó precipitadamente, mientras me gritaba dando saltitos.

 

                    —¡Bella! ¡Lo hiciste estupendo! Tienes una magnífica voz.

 

—Creo que tenemos una nueva Beyonce en la Familia — apoyó Emmett.

 

                    Jasper y Rosalie me felicitaron también, y luego llegó Edward, quien me dio un abrazo cálido y me pellizcó la mejilla.

 

                    —Lo hiciste excelente, ¿ves? Te dije que estabas exagerando — dijo con una risa musical, yo tampoco pude evitar reírme ante su comentario.

 

                    Regresamos a la casa a eso de once de la noche, nos habíamos quedado un rato más para observar a otros participantes interpretar diferentes canciones, pero cuando nos dimos cuenta de que ya el lugar se estaba vaciando, nos fuimos de allí.

 

                    Me puse mi pijama, me abracé al osito de Emmett y me fui a la cama.

 

                    Y por primera vez, desde que había llegado a esta mansión, soñé algo diferente a lo que había soñado anteriormente, no era una pesadilla, sino algo mucho más impactante.

 

                    Edward.

 

Capítulo 3: Pequeña pero Peligrosa Capítulo 5: Conocidos

 
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