POV BELLA

Al entrar la habitación encontré a la pequeña Alice acurrucada plácidamente en su cama.

-¿Qué sucede, mi pequeña?-pregunté en un susurro, acariciando su cabello.

-No lo se, tía, sólo... no me encuentro bien- contesto mi preciosa Alice.

-¿Acaso te sientes mal?- me acerqué más a ella, sumamente angustiada.

-No sé, pero siento mucho frío- dijo mi hermosa sobrina. Sus palabras terminaron de preocuparme.

- Llamaré al Marqués de Cullen, cariño. No me gusta para nada la cara que tienes- le dije cubriéndola con una manta que tenía cerca de su pequeño buro.

La respiración de Alice se volvió acompasada, ahí noté que mi angelito se había quedado dormido. Sonreí levemente y salí de la habitación dispuesta a buscar a mi padre.

-Mi niña Bella- saludó amorosamente mi nana. Silvia, la mujer que había dedicado su vida a cuidar de mi madre y de mí.

-Nana, Alice no se siente bien- le advertí con la preocupación tatuada en cada palabra.

-Mi Señor Charles y mi Señora Anabella parecen estar enfermos- me informó mi nana, dejando ver una mueca que me hacía oprimir el corazón -El señor mandó llamar al Marqués de Cullen, esperemos que esté en su hogar o en el hospital.

-Voy a ver a mi hermano- informé atropelladamente.

-Iré con la niña Alice- me dijo caminando hacia la habitación de mi sobrina.

Caminé presurosa a los aposentos de mi hermano y su esposa. 

Al entrar a la  habitación vi a mi hermano acostado en la cama, junto a él se encontraba Anabella. Se abrazaban y ella parecía dormir sobre el pecho de Charles.

-Hermano- susurre.

-¿Bella?- preguntó él con voz débil.

-¿Cómo te sientes?-cuestioné preocupada.

-Algo débil, pero nada de qué preocuparse. Tal vez sea un mal que se cure con un remedio de los que traerá el Marqués- rió mi hermano, con debilidad.

-Estoy segura que así será- afirmé convenciéndome de sus palabras.

-Alice ¿dónde esta?- preguntó con un hilo de voz y frunciendo el ceño.

-En su habitación, al parecer no se siente bien- le informé.

-¿Qué es lo que tiene?- quizo saber entre resuellos irregulares.

-Yo diría que algo parecido a tus síntomas, pero será el Marqués quien diga eso, está en camino.

Pasada una hora,  en donde estuve un tiempo con mi hermano y mi cuñada y el restante con mi Alice; llego el Marqués de Cullen acompañado por su esposa.

 Él estuvo en la habitación de mi hermano, para, posteriormente, pasar a la de mi sobrina.

Cuando la revisó me obligó a salir de la habitación. 

No sé cuánto  paso, para mí fue eterno, tal vez días enteros.

Justo en el momento en el que salió el  Marqués de los aposentos de mi Alice, noté que había deambulado sólo unos minutos por el pasillo.

-Lady Isabella, debo pediros tener cuidado con los enfermos. Lady Alice está muy débil y sus síntomas  avanzan más despacio que los de sus padres, Lord Charles y mi sobrina no se encuentran con más posibilidades que la niña. Al parecer es una enfermedad que ha estado cubriendo la mayor parte de la zona norte de Europa, la han denominado desambiguación (cólera)- me informó el Marqués.

La siguiente conversación se basó en las medidas que debíamos tomar cada habitante de la casa para evitar el contagio. 

Pasaron 4 eternos días en los que el estado de salud de mi hermano y mi cuñada fueron empeorando. Llegó el momento en el que ya ni siquiera me permitían acercarme a la habitación, mi padre y yo permanecimos aislados de sus aposentos. Al segundo día Charles y Anabella fueron separados en dos habitaciones.

El miedo se había apoderado de mí, ya llevábamos una semana. Se cumplían 7 días y Charles parecía estar peor, Alice había mejorado considerablemente y el Marqués me había permitido que estuviera cerca de ella. 

Nuestra vida se había resumido a cuidar de mi hermano, de mi amada sobrina y mi cuñada. Las visitas iban y venían, las hermanas de Anabella y sus padres venían continuamente; y el Marqués de Cullen estaba constantemente de visita y permanecía eternas horas en casa. Había movilizado parte del personal que lo acompañaba en el hospital en donde trabajaba.

Era cerca de media noche y no había podido conciliar el sueño, aún así me encontraba en mi habitación a causa de la angustia que me había invadido, no quería perder a mi hermano, con el perdería mi esperanza... mi todo. 

El Marqués había decidido recientemente permanecer en nuestra mansión para ver su evolución, pero las esperanzas eran pocas.

-Niña Bella, su hermano desea verla- dijo mi nana través de la puerta de mi habitación.

 De inmediato me levante y corrí hacia donde estaba él. 

Dos jóvenes permanecían junto a mi hermano, Anabella estaba también en la habitación y permanecían tomados de la mano.

-¿Qué es esto?-pregunte con agonía.

-Sabes bien que nos queda poco tiempo, mi hermosa Bella- dijo mi Charles con voz temblorosa.

-No..-solloce.

-Sí, Bella, nos iremos pronto. Pero no podamos partir sin hacerte prometer una cosa- habló Anabella con su voz aún más débil. Asentí.

-Haré lo que quieran, pero no nos abandonen. Háganlo por Alice, por mi- rogué.

-Mi bella princesa, debes prometerme que cuidarás de Alice y estarás con ella por nosotros- dijo Charles.

-Por supuesto- afirmé.

-Gracias, Bella, has sido como una hermana para mí- secundó Anabella, dando una profunda respiración y  cerrando sus ojos.

-Descansa, amor mío. Te acompañare en un instante- le dijo en un leve susurro mi hermano a su esposa.

-Te amo, pequeña, no lo olvides- fue lo último que oí de la masculina voz de mi hermano.

Las damas que estaban junto a ellos los revisaron y entre ellas gritaban por el Marqués. Me quedé estupefacta, congelada en mi lugar sin creer el suceso del que había sido testigo. No pasó mucho tiempo cuando el Marqués estuvo en la habitación, sin que él lo confirmara, yo sabía lo que había sucedido ante mis propios ojos: mi hermano se había ido de mi lado, él me había abandonado. 

Él y Anabella nos habían abandonado a mi padre, a Alice y a mí.