Sólo disfrutenlo!!! gracias vicko!! las amo!!! y no me maten jejeje!!
vamos!!! mil gracias a vicko que sin ella no estarian leyendo jejejeje te amo primis!!
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POV BELLA
-¡Arg como lo odio!- grité entrando al compartimiento.
-¿Sucede algo malo, mi niña?- pregunto mi Nana angustiada.
-Nada Nana- le respondí arrojando el chal que cubría mis hombros.
-Isabella, te conozco prácticamente desde que estabas en el vientre de tu madre y sé que estas molesta por algo.
-Nana, odio que me llames Isabella y lo sabes.
-Lo siento, mi niña, pero ahora me vas a decir qué te sucede- sentenció.
-Lo siento, Nana, es sólo que Lord Cullen me saca de mis casillas. ¿Cómo es posible que tenga el descaro y la desfachatez de estar todo el viaje con Lady Masen?- bufé furiosa.
-¿Te molesta, mi niña?- me pregunto Nana en tono dulce, eso me molesto aún más. Ese tipo de tono sólo lo empleaba conmigo cuando trataba de convencerme de algo evidente.
-Por supuesto, ¿acaso no debemos guardar las apariencias?- dije con indiferencia fulminando a Nana con la mirada.
-Entonces, ¿sólo es eso?- me cuestionó
-Por supuesto o… es que… ¿crees que me molesta por algún otro motivo?- le reté al borde de la histeria.
-No, mi niña, si tú lo dices es así- dijo ella caminando hasta la salida del compartimiento riendo de forma discreta.
-Nana, ¿tienes algo que decirme?- pregunté.
-No te engañes a ti misma. No te hace bien y puedes perder la oportunidad que tanto has buscado- me dijo saliendo del compartimiento, dejándome allí enfurruñada y vacía.
Pocos minutos después Edward hizo su aparición para informarme que habíamos llegado al puerto.
Bajamos del barco, ya estando en tierra pude ver a Danny Masen. Una ira irracional me invadió, no sabía porque pero la odiaba, tal vez era porque se atrevía a tomar demasiada confianza con un hombre casado o tal vez por que odiaba a las niñas mimadas que aparentaban ser lo que no eran. Reí mentalmente ante mi absurdo pensamiento.
Crucé a través de la gente, tratando de ignorar saludos y demás, odiaba tener que sonreír cuando lo único que deseaba era gritar.
-Lady de Cullen- habló una dulce voz.
Observé con atención a la dueña de aquella melodiosa voz, al hacerlo noté que era Danny Masen. La vi con tanta claridad que logré entender por qué Edward sonreía en su compañía y no en la mía. Me odié mil veces por darme cuenta de la belleza de aquella dama, no pude evitar sentirme inferior a ella. Entonces entendí que si en algún punto Edward pudiera haber tenido la loca idea de enamorarse de mí, lo descartaría inmediatamente al ver una dama como Lady Masen.
-¿Diga?- respondí con arrogancia.
-¿Me concede un minuto a solas?- pidió amablemente.
-Que sea breve, debo continuar mi camino- respondí, encaminándome hacia una parte poco transitada. Lady Masen me siguió en silencio.
-Sé muy bien que usted y yo no nos conocemos; adjunto al hecho de que no soy de su entero agrado, y para serle sincera usted tampoco del mío…- comenzó a hablar.
Me sorprendí ante su afirmación, si bien la odiaba cada minuto que la miraba, jamás lo diría en público, no era muy educado andar hablando de otras damas en la sociedad. No pronuncié ni una sola palabra, entonces ella continúo.
-Pero no mal entienda mis palabras, la única razón por la que no la tolero es por Edward- mi expresión tuvo que haberla desconcertado por qué continuo rápidamente.
-No es por lo que usted cree. Es sólo que odio ver cómo mi mejor amigo sufre. Nunca lo había visto mirar a ninguna dama como lo hace con usted, hablar de usted lo inspira y aunque él también se resista a creerlo… la ama. Lo sé, lo conozco. Lo que odio es que usted sintiendo lo mismo lo haga sufrir.
No dije nada, sopesé cada palabra, ¿acaso era tan evidente que me sentía atraída por ese hombre?
-No entiendo a qué se refiere, Lady Masen, y le ruego que no se entrometa en asuntos que sólo nos conciernen a Lord Cullen y a mí- dije defendiéndome y haciéndome la desinteresada.
-Puede que yo no deba entrometerme, pero quiero advertirle que si Edward sufre algún daño por su causa, tendrá que lidiar con mi venganza- me amenazó seria –así que tome las cosas con calma y por su bien y el de Edward acepte sus sentimientos- sentenció.
-No...- tartamudeé perpleja.
-No necesito que me diga nada, es sólo una advertencia- dijo para luego marcharse y dejarme allí. No sentí a Edward acercarse, reaccioné en cuanto me habló.
-¿Te sucede algo, Isabella?- preguntó.
Negué con la cabeza y caminé en la dirección que me indicaba.
Cuando ya todos estábamos listos, en unos nuevos carruajes que nos llevarían a una especie de estancia en donde pasaríamos, según Edward, la noche; partimos. Dormí casi todo el camino, Edward en un leve susurro me despertó.
Entramos a la casa, ésta parecía más una de las casas-haciendas que estaban ubicadas a las afueras de Londres, que un estancia de huéspedes. Nos indicaron nuestra habitación y casi corrí a ella en busca del cuarto de aseo. Permanecí en él casi una hora, me vi obligada a salir de allí por la urgencia en la voz de Edward, quien de verdad parecía preocupado por mi tardanza. Tras mi salida del cuarto de aseo, me senté en el hermoso ventanal de la habitación, desde allí se podía admirar la luna en lo más alto del cielo.
Pensé en las palabras de Danny Masen, en su clara amenaza, luego en su belleza comparada a la pobreza de la mía. ¿Cómo podía ella afirmar que Edward me amaba si yo no era sino sólo una insignificante adolescente que había aceptado un matrimonio por interés?, entonces me cuestioné si de verdad había accedido a casarme con Edward por su dinero, por ayudar a mi padre o simplemente porque sentía algo mas por él. Quise llorar, pero no podía permitir que eél me viera débil, no una vez más.
Giré mi cuerpo hacia la cama en donde Edward yacía, me quedé muy quieta esperando algún movimiento de su parte, pero lo único que logre percibir fue su acompasada respiración, me levanté, caminé con delicadeza hacia la cama, levanté las mantas y me acurruqué a un lado de él.
Observé la paz del rostro de Edward, lucía hermoso… no, mucho más que eso, parecía un ángel; ahí en calma y serenidad. Me sentí miserable por perturbar su paz, por robarle la alegría a su rostro. Inconscientemente pasé mis dedos sobre su rostro, era tan perfecto.
-No te imaginas cuánto te amo- dije en un susurro, sorprendida por mi revelación llevé mis manos a la boca.
-¿Sabes?, aunque no lo creas yo también te amo- dijo Edward en un susurro.
Me quede completamente inmóvil de la impresión, ¿y ahora que haríamos?, ¿en verdad nos amábamos? ¿Acaso eso cambiaria algo?
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