1890.

Londres, Inglaterra.

En la enigmática ciudad londinense el comercio se basaba en las pocas pero bien extensas bolsas de valores Neoyorkinas y en la venta de toda clase de productos en mercados extranjeros.

La sociedad, muy bien establecida y marcada por estatutos, clases sociales y estrictas reglas de  etiquetaestaba siempre presente en el día a día de sus habitantes.

Los Swan, Cullen, McCarthy, Hale, Black y Dwyer, eran las más reconocidas, excelsas y aclamadas familias  de la elite londinense.

El Señor Arthur Dwyer, poseía una de las más grandes fortunas.

 Pero su posición económica tuvo una inminente caída, debido a sus malas negociaciones,  perdiendo asi enormes cantidades en muy poco tiempo.

Por su parte, Lord Charlie Swan, heredero de uno de los magnates más grandes de la época; había tomado el control de sus finanzas desde hacía diez años.

Lord Charlie se había casado con una mujer originaria de Francia, de padres ingleses y gran heredera, igual que él.

Su nombre era Narcisa Desplatt, la dama había muerto cuatro años atrás de una extraña enfermedad, dejando huérfano al pequeño Charles Swan Desplatt de once años.

Lord Charlie, en un acto de buena voluntad, buscó la manera de ayudar al orgulloso y déspota Arthur.

Le propuso casarse con su hija, para así subsanar un poco su mala racha.

 Días después de la propuesta, Arthur permitió la boda; aunque juró solemnemente y en silencio no dejar que su hija y Lord Charlie fueran felices, a pesar del profundo amor que habían sentido desde que se conocieron.     

Para Arthur, aquel matrimonio era una unión de conveniencia que al paso de un par de años podría disolverse, tenía todo calculado los separaría en cuanto estuviera de nuevo en un buen nivel económico y destruiría a Charlie cuando tuviera en sus manos el poder de la riqueza.

La boda se celebró por todo lo alto, el obispo bendijo la unión y René Dwyer pasó a ser una Swan.

Charlie apoyó a su suegro, subsanó casi todas sus dificultades y tomó el control de gran parte de la fortuna Dwyer.

El matrimonio comenzó maravillosamente, René adoptó complacida al pequeño Charles como suyo, lo educó junto con sus nanas e inculcó lo mejor en el futuro heredero de la familia Swan.

Un par de años después de la unión, nació Isabella Marie Swan, fruto del profundo amor que se profesaban René y Charlie.

Los años pasaron y la pequeña Isabella fue creciendo, al cumplir ocho años; y su hermano Charles veinte, éste último contrajo nupcias con Anabella.

La joven Anabella, hija del Conde Edmund Cullen y la Condesa Solange Cullen, a la que todos llamaban cariñosamente Condesa Sol Cullen.

El adinerado matrimonio tenía como hijas a otras dos jóvenes, las damas Victoria Cullen y Annie Cullen.

Adicionalmente los Condes, estaban emparentados con los Marqueses Carlisle y Esme Cullen por parte de Edmund, quien era hermano del Márquez, esto aumentaba el poder de la unión y daba prosperidad al matrimonio.

Anabella, a pesar de tener sólo dieciocho años, amaba profundamente al heredero Swan.

Los padres de ambos auguraron prosperidad tanto económica como sentimentalmente.

El nuevo y feliz matrimonio había sido llevado a la mansión Swan al lado de Isabella, Charlie y René.

Tras un año de felicidad, una buena familia y amor incondicional; nació la pequeña Alice Swan Cullen, fruto del gran amor entre Anabella y Charles.