LA DAMA Y EL ¿CABALLERO? (+18)

Autor: bellsamy
Género: Drama
Fecha Creación: 19/02/2012
Fecha Actualización: 21/11/2013
Finalizado: SI
Votos: 34
Comentarios: 231
Visitas: 91354
Capítulos: 37

EN EL AÑO DE 1890, AÑO EN QUE LA ECONOMIA DOMINA LA VIDA, QUE LAS CLASES SOCIALES SON ESTRICTAMENTE NECESARIAS, EN DONDE LAS DAMAS SON SIMPLEMENTE COMPAÑIA Y LOS CABALLEROS DECIDEN LA VIDA.

NACE EL AMOR ENTRE RENE Y CHARLIE.

FRUTO DE ELLO VIENE AL MUNDO ISABELLA MARIE SWAN, A QUIEN LE ESPERAN GRANDES VIVENCIAS QUE LA HARAN DOBLEGAR SUS PENSAMIENTOS, SU SENTIMIENTOS Y AUNQUE ODIANDO AL CONDE EDWARD CULLEN TERMINARA AMANDOLO HASTA LA LOCURA.....

 LAS INVITO ESTE ES MI NUEVO FIC ESPERO LES GUSTE.... 

ES MI PRIMER FIC DE EPOCA!!!!  Y ESTA CON AUTORIA Y AYUDA DE VICKOTEAMEC

 PROTEGIDO POR REGISTRO DE DERECHOS DE AUTOR  SAFE CREATIVE

 Disclaimer: los personajes no me pertenecen, los personajes pertenecen a Stephenie Meyer

 

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Capítulo 20: EL INICIO

HOLA !! MIS NIÑAS POR AQUI DEJANDO LO PROMETIDO!!!


EDWARD POV

 

Sentí una emoción absoluta, tenía a Isabella entre mis brazos, ella había admitido que me amaba y yo, rebosante de alegría,  la besé desesperado. Quería sentirla mas mía, más propia, no deseaba dejarla partir. Ella era la mujer que amaba, tenía que admitirlo, y era la dama que había buscado,  la que me daría la fuerza para vivir, para respirar.

Me desconcerté, ante unos sollozos; observé a mi Isabella, pero ella había desaparecido en mis brazos, todo volvía a ser oscuro.

Me removí asustado, comprendí que estaba soñando. Abrí los ojos, entonces presté atención a la delicada figura que estaba cerca de mí, ésta se movía continuamente, me incorporé angustiado al comprender que quizá era Isabella quien lloraba, me acerqué a ella y la abracé.

Odiaba verla tan vulnerable y afectada. Ya era la segunda ocasión que la consolaba, rogando al cielo que no me rechazara permanecí ahí, junto a ella, con mis brazos dispuestos para curar sus penas, no me rechazó, sólo continuó sollozando.

-Shh… Ya. Sé que extrañas a Charles y a Anabella-dije en un susurro.

-Él, es que... yo…-dijo débilmente

-Isabella, detesto verte llorar- le dije tomando su rostro y observándola directamente a los ojos.

Ella calmó sus sollozos y me observó;  nos perdimos un momento en los ojos del otro. Aquellos ojos chocolate me atraparon más de lo que deseaba, en ese momento sólo pude sentir que la vida de ella me pertenecía tanto como la mía era suya.

-Pensé que…- guardó silencio -lo siento, no pretendo arruinarte el viaje-

-No lo arruinas, es sólo que no soporto verte llorar y sufrir como lo haces. Si está en mis manos calmar tu dolor házmelo saber-supliqué.

-Tu…-balbuceó y volvió a llorar, refugiándose en mis brazos nuevamente.

-¿Qué te sucede?- cuestioné más angustiado.

-Eres demasiado bueno para mí-dijo en un susurro.

Me petrifique ante su afirmación, no lograba concebir a la altiva Isabella Swan decirme aquellas palabras.

-No deberías decir algo como eso, nunca ha tenido el valor para ver quién eres por miedo a enamorarme de ti- le dije con sinceridad.

Esta vez quien se sorprendió, fue ella.

-Isabella… he estado pensando en que tal vez podríamos… no sé… tratar de hacer que nuestra unión funcioné –afirme con convicción -Claro, sólo si tú así lo deseas. Es absurdo seguir llevándonos como lo hacemos, ¿no crees?-

- ¿Estás tratando de decir que deseas ser mi esposo? - preguntó con una infinita duda en la voz.

-Por supuesto, de hecho siempre lo deseé- dije emocionado.

Isabella me abrazó y se deslizó delicadamente en mis brazos hasta lograr poner su rostro a la altura del mío nuevamente. Los dos avanzamos hacia el otro, uniendo nuestros labios, era la primera vez que nos besamos con verdadero amor, esta vez no la había obligado a besarme, simplemente habíamos permitido que las cosas se dieran. Probar sus labios era disfrutar un sabor dulce y delicioso, igual que siempre, pero ahora sólo mío. Su beso era tan suave, tan inocente que mi mente sólo era consciente de codiciarla más y más, mis manos acunaron su bello rostro, mientras que las suyas descansaron sobre mi pecho. Era el perfecto beso que sabía a una deliciosa rendición. Nos separamos por falta de aire, odié hacerlo, en ese momento me di cuenta que  podría besar a Isabella cada minuto de mi existencia.

La observé de forma tierna, ilusionado, y cuestionándome si realmente ella sería la mujer de mi vida, ¿sí era ella la dama con la que tanto había soñado?, la dama que me había robado el corazón. Entonces recordé el sueño y absurdamente pensé que por fin se había hecho realidad.

Después de un momento agradable de silencio Isabella se giró hacia mí de nuevo observándome con sus hermosos ojos chocolates.

-¿De verdad quieres que intentemos que esto funcione?-cuestionó insegura.

-¿Por qué te cuesta tanto creerlo? -le devolví la pregunta.

-No lo sé, es extraño, tengo miedo de estar soñando y despertarme. No quiero que sigas siendo el mismo ogro de siempre- afirmó con el entrecejo adorablemente arrugado.

-¿Tan mal me he portado contigo que te atreves a compararme con una criatura fantástica?- dije divertido.

- Disculpe, su majestad, no fue mi intención ofenderle con mis palabras- dijo un tanto roborada

-No lo ha hecho, mi bella dama, sólo ha logrado que descubra una nueva faceta de usted- reí.

-Eso es lo que logra usted cuando se lo propone, Lord Cullen- ella rio conmigo.

Decidí arriesgarme a preguntarle lo que le sucedía no podía olvidar el sentimiento con el que lloraba.

-¿Ahora me contarás el motivo de tu tristeza?- dije ansioso.

-Creo que es mejor que no lo sepas, por ahora sólo quiero pedirte algo-

-Por supuesto, lo que desees será tuyo- afirmé con decisión.

-¿Podrías dejar de decirme Isabella?, realmente detesto cuando lo haces, puedes llamarme Bella- me alegré de su buen ánimo.

 -Está bien, pero solo con una condición, bella dama, que para ti deje de ser “Lord Cullen” y sólo sea Edward.

-Me parece una condición razonable- me digo sonriendo.

Un silencio se alzó entre los dos, cómodo, para ser sincero.

-¿Te apetece dormir en este momento?, el viaje de mañana será largo y tedioso. Debemos estar descansados, falta tan sólo unas horas para el amanecer, mañana podremos hablar más y conocernos mejor. Te prometo que pondré sólo lo mejor de mi parte para hacerte feliz, para hacerte la orgullosa Condesa de Cullen, mi esposa, la mujer a la que le entrego todo lo que soy- Bella guardó silencio.

Impaciente, no dije nada, sólo la observé no sabía qué tanta información había revelado, pero sólo deseaba que Isabella realmente fuera la Condesa de Cullen. Más que eso, que aceptara totalmente ser la dueña de mi corazón, la única que tuviese el poder de destruir mi vida con tan solo una traición, con tan solo un abandono o con el propio desamor; aquella misma que tuviese la facultad de hacerme plenamente feliz.

-Bella, di algo- pedí.

-Tú lo has dicho, el día será largo y tenemos descansar. Ya hablaremos luego de esto.

Se acercó, me besó dulcemente y me invitó para que durmiéramos juntos. Le di un último beso y me refugié en sus brazos a descansar.

A la mañana siguiente unos golpes en la puerta irrumpieron con la tranquilidad de Isabella y la mía. Medio dormido, autoricé a seguir a la persona que llamó a la puerta, Bella se removió inquieta en mis brazos.

-Buenos días, mi Señor, disculpe usted la interrupción- dijo Nana Maya entrando. Me removí, tratando de no despertar a mi bella esposa.

-Buenos días, Nana, ¿qué deseas?

-El cochero manda decir que ya está todo listo para el viaje, que será mejor que partamos en la mañana para poder llegar hoy mismo a Volterra-

-Perfecto, todo estará listo en cuando  mi bella esposa este lista, saldremos en una hora- informé.

Nana no pudo evitar su cara de sorpresa al oír la forma en la que hable de Isabella, una leve sonrisa apareció en su rostro, tal vez ella se había dado cuenta lo mucho que la amaba y al parecer el único ciego era yo. Con el dolor de mi alma desperté a mi dulce Isabella, pasé al cuarto de baño para arreglarme mientras nuestras Nanas disponían nuestros trajes. Cuando estuvimos listos, emprendimos el viaje en carruaje.

El camino fue tedioso, aunque la mayoría del tiempo Isabella y yo estuvimos hablando de diferentes cosas, de sus gustos,  preferencias y demás;  yo le conté mi pasión por la lectura,  mi interés por un nuevo escrito llamado Sherlock Holmes de Sir Arthur Conan Doyle; ella rió por los múltiples comentarios de  la obra, reí con ella, decidimos que de vuelta en Londres iríamos a teatro, los dos éramos amantes de las expresiones del mismo. Me contó de su colección literaria, entre las cuales figuraban orgullo y prejuicio de Jane Austen, discutimos un tiempo del clasismo solapado y las reglas morales de nuestra sociedad.

Por último hablamos de Romeo y Julieta una de las obras favoritas de Bella, odiaba la posición egoísta de Romeo y absurda de Julieta,  entonces aborrecí los clasismos, los odios y las desdichas. Entonces llegué a la conclusión de que lo único que tenía que agradecer era que nuestros padres estuvieran a favor de nuestra unión.

En un momento de silencio replanteé mi posición hacia Romeo, pensaba que él era egoísta. Dejar la vida por su amada, era egocéntrico, pero entonces pensé en Isabella, en qué sería de mi vida sin ella, y más ahora cuando por fin estábamos intentado llevarnos mejor, un dolor inexplicable se coló en mi alma, fastidiado eliminé esos pensamientos de mi cabeza, la abracé, la besé y juré que daría lo fuera por ella, por verla feliz, así fuera sin mí.

Casi después de ocho horas de viaje llegamos a la hermosa Volterra. Amaba esa tierra, era especial, era un paraíso amplio, de hermosos paisajes y bellos colores.

Entramos en el pequeño pero hermoso pueblo. El castillo de Aro era el último, el más alto del pueblo y el más hermoso, debía decirlo. Al llegar a la entrada allí estaban Aro, Renata su esposa y sus hijos Jane y Alce. A su lado Marcos y Cayo hermano de Aro.

Aro se acercó a saludarnos, darnos la bienvenida; además de contarme que mi padre vendría en algunos días, ya que tendrían el primer baile de la temporada y la presentación de la joven Jane para desposarse con algún joven.

Alabé que Isabella fuera mi esposa y que hoy fuese nuestro primer baile como pareja. La mayor parte de Londres vendría por expresa solicitud de Aro, mis tíos y Alice llegarían también, me emocione ante la perspectiva de ver a mi adorable Alice nuevamente, era consciente que Bella también la extrañaba y como único contacto que habían tenido era sólo a través de cartas de tía Sol.

Pasamos a las habitaciones y me sorprendí de lo cambiado que estaba el castillo. Siempre que venía, que era casi cada año, encontraba una cosa distinta. Nos asignaron una de las habitaciones más amplias cerca del costado de las habitaciones principales, la gran cama matrimonial me hizo pensar en algo que no me había planteado nunca con Bella, ¿cómo se sentiría ella con respecto a nuestra intimidad?



 

Capítulo 19: REVELACIONES Capítulo 21: PÁNICO

 
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