LA DAMA Y EL ¿CABALLERO? (+18)

Autor: bellsamy
Género: Drama
Fecha Creación: 19/02/2012
Fecha Actualización: 21/11/2013
Finalizado: SI
Votos: 34
Comentarios: 231
Visitas: 91379
Capítulos: 37

EN EL AÑO DE 1890, AÑO EN QUE LA ECONOMIA DOMINA LA VIDA, QUE LAS CLASES SOCIALES SON ESTRICTAMENTE NECESARIAS, EN DONDE LAS DAMAS SON SIMPLEMENTE COMPAÑIA Y LOS CABALLEROS DECIDEN LA VIDA.

NACE EL AMOR ENTRE RENE Y CHARLIE.

FRUTO DE ELLO VIENE AL MUNDO ISABELLA MARIE SWAN, A QUIEN LE ESPERAN GRANDES VIVENCIAS QUE LA HARAN DOBLEGAR SUS PENSAMIENTOS, SU SENTIMIENTOS Y AUNQUE ODIANDO AL CONDE EDWARD CULLEN TERMINARA AMANDOLO HASTA LA LOCURA.....

 LAS INVITO ESTE ES MI NUEVO FIC ESPERO LES GUSTE.... 

ES MI PRIMER FIC DE EPOCA!!!!  Y ESTA CON AUTORIA Y AYUDA DE VICKOTEAMEC

 PROTEGIDO POR REGISTRO DE DERECHOS DE AUTOR  SAFE CREATIVE

 Disclaimer: los personajes no me pertenecen, los personajes pertenecen a Stephenie Meyer

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 21: PÁNICO

 

BELLA POV


Llevábamos dos días en el castillo Vulturi, eran los mejores días que había tenido, ésta etapa sólo me recordaba la felicidad que sentía cuando estaba con toda mi familia: Charles, mi madre y mi padre, o cuando había nacido mi hermosas Alice, aunque René no estuviese presente.

Me encontraba en nuestra habitación, Edward descansaba en nuestra cama, yo me  senté totalmente en el asiento frente al gran tocador, en donde reposaban mis principales joyas. Hoy tenía la obligación de asistir bella al almuerzo que tendríamos en unas horas, asistirían gente muy influyente de Volterra y de Italia, esa reunión ayudaría a Edward con algunos negocios. Según me había dicho, esto le permitiría adquirir algunos socios y mejorar nuestros negocios, como decía él; no podía negar, me encantaba la perspectiva que proponía Edward, él simplemente me decía que los negocios eran nuestros, por lo menos hasta que mi padre regresara y tomara nuevamente el control. Edward me había afirmado que  jamás tomaría por posesión la fortuna de Charlie, sólo la manejaría mientras volvía. Se lo agradecí con el alma.

Estar frente al tocador me recordó las tardes en casa con René: peinando mi cabello, poniéndome alguna tiara o probándonos sus hermosas joyas. No  pude evitar pensar en mi madre, después de meses de no hacerlo me sentí nuevamente culpable de su partida, yo no había hecho nada por salvarla de aquellos bandidos. Inevitablemente una lágrima rodó por mi mejilla, me había prometido no volver a llorar, pero me resultó inevitable, Edward se cansaría de mí y me dejaría si continuaba haciéndolo.

-¿Bella, cariño, qué te sucede?- me preguntó Edward preocupado, acercándose a mí.

-Lo siento, debes odiar que lloré de la nada- traté de disculparme.

-No, cariño- me dijo tomándome del rostro y observándome con esos hermosos ojos esmeralda -Lo que verdaderamente odio es no saber qué te sucede, qué pasa por tu mente y tu corazón cada vez que una lágrima sale de tus ojos- Sonreí ante su respuesta.

-¿De verdad quieres saber qué me sucede?-pregunté. Él asistió.

-Recordaba a mi madre, hace tantos años que no sé de ella… que me duele. Me he sentido miserable cada día que ella no ha estado conmigo- expliqué.

-¡Oh, mi Bella!- exclamó afligido -No debes sentirte culpable de eso. Cariño, sé que tu madre está bien. ¿No te has preguntado si… tal vez, la ausencia de Charlie se deba a eso?- sopesé sus palabras.

-No pretendo ilusionarme con ello- le dije.

-Y tampoco quiero que lo hagas si eso supone un sufrimiento más para ti. No quiero que te tortures a ti misma, tengo la esperanza de que tu madre regresará- dijo ilusionado.

-La de los presentimientos es nuestra Alice- le dije riendo. Unos golpes en la puerta irrumpieron nuestra charla.

-Adelante- dijo Edward en tono muy varonil.

-Mis Señores- saludó Nana Sil.

-Pasa, Nana- le dijo Edward.

-Expresamente me pidió Lord Vulturi que les invitara ya que habrán caballos dispuestos a las visitas.

-Eso es excelente- dijo Edward emocionado.

-Mi niña, ¿prefieres tu atuendo de montar?- me dijo como si nada.

-¿Qué?- preguntó Edward.

-Sí, por favor, Nana- respondí, luego observé a Edward que parecía perplejo.

-Pero Bella…

-Cariño, sé montar a caballo desde que tengo 7 años, jamás me he caído de uno y odio montar con vestido.

-¿De verdad deseas montar?- preguntó ansioso.

-Te reitero, monto desde los 7 años. Soy toda una profesional- le dije, me acerqué, lo besé y pasé al cuarto de baño.

Minutos después los dos ya estábamos listos, Edward parecía ansioso y me reí todo el camino de su comportamiento. Nos encontramos con Lord Vulturi y me sorprendí de ver a Jane vestida para montar.

-¿Mi Lady también monta?- pregunto Aro sorprendido.

-Sí, mi Lord. Desde pequeña, aunque no es un deporte muy femenino.- respondí

-Jane también monta desde los nueve o diez años- dijo Aro sonriente invitándonos a seguirlo.

-Hemos cancelado el almuerzo, a Lord de Lancrett y a Lord de Florence se les presentaron diferentes inconvenientes de negocios- nos informó Aro.

-No hay problema, podremos esperar a mi padre y así lograr más alianzas ¿no crees?- preguntó Edward.

-Me parece una idea esplendida.

Mientras los hombres hablaban de negocios llegamos a la parte baja del castillo, ahí había una gran casa que hacía de caballeriza. Habían 6 caballos listos, Jane y Alec, a quien no había notado, se adelantaron y tomaron los dos primeros caballos, uno negro y uno blanco.

Edward, quien llevaba mi brazo entrelazado en el suyo, me acercó a un caballo de pelaje inigualable, era blanco como la nieve, muy parecido al que montaba Jane.

-Excelente elección para su joven esposa, Lord Cullen- dijo Alec. Él le agradeció, me dispuse a subirme y Edward no me soltaba el brazo.

-Edward, sé subirme sola, tranquilízate. Ya verás lo diestra que soy- dije soltándome de su agarre, puse un pie en el ensille y me impulsé logrando acomodarme con gran facilidad. Edward anonadado por mi destreza, se alejó un poco del caballo.

-Ve por el tuyo, cariño- le dije sonriendo.

Él se encaminó hacia el suyo, mientras yo mandaba a dar un par de pasos al mío. Me acerqué a Edward cabalgando a paso lento, Jane me interceptó.

-Espero, mi Lady, que no tenga problemas para montar- dijo con su melodiosa voz, dándome una mirada déspota y furiosa.

-Trataré de demostrar lo que sé- le dije y seguí mi camino hacia Edward quien muy viril se posicionaba en el caballo. Sentí una sensación extraña al verlo en ese hermoso animal, se veía varonil y hermoso. Nos unimos, cabalgando y riendo.

-Entonces, Lord Cullen, ¿qué tan rápido puede correr?- dijo Alec.

-Preferiría ir despacio por Bella- dijo Edward tiernamente.

-Por mí no te preocupes cabalgaré a su ritmo- le dije marcando un ritmo rápido. Alec sonrió y me siguió, Edward refunfuñando también lo hizo.

-Pero vaya, monta muy bien para ser una dama. Jane, creo que te han superado, cariño- dijo Aro feliz.

Iniciamos un trote rápido, pero al ver el pánico en los ojos de Edward bajé el ritmo, éste se quedo atrás mientras Jane y yo estábamos cerca. No sé en qué momento Jane se alejo de mí y me sobrepasó, cuando volví a verla venia directo hacia mí, al parecer había perdido el control del caballo.

-¡Lady Isabella, tenga cuidado! – me gritó lo suficientemente cerca, tomé con más fuerzas las riendas del caballo, fulminándola con la mirada, giré la dirección del mío, provocando que se asustara  y  se levantara en sus dos patas traseras. Apreté mis piernas alrededor del caballo en una muestra de mi máxima destreza como jinete, eso me lo había enseñado Charles, la técnica estaba en mantener el control de la fuerza y lograr recobrar la calma del animal.

-¡BELLA!- grito Edward espantado.

-Ya, bonito, ya…- le dije al caballo, éste se fue calmando y volvió a sostenerse en cuatro patas.

Edward emprendió el camino pero algo le interceptó, el caballo hizo que este realizara lo mismo que mi caballo. Observé la escena aterrada. Edward en lugar de mantener el equilibrio rodó por la parte trasera del caballo y cayó al piso. Cabalgué rápido hasta él, crucé la pierna y me deslicé por el caballo, cayendo en el suelo de pie. El caballo de Edward seguía sobre sus dos patas traseras y amenazaba con lastimarlo.

-Ya…bonito…- traté de calmarlo.

Me tarde unos segundos, segundos de incertidumbre pero no podía acercarme a Edward sin que su caballo lo lastimara. El animal se calmo y con la rienda lo obligué a ir en dirección contraria.

-Edward- susurre angustiada, había visto en varias ocasiones jinetes morir por este tipo de caídas, estaba aterrada de perderlo.

Rogué al cielo que estuviese bien y no me lo quitara. Edward permanecía tendido en el suelo con los ojos cerrados, temí lo peor.

-Edward- le llamé con histeria.

-Dime- me respondió el con voz cortada.

-¿Estás bien?- cuestione ayudándolo.

-Sí, tranquila- me dijo. Lo besé suavemente, el rió.

-Recuéstate un poco- le dije  -¿Te duele algo?-

-No- me dijo tratando de incorporarse.

-Lord Cullen, ¿se encuentra bien?- cuestionó Jane acercándose a nosotros.

-Sí, mi Lady, nada de qué preocuparse- le contestó Edward sentado.

-¿Y usted? Vi que perdió el control de su caballo- dijo Edward.

-No sé cómo pero lo pude controlar, espero que usted también esté bien, mi Lady- me dijo de forma hipócrita.

Entendí que lo que había sucedido no era un accidente, ella me había mandado su caballo para hacerme caer, era más que evidente y como ella era una excelente jinete no había caído.

-Por supuesto, Lady Jane, estoy en perfectas condiciones- le dije, permitiendo que Edward se apoyara en mí para ponerse de pie.

-Diablos- dijo Edward siseando.

-¿Qué sucede?-dijimos Lady Jane y yo al mismo tiempo.

-No puedo apoyar el pie, creo que me lo he lastimado- afirmo Edward.

-Lady Vulturi, ¿podría usted ir por ayuda? Edward esta lastimado- le ordené.

-Por supuesto- afirmo está corriendo hacia su caballo.

-Bella, es arriesgado mandar a Lady Vulturi por los demás, recuerda que casi se cae del caballo.

-Me importa en lo más minino si la muy bruja se cae del caballo, ¿te parece poco que casi me hace caer?- le dije furiosa.

-¡Bella!- exclamo él con desaprobación.

-Lo siento, tratemos de volver, ¿crees poder montarte en el caballo?- le sugerí – estamos lejos del castillo- Él asintió. Sostuve las riendas y le ayudé a subirse.

-¿Iras en tu caballo?- me preguntó.

-por supuesto que no, déjame un espacio- dije subiéndome al caballo.

Él se recorrió hacia atrás permitiendo que me sentara adelante, tomé las riendas y me acomodé para comenzar a guiar al caballo. Edward pasó sus brazos a mi alrededor y posó sus manos sobre las mías, lo más extraño fue sentir ese raro cosquilleo por la calumna, cómo mis latidos se disparaban y mi respiración se volviera superficial.

¿En qué momento el contacto con Edward se había hecho tan electrizante? Si pudiera, me voltearía para estar de frente a él, mirando sus ojos verdes, asegurándome de que realmente estaba bien. 

Cabalgué despacio hacía el castillo. Aunque, si por mi fuera, diera vuelta para dar un largo viaje disfrutando de sus brazos a mi alrededor. 

De repente sentí que se recostó en mi hombro, escondiendo el rostro en mi cuello. Sentí pánico, ¿que haría se se desmallaba? ¿detenía al caballo? ¿me bajaba? ¿galopaba más a prisa? ¿y si se caía de nuevo?

-¿Edward?- murmuré alarmada.

-¿Sí?- contestó con naturalidad. Solté un suspiro de alivio.

-¿Pasa algo?- preguntó dijo pegando su mejilla con la mía.

-No. Ya casi llegamos- aseguré. Él suspiró y se acomodó de nuevo con su rostro contra la piel de mi cuello, haciendome estremecer.

Cuando estuvimos a la vista del castillo pude ver que nos aguardaban Marcos y Cayo, junto con dos sirvientes y Alec.

Alec y Marcos ayudaron a bajar a Edward. Entramos y guiaron se encaminaron a la habitación que mi marido y yo estábamos ocupando. Marcos que era médico de profesión revisaría a mi Edward, mientras yo esperaba ansiosa en el pasillo.

 


 

 

 


 

Capítulo 20: EL INICIO Capítulo 22: ÉXTASIS (+18)

 
14440118 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10758 usuarios