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GRACAIS VICKO TE DEBO MIL!!!!
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POV EDWARD
Frustrado, esa era la palabra que podía definir cómo me sentía en éste justo momento, ¿Cómo podía cambiar Isabella su actitud en tan poco tiempo? Cuando estuvimos en la habitación simplemente se había lanzado a mis brazos, sin más, y me había besado con pasión; pero ahora, me había recordado la razón de nuestra unión, cosa que aunque no quisiese aceptar, me había dolido.
-Vamos, Edward. Ya pareces una dama, con esto del “dolor de sus palabras"- me dije a mí mismo.
Me encaminé a las afueras de la casa Swan en donde nos esperaban dos carruajes. El primero de ellos era en el que iríamos Isabella y yo, en el segundo nuestras Nanas y el equipaje. Con una nueva máscara de indiferencia caminé hasta el carruaje y me subí en él, sin pronunciar ninguna palabra. Iríamos al muelle más cercano, que quedaba a unas 5 horas en carruaje desde Londres; allí tomaríamos un barco, uno de los últimos que se habían construido, éste nos llevaría a Italia. Inicialmente pasaríamos una noche en una hermosa provincia, luego partiríamos en carruaje hacia Volterra, el hogar de un muy buen amigo de mi padre, el Duque de Volterra, Aro Vulturi.
El camino fue silencioso, Isabella no pronunció palabra alguna y yo me entretuve con un nuevo libro de poemas que había logrado conseguir en la biblioteca de la cuidad.
-No sabía que eran de su agrado ese tipo de escritos- dijo Isabella hablando por primera vez después de casi cinco horas de viaje.
-Sí, son interesantes los planteamientos del escritor. Aunque no comparto muchas de sus expresiones- dije con voz desdeñosa -Tal vez le falte poco para aprender el arte de la poesía y los poemas- ella rió.
-¿Ahora me dirás que también escribes?- dijo con curiosidad en la voz.
-Algo.
-No te creo- afirmó sonriendo con malicia.
-Es tu decisión. Tal vez algún día, cuando nos llevemos mejor y no cambies tu humor de un segundo a otro; sólo tal vez, te mostraré algo- le dije sonriendo.
Su rostro se contrajo a causa de la furia que le produjeron mis palabras. Eso alimentó mi ego un grado más, llenándome de satisfacción interna.
-Si hablamos de humor, en ese caso, deberíamos hablar del tuyo ¿no crees?- me dijo enfurruñada. Me reí con ganas.
-Tal vez, es sólo que considero que sacas lo peor de mí- le dije sinceramente.
-¿Qué tratas de decir con eso?- preguntó con los ojos brillantes de furia.
-No sé exactamente. Es que... no se qué pensar de ti, por lo tanto actuó como me obligas- dije revelando más de lo que creí posible.
-Ya veo- dijo más calmada.
El carruaje se detuvo. La puerta se abrió y el cochero nos informó que ya habíamos llegado. El barco partía en menos de diez minutos, así que tuvimos el tiempo suficiente para acomodarnos en él. Nos asignaron un compartimiento, no muy grande, con una gran cama matrimonial y un cómodo un cuarto de aseo. Dispusimos nuestras pertenencias y nuestras Nanas ubicaron todo. Pasamos al compartimiento de comedores en donde tomaríamos el almuerzo.Isabella parecía desesperada en el barco y yo me reía de ello, no permanecía en un lugar más de una hora, paseaba, corría, se escapa de mi vista en menos de lo que yo tardaba en saludar a un conocido y despedirlo.
Al segundo día, descubrí que Danny iba con nosotros en el barco y junto a ella Oliver. Planeaban casarse en Florencia, Florie y Julieta se habían quedado en Londres unos días más; Danny conocería a los abuelos de su prometido y organizarían todo para la boda.
Pasé la gran mayoría de tiempo en compañía de Danny, incluso cuando Oliver enfermó por un alimento que ingirió y debió permanecer en una especie de hospital improvisado con el que contaba el barco. Esa tarde reí como hacía mucho tiempo que no hacía; faltaba poco para llegar al puerto, pero disfrute con mi Danny cada momento.
Todo estaba bien, hasta el incómodo momento en el que Isabella se acercó a mí hecha una furia.
-¿Acaso te has olvidado de que existo?- me reclamó. Reí
-Por supuesto que no, es sólo que cada quien debe tener su espacio, ¿no era eso lo que deseabas?
-Por supuesto, pero te recuerdo que si somos "recién casados" deberías estar más tiempo conmigo ¿no crees?- me cuestionó ofendida
-Tal vez, pero tampoco quiero agobiarte. Bien es de mi conocimiento que no aprecias mi presencia, así que es innecesario torturarte, cuando puedo disfrutar del tiempo con una agradable dama-
Su cara pasó de un leve tono rojizo a unas arrugas profundas, sus ojos llameaban furiosos, sus pómulos se enrojecieron aun más.
-Tienes razón, me encanta que seas tan razonable- dijo alejándose.
-¿Pero qué les pasa a ustedes las damas?- le pregunté a Danny riendo.
-Te ama, eso le sucede. Aunque lo niegue siente celos de tu cercanía conmigo y es una tonta en no admitirlo- me dijo con voz dulce.
-Sí, claro, es eso – bufé – Has perdido la razón, Isabella Swan jamás me amará de eso estoy seguro.
-Hay, mi Edward, cualquier dama estaría deseosa de amarte. Así que no digas esas cosas, te puedo asegurar que esa dama está muy enamorada de ti- me dijo convencida.
-Mi Lord, mi Lady, hemos llegado- nos informó uno de los auxiliares del barco.
-Debo buscar a mi esposa.- le dije a Danny besando su mejilla.
-Suerte con eso- dijo riendo.
Me despedí de mi querida Danny y me alejé de ella en busca de la testaruda de Isabella.
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