Obligada a amar

Autor: Melii
Género: Romance
Fecha Creación: 28/06/2012
Fecha Actualización: 01/09/2014
Finalizado: NO
Votos: 30
Comentarios: 157
Visitas: 104634
Capítulos: 44

 OBLIGADA A AMAR

 

Me llamo Isabella Swan, pero todos me llaman Bella, tengo 22 años y siendo tan joven mi madre ya arruino mi vida por completo. Yo lo tenía todo, dinero, amor, felicidad y una familia muy unida. Pero mi familia quiebra, y pierde todo su dinero, quedándole solamente, mi casa y ahorros de una pequeña herencia. Al verse sin dinero, mi madre me ha hecho casar, enamorar, desenamorar, y lastimó lo que yo mas amaba en el mundo, mi novio Jacob. Ese hombre es Edward Cullen, un hombre de debo admitir que es muy apuesto, pero en fin, él junto con mi madre acabaron con la poca felicidad que me quedaba.

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Capítulo 43: Vacio y recuperacion

Hola!!!!

Estoy en un Cyber subiendo este capitulo, mi computadora se murio y no podia subirlo.. No hay escusas que les sirvan despues del capitulo anterior donde paso... bueno, lo que paso jijiji...

Las quiero, y espero nos podamos encontrar la semana que viene, si no arreglan mi pc vuelvo al Cyber lo prometo!!!

 

Capítulo beteado por Vhica...., Betas FFAD. https://www.facebook.com/groups/betasffaddiction/

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Como siempre este capitulo fue corregido, muy bien, opr mi beta Vhica del grupo FFAD!!!

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Esme estuvo toda la mañana en la cama sin probar bocado, sin siquiera abrirle la puerta de su habitación a Charlie.

 

—Vamos Esme, abre la puerta. Traje un té con galletas, no te aseguro que te gusten porque yo mismo las hice. —Pero obtuvo la misma respuesta que hace una hora, ninguna.

 

Dejó la bandeja en la cocina y pasó al living para ver a su nieto y revisar que nada le faltara, cuando sonó el timbre. Abrió la puerta sin interés alguno.

 

—¿Bella? ¿Qué haces aquí? Pasa, pasa. —Dijo haciéndose a un lado para que su hija pasará. Cerró la puerta y se giró a verla.

 

—Lo siento por venir sin avisar, pero no quería llamar y que me digieran que no viniera.

 

—No entiendo que te hizo pensar de esa forma. Esme estará encantada de verte.

 

—Papá, yo... ¿podría verlo? Lo extraño.

 

—Adelante, nunca debiste...

 

—Ya lo sé y en verdad lo siento. No sé que me pasó. ¿Dónde está?

 

—En el living, en cualquier momento será su hora de comer.

 

—Gracias papá.

 

—No es nada tesoro, ve con tú hijo, yo le iré a avisar a Esme. —Isabela fue a ver a su bebé que dormía en una cama pequeña.

 

—Hola bebé. —Dijo cargándolo—. ¿Cómo pude hacerte lo que te hice pequeño? Te amo tanto—.  Susurró presionándolo contra su pecho.

 

—Espero que me perdones por ser tan mala madre y que cuando papá vuelva también lo perdones a él por estar tanto tiempo ausente.

 

—Isabella. —Ella se giró para encontrar a Esme de pie, junto al quicio de la puerta.

 

—Hola Esme, quería hablar contigo.

 

—Sí, Charlie me lo dijo.

 

—Quería pedirte perdón por todo lo que te dije y espero que puedas hacerlo. Me porte  tan mal; en realidad te aprecio, jamás quise echarte de mi casa, estabas ahí sólo para ayudar y no lo pude ver hasta ahora.

 

—Cariño, gracias. Está todo perdonado.

 

—Te abrazaría si no tuviera que soltarlo, no sé como pude ser tan mala madre. —Dijo sentándose en el sillón al lado del lugar que Esme había tomado—. Edward no me lo va a perdonar jamás. ¿Verdad pequeño? Se enojará, pero luego vendrá y me pedirá perdón; aunque sea yo la que debería pedirlo y...

 

—¡Basta Bella!

 

—¿Qué?

 

—No hables de mi hijo. —Contestó Esme con los ojos llorosos.

 

—¿Por qué? Esme, no deberías creerle a los médicos, ellos siempre mienten. El mejor médico que conozco es Edward, él jamás le mentiría a un paciente...

 

—¿Por qué Isabella…?

 

—Porque es todo un profesional, jamás le mentiría a un paciente, a nadie en realidad.

 

—No. ¿Por qué hablas de él como sí nada? ¿No te duele?

 

—¿De qué hablas?

 

— De su muerte.

 

—¿Tú también? Emmett también creé que murió, pero sé que no es verdad, él está bien.

Él mismo dijo que era una tontería, una gripe y que en unos días se le pasaría.

 

—No Bella.

 

—Sí Esme, él está bien.

 

—Está muerto Isabella, mi hijo murió y ni siquiera sé porqué, nadie lo sabe.

 

—Eso no es verdad. —Dijo elevando la voz, lo cual Charlie tomó como indicio para entrar y ver qué pasaba.

 

—Mi hijo murió y nada me lo traerá de vuelta, esperaba tener tú apoyo pero no puedo contar contigo, estás loca Isabella. ¿Por qué no ves las cosas? Y espero que entiendas que mi nieto se queda en esta casa hasta que recapacites.

 

—Esme. —Interrumpió Charlie

 

—¿Recapacitar? La loca eres tú, como no ves que tú hijo está vivo. Él está bien, es fuerte y prometió que estaríamos juntos; que cuidara de mi y nuestro hijo siempre y también de nuestro próximo bebé y de todos los que tengamos.

 

—Isabella, vamos a la cocina, te hará bien tomar algo, deja a Tony en su cuna.

 

—No papá, mejor me voy a mi casa, estoy segura que Edward se enfadará sí llegó tarde.

 

—Yo te llevo.

 

—Tomaré taxi, sólo llámame uno, puedo ir sola.

 

—Está bien.

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—Sé que tu papi llegará pronto. —Dijo jugando con las manitos de su bebé, que intentaba tomar su cabello y llevárselo a la boca.

 

—Eso no se hace bebé. ¿Qué te parece dormir con mamá está noche? A papá le gustará llegar y acostarse con nosotros.

 

—Ven, primero te pondré este pijama, todavía tiene la etiqueta. Está muy lindo. —Cambio al bebé y lo puso en medio de la cama junto a ella.

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—Veo que hiciste bien las cosas, Phil.

 

—Eso parece, aunque escuché que Isabella está como loca, lo dijo Alice.

 

—Es tan idiota, creía que tenía futuro con el mediocre, le salvé la vida. Mi hija merece vivir con alguien con futuro y Edward parecía tenerlo hace unos años, pero veo que me equivoqué.

 

—¿Y a quién apruebas para nuestro pequeña?

 

—No la llames así, es hija de Charlie.

 

—Que el muy idiota lo creyera no es culpa mía, sé muy bien de quién es.

 

—Eso no importa ahora. Lo encontré ¿y a que no crees quién es?

 

—¿Quién? ¿Un abogado con una cuenta muy grande en el banco? ¿O un arquitecto heredero de alguna empresa? Tú dirás.

 

—Bueno, sí es abogado, se recibió hace un año, pero heredó el 50% de las acciones de un bufete.

 

—Entonces viene de una familia con dinero, eso está bien.

 

—No, en realidad sería un muerto de hambre sí su madre no se hubiese acostado con alguien con dinero; pero su padre no apareció hasta hace casi dos años y le dio la mitad de sus acciones en un bufet que parece venir que generaciones pasadas, por ende pasará  Antonhy también. Y ni hablar de todo el dinero que traerá mientras viva.

 

—¿Mientras viva? —Le haremos lo mismo que a Edward.

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Isabella pasó todo el día siguiente acostada en su cama jugando con su hijo. Hablaba con él, lo cambiaba, le daba de comer y le hacía cosquillas para escucharlo reír a viva voz, sin preocupación alguna como debía ser.

 

—¿Qué te parece sí llamamos a la abuela Esme y al abuelito Charlie? Creo que se están enamorando, parecen dos adolescentes. Se lo merecen, ¿tú qué dices? Vamos a llamarlos. —Tomó el teléfono y marcó el número que se sabía casi de memoria, siempre se le había  dado bien acordarse los números telefónicos y de las calles.

 

—¿Hola?

 

—Hola Esme, soy  Bella.

 

—Hola querida, ¿pasó algo con Tony?

 

—No, él está bien, quería saber sí podía ir a tú casa, podría llevar una torta, si quieres. No quiero llevarme mal contigo, eres la madre de mi marido; deberíamos juntarnos, tomar un té con torta de chocolate y muchas calorías, hablar, llorar, abrazarnos y todas esas cosas que conllevan las reconciliaciones. —Se quedó callada para poder escuchar la contestación de Esme, pero no llegó— Por favor.

 

—Está bien, espero que la torta esté rica al menos.

 

—Muchas gracias Esme. —Tomó a su hijo, le dio un baño de esos que a él le gustaban, con su pequeña bañera celeste en forma de patito y con mucho shampoo para bebés; eso le gustaba a ambos, al pequeño le encantaba que su mamá lo bañara, mientras él  salpicaba agua a todas partes y reía sin parar; a Bella le gustaba sólo por el hecho de ver a su pequeño tan contento y riendo.

 

Lo vistió con un conjuntito azul tejido, seguramente por su abuela Esme; no recordaba bien quién se lo había regalado, pero estaba casi segura de que había sido ella. Le puso una colonia con olor a bebé y le llenó la pancita de besos para volver a escucharlo reír.

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—Hola.

 

—Hola Esme.

 

—Pasa querida, llamaremos a tú papá, está en la cocina.

 

—¿En la cocina? ¿Cocinando?

 

—Sí, toma asiento, puedes poner a Anthony en el corralito. Le trajeron nuevos juguetes durante este tiempo, todos vinieron a verlo e intentaron hacerlo hablar.

 

—Imagino que Emmett quiso que dijera su nombre.

 

—Sí, lo hizo y también le quería hacerle decir que era  el mejor tío, pero ya sabes no pudo, lo único que decía era... era… Ya sabes.

 

—Papá.

 

—Sí, sólo eso.

 

—Gracias por cuidarlo, no sé qué haría sin ustedes.

 

—No hay de qué querida, por favor déjame abrazarte, te quiero tanto Bella, casi como una hija, pero tú padre se pondrá celoso.

 

—Claro que sí, ella es sólo mi bebé. —Dijo Charlie apareciendo por la puerta para ver a las dos mujeres abrazadas—. Ven a darle un  abrazo a papi. —Bella se soltó del abrazo de su suegra para abrazar a su papá.

 

—Lo siento tanto, por todo papá; ni tú ni Esme, se merecían ninguna de las palabras que les dediqué la última vez.

 

—Y las acepto cariño, por eso te amo tanto, te das cuenta de tus errores, no mucha gente tiene esa cualidad tesoro. Vamos a preparar esos tés y cortar la torta, es mi favorita.

 

—Te acompañó. ¿Esme, te quedas con Anthony?

 

—Sí claro, ve.

 

Estuvo toda la tarde en la casa de Esme con su padre y su bebé, hablaron, jugaron al pictionry, comieron torta.

 

—Gracias por venir querida.

 

—No hay de qué, ya me tengo que ir, no quiero llegar tan tarde a casa.

 

—Estuve hablando con tú papá, y decidimos proponerte vivir con nosotros. Podrías instalarse en la habitación que queda al lado de Charlie o al lado de la mía, como tú prefieras o si quieres usar el tercer piso, será todo tuyo. Ya sabes que en esta casa ya no hay niños corriendo todo el día, ni pijamadas, ni nada por el estilo; por lo que esa planta está casi sin uso, tiene tres habitaciones y un enorme salón para lo que quieras.

 

—Te lo agradezco Esme, pero lo pensaré, por el momento no quiero dejar mi casa.

 

—Oh, sí claro. Tómate tú tiempo.

 

—Gracias.

 

Llegó a su casa casi cuando comenzó a anochecer. Comió una ensalada, acostó a su bebé que estaba ansioso y balbuceando sin parar. Tomó el primer libro que vio y comenzó a leerlo hasta quedarse dormida junto a su bebé.

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—¿Lo mismo que a Edward? Renée, esta vez no estoy de acuerdo, no deberías quitárselo, déjala ser feliz de una vez, tampoco arruinó demasiado tú vida.

 

—Mi vida era perfecta Phil, tú lo sabes.

 

—Bien, es tú decisión.

 

—Sí, la es, y cuando estemos seguros de que esté enamorada, el muy infeliz de repente morirá.

 

—¿Quién es el afortunado?

 

—El ex de mi hija.

 

—¿Él? ¿La separaste de él y ahora los volverás a juntar?

 

—Ya te dije, terminó su carrera de abogacía y heredó la mitad de un bufete de abogados. ¿Qué más quieres?

 

—Bien, ¿y cómo harás para casarlos?

 

—No será muy difícil, él está enamorado de mi hija y ella es tan idiota que se casara sí se lo ordeno, podré ponerle la excusa de que mi querido nieto se quedará sin padre, qué sé yo. Es igual a Charlie, igual de idiota.

 

—No es como su padre.

 

—No como su padre, pero sí como Charlie.

 

—¿Qué haremos con Edward?

 

—Enciérralo en la clínica que te dije, ya sabes con quién hablar.

 

—Sí, el doctor Wester; con ningún otro o corremos el riesgo de que alguno sea colega del fracasado o de Isabella.

 

—Bien, ¿algo más?

 

—Sí, no lo droguen más, podríamos necesitarlo más adelante.

 

—Está muerto Renée, ¿recuerdas?

 

—Sí, lo sé; pero podríamos soltarlo más a delante, haciéndole creer que  ella lo dejó, algo se me va a ocurrir o simplemente podríamos matarlo y sacárnoslo de encima.

 

—Lo más fácil hubiera sido haberlo matado de verdad, al menos la viuda lloraría por la muerte de su hijo y no en vano.

 

—Phil, no tienes porque fijarte en Esme, ¿para qué me tienes a mi?

 

—Tienes razón cariño.

 

—Por eso, ahora mismo tendrás que a hablar a las clínica mental.

 

—Si querida, pero antes mi premio.

 

—Está bien pero rápido,  tengo que llamar a mi adorada hijita para convencerla de que se case otra vez.

 

—Renée, espera un tiempo, recuerda, ella cree que hace dos días su marido falleció; sí es tan astuta como su madre y sabe qué le conviene, se casará. —Dijo sin remordimiento—. Espérame en la habitación, te quiero preparada.

 

 

A la semana de la peor noticia que Esme pudo recibir, tenía viviendo a su nuera y su nieto ella, y con Charlie en la casa; se sentía mejor. Ella amaba a su marido y por el momento no quería sentir nada más por nadie, pero a veces Charlie era tan bueno y cariñoso, que le hacía sentir las mariposas en el estómago.

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Sin palabras, ya dije todo arriba!!!

Las quiero.. Una sola frase mas

NO TODO ES LO QUE PARECE :)

Capítulo 42: Dolor Capítulo 44: Confucion

 
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