Obligada a amar

Autor: Melii
Género: Romance
Fecha Creación: 28/06/2012
Fecha Actualización: 01/09/2014
Finalizado: NO
Votos: 30
Comentarios: 157
Visitas: 104621
Capítulos: 44

 OBLIGADA A AMAR

 

Me llamo Isabella Swan, pero todos me llaman Bella, tengo 22 años y siendo tan joven mi madre ya arruino mi vida por completo. Yo lo tenía todo, dinero, amor, felicidad y una familia muy unida. Pero mi familia quiebra, y pierde todo su dinero, quedándole solamente, mi casa y ahorros de una pequeña herencia. Al verse sin dinero, mi madre me ha hecho casar, enamorar, desenamorar, y lastimó lo que yo mas amaba en el mundo, mi novio Jacob. Ese hombre es Edward Cullen, un hombre de debo admitir que es muy apuesto, pero en fin, él junto con mi madre acabaron con la poca felicidad que me quedaba.

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 26: Es mi turno de hacerte sufrir

Antes de que empiezen a leer, no me maten cuando terminen el capitulo por favor!!

Perdon Maya me vas a odiar, pero yo te quiero (jaja)

 

Edward había logrado desabrochar su pantalón. Se acercó a ella y la besó bruscamente, luego fue bajando, hizo un camino desde atrás de sus orejas hasta su cuello, donde se detuvo a hacer figuras con su lengua.

Isabella no pudo evitar que una lágrima se le escapara, era algo que  no quería, ella solo quería recuperarlo no sacar a la fiera que había dentro.

“Edward jamás haría algo así” “Que sea mi imaginación, que sea mi imaginación”

 

 

 

Edward había logado tirar la remera de Bella algún lugar de la habitación, siguió el camino con su boca hasta llegar al centro de sus pechos, soltó su agarre sobre las muñecas de Bella para poder desabrochar su corpiño.

—No intentes nada Isabella. —Dijo haciendo que su aliento chocara con el cuerpo de ella.

Llevó sus manos hacia la espalda de ella, haciendo un camino con sus manos tocando su cuerpo, hasta llegar al broche de su corpiño, el cual desató y sin cuidado le quitó.

—Edward…

— ¡Cállate!

Él solo pensaba en el dolor que ella le había causado, se acercó a sus labios y ella pudo percibir el olor a alcohol que salía de su boca.

La besó nuevamente y esta vez tampoco fue dulce, fue duro, quería hacerle sentir todo el dolor que él había sentido y todavía tenía en el pecho.

Fue bajando, hasta llegar a sus pechos, tomó uno con su boca lamiéndolo en toda su extensión, llevó su otra mano a su otro seno y lo masajeó, Isabella no sentía placer, ni mucho menos, sentía vergüenza.

Comenzaron a caer las lágrimas que se había guardado, pero que ya no podía retener, ella no quería que las cosas fueras así, no de esa forma.

—Ahora no llores. —Dijo el bajando por su abdomen.

Siguió bajando hasta llegar a su cadera, con sus dos manos bajó las bragas de Isabella, ella pensó que él seguiría su camino, pero se equivocó él subió hasta su boca.

—Es mi turno de hacerte sufrir.

Dijo él cerca de su oído, se mojó con las lágrimas de Isabella, pero éstas poco le importaban.

—No me das compasión  llorando, me das lástima.

—Y a mí esto me da vergüenza.

—Lo siento por ti. —Dijo para luego soltar una carcajada. A Bella esa risa la hizo estremecer de pies a cabeza.

Edward logró sacarse el bóxer y dejar al descubierto su gran erección producto de dos días viendo a Bella en diminutos conjuntos y tener que apagar toda esa calentura con duchas frías, ahora pagaría esos días.

—Edward… mírame por favor a los ojos. —Dijo ella agarrando su rostro entre sus manos para que la viera a los ojos.

— ¿Por favor dime que ves Edward?

—Mentira, eso es lo que veo, engaño.

 —No lo hagas Edward por favor.

—Ya es tarde para eso, tú ya has arruinado todo, nada puede estar más arruinado.

Isabella cerró los ojos, esperando que el momento llegara, mientras más rápido mejor.

Sentía su erección en su abdomen, que rozándola poco a poco iba bajando hasta posicionarse en su entrada.

—Anoche no parecías no quererlo.

—Anoche las cosas eran distintas.

—Eran exactamente igual, todo era distinto antes de nuestra boda.

— ¿Te estás empecinando en alargar el momento o qué? —Preguntó ella abriendo sus ojos.

—Sabes que lo haré de todas formas. —Dijo él entrando en ella bruscamente.

—Nunca te creí capaz.

—Te dije que no me subestimaras. —Dijo entrando y saliendo de ella con brusquedad. —Y no hagas ruido. —Dijo tapándole la boca, al escuchar el gemido que soltó Isabella.

Fue rápido y duro, solo pensó en él, una vez que estuvo saciado se salió de ella.

—Vístete y vete.

Isabella se asustó por el tono de su voz, hacía un rato le había hablado de la misma forma pero no se acostumbraba al nuevo Edward.

Se levantó  de la cama, fue al vestidor y abrió el cajón de la ropa interior, la única ropa suya que había quedado, se sacó un conjunto y se lo puso, salió a la habitación se colocó el jean y la remera sin siquiera mirar a Edward, fue otra vez al vestidor y agarró la campera que tenía hace un rato en las manos y tomó un bolso.

Antes de salir de la habitación le dio una mirada a Edward y solo pudo decirle “Adiós”

—No me contestaste a qué hora vendrías.

— ¿A las 5 está bien?

Él no dijo nada, Isabella salió de ahí y fue directo a su habitación donde la esperaba Kate.

—No digas nada, Edward me dijo que no entrara a la habitación, ya sé que se pelearon no me tienes que contar nada si no quieres.

 — ¿Me conseguiste los zapatos? —Dijo ella evadiendo el tema.

—Si toma, es lo más bajito que encontré.

—Gracias. —Agarró los zapatos Prada de la temporada 2010, por eso Tanya se lo dio, ella jamás usaría zapatos de hace casi 2 temporadas.

 —Bien vamos.

—Bella perdón.

— ¿Perdón? ¿Por qué? —Dijo Bella deteniéndose afuera de su habitación cuando escuchó a Kate.

—Por qué Edward escuchó nuestra conversación y si yo no te hubiese dicho que serías buena madre él no se hubiese enojado, las cosas malas siempre son mi culpa, siempre.

 —Nada de culpas nena, no tienes la culpa de nada. —Se agachó a abrazarla, abrazo que Kate correspondió, Isabella sintió un pequeño dolor en su cadera cuando se acuclilló para abrazarla y otro tirón en su cuelo cuando los brazos de Kate la rodearon.

Ambas se fueron de la casa rumbo al “hermoso” centro de Forks, sólo había unas pocas tiendas, donde podías conseguir ropa, no esa clase de ropa que usaría una mujer de su “clase” pero a ella no le importaba.

Compró poca ropa, sólo la necesaria, también compró ropa para Kate sin que ella se diera cuenta, ambas tenían hambre se habían saltado el almuerzo y ya era hora de la merienda así que decidieron volver.

Llegaron a la casa cansadas de tanto caminar, ya que las tiendas estaban alejadas unas de otras.

Subieron todas las bolsas a su habitación ignorando a quien se les cruzara  por el camino, ambas cansadas y de mal humor por el mismo cansancio.

Toma, dijo Bella agarrando 4 de las 15 bolsas que traían.

—Bella te dije que…

—Lo ignoré.

Ella rezongó pero tomó las bolsas y las abrió, había un conjunto de jean y remeras a juego, zapatillas, pijamas y un conjunto de jogging con un buso deportivo a juego.

—Gracias, está todo muy lindo.

—Bueno, acomódalo en el armario junto con mi ropa.

—Bella le dije a Edward que mandara a traer otra cama, no quiero que duermas en el sillón y sé que no me dejaras a mí hacerlo.

—Tienes razón, no hay problema, ven vamos a  la cocina.

— ¿No me dirás porque estás así?

— ¿Cómo?

—Se te nota que estás mal, evitaste todo el tiempo hablar de él, ¿qué fue lo que pasó?

—Nada, sólo peleamos.

—Está bien, vamos.

Salí de la habitación, Bella se quedó pensando, Edward por alguna razón decidió tomar, no era algo común en él.

Se atrevió a pasar por su habitación y entrar, no estaba.

Fue al despacho y lo encontró sumergido en papeles y libros.

Entró y cerró con llave.

— ¿Qué quieres?

— ¿Qué pasó esta mañana?

— ¿Es necesario que te lo explique?

—No me refiero a eso ¿por qué tomaste? Tú no haces eso.

—Hay muchas cosas que yo no hacía hasta que te conocí.

— ¿Qué fue lo que pasó?

Él se levantó golpeando la mesa.

— ¿Me preguntas que me pasa? ¿Cuándo fuiste tú la que me iba a dejar yéndote con otro el día de NUESTRO matrimonio?

—Estoy arrepentida de eso y maldigo ese día, pero tú no lo notas, yo te quiero Edward.

—Me importa una mierda si te arrepientes o no, ya tomé una decisión.

— ¿De...decisión? ¿Cuál?

— ¿Eres mi esposa?

—Sí.

—Bueno, actuarás como tal, Charlie me llamó porque no se puede comunicar contigo.

 — ¿Y qué le dijiste?

—La verdad.

—No fuiste capaz, dime por favor que no es cierto, puede morir si recibe alguna noticia fuerte Edward.

—No le dije nada, pero no por ti sino por él, es el único que tu familia que no fue ambicioso o que quiso mi dinero.

—Yo no quiero tu dinero ni nunca lo quise.

— ¿Y qué es lo que quieres de mi entonces?

—A ti.

Él fue hacia ella y la depositó sobre el escritorio.

—Pero no de esta forma Edward, en serio lamento todo lo que te hice pasar y me arrepiento de todo, desearía que las cosas entre tú y yo fueran distintas.

—Tú misma las cambiaste.

—Voy  a merendar con Kate ven si quieres. —Dijo ella bajándose del escritorio y yendo hacia la puerta.

—No quiero ir.

—Ven, ella necesita ayuda, su hermana y su padre no parecen preocuparse mucho por ella, necesita alguien más a su lado.

Salió del despacho y subió a su habitación para cambiarse antes que la Barbi la viera con su ropa, le daría un infarto si la ve.

Cuando Bella bajó  estaban Kate y Edward los dos con una taza,  Edward estaba poniendo galletitas en un cuenco y cereales en otro.

—Hola. —dijo ella sentándose en una silla. — ¿Qué hay de merendar?

—Iré a buscar más chocolate ¿quieres? —Dijo Edward

—Sí.

Edward se levantó y fue a la cocina.

—Veré si necesita ayuda.

—Bella no necesita ayuda, solo traerá más chocolate, ¿aun no se arreglan verdad?

—No.

—Entonces ve a  ayudarlo, debe necesitar ayuda.

Bella salió del comedor sonriendo, esa niña era muy inteligente.

— ¿Necesitas ayuda?

—No, suelo poder hacer las cosas solo.

—Edward ya basta, ¿las cosas nunca cambiarán entre tú y yo?

—No.

—Esto es ridículo.

Edward sólo se contrajo de hombros sin darle importancia al comentario.

—Las cosas tienen que cambiar Edward.

— ¿No te das cuenta que ya han cambiado? Desde el día en que tú me engañaste Isabella.

—Edward por favor, tienes que dejar eso, yo… yo estoy arrepentida, en serio…yo…

— ¿Tu qué? No me vengas con eso, no Isabella.

—Pero es la verdad Edward, yo estoy arrepentida de lo que hice, sé que no fuiste tú quien me mintió y que fue Jacob, ni siquiera sé cómo le pude creer.

—No puedo creerte. —Dijo él encaminándose a la puerta de la cocina.

—Espera.

— ¿Qué?

— ¿Qué puedo hacer para que me creas?

—No haberme mentido nunca.

—Edward por favor, ya no aguanto esta situación.

—Lo siento por ti.

Dijo antes de salir de la cocina.

Isabella salió de tras de él, enfocó su vista en Kate que la miraba con carita de disculpas, al parecer su discusión se había escuchado en el pequeño comedor.

—Voy a salir. —Dijo Isabella tomando una campera del armario que estaba al costado de la puerta principal.

— ¿A dónde vas? en unas horas se pondrá el sol.

— ¿Ahora si te importo?

—No confundas las cosas. ¿A dónde vas?

—Que te importa. —Dijo agarrando las llaves del auto, salió por la puerta dando un portazo.

Edward no pudo evitar dar un golpe en la mesa de frustración.

—Lo siento Kate yo…

—No importa, lo entiendo.

—Gracias.

Edward se paró y se fue a su habitación.

Isabella arrancó el coche y se dirigió al centro de Seattle, unas horas más tarde estaba estacionando su coche en la puerta del centro comercial, no es que le gustara estar allí, ¿pero a que otro lugar podría ir?

El centro tenía casa de comidas, cada una con un enorme patio de comidas, tenía varias tiendas de Zacoa, una gran fuente el medio del patio rodeada de bancas, era de noche así que no quiso salir afuera, seguro el clima no era favorable para sentarse a tomar aire.

Decidió sentarse en una banca que estaba justo en frente de una de las tiendas de Zacoa, se podía oír las risas de los niños y también el grito de las madres yendo de un lado a otro atrás de sus hijos, se veía algunos padres jugando con sus hijos a los autitos chocadores, subiéndose a las montañas y trencitos fantasmas.

Sacó su viste de la tienda y se quedó observando la gente que pasaba, aun era temprano para que el centro cerrara, apenas se había hecho de noche, pero la gente pasaba corriendo de un lado a otro, había muchos grupos de adolescentes comprando desesperadas, Isabella no puedo evitar sonreír, así recordaba a Alice antes que se marchara.

Había grupos de adolescentes varones mirando chicas, eso no le produjo ninguna gracia, siguió con su vista hasta que se topó con una familia, una familia hermosa, la mujer era rubia y de ojos claros, el hombre tenía el pelo morocho pero era de tez clara con ojos marrones. Ambos tenían las manos entrelazadas, el hombre traía en sus hombros un nene que venía emocionado con un globo en las manos y la mujer tenía agarrada a una nena hermosa de su mano, los nenes eran rubios y de ojitos marrones, una hermosa mescla entre el papá y la mamá.

“¿Cómo serán mis hijos?” “¿Serán cómo Edward?””¿O cómo yo?”

“¿Isabella qué demonios estás diciendo?” “Él te detesta por la maldita estupidez tuya.”

Isabella sacudió su cabeza y siguió viendo a la familia, el hombre estaba bajando al nene de sus hombros y le agarró la manita, cuando esta llegó a pasar por donde estaba Isabella, la nena se la quedó mirando y no dejó de mirarla una vez que ya la habían pasado. Su mamá se dio cuenta de esto y tiró del bracito de la nena para que no mirara de esa forma a la extraña chica que los miraba. Pero la nena no le hizo caso a su mamá y corrió a donde estaba Isabella.

—Hola —Dijo la nena.

—Hola nena, ¿cómo te llamas?

—Isabella, pero mi mamá me llama Bella, puedes hacerlo si quieres.

— ¿En serio? Mi nombre también es Isabella pero me llaman Bella.

—Lo siento, es muy despierta y no suele tener vergüenza de nada. —Dijo la madre llegando a su lado.

— ¡Oh no pasa nada! es muy hermosa.

—Sí, lo es.

— ¿Qué te pasa Bella? —Dijo la nena tocando mi mejilla “¿Tan evidente era mi frustración que una nena de unos 5 o 6 años la notaba?”

—Yo… nada, no importa, ve que tu mamá y tu papá te esperan.

—Él no es mi papá, él es malo conmigo. —Isabella instantáneamente miró a la mamá que parecía avergonzada.

—Es mejor que yo me valla. —Dijo Isabella para que la niña no le contara nada más y la madre no estuviera tan avergonzada.

—Espera, te sientes bien, estás muy… pálida.

—Sí.

—Yo estaba por ir a reunirme con unas amigas ¿quieres venir? —Isabella miró en dirección del  hombre con el nene.

—No te preocupes él ya se iba, sólo venía a traerme.

—No sé si sea correcto.

— ¡Oh vamos! me gusta hacer nuevas amigas.

—Está bien.

—Ven cariño, te irás a casa con papi.

—Mami…

—Isabella.

—Está bien. —La nena corrió hasta llegar a donde estaba el “papá” y se fueron.

—Bien ¿cómo es tu nombre?

—Isabella pero puedes llamarme Bella.

— ¿En serio? Igual que mi pequeña.

—Si me dijo ¿y tu nombre?

—Jane, Jane Vulturi.

—Mucho gusto.

—Bueno ven, nos reunimos de vez en cuando con mis amigas aquí en la noche, digamos que para descargarnos un poco, verás todas somos madres y todas, bueno con problemas.

— ¿Qué clase de problemas?

—Hay niña, ¿cuántos años tienes?

—24, casi 25.

—Oh ya veo, ¿y estás casada?

—Sí, hace una casi semana.

— ¿Casi?

—Sí, van 6 días.

— ¿Y qué haces aquí y no en una hermosa isla como luna de miel? Creo que te vas a aburrir con nosotras, tú eres recién casada, joven, llegas a tu casa y tienes un hermoso marido que te ama y te espera para tener una hermosa noche.

—Si, como digas. — Contestó Isabella sin mirarla.

—Bien aquí es. —Dijo Jane parándose en la entrada de un Starbucks.

—Ven, te presentaré a mis amigas.

Entraron las dos, Jane venía muy emocionada tomada de la mano de Isabella para guiarla a la mesa que habitualmente ocupaban ella y sus amigas.

—Jane. —La abrazó una chica alta de pelo colorado y ojos azules.

—Hola Vicki, bueno chicas les presento a Bella, la acabo de conocer ¿no es genial?

—Dijo Jane dando saltitos. —Esa actitud le recordó a su “amiga” Alice, tan entusiasta como ella.

—Bienvenida. —Dijeron todas.

—Bien siéntate y cuéntanos tu historia. —Dijo la pelirroja llevándola a la silla.

— ¿Historia? —Dijo Isabella una vez que estuvo sentada.

—Oh chicas ella no es como nosotras, se casó hace una semana.

—Oh ya veo, te aburrirás con nosotras entonces. —Dijo una morocha de pelo largo y ojos casi negros.

— ¿A qué se refieren?

—Mira primero te presentaré a todas y luego sus historias. —Isabella sólo asintió, “¿historias? ¿A qué se referían?”

—Ella es Vicky, Leah, Bree, Emily y bueno yo, Jane. —Dijo Jane señalando a cada una a medida que las nombraba.

—Bella cada una tiene una historia distinta, yo por ejemplo tengo una hija, tu ya la conociste que es hija de mi primera pareja y tengo otro hijo, seguro lo habrás visto hace un rato que es hijo de mi actual pareja, pero yo no me llevo bien con mi marido, ¿vas entendiendo? Todas tenemos una historia parecida y ninguna de nosotras tiene, digamos, una buena relación con el marido…

—Por eso nos juntamos las 5 y salimos a emborracharnos y disfrutar si se cruza algún hombre en el camino. —Terminó Victoria la frase por Jane.

—Así que pidan algo que ya me quiero ir de aquí. —Dijo Leah, esa chica le caía mal, desde que Isabella llegó ella no dejó de mirarla como si fuera un bicho raro.

— ¿Engañan a sus maridos?

—Míralo como quieras. —Dijo Bree.

—Yo no voy a ir con ustedes.

—Lo supuse. —Dijo Leah en susurros.

—Sí, lo sabemos eres recién casada, jamás lo harías. —Dijo Jane ignorando a Leah.

— ¿Por qué lo suponen?

—Tienes 24 años Bella, supongo que es tu primer matrimonio, cuando recién te casas empiezas a formar tu familia y con el tiempo esta se va deteriorando, y por más que digas lo contrario eso va a pasar.

—Yo no voy a formar una familia. —Dijo Isabella agachando la cabeza.

—Oh, oh cuéntanos ¿tienes problemas verdad?

—Si algunos.

—Habla.

—El día de mi boda me quise fugar con mi ex novio pero Edward se enteró y ahora todo es… todo está mal entre nosotros.

—Wooow, juro que no esperé oír eso, ¿y nada más?

—No, ni siquiera dormimos juntos, es frustrante, traté de provocarlo en la luna de miel pero ni siquiera eso funcionó.

—Necesitas diversión ¿y supongo que te fuiste ahora de tu casa por alguna pelea?

—Si supones bien, pero no voy a ir con ustedes, no lo quiero engañar.

—NO lo harás, solo será diversión.

—Está bien.

— ¿Bueno qué pedimos? —Dijo Leah, ajena a nuestra conversación.

—5 cafés con espuma. —Dijo Jane cuando llegó la camarera. — ¿Te gusta el café verdad Bella? —Ella solo asintió —Que sean 6 entonces y tráeme una torta de frutilla.

La muchacha se fue y ellas siguieron hablando, contándole cada una un pequeño relato de su vida.

Bella por un momento sintió pena por Leah, era prima de Emily, y esta se casó con el que era pareja de Leah, “Por Dios ¿qué puterio es este?”

—No le hagas caso a Leah, ella es la persona más fea y amargada que puedes llegar a conocer. —Susurró Victoria en su oído.

Su pedido llegó y comenzaron a tomar el café con la torta, hasta que Leah habló.

— ¿Chicas a que no saben?

— ¿Qué?

—Me enteré que vino Jacob a Forks. — “¿Jacob? Mierda,¿ no podía llamarse de otra forma?” Pensó Isabella

— ¿Él está aquí? —Chilló Emily con una sonrisa.

—Sí pero ve olvidándote de él. —Le contestó Leah a su prima, desde lejos podía ver que no se soportaban.

— ¿Y qué hace aquí?

—No lo sé, me lo comentaron María y Lucy, lo vieron dando vueltas por la mansión Cullen. “¿Mansión Cullen?” “¿De qué rayos estás hablando?”

— ¿Mansión Cullen? —Preguntó Bella haciéndose la desentendida

—Sí, mira es una nueva casa que hay en Forks casi alejada del pueblo en medio de un bosque y para llegar ahí, hay que pasar por una carretera, vieron a mi Jake pasar por ahí por lo que al único lugar que puede haber ido es allí. —“Mansión Cullen” Isabella solo deseaba que ese Jake del que hablaban no sea Jacob, Jacob Black.

— ¿Y esa “mansión” como la llaman es muy… grande? —Preguntó Isabella, quería saber qué dirían y también si ese Jacob era Jacob Black.

—Sí, es enorme y allí vive Edward con su mujer, no los he visto por el centro así que imagínense como deben estar, ambos encerrados allí dentro.

—No te creas. —Dijo Victoria.

— ¿Por qué lo dices? —Cuestionó Isabella.

—Por que Tanya y su familia trabajan allí, ya la conocerás, no les hará nada fácil, Tanya siempre estuvo obsesionada por Edward y esta es su oportunidad. —“Idiota Bella, y ellos ahora están solos en casa”

— ¿Edward? ¿Qué Edward?

—Tranquila Bella, no es tu Edward, este Edward ya tiene dueña.

—Lástima, pero y Jacob que pasa con él,  me explican por qué no entiendo nada, ¿qué tiene que ver Jacob en esto?

 —Mira, Jacob fue mi novio y luego se puso de novio con otra chica, cortaron, él volvió conmigo pero el muy idiota me volvió a dejar, yo me vine acá a Seattle y él volvió por mí, eso es todo.

—Sí, claro. —Masculló Emily.

—Ese perro nunca me cayó bien, no se volverán a pelear por un chico otra vez ustedes dos. —Dijo Jane.

—Bueno Bella, como te decía yo, ya ni me acuerdo.

—Me hablabas de Edward.

—A si, Edward Cullen, trabajará en el hospital o eso creemos, su padre es médico y la última vez que lo vi antes que se mudara a Nueva York estaba estudiando medicina. Y yo soy enfermera en el hospital así que Bella no pienses en el, será mío, si Tanya no lo logra antes. —“Idiota”

— ¿Y Jacob?

—Él será mío Jacob Black siempre fue y será mío. —“Mierda, es él”

“Pedazos de zorras”

—Bueno ya basta de hombres, cuéntanos como es el tuyo. —Jaja.

— ¿El mío? ¿En serio quieren saberlo?

—Sí, se llama Edward, el nombre es atractivo. —Dijo Victoria “Puta de mierda”

—Él es alto, de tés blanca, cabello broncíneo, ojos verdes, no, no, no, son verdes, si los son, en realidad son tan hermosos que los miras y te pierdes en ellos.

—Ya quiero conocerlo.

—Ya lo conoces. —Dijo Isabella mirando a la muy zorra de Victoria amiga de la Barbie rubia de Tanya.

— ¿En serio?

—Sí, su nombre es Edward, Edwad Cullen.

La mandíbula de todas las presentes menos la de Jane cayeron, formando una gran “O” en sus bocas.

—Maldita zorra. —Dijo Isabella levantándose de su silla para marcharse.

—Bella espera. —Dijo Jane levantándose también.

—Ah  y chicas, Leah, no quiero ilusionarte pero Jacob… él, él es mi ex novio, con él me quise fugar el día de mi boda y no vino por ti, vino por mí, chau suerte. —Dijo Bella dando media vuelta.

Inmediatamente todas se miraron y odiaron a Isabella desde ese momento, la única que no compartió ese odio fue Bree, ella no había hablado en gran parte de la noche y no tenía motivos para odiarla, ni siquiera sabía por qué estaba en ese grupo de amigas, ella nunca fue capaz de engañar a Diego, su marido aun sabiendo que él la engañaba. Se levantó y corrió en dirección donde había visto a Bella desaparecer junto con Jane.

—Bella lo siento, en serio, Victoria es así, impulsiva, no le hagas caso.

Dijo cuando llegó a su lado y tomó el ritmo al que Isabella iba.

—Déjalo, no me importa, yo sé quien es mi marido y sé que sería incapaz de engañarme con Tanya y mucho menos con ella.

—Lo sé, todas conocemos a Edward Cullen, antes vivía aquí, hace casi dos años se mudo a Nueva York y no puede haber cambiado tanto en esos dos años.

— ¿Cómo era el antes de irse a Nueva York?

—Igual que cuando tu lo conociste, no creo que haya cambiado, nunca se le conoció a una novia siempre se le veía con sus padres, Carlisle pasaba mucho tiempo en el hospital, era muy buen doctor, todos lo conocíamos, Elizabeth iba desde su casa, en la que tu vives ahora hasta el hospital a ver a Carlisle, Edward no había comenzado el colegio, era muy chico cuando paso… bueno ya sabes… la desaparición… Carlisle dejó el hospital y se dedicó a Edward, cuando él tenía más o menos 6 años apareció Esme, que ayudó a Carlisle a ponerse una empresa, luego como ya sabes la familia Cullen adoptó a Emm, él era mi amigo, éramos mejores amigos, Edward nunca mostró una novia, si alguna vez la tuvo  y luego de unos años se fueron a Nueva York y bueno el resto creo que ya lo sabes, supongo que fue ahí donde te conoció. —“¿Desaparición?” ” ¿Esme apareció?” “¿Elizabeth?” “¿Emmett adoptado?”“¿De qué demonios habla?”

— ¿De qué estás hablando Bree?

— ¿No… no sabías nada?

— ¿Nada de qué?

—Es mejor que se lo preguntes a tu marido, creo que no debí decirte nada.

—Debo irme, ya es muy tarde él… debe estar preocupado.

— ¿Oye Jane no estaba contigo?

—No, la perdí, volvió a la cafetería.

—Adiós Bella, que todo se solucione y un consejo.

—Si claro.

—Saca  a Tanya de tu casa.

Isabella no dijo nada, dio media vuelta y se fue.

Se subió al coche y se quedó pensando en lo que Bree le había dicho, “¿Cómo es que él había vivido aquí  y no me haya enterado, nunca me lo dijo y que eso de Elizabeth, quien demonios es ella?”

Vio desde el auto una tienda de peluches e inmediatamente pensó en Kate, ella ya estaba un poco grande para eso pero a la mierda, le iba a gustar.

Se bajó del coche y corrió a la tienda,  ya hacía más frio que cuando ella salió de su casa.

Compró un gran oso.

Lo agarró con fuerza y salió de la tienda, pero antes de llegar al auto pasó por una joyería, un collar llamó su atención, era un corazón que hacía juego con su anillo de boda, empezó a templar pero no se dio cuenta, ella seguía viendo la vidriera.

Sintió unos brazos que ponían sobre sus hombros un abrigo y le frotaban los brazos.

Ella volteo rápidamente.

—Jacob.

 

 

 Capítulo beteado por Vhica...., Betas FFAD.
https://www.facebook.com/groups/betasffaddiction/

 

 

 

 

 

 

 

 dejenme sus votitos, comenatrios, sugerencias lo que quieran...

las amo, perdon, perdom y perdon.. si las deje con intriga...

 

Capítulo 25: Que sea mi imaginación Capítulo 27: ¿Quien es ella?

 
14439380 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10757 usuarios