Obligada a amar

Autor: Melii
Género: Romance
Fecha Creación: 28/06/2012
Fecha Actualización: 01/09/2014
Finalizado: NO
Votos: 30
Comentarios: 157
Visitas: 104636
Capítulos: 44

 OBLIGADA A AMAR

 

Me llamo Isabella Swan, pero todos me llaman Bella, tengo 22 años y siendo tan joven mi madre ya arruino mi vida por completo. Yo lo tenía todo, dinero, amor, felicidad y una familia muy unida. Pero mi familia quiebra, y pierde todo su dinero, quedándole solamente, mi casa y ahorros de una pequeña herencia. Al verse sin dinero, mi madre me ha hecho casar, enamorar, desenamorar, y lastimó lo que yo mas amaba en el mundo, mi novio Jacob. Ese hombre es Edward Cullen, un hombre de debo admitir que es muy apuesto, pero en fin, él junto con mi madre acabaron con la poca felicidad que me quedaba.

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Capítulo 42: Dolor

Perdon por la tardanza, nos leemos abajo ;)

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Capítulo beteado por Vhica...., Betas FFAD. https://www.facebook.com/groups/betasffaddiction/

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—Edward no está bien, Esme; hace ya tres días que tiene fiebre y dice que le duele el cuerpo. Traté de calmarle un poco el dolor con un diclofenac y antifebril, pero nada.

—Déjame que llame a un médico amigo de la familia, enseguida lo envió a tu casa.

—Gracias.

—No es nada, cuídamelo bien.

—Claro, no te preocupes.

 

Ambas cortaron la llamada y Bella se dirigió a su habitación para controlar la temperatura de su marido. Tocó su frente y nada había cambiado desde la mañana.

—Hola mi amor.

—Lo siento, ¿te desperté? ¿Cómo te sientes?

—Bien.

—Edward, no estás bien, tienes fiebre y no te has levantado de la cama en tres días.

—Me duele el cuerpo, es sólo una gripe amor, no te preocupes.

—No me pidas eso, papá se llevó a Tony a jugar afuera para que pueda cuidarte, si te vieras no dirías que es solo una gripe.

—Estoy seguro que con unos días de reposo se me pasará.

—Eso espero, hace un rato hablé con tu mamá, dijo que enviaría un médico conocido.

—El doctor Lincoln, era amigo de papá.

—Espero que no te pongas terco y dejes que te revise

—Está bien.

 

El médico sólo le recetó un medicamento y reposo absoluto. Le diagnosticó Angina.

—Bien mi amor, reposo absoluto y dieta líquida para que no se te irrité la garganta, dijo que era una angina fuerte.

—Sí, lo sé, nunca me había dado tan fuerte, pero sabía que podía ser eso.

—¿Por qué no me dijiste?

—¿Estarías más tranquila si fuera sólo una gripe?

—Claro.

—¿Lo ves? Por eso. Me vendría bien encerrarme en el baño con el agua caliente.

—Para qué tenemos nebulizador, eres un terco.

—No me gusta esa cosa.

—Bien sólo porque estás enfermo, ganas esta vez.

—Siempre gano Swan, lo siento, Cullen.

—Ya quisieras, tu mamá lo dijo, nosotras siempre ganamos.

 

Y así Edward estuvo toda una semana: con tos, fiebre, dolor de garganta y un horrible dolor en todo el cuerpo. Por decisión propia había decidido que no le llevaran a su hijo, tenía miedo de que también se contagiara.

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—Hoy balbuceó toda la mañana, en cualquier momento va a comenzar a hablar. —le hablaba de cada avance de su hijo, pero Edward parecía siempre en otro mundo, lo cual comenzó a preocupar a Bella más de lo que ya estaba.

 

—Hoy te llevo al médico, no puedes seguir así.

—Bien.

—Lo ves, ni siquiera discutes.

—Te amo. —Dijo Edward aún con los ojos cerrados.

—Yo también mi amor.

 

Isabella lo llevó esa misma tarde al médico.

—Isabella, un gusto verte pequeña.

—¿Doctor Robinson? Vaya sorpresa.

—¿Qué te trae aquí?

—Mi marido, estuvo toda la semana con fiebre, dolor de cuerpo, no hay nada que lo calme.

—¿Quieres que yo lo atienda? Si sigues esperando en la sala estarás bastante rato.

—¿Lo haría? se lo agradecería.

—Sí, te espero en mi consulta.

—Bien, enseguida voy, gracias.

Bella fue por Edward a la sala de espera.

—Mi amor, te atenderá el doctor Robinson, fue el médico de mi familia desde que tengo memoria, es el mejor, vamos.

—Me puedo sentir ofendido.

—Mejor médico clínico, tú eres el mejor pediatra del mundo.

—Bien, vamos.

El doctor lo atendió y no pudo darles un diagnóstico.

—Le haremos uno rayos X de sus pulmones, esa tos no me gusta, por el momento sigue con esos medicamentos.

—Bella, hace semanas que René no me llama para ir a revisar a Charlie, ¿él está bien?

—Sí, está bien, el está viviendo en mi casa, Edward lo revisaba hasta ahora, de hecho está mejor.

—¿Renée está sola? —Preguntó con una sonrisa.

—Yo... No debí decirle nada doctor.

—No me llames doctor, te conozco desde que usas pañales.

—Bien, tardará mucho en hacerle...

—No, diez minutos más y tendré los resultados.

—Gracias por esto, estaba tan preocupada.

—No es nada. —Fue interrumpido por el sonido de su celular que anunciaba una llamada .

—Qué casualidad, es tu mamá.

—No le digas que estoy aquí, por favor.

—No, te preocupes.

—¿Hola? —Contestó una vez que se hubo alejado.

—Hola Phil, ¿cariño, cómo estás?

—Renée, es un gusto escucharte, bien ¿y tú?

—Bien, me enteré que tienes un paciente por allí.

—Sí, tu yerno, querida.

—Sí, lo sé. Tengo mis contactos, ya me había enterado. De hecho por eso te llamaba, tenemos que hablar sobre algo.

—Claro, ¿esta noche te parece?

—Perfecto, te estaré esperando.

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—Esme, hace una semana que esta así, dice que se siente cansado físicamente.

—¿Qué le dijo el Doctor?

—Dijo que tiene que ver bien los estudios para diagnosticar algo, pero que por el momento le dé un medicamento, ya lo compré, hace dos días se lo comencé a dar.

—Bien, si necesitas ayuda me dices.

—Seguro, gracias

—No es nada cariño.

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—No quiero este medicamento Bella, sabe feo.

—Eres doctor y recetas esta cosa a la gente, ¿pero no te lo puedes tomar?

—Por favor, sabe desagradable, pruébalo.

—No.

—Bien, no lo pruebes, de todas formas, no lo tomaré.

—Claro que sí.

—No, mira, cerraré la boca, hasta que te vayas.

—Eres un infantil, esto no es un juego Edward.

—¿Dónde está Tony?

—Con papá, están jugando en el patio.

—¿Me llevas?

—¿Sabes lo que es reposo absoluto?

—No seas aguafiestas.

—No lo soy, sólo te cuido.

—Bien, ganas como siempre, solamente no me des esa cosa horrible.

—Está bien amor, ahora duérmete, te hará bien.

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—Papá, es está mal, anoche estuvo transpirando toda la noche, pero decía que tenía frio y no le da hambre tampoco.

—Es su mecanismo, déjalo, se le pasará.

—Eso le pasa por no querer tomar el medicamento que me dio Phil.

—Dijo que sabía feo, es comprensible.

—Papá, es algo serio. Se lo meteré en el jugo.

—No hija. Mira desde que yo dejé de tomar los medicamentos no me he agitado, es mejor vivir sin cosas raras.

—Son medicinas, no cosas raras, cosas buenas.

—Como digas.

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Una semana y media, Bella cuidaba a Edward, a Tony, cocinaba y limpiaba la casa. Todo al mismo tiempo.

Edward no mejoraba, él debía mejorar pronto, pero no lo hacía.

Ni siquiera tenía dinero para comprar la comida, Charlie se encargaba de cualquier gasto.

—Bella, no estás bien.

—No Esme, te llamaba para preguntarte algo.

—Claro cariño ¿dime?

—Necesito de tu ayuda, me dijiste que me ayudarías.

—Claro que sí, en que la necesitas.

—No puedo con todo, cuidar a Edward por la noches, a Tony durante el día; papá ayuda, pero no es lo mismo a que lo haga yo, también cocino, limpio la casa, la ropa y esto me sobrepasa, quiero poder dedicar más tiempo a Edward y no sólo en la noche o para llevarle su comida y los medicamentos.

—No te preocupes, estaré allí en un rato, me llevo ropa y te ayudaré en lo que más pueda.

—Gracias.

—No es nada.

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Tres, tres malditas semanas, en las que Bella perdía la paciencia, no había avances, no había nada. Edward ya ni siquiera le hablaba, solo dormía y ni siquiera comía.

—Lo siento, por el momento sigue dándole el medicamento, otra cosa no puedo hacer.

—¿Nada? ¿Phil, no hay algo que puedas hacer? Ya ni siquiera habla, no sé cuando tiene frio o hambre, si quiere ir al baño, si hay algo que le molesta.

—Lo siento Bella.

—Está bien, Phil. —Contestó Charlie detrás de ella con Esme al lado.

—¿ESTÁ BIEN? ¿QUÉ ESTÁ BIEN PAPÁ? ¡PORQUE EDWARD NO! ¡ÉL EMPEORA CADA DIA!

—No grites, está Tony en su cuna.

—Adiós, mejor voy a ver que necesita mi marido.

—Phil, amigo, cuando te graduaste te dije que serías un gran médico, demuéstrame eso; por favor, haz que Edward se recupere.

—Haré todo lo posible.

Esme solo lloraba, su hijo no mejoraba y nadie tenía respuestas, eso la estaba matando por dentro.

—Está bien, adiós Phil.

—Adiós amigo.

Esme se sentó en el sillón a llorar, hacía tiempo que no lo hacía, desde que Carlisle se había ido.

—Llora Esme, te hará bien. —Dijo Charlie abrazándola, se sentía tan impotente, no podía hacer nada por su hija, ni por Esme, ni por su nieto, si algo salía mal, ellos tres saldrían perdiendo algo.

—Tengo miedo, mis hijos son lo único que me queda y ambos están peleados, Emmett ni siquiera se preocupó por su hermano cuando hace unas semanas le dije estaba enfermo, ahora míralo, cada vez peor y él ni siquiera ha llamado.

—No es tu culpa, fue un error de parte de todos.

—¿Lo sabes?

—Claro que lo sé y no debes culparte por eso.

—Gracias.

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.Los días seguían pasando y Bella estaba que se carcomía por dentro.

—Come algo Bella.

—No quiero.

—Debes comer, mírate, estás tan flaca, pálida; mira tus ojeras, si no te alimentas bien, empeorarás y no querrás que Edward te vea así.

—Edward me quiere como sea, Esme.

—Lo sé, pero no le gustará verte de esa forma.

—Tiene razón Esme, hija, estás mal, y no me gusta verte así.

—No me importa, voy a ver a Edward, ya es hora de su medicamento.

—Ve, pero ¿por qué no pasas a ver a Tony antes?

—No puedo, Edward me necesita.

—Tony también hija, él comenzara a hablar en cualquier momento, te extraña a ti y a su padre, mi amor.

—Lo siento papá, tengo que darle esto a Edward.

—Está bien, pero más tarde ve a ver a Tony.

—Sí, seguro.

Isabella fue a ver a Edward, le dio la pastilla y se sentó junto a él a hablarle.

Despertó, pero no dijo nada.

—¿Estás bien Edward? Dormiste todo el día.

—Mhh.

Edward solo asintió con un pequeño quejido y volvió a recostar su cabeza en la almohada para seguir durmiendo.

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Mierda, cuatro semanas.

Edward no mejoraba y eso hacía que el estado de Bella empeorara, cada vez más delgada y con menos ánimo. Ahora estaba encerrada en el baño con una prueba de embarazo en sus manos. Su periodo no había venido, se había retrasado bastante ya. Pero eran los nervios dedujo. Aunque para estar más segura se hizo un test.

NEGATIVO

Se puso triste, pero sabía que eso era lo mejor, ahora era el momento de cuidar a Edward y de ella misma.

—Bella, es lo mejor. —Se dijo a si misma saliendo del baño.

—¿Qué hacen aquí? —Preguntó cuando vio a Esme y Charlie pegados a la puerta del baño.

—Queríamos saber que te dio.

—Negativo.

—Qué lástima.

—No papá, es lo mejor, ahora debo cuidar a Edward, no preocuparme por mí.

—Hubiera sido lindo otro nieto.

—Lo sé, pero ya habrá más tiempo para eso. Edward quería mínimo tres hijos, así que tendrás más nietos.

Esme y Charlie se miraron y agacharon sus cabezas.

—Ey, no se pongan tristes, ya vendrá un nieto mas. Ahora voy a contárselo a Edward.

Dijo mientras corría a su habitación.

—Hola mi amor, hoy me hice el test, sé que querías que diera positivo, pero dio negativo.

Hubo un momento de silencio.

—Te dejé mudo, mira, cuando tú te mejores, tu y yo tendremos más hijos. Espero que el siguiente sea un niño, igualito a ti, como Tony.

Tomó la mano de Edward y la puso en su abdomen.

—¿Sabes? Sé que no estuviste en mi anterior embarazo, pero para el que viene debes prepararte, cuando estaba embarazada de Tony, mandé a Jessica a buscar helado a las 3:30 de la madrugada. ¿Sabes de qué? De nuestro favorito, menta con chocolate. ¿Recuerdas la primera vez que me llevaste a comer helado? Fue algo inusual, en la terminal cuando recogimos a Alice.

Y así Isabella siguió hablando sin parar durante horas, sobre el pecho de su marido, sin percatarse de que su padre y Esme la veían desde a puerta.

—Vamos. —Susurró Charlie.

Ambos se fueron a la sala y se sentaron en el sillón.

—Me parte el alma ver así a mi hija.

—A mi también, hay que hacer algo para ayudarla.

—Sí, que se acerque a Tony, me es casi imposible hacerlo dormir a la noche, hace días que no ve a su madre y semanas sin ver a su padre, los extraña.

—Sí, hagamos algo.

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—Bella, cariño

—¿Qué quieres? Estoy apurada, tengo que hablar con Edward sobre algo.

—Siéntate un segundo. Te preparé algo de comer.

—No quiero Esme.

—Esta vez si harás caso Isabella, ni siquiera te has visto en un espejo. Si comieras no estarías así. —Contestó su padre, al lado de Esme.

—¿No que se odiaban ustedes dos? ¿Ahora se unen para molestarme?

—Deja de decir estupideces hija, no te levantas de esa silla hasta que no termines tu plato de comida.

—Lamento decirte papá, que ya soy adulta y que no me puedes tratar como si tuviera cinco años, me voy a levantar e ir con mi marido, les guste o no.

Se levantó y dio media vuelta para irse.

—¿Qué hacemos Charlie? Es un caso perdido.

—Olvidé un vaso de agua, espero que no me intercepten. —Dice Bella entrando nuevamente.

—Bella, Tony te extraña, extraña que lo hagas dormir tú, también extraña a su padre, a los dos. ¿No quieres verlo?

—No puedo, Edward no tomó nada en toda la mañana, debe tener sed.

—Deja de pensar en Edward un segundo Bella, me duele que mi hijo esté de esa forma, pero no mejorará, no por el momento y…

—No te atrevas a repetir eso Esme, él mejorará.

—Maldición Isabella, no eres la única que sufre por esta situación, todo lo hacemos y Tony también lo hace, te extraña, solo álzalo un rato, ¿Él lo entenderá ?

—No puedo, estoy apurada.

—Hija.

—No papá. —Dijo saliendo.

—Ya se dará cuenta Esme, de dará cuenta que lo que hace está mal.

—¿CUÁNDO? ¿CUÁNDO MI HIJO MUERA? Recuerda lo que dijo el Doctor, él va a morir, ella ni siquiera lo escuchó.

—¿QUÉ? —Se escuchó el grito de Isabella en toda la cocina—. No te atrevas a repetir eso Esme. —Dijo dándole una bofeteada.

—Hija, ¿qué haces? ¿Te das cuenta? Nos lastimas a todos con tu actitud y aquí la que mas sale herida eres tú, recapacita.

—No tengo nada que recapacitar papá, déjame en paz, deberían ayudarme no andar diciendo estupideces por ahí. —Dice dirigiéndose hacia Esme.

Dio media vuelta, pero el grito de su hijo le hizo darse vuelta.

—¿Dónde está?

—Allí. —Dijo Charlie señalando el pequeño bebesito sobre la encimera de la cocina, para luego pasarle una bolsa de hielo a Esme.

Isabella se acercó lentamente al bebé y lo miró, todo bajo la atenta mirada de su padre y Esme.

Lo tomó y se lo tendió a Esme, que lo cargó sin decir nada.

—Cállalo, no quiero oírlo llorar. ¿Y sabes qué? ¿Por qué no te vas tú también? Si crees que Edward no mejorará, vete de mi casa y tu papá, estás con ella ¿no? Estás de su lado. Vete, vete con ella también.

—Hija que…

—No quiero a nadie en mi casa. ¡A NADIE! —Gritó para darse la vuelta e ir a su habitación.

Se despertó al día siguiente con un horrible dolor de cabeza, como venía siendo todos los días, por el llanto que alargaba toda la noche. Fue a la cocina y no fue como los días anteriores, con olor a café y a tostadas.

—Mejor así. —Se dijo a sí misma.

Tomó una pastilla para el dolor de cabeza y se fue a bañar, se sentía mal, cansada, se sentía… débil, eso. No podía hacer nada por la persona a la que amaba. Debajo de la lluvia de la regadera, recordó el día de su casamiento, ahora si le gustaba recordarlo, antes solo quería huir de esa boda, ahora era unos de sus mejores días.

“…Hasta que la muerte los separe”. Esa maldita frase sonaba una y otra vez en su cabeza.

Esperaba que ese día llegara cuando fuera viejita, rodeada de sus nietos y puede que algún bisnieto también. Pero no tan pronto. También recordó lo que dijo Esme ayer.

“¿CUÁNDO MI HIJO MUERA? Recuerda lo que dijo el Doctor, él va a morir, ella ni siquiera lo escuchó”. No, se negaba a creer eso.

Se termino de alistar y mientras esperaba al doctor se sentó junto a su marido, contemplándolo, aún era hermoso, a pesar de las manchas purpuras debajo de sus ojos, la palidez de su piel y su extrema delgadez, era hermoso, el único hombre que la hacía feliz.

—Te amo. —Dijo acercándose a sus labios resquebrajados para besarlo—. Tú mismo lo dijiste mi amor, que era sólo una pequeña gripe, estarás mejor. Reposo y todo mejorará, seremos tú y yo sanos de vuelta. ¿Aunque sabes? Nunca tuve una gripe así, pero sé que solo es eso.

El timbre sonó y fue a atender.

—Phil, qué bueno que llegas. Tengo el presentimiento de que hoy estará mejor, mira, me puse el jean que más le gustaba a él y la camisa azul, decía que me quedaban bien, era la que más le gustaba.

—Luces hermosa Bella. ¿Puedo pasar a verlo? —Dijo mirándola con pena.

—Sí, pasa.

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—¿Qué pasa? —Preguntó Bella al ver al doctor salir rápido de la habitación para tomar su móvil.

—Preparen una camilla, llevo un paciente grave. —Dijo en cuanto atendieron el teléfono.

—Doctor, tenía otro paciente que atender, me hubiese dicho.

—Isabella. —Dijo el doctor dándose vuelta y tomando a Bella por los hombros—. Edward está mal, él no mejorará. Si no lo llevamos ahora mismo al hospital, morirá.

—No es cierto doctor, pare con el chiste, no es gracioso. —Replicó siguiéndolo hasta la habitación nuevamente.

—Toma, conduce hasta el hospital donde trabajo, ya sabes cuál es. —Ordenó tomando la llaves, del que supuso eran del auto de Isabella, de arriba de la mesa de noche— Yo llevo a Edward.

—Phil, déjalo en la cama, se va a poner mejor, tiene solo un resfrío, él lo dijo.

—No está resfriado, está muriendo.

—No es así, el otro doctor dijo que podría tener angina, eso es un poco más grande que una simple gripe.

—Isabella, te espero allá, adiós.

Dijo saliendo de la casa cargando a Edward. Sin pensarlo condujo hacia el hospital, como podía llevarse a su marido de esa forma, su lugar era en su casa. Cuando llegó, fue directo a la recepción.

—Hola señorita, hace un momento el Doctor Phil Robinson trajo por equivocación a mi marido. ¿Podría decirme dónde está?

—¿Phil? Él está del lado de urgencias, en el otro ala del hospital.

—Gracias.

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—¿Hija?

—Papá, estoy en el hospital, trajeron a Edward por equivocación, yo les dije que él solo tenía gripe, pero nadie me dice nada. ¿Puedes venir?

—Sí, tranquila. ¿Dónde trabaja Phil?

—Sí.

—Bien.

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Al poco tiempo Charlie llegó con Esme y el pequeño Tony dormido.

—¿Qué hace ella aquí papá? Te llame a ti.

—Isabella, es la madre de Edward, tiene derecho a saber qué pasa.

—No pasa nada, sólo tiene gripe, él lo dijo.

—Isabella, mi amor. —Dijo abrazándola, le dio una mirada a Esme, la cual entendió perfectamente.

—Papi, todo estará bien ¿no? Se darán cuenta que esto es un error. ¿Verdad?

—Sí, mi cielo, se darán cuenta.

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Al poco tiempo, llegó Esme con una cara que decía que lo que traía no eran buenas noticias.

—¿Y?

—No creen que pase la noche.

—¿Qué? Pero Esme, él solo tiene un gripe, yo lo sé.

—No Bella, él no…

—Claro que sí, ¿entonces qué puede tener?

—Él… Los médicos dice que… ellos.

¿Por qué no vas a verlo hija?

—Sí, eso haré papá. —Dijo levantándose para ir a ver a Edward.

Y así pasó el resto del día, junto a la cama de su esposo, sin hacer nada.

En la noche tuvo una pequeña escena de Alice.

—Todo esto es tu culpa, Isabella.

—No lo es.

—Él morirá por tu culpa. —Isabella sin aguantarlo, le dio una bofetada, seguro le dejaría una marca como había hecho con Esme, su anillo de matrimonio se le marcaría en la mejilla.

—No te atrevas a repetirlo, él va a estar bien, idiota.

—No es momento de discutir, al menos Edward no sufrirá más. —Interrumpió Emmett.

—Váyanse de aquí, ustedes no creen en que él es fuerte, estará bien, sea lo que sea que tenga, mejorará.

—Mi hermano fue envenenado Isabella, ¿no te pesa eso? —Gritó Emmett.

Isabella, automáticamente se volteo a ver a su padre y a Esme, que agacharon la cabeza.

—¿Envenenado?

—Sí, no te hagas la desentendida, fue con alguna clase de droga, ¿ni siquiera te pesa la conciencia?

—Yo no le hice nada, él sólo tiene gripe, pero no importa si no me creen. Él va a estar bien.

Pero unas cinco enfermeras entraron a la habitación de su marido. Todas la miraron al pasar, una le sonrió y no fue ninguna sonrisa falsa.

—¿Qué pasa? —Preguntó tratando de entrar.

Pero los brazos de Emmett la sujetaron.

—¡Suéltame Emmett! ¡No me toques!

A los minutos entró el doctor Phil.

—Phil, ¿qué pasa? —Preguntó cuando las enfermaran salían de la habitación, bastante contentas notó Bella, eso era buena señal. La misma enfermera que le sonrió cuando entró, le sonrió ahora, eso era bueno, pero la enfermera pelirroja y de ojos azules salió detrás de las demás.

—Él murió Bella

—¿Qué? Eso es mentira Phil, él está bien, quiero verlo.

—No puedes pasar, habrá que hacerle una autopsia para descubrir la causa de su muerte.

—Suéltame Emmett. —Se quejó Bella forcejeando con su cuñado.

—Acompáñenme todos. —Dijo Phil saliendo por el pasillo, seguido por todos allí, excepto por Emmett y Bella.

—Quiero entrar a verlo.

—No te hará bien verlo.

—No me importa.

—No Isabella, no lo harás.

Isabella cayó al piso, seguida de Emmett que seguía abrazándola.

—¿Por qué?

—No lo sé, Bells.

—Tú me odias, ¿crees que yo lo hice?

—Sé que lo amas, no eres capaz.

—Se fue Emmett, me dejó sola.

—No te dejó sola, tienes a Tony.

—No quiero a Tony, no quiero verlo, es igual a Edward.

—Lo sé, pero es tu hijo, es su hijo también Bella.

—Pero él me dejó, Emmett.

—No fue porque quiso.

—¿Qué voy a hacer ahora?

—Seguir viviendo, nosotros te apoyaremos, todos están mal por la situación, pero nadie cree que hallas sido capaz de dañarlo.

—Lo amo tanto, me iré con él.

—No irás a ningún lado, nosotros estaremos contigo.

—No, no estarán en todo momento, me iré con Edward, no me importa nada más que estar con él.

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Phil, una media hora después, pasó por el mismo pasillo, donde seguían Emmett y Bella, ambos llorando. Tomó su teléfono y marcó

—Dime que tienes buenas noticias

—Sí, las tengo, tu plan funcionó a la perfección, están todos afligidos y llorando.

—Perfecto, por eso te amo Phil.

—Y yo a ti Renée.

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Lose, me odian, pero veremos que pasa en el proximo capitulo!!!

 

Nunca esta demas darle las gracias a mi beta Vhica, es una genia, nose como hace, jajjaa!!!

Y a todas ustedes otro beso bien grande, se que hay nuevas lectoras, gracias por todos los comentarios y los nuevos votos que recibi..

 

Capítulo 41: Cumpleaños de Tony y algo mas... Capítulo 43: Vacio y recuperacion

 
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