Un beso inolvidable. (+18)

Autor: crepusculonov2
Género: + 18
Fecha Creación: 10/01/2011
Fecha Actualización: 23/02/2011
Finalizado: SI
Votos: 27
Comentarios: 118
Visitas: 123954
Capítulos: 35

 

Bella estaba decidida a sacar definitivamente de su mente el recuerdo de Edward Cullen. Habían pasado ya nueve años desde que aquel atractivo amigo de su hermano le había robado el corazón con un beso.
Pero ya había llegado el momento de poner fin a aquella locura, de dejar de comparar a cada hombre que conocía con Edward. Había llegado la hora de dejar que algún hombre la amara.
Justo entonces apareció inesperadamente Edward, anunciando que había puesto fin a su matrimonio y convirtiéndose en una tentación irresistible para Bella.

 

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Hola! esta novela no la escribir yo ni nada, esta basada en una novela llamada Un beso inolvidable escrita por lee miranda y me gusto mucho la historia asi que se me ocurrio hacerla con Edward, Bella y los demas de Twilight, la adaptare un poco para hacerla mas larga. 
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Capítulo 6: El dia de su partida.

 

***fin del flashback***

Alice soltó una risa ahogada.

-Estoy segura de que tu madre no le habría hecho aquella oferta si hubiera sabido de qué manera quería su invitado que lo cuidara su hija. ¿Y qué sucedió entonces? ¿Cuánto tiempo tardó en insinuársete? ¿Y cómo conseguiste resistirte a él? Por lo que has contado, debía de ser un hombre maravilloso.

Bella suspiró y disminuyó la velocidad del coche al ver que se acercaban a un semáforo en rojo.

-No se me insinuó. Ni una sola vez, y eso que estuvo con nosotros durante la mayor parte del verano, (Nota: Yo siendo de Mexico me confundi ya que aqui la epoca de navidad es en invierno, pero como esta historia trancurre en Australia que esta en el hemisferio sur, es verano) justo hasta finales de enero.

-¡No me lo puedo creer! Era evidente que le gustabas...

-Sí, yo también lo pensaba. Y yo estaba perdidamente enamorada de él. Lo seguía por todas partes, buscaba cualquier excusa para estar donde quiera que él estuviera.

-¿Y a tu hermano no le molestaba que su hermana pequeña fuera siempre detrás de él?

-No, en nuestra familia siempre hemos hecho las cosas juntos. Jacob y mi padre pasaron la mayor parte del verano enseñando a Edward muchas de las cosas que es necesario aprender en el campo: a montar, a disparar, a trabajar la tierra... Al final de su estancia, el ya era capaz de dar a una lata de cerveza a una buena distancia. Para mí, era normal ayudarlo. Además, yo era la única persona suficientemente estúpida como para dedicarse a colocar o sostener postes y latas vacías durante horas.

El semáforo cambió de color y Bella pisó el acelerador.

-¿Sabia tu familia que estabas chiflada por él?

-No creo. Como te he contado antes, yo siempre he sido una persona muy reservada. Estoy segura de que ni mi padre ni Jake sabían nada. Creo que quizá podría haber sospechado algo mi madre, aunque con su carácter, estoy segura de que me lo habría dicho. Pero es posible que fuera suficientemente inteligente como para darse cuenta de que si hubiera hecho algún comentario, me habría puesto mucho peor.

-Pero Edward sí lo sabía, ¿no?

-Sí, Edward sí lo sabía.

-¿Y él qué sentía por ti?

Bella se encogió de hombros.

-¿Quién sabe? Yo pensaba que le importaba. A mí él me encantaba y creo que, como tú has apuntado, él se sentía atraído hacia a mí, pero en un plano totalmente superficial. Al fin y al cabo, yo sólo tenía quince años. Por supuesto, yo todas las noches me dedicaba a fantasear y a decirme que estaba loco por mí. Rellenaba páginas y páginas de poesías apasionadas y buscaba algún significado oculto en sus gestos cada vez que me prestaba la menor atención. Cada una de sus miradas era una señal inequívoca de su amor, y en todas las conversaciones que compartíamos, creía entrever mensajes secretos.

Isabella rió suavemente.

-En mi familia, teníamos la costumbre de reunirnos todas las noches en el porche, a mirar las estrellas y a hablar. En algunas ocasiones, Edward y yo éramos los últimos en irnos a la cama. No puedes imaginarte lo que era para mí quedarme a solas con él. Es impresionante la cantidad de sueños románticos que puede llegar a tejer una adolescente alrededor de una vana conversación.

-¿De qué hablaban?

-De nada importante, de cosas generales. Libros, música, poesía... Al mirar atrás, tengo la sensación de que Edward se burlaba de mí cuando decía que mis gustos y opiniones le parecían increíblemente adultos y sensatos.

-Quizá no, Bella -repuso su compañera de piso-. Eres una mujer muy profunda y sensible, posiblemente hasta demasiado. Te imagino perfectamente a los quince años. Debías de ser tan hermosa como intensa. Quizá Edward no se te insinuó porque lo asustaba la fuerza de tus sentimientos.

-Bueno, no sé si fue esa la razón. La verdad es que ni siquiera tuvo que tomarse la molestia de insinuarme nada porque yo le confesé mis sentimientos.

-¿De verdad? ¡Dios mío! Cuéntame cómo ocurrió.

-Fue la noche anterior a que se fuera a Sydney, nos habíamos quedado él y yo solos en el porche.

-¿Y cómo demonios lo hiciste?

**Flashback** 

«Vayanse a la cama», deseaba Bella desesperadamente. «Por favor, vayanse ya. Edward se va mañana, ¿es que no lo entienden? Necesito quedarme a solas con él». Bella se llevó la impresión de su vida cuando, acabado de formular aquel pensamiento, su madre se levantó y anunció su intención de retirarse. Su padre la siguió casi inmediatamente y, a los cinco minutos, Jake se había ido también a su habitación. Agradeciendo al cielo aquel favor, Bella se apartó de donde estaba para sentarse en uno de los escalones al lado de Edward. Éste llevaba puestos unos pantalones cortos y una camiseta y Bella iba vestida de forma similar. Había sido un día muy caluroso y, aunque lentamente, estaba empezando a refrescar. Por supuesto, Bella no sentía ningún frío: estar sentada al lado de Edward era la mejor forma de combatirlo. Se quedó mirando sus musculosas piernas, morenas tras haber pasado allí el verano. Observó que su propio muslo estaba a sólo unos centímetros del de él. Bastarla que se moviera un poco para que se rozaran, pero sabía que no era capaz de tamaña audacia.

-En Sydney es imposible disfrutar de una noche como ésta -susurró Edward, moviéndose de tal manera que sus muslos se rozaron. Bella subió bruscamente las piernas a un escalón más alto y apretó las rodillas con fuerza, para impedir que le temblaran.

-No... No sé -dijo con voz trémula.

-Tu madre me ha dicho que cuando termines el colegio vas a ir a Sydney a estudiar.

-Eso espero. Si de aquí a tres años no tenemos que enfrentarnos a ninguna sequía ni a ninguna inundación, supongo que podré ir.

Edward frunció el ceño, como si jamás se le hubiera ocurrido pensar que la economía familiar pudiera depender del tiempo.

-Si sucediera algo parecido, yo te pagaré los estudios.

-¡No puedes hacer eso! -exclamó Bella, a pesar de que su oferta habla conseguido emocionarla-. Los Swan siempre se han mantenido a sí mismos.

Edward suspiró.

-Ya he podido comprobarlo con Jacob. Pero, maldita sea Bella, tienes que venir a Sydney.

-¿Sí? -lo miró a los ojos y pensó que se le iba a desbordar el corazón. Edward sentía lo mismo que ella, se dijo aturdida. Pero no se atrevía a confesarlo porque pensaba que era demasiado pequeña. Aquella era una forma de decirle que la esperaría.

-Aunque no estoy seguro de que me guste que vayas a la universidad de Sydney -continuó Edward, pero Bella ya no oía nada más. Estaba atrapada por sus hermosos ojos, pensando en lo maravilloso que era y en cuánto deseaba besarlo. De hecho, se decía que podría morirse si Edward volvía a Sydney sin haberla besado. -¿Qué te gustaría estudiar?

-¿Qué? Ah... Er... bueno... si consigo nota suficiente psicología. Si no, me gustaría hacer trabajo social. Quiero trabajar con la gente, ayudar a resolver los problemas de los demás.

-Es una aspiración muy alta, pero me parece fantástico que quieras intentarlo. Y dime, ¿cuál crees que es ahora mismo el principal problema que tiene la sociedad?

-Hay demasiados problemas para situar a ninguno de ellos en primer lugar. Mira, probablemente sea demasiado simplista, pero creo que si la gente viviera de una forma más sencilla, seria también más feliz. El mundo occidental se está alejando demasiado de los valores familiares. Me gustaría animar a la gente a tomarse más en serio el matrimonio y las obligaciones hacia sus hijos, que se dieran cuenta del tiempo que lleva hacer las cosas bien.

-¿Y tú quieres casarte y tener tus propios hijos? ¿O prefieres dedicarte a trabajar?

-No sé por qué no voy a poder hacer ambas cosas. Aunque creo que mi trabajo estaría en un segundo plano. Mi marido y mis hijos siempre serían lo primero para mí.

-Mmm, voy a tener que vigilarte de cerca cuando vayas a Sydney, o algún canalla va a llevarte al altar antes de que puedas decir esta boca es mía.

-No... no tienes que preocuparte de que eso ocurra, Edward. Sólo hay un hombre en mi vida, y sé que jamás habrá otro -después de haberse aventurado hasta ese punto, volvió la cabeza y lo miró a los ojos. En los ojos de Edward, brilló un relámpago de sorpresa, antes de que bajara lentamente la mirada para detenerla en los labios entreabiertos de Bella y descender después hasta la suave curva de sus senos.

De pronto, ella comprendió lo que era sentirse deseada por un hombre. Su cuerpo respondía, temblaba a pesar del calor que de pronto la inundó.

-Sólo tienes quince años -dijo Edward bruscamente, como si estuviera recordándoselo a sí mismo.

-No voy a tenerlos eternamente -respondió Bella, casi sin aliento.

-Es cierto..., pero cuando crezcas, es posible que cambies de idea, que ya no quieras al mismo hombre.

-No, no cambiaré -contestó ella con firmeza-. Mi madre dice que soy la persona más cabezota que ha conocido jamás. Dentro de tres años sentiré por ti lo mismo que siento ahora.

Edward sacudió la cabeza, aturdido y preocupado por aquella situación, sorprendido por aquella declaraciòn.

-Espérame aquí -susurró Bella, se levantó de un salto, corrió hasta su dormitorio y volvió rápidamente-. Escribí esto la semana que llegaste --le dijo, y le pasó una hoja de papel. Edward leyó el poema en un silencio absoluto. Cuando terminó, lo dejó en el escalón en el que estaban sentados y sacudió de nuevo la cabeza. Por un momento, Bella pensó que acababa de quedar como una completa estúpida, pero entonces, Edward levantó la mirada y Bella comprendió que tenía razón: Edward sentía lo mismo que ella. -Bella. Mi dulce Bella -susurró, y le acarició suavemente la cara.

Bella sentía sus dedos como si fueran fuego en su rostro, un fuego tan intenso como el que estaba consumiendo el resto de su cuerpo, y entonces dijo sin pensar: -Bésame, Edward, bésame...

 

Nota(advertencia para las que les gusta la novela xD) Queria postear un capitulo diario pero como solo estan entrando a leerla y nadie comenta, subire el prox cap ya que haya dos o mas comentarios mas, gracias xD.

 

 

Capítulo 5: Jacob de regreso. Capítulo 7: El cumpleaños de Jacob.

 
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