Un beso inolvidable. (+18)

Autor: crepusculonov2
Género: + 18
Fecha Creación: 10/01/2011
Fecha Actualización: 23/02/2011
Finalizado: SI
Votos: 27
Comentarios: 118
Visitas: 123975
Capítulos: 35

 

Bella estaba decidida a sacar definitivamente de su mente el recuerdo de Edward Cullen. Habían pasado ya nueve años desde que aquel atractivo amigo de su hermano le había robado el corazón con un beso.
Pero ya había llegado el momento de poner fin a aquella locura, de dejar de comparar a cada hombre que conocía con Edward. Había llegado la hora de dejar que algún hombre la amara.
Justo entonces apareció inesperadamente Edward, anunciando que había puesto fin a su matrimonio y convirtiéndose en una tentación irresistible para Bella.

 

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Hola! esta novela no la escribir yo ni nada, esta basada en una novela llamada Un beso inolvidable escrita por lee miranda y me gusto mucho la historia asi que se me ocurrio hacerla con Edward, Bella y los demas de Twilight, la adaptare un poco para hacerla mas larga. 
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Capítulo 15: Let's have some fun!:)

Bella retrocedió ante la furia que apareció en los ojos de Edward. Al oír que un grupo de gente estaba bajando las escaleras, Edward la agarró del brazo, la sacó precipitadamente del edificio y la hizo meterse en el coche. En cuanto estuvo tras el volante, se volvió hacia ella con el rostro lleno de amargura.

-¿Y si lo juro? -la desafió-. ¿Qué demostraría con eso? Si fuera la clase de persona que piensas, no tendría ningún inconveniente en mentir. Pero si eso te hace sentirte mejor, lo juro. Anoche no me acosté ni con esa rubia ni con ninguna otra mujer. Y para cubrir todas las contingencias, juro también que no besé a nadie, ni tuve ningún tipo de relación sexual, ni...

-¡Basta! -gimió Bella-. Te creo.

-¿Sí? Estupendo -contestó Edward con sarcasmo.

-Por favor Edward, lo siento. De verdad que lo siento. Te creo, ¡en serio! Pero es que les gustas tanto a las mujeres que cuando te vi hablando con esa rubia me puse celosa y...

-Y yo todavía tengo que cargar con mi vieja fama de Superestudiante -terminó Edward por ella-. Te aseguro que si pudiera retroceder en el tiempo me iría a estudiar a un maldito monasterio y no pasaría siquiera por la universidad. No tengo excusas para justificar mi comportamiento durante aquellos años, excepto que era un joven loco y estúpido con más hormonas que sensatez. Se interrumpió para tomar aire.

-Pero he cambiado, Bella. he dejado de aprovecharme de mi estúpido talento para atraer al sexo opuesto. Cuando salí de la universidad tuve algunas novias, pero no volví a tener aventuras de una noche. Durante el año anterior a mi boda, Tanya fue mi única compañera de cama.

-¿Y durante el matrimonio, Edward? ¿Le has sido fiel durante el matrimonio?

-Mentiría si dijera que sí, pero fue ella la que me llevó a esa situación. Dejó de acostarse conmigo hace un año. Yo quería que tuviéramos hijos, pero ella se negaba. Demonios, yo quería tener hijos desde el mismo día que nos casamos. Tanya me dijo que esperáramos dos años y después extendió el plazo hasta tres. Al final, decidió que no queria tener hijos. No puedes imaginarte cómo me enfadé.  Después de aquella discusión, ella no confiaba en que yo tomara las medidas necesarias para evitar un embarazo y me pidió que dejáramos de dormir juntos hasta que yo hubiera entrado en razón.

-¿Y por qué no tomaba ella la píldora? Edward soltó una fría carcajada.

-Me dijo que le disminuía la libido y que le hacía engordar. Y yo la creí como un estúpido. Pero el problema de la píldora es que sólo protege del embarazo y, cuando alguien está dispuesto a ser salvajemente promiscuo, también es necesario protegerse de otros riesgos.

-¿Empezó entonces a tener aventuras?

-Había empezado a tener aventuras poco tiempo después de que nos casáramos. El detective privado que contraté para investigarla hace un par de meses me mostró las horas y los días de varias reservas de hotel y había algunas fechadas hace cuatro años. Tanya tuvo la falta de delicadeza de pagar las cuentas de los hoteles con una tarjeta de crédito que yo mismo le había dado. A veces, cuando yo tenía que viajar por algún asunto de negocios, echaba al personal de la casa y se llevaba allí a su último amante. Por supuesto, hacían el amor en nuestra cama de matrimonio.

Bella era incapaz de articular palabra, se limitaba a mirarlo sin pestañear.

-Cuando le enseñé el informe del detective, a principios de esta semana, admitió que jamás me había amado, pero que pensaba que podría llegar a convertirla en una rica divorciada. En ese momento me fui de casa. Si me hubiera quedado, habría sido capaz de matarla. Mientras yo estaba fuera, ella hizo las maletas y se marchó.

-Dios mío Edward, es terrible. Cuesta creer que alguien pueda comportarse así.

-Si no me crees, puedo enseñarte el informe --contestó Edward secamente.

-No es que no te crea, por supuesto que te creo. Simplemente, no puedo entender que una mujer se case con un hombre al que no ama, o que una mujer que está casada con un hombre desee a otro. Entonces fue Edward el que se quedó mirándola fijamente a los ojos mientras le acariciaba suavemente las mejillas.

-Eres un encanto, mi dulce Bella. Si todas las personas fueran como tú. O si al menos... -se interrumpió de pronto y frunció el ceño, mientras parecía adentrarse en sus propios pensamientos.

-¿Edward? --le preguntó Bella suavemente.

Edward salió bruscamente de su ensueño y le sonrió.

Fue una sonrisa tan triste que a Bella le desgarró el corazón. Era posible que la gente pensara que Edward lo había tenido todo en la vida, pero en realidad no había tenido nada que mereciera realmente la pena, como el amor de una familia o la lealtad. Bella sabía desde hacía tiempo que sus padres apenas le habían dedicado tiempo y Edward no tenía ni hermanas ni hermanos. La joven sospechaba que su madre no había querido tener más hijos después de que hubiera nacido de él. El día de la boda había tenido oportunidad de conocerla y le habían impresionado tanto su frialdad como su esnobismo. Su esposa tampoco lo había querido. Por lo que Edward había contado, lo único que le importaba realmente de él era su condición de hijo y heredero de Cullen.

Bella abrió la boca para decirle que ella sí lo amaba cuando algo se lo impidió. Confesar que lo había amado casi ciegamente durante tanto tiempo le daría a Edward un inmenso poder sobre ella y, por mucho que Bella admirara a Edward, tenía que reconocer que nunca había sido una persona que se caracterizara por su intachable moralidad.

-Dejemos de hablar de Tanya -le sugirió-. No hablemos de cosas serias. Hoy es un día para divertirnos.

Edward le brindó entonces otra sonrisa mucho más parecida a las que Bella recordaba. Sus ojos brillaron con fuerza y en la mejilla derecha le apareció el hoyuelo que siempre había fascinado a la joven.

-¡Es la mejor sugerencia que me han hecho en todo el año! 

Capítulo 14: Edward conoce a Alice. Capítulo 16: ¿laa... la sss...la sui-sui suite nupcial?

 
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