Un beso inolvidable. (+18)

Autor: crepusculonov2
Género: + 18
Fecha Creación: 10/01/2011
Fecha Actualización: 23/02/2011
Finalizado: SI
Votos: 27
Comentarios: 118
Visitas: 123980
Capítulos: 35

 

Bella estaba decidida a sacar definitivamente de su mente el recuerdo de Edward Cullen. Habían pasado ya nueve años desde que aquel atractivo amigo de su hermano le había robado el corazón con un beso.
Pero ya había llegado el momento de poner fin a aquella locura, de dejar de comparar a cada hombre que conocía con Edward. Había llegado la hora de dejar que algún hombre la amara.
Justo entonces apareció inesperadamente Edward, anunciando que había puesto fin a su matrimonio y convirtiéndose en una tentación irresistible para Bella.

 

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Hola! esta novela no la escribir yo ni nada, esta basada en una novela llamada Un beso inolvidable escrita por lee miranda y me gusto mucho la historia asi que se me ocurrio hacerla con Edward, Bella y los demas de Twilight, la adaptare un poco para hacerla mas larga. 
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Capítulo 20: Esto no tiene nombre!!

Edward volvió a su lado para besar su temblorosa boca y se apoyó contra la almohada.

-Mi dulce Bella -musitó-. No voy a dejarte. Sólo quiero terminar de desnudarme.

-Oh... bueno, está bien, pero no te vayas muy lejos.

-No voy a irme a ninguna parte. Mientras me esperas -añadió con una sonrisa-, ¡elige uno de estos! -sacó unos cuantos paquetitos del bolsillo del pantalón y los dejó sobre el estómago desnudo de Bella-. No sabía cuál podría gustarte más, así que he comprado uno de cada uno.

Su naturalidad evitó cualquier posible incomodidad por parte de Bella que tomó uno de ellos y leyó en voz alta:

-¿Sabor a fruta de la pasión?

-Parece un sabor bastante apropiado. Además, creo recordar que a ti te gustaba mucho la fruta de la pasión -comentó Edward con una sonrisa traviesa mientras se desabrochaba los pantalones.

Aquella vez Bella sí se sonrojó. Pero no sólo por timidez. Era consciente de que no necesitaba ningún incentivo para hacer cualquier cosa que pudiera complacerlo. No podía esperar ni un segundo más el momento de explorar su cuerpo tal como él había explorado el suyo, de besar cada centímetro de su piel, de hacerle estremecerse de deseo. Cuando por fin estuvo completamente desnudo, dejando al descubierto su magnífico cuerpo y su intensa excitación con total desinhibición, volvió a su lado, apartó los preservativos que no iba a utilizar y se puso el elegido con una maestría que dejó a Bella desconcertada.

Pero antes de que tuviera oportunidad de pensar en nada, Edward se inclinó sobre ella para empezar a acariciarla y besarla hasta hacerla arder de deseo por él.

-Ahora, cierra los ojos, cariño -susurró en su boca-. Quédate tumbada y piensa sólo. En nosotros dos, en que estamos juntos el uno en los brazos del otro. Ambos llevamos mucho tiempo esperando este momento, y tú te mereces lo mejor.

Aquellas palabras tuvieron un efecto casi mágico sobre ella. Su amor por él se elevó hasta llenar su corazón. Alzó los brazos invitándolo a hundirse en ella. El grito que escapó de sus labios fue de puro júbilo, a pesar del dolor. Cuando Edward vaciló, lo abrazó con fuerza, haciéndole penetrarla cada vez más profundamente.

Permanecieron así unidos, besándose y sintiendo latir sus corazones al unísono durante un largo rato. A continuación, Edward entrelazó los dedos con los de Bella y le levantó los brazos mientras extendía plácidamente su cuerpo sobre el de la joven. Permanecieron así durante algunos segundos. Bella se regocijaba al sentir el cuerpo de Edward tan cerca del suyo. Cuando Edward comenzó a moverse, la joven alzó las piernas automáticamente para abrazarlo de manera que se hundiera todavía más en ella y también instintivamente comenzó a moverse con él. El ritmo de sus movimientos se transformó en un latido que primero se apoderó de su cabeza y después fue atravesando todo su cuerpo.

El latido fue haciéndose cada vez más fuerte y más rápido. Bella sentía cada vez más calor; su cuerpo estaba cubierto de gotas de sudor. Por un momento, temió abrasarse en aquel fuego si Edward no se detenía. Pero de pronto, algo explotó en lo más profundo de ella y desparecieron todos sus miedos. Se aferró a él gritando y estremeciéndose por el placer más exquisito que había sentido en toda su vida y continuaron moviéndose hasta que Edward también gritó. Bella lo sintió estremecerse y los ojos se le llenaron de lágrimas. Quizá fueran lágrimas de liberación y alivio, pero a ella le gustaba pensar que eran lágrimas de amor. Porque amaba a Edward de tal manera que en aquel momento le parecía imposible contemplar la vida sin él a su lado. Las lágrimas desbordaron sus ojos y, al verlas, Edward la acunó contra él y le cubrió el rostro de besos.

-No llores, cariño -le dijo-. Has estado maravillosa. Eres maravillosa. Dios mío, cuánto me gustaría no tener que irme a Melbourne mañana. Me encantaría poder quedarme aquí y poder seguir haciendo el amor contigo.

Bella se quedó momentáneamente helada en sus brazos antes de suspirar con resignación. Que Edward declarara la naturaleza transitoria de su relación no debería ni sorprenderla ni angustiarla, pues la había conocido desde el principio. Pero era difícil resignarse después de lo que habían compartido. Para Bella había sido una experiencia casi sobrenatural, tan maravillosa que había empezado a albergar otra vez estúpidas esperanzas. ¡Era una romántica incorregible!

-¿Es un suspiro de satisfacción, de cansancio o de alguna otra cosa? -le preguntó Edward.

Bella sonrió suavemente y le apartó un mechón de pelo de la frente.

-¿Tú que crees?

-No lo sé. Por eso te lo he preguntado.

Bella se sentía ligeramente nerviosa ante aquella pregunta. Sabía que se arriesgaría a tener una discusión con él si le explicaba cuánto lo amaba y cuánto deseaba ser parte de su vida. Si todo lo que iba a poder compartir con Edward era aquel día, no podía decir o hacer nada que pudiera estropear aquel tiempo tan precioso.

-Supongo que es una mezcla de las tres cosas --le dijo-. Estoy muy cansada y muy satisfecha, pero también un poco desilusionada.

-¿Desilusionada?

-Si. A mí también me gustaría quedarme haciendo el amor contigo eternamente, pero si tienes que volver mañana a Melbourne, no hay nada que hacer. De todas formas, todavía nos queda el resto del día, ¿verdad? ¡Cielos, Edward! Si hubiera sabido que el sexo era algo tan maravilloso, no habría esperado tanto tiempo. Aunque quizá haya sido el hombre con el que lo he hecho el que ha conseguido que fuera tan maravilloso. ¿Sabes que eres un amante increíble?

Edward la estaba mirando con el ceño fruncido y la joven se preguntó si habría dicho algo incorrecto, Edward musitó algo, se levantó bruscamente y se metió en el baño. 


(3 comentarios mas y otro cap)

Capítulo 19: Soy yo o... hace calor aqui. Capítulo 21: La bañera

 
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