Un beso inolvidable. (+18)

Autor: crepusculonov2
Género: + 18
Fecha Creación: 10/01/2011
Fecha Actualización: 23/02/2011
Finalizado: SI
Votos: 27
Comentarios: 118
Visitas: 123945
Capítulos: 35

 

Bella estaba decidida a sacar definitivamente de su mente el recuerdo de Edward Cullen. Habían pasado ya nueve años desde que aquel atractivo amigo de su hermano le había robado el corazón con un beso.
Pero ya había llegado el momento de poner fin a aquella locura, de dejar de comparar a cada hombre que conocía con Edward. Había llegado la hora de dejar que algún hombre la amara.
Justo entonces apareció inesperadamente Edward, anunciando que había puesto fin a su matrimonio y convirtiéndose en una tentación irresistible para Bella.

 

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Hola! esta novela no la escribir yo ni nada, esta basada en una novela llamada Un beso inolvidable escrita por lee miranda y me gusto mucho la historia asi que se me ocurrio hacerla con Edward, Bella y los demas de Twilight, la adaptare un poco para hacerla mas larga. 
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Capítulo 1: Hormonas adolescentes.

Bella observó el malhumorado rostro de la joven que estaba sentada frente a ella y sacudió la cabeza con tristeza. ¿Qué se le podía decir a una chica que se sentía como un fenómeno extraño por el mero hecho de tener años 15 y ser todavía virgen?

 

-Jessica, cariño -le dijo con toda la paciencia que fue capaz de reunir a las cinco menos cinco de un viernes por la tarde-. No es ningún crimen no ser sexualmente activa a tu edad. De hecho, teniendo en cuenta los riesgos que se corren en esta época, diría que es bastante sensato. ¿No puedes esperar por lo menos hasta que termines de estudiar? Te faltan menos de 12 meses para gra­duarte.

 

 

Lo cual era parte del problema, sospechó Bella. El curso siguiente sería uno de los más agitados de su vida; cuando terminaban los exámenes y llegaba el verano, muchos estudiantes se entregaban a todo tipo de diver­siones y no era nada raro que en las fiestas de fin de curso entraran en escena el alcohol y las drogas. Muchas chicas perdían la virginidad entonces, pero normalmente no era algo premeditado. La decisión de Jessica de acos­tarse con su novio era algo más complicado.

 

-Mira, sé que probablemente creas que estás loca­mente enamorada de ese chico -continuó Bella-. Pero a tu edad no es normal que el amor dure durante mucho tiempo. Al año que viene, o al siguiente quizá, es probable que estés saliendo con otro chico y después con otro. Si te acuestas con todos...

 

-Yo no estoy enamorada de Mike -negó Jessica con expresión desafiante-. Sólo quiero saber lo que se siente, eso es todo. Le está dando demasiada importancia a algo que todo el mundo hace.

 

-¡No todo el mundo lo hace! -repuso Bella sintiendo que el rubor le teñía las mejillas y esperando que Jessica lo interpretara como un síntoma de indignación.

 

-Para ti es muy fácil decirlo. Estoy segura de que ya sabe cómo es. Seguro que has tenido millones de novios.

 

Bella sentía su rostro arder.

 

-Mira, quiero que te des cuenta de una cosa: mis novios son asunto mío. De lo que estamos hablando aquí es de tu vida sexual, no de la mía. Además, sucede que yo tengo 20 años, no 15 y cuando tenía tu edad, también era virgen.

 

 

«Y continúas siéndolo», le señaló una indiscreta voce­cilla interior....

Tu callate, le respondiò Bella. 

 

-Como consejera escolar -la sermoneó-, lo que te aconsejo es que por lo menos esperes a tener una relación más estable antes de dar ese paso. Hacer el amor no debería ser un experimento, sobre todo la primera vez. Debe de ser una experiencia muy especial entre dos per­sonas que realmente se importan, algo que más adelante merezca la pena recordar y de lo que nadie deba arre­pentirse -a medida que iba hablando, se iba dando cuen­ta de que no estaba consiguiendo que Jessica la comprendiera.

 

-Angela me dijo que me comprenderías -se quejó la joven sin mirarla siquiera a los ojos-.
Me dijo que me ayudarías igual que la habías ayudado a ella.

 

-El caso de Angela era completamente diferente -musitó Bella, sintiendo que aquella vez había fraca­sado. En privado podía permitirse el lujo de ser una romántica idealista, pero en su trabajo tenía la obligación de ser una persona con los pies en la tierra.

 

Como consejera de Jessica, y de todas las chicas de la escuela, tenía la responsabilidad de cuidar de su salud física y mental y ambas cosas iban íntimamente unidas. Con tristeza, abrió el último cajón de su escritorio y sacó un par de preservativos; siempre tenía alguno para poder ayudar de alguna manera a las jóvenes que llegaban con una actitud similar a la de Jess.

 

-Te los doy sin ninguna gana, y sólo porque te veo completamente decidida a hacerlo. No puedo hacer nada para prohibírtelo o hacerte cambiar de idea, pero quiero que al menos utilices alguna forma de protección. Nor­malmente, los chicos no ponen excesivos cuidados cuan­do una chica se acuesta con ellos sin que medie el amor en esa relación-terminó disgustada.

 

Jessica se sonrojó.

-No me había dado cuenta de que era usted una per­sona tan anticuada -murmuró-  Angela me dijo que era una persona moderna, que se le podía contar cual­quier cosa.


-¿Y te parece moderno ser promiscuo?


-No, pero creo que es estúpido no saber nada de sexo.


Bella se tensó.


Jessica se levantó y se dirigió hacia la puerta, pero antes de marcharse, miró a Bella por encima del hom­bro.


-Usted... no se lo dirá a mis padres, ¿verdad?


-No, tranquila te guardare el secreto.


Jessica sonrio.


-Gracias. Te prometo pensar en todo lo que me has dicho. Nos veremos el lunes que viene -y desapareció por la puerta.


Bella permaneció sentada en su escritorio durante algunos minutos, mordisqueándose el labio y preguntán­dose si Jess tendría razón. Quizá fuera una anticuada, una romántica incurable con excesivos recelos.


¿Sería una estupidez por su parte estar esperando a que llegara el hombre ideal para hacer el amor? Quizá fuera una ingenuidad desear ver las estrellas y escuchar música de violines cuando un hombre la besara antes de dar cualquier otro paso. Quizá fuera absurdo creer que, llegado el momento de acostarse con alguien, ni siquiera tendría que tomar la decisión de hacerlo, pues estaría tan ciegamente enamorada, que todo sucedería de la forma más natural.


-Si, sí y sí -le contestó su compañera de piso a las 3 preguntas mientras se dirigían a su casa aquella tarde.


Pero Bella no estaba tan convencida.
 
Alice tenía ya 25 años y sus teorías sobre los hombres y el amor eran terriblemente cínicas. Ella era profesora de matemáticas y ciencias en el mismo colegio en el que Bella trabajaba como consejera escolar; era una mujer notablemente atractiva, pero su inteligencia e ingenio asustaban a la mayor parte de los hombres.
Llevaban trabajando juntas cerca de un año, pero el piso lo compartían solamente desde hacía un par de meses y aquella era la primera vez que Bella le planteaba a Alice algún asunto relacionado con su vida personal; ésta aceptó la noticia sobre su falta de experiencia sin mostrar ningún tipo de sorpresa, pero el consejo que le dio fue inconfundiblemente mordaz...

 

Capítulo 2: Edward.

 
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