Un beso inolvidable. (+18)

Autor: crepusculonov2
Género: + 18
Fecha Creación: 10/01/2011
Fecha Actualización: 23/02/2011
Finalizado: SI
Votos: 27
Comentarios: 118
Visitas: 123961
Capítulos: 35

 

Bella estaba decidida a sacar definitivamente de su mente el recuerdo de Edward Cullen. Habían pasado ya nueve años desde que aquel atractivo amigo de su hermano le había robado el corazón con un beso.
Pero ya había llegado el momento de poner fin a aquella locura, de dejar de comparar a cada hombre que conocía con Edward. Había llegado la hora de dejar que algún hombre la amara.
Justo entonces apareció inesperadamente Edward, anunciando que había puesto fin a su matrimonio y convirtiéndose en una tentación irresistible para Bella.

 

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Hola! esta novela no la escribir yo ni nada, esta basada en una novela llamada Un beso inolvidable escrita por lee miranda y me gusto mucho la historia asi que se me ocurrio hacerla con Edward, Bella y los demas de Twilight, la adaptare un poco para hacerla mas larga. 
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Capítulo 26: El hospital 2

Quizá fueran imaginaciones suyas, pero Bella tenía la sensación de que las últimas palabras iban directamente dirigidas a Edward.

-Sustos como el que yo acabo de llevarme te hacen valorar de nuevo la vida -continuó diciendo-. Charlie y yo hemos decidido que vamos a tomamos por fin las vacaciones que hemos estado aplazando durante tanto tiempo, ¿verdad?

-Desde luego.

En ese momento entró una adusta enfermera para ordenar que se fueran todas las visitas, poniendo fin a todo tipo de conversación sobre unas posibles vacaciones o la forma en la que los jóvenes desperdician su vida.

-El doctor ha dicho que la señora Swan tiene que descansar -insistió con una firmeza marcial ante las protestas de Bella y de su padre-. Y también usted, señor Swan, no le vendría nada mal relajarse un poco.

-Además, los perros tendrán que comer -le recordó Renee-. ¿Te veré esta noche, Charlie? -preguntó, mirando a la enfermera para pedirle permiso. Aquel gesto bastó para que Bella fuera consciente de hasta qué punto había mellado aquel ataque la confianza de Renee. En condiciones normales, jamás habría mirado a nadie para pedir permiso. En cualquier caso, se dijo, aquella enfermera tendría ese efecto sobre cualquiera.

-Supongo que podrá tener alguna visita esta noche. Pero sólo durante una hora.

Bella odiaba tener que despedirse de su madre habiendo estado tan poco con ella. Tampoco le gustaba dejarla en manos de aquella tirana, pero se daba cuenta de que lo más sensato era que su madre descansara. Su padre también parecía cansado. Seguramente no habría comido nada desde el ataque de su madre, y era importante que él también se cuidara. Decidió entonces que no volvería a Sydney con Edward al día siguiente. Se quedaría por allí unos cuantos días para atender a su padre. En aquella época del año, no causaría muchos trastornos que no fuera al colegio durante una semana; faltaba ya muy poco para las vacaciones de verano.

Tendría que volver la semana siguiente para arreglar algunas cosas. Y también para ir acostumbrándose a todo lo que suponía su nueva relación con Edward. Bella pensaba que convertirse en su amante significaría tener que trasladarse a Melbourne. Aunque ella no tenía ninguna gana de cambiar de ciudad, había llegado a un punto en el que ese tipo de consideraciones ya no importaban. Iría con Edward a donde quiera que estuviera para estar con él todo el tiempo posible. Y ya no había nada más que decir.

-¿Por qué no te llevas a papá a casa? -le sugirió a su hermano mientras cruzaban el pasillo para dirigirse a los ascensores-. Edward y yo iremos a comprar algo para la comida.

-Procura comprar comida suficiente -fue la cortante respuesta de su hermano antes de que se separaran-, estoy terriblemente hambriento -no hacia falta ser muy intuitivo para darse cuenta de que todavía no les había perdonado la terrible trasgresión de haberse convertido en amantes.

-Yo hablaré con él -le dijo Edward cuando Jacob y su padre se marcharon en uno de los ascensores. Bella sacudió la cabeza y suspiró.

-No creo que sirva de nada. Está muy enfadado conmigo.

-No, está enfadado conmigo. Y tiene razones para estarlo.

Bella se detuvo bruscamente y lo miró con expresión interrogante.

-Aquel verano -le explicó Edward con un suspiro de cansancio-, cuando volvimos a la universidad, Jake reveló algunas fotos que nos había tomado en la granja. Y al verlas descubrió algo en lo que no había reparado hasta entonces: lo que sentíamos tú y yo. Me acusó de haberte seducido. Yo le aseguré que no era cierto, pero no había forma de sacárselo de la cabeza. Me dijo que, si alguna vez se me ocurría tocarte, me mataría. Me señaló lo joven e inocente que eras y me hizo ver que te merecías algo mejor que un sinvergüenza como yo. Francamente, Bella, yo estaba de acuerdo con él. Todavía lo estoy. Y tú también. Por eso no quieres casarte conmigo.

Bella sacudió la cabeza, intentando no ceder al llanto. Así que eso era lo que había sucedido durante aquellos nueve años...

-Pero no soy tan malo como Jake piensa -añadió con pesar-. Creo que incluso podría cambiar. Sólo espero que no sea demasiado tarde.

Bella lo miró con el ceño fruncido, no comprendía el significado de aquella última frase.

-¿Demasiado tarde para qué?

-Demasiado tarde para conseguir lo que quiero -le dijo con voz seductora. La sombra del deseo oscureció sus ojos-. A ti, Bella, te quiero a ti -y la besó.

Bella retrocedió en cuanto terminó el beso, asustada por el poder que aquel hombre tenia sobre ella. Le había bastado un beso para hacer que lo deseara con todas sus fuerzas. ¿Cómo era posible que sintiera algo así en un lugar como aquél y estando su madre gravemente enferma? Y sabiendo a demás que lo único que Edward podía ofrecerle realmente eran problemas y un montón de promesas vacías. Un hombre como él no podía cambiar. De hecho, ya había decidido que al día siguiente se iría a Melbourne. Los sentimientos que ella le inspiraba no habían sido suficientemente fuertes para retenerlo a su lado.

Seguramente volvería a buscarla. Quizá ni siquiera hiciera falta que se trasladara a Melbourne permanentemente. Edward le enviaría un billete de avión para los fines de semana, reservaría alguna habitación en un hotel y ella acudiría a su lado para dejarse utilizar vergonzosamente. Pero hasta aquel sórdido proyecto era capaz de conmoverla. Soltó una extraña risa, mezcla de nervios y amargura.

-Y tendrás lo que quieres, Edward. Estoy de acuerdo en ser tu amante.

-Será un acuerdo en el que nunca te dejaré echarte atrás -gimió Edward, estrechándola entre sus brazos-. Pase lo que pase.

Aquella vez le dio un beso del que no había forma de escapar. La devoraba y la dominaba como si quisiera mostrarle cuál iba a ser su futuro. En el momento en el que la soltó, Bella estaba temblando, y no precisamente de deseo.

Dios, había cometido una locura al aceptar aquel tipo de relación con Edward. No le había dicho abiertamente que lo amaba, pero estaba segura de que él lo sabía: todo lo que hacia y decía lo demostraba. Deseaba gritar, echarse a llorar, pero lo único que pudo hacer fue rodearle el cuello con los brazos e invitarlo a acercar su boca a la suya para besarlo con el mismo apasionamiento con que la había besado él a ella.

-No pienses que el que haya aceptado ser tu amante te da derecho a tratarme de cualquier forma, Edward –le advirtió -. Tendrás que respetarme, si no quieres que te mande al infierno.

-Si alguna vez dejo de respetarte, me iré yo mismo al infierno.

Bella se quedó totalmente desconcertada ante la fuerza de su afirmación. Si hubiera sido más ingenua, habría llegado a pensar que verdaderamente la amaba. Sin embargo, el sentido común le decía que Edward no tenía capacidad para ese tipo de amor. El hecho de que la deseara no significaba que la amara. Pero ella podía hacerse la ilusión. Fingiría que la amaba tanto como ella lo amaba a él. Al fin y al cabo, sabía que, a su modo, le importaba. Y además la deseaba, de eso podía dar fe después de la noche anterior. Al pensar en lo que hablan compartido se puso nerviosa y se volvió para seguir avanzando por el pasillo del hospital. Edward la siguió.

-Me pregunto si sólo vamos a ir comprar algo de comida, o estamos buscando algo más íntimo -comentó con un deje de diversión.

Bella se detuvo y se volvió hacia él con las mejillas sonrojadas y la boca semiabierta, dispuesta ya a soltarle un torrente de recriminaciones por aquellas palabras. 

 

 

 

3 comentarios mas y subo :D

Capítulo 25: El hospital. Capítulo 27: Vacaciones con todo pagado.

 
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