Escrito en las Estrellas (+18)

Autor: Fanfiction Addiction
Género: Ciencia Ficción
Fecha Creación: 29/03/2013
Fecha Actualización: 30/08/2014
Finalizado: SI
Votos: 15
Comentarios: 18
Visitas: 110124
Capítulos: 33

Traducción: Edward es el rey de una raza en extinción, su planeta es desgarrado por la guerra civil. Bella es secuestrada y llevada a convertirse en su esposa.De estudiante de la universidad a reina... ¿Podrá aprender amar a este hombre extraño y ayudar a salvar a su pueblo?

 

Escrito en las Estrellas es un fanfic original de Lissa Bryan y traducido por Fanfiction Addiction con el debido permiso de su autora.

 

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Capítulo 8: Vitaminas

Historia escrita por:Lissa Bryan

Traducido por:Miranda Pattinson (FFAD)

Beta:Verito Pereyra (FFAD)

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±

— ¿No debería ir a un médico para realizar ecografías y esas cosas? — Preguntó Bella. Ella y Alice estaban en su usual piscina de baño, observando a Rosalie "hacer nuevos amigos", charlando con las chicas atractivas.

— No hay necesidad—, dijo Alice. — El tipo de defectos congénitos que el ultrasonido busca no afecta a los Volturi.

— ¿Y qué sobre las vitaminas prenatales?

Alice miró a Bella críticamente. — Ahora que lo mencionas, probablemente debemos conseguirte algún suplemento de hierro y de calcio. Tú todavía te ves un poco hambrienta.

— He bajado a una o dos sesiones de vómitos por día—, dijo Bella. — Creo que debería conceder a Esme la versión de los Volturi de la Medalla de Honor del Congreso por ese té de ella.

— Bueno, por amor de Dios, no le digas que tú piensas que necesitas más vitaminas—, advirtió Alice. — Yo cometí ese error y me dio esta espantosa pasta e insistió en que la coma. Sabe como si estuviera hecha de plantillas de botas fuertemente usadas.

En el otro lado de la habitación, Rosalie se rió de algo que le dijo a una de las bañistas, esa muy pelirroja mujer que Tanya había repelido la primera mañana que Bella vino a los baños.

— ¿Cómo va Blondie trabajando para ti?— Preguntó Alice.

— Realmente bien. Mandona como el infierno, sin embargo. Es casi peor que Tanya cuando se trata de la seguridad. Fuimos al mercado el otro día para obtener las almohadas de Edward para su nido de incubación y ella ni siquiera me dejó acercarme a cualquier de los puestos. En caso de que alguno de los comerciantes tuviera un arma o algo así, supongo.

— He oído en los videos de noticias que la gente está tratando de obtener los jumpers para traer más "mascotas humanas".

— Oh, buen Dios—, se quejó Bella. — Los cazadores de zorbe siguen enojados conmigo por arruinar el mercado para la carne zorbe, ahora que todo el mundo se los quedan como mascotas. Yo no necesito a la Unión de Operadores Jumper enviándome correos de odio, también —. Bella se sumergió bajo el agua para mojar su cabello.

— ¿Sabes lo que quiero?— dijo Alice de pronto. — Una hamburguesa con queso de McDonald's.

— Yo quiero pepinillos —, dijo Bella malhumorada. — Tuve un ansia terrible por ellos la noche anterior. Juro por Dios, casi lloré cuando me di cuenta de que no tendría ninguno aquí debido a esa-no-vegetales dieta de ellos —. Ella comenzó a lavar su cabello.

— Los Volturi piensan que si tienes antojo por un alimento durante el embarazo, eso significa que tu cuerpo necesita algún tipo de vitamina que se encuentra en ese alimento.

— Bueno, tengo que tener deficiencia de vitamina C o algo para que ellos estén tan mal. Le dije a Edward al respecto y, por supuesto, él no tenía idea de lo que era un pepinillo. Así que traté de explicarlo y él me miró como si estuviera loca. "¿Quieres un vegetal empapado en agua salada?" Oh, mierda... hablar de eso me ha hecho antojarme otra vez.

— Yo quería un helado la semana pasada. Jasper hizo un poco para mí. Es bastante bueno.

— Yo no quiero helado—, Bella hizo un mohín. — Yo quiero pepinillos.

— Tal vez podríamos hacer que Lauren traiga algunos para ti en su próximo viaje —. Sugirió Alice.

Bella negó con su cabeza espumosa. — Uh, mejor no. Tú debiste haber visto lo ojos de apestosa que ella me estaba dando la noche trajeron a Rose. Ella probablemente pondría arsénico en el frasco.

— Ella parece tener un odio-encendido por ti, por alguna razón—, señaló Alice.

— Lo que sea. Nunca le he hecho nada con ella —. Bella se sumergió de nuevo bajo la superficie para enjuagarse. Ella emergió y se frotó el agua de sus ojos. — En otro tema, ¿qué estás haciendo para prevenir las estrías?

— Orando, mayormente —, dijo Alice. — Pero Jasper aaaama frotar loción en mi vientre.

— No era necesario esa imagen.

Rose se acercó y se dejó caer en la piscina, creando una ola tan grande que inundó a Alice, quien la fulminó con la mirada. Rose suspiró felizmente. — Estoy amando a este lugar. En serio chicas, el que me secuestraran fue la mejor maldita cosa que me ha sucedió jamás.

— Me alegro de que estés feliz —, dijo Bella. Ella había estado muy emocionada de aprender ayer que Rose había sido tomada de la Tierra en el año 2236, pero Rose no era una gran aficionada a la historia y no era capaz de responder a muchas de las preguntas de Bella, como quién había ganado la siguiente elección o cualquiera de las campañas militares, pero lo que le dijo a Bella sobre la vida en su tiempo hizo a Bella estar decidida a no dejar que la Federación cometer los mismos errores.

— Rose, ¿hace cuánto tiempo sabes que eres gay?

Rose comenzó a enjabonar su prodigioso pecho. — Creo que siempre supe que era diferente, pero no fue hasta que las otras chicas de mi edad comenzaron a interesarse en chicos y yo no lo hice que me imaginé que lo era.

— ¿Cómo se sintió tu familia al respecto?— Preguntó Bella.

— Éramos sólo mi papá y yo. Mi madre se liberó de nosotros cuando yo era pequeña —, la voz de Rose era natural, pero su tono tenía un toque de un largo dolor suprimido. — Cuando se lo dije a él en la escuela secundaria, él estaba muy realmente emocionado acerca de ello. Él no tendría que preocuparse por que se aprovecharan de mí o que fuera a ser golpeada por algún chico. Por supuesto, creo que él pensaba que iba a crecer, salir de ello y darle nietos algún día —. Rose se quedó en silencio por un momento. — Él murió la primavera pasada. Un ataque cardiaco. Al menos él no tuvo que saber acerca de mi desaparición.

— ¿Has dejado atrás una novia en la Tierra?

Rose negó con la cabeza. — Nadie especial. Había estado ocupada con el trabajo y no salía mucho.

El estómago de Bella gruñó, lo suficientemente fuerte que Rose y Alice, ambas, lo escucharon.

— Creo que es nuestra señal para ir a buscar algo para desayunar—, dijo Alice. Ellas se salieron de la piscina y vistieron rápidamente. Alice y Rose estaban conversando sobre la moda de Volterra (Alice finalmente tenía a alguien con quien hablar que estuviera interesada en el tema), cuando ellas doblaron la esquina y se encontraron a Emmett en el pasillo. Bella lo saludó cortésmente, pero ella no cree que Emmett haya notado siquiera que ella estaba allí de pie. Sus ojos estaban fijos con intensidad de laser sobre Rose, quien comenzó a caminar hacia él y dio un indignado chillido cuando él la agarró por la cintura.

— ¿Qué carajo?— soltó Rose. — ¡Déjame ir!

Emmett se inclinó y aspiró profundamente.

— Oh, eww, ¿acaso tú me acabas de oler?— Rose lo empujó por el pecho.

Alice se acercó a ellos. — Emmett, déjala ir.

Emmett gruñó a ella. Alice alzó las manos en señal de rendición y la deslizó por detrás de Tanya, quien tenía su bastón preparado para proteger a Bella. Rose, al parecer, fue por su cuenta.

Rose estrelló su puño en la mandíbula de Emmett en un viscoso gancho al mentón. Emmett gruñó de nuevo y la levantó, lanzándola por encima del hombro.

— ¡Bájame, tú gran tonto animal!— gritó Rose, golpeando con sus puños en la espalda mientras él marchaba por el pasillo, su corta cola ondulante. — ¡Bella! ¡Has algo! ¿No eres la reina?

— No creo que él me escuche ahora—, dijo Bella, desconcertada.

— ¡AUXILIO!— gritó Rose. — ¡Estoy siendo secuestrada!— Un pequeño grupo de personas que se dirigían por el pasillo se detuvieron a mirar. — ¿Qué carajo? ¿Es esto algún tipo de mierda Kitty Genovese*? Alguien, ¡AUXILIO!

— Creo que Emmett cree que eres su compañera —, Alice le dijo.

— ¡Yo no puedo ser su compañera! Yo no soy tu compañera, ¡tú idiota! ¡Me gustan las chicas!

— Me gustan las chicas, también—, dijo Emmett. — Así que al menos tenemos una cosa en común.

— ¡ARGH! ¡No puedo creer que ustedes solo estén ahí de pie!

Alice llamó, — ¡No te preocupes, Rose! Él no te hará daño.

— ¡Jódete, enana!— Rose gritó mientras Emmett daba vuelta en la esquina y desapareció de la vista.

Bella sacudió su cabeza. — Pero ella es-

— Sí—. Alice sonrió. — Esto va a ser bueno.

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Rosalie no regresó al cuarto de Bella y Edward esa noche, ni la siguiente. Emmett aparentemente apareció ayer por la noche en la cena antes de que Bella y Edward llegaran y anunció a los cuatro vientos que estaba cortejando a Rose, una declaración a la que no se hicieron objeciones. Edward estaba encantado por su hermano y parecía despreocupado por el hecho de que Rose era gay. — Él la convencerá.

— ¡Eso es tan machista!—, Replicó Bella. — "Oh, ella sólo es lesbiana porque no ha conocido al hombre adecuado".

— No —, dijo Edward. — Ella no había conocido a Emmett.

Estaban sentados a la mesa en su madriguera y Edward estaba comiendo sin parar, limpiando la mesa de alimentos, consumiendo cantidades asombrosas. De acuerdo a Alice, Edward estaba tratando de apiñarse en libras porque él no comería mientras estuviera incubando su bebé. Él iba a sobrevivir fuera de sus reservas de grasa en un estado semi-hibernativo, su cuerpo apagado por completo excepto sus funciones más vitales.

— Necesito volver al mercado hoy —, dijo Edward. Cuando ellos fueron la última vez, él había elegido sólo dos almohadas. Él había críticamente probado, pinchada y golpeado cada almohada en los puestos del mercado y agonizó sobre los tipos de telas. Eso había llevado vuelto loca a Bella.

— Yo no puedo ir —, dijo ella, tratando de sonar como si lo lamentara. — Tengo un montón de trabajo—. Ambos estaban tratando de tener finalizado lo más que pudieran antes de que naciera el bebé, pero parecía que cuanto más hiciesen, más había por hacer.

Bella aún estaba tratando de combatir el daño a lo que ambos se referían como — el incidente de Jacob —. Cuando ella huyó, no se había detenido a pensar en cómo eso iba a ser percibida por el público. Edward estaba enojado por las críticas, especialmente de las personas que comparaban a Bella con su madre, diciendo que tenían otra débil, frívola Emperatriz, una quien también podría ser una adúltera. La explicación de Edward de que había matado a Jacob porque había — amenazado a mi compañera— sólo empeoró las cosas, porque ahora la gente especulaba que Jacob había sido una planta rebelde y el Emperador había sido demasiado ciego para verlo. — A veces la libertad de expresión realmente apestaba—, había dicho a Bella.

— Por favor—, dijo Edward. Se inclinó y le acarició el cuello. — Yo no quiero ir sin ti.

Bella suspiró. — Bien—. A ella no le gustaba separarse de él, tampoco.

Él se limpió el resto de la comida mientras Bella se cambiaba de ropa. Dejando sus propios recursos, ella habría vestido la cosa más cómoda en su armario, pero la gente tomaba fotos de ella donde quiera que fuera y eran críticos de su apariencia. Edward había tenido razón cuando le dijo que todo lo que ella llevara sería la siguiente locura de la moda, por lo que trató de ser lo más consciente posible en sus decisiones. Ella había encontrado un diseñador que utilizaba mano de obra no drone y le había explicado su decisión de apoyar a un diseñador que proporcionara empleos bien remunerados para los ciudadanos de la Federación. Ella tenía la esperanza de que el concepto pudiera ser popular.

Como de costumbre, ella tuvo que soportar el envoltorio de Edward antes de que pudieran salir a la calle. En algún lugar, él había oído que los humanos se enfermaban si he enfriaban y Bella no pudo convencerlo de que varias capas de chales, bufandas y capas no eran necesarias. Pero ella aguantó sin protestar demasiado porque ella sabía que eso representaba amor.

Él la tomó en sus brazos y se dirigieron por el pasillo, Tanya en el remolque, la cola de Edward envuelta alrededor de su tobillo. La mente de Edward al parecer ya estaba de compras, porque él comenzó a discutir los méritos de los diversos materiales de relleno. — Oh, mira, ahí están Rose y Emmett —, dijo Bella en alivio, al ver que salían del cuarto de Emmett.

— Hola, Bella—, llamó Rosalie. Emmett la siguió cuando ella se acercó a Edward y Bella. — Mi captor me está dejando salir de la celda para un momento —. Esta última parte fue dicha sin rencor, notó Bella.

— Saludos, Emmett —, dijo Edward, y su tono era más cálido de lo que Bella le había oído usar con su hermano desde su llegada. Bella supuso que desde que Emmett estaba a cortejando a Rose, Edward ya no lo veía como un rival o una amenaza.

— Vamos de compras—, anunció Bella. — ¿Por qué no vienes con nosotros al mercado?

Ninguno de los dos hombres parecía encantado con la idea, pero Rose aceptó con entusiasmo. — ¿Qué van a comprar?

— Almohadas—, dijo Edward, su tono frío pero educado.

— ¿Otra vez?—, dijo Rose.

Bella sintió la rigidez de Edward y sabía que él estaba irritado. Ella le dio un codazo para mantenerlo en silencio, y vio a Lauren corriendo por el pasillo hacia ellos, con los ojos fijos en el suelo. Edward se hizo a un lado para dejarla pasar, siempre un caballero. Bella arrugó su nariz cuando ella cogió una bocanada de ella. Lauren apestaba. Ella olía como si no se hubiera bañado en semanas. Emmett se hizo a un lado también, pero Lauren se desvió hacia la derecha y se tropezó. Emmett la agarró de forma automática y la puso a ella sobre sus pies. Lauren se aferró a sus brazos, mirándolo a la cara expectante, pero Emmett parecía ya haber olvidado que ella existía, sus ojos pegados a Rose, quien se estaba estirando, sus brazos en alto y su espalda arqueada. Él se apartó bruscamente y esta vez el tropiezo de Lauren fue real.

Emmett se abalanzó y tomó a Rose en sus brazos. Ella dio un grito de sorpresa. — Bájame. Puedo caminar. Tengo zapatos —. Bella le había insistido a Edward que le consiguiera un par, a pesar de que Edward había estado un poco incómodo debido a eso porque Rose obviamente no era una mujer de baja condición social, incluso si ella estuviera sirviendo actualmente como su drone.

— Mi pareja no tiene que caminar—, dijo Emmett.

— ¿Vuelves a eso otra vez?— respondió Rose, y era evidente que se trataba de un argumento recurrente. Eso volvió a ocurrir cuando se dirigían a la estación de tren, en realidad, pero Bella tuvo un poco de esperanza a favor de Emmett por el hecho de que el tono de Rosalie era juguetón y tenía una pequeña sonrisa persistente en sus labios.

— ¿Estás segura que deseas traerlos?— murmuró Edward. Bella no respondió. Ella estaba mirando por encima del hombro de Edward a Lauren, quien todavía estaba en el mismo lugar, con la cara pálida y furiosa.

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— Yo no creo que le guste tanto—, dijo Rose. Bella y ella estaban sentadas en un banco improvisado al lado del puesto de comerciante, viendo a Edward hurgando en las almohadas. Emmett estaba a su lado y parecía estar interesados en los criterios de selección que Edward le estaba explicando a él. O tal vez sólo estaba disfrutando de poder pasar tiempo con su hermano.

El comerciante era un hombre de aspecto interesante, un Kebian, una de las personas con la lengua larga como tubo que Bella había visto en su primera comida en el comedor. Como en la Tierra, la mayoría de los planetas tenían un arco iris de tonos de piel situados a sus diferentes regiones climáticas y los Kebians variaban desde el color rosa claro al púrpura profundo de este hombre. Sus ojos eran del azul brillante más hermoso que Bella había visto jamás, un color casi eléctrico en su intensidad.

El comerciante había creado este banco usando una tabla apoyada sobre dos baldes cuando Edward comenzó a tener problemas tratando de hacer malabares con diferentes muestras de mercancía y Bella al mismo tiempo, pero él no la pondría sobre sus pies porque el suelo estaba mojado. Edward había dejado con agradecimiento caer con un ruido sordo a Bella en el banquillo, la besó en la frente y volvió al mundo fascinante de almohadas. Tanya estaba detrás de ellas, en silencio como siempre, sus ojos buscando sin cesar entre la multitud cualquier comportamiento sospechoso. Bella hizo una nota mental para hablar con ella esta noche acerca de Lauren.

— Él es tan dulce—, continuó Rose. — Nunca había conocido a nadie como él y no me refiero a la cosa de la cola, tampoco.

— Es su cultura—, dijo Bella encogiéndose de hombros. — Los nuestros enseñan a los hombres a no mostrar abiertamente sus emociones. Les enseñan a los hombres que sus compañeras deben ser adoradas y mimadas.

— ¿No a todos les gusta abrazar a tanto? Quiero decir, cuando estábamos en el apartamento, Emmett no me soltaba. Él siempre me está sosteniendo o acurrucándose contra mí. Quiero decir,... es bueno, pero ya sabes, los hombres por lo general no son... ¡Y el ronronea! Me asustó hasta la mierda la primera vez que lo oí. — Rose hizo una pausa por un momento y luego se mordió las uñas, un gesto sorprendentemente tímido de una tan segura de sí, temeraria mujer. — Él dijo que quiere casarse conmigo.

Edward dejó la almohada que estaba examinando y se acercó a ver a su compañera. — ¿Bella, tienes frío?— Él le acarició la mejilla para comprobar su temperatura.

— Estoy bien —, le aseguró Bella y regresó al puesto.

Rose negó con la cabeza. .. — Estoy tan confundida ahora mismo. Es como si fuera parte de mi identidad, ya sabes, algo que me distinguía de los demás. Yo era Rose la Lesbiana. Las cosas no han cambiado mucho desde que dejaste la Tierra; La homofobia sigue viva y bien. Yo siempre fui sumamente consciente de mi sexualidad cuando hablaba con otras mujeres, cuidando de no mostrar abiertamente mi atracción para que no me ofendieran, siempre en busca de esas pequeñas claves secretas que utilizamos para identificar a las otras — . Rose se veía pensativa. Ella miró a Emmett mientras sostenía dos almohadas de Edward para compararlas. — Ahora, es como si yo no estuviera segura de quién soy. Rose la Lesbiana Quien También está Atraída por Hombres es alguien nuevo.

— No hombres—, dijo Bella, apropiándose de la explicación de Edward, — sólo Emmett.

— Hmm. No lo había pensado de esa manera—, dijo Rosalie. Ella todavía estaba pensativa, pero parecía estar consolada por la idea.

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Edward estaba soñando, reviviendo una de las últimas noches que él y James habían dedicado a debatir sobre política en la habitación de Edward. James había traído una botella de vino para ellos compartirla (la última que Edward había bebido). Él podía recordar el sabor de ella, dulce y agrio en su lengua...

— Estoy diciendo que es imposible para un solo gobernante servir a todos los intereses de los habitantes de nueve diferentes planetas —, dijo James. — Un país, tal vez. Un planeta, poco probable. Nueve planetas, imposible.

— Si el gobernante fuera a micro-administrar todos los aspectos, correcto. Pero en nuestro caso, el Emperador y la Emperatriz dirigen la política general, a la que los planetas y los países se adaptan como mejor les parezca. No existe una exigencia de que todos los países y planetas adopten un código uniforme de ley o la cultura.

— Tú sabes que eso puede ser cambiado si el actual gobernante tuviera un capricho de hacerlo—, dijo James, sirviéndose otra copa. — Es por eso que una monarquía hereditaria es una mala idea. Todo el mundo solo tiene que esperar y rezar para que el próximo gobernante tenga los intereses del pueblo en el corazón. Tú sabes que tus padres no lo tienen.

Edward ignoró la burla. — ¿Qué prefieres?— Edward había preguntado. — ¿Democracia? Porque eso funcionó muy bien para el planeta Tierra —. Ellos habían estado estudiando historia de la Tierra esa semana en clase, un planeta que ilustraba casi a la perfección la locura de la visión corta, para las personas ellos habían permitido que su infraestructura se derrumbase a su alrededor, su sociedad recaía en la pobreza y el crimen mientras ellos desperdiciaban sus recursos y permitían a sus industrias envenenar el aire de su planeta, el suelo y el agua, todo a cambio de ganancias a corto plazo.

— Por lo menos ellos controlaban sus propios destinos—, dijo James.

— ¿Qué sentido tiene tener a un hombre que nunca ha estudiado economía dirigir las políticas económicas?— sostuvo Edward. — ¿No deberían esos que entienden los problemas ser los que decidan qué es lo mejor para el reino? La historia de la Tierra demuestra que es fácil convencer a la gente a votar en contra de sus propios intereses.

— Ellos deben tener el derecho a la autodeterminación, incluso si ellos toman decisiones equivocadas.

— Pero aquí es donde el concepto se viene abajo: un individuo solo es capaz de determinar su destino, si la mayoría de los otros están de acuerdo con ellos. Tomemos por ejemplo lo que sucedió con los problemas energéticos de la Tierra. Sus gobernantes, con pocas excepciones, no invirtieron en redes de transporte público, incluso cuando se hizo obvio que su fuente de combustible era finita e iba disminuyendo con rapidez, así como el consumo del mismo aumentó exponencialmente. Fue sólo cuando el combustible se convirtió demasiado costoso para el consumidor promedio que ellos iniciaron la construcción de lo que debieron haber tenido todo el tiempo y eso tomó décadas. La gente votó en contra de los impuestos para pagarlo, a pesar de que era algo que necesitaban, y luego culparon al gobierno de que la red era demasiado limitada, demasiado lleno de gente, demasiado sucia. Ahora, considera un individuo que quería invertir en un transporte de red. Exactamente ¿Qué autodeterminación tenía este sistema pagando cuando la mayoría no estuvo de acuerdo? Un hombre en una democracia no es "libre"; él es regido por sus pares. Y no veo ninguna diferencia fundamental entre ser gobernados por un monarca versus ser gobernado por un millón de ciudadanos.

— Tú no entiendes, y quizá es que eres incapaz de entender, considerando que has sido programado desde el nacimiento de que tú tiene el derecho dado por la diosa de gobernar las vidas de otros. No puedes aceptar el concepto de libertad porque es contrario a tus propios intereses.

— ¿Realmente vas tú a argumentar que la Tierra no tiene una clase dominante? ¿Acaso tú, por casualidad, recuerdas que la tabla genealógica en ese libro de texto sobre el cual se mostró cómo los presidentes y los políticos estaban relacionados por sangre o matrimonio a través de las épocas? ¿Cuántos hijos asumieron el cargo después que sus padres? Hemos visto el modelo en muchos países, que no tenían una monarquía pero fueron gobernados por una oligarquía y los resultados no fueron muy diferentes.

— La libertad era la diferencia. La gente puede haber sido gobernada, pero ellos eligieron a sus gobernantes.

— A partir de candidatos pre-seleccionados. Ellos no eligen de forma espontánea un ranchero Kurra o un barrendero. Ellos eligieron de entre los miembros de la clase dominante. ¿Tú te sentirías "libre" si tuvieras la posibilidad de elegir entre Emmett y yo como el próximo gobernante? ¿Sería tu situación diferente después de hacer esa elección?

— Cuando cada persona tiene la libertad de-

Edward lo interrumpió. — Pero no estamos hablando de todas las personas, ¿verdad? Tú no estás incluyendo los drones.

— ¡Eso es diferente!— protestó James. — Ellos son inferiores, inherentemente desiguales. Ellos no sabrían qué hacer con los derechos al voto si lo tuvieran.

— ¿No deberían tener el derecho a cometer sus propios errores?—, preguntó Edward inocentemente.

James golpeó su vaso sobre la mesa y se levantó. — No quiero discutir más este asunto.

Edward se despertó bruscamente. Sus ojos de inmediato buscaron a su compañera para asegurarse de que ella estaba a salvo y luego se relajó. Bella estaba acurrucada contra su pecho y ella estaba balbuceando algo acerca de pepinillos.

Edward frotó una mano por su rostro y se quedó mirando el oscuro techo. ¿Habría él sido el responsable de dirigir a James fuera del camino, por hacerle sentir que no tenía más remedio que tratar de destruir la monarquía dado que Edward no cedería? Él estaba de acuerdo con James en muchas de las reformas que la Federación necesitaba, y había instituido algunas de ellas tan pronto como tomó el trono, pero él no podía estar de acuerdo en que la monarquía en sí misma estaba intrínsecamente mal. Pero él nunca había sido capaz de convencer a James de que él tenía los mejores intereses de la Federación en el corazón. Y ahora su gente estaba pagando el precio.

Él volvió a mirar a su hermosa compañera, la mujer que llevaba a su hijo. ¿Qué clase de reino iba a heredar? Desgarrado por la guerra, muriendo lentamente por falta de parejas compatibles... Edward se hundió bajo una ola de desesperación. Él tenía que hacer algo para dejar la Federación en mejores condiciones de lo que estaba cuando él la había heredado.

Quizás Bella estaba tenía razón. Tal vez la diosa le había enviado para cambiar la sociedad y para hacerla mejor para la totalidad de sus personas, no sólo los Alphas y Betas.

Tal vez todo lo que tenía que hacer como líder era encontrar el coraje para seguir.

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— Alice, ¿qué fecha es?— preguntó Bella bruscamente.

Alice pescaba en torno al fondo de la piscina de baño por el jabón que se le había caído. — Segundo trece de Herrón.

— Yo sé lo que todas esas palabras significan individualmente, pero no tienen ningún sentido poniéndolas en conjunto. ¿Qué fecha sería en la Tierra?

— No sé. ¿Por qué?

— Estoy perdiendo la noción del tiempo. Era finales de abril cuando fui tomada desde la Tierra. No tengo ni idea de lo que sería ahora.

— La única fecha que me interesa es el tiempo que tengo hasta que este bebé salga—, dijo Alice. — Juro que el pasatiempo favorito de este niño es patear mi hígado.

— Estoy más gorda que tú —, dijo Bella. Su vientre era fácilmente un tercio más grande que el de Alice y Alice estaba más avanzada en su embarazo, aunque no por mucho.

— Sí, me di cuenta. Me hace sentir mejor.

— Te ves como una pelota de golf con piernas —, le dijo Rosalie.

Hoy fue la ceremonia de apareamiento de Rosalie. Le había costado Emmett más de dos meses, y un largo desfile de animales muertos, pero él finalmente la había convencido.

— Por lo tanto, ¿Decidiste que no eres una lesbiana después de todo?— Alice había dicho cuando Rosalie les dijo.

— No, yo sigo siendo una lesbiana—, dijo Rosalie. — Acabo de añadir un poco de vitamina Em a mi dieta —. Ella movió las cejas.

— ¡Eww!— dijo Alice, arrugando su nariz.

La ceremonia de Rosalie no fue mucho más pequeña que la de Bella. Emmett seguía siendo el heredero del Emperador, después de todo, y todo el mundo sabía que Edward y Bella estarían en asistencia. Bella avanzaba por el pasillo a su lugar en el estrado como testigo de Rose. Rose se había ganado a Edward una vez que él se acostumbró a su audacia, su abierta manera de ser y ahora era él era muy aficionado de la nueva pareja de su hermano.

Carlisle ofició. Bella esperó impacientemente a que la ceremonia terminara, porque tenía un dolor de estómago. Había empezado esta mañana y se había vuelto cada vez peor durante el día. Bella no había dicho nada a Edward porque sabía que él probablemente insistiría en que se quedara en casa y se perdiera la boda. En este punto, Bella casi deseaba haberlo hecho. Los continuos calambres a través de su intestino. Bella se mordió el labio y rezó para que ella no tuviera que excusarse a la mitad de los votos para correr hacia el cuarto de baño. Tan pronto como Carlisle declaró que eran dos almas unidas como una sola, Bella se precipitó fuera de la tarima, Edward y Tanya la siguieron.

— ¿Estás bien?— Preguntó Edward, sus largas zancadas le hicieron fácil seguir con ella. Él la miró con preocupación. Bella sintió un brillo de sudor en la cara y sabía que tenía que ser tan pálida como el papel. — Mi estómago me duele mucho—, dijo ella. — Quiero llegar a casa —. Ella tropezó y se inclinó mientras un calambre apuñalaba dentro de ella, provocando un gemido.

Edward la tomó y corrió hacia su madriguera. — Voy a llamar al médico—, dijo, acostándola en su nido. Bella no discutió. Los calambres eran feroces. Ella podía decir por la cara de Edward que él estaba preocupado eso era más que un dolor de estómago. Ella no debía tener el bebé hasta dentro de otro par de semanas.

— ¿Bella?— Esa era la voz de Alice. ¿Qué la había traído hasta aquí? Todo parecía vago y algo distante, como si estuviera en un sueño. — Bella, escucha, el médico está aquí. Vas a tener a tu bebé.

— ¿Es demasiado pronto?— susurró Bella, aferrándose a la mano de Alice.

Alice sacudió la cabeza. — Llegas temprano, pero todo debería estar bien. Vamos, Bella. Tienes que levantarte ahora.

Bella trató de incorporarse pero volvió a caer débilmente mientras otro dolor se apoderó de ella. Ella sabía que dar a luz no sería nada fácil, pero joder esto dolía. Ella sintió los brazos de Edward a su alrededor. Él le quitó los pantalones con una mano (Bella estaba ida, demasiado lejos como para preocuparse con modestia) y la llevó a una silla de aspecto extraño que tenía un asiento de recortar y reposapiés ligeramente elevados. Él la depositó en la silla y se arrodilló a su lado. Alice tomó el otro lado. Ambos se aferraban a sus manos.

— Bella, no contengas la respiración—, dijo Alice.

Ella no se había dado cuenta que lo estaba haciendo. — ¿Puedo tomar un trago o algo así?— preguntó ella, aspirando su aliento con un silbido mientras otro dolor atormentaba su cuerpo. — ¿Epidural, heroína, cualquier cosa?

— Demasiado tarde—, dijo Alice. — Estás casi lista.

Bella gritó en la siguiente contracción, la más poderosa de todas. Edward dejó escapar un suave gemido, su cola envuelta alrededor de su pierna, apoyando su cabeza contra la de ella. Hubo una gran acometida resbaladiza y Bella sintió algo deslizarse de su cuerpo. Ella lanzó un grito de sorpresa. El médico lo agarró y se lo llevó antes de que Bella pudiera ver. — ¿Qué está haciendo él?— Bella lloraba.

— Está pesando al bebé y verificando el durice —, Alice la tranquilizó. — Todo está bien, Bella, lo prometo.

Si todo estaba bien, ¿por qué ella todavía tenía calambres? Bella gimió cuando la próxima ola la golpeó. La cara del doctor se cruzó en su línea de visión. — ¡Gemelos!— dijo él. — Es por eso que ella estaba adelantada.

Bella suspiró de alivio cuando sintió el segundo deslizamiento. Los calambres se aliviaron inmediatamente. — Gemelos—, murmuró ella. ¡Gemelos! Su visión se aclaró y vio a Edward sosteniendo dos paquetes envueltos en una manta que eran del tamaño de pelotas de fútbol, gruñendo a cualquier persona que se acercara demasiado. — Por favor, déjame verlos—, pidió Bella.

Ella podía ver la lucha en la cara de Edward. Él confiaba en ella pero sus instintos le gritaban para proteger a sus hijos, incluso de su madre. Él se acercó a ella, permaneciendo cauteloso a uno o dos pasos, y quitó el borde de la manta para que Bella pudiera ver.

Ella supuso que si no se hubiera preparado para ello, ella podría haber estado asustada pero a diferencia de esa mujer de la Tierra años atrás, ella nunca podría lastimar a sus bebés. El durice era de color carne, un mapa de venas en su superficie. Se flexionaba y estira a medida que el bebé en el interior se movía. Edward lo volvió a cubrir, buscando su rostro ansiosamente. Lo que sea que encontró allí debe haberlo tranquilizado porque él se inclinó para besarla en la frente. — Te amo, Bella.

— Y yo te amo—, respondió Bella. Su cola se balanceaba con indecisión por un momento, y luego se escondió detrás de su sillón y se metió en su nido de incubación.

Capítulo 7: Arrempentimiento Capítulo 9: Incubación

 
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