Escrito en las Estrellas (+18)

Autor: Fanfiction Addiction
Género: Ciencia Ficción
Fecha Creación: 29/03/2013
Fecha Actualización: 30/08/2014
Finalizado: SI
Votos: 15
Comentarios: 18
Visitas: 110135
Capítulos: 33

Traducción: Edward es el rey de una raza en extinción, su planeta es desgarrado por la guerra civil. Bella es secuestrada y llevada a convertirse en su esposa.De estudiante de la universidad a reina... ¿Podrá aprender amar a este hombre extraño y ayudar a salvar a su pueblo?

 

Escrito en las Estrellas es un fanfic original de Lissa Bryan y traducido por Fanfiction Addiction con el debido permiso de su autora.

 

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Capítulo 2: Regalos

Historia escrita por:Lissa Bryan

Traducido por:Miranda Pattinson (FFAD)

Beta:Verito Pereyra (FFAD)

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±

Bella estaba harta de despertar en lugares extraños.

Ella estaba acostada en alguna especie de hoyo grande y circular en forma de tazón, que estaba lleno de almohadas en una amplia gama de tamaños, colores y telas. Ella se volteó sobre su estómago y se asomó por el borde. Edward se sentó en el suelo, su espalda contra la pared, al otro lado de la habitación, y él la estaba mirando. Bella se agachó rápidamente.

―Bella, no te haré daño. Tú no tienes que temerme.

Su voz sonaba tan triste que ella asomó su cabeza otra vez.

―Tú estás perfectamente a salvo. Mira, Tanya está aquí ―. Bella siguió la dirección de su mirada y vio a Tanya, quien se arrodilló silenciosamente en el rincón, su bastón de madera colocado en la parte superior de sus muslos. Ella podría haber sido confundida con una estatua de tan inmóvil que estaba.

Bella miró alrededor del resto de la habitación. Las paredes eran de piedra, pulidas y talladas con símbolos indescifrables alrededor de la parte superior, y había varias puertas redondas que llevaban a lugares desconocidos. No había mucho respecto a muebles, algunos objetos como de troncos y, extrañamente, un sillón de descanso reclinable, que todavía tenía la etiqueta. Una mesa baja, como los que había visto en la cena estaba en la esquina rodeada con cojines. La habitación tenía la misma fuente oculta de iluminación como las otras que había visto. Sin ventanas. Ella se dio cuenta de que no había visto ninguna desde que llegó.

―Tengo un regalo para ti ―, dijo Edward, su tono de voz suave y persuasivo.

Oh, Dios mío, por favor, no dejes que sea otra cola cortada.

― ¿Emmett está bien? ―preguntó ella.

―Sí, él está bien ―. Edward miró desconcertado. ―Lamento que yo te haya sorprendido tan malamente después de la cena. Para mi pueblo, la cola de un oponente vencido es un regalo honorable.

Ella se había desmayado como una heroína victoriana en una novela gótica frente a todas esas personas. ¡Qué gran manera de presentarse! Puede ser que también hagan un trasero de sí misma dentro del primer par de horas, de esa manera sabrían de buenas a primeras por lo que estaban luchando. Ella se cubrió el rostro con las manos.

―Bella, mírame ―, dijo Edward. Ella así lo hizo, pero era difícil encontrase con sus ojos. ―Nadie piensa mal de ti.

Ella no le creyó en lo absoluto, pero fue bondadoso de parte de él intentarlo. Ella le dio una pequeña sonrisa.

― ¿Te gustaría ver tu regalo?

―Sí, por favor ―, dijo amablemente.

―Alice dijo que te gusta leer.

―Lo hago ―, respondió Bella. Se preguntó cómo había sabido Alice eso, y qué tipo de ficción iba a encontrar en este mundo.

Él le tendió una tablet plana de color negro. Bella dejó escapar un pequeño grito de alegría, reconociéndolo como un e-Reader.

―Hay muchos libros en esta computadora. Le pedí a Lauren que la llenara para ti con libros de tu época.

Bella luchó con el borde para salir del hoyo, pero tropezó con una almohada. Asombrosamente, él estuvo allí a tiempo para atraparla antes de que ella pudiera golpear el suelo. Él la puso sobre sus pies y le extendió el e-Reader. Después de que ella lo tomó, él retrocedió, retomando su lugar en el suelo.

Bella respiró hondo y fue a sentarse junto a él. Él parecía encantado con su iniciativa, su cola golpeaba en el suelo, donde yacía junto a él. Ella estaba mejorando al leer su lenguaje corporal.

―Gracias por esto ―, Bella se volvió al e-Reader. ―Fue un regalo muy considerado ―. ¡Y Dios Todopoderoso, que lo era! El dispositivo almacenaba decenas de miles de libros, que iban desde los clásicos que ella amaba hasta series completas de sus autores contemporáneos favoritos, libros que no habían sido publicadas todavía (en su época, de todos modos. Ella suponía que ahora eran considerados "literatura antigua"). Ella podría haber pasado horas navegando a través del dispositivo, pero sabía que eso sería una grosería. Se obligó a sí misma a apagarlo y colocarlo a un lado.

―Me alegro que te guste ―, dijo Edward. ―Alice dijo que debías tener la silla acolchada para estar con eso.

―Alice está en lo correcto. Son lugares cómodos para leer.

La apreciación de ella pareció animarlo. Sus ojos brillaban con emoción.

―Tengo muchos regalos para ti. Empecé a comprar regalos para mi futura esposa cuando era joven. Siempre he tratado de imaginar cómo serías, y me parece que la realidad supera por mucho mis sueños.

―Edward, por favor no me pongas en un pedestal ―, advirtió ella.

Él se veía muy confundido.

― ¿Por qué crees que me gustaría hacerte estar de pie en una viga de soporte?

Bueno, por lo visto, tenía que ser cuidadosa con el lenguaje y tipo de habla, porque ellos obviamente no lo traducen bien.

―Permíteme intentarlo de nuevo. Quiero decir, que no pienses demasiado alto sobre mí. Yo no sé cómo ser una Emperatriz. Tengo tanto miedo de que vaya a hacer algo mal, de que vaya a ofender a alguien… porque yo no sé las reglas de tu cultura.

―Tú no entiendes. El hecho de que te preocupa es lo que te hará una buena Emperatriz.

Ella estaba bastante segura de que era mucho más que eso, pero apreciaba sus esfuerzos por hacerla sentirse mejor.

― ¿Cómo fue la última Emperatriz?

La mandíbula de Edward se tensó. ― A ella, no le importaba.

Bella se mordió el labio. Al parecer ella había dado con un tema delicado.

― ¿Fue la Emperatriz tu madre?

―Lo fue ―. Su voz era baja y ronca.

Bella decidió no entrometerse más. Ella puso su mano sobre la de él como un gesto de consuelo y la sorpresa en sus muy abiertos ojos la hizo alejarla rápidamente.

― ¿Hice algo mal?

―No ―, él dijo rápidamente. ―Simplemente me sorprendió. No pensé que me tocarías por voluntad propia. Soy consciente de que mi apariencia, es... diferente para ti.

El rostro de Bella flameaba. ¿Había sido ella tan obvia? ¿Había ella herido sus sentimientos?

Él inclinó su cabeza y la miró con curiosidad.

― ¿Por qué tu rostro hace eso? Alice no tiene esa habilidad.

―Es... mmm... no es una habilidad. Es una respuesta involuntaria cuando me siento avergonzada ―. Hablar de eso, la puso aún más roja.

Él se inclinó hacia ella y la olió.

―Me gusta. Hueles bien.

¿Fue la última declaración a propósito de nada o estaban las dos relacionadas? Ella no estaba segura de querer saber.

―Tú no tienes razón alguna para estar avergonzada ―, dijo él. ―Lo estás haciendo bastante bien, aunque debo parecer tan extraño para ti.

Bella comenzó a decir que Tanya era la criatura más extraña que ella había encontrado aún y entonces recordó que la mujer estaba sentada en la habitación. Tan silenciosa e inmóvil como estaba, era fácil olvidar que ella estaba allí.

―Espero no parecer mal educada ―, dijo Bella.

―Tú tienes un corazón muy bondadoso, ¿no es así? Tú eres el primer terrícola secuestrado que he conocido que se preocupa más por los sentimientos de aquellos que la capturaron, que de los de sí misma.

Bella no sabía cómo responder a eso. Poniéndolo de esa manera lo hace sonar un poco como Síndrome de Estocolmo, pero si Lauren había dicho la verdad, ella fue atrapada aquí permanentemente y no sería buena idea empezar con el pie equivocado por ofender a la gente.

Edward rozó su mano con el dorso de sus dedos. Bella puso su mano de nuevo sobre la de él. Su carne era tan fría y suave. Ellos se quedaron en silencio por un momento, mirando fijamente a sus manos.

Bella hizo la pregunta que había sido suspendida en el fondo de su mente.

― ¿Por qué no hay ninguna ventana? No he visto nada del mundo exterior.

―Nuestro mundo es frío ―, él explicó. ―Nosotros estamos hechos para soportar el frío, pero a los de otros mundos no les va tan bien. Es por eso que nosotros construimos esta ciudad subterránea, de modo que nuestras mujeres y jóvenes estén más cómodos.

Ella se imaginó el mundo de hielo de Hoth de Star Wars.

― ¿Qué tan frío es?

―La temperatura promedio es de unos 117 grados.

¿Eso fue también un error de traducción, o su chip no hace los cálculos de conversión? Él vio la expresión confusa que ella llevaba y ambos pensaban en cómo llegar a un marco común de referencia.

Fue Bella quien habló primero.

― ¿Siempre es lo suficientemente frío como para que el agua se congele?

―No, es verano ahora, nuestras estaciones funcionan como las suyas ―. Él se puso de pie y fue a un tronco para recuperar una tablet electrónica y tocó un par de botones. Imágenes aparecieron, vegetación, animales y algunos que incluso parecían ser una combinación de los dos. Su mundo no parecía del todo muy diferente a la Tierra. Bella aprendió que la mayor parte de su precipitación cae como nieve, durante todo el año. Pero en el verano, la nieve se derrite cuando sale el sol. Su planeta tenía sólo una gama más amplia de vida silvestre como la del suyo, pero debido a la atmósfera rica en oxígeno, la mayoría de ellos eran mucho más grandes que los que se encuentran en la Tierra. Su gravedad era también fuerte, lo cual podría explicar por qué se había sentido tan cansada desde que llegó aquí. Edward le aseguró que se acostumbraría a ello.

― ¿Vive alguien en la superficie?

―Oh, sí, por supuesto. Los que no tienen compañeros a veces lo prefieren. Puede ser difícil ver la felicidad de los demás, anhelando lo que ellos tienen ―. Él miró a su alrededor. ―Yo comencé a construir esta madriguera cuando ellos comenzaron mi búsqueda de pareja. Yo no le proporcioné más allá de las necesidades y la silla acolchada que Alice dijo que tú querrías. Pensé que a mi novia le gustaría decorarla. ¿Quieres ver el resto de ella?

Bella asintió con la cabeza. Él estuvo de pie en un instante, extendiéndole una mano para ayudarla a levantarse. Después que ella se levantó, él no liberó su mano y Bella no trató de alejarla. Caminaron, mano a mano hacia la puerta en la pared izquierda. Él hizo girar la perilla y las luces se encendieron en la habitación, aparentemente sin Edward tener que golpear un interruptor o controlarlas de alguna manera. Era un pequeño cuarto de baño, un inodoro y un lavabo, pero sin ducha o bañera.

―Yo puse esto para ti ―, él dijo. ― Alice hizo a Jasper instalar una en sus cuartos y ella dijo que te gustaría tener una de tu propiedad.

Bella le dio las gracias, pero se preguntó cómo se suponía que ella iba a bañarse.

Él se adelantó y tiró de la cadena, mirando el remolino de agua en el recipiente como si estuviera fascinado por esa cosa.

―Humanos ―, dijo, sacudiendo la cabeza con diversión. ―Las únicas criaturas en la galaxia Forx que quieren eliminar en el agua.

La curiosidad de Bella se despertó y ella quería preguntar qué hacían los Volturi, pero decidió que probablemente esa pregunta era mejor dejarla sin respuesta.

Él la condujo hasta la siguiente puerta que resultó ser un vestidor, lleno de ropa perfectamente doblada y apilada en los estantes.

―Este lado es tuyo ―, dijo él. ―Alice las compró para ti. Si no te gustan…

Bella sacudió la cabeza en asombro. ¿Cómo Alice sabía de estas cosas?

―Estoy segura de que las elecciones de Alice van a estar bien. ¡Wow! ¡Nunca he tenido tanta ropa en mi vida!

―Eso es bueno para la economía ―, explicó Edward. ―Lo que sea que la Reina vista, se pone de moda, y los fabricantes de prendas de vestir consiguen más clientes.

Él abrió un cajón y Bella jadeó. Estaba lleno de joyas de todos los colores del arco iris: collares, pulseras, diademas, todas ellas parpadeaban a la luz.

―Estas son las joyas de la Emperatriz. Tus joyas personales serán guardadas en el cajón de abajo ―. Bella nunca había tenido alguna prenda de joyería más allá de una pulsera de plata y el pequeño anillo de compromiso que Mike le había dado. Ahora tenía un cajón lleno de gemas que hacían al Hope Diamond, parecer un premio de máquina de chicles.

Y eso era todo lo que había en los cuartos de Edward. Aparentemente, el Emperador de los Nueve Planetas Federados, tenía un palacio del tamaño de un pequeño apartamento.

― ¿Te gusta? ―preguntó, sonando tímido y esperanzado.

―Es hermoso ―, dijo Bella, sonriendo, recordando justo a tiempo mantener sus dientes cubiertos. Él parecía encantado con su respuesta, agitando su cola en el aire, sus ojos brillantes.

Ellos volvieron a sentarse en el suelo. Bella señaló a los tallados que se desarrollaban alrededor de la pared superior, todavía insegura si se eran solo decorativos, o si se trataban de una forma de escritura.

― ¿Qué está tallado en la pared?

―Un poema de amor, uno de mis favoritos ―. La punta de su cola se retorció debajo de su pierna y Bella se preguntó si esa era su forma de ruborizarse.

― ¿Puedes leerlo para mí? ―preguntó ella.

"¡Oh! Cuando mi dama venga, y yo con amor la contemple,

La llevaré en mi latiente corazón, y en mis brazos la envolveré;

Mi corazón está lleno con alegría divina

Porque yo soy de ella y ella es mía.

¡Oh! Cuando sus tiernos abrazos dan a mi amor integridad,

El perfume de su esencia me llena con su dulzura;

Y cuando sus labios se presionan a los míos,

Estoy embriagado, y no es necesario el vino."

―Si no te gusta, lo podemos cubrir ―, él ofreció rápidamente, malinterpretando su silencio por desaprobación.

―Creo que es hermoso ―, dijo Bella, su voz un poco inestable. Ella sabía lo que era esperar mucho tiempo por el amor.

―He estado esperando toda mi vida por ti ―, dijo él en voz baja. ―Me gustaría preguntarte... ¿Me permites cortejarte, Bella?

Ella sonrosada. Ella descubrió que realmente le gustaba este hombre, incluso en tan corto tiempo de conocerlo, y uno con orígenes traumáticos además. Pero él era tan dulce y serio. Incluso el cortar la cola de su hermano había sido algo que había hecho en un esfuerzo para agradarle a ella. Se necesitaría algún tiempo para conocerse uno al otro y aprender las costumbres del otro.

―Sí, Edward.

Sus ojos brillaban, su cola bailaba en el aire al lado de su cabeza.

―Es muy tarde. Debemos dormir ahora.

Bella miró a su alrededor. ― ¿Dónde?

―En mi nido ―. Hizo un gesto hacia el hoyo en el piso donde ella había despertado.

―Yo...eh... yo no estoy tan segura...

Él pareció entender por qué ella se resistía.

―Bella, no se me permite tocarte de esa manera. Aún no nos hemos acoplado ―. Sus ojos se suavizaron un poco. ―Yo sé que tu mundo no era tan respetuoso de las mujeres o las tradiciones como el nuestro. Con el tiempo, voy a ganar tu confianza, pero por ahora, tienes a Tanya para protegerte.

Demonios, ella había olvidado de nuevo que Tanya estaba en la habitación.

― ¿Dónde dormirá Tanya?

―Como ella está.

Bella comenzó a objetar, pero luego se dio cuenta, por todo lo que sabía, que para la especie de Tanya era más cómodo dormir en posición vertical. Y dios sabe, que ella no iba a invitarla a la cama con ellos.

―Tú dijiste que yo podía cortejarte ―, dijo Edward. ―Caricias en el nido mientras duermes, es parte del cortejo. Eso promueve la unión.

―Está bien, supongo ―, aceptó Bella. Ella en realidad nunca había dormido en la misma cama con nadie. Mike siempre se iba, lo que probablemente debió ser una señal de que algo estaba mal, pero ella había estado tan enamorada, cegada por sus emociones y esperanzas…

Edward presionó un botón en la pared y un hombre entró, arrodillado a los pies de Edward, su cabeza baja. Un drone, a juzgar por lo corto de su cola y su tamaño más pequeño. Él seguía siendo grande para Bella, con hombros anchos y brazos musculosos tan grandes como el muslo de ella, pero al lado de Edward, parecía enano.

― Trae a la Alpha Prima algo de ropa para dormir ―, le ordenó.

El hombre corrió al vestidor.

―Edward, yo podría haber hecho eso ―, protestó Bella.

Él parecía un poco confundido. ―Pero, nosotros tenemos un drone...

Bella intentó de nuevo. ―Yo no estoy acostumbrada a personas buscando cosas para mí. No me importa caminar unos cuantos pasos para buscar mi propia ropa de dormir.

La cola de Edward cayó. ―Es por eso que tenemos un drone. Tú no tienes que hacer las cosas por ti misma por más tiempo.

Ella no iba a ganar esto, esta noche, Bella vio. ― ¿Cuál es su nombre?

Ahora Edward se veía muy confundido. ―No lo sé. ¿Importa?

― ¿Tú no lo sabes? ¿Por cuánto tiempo te ha pertenecido?

La cola de Edward envuelta alrededor de una de sus piernas. ―No estoy seguro... Una década, tal vez.

― ¿Y tú nunca has preguntado por su nombre?

―Lo siento ―, dijo. Pero obviamente estaba inseguro de por qué se disculpaba.

El hombre regresó y se arrodilló delante de Bella, sosteniendo su ropa hacia arriba. Bella las tomó y le dio las gracias.

― ¿Cuál es tu nombre?

―Jacob, Alpha Prima ―, dijo en voz baja, sus ojos fijos en el suelo.

―Gracias, Jacob ―, dijo Bella.

―Te puedes ir ―, le dijo Edward. Todavía miraba a Bella con ojos preocupados.

Ella levantó la ropa. ―Voy a cambiarme ―. Entró en el cuarto de baño, cerrando la puerta detrás de ella. Por lo menos Jacob no tenía la tarea de tener que vestirla también. Ella sacó su túnica por encima de su cabeza y se quitó los pantalones. Sin ropa interior. Ah, Jesús. Eso, era una situación que tendría que ser rectificada rápidamente. Ella hizo una nota mental para preguntar a Alice la próxima vez que la vea.

El material era increíblemente suave, recordándole a Bella la gamuza. La ropa era simple y holgada, muy parecidas a las batas de hospital, en un suave color rosa. Bella por lo general prefería los colores oscuros, pero tenía que admitir que era de un aspecto agradable. Ella dejó su ropa doblada en el mostrador que rodeaba el lavabo, sin saber dónde estaba el cesto de la ropa sucia, ni si la túnica podría ser lavada teniendo en cuenta la faja de joyas en el escote.

Ella regresó a la habitación principal. Vio que Edward se había cambiado de ropa también y ahora sólo llevaba un par de pantalones sueltos del mismo material que el pijama de Bella. Su pecho era hermosamente musculoso y ella se dio cuenta, con un poco de conmoción, que él no tenía pezones, al igual que Tanya.

Él la estaba esperando en el borde del nido, como él lo llamaba. Ella bajó al montón de almohadas y se colocó a sí misma rígida, plana sobre su espalda. Edward se ubicó a su lado, moviendo algunas almohadas de su camino y eso, hasta que se puso cómodo, y después tiró del cuerpo de Bella contra el suyo, moldeando su cuerpo al de ella. Chasqueó sus dedos y la iluminación de la habitación bajó a una penumbra como la del crepúsculo, lo suficiente para que si ella se despertara fuera capaz de ver donde estaba, pero no lo suficiente como para perturbar su descanso.

Ella tuvo que admitir, que tenerlo abrazado a ella se sentía bien. Su familia nunca había sido de mucho afecto físico. Ella probablemente podría contar con una mano las veces que sus padres la habían abrazado desde su infancia. Ella descubrió que era algo reconfortante un simple abrazo. Su oído estaba tan cerca de su pecho que ella podía oír el suave golpeteo de su corazón. Él había acurrucado su rostro en el hueco entre su hombro y el cuello, y su aliento suavemente le hacía cosquillas en su oreja.

Un leve y suave ruido... ¡Santo cielo!, ¿está él ronroneando? ¡Lo estaba! El sonido era bajo, suave, adormecedor... Mientras ella se iba a la deriva, Bella pensó que probablemente fue una buena cosa que le gustaran gatos.

.

.

.

―Bella…

―Rrmmph.

―Bella…

Bella gimió y agarró una almohada y se cubrió la cabeza. Algo le hizo cosquillas en la nariz. Ella trató de voltear su rostro a un lado y eso la siguió. Abrió los ojos y vio que la punta de la cola de Edward se había deslizado por debajo de la almohada y estaba molestando su nariz. Ella puso la almohada lejos y vio a Edward sentarse a su lado, con los ojos chispeantes como Alice. Él se veía tan alegre que su irritación se desvaneció. Ella le sonrió.

― ¿Es hora de levantarse?

―Sí, lo es ―, dijo Alice detrás de ella. Bella se volvió y vio a Alice de pie en el borde del nido, su pie golpeando impacientemente. Ella le sonrió a Bella, cuidadosa de no mostrar ningún diente. ― ¿No se ven ustedes dos acogedores? ―, dijo Alice. Bella se sonrojó y soltó una risita nerviosa.

Edward se quedó inmóvil, su cola animada en el aire. ― ¿Qué fue eso?

― ¿Qué?

―El pequeño sonido que hiciste. Fue muy... bonito.

Bella ahora estaba tan roja como una remolacha. ―Yo hago una risilla a veces cuando estoy nerviosa o avergonzada.

―Vamos, Bella. Quiero ir a tomar un baño ―. Alice se agachó y agarró el brazo de Bella para arrastrarla fuera del nido de almohadas.

― ¿Qué tiene eso que ver conmigo? ―Bella se quejó.

―Ya lo verás. Vamos. Hay café a dónde vamos.

Bella se animó y de buena gana siguió a Alice, si había una taza de café tenía que ir. Ella hizo una rápida parada en el cuarto de baño, agradecida de encontrar un rollo de papel higiénico en un eje fijado a la pared al lado del inodoro. Ella pensó que deben importar cosas como café e inodoros para los Terrícolas. Bella imaginó un gigante semi-camión convoy galáctico, cada uno con una etiqueta: "PAPEL HIGIÉNICO", "NOVELAS ROMÁNTICAS", "CHOCOLATE" y se rió para sus adentros.

Tanya se encontraba todavía en el mismo lugar que ella había estado la noche anterior. Se levantó cuando Bella salió por la puerta, siguiéndolas, una silenciosa sombra azul. Bella se preguntó si ella habría dormido. Ella no había visto a esta mujer comer ni beber nada, tampoco.

Era una larga caminata para la primera hora de la mañana, aunque, bajando por muchos pasillos torcidos y vueltas. Bella nunca podría ser capaz de encontrar su camino de regreso. Ella siempre había tenido un escaso sentido de dirección. Una vez, ella tuvo la mortificante experiencia de perderse en el edificio de su escuela secundaria y había tenido un ataque de pánico. Un maestro tuvo que llevarla de vuelta, sollozando y temblando Bella caminó bajo su vigilancia mientras los chicos cubrían los pasillos riendo y susurrando.

Bella empujó el recuerdo lejos. Todo eso se había ido ahora. Nadie aquí sabía sobre esas cosas. Ella se dio cuenta con una sacudida que todos esos chicos estaban muertos ahora. Sus padres, todos los que ella había conocido, quedaron atrás.

Era desconcertante. Bella miró hacia arriba y vio que Alice se había ido muy lejos por delante de ella. Bella corrió rápido para alcanzarla y se dio cuenta que los pies de Alice estaban desnudos también, desnudos a excepción de los anillos de oro que llevaba en sus dedos de los pies. Ella no había puesto ninguno en el armario de Bella.

―Alice, ¿dónde puedo conseguir algunos zapatos?

Alice sacudió su cabeza. ―Las mujeres de nuestra clase social no los usan. Si tus pies se enfrían, dile a Edward que suba la temperatura en el suelo.

― ¿Qué pasa si tengo que salir a la calle? ―Preguntó Bella.

― Edward te llevará.

Ella tenía que estar bromeando.

―No, lo digo en serio ―, dijo Alice, como si hubiera leído la mente de Bella. ―Las mujeres de clase alta no usan zapatos para demostrar que son mimadas, y que no tienen que salir a las duras calles a trabajar. Y si la situación lo requiere, que por alguna razón tengas que caminar sobre grava o algo, tu compañero está supuesto a llevarte.

Ella abrió una puerta y el vapor se elevaba fuera. Era una habitación grande, con azulejos, varias piscinas grandes de agua humeante en la que las mujeres salpicaban alrededor. Por encima de la pared, una corriente de agua caliente caía de un conducto, como una cascada, su escorrentía era recogida en las piscinas. Una mujer desnuda se puso debajo de ella, lavándose el pelo.

Tanya tomó su posición junto a la puerta, arrodillándose silenciosamente.

Alice se acercó a una línea de clavijas que tenía ropas demujer y se desvistió.

―Vamos, Bella ―, dijo. ― ¡El último es un huevo podrido!

Bella se aferró a sus ropas como si éstas fueran a saltar de su cuerpo por su propia voluntad.

―Alice, no estoy realmente cómoda con estar desnuda delante de la gente.

― ¡Oh, rayos! ―dijo Alice. ―Vamos, solo somos nosotras, chicas... Nadie va a mirarte. ¡Vamos, señorita Modestia! ¿Quieres ese café, no?

Bella se despojaría por el café, decidió. Se quitó la ropa rápidamente y las colgó en las clavijas al lado de las de Alice.

― ¡Liiiiindos pechos! ―dijo Alice, mirando de reojo. Bella se echó a reír.

Ellas se dirigieron hacia una de las piscinas y una mujer con pelo rojo y pecas las vio. Saltó fuera de la piscina, desnuda como el día en que nació y se acercó a Bella, sacando la mano.

―Hola, soy…

¡THWACK!

Tanya estaba junto a Bella, y había bajado su bastón hacia abajo, como una espada entre Bella y la desconocida mujer. Ella dio un salto y dejó escapar un leve chirrido de alarma.

―Usted no tiene permiso para acercarse a la Alpha Prima ―, dijo Tanya.

―Uh, sí... está bien ―. La mujer se alejó rápidamente, agarrando sus ropas y escondiéndose tras la puerta, todavía desnuda como una urraca.

Tanya se reubicó sobre sus rodillas, viéndose tan serena como una monja en oración.

―Vamos Bella ―, dijo Alice. Bella la siguió hasta una de las piscinas. Metió un dedo del pie y suspiro de placer, sumergiendo a sí misma. Estaba perfecta, como hundirse en un jacuzzi. Había una repisa para sentarse. Bella se subió sobre él y puso la cabeza hacia atrás.

― ¿Esto es la vida, eh? ―dijo Alice.

―Mmm… Se siente maravilloso...

―Sí lo es. Esos Volturi no saben lo que se están perdiendo.

― ¿Qué, ellos no se bañan?

―No en agua. Ellos odian mojarse. Toman baños de polvo, si puedes creerlo.

Bella lo consideró. Debe ser suficiente ya que Edward olía bien, como a bosques y especias.

―Veo que permitiste a Edward cortejarte ―, dijo Alice. Ella le pasó algo a Bella como un bolso de malla, lleno de pedazos de jabón de olor dulce.

―Sí ―. Bella se sonrojó y se esperaba que Alice pudiera pensar que estaba enrojecida por el calor.

― ¡Sabía que no serías capaz de resistirte a él! ―, cantó Alice. Ella sonrió al sonrojo de Bella. ―No estés avergonzada. Yo sabía que ustedes dos lo lograrían, una vez que tuvieran un poco de tiempo para hablar y llegar a conocerse uno al otro. Él es un gran tipo. Si tú lo tomas como compañero, él hará lo que sea para hacerte feliz.

―Él parece realmente preocupado cuando piensa que estoy molesta ―, le dijo Bella. ―Ayer por la noche, yo estaba un poco desconcertada porque él llamó a un esclavo para venir a buscarme una pijama cuando no eran más que, digamos, tres metros lejos de mí. Tengo que admitir, que me sorprendí cuando me enteré que él desconocía el nombre de su esclavo.

―Bella, tienes que ser cuidadosa con eso ―, le advirtió Alice. ―Ellos pueden volverse muy quisquillosos si pareciese que su pareja está prestando demasiada atención a sus drones.

― ¿Qué?, ¿como si tuviéramos aventuras con ellos, o algo así?

―Algunas mujeres lo hacen ―, dijo Alice, bajando la voz. ―Pero creo que todo es realmente acerca de celos. Los Alphas resienten a los drones por su libertad sexual.

―Está bien, retrocede, debo haberme perdido algo. Los drones son esclavos. ¿Cómo van a tener más libertad en el dormitorio que los machos Alpha?

―Esa es la forma en que están hechos ―, explicó Alice. ―Los Alpha sólo pueden tener relaciones sexuales con sus parejas. Cualquier otra mujer simplemente no huele bien para ellos, y ellos literalmente no pueden excitarse. Esa es una de las ventajas de tener un Alpha de pareja. Ellos son físicamente incapaces de ser infiel.

― ¿Eso significa que Edward, es virgen? ―soltó Bella.

―Sip ―. Alice hizo una seña para que Bella se inclinara hacia adelante y comenzó a frotar su espalda. ―Pero eso no quiere decir que sea totalmente inexperto.

Bella se quedó sin palabras por un momento y la pregunta obvia vino a su cabeza, pero en cambio ella decidió preguntar.

― ¿Qué hay sobre los Betas?

―Los Betas pueden tener relaciones sexuales con otras mujeres, pero no pueden embarazar a nadie más que a su compañera. La mayoría de ellos tienden a no desviarse por el asunto del aroma. Los drones, por el contrario, pueden tener relaciones sexuales con cualquiera. Tal vez tienen un menor sentido del olfato o algo así, pero los drones son infértiles y no se les permite tener compañera.

Bella estaba horrorizada. ― ¡Eso es terrible! ¿Qué pasa si se enamoran?

Alice sacudió la cabeza. ―Es la ley. Bella, estas personas están a punto de desaparecer porque no pueden encontrar pareja lo suficientemente rápido como para reproducirse y reponer la población. Las mujeres son un recurso muy valioso para ellos. No van a dejar a una mujer de pareja con alguien que nunca le pueda dar hijos.

Bella comprendió la razón para ello, pero todavía parecía triste.

― ¿Realmente ellos tienen una computadora gigante llena de perfiles con el ADN de las personas?

―No sólo una gran computadora, sino que muchas. Hay un edificio gigante en la superficie que no tiene nada, excepto procesadores de computadoras. Incluso con una computadora tan grande, se toma tiempo para ordenar a través de los miles de millones de perfiles de ADN en el banco de datos para encontrar a alguien compatible. A veces, se necesitan años. Los Alphas tienen prioridad, especialmente los Alpha Primo, la familia real.

― ¿Qué pasa si la gente emparejada no quiere a la otra? ―Lauren le había dicho que Edward pensaba que estaba enamorado de ella. ¿Qué pasa si ella hubiera sido una persona horrible?

―Los machos están predispuestos a encontrar a su compañera atractiva, por supuesto, y están dispuestos a trabajar muy duro para tratar de complacer a su pareja y hacerla feliz. A veces, simplemente no funciona, pero ellos no tienen ningún concepto de divorcio. Al igual que en la Tierra, las mujeres a veces se aparean para conseguir seguridad financiera y el estatus social.

Alice se puso de pie, el agua goteaba de su delgada forma. ―Vamos, Bella. Me estoy poniendo como una ciruela. Vamos a tomar el desayuno.

―Y café ―, Bella le recordó.

Se secaron con suaves toallas. El pelo de Alice apuntando en todas direcciones después de que ella lo secó, lo que era más o menos su aspecto normal. Bella, sin embargo, necesitaba un cepillo que Alice tuvo que pedir prestado de otra mujer. Se vistieron con el pijama que habían llevado a los baños. La ropa le recordó a Bella otra pregunta.

―Alice, Edward dijo que tú sabías que me gustaba leer y que compraste mi ropa. ¿Cómo supiste esas cosas?

Alice lo consideró por un momento. ―Bella, ¿tú crees en Dios?

―Bueno, eh... Supongo que sí ―, dijo Bella. Era un tema que tendía evitar discutir, porque a veces la gente se molestaba si no respondía de la manera que querían.

―Bueno, yo sí. Él me envía visiones de cosas en el futuro, cosas que podrían ocurrir y cosas que van a suceder.

―Eso es... ¡wow!

Alice sonrió. ―Apuesto a que tú no me crees.

―Mmm… Alice, yo... eh… ―, dijo Bella, elocuente como siempre bajo presión.

―Está bien ―, le aseguró Alice. ―La mayoría de la gente no me cree. Al principio.

Alice la llevó al gran comedor donde habían comido la noche anterior. Cuando entraron, todos los ocupantes de la sala se pusieron de pie y luego se arrodillaron. Permanecieron de esa manera y el tiempo se extendió. Bella se inclinó para susurrarle a Alice.

― ¿Se supone que tengo que hacer algo?

―Diles que se levanten ―, dijo Alice, como si fuera obvio.

―Por favor, levántense ―, dijo Bella, alzando la voz de tal forma que llegara a todos los rincones de la habitación. Se sentía como una idiota.

Edward y Jasper ya estaban sentados en la mesa que habían usado la noche anterior. Tanya silenciosamente tomó una posición por la pared. Bella se sentó en el cojín al lado de Edward y miró su plato con curiosidad.

― ¿Qué es eso? ―. Parecía casi como una especie de fruta, redondo y anaranjado, del tamaño de una uva, pero Alice le había dicho que ellos no podían digerir la vegetación.

―Huevos Ordna ―, dijo Edward. ― ¿Quieres uno?

Vivir aquí va a requerir flexibilidad en su dieta. Ella tendrá que aprender a probar cosas nuevas, aunque parezcan poco apetecibles.

―Sí, gracias ―, dijo ella. Él tomó uno de los huevos, pellizcándolo delicadamente entre sus afiladas garras y se lo acercó a la boca. Bella no esperaba que él le diera de comer, pero qué diablos. Ella abrió la boca y él lo dejó caer en su lengua.

Ella lo mordió y estalló dentro de su boca. Ella masticaba, sin realmente gustarle la textura pero el sabor era bueno.

― ¿Quieres otro? ―él le preguntó.

―No, gracias. ¿Qué es un ordna, de todos modos?

Alice fue la que respondió. ―Es un reptil, algo parecido a un cocodrilo.

Bella se alegró de haber intentado el huevo antes de que saber lo que era.

Después que las manos de Bella y Alice habían sido lavados por un drone, Alice le dijo lo que querían para el desayuno.

―Rebanadas de kakunar fritas, fruta vima y café, por favor ―. En cuestión de minutos, sus platos fueron traídos a ellas, pero Bella estaba más ansiosa por el café que por la comida. Ella prácticamente inhaló su primera taza. Teniendo un drone asignado a su mesa como teniendo su propio camarero. Cada vez que ella bebía de la taza y la bajaba, el drone volvía a llenarla.

Kakunar resultó ser más como el tocino. Bella comía alegremente de las tiras, intercalando con trozos de fruta, las que tenían un sabor dulce y amargo y la textura como un kiwi. Ella escuchaba la conversación de Edward con Jasper con creciente preocupación. De lo que ella recolectaba, la conversación tenía muchas palabras para los que no había equivalente en su idioma, ha habido una batalla y las fuerzas del Imperio había tenido grandes pérdidas.

―Alice, ¿qué es esto? ―Preguntó Bella. ― ¿Hay algún tipo de guerra aconteciendo?

Alice asintió con la cabeza. ―La rebelión. Todo comenzó durante la época de sus padres y los rebeldes no creen que Edward se pronuncie de manera diferente a como ellos lo hicieron.

― ¿El campo de batalla es cercano? ¿Estamos en algún peligro?

Alice tomó la taza de café en sus manos. ―Siempre hay un elemento de peligro, por lo que tú tienes a Tanya para protegerte, pero no, las batallas no se están produciendo cerca. La rebelión no se ha propagado desde su planeta La Push ―. Bella oyó lo no dicho aún en el tono de voz de Alice.

―Saludos, Alpha Prima ―. Bella miró hacia arriba a esa voz profunda y vio a Emmett. Él no se veía bien. Su piel estaba pálida y tenía ojeras bajo sus ojos. ― ¿Puedo acompañarla?

Bella miró a Edward, quien asintió con la cabeza y Emmett tomó el cojín vacío a su izquierda. Ella vio que él hizo una mueca cuando se sentó, el muñón de su cola raspando el suelo. Parecía curado, pero ella estaba segura de que todavía tenía que estar sensible.

― ¿Cómo te está yendo? ―Preguntó Emmett. Él ni siquiera miró al drone que apareció a lavarle las manos.

―Muy bien, gracias ―, dijo Bella cortésmente. ―Todo el mundo ha sido muy amable conmigo.

Emmett abrió la boca para decir algo más cuando Edward lo interrumpió. ―Bella, si has terminado de comer, debemos irnos. Tenemos un día muy ocupado.

―Sí, ya terminé ―. Bella se puso de pie con Edward y los presentes en la habitación los imitaron. Bella se preguntó por qué tenían que ponerse de pie antes de arrodillarse, lo que parecía un poco tonto, puesto que ya estaban en el suelo. Ella le sonrió a Alice y dijo un rápido adiós, siguiendo a Edward hacia el pasillo. Tanya, su silenciosa sombra azul, los siguió.

― ¿Qué haremos hoy?― preguntó ella.

Edward tomó su mano. ―Voy a mostrarte mi mundo.

Bella sonrió. Ninguna chica puede resistirse a una oferta como esa.

Capítulo 1: Cuando me haya ido Capítulo 3: Valiente Nuevo Mundo

 
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