Escrito en las Estrellas (+18)

Autor: Fanfiction Addiction
Género: Ciencia Ficción
Fecha Creación: 29/03/2013
Fecha Actualización: 30/08/2014
Finalizado: SI
Votos: 15
Comentarios: 18
Visitas: 110136
Capítulos: 33

Traducción: Edward es el rey de una raza en extinción, su planeta es desgarrado por la guerra civil. Bella es secuestrada y llevada a convertirse en su esposa.De estudiante de la universidad a reina... ¿Podrá aprender amar a este hombre extraño y ayudar a salvar a su pueblo?

 

Escrito en las Estrellas es un fanfic original de Lissa Bryan y traducido por Fanfiction Addiction con el debido permiso de su autora.

 

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Capítulo 17: Ganando corazones y mentes

Historia escrita por:Lissa Bryan

Traducido por:Diana Méndez (FFAD)

Beta:Verito Pereyra (FFAD)

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±

Cuando Bella volvía de los baños a la mañana siguiente, se encontró con Edward en el nido, leyendo un libro a los bebés. El pequeño Carlisle y Victoria yacían juntos en el hueco de su brazo, mientras que Nessie se sentó en su estómago, siguiendo su dedo con los ojos. Él trazó las palabras en las imágenes de colores brillantes

—Vamos a ir a cazar mañana, tú y yo, bebé. Y vamos a matar a muchos animales. ¡Vamos a matar a un kakunar! ¡Son muy sabrosos! ¡E iremos a matar a un árbol lleno de zorbes para hacer un guisado!

— ¡Dios mío, Edward, eso es horrible! —Bella soltó, medio horrorizada, medio riendo.

— ¿Qué? —preguntó. Nessie estaba enojada cuando él había dejado la lectura y trató de usar las manos en sus mejillas para darle vuelta a la cabeza hacia el libro.

—Es terrible... es sangriento, ¿no te parece?

—Fue mi libro favorito cuando era niño —dijo a la defensiva. Nessie le golpeó en la cabeza con su pequeño puño. Edward utilizó su cola para recogerla y dejarla caer sobre las almohadas del otro lado del nido. Nessie puso mala cara por un momento y luego se arrastró de vuelta —. Esme y Carlisle debieron habérmelo leído a mí una y mil veces. Carlisle incluso hacía sonidos de animal para mí, pero no soy muy bueno en ellos.

Bella se rindió. Los cuentos originales de los hermanos Grimm también eran terriblemente sangrientos. Ella suponía que los niños deberían sobrevivir a esta extrañeza Volturi: "Los animales que matarás".

—Ama, mamá, ma —dijo Nessie, volviéndose desesperada por una solución a la situación de no-lectura.

Bella dejó escapar un gritito.

— ¡Ella acaba de decir mamá! ¿Has oído eso?

Edward acarició a su hija.

—Buena chica. Mira lo feliz que has hecho a tu madre.

Bella saltó en el nido y recogió Nessie en un abrazo.

— ¿Puedes decirlo otra vez, Nessie?

—Om, ma, ma —ofreció Nessie.

Bella chilló y le apretó.

— ¡Eres una buena chica, Nessie! ¡Tan inteligente! ¿Puedes decir, 'papi'? ¿Pa...pi?

— Pa, pa, pa —exclamó Nessie, aplaudiendo y agitando su cola de alegría. A ella le gustaba este juego. Estos sonidos merecían sus abrazos.

Pequeño Carlisle le dio un codazo a su padre y le puso una mano sobre el estómago.

—Los bebés necesitan el desayuno —dijo Edward, metiendo a una Nessie protestona bajo el brazo y pie. Nessie se relajó y frunció el ceño —. ¿Vamos al comedor?

Bella no quería ir en realidad. Edward había notado su vacilación.

— ¿Qué pasa?

Bella tiró una almohada en su regazo y trazó un patrón de la tela con el dedo.

—Cuando entramos esta mañana en los baños, todas las mujeres Kebian se levantaron y se fueron —. Rose había tratado de consolarla: ¿A quién coño le importa lo que esas lengua de tubo piensen? Pero Bella había sido aplastada. Una pequeña parte de ella siempre estaría triste, solitaria por estar alejada de la escuela, y estaba desesperada para que la gente como ella, se refugiara en el mundo de fantasía de los libros. Lógicamente, ella sabía que era una imposibilidad que todos fueran como ella, pero todavía no se detenían sus sentimientos de sufrimiento.

—Debes demostrar que no te pueden derrotar —dijo Edward con suavidad—. No te puedes ocultar por temor al rechazo.

Bella pensó que sonaba como un plan bastante bueno. Ella había estado haciendo eso toda su vida, antes de venir aquí. Pero su voz interior la reprendió: tira de tus grandes bragas, Bella, y actúa como una reina.

Se enderezó de hombros.

—Tienes razón. Vamos.

El comedor se quedó en silencio cuando entraron. Bella fingió no darse cuenta, ya que se dirigió a una mesa ocupada por Emmett, Rose, Alice y Jasper. Rose y Emmett parecían completamente imperturbables ante el silencio de la sala. Emmett alimentó a Rose de su propio plato, una escena tan sensual que hizo sonrojar a Bella, mientras ella tomaba su lugar en un cojín vacío.

El drone que vino a lavarle las manos era uno de los que había ayudado a mover los muebles de la emperatriz. Bella le saludó y charló mientras trabajaba. Edward no gruñó, pero se hizo al borde más cercano de Bella y la envolvió con su cola, alrededor de la cintura. Una pequeña mesa fue llevada y colocada en frente de los bebés, que estaban aprendiendo a alimentarse por sí mismos.

— ¡Amante drone! —alguien escupió, interrumpiendo el silencio de la habitación. Ahora, Edward gruñó, con sus ojos buscando al culpable.

Bella hizo como si no lo hubiera oído, y agradeció al drone amablemente.

Edward por lo general saldría a la cocina para cocinar a los bebés, pero esta vez, se quedó justo al lado de Bella e hizo el pedido para su comida. Los ojos de Bella se quedaron en la mesa. La tensión era insoportable, el silencio gritando en sus oídos.

Rose habló.

—Emmett, nos han ofrecido dos entradas para un partido de tatchy esta semana. ¿Cómo se juega?

Emmett felizmente lanzó un monólogo detallado sobre las complejidades de tatchy y las múltiples virtudes de su equipo favorito. Los ojos de Bella se nublaron. El deporte la aburría, pero al menos esto era mejor que el silencio doloroso. Como él siguió hablando, los otros convidados comenzaron a reanudar sus conversaciones y en poco tiempo, la sala volvió a la normalidad.

El desayuno llegó y un drone probó todos los platos, colocando los alimentos en su palma antes de comerlo. Bella se había dado cuenta que el drone había probado el café de ayer. Se preguntó si eso era tan sólo costumbre, si no había otro significado a la misma.

Edward probó el mismo la comida de los bebés una vez más antes de sentarlos frente a su plato en la pequeña mesa. Los tres bebés, que compartían el mismo cojín, rebotaron animadamente cuando olieron la comida. Trataron de agarrar los pequeños trozos de carne en sus manos regordetas y llevarlo a sus bocas, pero su coordinación todavía estaba en el lado "dudoso". La mitad de los pedazos nunca llegaron a sus bocas, dejándose caer en su regazo, o rebotando del cojín al suelo. Bella sintió lástima por el drone que tenía que limpiar después de que se fueran. Los bebés, por supuesto, no veían ningún problema con la comida del piso, y Bella tuvo que pararlos, porque querían recuperar los pedazos, agarrándolos con sus colas por debajo de la mesa.

El pequeño Carlisle dejó caer un trozo de carne en la parte delantera de su túnica y se retorció tratando de quitarlo. Tanya deslizó sus largos dedos y rápidamente lo recuperó para él. Tan pronto como ella lo sostuvo en alto con sus dedos, él picoteó hacia arriba como un pájaro. Tanya hizo un pequeño murmullo -su versión de risa-. Bella se dio cuenta con un poco de asombro.

— ¡Pa! —dijo pequeño Carlisle.

— Yo no, pequeño príncipe —dijo Tanya, y señaló a Edward—. Ese es tu Pa.

—Pa —pequeño Carlisle ofreció a su padre un trozo de carne que recuperó desde el piso al lado de su almohada. Edward lo tomó, dándole las gracias, colocándolo junto a su plato tan pronto como pequeño Carlisle miró hacia otro lado.

— ¡Ah, casi se me olvida! —Dijo Emmett a Edward—. Esa mujer Lauren, ¿la que se habías estado vigilando? Ella fue despedida del equipo ayer.

Edward y Bella se alertaron de inmediato a la mención de su nombre.

— ¿Por qué? —Edward preguntó.

—Ella tomó un salto en un viaje no autorizado a la Tierra en el Siglo XXI. Cuando se le preguntó al respecto, dijo que algo de recuperaciones de un compañero detenido, que tenía miedo de que nunca tendría la oportunidad de verlo de nuevo.

— ¿Pueden decir por el registro del salto, a donde fue realmente?

—Sí, le pregunté, y parece que en realidad era su destino ir allá.

Bella sacudió la cabeza.

—Tengo mis dudas de que esa nostalgia era su principal motivación.

Pero, ¿qué podría ser? No había duda en la mente de Bella, que la mujer estaba tramando algo. Tenía el deseo de hacer caso omiso de los derechos de Lauren como ciudadana y ponerle guardias, haberle registrado su domicilio y tal vez incluso darle unas bofetadas hasta que confesara.

Miró a Alice para ver si tenía algún aporte y encontró que Alice no había estado escuchando. Ella y Jasper estaban involucrados en una conversación tranquila. Era la primera vez que Bella había estado de alrededor de Jasper, desde que Alice y él se reconciliaron, y se dio cuenta inmediatamente de una diferencia en su comportamiento. Él todavía seguía siendo muy respetuoso con Bella, ya no se colgaba en ella en cada palabra y ya no había más de esas miradas de adoración que le habían hecho incomodarse. Su atención estaba centrada en Alice, donde debía estar. Bella podría decir que aún no estaban completamente de vuelta a donde había estado, antes de que Jasper se convenciera de que Bella era una diosa, sino que estaban haciendo progresos.

Después del desayuno, se fue con Edward a su oficina. A pesar de que él le había dicho sobre necesitarla para trabajar con la gente, ella sabía que necesitaba su ayuda. Encontró a Jenks en el pasillo exterior, esperando por ellos.

—Jenks, ¡Qué agradable sorpresa! —Bella le condujo al interior y le ofreció un cojín junto a su mesa—. ¿Has encontrado algo?

—Lo he hecho —Jenks parecía muy orgulloso de sí mismo—. Descubrí quien era la madre de Jacob. No la he localizado aún, pero ahora que tenemos un nombre, es sólo cuestión de tiempo.

—Eso es maravilloso. ¿Quién era ella?

—Su nombre es Didyme, compañera de Marcus. Él era el presidente del país Senna del planeta Ailezme, pero desde que Didyme le dejó, su carrera se ha desvanecido. Tengo pocos detalles aparte de lo que le dijo a Jacob, porque Marcus intentó mantener el incidente en calma para evitar repercusiones políticas. Ella dio a luz al niño drone y su marido exigió que lo cediera a una guardería. Anunció que el niño había muerto, esperando cumplir con sus deseos. En su lugar, ella huyó con el niño hacia Fenix. Los registros no son muy buenos, pero sabemos que Jacob fue capturado en algún lugar de la región Kachirí, así que estoy reduciendo mi búsqueda hacia esa zona.

— ¿Kachirí es un país? —preguntó Bella. Su corazón dio un vuelco. Buscando en un país entero a una mujer que se mantenía oculta era todavía un trabajo enorme.

—Sí, uno pequeño, no densamente poblado. La encontraré, emperatriz. Se lo prometo.

—Gracias, Jenks.

Después de Jenks los dejó, Edward levantó la vista de los papeles que estaba firmando.

— ¿Hay algo en que pueda ayudarte, Bella?

Ella se conmovió por el ofrecimiento.

—No, creo que Jenks está haciendo un buen trabajo. Sólo tengo que darle tiempo.

Ella garabateó su firma en la primera de las formas en su escritorio. La mayoría de los documentos del gobierno fueron informatizados y podían ser impresos en una multitud de idiomas. Los empleados del palacio imprimieron todos sus documentos en inglés y los dejaron en pilas ordenadas en su escritorio de acuerdo a la prioridad. Edward cogió el documento después de que ella se sentó a su lado.

—Tu firma no se parece a la escritura en absoluto —se maravilló—. Sólo una hilera de trazos irregulares.

Ella suspiró.

—Yo realmente debería aprender a hablar y leer Volturi —Su escritura sólo se parecían a puntos y glifos.

—Te voy a enseñar junto con los bebés —ofreció Edward. Él le había enseñado a escribir su nombre en Volturi para que pudiera firmar cosas como los tratados y legislación importante. Parecía una buena idea aprender junto con los niños, que apenas empezaban. Los niños Volturi no comienzan la escuela a una edad determinada, lo hacen cuando sepan leer y escribir. Se preguntó si sería capaz de aprender por el reconocimiento de palabras o si tenía un sistema de fonética.

Hubo un golpe en la puerta y uno de los empleados asomó la cabeza.

—Alec está aquí para que le vea, emperatriz.

—Hazlo pasar.

Alec entró, llevando una pantalla de visión portátil. Hizo una profunda reverencia, tanto Edward como a ella misma, antes de que se pusiera en marcha hacia el escritorio de Bella.

—He acabado la historia y deseo que la vean antes de hacerla pública.

Bella agradeció la cortesía. No se habían puesto como condición de la entrevista porque Bella había insistido en que ello implicaría una falta de confianza y, además, que no podía hacer nada, incluso si no les gustaba lo que hizo.

Él había hecho un hermoso trabajo en la edición, uniendo otras piezas de material de archivo. Cuando Bella se refirió a los drones refugiados, Alec había cambiado la imagen para mostrarle el campamento, y había encontrado algún video de Bella repartiendo ropa y ayudando a cocinar en la cocina común. El hombre de la cámara, tenía un talento para la elaboración de imágenes. La ceremonia de apareamiento era tan hermosa que se llenaron de lágrimas en sus ojos. Todas esas caras llenas de esperanza se regocijaban en el momento histórico. Las lágrimas rodaron por sus mejillas cuando la cámara se centró en Edward cuando repetía sus promesas a Bella, con la ternura en su mirada.

La siguiente fue una breve entrevista con la mujer que había dado a luz a la última chica. Bella reconoció a la mujer embarazada en la sala, que le había pedido que la bendijera mientras se frotaba su vientre hinchado.

—Ninguno de mis hijos ha vivido más allá del nacimiento —dijo la mujer en voz baja—. Busqué a la diosa por un milagro y le pedí que me los bendijera. Ella brillaba con una luz blanca suave y en su presencia sentí la mayor paz y felicidad que he conocido. Cuando ella me bendijo, sentí un cosquilleo extraño, y el calor se extendió a través de mí y yo sabía que había concedido a mi oración —. Ella levantó una pequeña Volturi, cuya cola se azotaba delante de las cámaras—. Esta es mi hija, Bella.

Alec contó su propia historia luego, de cómo se habían unido los puristas, indignados por lo que parecía estar ocurriendo en su iglesia y de cómo habían creído en James cuando dijo que Bella había dado a luz a los hijos de alguien que no era el emperador. Alec no había tenido una epifanía religiosa cuando Bella se arrodilló a su lado y con cuidado limpió su herida, pero había sido movido por su compasión, corriendo a través de una multitud, descalza sobre el suelo helado, para ayudar a alguien que acababa de gritar insultos contra ella. Él terminó repitiendo su afirmación de que si ella no era una diosa, ella era sin duda un regalo de Ella.

—Es el mejor trabajo que he hecho —dijo Alec, cuando el video terminó en una imagen de Bella y Edward en un abrazo en la escalinata del templo, con la cola envuelta alrededor de su pierna mientras la abrazaba.

—Es increíble —dijo Bella—. Debes estar muy orgulloso.

—Tuve un buen material —dijo Alec—. Gracias Emperatriz, por darme esta oportunidad.

Cuando el video se puso en marcha, los servidores colapsaron. Una vez restaurados, colapsaron de nuevo. Aún cuando se usaron algunos computadores con potencia, los servidores no podían manejar el gran volumen de tráfico.

James dio una respuesta, por supuesto, e indicaba que el nacimiento de otra niña no era resultado de Bella, sino que la diosa había levantado la maldición de los Volturi, ya que se querían despojar de las cadenas de la opresión. Bella se preguntaba cómo él podía usar la terminología de esa manera, pues según él, con barbaridad, la Federación había liberado a los drones. James prohibió que el video se mostrara en La Push, diciendo que habían filmado a un drone blasfemando, pero como él era un rey Canuto, en vano intentó dominar las mareas.

Rose, Alice, Jasper, Emmett y Carlisle se encontraban en la sala de nido de Bella y Edward. Carlisle les dijo acerca de la prohibición y Alice resopló.

—La vida es más grande que la zona de libertad de expresión de James.

—Él dice que la libertad de expresión no incluye el discurso blasfemo, o un discurso contra el gobierno, o las falsedades, y la entrevista de Bella cae bajo los tres —. Esto vino de Emmett, que estaba tratando en vano de actualizar la sección de comentarios en la página del video.

—Su pedido está siendo ignorado por completo —dijo Carlisle—. Los medidores de tráfico indican que más de dos millones de visitas han llegado sólo de La Push.

—No puedes detener la señal, Mal* —Bella citó. Alice, quien atrapó la indirecta, se echó a reír, pero Bella tuvo que explicar a unos confundidos Rosalie, Carlisle y Edward.

— ¿Pero "Serenity" no es una historia real? ¿El video era falso? —Edward preguntó.

—Tuvimos videos ficticios —explicó Bella—. Los llamamos 'películas', a partir de las imágenes en movimiento. En la tierra estaban acostumbrados a contar historias para divertir y entretener, no para informar. Al igual que las novelas, pero en películas.

— ¡Qué confuso! ¿La gente cómo sabe cuáles son verdaderas y cuáles son falsas?

—Tuvimos una palabra diferente para los reales. Los llamamos documentales —dijo Bella—. Las películas eran más populares que los documentales.

—Tal vez eso es una acusación a nuestra cultura —reflexionó Rosalie—. Se prefiere la fantasía a la verdad.

—Algunas personas aquí parecen que lo prefieren así —dijo Bella, señalando la imagen de James en la pantalla.

—La situación en Kebi se está deteriorando rápidamente —dijo Jasper a Bella y Edward en el desayuno a la mañana siguiente.

—Ayer por la noche, uno de sus senadores ha introducido una legislación de secesión.

Edward miró sorprendido.

— ¡Eso es traición a la patria! ¿Cómo fue recibida?

—No la rechazaron de inmediato, si eso es lo que quieres decir — dijo Jasper, con su tono sombrío—. Yo había pensado que esos videos de Bella...

Edward se pasó una mano por el pelo.

—Esto no es sólo cuestión de drones, Jasper. Es sólo la excusa. Ellos han estado descontentos con la Federación desde el reinado de mi padre. Tal vez el resentimiento llega a ser un hábito después de algunas décadas.

—Los patrocinadores del proyecto de ley, dicen que no quieren unirse a los rebeldes, pero tampoco quieren ser parte de la Federación por más tiempo.

—No creo eso —respondió Edward—. Creo que están tratando de usarlo como una palanca con la esperanza de que voy a comprometerme a sus denuncias. En su opinión, los voy a abordar desde una posición debilitada —suspiró—. Sin embargo, tengo que ir a reunirme con los líderes del senado Kebiano. Tenemos que parar esta tontería antes de que se extienda, y otros planetas crean que pueden manchar mi mensaje también.

— ¿Te refieres a un mal mensaje? —dijo Bella—. Yo voy contigo.

—Es demasiado peligroso —esto fue dicho por Edward y Jasper al mismo tiempo.

—Si es demasiado peligroso para mí, es demasiado peligroso para ti también.

—Bella, mis padres... Si algo pasara, no quiero que nuestros hijos nos pierdan a los dos.

—Mi lugar está a tu lado —argumentó Bella—. Estoy poniendo mi pie en esto, Edward.

Miró al suelo y echó la cabeza hacia un lado en el desconcierto.

—Los dos están abajo.

Idiomas, idiota. Bella se reprendió.

—Quiero decir que no voy a cambiar de opinión al respecto. Voy a ir contigo, o tú no vas en absoluto.

Bella cuadró los hombros y lo miró fijamente, su mandíbula fijó líneas rebeldes.

Edward arrojó sus manos.

—Muy bien, Bella. Tú ganas. Salimos por la mañana.

Cuando Edward dijo "mañana'', Bella no se había dado cuenta de que quería decir "tan temprano que todavía estaba oscuro afuera". Se sentó, bostezando, medio lamentando su insistencia en ir. Ella salió del nido y se vistió con ropa abrigada. En el momento en que ella salió del cuarto de baño, Edward le había traído una taza de café. Ella lo miró con adoración.

—Te amo.

Ella y Edward se detuvieron por la habitación de los bebés antes de dejarlos y dieron a cada uno un beso, incluida a Victoria, a quien Edward ya veía como su nuera. Pequeño Carlisle tenía la cola de Victoria apretada con su puño regordete, y Nessie se había quedado dormida boca abajo con el trasero en el aire. Bella suavemente la movió a una posición más cómoda. Fue muy duro dejarlos, pero aún más difícil, era estar sin Edward.

Los bebés que estaban siendo atendidos por Alice, mientras Edward y Bella se habían ido. Bella les había caído la noche anterior, impactada por lo que encontró en la sala del nido de Alice.

— ¿Qué mierda es eso? —le espetó. Era una jaula de metal con un suelo acolchado. A menos que Alice se hubiera vuelto domadora de leones en su tiempo libre o Jasper tenía un lado así, ella nunca hubiera sospechado, que no tenía sentido que Alice tuviera una cosa de esas en su casa.

—El nuevo parque infantil de los bebés —dijo Alice.

—Eso no es un parque infantil. Eso es una jaula.

—Los bebés Volturi pueden escalar, Bella —dijo Alice—. Realmente, es por su propia seguridad.

Bella sentía que debía llegar a cada niño un vaso de estaño y una armónica. Ella sabía que Alicia no podía sentarse y ver a cada momento del día. Alice no tiene un avión no tripulado casa. Ella hizo su propia limpieza y lavandería, y Jasper estaba fuera trabajando en los asuntos de gobierno. Tenía que ser capaz de trabajar sin preocuparse de en lo que los bebés se estaban metiendo. Sin embargo, era una jaula y que simplemente no le parecía bien.

Edward, Bella y Tanya tomaron el tren a la ciudad. Bella iba medio adormilada mientras se apoyaba en Edward. Él no ayudó en nada por el ronroneo y seguía acariciándole el pelo. Llegaron frente a un edificio enorme y Edward la alzó para llevarla a su interior, mientras tomaba también la bolsa de lona que contenía su equipaje, por encima del hombro. Incluso a esta hora temprana, el puerto espacial estaba ocupado. En algunos aspectos, era como un aeropuerto en la Tierra, con mostradores de boletos y pantallas con texto que, probablemente, detallaban la llegada y salida de varios vuelos. Lo que lo hacía tan interesante era la variedad de criaturas en la habitación. Aunque la vida en el universo había seguido un patrón similar, no parecía haber un sinfín de variaciones en las características.

Edward comprobó una de las pantallas y se dirigió por un pasillo ancho, a un hangar masivo, donde estaba el barco y se sentó a esperar. Bella había estado ansiosa por ver un barco real, pensando en todos los fantásticos diseños que había visto en la televisión y en las películas. Estaba un poco decepcionada al descubrir que se veía como un cohete, aplastado por un lado, echando fuego por las alas cortas. Tenía mucho sentido, por supuesto. La nave tendría que llevar combustible suficiente para atravésar la atmósfera, y luego las alas para el viaje de vuelta hacia abajo, pero ella había esperado algo un poco más... interesante.

Cuando Edward llevó a Bella a la sala de la nave estelar. El estómago de Bella estaba irritado de ansiedad. Ella nunca había estado en un avión, y mucho menos en el espacio. Había estado inconsciente en su camino a Volterra, por lo que no contaba. Ahora, la realidad de lo que ella había insistido en hacer la golpeó y ella se encontró muy, muy nerviosa.

Cuando ella lo había imaginado, había pensado en algo así como Star Trek con un interior espacioso, bellamente decorado, donde se podría descansar en cómodas sillas, tomando bebidas, tal vez viendo el paisaje por las ventanas grandes. La realidad se parecía más a la estación espacial Mir, estrecha y utilitaria. Edward tuvo que agacharse para pasar por el pasillo bajo y estrecho. Equipo, cables e interruptores los rodearon. Había una fila de asientos para graduar al tamaño de la pared, cada uno con un arnés de sujeción. Los asientos de tamaño humano tenían arneses que mantenían los pasajeros inmovilizados. Incluso su cabeza era clavada en su lugar. La respiración de Bella se aceleró un poco. Volar era bastante malo, pero ¿se mantienen inmóviles? Se obligó a calmarse. Ahora no sería el momento de tener un ataque de pánico.

—Es necesario —le dijo Edward, sintiendo su angustia—. La fuerza de gravedad durante el despegue es increíble y podrías resultar lesionada si te mueves.

Tanya se arrodilló en silencio en un pequeño rincón al lado de Bella, sólo tenía que fijar una correa a través de sus caderas.

— ¿Por qué Tanya no tiene que abrocharse el cinturón? —Bella gimió.

—Los Denali son mucho más fuertes que los humanos, Bella. La fuerza de la gravedad no les molesta —Edward se sentó a su lado y se sujetó las correas sobre el pecho. Una campana sonó y la puerta se cerró con un siseo de neumáticos. Bella engulló. Ellos parecían ser los únicos pasajeros, pues ninguno de los demás asientos estaban ocupados.

El barco había sido objeto de búsqueda y mantenimiento, revisado con mucho cuidado, y había sido vigilado por un equipo de drones hasta su llegada para asegurarse de que no fuera manipulado. Bella se aseguró que era probablemente más seguro que la mayoría de vuelos comerciales en la tierra, pero eso no ayudó a la sensación de frío y electricidad en el estómago.

Los motores se pusieron en marcha y una pequeña turbulencia pasó por la nave. Rodó hacia delante, fuera del hangar a la plataforma de lanzamiento. Bella podía oír los motores rugir, ya que se aceleró al fuego. Su corazón latía con rapidez y tenía la boca tan seca como el papel. La cola de Edward se envolvió alrededor de su tobillo y le estrechó la mano con una de las suyas, dibujando pequeños círculos en la parte posterior de la misma con el pulgar.

Hubo una serie de pitidos y en el quinto, los motores se encendieron con un rugido ensordecedor. El barco se sacudió y se agitó. Bella vio con asombro como Tanya se balanceaba con el movimiento de la nave, y permanecía en posición vertical, tan perfectamente equilibrada como una surfista. Y luego, Bella podía sentir el despegue. Estrelló la espalda contra el asiento, una fuerza gigantesca e invisible la estaba presionando a bajar. Ella trató de levantar una de sus manos contra los brazos y no tenía la fuerza. Tanya parecía totalmente impasible ante ella.

Y luego, de repente, el ruido se detuvo. El rugido de los motores afinados hasta un zumbido suave. Edward abrió las partes del arnés de Bella para que pudiera mover la cabeza y los brazos. Se relajó un poco.

—No quieres levantarte —le dijo—. Si no estás acostumbrada a la ingravidez, te puedes desorientar.

—Me gustaría que hubiera una ventana —dijo Bella.

Edward pulsó algo entre ellos e hizo subir un panel. Debajo había un pequeño ojo. Bella se asomó a la oscuridad vacía, vio los pequeños puntos de estrellas como puntas de alfiler. Cuando el barco se ladeó, el orbe azul y blanco de Volterra llenó el ojo. Bella quedó asombrada por lo grande que era.

— ¿Kebi luce como eso? —preguntó ella.

—No. Su agua y suelo son de color rojo, por la misma cantidad de hierro.

Al igual que Marte, pensó Bella, pero ella no podía recordar por qué Marte era rojo.

El vuelo fue sólo de tres horas de duración. Edward trabajó en su comunicador mientras que Bella leía su e-book. Ella empezó a desear que no hubiera bebido el café, ya que no parecía haber un baño en el barco, pero incluso si lo hubiera, no estaba segura de querer saber cómo la gente iba al baño en gravedad cero.

En el momento en que Edward volvió a ajustarle las correas para el aterrizaje, la situación se volvió urgente. Tal vez no estarían en alguna parte que pudieran detenerse en el puerto espacial. El barco comenzó a vibrar de nuevo, ya que entró en la atmósfera y Bella apretó los dientes. Ella miró por la ventanilla y casi gritó cuando vio las llamas.

—Edward, ¡mira!

—Está bien —Edward le tranquilizó—. Eso siempre pasa cuando volvemos a entrar en la atmósfera. No te preocupes. El barco está bien protegido.

Se estableció en la plataforma de lanzamiento con apenas un golpe. Bella se asomó a la ventanilla y gimió. Un gran fortuito de personas, esperaban para darles la bienvenida con regalos y flores —y probablemente largos discursos—. Su vejiga le dolía. Intentó no retorcerse, trató de pensar en otra cosa.

Kebi era más cálido que Volterra, pues estaba más cerca al sol. Bella sintió un poco de sudor en las sienes y no sabía si era por el calor, o por la presión de temer que algo iba mal. Los políticos se arrodillaron y les saludaron, dieron la introducción y hablaron largo y tendido sobre lo felices que estaban de hospedar al Emperador y a la Emperatriz. Cuando el último hombre terminó de hablar, le ofreció un paquete envuelto a Bella. Sus ojos le lloraban, así que ella lo aceptó, y él interpretó como si la Emperatriz lo hubiera tocado por su discurso de bienvenida, y se echó a llorar. Él estaba encantado. Ella nunca tuvo la oportunidad de pedir un baño antes de que fueran trasladados en vehículos, se dirigieron al palacio real, donde se alojarían.

Este era un aspecto que nunca pensó de niña, cuando fantaseaba con ser princesa: tener que sonreír, ser amable y escuchar pacientemente largos discursos cuando la vejiga estaba a punto de estallar. Vio a Edward con curiosidad un par de veces. Los Volturi eran tan sensibles con los estados de ánimo de sus parejas, que se daba cuenta de que algo le preocupaba.

Nunca supo cómo se las arregló para sobrevivir al desfile. El vehículo viajaba lentamente por las calles, donde una multitud de ciudadanos animados lo vieron pasar. Bella se sintió un poco consolada por esta evidencia de que no todo el mundo en Kebi los odiaba, pero su mente se centró principalmente en su malestar, incluso cuando ella sonrió y saludó. Tengo que hacer pis... tengo que hacer pis... tengo que hacer pis...

El vehículo se detuvo frente a un podio, donde aún se leyó otro discurso para ellos. Edward agradeció al orador con gracia, mientras que Bella se mordió el labio y trató de borrar secretamente el agua de sus ojos. Tengo que hacer pis... tengo que hacer pis... tengo que hacer pis...

Oh, esto estaba mal. Muy mal. Pasaron por delante de una fuente. Bella casi se echó a reír ante la crueldad del universo. Por último, finalmente, se les mostró los cuarteles. Bella recorrió las habitaciones, tirando las puertas, hasta que encontró el cuarto de baño. Corrió en el interior, cerrando la puerta detrás de ella y se sentó con un suspiro.

—Bella, ¿estás bien? —Edward preguntó.

— ¡Muy bien! —le dijo—. ¡Vete! ¡No puedo hacer pis si sigues parado allí!

— ¿Estás segura? Parecías molesta por algo desde que salimos de la nave.

—Te hablaré de eso cuando salga, ¿de acuerdo?

Hubo una pausa.

—Muy bien.

Y lo oyó caminar. ¡Oh, gracias a Dios! Esta fue una de las muy pocas circunstancias en que se alegraba de no tener a Edward alrededor.

Capítulo 16: Conozcan la Emperatriz Capítulo 18: Lo que ocurre en Kebi

 
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