Escrito en las Estrellas (+18)

Autor: Fanfiction Addiction
Género: Ciencia Ficción
Fecha Creación: 29/03/2013
Fecha Actualización: 30/08/2014
Finalizado: SI
Votos: 15
Comentarios: 18
Visitas: 110114
Capítulos: 33

Traducción: Edward es el rey de una raza en extinción, su planeta es desgarrado por la guerra civil. Bella es secuestrada y llevada a convertirse en su esposa.De estudiante de la universidad a reina... ¿Podrá aprender amar a este hombre extraño y ayudar a salvar a su pueblo?

 

Escrito en las Estrellas es un fanfic original de Lissa Bryan y traducido por Fanfiction Addiction con el debido permiso de su autora.

 

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Capítulo 6: Acelerando

Historia escrita por:Lissa Bryan

Traducido por:Salem Fabian (FFAD)

Beta:Verito Pereyra (FFAD)

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±

Alice vino a su hora habitual de ir con Bella a los baños y se encontró con ella todavía en el nido, hecha un ovillo con la cabeza en el regazo de Edward mientras él le acariciaba el cabello.

—Vamos, Bella —, Alice dijo intentando persuadirme.

—No… estoy moribunda —Bella gimió.

Alice chilló tan fuerte que hizo saltar a Edward. — ¡Bella, estás embarazada!

—O es eso, o he desarrollado repentinamente bulimia —, dijo Bella. —Ve sin mí, Alice. No tengo ganas de ir a los baños hoy.

—No, vamos —insistió Alice. —Es necesario.

— ¿Estás diciendo que apesto?

—Tu esencia ha cambiado —señaló Edward.

Alice rodó los ojos. —No, yo no estoy diciendo que apestes. Estoy diciendo que necesitas levantarte e ir a los baños conmigo, para que podamos hablar. Ven, te hará sentir mejor, te lo prometo.

No había duda de que, en efecto, necesitaba hablar con Alice sobre qué esperar pero, ¡Dios mío!, era difícil salir de este cómodo lugar. Bella se sentó y luego trató de levantarse. Alice con impaciencia agarró el brazo de Bella para ayudarla a levantarse y Edward le gruñó a ella.

Alice le golpeó en la nariz. —No seas grosero.

La mirada de sorpresa en el rostro de Edward envió a Bella a la histeria, riendo tan fuerte que las lágrimas salían de sus ojos. Alice tenía razón, ya se sentía mejor.

Edward se dirigió con ellas a los baños. Si Tanya se sentía insultada por la implicación de que Bella necesitaba otro protector a parte de ella, no dijo nada al respecto. Llevaba la ropa de Bella y el cepillo para el pelo como si fuera demasiado peligroso para que ella lo pudiera soportar.

Alice comenzó a empujar la puerta de los baños, pero rápidamente la cerró cuando se hizo evidente que Edward tenía la intención de seguirlas.

— ¡No puedes entrar aquí! —exclamó escandalizada.

— ¿Por qué no?

—Debido a que hay una veintena de mujeres desnudas en ese lugar.

Edward miró desconcertado. — ¿Y? No tengo ningún interés en mirarlas.

Bella interrumpió. —Edward, ella tiene razón. Tú no puede venir, porque vas a hacer que las mujeres se sientan incómodas al tener a un hombre ahí. ¿Por qué no vas a la oficina? Alice me llevará allí cuando hayamos terminado.

—Me sentaré aquí y esperaré por ti —, dijo Edward, señalando un lugar junto a la puerta.

—No, ve a la oficina y trabaja un poco —insistió Bella. —Hemos tomado un montón de tiempo libre esta semana.

Tanya, zanjó el asunto dando un paso entre ellos y agitando su bastón hacia Edward.

—Haz lo que te manda la Emperatriz —, dijo en un tono que no admitía ningún argumento.

Bella se reía en voz baja para sí misma cuando entraron por la puerta. Ella se detuvo en seco cuando vio a la mujer que estaba junto a la cascada, envuelto en una toalla, esperando su turno.

—Hola, Lauren —, dijo.

—Bella —respondió Lauren en breve. —Te ves... bien.

—Estoy bien, gracias —. La voz de Bella era estrictamente cortés. Tenía la sensación de que Lauren le desagradaba, pero no podía pensar porque razón.

Lauren se limitó a mirarla por un momento y se volvió. —Bueno, encantada de verte de nuevo —, dijo Bella con torpeza a la espalda.

Alice y Bella se instalaron en su piscina favorita, que ya había sido desocupada para el momento en que ellas llegaron. Las mujeres estaban amontonadas como sardinas en las piscinas restantes, todas ellas mirando a la barriga todavía plana de la Emperatriz. Bella fue la receptora de muchas sonrisas y llamadas de buenos deseos desde el otro lado de la habitación y trató de sonreír hacia ellos con gracia, pero su cabeza fue a nadar de nuevo y sintió náuseas.

—Vamos Bella, métete dentro —dijo Alice persuadiéndola.

— ¿No que las mujeres embarazadas deben evitar baños calientes? —preguntó Bella.

—No está caliente. Yo revisé la temperatura. Estamos bien.

Bella se metió en el agua con un suspiro. —Tenías razón. Esto se siente maravilloso.

—No te ves muy bien —, dijo Alice.

—No puedo retener nada —confesó Bella. —Incluso los pequeños sorbos de agua.

—Le pediré a Esme que envíe un poco más de su té especial. A mí me ayudó.

Bella colocó sus manos sobre su abdomen. —No puedo creer que quedáramos embarazadas, al mismo tiempo.

—Estoy una semana delante de ti —señaló Alice. —Así que probablemente voy a dar a luz primera. Tienes que estar preparada para lo que va a suceder —. Hizo una pausa por un momento y consideró la forma de continuar. —Bella, te has dado cuenta de que Edward no tiene ningún pezón, ¿verdad?

—Sí, he querido preguntarle sobre eso.

—Y te has dado cuenta ¿que no tiene ombligo?

—Sí...

—Está bien, ¿qué te dice eso?

Bella lo pensó por un momento y sacudió la cabeza. —No estoy segura de lo que quieres decir.

—No son mamíferos, Bella.

La mandíbula de Bella dejó caer. Ella no podía creer que no había puesto dos y dos juntos.

— ¿Cómo en el mundo pueden ser genéticamente compatibles con nosotros, entonces?

—El bebé va a ser casi el 100% Volturi. Él puede tener algunos rasgos tuyos, como el color del pelo, pero el ADN Volturi domina al humano. Mira el lado bueno. No lactancia materna.

—Con esos dientes, supongo que deberíamos estar agradecidas.

— ¡Ese es el espíritu! —Alice dijo alegremente.

—Entonces, ¿qué va a pasar cuando yo dé a luz? No es que voy a poner un huevo o algo así, ¿verdad? —Bella, bromeó.

Alice no se rió.

—Oh, vamos. Estás bromeando, ¿verdad?

—Bueno, en realidad no es un huevo —, dijo Alice. —Pero el bebé no ha terminado de crecer cuando sale de tu cuerpo. Están en una bolsa de incubación llamado durice. Los padres finalizan la incubación del bebé.

Bella no dijo nada. Su boca se abrió ligeramente.

—Muy pronto, Edward va a empezar a construir su nido de incubación. Jasper ya ha iniciado con el suyo. Van a estar allí un mes, manteniendo al bebé caliente y seguro. Los bebés son extremadamente vulnerables cuando se encuentran en el durice. El más pequeño agujero en él los mataría. Y, tristemente, ha habido una larga historia de infanticidios, especialmente en los bebés reales. Para proteger a sus hijos, los hombres no abandonan el nido —. Alice hizo una pausa. —Y aún más triste, es que probablemente va a proteger al bebé de ti, Bella. Había una mujer de la Tierra que fue una de las primeras en ser traídas, estaba horrorizada por todo el asunto y ella pisó el durice y a su hijo. Desde entonces, los hombres han estado un poco preocupados de dejar a sus compañeras cerca de la durice hasta que están seguros de que las mujeres no los dañarán.

Bella apoyó la cabeza contra el borde de la teja fría alrededor de la tina. —Esto es demasiado, Alice.

—Detente —, ordenó Alice. —Respira profundo, Bella. No es tan raro como parece. Los bebés humanos están en una placenta que los protege y los nutre. El durice no es del todo muy diferente. Tu bebé sólo va a estar aún en la placenta cuando nazca, y Edward se ocupará de él hasta que está listo para salir de la durice.

Bella no dijo nada. Alice le dio unas palmaditas en el hombro.

—Está bien, Bella. Vas a luchar a brazo partido con él. Dale un poco de tiempo, ¿de acuerdo?

Más tarde, Alice la acompañó a la oficina que ella y Edward compartían. Se levantó de su escritorio cuando la puerta se abrió y la abrazó con cuidado: — ¿Estás bien? —le preguntó.

Ella le dio una breve sonrisa. —Sólo trato de mantener... todo adentro.

—Tengo un regalo para ti —. Edward metió la mano en el bolsillo y le tendió la mano a ella, con la palma hacia arriba. En el centro de la palma de su mano había dos anillos de oro, uno grande y uno pequeño. —Jasper me dijo que los compañeros de la Tierra llevan anillos de oro para simbolizar su unión. Pensé que te gustaría que los lleváramos.

Bella se echó a llorar.

Edward hizo ruidos suaves y le frotó la espalda mientras sollozaba contra su pecho.

— ¿Lágrimas de felicidad? —preguntó.

—Algo así –, dijo Bella. —Más bien como confundida-asustada-y-un-poco-espantada-pero-enamorada-de-un-maravilloso-y-reflexivo-hombre.

—No te asustes —, le susurró Edward. —Estoy aquí contigo.

Bella sonrió, las lágrimas brillando en sus ojos. —Y eso hace que todo valga la pena.

Edward hizo el anuncio a su reino más tarde esa mañana y se declaró un día de fiesta. La galaxia estalló en celebración. Edward se volvió a la pantalla y comenzó a ver los videos de las fiestas en todas las partes de la galaxia que le producían una sensación de miedo. En la Tierra, ella había rechazado los servicios fúnebres porque sabía que no vendría nadie. Ahora, había miles de millones de personas que estaban celebrando debido a que estaba embarazada. Había tantos videos de personas que ofrecen sus felicitaciones que probablemente tomaría hasta que el bebé hubiera nacido, verlos todos.

Pasó la mañana en la cama con Edward, normalmente era algo que disfrutaba mucho, pero hoy se sentía miserable. Edward estaba preocupado porque no había comido nada, porque cada vez que lo intentaba, se le revolvía el estómago. Sólo pensar en los alimentos hacía que las náuseas le dieran como una tonelada de ladrillos. Tropezando, corrió al cuarto de baño, náuseas y arcadas. No había nada que vomitar, todo lo que había consumido desde ayer había sido rechazado al instante. Edward detuvo su cabello hasta que terminó y luego se la llevó de regreso al nido. Acababa de ponerla entre las almohadas cuando Jacob entró.

Se acercó a ellos arrodillándose, pero Edward gruñó amenazadoramente y Jacob se dejó caer de rodillas donde estaba, su mirada firmemente fijada al suelo.

—Por favor, perdone la intromisión, Emperador y Emperatriz, pero Esme está aquí para ver a Bella.

—Mándala —, dijo Edward. Se sentó al lado de Bella, acariciándola con dulzura.

—Hola, querida Bella —dijo. —Alice me dijo que estás teniendo un momento difícil —. Esme estaba llevando una gran tetera. Se arrodilló al lado del nido y lleno una taza de líquido caliente. —Bebe —le instruyó.

—No puedo, Esme. No puedo retener nada.

—Confía en mí, cariño —dijo. —Esto te va a ayudar.

Bella se puso en posición vertical con un esfuerzo y aceptó la taza. Arrugó la nariz un poco y Esme se rió.

—Lo sé, huele muy mal.

Bella tomó un pequeño sorbo precavidamente. Era dulce con solo probar un poco, como té del sur recién hecho. Bella esperó, sosteniendo la taza con mucho cuidado por si tuviera que dejarla rápido para ir a vomitar al baño. Pero no pasó nada. Dio otro sorbo. Y luego otro, y al poco tiempo se había terminado toda la taza.

—Wow, Esme, gracias —, dijo Bella. — ¿Qué es esto?

—Raíz de Meithnil. Crece silvestre en Kebi.

— ¿Cómo sabes esto?

Tanto Edward como Esme se pusieron tensos. Ellos intercambiaron una mirada. Esme dijo: —He tenido hijos propios, Bella.

Ella no dijo nada más y Bella no quería entrometerse. Fue sólo después de que se fue, dejando la tetera y comprometiéndose a llevar más la mañana siguiente, que Bella le preguntó Edward: — ¿Qué pasó con sus hijos? Ella nunca los ha mencionado. No tenía idea de que ella y Carlisle tenían hijos.

—Su hijo mayor, James, una vez fue mi mejor amigo —, dijo Edward en voz baja. —Es uno de los líderes de los rebeldes ahora, junto con sus dos hermanos menores.

— ¡Dios mío! ¿Qué pasó?

—James mató a mis padres —. Edward se puso de pie. —Por favor Bella, sigue siendo un tema doloroso. Te prometo que te lo contaré algún día no muy lejano, pero... no ahora, ¿de acuerdo?

Ella asintió con la cabeza. Sabía lo que era tener "temas dolorosos".

Se despertó en la noche por el sonido de arañazos. Se levantó con cautela y vio a Edward de rodillas junto a la pared, excavando, lanzando pedazos de roca detrás de él. — ¿Qué estás haciendo? —preguntó ella.

—Construyendo —respondió, arrojando pequeños fragmentos de roca detrás de él mientras sus manos arañaban la piedra.

¿Es la forma en la que se construyo esto? Cuando él dijo que él había construido esta madriguera, lo decía literalmente, que había sido él quien había excavado con sus garras desnudas en la roca. Cogió uno de los pedacitos de roca que estaban cerca y lo rascó con la uña y parecía ser tan suave como arenoso, pero aún así, tenía que estar usando sus garras hasta los nudillos.

Ella se fue dormir, con el sonido de los arañazos infiltrándose en sus sueños.

Por la mañana, Bella se despertó sacudida por la mano cruel de la náusea. Llegó al cuarto de baño justo a tiempo, Edward llego justo detrás de ella. Fue un final de fotografía. Cuando el episodio terminó, Bella estaba tirada sobre el inodoro tan débil como un gatito.

—Te llevaré de vuelta al nido —. Edward le trajo lo último de té de Esme y Bella tomó cuidadosamente un sorbo.

—No, será probablemente mejor que me quede aquí —, dijo Bella. —Por los próximos cuatro meses.

—No se puede estar enfermo todo el tiempo —sugirió.

Bella pudo reírse entre dientes con voz débil. —Me encanta tu optimismo.

Él la recogió y la depositó suavemente entre las almohadas. Bella sintió un movimiento brusco en su intestino que no tenía nada que ver con la náusea. Contuvo el aliento, sin saber como ella lo sentía. Entonces, ¡ahí!... Allí estaba otra vez. Ella abrió la boca y tomó la mano de Edward y la puso sobre su abdomen. Hizo una pausa, como concentrándose y el pequeño empujón volvió a suceder. Los ojos de Edward se movieron lentamente hasta el rostro de Bella, asombrados. Ambos esperaron, reteniendo el aliento, pero el bebé no se movió de nuevo.

Edward se inclinó y besó su vientre un poco hinchado, entonces él se acostó a su lado y se mantuvo ahí por un tiempo, ambos en silencio y asombrados, disfrutando el momento.

Un poco más tarde, volvió al agujero en la pared y comenzó a cavar de nuevo con renovado vigor, mientras que Bella dormía. A media mañana, tenía el nido casi terminado. Él permitió que Jacob transportara los escombros, pero no llegar a ninguna parte cerca del orificio de entrada, que escondió arrastrando el reclinable de Bella en frente del agujero.

Durante la semana siguiente, los regalos llegaron de toda la galaxia, tantos, que algunos de sus cuartos comenzaron a parecer un almacén y era difícil encontrar un camino despejado para caminar. -A Edward le gustó mucho esto, ya que fue capaz de acumular los regalos alrededor del sillón reclinable para ocultar aún más su entrada al nido-. Jacob corrió de ida y vuelta a la oficina de correos tantas veces que Bella perdió la cuenta. A Bella no se le permitió abrir los paquetes por sí misma, no sea que alguno de los regalos contuviera algo peligroso y ya que ni ella ni Jacob podía leer las cartas que venían con los regalos, Edward, contrató personal para abrir los paquetes y enviar tarjetas de agradecimiento a su nombre. A veces, es bueno ser el rey.

Jacob acababa de entregar los últimos regalos del día cuando Aro apareció en la puerta.

—Emperador, el nuevo proyecto del tratado con por Tangeles ha sido finalizado. El Consejo se ha reunido para que podamos hablar de ello.

Edward golpeó su frente. —Se me había olvidado —. Él miró a Bella, sus ojos se llenaron de preocupación.

—Edward, ve —insistió Bella. —Voy a estar bien sola por un rato. Tanya está justo fuera de la puerta.

Edward no parecía muy convencido. Su cola se movió de lado a lado con indecisión.

—Voy a llamar a Alice para que venga a visitarme —, sugirió Bella.

Edward parecía decidirse. —Voy a llamar a Alice —. Se volvió hacia Jacob. —Siéntate ahí, junto a la pared. No te muevas de ese lugar. Te mantendrás cerca de la Emperatriz, irás corriendo a avisarme si se enferma o necesita algo.

—Edward, voy a estar bien —se rió Bella. —Vamos ve, grandulón sobre protector.

Edward le acarició la cara. —Me preocupas —, dijo Edward. —Cada vez que estás fuera de mi vista, me preocupas. Tú y mi hijo son tan vulnerables en este momento y tengo muchos enemigos.

—Estoy segura aquí en la madriguera con Tanya de guardia en la puerta —Bella le aseguró. —Y Jacob esta aquí, también. No vas a estar muy lejos, Edward.

Edward suspiró. Él le acarició el cuello y luego siguió a Aro por la puerta. Ella lo oía en el pasillo, dando órdenes a Tanya como si necesitara más instrucciones sobre cómo mantener la seguridad de la Emperatriz. Bella soltó una risita. Él tendría suerte si ella no le pegaba con el bastón en la cabeza.

Jacob se colocó en la posición en la pared en la que se le había ordenado. Bella se rió entre dientes. —Tú no vas a permanecer ahí hasta que Alice llegue, ¿verdad?

—Tengo que obedecer las órdenes que me dieron —, dijo Jacob. —El Emperador nunca me ha golpeado, pero no quiero poner a prueba su paciencia, especialmente en lo que respecta a usted y su hijo.

— ¿Son todos los padres Volturi como él? —Bella dijo como broma, exasperada, pero los ojos de Jacob estaban tristes. —No, Emperatriz, no todos.

Bella fue curiosa. — ¿Dónde están tus padres, Jacob?

—Mi madre está en Fénix. Ella y mi padre se separaron cuando yo nací. Eran Alphas, y mi padre fue humillado por ser padre de un drone. Quería deshacerse de mí —dijo en voz baja, —pero mi madre se negó. Trató de forzarla y ella huyó conmigo a Fénix, en el que crecí. Yo era un marginado.

— ¿Un marginado? ¿Qué significa eso?

—Yo no tenía dueño, sólo mi madre y ella no me registró por temor a que mi padre nos encontrara. Un día, hubo una redada en la granja donde trabajaba y fui capturado y llevado a las subastas. No he visto a mi madre desde entonces.

—Oh, Jacob, es horrible.

—Espero que ella quiera estar de vuelta con mi padre —, dijo Jacob, su voz sonaba distante, falsa. —Siempre fue bueno con ella hasta que llegué yo, y no me gusta pensar en mi madre que lucha por sobrevivir sola. Si no quiso regresar con él, tal vez ella se fue a vivir con sus testigos. Ahora que me fui, ella ya no tiene por qué esconderse.

— ¿Sus qué?

—Los testigos de su apareamiento. Los tuyos son Lady Alice y Lord Jasper. Según nuestras leyes, un compañero puede pedir a sus testigos santuario en su madriguera, con la promesa de cuidar de ella al igual que su propia compañera.

— ¿Sabe tu madre dónde estás?

Jacob miró hacia el suelo. —No lo creo. Estoy seguro de que ella sabe que fui capturado por cazadores sin escrúpulos, pero nadie pensaría en informarle sobre el paradero de un drone.

—Voy a tratar de dar con ella —, prometió Bella.

Jacob inclinó la cabeza, con confusión en sus ojos. — ¿Por qué?

—Debido a que es terrible lo que le pasó, y es terrible que una madre pierda a su hijo y no conozca donde terminó.

Jake estaba desconcertado. — ¿Por qué le importa? Sólo soy un drone.

—Jacob, de donde yo vengo, la esclavitud es mal considerada y se supone que todas las personas son consideradas iguales.

Jacob negó con la cabeza. Él estaba tomando gestos humanos de ella. —Eso parece imposible.

—Bueno, no voy a pretender que nuestros ideales son nuestra realidad. Todavía hay gente que no son tratados igual, pero nuestra sociedad está siempre tratando de mejorar.

—Tú fuiste secuestrada, alejada de tu familia también —, dijo Jacob bruscamente. —Tu madre nunca sabrá dónde terminaste.

—Dudo que le importara —, replicó Bella.

—Holaaaaa —llamó Alice. —Bella, ¿dónde estás?

—En algún lugar al norte de la pila de anillos para la dentición —, respondió Bella, de pie y agitando sus brazos. Alice la vio y navegó a través de los enormes montones de artículos para bebé.

—Ahora que Alice está aquí, tengo que regresar a mis deberes —, dijo Jacob. Se puso de pie y la miró. —Gracias, Emperatriz.

— ¿Por qué?

Jacob le dio una pequeña sonrisa. —Por ser tan amable conmigo. Nunca he sido tratado de esta manera por un Alpha.

—Bueno, eso está mal —, dijo Bella con firmeza. Él negó con la cabeza y desapareció en torno a una pila de cajas de pañales.

Alicia apareció alrededor de una pila de ropa. —Ahí estas. Esto es increíble. ¿Qué vas a hacer con todas estas porquerías? —Alice se maravilló.

—Yo voy a tomar lo que necesite y luego voy a donar la mayor parte de ella a las guarderías de los drones —, dijo Bella.

—Oh, Bella, es tan dulce.

—No, es una declaración —, respondió Bella. —Has leído sobre Eleanor Roosevelt, ¿verdad?

— ¿No era la que era una lesbiana?

—Bueno, tal vez, ¿quién sabe? De todos modos, se fue a Alabama para visitar a los Aviadores de Tuskegee. En el ejército había segregación aún en esos días y no se permitía que los afro-americanos fueran pilotos de combate.

—Vi esa película —, dijo Alice de repente. —Estaba quien hizo de Theo en El Show de Bill Cosby.

—Ah, bueno, entonces sabes de lo que estoy hablando. Fue allí y montó en un avión con un piloto negro en los controles. Después de que el vuelo terminara, ella se tomó una foto con él y pidió que las imágenes se revelaran de inmediato para poder llevarla de vuelta con ella a Washington. Fue esa foto la que ayudó a convencer tanto a los políticos y como al pueblo estadounidense de que los afroamericanos realmente podrían ser pilotos. Si no hubiera existido gente como la señora Roosevelt, la lucha por los derechos civiles, probablemente habría llevado más tiempo.

— ¿Es eso lo que quieres? —Preguntó Alice. — ¿Derechos civiles para los drones?

—Tú eres la que cree en Dios, Alice. Y la gente que cree en Dios por lo general también cree que todo sucede por una razón. Bueno, ¿y si la razón por la que llegué es para poner fin a la esclavitud y la opresión en esta galaxia?

—Puedo entender eso, pero creo que tu vida sería mucho más sencilla si eliges una bonita, segura y fácil causa como luchar contra la falta de vivienda.

—No hay ninguna falta de vivienda.

— ¿Ves? Fácil.

Bella se despertó de un sueño acerca de sus padres, llorando. Tal vez hablar sobre padres con Jacob esta mañana, los había arrastrado hasta su mente.

—Bella, ¿qué está mal? —La voz de Edward era suave y con sueño, en la oscuridad.

—Tuve un mal sueño —, dijo. —No pasa nada. Vuelve a dormir.

—Si tienes un mal sueño, debes dejarlo salir o va a volver otra vez —, le advirtió Edward.

Bella casi se rió y luego se dio cuenta de que hablaba en serio. Se supone que su propia cultura tenía supersticiones y cuentos de viejas en abundancia, así que… ¿quién era ella para reírse de los suyos?

—Soñaba con mis padres —, dijo Bella. En la oscuridad, acostada al lado del hombre que amaba, las palabras salieron con facilidad, sin dolor. —Yo nunca conté mucho acerca de ellos. Siempre ha sido un hábito para mí ocultar lo que era mi vida familiar, y creo que era porque yo creía que me merecía la forma en que me trataban, y si le decía a la gente sobre ello, la gente iba a ver el por qué. Mis padres nunca fueron abusivos, pero nunca fueron amorosos, y no eran en lo más mínimo tímidos a la hora de decirme que yo era una decepción para ellos. Ellos eran de la alta sociedad, y yo era torpe y solitaria. Mi madre era una profesora, ampliamente reconocida como brillante y yo era mediocre en la escuela. Mi padre era atlético, yo era torpe. Ambos eran atractivos, que era simple. Ambos tuvieron éxito y yo fui un fracaso en todo lo que intenté.

Bella soltó una carcajada sin sentido del humor. —Sabes, incluso me culparon por lo ocurrido con Mike. Lo amaban porque era hijo de un senador, alguien con estatus, y estar con él era una manera de que pudiera obtener al menos un poco aprobación. Yo estaba tan hambrienta de afecto que hacía todo lo que él quería y todo lo que él hacía era darme algunos trozos de afecto fingido, yo le permití que me pisoteara. Ahora que miro hacia atrás, veo que había elegido a un hombre que me trataba exactamente como hacían mis padres. Fue mi primer año de universidad, que también fue mi último año. Sólo duré dos semestres. Tuve un pequeño apartamento cerca del campus. Un día llegué a casa de clase antes de tiempo, a causa de un dolor de estómago, y lo atrapé en mi cama con otra chica. Él había estado llevando chicas allí durante meses mientras yo estaba en la escuela. Todavía vivía con sus padres y no podía llevarlas ahí, y tal vez hubo algún tipo de emoción en follar en la cama de su novia. Tomé mi anillo de compromiso y se lo tiré. Él me dijo que me lo quedara, que él sólo había comprado una pieza de porquería barata para poder meterse en mis pantalones, pero que ni siquiera había valido la pena el precio que pago por el anillo en la casa de empeño.

Edward hundió el rostro en su cuello y tiró de su cuerpo cerca del suyo. No estaba segura si era para mí comodidad o la suya.

—Cuando le dije a mi madre lo que había visto, ella seguía tratando de convencerme de que yo estaba exagerando o que mis ojos me habían engañado. Cuando vio que yo no iba a cambiar mi historia, ella se enojó y me dijo que si me era infiel, era mí culpa por no haberlo hecho lo suficientemente feliz como para que me fuera fiel y que yo debería ir a disculparme y pedir que me aceptara de vuelta, porque yo nunca conseguiría algo mejor. Realmente no podía creer lo que ella me había dicho. Durante años, di excusas para las cosas crueles que ella me decía o hacía, que ella no lo decía en serio, o que yo había malinterpretado, o que era culpa mía por hacer que se enojara. Esta vez no lo hice, no había ninguna excusa, vi lo que era: mi madre no me amaba y ella nunca lo haría. Pero me eché la culpa a mí misma. Pensé que había algo mal en mí que me hacía indigna de ser amada. Fue entonces cuando me decidí que quería morir, para escapar. No podía ver la forma de que mi vida fuera mejor.

Edward hizo un sonido suave de protesta. Bella acarició su espalda. —Nunca me imaginé que había alguien como tú, o encontrar la felicidad de esta manera. Pero me da miedo, Edward. No sé cómo ser una madre y estoy aterrorizada de que pueda hacer que mi hijo se sienta como yo me sentía.

—Nunca, jamás, podrías hacer eso —, dijo Edward con una fiereza sorprendente. —Bella, eres la persona más cariñosa que he conocido y lo que es más, siempre tratas de hacer que la gente que te rodea sea feliz. ¿Sabes lo especial que es eso? ¿Cómo eres de única y preciosa? Tus padres eran tontos ignorantes. Se les dio un tesoro y en lugar de mantenerla a la luz, donde podría brillar, te despreciaban y trataron de ahogar tu luz con su propia sombra. Tú dijiste que no eran abusivos contigo, pero te equivocas, Bella. Ese tipo de abuso no deja cicatrices en el cuerpo. Deja cicatrices ocultas que a veces son más profundas, el tipo de cicatrices que no se curan nunca.

Él le acarició el cuello. —Tus padres se parecen mucho a los míos en algunos aspectos. Los míos eran irreflexivos, nunca abiertamente crueles, pero sin duda negligentes. Nos tuvieron a Emmett y a mí, porque se supone que debían tener niños, no porque ellos quisieran. Ellos trataban a la Federación con el mismo nivel de indiferencia y es por eso que todavía estamos luchando contra una rebelión hoy en día —. Se inclinó y la miró a los ojos. —Aquí está la verdad, Bella: podemos ser cualquier tipo de padres que queramos ser. No estamos condenados a repetir los errores de nuestros padres en nuestros hijos, sabrán que son amados.

—Edward —, susurró Bella, dando voz a uno de sus mayores temores. — ¿Qué pasa si nuestro bebé es un drone?

Edward sacudió la cabeza. —Nunca ha habido un drone en mi línea.

—Sí, pero ¿qué pasa si lo es? —Bella insistió. —Le puede pasar a cualquiera, ¿no?

Edward tomó de la mano, entrelazando los dedos con los de ella. —Si nuestro hijo es un drone, vamos a amarlo de la misma manera. Te lo juro.

Bella dejó escapar el aliento que había estado sosteniendo y se aferró a él con un sollozo de alivio. —Te amo, te amo —susurró.

—Te amo —, respondió.

Y fue tan maravilloso poder creerlo… Se dio la vuelta y suavemente le dio un beso en los labios. Estaba un poco sorprendido, pero no era idiota. —Quédate aquí —, susurró. —No te muevas —Ella empezó a besarlo por el cuello.

— ¿Por cuánto tiempo? —dijo él con voz áspera.

Bella llegó a la parte superior de su pecho. —Hasta que yo lo diga —. Ella siguió a su clavícula, en su brazo y estaba encantada de descubrir que él reaccionaba a su boca de la misma manera que ella lo había hecho en su noche de bodas. Cuando su lengua tocó el hueco del codo, se sacudió violentamente, jadeando algo que su chip no se ofreció a traducir. Ella siguió con su caja torácica, contando con los labios.

— ¿Sabes que tienes veinte pares de costillas? —Preguntó Bella, acentuando cada palabra con una lamida o un beso.

—No —, jadeó. —Nunca las he contado.

—Eso es ocho más que un humano.

—Si quieres, te las doy todas. Sólo... por favor...

—Por favor, ¿qué? —Bella preguntó amablemente. Ella siguió en su camino a los huesos de la cadera y luego se abrió camino hacia el interior.

Probablemente fue bueno que ella no lo hubiera visto completamente desnudo hasta después de haber tenido sexo un par de veces, y sabía que no había nada que temer. Era enorme, por supuesto, tan grande como la circunferencia de la muñeca, y tanto que no cabía toda ella dentro de ella, pero era en la forma lo que lo hacía tan diferente al de un varón humano. Su longitud estaba cubierta de anillos de músculo y la punta era puntiaguda. Cuando se unieron, permanecieron juntos y en vez de empujar como un macho humano, los anillos de músculo palpitaban y se contraían en ondas rítmicas, acariciando sus paredes, que conducían a volverla loca de placer. La punta se adentraba en el cuello del útero, profunda en su apertura, una manera natural de garantizar que la descendencia llegara a su vientre. -Que había sido el pequeño dolor de Bella sintió la primera vez que se unió a él-.

No había manera en la que ella pudiera meter todo en su boca, por lo que ella trazo uno de esos anillos con su lengua, lamiendo el líquido que goteaba de la punta. La droga en sus fluidos le dio un subidón casi instantáneo, al parecer era aún más potente cuando se ingiere por vía oral. —Oh, wow… —, susurró.

Esta vez, Edward se apartó, con suavidad la tomó de la cabeza con las manos. —No Bella, por favor, no lo hagas.

— ¿Por qué no? A los chicos les encanta esto —. A Mike le gustaba. Él aprisionaba su cabeza con las manos y se empujaba brutalmente en su boca, lastimando la parte posterior de su garganta. Ella alejó ese pensamiento a toda prisa.

Él negó con la cabeza. —Me molesta verte sumisa.

La cabeza de Bella flotaba y sus palabras sonaron como si vinieran de lejos. Bella frunció el ceño en confusión. —Edward, me lo haces a mí todo el tiempo.

—Eso es diferente —argumentó.

Ella sonrió y le acarició la cara. Era un hombre dulce. —Edward, quiero hacer esto para ti. Quiero darte placer.

—Tú lo haces. Siempre lo haces. Pero, no de esta manera, por favor —. Él le dio la vuelta sobre su espalda. —Mi turno —, dijo con los ojos brillantes en la penumbra, al momento su lengua áspera llegó a sus pezones, Bella olvidó de qué era lo que habían estado discutiendo.

Edward la despertó a la mañana siguiente con una taza del té de Esme. Se lo bebió rápidamente, con la esperanza de evitar que las náuseas asumieran el control.

—Tengo que irme por unos minutos —, dijo Edward. —No voy a estar fuera mucho tiempo, pero tengo que firmar el tratado en frente del Consejo.

Bella sonrió somnolienta. Oyó que la puerta hiciera click detrás de él. Se despertó de nuevo un poco más tarde, las náuseas revolvieron su intestino. Ella alcanzó la tetera y la encontró vacía. Ella puso una mano sobre los labios y echó a correr hacia el baño, pero una almohada se enredó entre sus pies y se tropezó con un grito de sorpresa.

Jacob la atrapó antes de que cayera al suelo. Ella vomitó en el suelo sin poder hacer nada, Jacob la sostuvo firme.

—Me sor…

Un rugido sacudió la sala. Ambos voltearon la cabeza hacia un lado para ver qué pasaba, un Edward completamente enfurecido estaba en la puerta, enseñó sus colmillos en un gruñido. Antes de que Bella pudiera decir nada, Edward cargó, arrojando lejos a Jacob de Bella y desgarrándolo con sus garras. La sangre salió en un arco, salpicando los regalos del bebé que estaban cerca.

Jacob se desplomó al suelo como un muñeco de trapo tirado por un niño apático, chorros de sangres salían de la horrible herida en la garganta, los intestinos se asomaban por uno de los tres tajos profundos en su estómago.

— ¡Oh, no! ¡Oh, Dios mío! ¡Edward, un médico! —Bella le apretó la mano sobre la herida en la garganta de Jacob. Manteniendo la presión sobre la herida.

Edward parecía estar en estado de shock. —Lo siento.

— ¡Consigue un puto médico! —Bella le lanzó un grito.

—Yo… yo lo siento —. Su cola estaba envuelta con fuerza alrededor de su pierna.

Jacob se encontró con los ojos de Bella, y con un murmullo ahogado, murió. Bella nunca había visto morir a nadie, pero ella lo reconoció instantáneamente por como estaba. Su cuerpo calmado y sus ojos miraban sin ver. Jacob se había ido.

Bella se desplomó, cayendo sobre su trasero, sentada en un charco rojo. — ¡Tú lo mataste!

—Bella, por favor... lo siento.

— ¡Lo mataste! —Bella lloraba. — ¿Cómo pudiste, Edward? ¡Oh, Dios mío! ¡Oh, Dios mío! —Bella se cubrió la cara con las manos, sin importarle que ella se estuviera embarrando a sí misma con la sangre de Jacob.

—No era mi intención hacerlo —, dijo Edward con voz débil. —Simplemente... pasó —. Dio un paso adelante y se inclinó para recogerla.

Bella golpeó sus manos de inmediato. — ¡No me toques! —gritó.

El color desapareció de su rostro.

Se puso de pie y corrió, pasando a una sobresaltada Tanya que habían estado de rodillas en el pasillo fuera de su puerta. Corrió pasando a los residentes en los pasillos, que se quedaban sin aliento al ver a su Emperatriz bañada en sangre, siendo perseguido por un guardaespaldas Dynali y su compañero. Por primera vez en su vida, Bella no tenía problemas con las direcciones. Llegó a la puerta de Alicia y golpeó con fuerza.

Jasper fue el que le abrió. Quedó boquiabierto ante la visión de ella.

—Santuario —, dijo Bella.

Se hizo a un lado y corrió con Alice, que dejó escapar un pequeño grito.

— ¡No es mía! —Bella le dijo rápidamente.

Jasper estaba discutiendo con Edward. —Ella pidió Santuario. Por nuestras leyes, tengo que dárselo. Soy su testigo, Edward. Me prometí cuidar de ella como lo haría con mí propia compañera. No puedo dejar que tú entres .Tú eres más fuerte que yo, se que podrías tirarme y pasar por encima de mi frío cuerpo, pero tengo que confiar en que nuestra amistad se quedará en tu mano.

— ¡Bella! —Edward gritó sobre el hombro de Jasper. Jasper dio un paso atrás y cerró la puerta.

—Jesús jodido Cristo —, susurró Alice. —Bella, ¿qué pasó?

—Él mató a Jacob —, dijo Bella. —Casi me caí y Jacob me sorprendió. Edward lo vio y él... él sólo... —. Bella ya no podía hablar, sollozos arruinaban el momento.

— ¿Esto es por un drone? —. Preguntó Jasper. —Él te dará a otro.

—Sin tacto como siempre, Jasper —, Alice le dijo tirando a Bella a sus brazos, abrazándola mientras lloraba.

 

Capítulo 5: Dos Almas, Unidas como Una Capítulo 7: Arrempentimiento

 
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