Escrito en las Estrellas (+18)

Autor: Fanfiction Addiction
Género: Ciencia Ficción
Fecha Creación: 29/03/2013
Fecha Actualización: 30/08/2014
Finalizado: SI
Votos: 15
Comentarios: 18
Visitas: 110120
Capítulos: 33

Traducción: Edward es el rey de una raza en extinción, su planeta es desgarrado por la guerra civil. Bella es secuestrada y llevada a convertirse en su esposa.De estudiante de la universidad a reina... ¿Podrá aprender amar a este hombre extraño y ayudar a salvar a su pueblo?

 

Escrito en las Estrellas es un fanfic original de Lissa Bryan y traducido por Fanfiction Addiction con el debido permiso de su autora.

 

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Capítulo 23: Requiem

Historia escrita por:Lissa Bryan

Traducido por:Monserrat Guerra (FFAD)

Beta:Constanza Moreno Inostroza (FFAD)

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—Estoy tan contenta de que hayas tirado esa almohada en el recipiente con nosotros —dijo Alice. Estaba en la bañera de Aro con burbujas apiladas a su alrededor. Rose estaba del otro lado de la bañera soplando anillos de humo al techo. Ella había encontrado un paquete de cigarros mientras rebuscaba en el escritorio del presidente Kebian y se había abalanzado por ellos como un lobo rabioso. Bella hizo una mueca mientras una voluta de humo flotaba en su camino, agitando su mano para dispersarla.

—Fue tan difícil hacer que se durmiera, pero una vez que le pregunté a la tripulación que les trajeran una almohada ellos se acurrucaron y de quedaron dormidos. ¿Cuidar a tres bebés Volturi en gravedad cero mientras te recuperas de unas costillas rotas y órganos perforados? No es recomendable.

La bañera era larga y lujosa, pero no estaba diseñada para tres mujeres a la vez. Las piernas largas de Rose se extendían hasta el otro lado y Bella tuvo que aplastarse contra la bañera para darle espacio. Sin embargo, "ir a los baños" se había convertido en un ritual para las tres y simplemente se sentía extraño bañarse solas.

—Tuve correas en mi cama para que no anduviera flotando por ahí, pero no tenían nada lo suficientemente pequeño para los bebés. Ellos me dieron esta caja de plástico para que la usara de cuna para ellos, con pequeños hoyos alrededor para que el aire circulara. Bella, ¿recuerdas esos muñecos de Garfield que la gente pegaba en el interior de sus ventanas se su coche? Sí... así.

Bella no pudo evitar reírse de las imágenes que construía su mente. Se sentía tan bien poder reír de nuevo, especialmente después de la terrible mañana que había tenido.

—Sí, piensas que es divertido ahora, pero ahí estaba yo con tres bebés infelices aferrándose a los lados de la caja, chillando '¡Ma, Ma!' y poniéndome ojos de cachorro. —Alice movió si cabeza—. De hecho, tuve que poner la caja en la cama junto a mí antes de que trataran dormir, pero ahí estaban, flotando alrededor en su caja de plástico, aferrándose a la almohada, chocando contra las paredes. Cada vez que el pequeño Carlisle se golpeaba su cola chillaba, y hacía que los otros dos despertaran y ahí íbamos de nuevo.

Alice sonrió y movió su cabeza. —Esos pequeños son como un viaje. Nunca te das cuenta de cuán divertidos podrán ser. Jasper y yo estamos pensando en tener otro y... ¡Jesús, Bella! ¿Qué tiene de malo?

Bella estalló en llanto, sollozando con la cara entre sus manos. Pasó un rato antes de que ella pudiera calmarse lo suficiente y soltar la historia.

Edward había despertado a Bella esa mañana con besos dulces y mimos y le entrega una taza humeante. Casi había tomado un sorbo antes de que su cerebro adormilado despertara al hecho de que no era café. De hecho, ella no sabía qué demonios era. Bella lo olfateó y arrugó la nariz. Tenía un olor agrio, amargo y parecía pegamento Elmer. — ¿Qué es esto?

Edward parecía incómodo. Su cola se agachó, escavando debajo de su pierna. —Por favor, tómalo.

Bella comenzó a sospechar. — ¿Por qué? ¿Qué es?

—Esto... esto impedirá que un bebé crezca dentro de ti.

Bella lo miró boquiabierta y dejó la taza. Aparentemente, era la versión Volturi de la píldora del día después. —No voy a tomar eso.

—Bella, por favor —dijo él—. Después de que los bebés nacieron, el doctor me dijo que nosotros deberíamos esperar por lo menos seis meses antes de tener otro. Llevar a un Volturi necesita mucho del cuerpo de la mujer, y gemelos es especialmente intenso. Necesitas tiempo para recuperarte, para construir defensas antes de incluso considerar tener otro niño.

Bella trató de no enojarse. Realmente lo hizo. —Deberías haber pensado eso anoche —le espetó ella.

Él palideció. —Lo siento. Yo... yo no quería... por favor, Bella...

—Tenemos que vivir con las consecuencias, cualesquiera que sean. No lo voy a hacer, Edward. Si estoy embarazada, encontraremos la manera de conseguir lo que mi cuerpo necesita, pero no voy a beber ese brebaje por nuestra falta de autocontrol. —A pesar de que las palabras salieron se su boca, ella las lamentó, sobre todo al ver el dolor y la culpa en sus ojos. Aunque, en la cultura Volturi, el hombre era el responsable del control de natalidad, ella no sentía que debía echarle la culpa a él solo. Rose tenía razón; ella tenía que aceptar la responsabilidad de su propio cuerpo. Ella había sido un participante dispuesto la noche anterior y el control de natalidad había sido la cosa más lejana en su mente.

—Es necesario —insistió—, no seré capaz de soportar verte sufrir por mi culpa.

—No tenemos otra opción —dijo ella, y vació la taza en el suelo.

Rose saltó de la bañera y se envolvió una toalla alrededor se cuerpo chorreando. Ella abrió la puerta y encontró a Edward sentado en el pasillo, con la cabeza entre las manos.

— ¡Trae tu culo de aquí! —espetó Rose. Se dirigió a la bañera y señaló a la sollozante Bella—. ¡Mira eso, mira lo que hiciste!

—Lo sé —dijo él, triste y abandonado—, lo hice de nuevo.

Rose le dio un golpecito en el pecho. —Escucha, idiota. Estoy cien por ciento a favor del aborto, y aunque sé que no entienden las implicaciones de eso, creo que deberías entender cuando digo que eso significa que si Bella quiere tener su bebé, no voy a dejar que nadie trate de intimidarla para que cambie de opinión. ¿Entiendes? Es su cuerpo, su elección.

—Pero Rose, podría ser peligroso para ella —dijo Edward, sus ojos suplicaban comprensión—. ¿Alice? ¿Puedes ver algo?

—Morado —dijo Alice, con la mirada distante—, es lo único que puedo ver... morado.

— ¿Eso es todo? —demandó Rose—. ¿Morado? ¿Qué mierda se supone que significa eso?

—No lo sé —dijo Alice, sus ojos brillaban de furia—. Es lo único que Dios quiere que vea, Rose. Solo ceo que es lo que necesito ver para seguir el camino correcto.

—Bien, déjanos saber si Dios se siente un poco más útil más tarde, ¿está bien? ¿No puedes rezar, sacrificar una virgen o algo? —Rose lanzó una toalla a Alice. Ellos dejaron el baño, Alice tratando de explicar, una vez más, a una Rose frustrada cómo funcionaban sus visiones.

Edward se arrodilló junto a Bella, descansando su barbilla en el borde de la bañera. —Lo siento —ella murmuró—, no me gusta pelear contigo.

—Tengo miedo —admitió.

—Voy a estar bien, Edward —dijo Bella.

—No puedes saber eso.

—Lo sé —insistió—. Sé que puedo hacer esto, Edward. Soy más fuerte de lo que piensas. —Corrió su mano a través de su suave cabello castaño—. De todas maneras, nosotros no estamos seguros aún. No puedes estar preocupado por nada.

—Estoy seguro —dijo él cerrando los ojos—. Tu esencia ha cambiado, al igual que lo hizo cuando estabas embarazada de los gemelos. Es sutil, pero ahí está. He dispuesto que el médico viniera esta noche, pero estoy casi seguro de que el examen lo mostrará.

— ¿No puedes estar un poco feliz por esto? —preguntó Bella—. Otro bebé... otro milagro. Has dicho que los niños te han hecho más feliz de lo que habrías imaginado. Solo piensa en la alegría que podría estar esperando en el almacén para nosotros.

Trató de dar su versión torcida de una sonrisa, pero le salió más como una mueca. Bella suspiró y se puso de pie, tomando la toalla que trajo para ella. Él la levantó en brazos y la depositó en el suelo para que no resbalara mientras intentaba salir. Ella tuvo que sonreír ante su sobreprotectora naturaleza. Tal vez él se convertiría en el protector del bebé que llevaba y también aprendería a amarlo.

La segunda discusión de la mañana se había producido cuando él dijo que tendría el juicio de Jessica y Ephraim la tarde siguiente.

— ¿Mañana? No podemos hacer esto. Ellos no tenían tiempo de contratar un abogado o preparar una defensa.

Edward la miró extraño. —Bella, no tienen defensa.

— ¿Cómo van a tener un juicio justo? No podemos juzgarlos, ¡nosotros éramos las victimas!

—Claro que será justo —dijo Edward—. Escucharemos todos los hechos y todas las explicaciones que tienen antes de decidir qué hacer con ellos.

—Oh, vamos Edward. Ambos hemos decidido que son culpables. ¿Vamos a pretender que somos imparciales? ¿Por qué no los matamos y terminamos con esto?

—Esa no es la manera en la que la justicia Volturi trabaja. Tienen derecho a un juicio y a presentar cualquier evidencia en su defensa.

—Esto es una mierda —dijo Bella con vehemencia—, una farsa.

Él se sentó, sus hombros cayeron abatidos. —Sigo sin entender por qué dices eso.

—Respóndeme esto: ¿Crees que hay alguna manera de que no los encuentres culpables?

Vaciló, pero respondió con sinceridad. —No, no lo creo.

—Entonces, el veredicto es una conclusión inevitable, y solamente vamos a poner las peticiones en orden para castigarlos en una fachada civilizada.

Edward se pasó las manos por el cabello. Se le ocurrió una idea y su cola se animó. —Bella, si entregáramos el juicio a Carlisle, ¿te sentirías mejor?

Bella lo consideró. —Es mejor, pero sería mejor si se tratara de alguien completamente ajeno a la situación. —Pero se podría decir que era lo más lejos que él estaba dispuesto a ir.

—No hay nade más en quien confíe completamente en su juicio como lo hago con Carlisle.

Bella suspiró. Él se comprometía, ella también. —Estoy de acuerdo.

Se fueron a la capital destruida juntos. Otra discusión se avecinaba cuando él empezó a protestar, pero con una mirada a su rostro lo había hecho suspirar y ella se apresuró a vestirse calurosamente para el viaje. El hospital casi lucía mucho mejor. Enormes tiendas se habían levantado y todos los heridos estaban en catres con mantas gruesas para mantener el calor.

El tamaño de la multitud era más manejable ahora que mucha ayuda había llegado y muchos de los heridos habían sido trasladados a otros lugares una vez que habían sido estabilizados.

Encontraron a Carlisle sentado en una cama, tomando dictado de un paciente cuyas manos estaban envueltas en tablillas. Esme estaba en una tienda que había sido construida en las ruinas del templo mismo. Bella golpeó a Edward y la señaló. Él dejó un beso en su mejilla y Bella se abrió camino a través de los catres.

Esme estaba rodeada por pilas de hierbas, afanosamente las hacía puré en su mortero. Su nieto estaba dormido pacíficamente con un cabestrillo alrededor de su cuello. — ¿Cómo te sientes hoy? —ella preguntó, y no era una pregunta casual. Bella notó que Esme debía haber sido quien había mezclado el brebaje que Edward había intentado que tomara. Un destello de ira se apoderó de ella, pero Bella se dijo a ella misma que no era razonable estar enojada con Esme, quien probablemente había sido consciente de que Bella no estaba dispuesta a ponerle fin su embarazo.

—No lo bebí —Bella dijo.

Esme frunció el ceño. — ¿No te lo dijo?

— ¿Que sería severo en mi cuerpo? Sí.

—Bella, no creo que entiendas. Recuerdas cuán enferma estuviste la primera vez, ¿cierto? Esta vez sería peor. Lo he visto suceder antes, las mujeres... mueren.

— ¿Mueren? —Bella estaba sorprendida—, pero toda su tecnología.

—Esto no es una herida que puede suturarse con láser, Bella. El bebé va a chupar tu vida. —El tono de Esme fue contundente—. Ellos intentarán conectarte una vía intravenosa ya que no serás capaz de mantener algo en el estómago, pero no son capaces de obtener vitaminas y nutrientes dentro de ti lo suficientemente rápido para recuperar las que el bebé consume. Estarás cada vez más débil y cuando el nacimiento ocurra, tu corazón puede fallar, o tus tejidos resecos pueden romperse y puedes morir desangrada antes de que sean capaces de detenerlo.

Bella presionó una mano contra su vientre. — ¿Estás tratando de asustarme?

—No, estoy tratando de asegurarme de que tomes una decisión informada.

—No, no, no... ¿Cuáles son mis posibilidades? —Bella preguntó en voz baja.

—Cincuenta-cincuenta. Tal vez. Considerando lo mal que lo pasaste con los gemelos, posiblemente sesenta-cuarenta —Bella dejó escapar un suspiro tembloroso.

—Tienes menos de una semana para decidir —dijo Esme—. Después de eso, mi mezcla no funcionará y abortar el feto puede ser igual de peligroso que llevarlo a término. Pero mientras lo piensas, ten en cuenta que esto no es solo acerca del bebé y tú, Bella. Si tú mueres, Edward probablemente no sobrevivirá a eso. Desde luego, él no estará en ninguna forma para gobernar. No solo decides el destino del bebé, también él tuyo y posiblemente el de la Federación entera también.

Carlisle accedió a actuar como juez en el juicio de Jessica y Ephraim. Cenaron en la tienda donde Carlisle y Esme vivían, y el corazón de Bella de disparó al ver a Esme con el bebé. Esme era una de esas personas que llevan mejor el dolor manteniéndose ocupados, y teniendo a su nieto bajo su cuidado era justo lo que necesitaba para mantenerse en pie.

— ¿Sabías qué James se había apareado? —Bella le preguntó mientras ella depositaba al bebé soñoliento en su pequeño nido.

—No —respondió Esme, acariciando suavemente la cabecita cubierta de pelo castaño oscuro, así como el de su hijo—. Tenía que haberla encontrado después de que él... la dejó.

—Pero si él no se incluyó en la búsqueda de compañero, ¿de dónde ha salido? —Bella preguntó.

Pero Esme no contestó.

La pregunta se mantuvo circulando en la cabeza de Bella esa noche mientras intentaba dormir. ¿Quién era Rachel? ¿De dónde venía? Si ella no hubiera sido traída aquí por los puentes de búsqueda de compañeros, ¿cómo ella había llegado a estar en Lapush? Bella se quedó ahí en la oscuridad junto a Edward, quien dormía a ratos. Su sueño plagado de pesadillas que tenía que describir a ella con lujo de detalle siempre que él despertaba para evitar que lo atormentaran. Estos eran horribles: sueños sangrientos sobre el bebé que llevaba matando a Bella.

Y después, como un relámpago en un cielo azul claro, la respuesta la golpeó. Ella intentó salir del nido sin despertar a Edward, un desafío en el cual ella nunca había tenido éxito en el pasado, y no tenía ninguna esperanza de alcanzar ahora.

— ¿A dónde vas? —él preguntó aturdido.

—A tomar un trago de agua —dijo ella, que era una verdad a medias. Ella estaba sedienta e intentó tomar un trago antes de que se dirigiera a su próximo destino: el sótano.

Jasper estaba durmiendo afuera de la puerta de las escaleras del sótano. Él no confiaba en nadie que no fuera él mismo para cuidar a los prisioneros y no quería correr riesgos. Él agarró el tobillo de Bella mientras trataba de pasar por encima de él, haciéndola jadear y saltar. — ¡Jesús Jasper, me has asustado!

— ¿Qué estás haciendo Bella?

—Estaba pensando algo y necesito hablar con Jessica. Puede que no tenga otra oportunidad.

—Voy a entrar con usted —dijo Jasper, poniéndose en pie y sacudiéndose la túnica.

Bella se encogió de hombros. —Está bien.

—No te acerques a ellos —Jasper advirtió—. No quiero correr ningún riesgo si ellos te hacen daño.

Encontró a Jessica todavía encadenada a la silla, con la cabeza inclinada hacia un lado mientras roncaba y babeaba. Bella estaba bastante impresionada. Si hubiera sabido que era su última noche en el lado de los mortales, dudaba que fuera capaz de pegar un ojo. Ephraim estaba también durmiendo, con la barbilla apoyada en su pecho, roncando ruidosamente.

Jasper no tenía que haberse molestando con la advertencia. Bella había visto demasiadas películas para despertar a Jessica con solo tocarla. Tenía que decir su nombre un par de veces y aplaudir antes de que Jessica despertara.

— ¿Es hora? —preguntó bostezando.

—No, necesito preguntarte algo. Háblame sobre Rachel. Ella es uno de las seis, ¿no?

— ¿Rachel, la compañera de James? —Jessica parpadeó y sacudió la cabeza para despejarse. Ella miró a Bella con curiosidad—. ¿Cómo sabes de ella?, mucha gente no sabe que tiene un compañero.

—Tenía. Ella está muerta.

Jessica se veía imperturbable por la noticia. — ¿Y su bebé? —Sus ojos brillaron con alegría—. ¿Es un drone? Eso es lo que he oído, tú sabes.

—No, el bebé no es un drone. ¿De dónde venía Rachel? ¿Cómo llegó hasta aquí?

—Rachel era una de nosotros, uno de los Seis —Jessica dijo, confirmando lo que Bella sospechaba. Eso era lo único que tenía sentido. Si ella no hubiera sido localizada y traída aquí por los buscadores de compañeros, solo podía ser uno de los niños que había sido traídos con sus madres los primeros días de las búsqueda de pareja—. Ella y James se habían emparejado hace solo unos años.

— ¿Había estado en LaPush todo este tiempo?

—Sí, su mamá era la pareja de un propietario de una mina. La madre de Rachel es actualmente la mujer, la vieja Emperatriz que despreciaban y querían castigar al fijar la situación fiscal de glowstones(1). Una pequeña galaxia, ¿ah? Ella era la única de nosotros que no tenía pareja, y francamente, nunca pensé que encontraría a alguien. Ella seguía viviendo con su mamá y su padrastro y era una bibliotecaria, o trabajaba en una librería o algo así; no puedo recordar, pero tenía que ver con los libros. Era del tipo extraño que siempre prefería leer que estar rodeada de gente real. De todos modos, después de que James mató al Emperador y a la Emperatriz, la mamá de Rachel y su padrastro querían darle una bienvenida como de héroe cuando él llegó a LaPush. Ellos dieron una fiesta para él donde conoció a Rachel. El resto es historia.

— ¿Por qué ella estaba con Caius?

Jessica se encogió de hombros, lo que sus cadenas sonaran. —Escuché un montón de historias diferentes. No creo que ella se haya ido con Caius porque estuviera teniendo una aventura o algo por el estilo. La chica estaba perdida de amor por James. Una versión que escuché decía que ella se fue porque le molestaba lo que James estaba haciendo, y eso es lo que estoy apostando es la historia real. Eso suena como ella. Siempre un poco moralista. No tengo idea de por qué ella vino aquí. Tal vez ella pensó que sería el último lugar que él miraría.

—Gracias —Bella se levantó y volvió a las escaleras del sótano.

— ¿Eso es todo? —Jessica preguntó—. ¿Eso es lo único que querías saber?

—Sí, gracias.

—Espera, por favor —Jessica declaró. Su compañero dio un resoplido en sus sueños y se relamió los labios. Jessica le lanzó una mirada de disgusto—. Mira, yo nunca quise hacerte daño. Estaba tratando de protegerte. ¿No puedes verlo?

—Lo que veo es que pudiste habernos advertido sobre el ataque y salvar millones de vidas —dijo Bella. Ella subió por las escaleras—, dulces sueños.

Se arrastró de vuelta al nido con Edward. La atrajo contra su pecho, enterrando la cara en su pelo. —Te he extrañado —murmuró.

—Estoy aquí ahora —respondió ella—, yo no te dejaré. Nunca jamás.

Se celebró el juicio en la arena Kwilute tatchy, la única área lo suficientemente grande como para albergar a la multitud que se había empezado a reunir la noche anterior para asegurarse por sí mismos un asiento.

Bella se sentía muy mal esta mañana. No había vomitado pero estaba mal, con náuseas y cada movimiento la mareaba. Ella había rechazado la taza de café que Alice le había traído. Puso una mano sobre su nariz y le suplicó Alice para sacarla de la habitación. Incluso el olor del jabón en el baño la hacía sentir enferma.

—Te ves como la mierda, B —dijo Rose cuando Bella salió de la bañera y se secó.

—Gracias —dijo Bella con amargura, tirando de la más formal de sus túnicas nuevas. Alice había hecho un viaje de compras rápido ayer y habían llevado una media docena de trajes para cada uno de ellos. Las túnicas de Rose eran demasiado pequeños, su pecho generoso casi saliendo de la parte superior, para deleite de Emmett. Las túnicas de Bella eran demasiado grandes, al igual que las de Alice, pero al menos tenían ropa de abrigo y limpia ahora.

Bella se puso la túnica que era de color marrón oscuro, hecha de un material suave y aterciopelado. Era hermoso, pero el color oscuro acentuaba la palidez de Bella. Tendría que haber usado el rosa, pensó, pero le había parecido demasiado alegre un color para asistir a una ejecución.

Antes de irse, Edward trató de convencer a Bella para comer. La llevó una sopa ligera de la cocina y Bella consiguió tragar algunos bocados, solo para hacerle feliz. La sopa parecía irritarle el estómago cuando entraron en el pabellón deportivo. El rugido de la multitud se hizo eco, haciendo que su cabeza retumbara. Tomaron su lugar en los tronos y se sentaron en el centro del campo. Eran amplios, con almohadas en los asientos y que recubrían la parte trasera, muy cómodos. Edward se sentó en él y cogió a Bella de su trono y la sostuvo en su regazo. Su agarre tenía la borde de la desesperación, como si quisiera abrazarla tanto como fuera posible mientras todavía hubiera tiempo.

Carlisle entró entre los aplausos de la multitud. Él levantó la mano en señal de bendición antes de tomar su lugar en una silla más humilde por el par de tronos. — ¿Qué es esto que oigo acerca de que Bella estaba embarazada otra vez? —siseó a Edward.

Edward bajó la cabeza y la cola se desplomó en el suelo, débil de vergüenza.

—Estoy muy decepcionado, Edward —dijo Carlisle en voz baja—. Nunca hubiera pensado ver tal comportamiento irresponsable e imprudente de su parte. Yo te crié mejor que esto.

—Carlisle, detente —dijo Bella. Edward miró como si quisiera hacerse un ovillo y esconderse en algún lugar—. Ya se siente lo suficientemente mal por eso.

Carlisle se quedó en silencio por un momento. —Has cometido un pecado grave —declaró él—. Has lastimado a tu pareja.

—Lo sé —respondió Edward. Bella podía sentir como temblaba y le besó en los labios rápidamente, quitando el cabello rebelde de su cara.

—Carlisle, lo digo en serio. Détente. Él no necesita esto ahora.

El sonido de la multitud se elevó en un huracán de furia mientras Jessica y Ephraim eran traídos. Ellos recibieron una lluvia de basura, sin siquiera poder protegerse con los brazos que estaban atadas detrás de su espalda. El rostro de Jessica se encendió de un rojo brillante, casi tan rojo como su compañero, y ella estaba temblando como una hoja. Su rostro estaba manchado con algo y pedazos de basura se aferraban a sus rizos. Ephraim caminaba como un rey, con la espalda recta, la cabeza alta, fingiendo que no se daba cuenta la gente o las cosas que tiraban a él.

Jasper empujó a los dos de rodillas delante de Carlisle. Jessica se inclinó pero Ephraim se mantuvo rígido y desafiante, con los ojos ardiendo de ira.

—Ephraim, Presidente de Kebi y Jessica, Primera Dama, que se presentan ante mí bajo la acusación de alta traición. ¿Cuál es su respuesta?

—No culpable —dijo Ephraim con firmeza.

—No culpable —susurró Jessica.

—Usted está acusado de conspirar con los rebeldes para atacar Volterra, lo que llevó a la muerte de miles de sus habitantes. ¿Tienes algo que decir por ustedes?

Ephraim se quedó callado.

—Por favor —rogó Jessica—.No fue mi idea. Era todo Ephraim. Él me amenazó y me obligó a ir junto con él. —Ella miró a su compañero, quien quedó tan quieto como una estatua—. Yo estaba tratando de proteger al Emperador y la Emperatriz. Traté de mantenerlos a salvo con nosotros en Kebi.

— ¿Acaso no recibe una gran suma de dinero de James?

—Ese fue un regalo —dijo Jessica malhumorada—. No hay nada ilegal sobre obtener un regalo.

— ¿Tenías que advertir al Emperador y la Emperatriz sobre el ataque inminente?

Jessica gimió—. No. ¡Pero yo no podía! ¡Ephraim me hubiera golpeado si hubiera dicho algo!

Ephraim volvió la cabeza y dijo con frialdad. —Mientes. Yo nunca te puse una mano encima. —Con esto, volvió la cabeza hacia atrás para hacer frente a Carlisle, sus ojos distantes y calmados.

Carlisle continuó. —Usted confesó estas acciones de traición en el video realizado por Rosalie, pareja de Emmett, Segundo Príncipe de Volterra.

— ¡Ella le pegaba! —Jessica lloró—. Él habría confesado cualquier cosa para hacer que se detuviera.

Carlisle presionó un botón en la caja que sostenía. Una pantalla sobre el campo se llenó con la imagen de lo que aparentemente era un video de vigilancia de la sala del trono Kebi. Jessica y Ephraim estaban sentados en sus tronos regiamente más pequeños al lado del trono del emperador de vacío. Un Gistonian entró, con la mano en el brazo de una mujer alta, rubia. Rose. Hubo un intercambio de conversación, pero no había sonido.

Sucedió en un abrir y cerrar de ojos. Rose se movió tan rápido que ella no era más que un borrón, que lanzaba golpes a diestra y siniestra atacando con una de sus largas piernas para tirar al Gistonian al suelo. Ella saltó, tirando de sus muñecas atadas debajo de sus piernas al frente y con los puños para golpear hacia abajo al cabeza de tortuga. El Gistonian quedó inerte.

Ephraim saltó de su asiento y se cargó a Rose. Lanzó un puñetazo a ella, que ella esquivó con facilidad, y la llevó hasta la rodilla en el estómago. Cuando se dobló, Rose le trajo las muñecas esposadas hacia abajo en la parte posterior de la cabeza y se desplomó como una marioneta cuyos hilos han sido cortados. Jessica se encogió en su silla, con las manos en señal de rendición. Rose se inclinó, manteniendo un ojo en ella, y sacó las llaves de las esposas del bolsillo del Gistonian.

El público aplaudió, pisando sus pies y golpeando sus manos en las gradas. Rose, que estaba sentado en una de las primeras filas, se sonrojó un poco y agachó la cabeza.

El video cambió a un primer plano del rostro de Rose. Cuando ella tenía la cámara posicionada como ella quería, ella se apartó y sus dos prisioneros fueron revelados, atados a las sillas con cuerdas hechas de tiras arrancadas de las cortinas. —Ahora, hablas, hijo de puta. Diles lo que me dijiste.

Ephraim recitó debidamente los hechos. James había acercado a ellos con un gran soborno. Todo lo que tenían que hacer era tratar de atrapar el Emperador y la Emperatriz en el video después de hacerlos enojar y mantenerlos allí, en Kebi, hasta que el ataque hubiera terminado. Habían fracasado en ambos. El público rugió de nuevo, esta vez con ira. Hubo múltiples voces que gritaban cosas como: — ¡Mátenlos! ¡Mata a los traidores! —Ellos querían sangre. Querían a alguien que pagara por los ataques, todas las muertes y todo el sufrimiento.

— ¿Tiene algo que decir en tu defensa? —Carlisle preguntó.

Jessica rogó y suplicó, repitiendo las mismas excusas que había usado antes. Tenía un aire de desesperación, como si pudiera retrasar lo inevitable siempre que pudiera seguir hablando.

Carlisle finalmente la interrumpió con una invitación a Ephraim a hablar. Él se negó, silencioso e inmóvil. Bella tenía que darle un poco de crédito a regañadientes. Se enfrentaba a su destino con dignidad, sin excusarse, sin rogar como lo estaba haciendo su compañera.

—Me parece que usted es culpable de Alta Traición —dijo Carlisle, y la multitud gritó su aprobación—. Hagan las paces con su dios.

Los labios de Ephraim se movieron en la oración, con los ojos cerrados. Jessica lloró y gimoteó. Cuando Jasper la arrastró a sus pies, ella gritó y trató de luchar, en vano. Jasper le lanzó por encima de un tronco que había sido colocado en la hierba del campo. Su torso cubierto a través de él, con la cabeza colgando hacia el otro lado. Ephraim no esperó que lo levantaran. Se puso de pie y caminó hacia el registro por el mismo, llegó al tronco bajo su propio poder, se acostó junto a su compañera que sollozaba. Jasper sacó su espada, su mano sobre la funda para que no se rayara. Ninguno de los condenados podía ver a su próxima muerte de sus posiciones hacia abajo la cabeza. La espada de Jasper brilló y la cabeza de Ephraim cayó al campo. Jessica gritó, el sonido cortado casi al instante mientras la espada de Jasper descendía de nuevo.

Jasper levantó la cabeza y dejó caer a los pies Edward y de Bella. — ¡Este es el final que los traidores encuentran! —recitó en voz alta para que el público pudiera escuchar. El público gritó a su vez, miles de voces al unísono, y luego estalló en vítores.

Bella se quedó a la cabeza de Jessica. Su boca se retorcía y sus ojos se movían todavía. ¿Estaba consciente? ¿Podía oír los gritos de alegría sedientos de sangre por muerte? Sus ojos se encontraron con Bella y ella vio que perdieron su enfoque, en blanco y vacío con la muerte. Bella saltó del regazo de Edward y salió corriendo, cayendo de rodillas en el borde del campo, vomitando sin remedio en la hierba. Ella no tenía privacidad, por supuesto. Los espectadores estaban sentados a unos pocos metros de distancia.

— ¿Está enfermo?

— ¿Está embarazada?

— ¿Podría haber sido envenenada?

Edward la tomó en brazos y la llevó fuera del campo. El público hizo una reverencia al pasar. Bella miró a los dos cadáveres todavía salía sangre de tocones del cuello. Se estremeció y hundió la cara en el pecho de Edward. Ella podría bloquear la vista de sus ojos, pero ella sabía que iba a quedarse en su mente.

Capítulo 22: Alta Traccion Capítulo 24: Tan amplio con el aire de la casa

 
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