Escrito en las Estrellas (+18)

Autor: Fanfiction Addiction
Género: Ciencia Ficción
Fecha Creación: 29/03/2013
Fecha Actualización: 30/08/2014
Finalizado: SI
Votos: 15
Comentarios: 18
Visitas: 110119
Capítulos: 33

Traducción: Edward es el rey de una raza en extinción, su planeta es desgarrado por la guerra civil. Bella es secuestrada y llevada a convertirse en su esposa.De estudiante de la universidad a reina... ¿Podrá aprender amar a este hombre extraño y ayudar a salvar a su pueblo?

 

Escrito en las Estrellas es un fanfic original de Lissa Bryan y traducido por Fanfiction Addiction con el debido permiso de su autora.

 

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Capítulo 5: Dos Almas, Unidas como Una

Historia escrita por:Lissa Bryan

Traducido por:Miranda Pattinson (FFAD)

Beta:Verito Pereyra (FFAD)

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±

Bella estaba en su cuarto de baño, desnuda como el día en que nació, mientras Alice pintaba caprichosos diseños en su cuerpo con pintura comestible.

― ¿Por qué estamos haciendo esto?

―Es una tradición ―, explicó Alice. ―Ellos tienen que lamer cada parte de la pintura antes de bajar a la parte de la Pestaña-A, Ranura-B.

Bella se rió entre dientes. ―Sabes, no creo jamás haber escuchado que lo llamen así. Tú tienes el alma de un poeta verdadero, Alice.

―Muérdeme. Ah, sí, eso me recuerda...

Bella la miró con recelo. ― ¿Hay mordidas involucradas? ―Ella había visto los dientes de Edward, largos, malvados y afilados.

―Sí, pero no te preocupes, te va a encantar ―, le aseguró Alice.

―No estoy tan segura...

―Yo sí ―dijo Alice sin rodeos. ―Nuestros cuerpos reaccionan a sus fluidos como si fuera heroína pura.

― ¿Quieres decir que... uh... todo?

―Ellos no son humanos, por lo que va a ser diferente a lo que estas acostumbrada, pero confía en mí cuando te digo que va a ser la más increíblemente orgásmica experiencia de tu vida.

―En realidad nunca he tenido un orgasmo ―, confesó Bella.

― ¿Nunca? Incluso, ya sabes, ¿jugando sola?

Bella negó con la cabeza, su rostro de color rosa.

―Pobrecita ―, dijo Alice. ―Nadie me preparó antes de tiempo cuando me aparearon con Jasper. La primera vez que lo vi desnudo, grité y dije: "¡Tú no me vas a tocar con esa cosa!". Tuvo que perseguirme por toda la habitación, porque él podía ver que estaba molesta y, por supuesto, su naturaleza es tratar de consolar a sus compañeras y él quería sostenerme. Dios, me sentí tan terrible por herirlo de esa manera.

―Es... ¿es realmente tan malo?

―No ―, dijo Alice firmemente. ―Es solo diferente, pero puede ser impresionante si no lo estás esperando. Por favor, no te preocupes ¿sí? Edward te ama y él nunca haría nada que pudiera lastimarte.

―Estoy muy nerviosa ―confesó Bella. ―Mi último novio, me dijo... bueno... me dijo que no era nada buena en eso.

―Si nunca has tenido un orgasmo, te puedo garantizar que era él quien era el mal laico ―, dijo Alice. ―Bella, detente. Veo que te estás preocupando sin razón. Todo va a estar bien, te lo prometo. Simplemente has que se sienta bien y no te puede ir mal. Edward sabe cómo dar placer a la mujer.

―Está bien, tú tienes que aclarar esto de una vez. Hace un tiempo, dijiste que él no tenía experiencia y él me mostró su escuela y me dijo algo acerca de aprender a complacer a las mujeres allí. ¿Ellos lo que hacen en realidad, es como… entrenarlos sexualmente?

―Sí, es parte de su proceso educativo, en realidad. Tan pronto como alcanzan la madurez, empiezan a aprender las habilidades sexuales que necesitan para satisfacer a su compañera.

―Pero si él es virgen, ¿cómo...?

―Usa tu imaginación, imbécil. Dedos, la lengua...

― ¡Oh! ―Teniendo en cuenta a Mike quien rara vez había empleado algo más, ella no pensó en otras opciones más allá de la penetración. Bella estaba roja como una remolacha, el color se extendía hasta su pecho. ― ¿Quién los hace, eh, practican con…?

―Las mujeres se alinean alrededor de la cuadra. Viudas, en su mayoría, pero algunas mujeres apareadas se escapan para ir a la escuela.

― ¿Viudas? ¿Cómo Lauren?

―Oh, sí ―, dijo Alice con sequedad. ―Lauren es una visitante frecuente.

Bella imaginó a Lauren retorciéndose en una cama con Edward complaciéndola y su sangre hirvió.

―Mira, ellos son hombres grandes, y me refiero a que son grandes por todas partes. Es importante que ellos sepan como excitar a su compañera para que todo... ya sabes... vaya sin problemas.

¡Oh, Jesús! Esa había sido una de las quejas de Mike. Ella había tenido que utilizar lubricante, pero no era como si ella pudiera bajar a la tienda de la farmacia de la esquina y comprar alguno ahora.

Alice puso a un lado su pincel y se apoderó de Bella por los lados de su cara. ―Mírame a los ojos, Bella ―, ordenó. ―Tú eres una mujer normal, joven y saludable que tiene un hombre que haría cualquier cosa para complacerla. ¡Olvida a tu estúpido ex-novio!

―Edward nunca me ha besado ―, admitió Bella.

―Ellos no se besan. No en la boca, de todos modos. Jasper lo hace porque sabe que me gusta, pero él piensa que es un poco grotesco. Si tú decides probar con Edward, te lo advierto: ten en cuenta los dientes ―. Alice dio un paso atrás y contempló su obra críticamente. ―Ahí está, todo hecho.

Bella deseó tener un espejo para ella poder ver el efecto completo. Su cuerpo fue decorado con enredaderas y flores pintadas, fluyendo alrededor de sus senos y bajando a sus caderas. Pequeñas mariposas y pájaros estaban esparcidos aquí y allá.

―Alice, es hermoso.

―Gracias. Vamos a esperar unos minutos para asegurarnos que esté seco y luego te coloco la túnica.

Edward había comprado la túnica para su última noche, era de color azul claro, cubierta de bordados y piedras preciosas de color blanco que en realidad brillaban. Bella nunca había visto nada igual. ―Edward, esto no es, como… radiactivo, ¿verdad?

Él no entendió el término y Bella tenía que tratar de explicar la fusión nuclear y la radiactividad, sin tener mucho conocimiento de cómo los átomos se dividen en sí mismos, pero él finalmente captó la esencia de lo que ella estaba diciendo y le aseguró que no eran perjudiciales.

―Las piedras son importados de LaPush. Reaccionan al argón en nuestra atmósfera. Eso es lo que causa el brillo ―. Él tocó una de las piedras y sus ojos eran nostálgicos. ―Supongo que no habrá nada más importado por un tiempo, sin embargo. Las minas han estado vacías desde que la rebelión comenzó.

Cuando Bella se había posado en la parte superior de Edward y le dijo que lo quería como compañero, él había saltado honrado, levantándola en sus brazos y dejando escapar un rugido de alegría, dándole vueltas con su cola enroscándose alrededor de su brazo. Él contactó inmediatamente a Carlisle, deseando tener la ceremonia de apareamiento en ese mismo momento, pero Carlisle insistió en que Edward necesitaba darle la oportunidad de prepararse y Edward tenía que conseguirle a Bella un traje de apareamiento adecuado. También señaló que la gente de Edward querría estar allí, por lo que Edward cedió, pero dijo que sólo lo retrasaría hasta la tarde siguiente.

Alice deslizó la túnica por la cabeza de Bella, ambas cuidadosas de la pintura y Bella se puso los pantalones a juego. La túnica era sin mangas y con un gran escote, mostrando una gran parte de la obra de arte de Alice. Más de las piedras preciosas que brillan intensamente fueron amontonadas en sus brazos, alrededor de su cuello y encima de su cabeza en una alta tiara de encaje. Alice había improvisado un rizador de pelo utilizando una vela grande y un par de pinzas de metal. Ella enroscó la parte de atrás del cabello de Bella en rizos grandes y suaves. ―Mi reino por un poco de spray ―, murmuró.

Alice ya estaba vestida con su traje para la boda: una túnica en tono naranja brillante, y Bella pensó que Alice era probablemente la única criatura en la galaxia Forx que podría usar ese color y hacer que se vea bien. Alice dijo algo vago acerca de usar la pintura en sí misma como una pequeña sorpresa para Jasper, por lo que Bella salió del baño sola.

Edward se paseaba afuera de la puerta y se detuvo cuando la vio, aparentemente pasmado. ―Bella, estás preciosa.

Ella miró al hombre que sería su esposo en tan sólo unas pocas horas, su corazón en sus ojos. ―Te amo, Edward.

Él asintió con la cabeza. ―Lo sé.

Ella empujó suavemente. ―Se supone que tienes que decirlo de vuelta.

Él parecía confundido. ― ¿Por qué? Tú ya sabes que te amo.

Ella sonrió. ―Porque me gusta escucharlo.

Él la rodeó con sus brazos, su cola envolviéndose alrededor de su espalda y se detuvo encima del hombro. ―Te amo, Bella, y si te hace feliz escuchar esas palabras, te las diré todos los días, a cada hora, por el resto de nuestras vidas.

Lágrimas de alegría brotaron de los ojos de Bella y se derramaron hacia abajo sobre sus mejillas.

Edward gritó. ― ¡Alice! ¡Alice, ven pronto! ¡Bella está goteando!

.

.

La conversación acerca de "lágrimas de felicidad" versus "lágrimas de tristeza" continuó -¿Cómo puedo saber cuál es cuál?-. Aun cuando se dirigían donde la ceremonia se encontraba detenida. Fue en una parte de la ciudad subterránea donde Bella nunca había estado. Escaleras los llevaron aún más profundo bajo tierra a una gran cueva natural, tan majestuosa como una catedral. Enormes estalactitas colgando del techo, iluminada por esa misteriosa luz escondida, los orígenes de los cuales Bella nunca había descubierto.

El corazón de Bella golpeó pesadamente cuando vio el tamaño de la audiencia. Eran fácilmente miles de personas sentadas en cojines alrededor de la tarima, donde se celebraría la ceremonia. Carlisle se puso de pie ya listo esperando, su compañera, Esme, sentada en primera fila. Carlisle estaba vistiendo su traje de sacerdote azul, el mismo color de la túnica de Bella.

Bella y Edward caminaron hacia él, bajando por el ancho pasillo central, con Alice y Jasper justo detrás de ellos. Miles de ojos la observaban. Bella casi podía sentir el peso de sus miradas sobre su piel, haciéndola sentir picazón.

―Deseo tomar esta mujer como mi compañera ―, dijo Edward. La acústica natural llevaba su voz a los más lejanos confines de la habitación.

Carlisle se volvió a Bella. ― ¿Usted lo considera?

―Me gustaría ―la voz de Bella era suave pero firme.

Carlisle hizo un gesto hacia los cojines y ellos se arrodillaron.

― ¿Va a proveer por ella? ―le preguntó a Edward.

―Lo haré.

― ¿La protegerá a ella?

―Lo haré ―. La cola de Edward se deslizó bajo el dobladillo de la túnica de Bella y la envolvió alrededor de su tobillo.

― ¿Va a atesorarla a ella y a su cría por encima de todo, incluso su propia vida?

―Lo haré.

― ¿Jura esto ante la Diosa, la que sostiene tu alma inmortal?

―Lo hago.

Carlisle se volvió a Bella. ― ¿Acepta usted las promesas de este hombre?

―Lo hago ―. La visión de Bella era borrosa por las lágrimas.

―Tome su mano.

Bella y Edward juntaron sus manos, doblando sus codos para mantenerlos arriba. Carlisle envolvió sus manos unidas con una cuerda de color azul claro, entrelazando por encima, por debajo y alrededor de sus muñecas en un patrón complicado. En la mano libre de Edward colocó un tazón, el cual Edward levantó a los labios de Bella. Ella bebió de él, saboreando el dulce y sabroso vino. Luego, Edward le daba de comer un pequeño trozo de carne sacado de un pequeño plato de oro, y por último colocó una capa sobre los hombros de ella, un poco torpe con una sola mano libre para llevar a cabo la tarea.

― ¿Quiénes son testigos de esta unión?

―Nosotros lo haremos ―, dijeron Alice y Jasper a la vez. Carlisle le habló en primer lugar a Jasper. ―En caso de Edward caer en batalla, ¿le proveerá usted a su compañera así como provee para su propia?

―Lo haría ―, dijo Jasper.

―Y si Bella debe morir, ¿cuidaría usted de sus hijos así como cuida de los suyos propios? ―Esta se dirigía a Alice, quien le contestó que lo haría.

Carlisle puso su mano sobre las manos atadas de Edward y Bella. ―Ahora ustedes se sentirán sin tormentas, porque ambos serán refugio uno para el otro. Ahora ustedes no sentirán frío, porque ambos se calentarán el uno al otro. Ahora no habrá soledad, porque ambos serán compañía uno del otro. Ahora ustedes son dos personas, pero sólo hay una vida por delante de ustedes. Que la belleza y el amor le rodeen a ambos en el camino por delante y por todos los años. Que la felicidad les acompañe y sus días juntos, sean buenos y largos.

Él alzó la voz de forma tal que resonó a través de la caverna. ―He aquí: dos almas, unidas como una.

La caverna se llenó de aplausos, sonido de pisadas fuertes contra el suelo, voces de vítores y gritos de bendiciones. Edward y Bella se levantaron de sus cojines y Edward la levantó, sosteniendo sus manos atadas tan alto como el brazo de Bella lo permitía.

Ellos fueron asediados por los buenos deseos de los allí presentes. Alice le había advertido a ella que esperara esto. Se había asustado hasta el infierno en su propio apareamiento, por ser asediada por una multitud de extraños, cada uno hablando amables palabras, pero bloqueándole el camino a cada paso. Nadie había pensado en informarle de la alegre tradición de los invitados en torno a la novia y el novio, tratando de evitar que salieran interfiriendo en su camino y recitando largas bendiciones de aliento, a las que el novio estaba obligado a detenerse y escuchar, y dar la tradicional respuesta: ―Según la voluntad de la diosa será.

Todos sabían que Tanya se volvería loca con tantas personas acercándose a su cargo, por lo que Edward y Jasper habían tramado un plan de escape. Hubo un pasaje fuera de la cueva detrás de la tarima, bien oculto. Mientras la multitud empujaba hacia adelante, ellos se retiraron y Tanya bloqueó el camino detrás de ellos con su bastón. Bella tuvo una visión de sus gritos: ― ¡Ustedes no deben pasar! ―Como una gran Gandalf azul y se rió. Edward agachó la cabeza y le acarició su cuello, encantado como siempre por el sonido.

Huyeron por el pasillo, pero los invitados los acorralaron en un círculo a su alrededor, saliendo de la entrada principal, cortándoles el acceso a las escaleras.

―Pájaro herido ―, murmuró Jasper y Alice se calló drásticamente en el suelo, gimiendo y agarrándose el tobillo. Como estaba previsto, los invitados de inmediato la rodearon, preocupados, tratando de llegar para tomar las manos de ella para así poder echar un vistazo a su supuesta lesión. Edward corrió detrás de ellos, tomando los escalones de tres en tres.

― ¡Oigan! ―alguien gritó con indignación y Bella oyó el golpeteo de los pies detrás de ellos. Edward fue rápido, corriendo a toda velocidad, Bella se apretó contra su pecho como una pelota de fútbol. Los invitados, fueron privados de su diversión y ninguno estaba ni cerca de ser tan atlético como su Alpha Prime, quedaron atrás jadeando por el esfuerzo. Bella y Edward se habían escapado.

Sólo después de haber cerrado la puerta de sus cuartos detrás de ellos puso a Bella sobre sus pies.

―Mi compañera ―, susurró. Trazó la parte posterior de sus dedos sobre su rostro. ―Ven, vamos a cenar ―. Él utilizó una pinza para cortar a través de la cuerda de color azul claro, liberando sus manos. La puso en uno de sus troncos, presionando la cuerda en su pecho por un momento antes de guardarla.

Él la llevó a su poco frecuentada mesa, que ya había sido preparada con una comida, cortesía de Jacob. Bella había estado demasiado nerviosa para comer esta mañana y ahora se moría de hambre. Se lavaron las manos en el recipiente provisto y Bella alcanzó con entusiasmo su plato.

―No ―, dijo Edward. ―Déjame alimentarte. Es mi privilegio cuidar a mi compañera ―. Tomó un bocado de comida con la punta de sus garras y Bella lo aceptó. Ella masticaba con entusiasmo. ―Eso es delicioso.

Bocado tras bocado el llevó a sus labios hasta que ella se negó a más, su estómago agradablemente lleno. Ella se armó de un pedazo de comida y declaró: ―Ahora es mi turno para cuidar a mi compañero.

Edward sacudió la cola en diversión. Abrió su boca, tomando la comida y su dedo, dándole un mordisco juguetón. Cuando ella se rió, él se abalanzó sobre ella, golpeándola contra el cojín, gruñendo.

― ¿No tienes hambre? ―preguntó ella.

―Mucha ― dijo él. ―Y tú te ves deliciosa ―. La levantó, caminando a su nido, acostándola suavemente hacia abajo en medio de las almohadas. Ella miró a su alrededor, sorprendida porque todas las fundas de almohada habían sido cambiadas a un material negro y aterciopelado. Edward tomó una de sus manos, haciendo un camino de besos desde la muñeca hasta una pequeña mariposa pintada. Su lengua salió veloz para lamerla y ella jadeó. Cálida y áspera, que envió un rayo de electricidad a través de ella.

― ¿Q-qué pasa con todo el negro? ―preguntó ella.

―Es de un poema de amor famoso ―, dijo Edward entre besos y lamidas, trabajando su camino hasta el antebrazo. ―En la oscuridad, te abrazo… Apoyada en el negro del cielo... Tengo una fantasía de ver tu blanca piel sobre el negro ―. Él comenzó desde su codo, besando, lamiendo, succionando la piel y Bella se escuchó a si misma gemir en voz baja. ¿Cómo podía el roce de sus labios en un lugar tan inocuo enviar un rayo a través de sus venas? Él se puso en marcha en el otro lado y Bella se retorcía sin poder hacer nada.

―Por favor, oh, por favor ―, susurró ella sin tan siquiera estar segura de qué estaba pidiendo.

―Cualquier cosa ―, ofreció él enterrando sus labios en el hueco entre sus senos, mordisqueando la pequeña flor pintada allí. Cuando ya se había ido, pareció que le concedía el permiso para abrir el primer botón de su túnica. Él comenzó a ronronear mientras trabajaba su camino hacia abajo, extendiendo las dos mitades de la prenda fuera, sus ojos celebrando con los tesoros revelados. Las vides le llevaron alrededor de la parte inferior de su pecho. Siguió el camino de regreso a su ombligo, y la punta de su lengua ahí la hizo arquearse hacia arriba.

― ¡Jesucristo!

― ¿Quién? ―Edward se detuvo, sus ojos brillaban en la penumbra.

―Un nombre de Dios ―, dijo Bella. ―Por favor no te detengas.

Su rostro se relajó y volvió a su trabajo, sin prestar atención de ella retorciéndose y jadeando. Sus garras enganchadas en los laterales de sus pantalones y ella escuchó la tela romperse, pero eso fue lejos, distante y sin importancia. El tejido del propio universo podría haber sido rasgado en dos, y a ella no le hubiera importado. Su lengua estaba en sus muslos y sus ronroneos parecían estar haciendo algo para sus adentros que daban como resultado un total apagón y nada más importaba.

―Hueles tan bien ―, gruñó.

¿El iba a-?

Oh, Jesús...

Ella había oído hablar de eso antes, por supuesto, pero nunca se imaginó la increíble, impactante intimidad del acto. Su lengua áspera en sus partes delicadas creó una extraña tensión, envuelta en su interior, que crecía y crecía y luego explotó magníficamente en ondas de placer pulsante. Su cabeza estaba zumbando. Ella estaba flotando. Ella estaba volando. Ella se estaba ahogando en un río de sensaciones que crecía a alturas imposibles, hasta el punto que pensó que moriría de la misma, y las explosiones sólo la llevaban a nuevas alturas donde comenzó todo de nuevo.

La carne fría y desnuda de Edward cubrió la suya. Un fragmento de un pensamiento: - ¿había estado ella preocupada por algo? Eso no importaba ahora.

Oh, Dios... su cabeza cayó hacia atrás y ella se sintió a sí misma extendiéndose a su alrededor. Él se movió tan lento, tan dolorosamente, agonizantemente lento. Sus uñas se clavaron en los duros músculos de su espalda. Trató de empujar sus caderas hacia arriba para obligarlo a moverse más rápido, pero él los clavó a los cojines con sus manos. El sudor se había desatado en su frente y sus músculos temblaban bajo sus dedos.

Dejó caer su cabeza al lado de la de ella, su respiración áspera en su oído. ―Ah, Bella... Diosa Suprema… no tenía ni idea ―. Él gimió, sus rasgos rígidos con tensión. Sus caderas estaban niveladas contra las de ella y él quieto, jadeando. Bella sintió un lejano dolor en lo profundo de ella, una pequeña punzada, que desapareció rápidamente bajo un nuevo tsunami de sensaciones. Sus caderas estaban perfectamente quietas, pero ella podía sentir las rítmicas ondas pulsantes de movimiento dentro de ella. La intensidad era casi aterradora. Ella sintió sus dientes hundirse en la unión entre su cuello y su hombro, y ella sentía como si su cuerpo pudiera simplemente salir volando si él no la ayudaba a mantenerlo unido, el peso de su cuerpo, lo único que le impedía a ella de estallar a través del techo.

―Edward ―, sus ojos se abrieron con asombro cuando una nueva ola la golpeó y luego ella se había ido, su mente hizo cortocircuito, simplemente flotando en un mar fundido de dicha.

Poco a poco, ella lentamente volvió a sí misma, pensamientos coherentes y el movimiento imposible de alcanzar. Edward ronroneaba a su lado, acariciándola, acariciándole el pelo, su rostro, su cuerpo.

―Te amo ―, él dijo.

Ella quería responder de la misma forma, pero lo único que pudo hacer fue darle una sonrisa lánguida antes de caer en una cálida piscina de sueño.

.

.

Bella podría haber contado con una mano el número de veces que dejó el nido en los siguientes días. Edward, también. Eran verdaderos adictos, incapaces de curiosear lejos durante más tiempo de lo que lleva correr al baño o tomar un trozo de comida, llevada por el complaciente Jacob, para estar de vuelta en el nido para compartir. Fue solo cuando Alice deslizó una nota por debajo de la puerta que decía: ―ENVÍA FUERA A BELLA O VOY A ENTRAR ―, que ellos admitieron de mala gana que había un mundo exterior al que probablemente deberían regresar.

Bella cojeando por el pasillo a los baños con Tanya, quien disparaba sus sonrisas divertidas, a su lado. Sí, tal vez había exagerado un poco, porque todos los músculos de su cuerpo -incluyendo unos que ella nunca había sabido que tenía- le dolían.

Alice estaba ya en "su" piscina de baño cuando Bella pasó a través de la puerta arrastrando los pies. Ella silenciosamente señaló a un vaso de agua y un frasco de píldoras colocadas en el borde, y Bella agradecida tomó un par. Ella se introdujo en el agua, haciendo una pequeña mueca.

―Me estaba preocupando de que ustedes dos pudieran morir de hambre allí ―, dijo Alice. ―Gracias a Dios que Jacob se acordó de alimentar a tu zorbe.

¡Oh, Jesús! Ella era una irresponsable dueña de mascota. Bella se llevó la mano a su frente.

―Pero yo no te saque de la cama para hablar sobre tu vida sexual. Tengo que decirte algo ―. Alice tomó una respiración profunda. ― ¡Estoy embarazada!

Bella gritó tan fuerte que Tanya automáticamente se puso de pie, moviendo su bastón y paseando su mirada por la habitación, buscando el peligro invisible.

― ¡Lo siento, lo siento! ― dijo Bella, tanto a Tanya como a las asustadas mujeres que se habían revuelto tan pronto el bastón comenzó a volar. Tanya le dirigió una mirada descontenta y se acomodó de nuevo en el suelo.

― ¡Oh, Alice, estoy tan feliz por ti! ―dijo Bella.

Alice sonrió tan ampliamente, que era imposible ocultar sus dientes. ―Tenías razón, Bella. El médico fue capaz de solucionarlo en poco tiempo. Sólo una pequeña cicatriz, dijo él. ¡Estoy tan feliz! ― Alice saltó en el agua. Bella alcanzó a ver su vientre y se quedó sin aliento, en estado de shock.

No había forma de que Alice pudiera estar así de embarazada. Ella parecía que tuviera cuatro o cinco meses y su estómago había sido tan plano como una tabla hace tan solo unos pocos días atrás. Bella la miró, horrorizada, pensando que debía haber algo terriblemente mal.

Las manos de Alice acariciaron su vientre. ―Está bien, Bella. Sus bebés crecen muy rápido y el embarazo sólo dura unos cuatro meses.

Bella se relajó. ―Wow, eso es una ventaja.

Alice la miró de cerca. ― ¿Cómo te sientes esta mañana?

―Bien. ¿Por qué?

―Por nada ―, dijo Alice alegremente.

A la mañana siguiente, Bella supo por qué ella había preguntado. Se despertó como de costumbre, se acurrucó en el pecho de Edward, pero era demasiado pronto. Él todavía estaba profundamente dormido, por lo que no había sido su estruendoso ronroneo lo que gentilmente la había llevado al desvelo. Lo que la había… -¡Ugh! Náuseas la golpearon como un puño y ella salió a toda prisa del nido, desbocada hacia el cuarto de baño. Apenas lo hizo a tiempo. Edward estaba justo detrás de ella, él siempre se despertaba si ella dejaba el nido.

―Bella, ¿qué es eso? ―preguntó.

Ella le respondió vomitando de nuevo, devolviendo sin poder hacer nada hasta que su estómago estuvo completamente vacío y luego un poco más por si acaso. Él se lanzó hacia adelante y tomó su pelo, quitándolo del camino y frotando suavemente su espalda.

Parecía haber terminado. Él de mala gana la dejó y fue a buscar un vaso de agua. Ella lo tomó agradecida, agitó y botó un boche de su boca, y luego tomó un pequeño sorbo y eso fue un error. Eso volvió y trató de traer a sus amigos.

―Voy a buscar al médico ―, dijo Edward.

Ella no estaba de humor para discutir. Ella tiró de la cadena y se acarreó a sí misma, tambaleándose sobre sus pies. Ella podía oír su voz mientras hablaba en el intercomunicador sobre la pared. Trató de hacer su camino de regreso al nido sólo para encontrar a sus rodillas cayendo a la mitad del camino al suelo.

― ¡Bella! ―Edward estaba al otro lado de la habitación en un instante, atrapándola antes de que cayera al suelo.

―Jódeme ―, jadeó ella.

Edward tenía dudas. ―No creo que ahora sea un buen momento...

Bella cerró sus ojos. ―Es una expresión, Edward.

― ¡Oh, ya veo! ―Edward asintió con la cabeza y ella podría decir que él no tenía idea de qué demonios estaba hablando. Él se puso un par de pantalones y ayudó a Bella con su ropa de dormir.

Ella había visto al médico una vez, cuando trabajaba en el tronco de Emmett después de la des-colaficación o amputación o como se llame.

― ¿No se siente bien, Emperatriz? ―, preguntó. ―Tu compañero me dice que vomitó varias veces.

―Creo que me volví completamente al revés en un momento dado ―, se quejó Bella.

― ¿Podría haber sido algo que comió? ―, preguntó Edward. Retorciendo la punta de su cola en ansiedad.

―Posiblemente ―, dijo el doctor jugueteando con su pequeño dispositivo de control remoto.

―Bueno, usted no está siendo útil ―, dijo Bella sarcásticamente. Ella inmediatamente se arrepintió. ―Lo siento. No quise decir eso.

―No te preocupes por eso. No te muevas, por favor ―. Él corrió el dispositivo a través de su cuerpo, rozando aproximadamente a una pulgada por encima de la superficie. Edward gruñó suavemente, obviamente tomándolo como una ofensa las manos de otro hombre tan cerca de su cuerpo. ―Voy a necesitar una muestra de sangre ―dijo.

Bella se subió la manga y apretó un puño. El médico le dio una mirada extraña, agarró la mano y le pinchó el dedo.

― ¡Ay!

Edward gruñó y saltó en frente de ella, con la cola azotando el aire.

―Todo hecho ―el médico les aseguró, colocándose lejos de Edward. El dispositivo sonó y él dijo: ―Ah, ahí está... ―Miró las lecturas y les sonrió. ―Estás con bebé, Emperatriz.

― ¿Embarazada? ―Bella se quedó estupefacta.

―Sí, sólo unos pocos días a lo mucho, pero lo suficiente para lanzar la química de tu cuerpo al caos ―. Él comenzó a ofrecer sugerencias sobre cómo combatir la náusea: pedazos de pan conservados en el nido para comer antes de levantarse, instrucciones sobre su dieta... Ella estaba contenta de que Edward pareciera estar prestando especial atención, porque ella no lo hacía.

Su mano presionada contra su abdomen. Un bebé. De vuelta a casa, ella había pensado que los niños no eran una posibilidad, tanto como ella amaba a los niños. Ella no había querido pasar a lo largo de sus problemas mentales y la rotundamente negación de Mike a considerar siquiera la idea de la adopción.

Un bebé.

¡Un bebé!

Ella echó sus brazos alrededor de Edward. ―Lágrimas de felicidad ―, le advirtió y sollozó contra su pecho. Le oyó decir algo al médico y cerrarse la puerta. Edward la levantó y los colocó a ambos en el nido, acurrucándose con Bella, ronroneando, frotando su espalda mientras ella lloraba.

―Te amo ―, él dijo. ―Te amo.

 

Capítulo 4: El Secreto mas Oscuro Capítulo 6: Acelerando

 
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