Escrito en las Estrellas (+18)

Autor: Fanfiction Addiction
Género: Ciencia Ficción
Fecha Creación: 29/03/2013
Fecha Actualización: 30/08/2014
Finalizado: SI
Votos: 15
Comentarios: 18
Visitas: 110131
Capítulos: 33

Traducción: Edward es el rey de una raza en extinción, su planeta es desgarrado por la guerra civil. Bella es secuestrada y llevada a convertirse en su esposa.De estudiante de la universidad a reina... ¿Podrá aprender amar a este hombre extraño y ayudar a salvar a su pueblo?

 

Escrito en las Estrellas es un fanfic original de Lissa Bryan y traducido por Fanfiction Addiction con el debido permiso de su autora.

 

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Capítulo 31: Como deber ser

Historia escrita por:Lissa Bryan

Traducido por:Salem Fabian (FFAD)

Beta:Verito Pereyra (FFAD)

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±

Bella encontró a Tanya en la habitación de los niños, inclinándose sobre su nido, cantando suavemente a los bebés para dormirlos. Bella se detuvo de momento con la boca abierta, antes de que pudiera hablar abruptamente. — ¡Tanya! ¿Qué estás haciendo aquí? ¡Estás... muerta!

—En cierto modo, sí —dijo Tanya—. Pero yo necesitaba verte, por última vez, antes de que me fuera.

— ¿Estás realmente aquí, o es un sueño? —.Tenía que ser un sueño, concluyó. Se encontraban en el palacio, y ella sabía que se había ido. Incluso los escombros habían sido retirados para la construcción de la plaza conmemorativa.

— ¿Puede ser ambas cosas? —Tanya preguntó, ladeando la cabeza, y con un indicio de sonrisa tirando de los bordes de su boca.

—Críptica como siempre —, se rió Bella—. Te extraño tanto.

—Yo también te extraño, pequeña reina, más de lo que puedes imaginar.

—Lo siento mucho —dijo Bella—. Yo te distraje. Si no hubiera gritado…

—No te disculpes por ser como eres —, dijo Tanya—. Pero, Bella, no puedes dejar que las lagrimas gobiernen tu vida.

Bella bajó la mirada, avergonzada. Desde su regreso de Dynal, Edward y Bella se había quedado en una habitación del templo, mientras que Edward buscaba un hogar adecuado para ellos. Bella no había abandonado el nido en días. Lo único que quería hacer era dormir, para escapar del dolor. La depresión era horriblemente familiar, así como era su reacción a ella. Edward había intentado convencerla, sin ningún resultado. Esme había probado dándole diversas dosis de varias hierbas, pensando que la causa fuera ligada a las hormonas del embarazo. Carlisle trató de hacerla hablar con él al respecto, pero sus respuestas de "la voluntad de la Diosa" y "todo sucede por una razón" le habían enfurecido. Él había estado profundamente conmocionado cuando Bella había dicho: —Bueno, si la Diosa tenía planeado matar a mi bebé, entonces que se valla a la mierda.

Edward había dicho ayer: —Te necesito, Bella. La Federación te necesita.

—Lo siento —pero en realidad no lo sentía. A ella no le preocupaba mucho nada.

—Si no te levantas, voy a tener que quedarme aquí contigo —. Y eso fue lo que hizo, deslizándose hacia abajo a su lado y poniéndose cómodo entre las almohadas.

—No seas ridículo, Edward. Tienes trabajo que hacer.

—Tú también —dijo sin rodeos.

Ella no necesitaba una dosis extra de culpa apilada encima de toda la mierda que estaba tratando de resolver. Había abierto la boca para hacer una réplica mordaz y luego se detuvo. Él tenía razón. Se suponía que debía ser su pareja y ella le había dejado llevar la carga solo.

—Vamos —dijo Tanya, y abrió la puerta. Debería de haber abierto el cuarto del nido de Bella y Edward pero no, salieron a la luz del sol de la pradera cerca de la casa de Didyme. Bella se dio cuenta de por qué le había parecido tan familiar cuando su cápsula había aterrizado allí: era el prado en el que había soñado que conocía a la Otra Bella, donde ella había aceptado en que la liberación de los drones valía un sacrificio sin nombre. ¿Si hubiera sabido lo que sería, todavía estaría de acuerdo? Se acordó de lo que Edward le había dicho cuando el Rey de Por Tangelo había propuesto un matrimonio de conveniencia entre sus hijos: él podía sacrificarse, y con mucho gusto, pero no podía sacrificar a uno de sus hijos.

Ahora podía ver la larga cadena de acontecimientos interconectados que los había traído hasta aquí y todavía no estaba segura de si debía verlo como coincidencia o como destino, "escrito en las estrellas", como Tanya había puesto. Si ella no se hubiera separado de Tanya en la escalera, ella nunca habría golpeado a Benjamín con la lámpara. Si él no la hubiera golpeado tan brutalmente que como consecuencia hubiera perdido a su bebé, Didyme nunca hubiera tenido piedad de ella y nunca habría filmado el video que había resonado tan profundamente en el pueblo de La Federación. Algún día, los libros de historia recordarían que ese video era el inicio de una cadena de acontecimientos que culminaron en la abolición de la esclavitud en la galaxia Forx, aunque la parte del drone llamado Jacob y su madre habría sido olvidada en la neblina del tiempo.

Bella oyó un crujido y se volvió para ver una pequeña figura flotando a través de la hierba. Era un pequeño chico Volturi con el pelo oscuro, entrevisto solo en destellos entre los largos tallos. Tanya se adelantó a su encuentro, recogiéndolo en sus brazos, con el rostro escondido entre sus hombros. Juntos, empezaron a cruzar el prado hacia la línea de árboles.

Bella los trató de seguir, pero sus pies estaban congelados en su lugar. — ¡No vayas! — lloraba—. ¡Por favor, no te vayas!

—Voy a cuidar de él —dijo Tanya—, tal como me lo pediste.

Bella dejó escapar un sollozo estremecedor.

—No, Emperatriz —dijo Tanya con suavidad—. No hay lágrimas aquí. Vaya ahora. Usted tiene mucho trabajo por hacer y faltan muchos, muchos años antes de que usted se una a nosotros. Por favor, no los gaste en dolor por lo que no puede cambiar.

— ¿Bella? —la voz de Edward la llamó desde la distancia.

—Ve con él —dijo Tanya—. Ve con él y deja que te consuele como él tiene que hacerlo. Él cree que lo culpas y su corazón esta sufriendo.

— ¿Qué? No, ¡no es su culpa!

—No es tuya, tampoco —dijo Tanya—. Y sin embargo te castigas de la misma manera, como si lo fuera.

— ¡Bella! —la voz de Edward sonó mas desesperada.

Las lágrimas se derramaban por las mejillas de Tanya. —Gracias —dijo—. Gracias por todo. Te quiero.

—Yo también te quiero. Ambos lo hacemos. Tanya miró al niño que dormía entre sus brazos y luego se giró, su figura esbelta pasó silenciosamente a través de los pastos. Bella cerró los ojos.

— ¡Bella! —Edward le dio unas palmaditas en la mejilla—. Por favor, Bella, ¡despierta!

—Ya estoy, ya esto —dije aturdida, tratando de mantener los párpados abiertos. La visión de su rostro la despertó por completo—. ¿Qué pasa? ¿Qué esta mal?

—No podía despertarte —dijo con voz áspera. Le acarició las lágrimas de sus mejillas. Pobre hombre... Ella debe haber estado llorando y balbuceando como una loca.

—Lo siento —dijo Bella—. Siento haberte asustado. Lo siento por muchas cosas.

—No tienes razón de por qué sentirlo.

—Pero si lo siento. Te he descuidado y he descuidado a La Federación.

—Tu corazón está sufriendo —dijo con lealtad, defenderla incluso en contra de sí misma.

—El tuyo también —dijo Bella—. Y he estado tan envuelta en mi propio dolor que no presté ninguna atención a tu sufrimiento.

Enterró su cara en mi cuello. —Amun me dijo hoy que habrían otros bebés. Él me lo dijo para hacerme sentir mejor, lo sé, pero estuve a punto de golpearlo. Como si un bebé pudiera ser reemplazado como un plato roto. Pero también siento como si no tuviera derecho a sentir tristeza, porque si hubiera estado en mis manos, no habría habido un bebé.

—Edward, podríamos pasar años intentando desenredar el "y si… ". Realmente no importa cómo hemos llegado hasta aquí. Todo lo que importa es cómo lidiamos con el presente.

—Tú no... ¿No me culpas por enviarte lejos?

—No, Edward, no te culpo. Estabas tratando de protegernos a todos nosotros.

—Tan pronto como las pruebas hayan terminado, me voy a llevar los niños a casa —dijo Edward—. Creo que es seguro ahora.

El último de los líderes rebeldes se enfrentaba a la justicia en los tribunales de Volterra. Por sugerencia de Bella, Edward había puesto su destino en la gente, se nombro a un panel de tres jueces ciudadanos para cada juicio, elegidos al azar, para presidir y decidir los veredictos. Había sido un movimiento muy popular y que estaban considerando la implementación del sistema de una manera más amplia, en el sistema de justicia penal.

El intento de asesinato de Felix había sido frustrado y su juicio se había terminado ayer, culminó con una sentencia de exilio. Esme había estallado en lágrimas de gratitud por las noticias de que no perdería a su último hijo. Ella había estado tan estresada por la situación que no se había dado cuenta de que el verdadero nombre de su nieto no había sido revelado, información que Félix había tratado de canjear por una sentencia reducida. Carlisle había decidido no decírselo a Esme, ya que era algo que no podía cambiar y solo le causaría dolor adicional.

—Sólo unos pocos días más y vamos a tener a nuestros hijos con nosotros de nuevo —dijo Edward—. Los he extrañado tanto.

—Me pregunto cómo les fue a Nessie y al pequeño Carlisle, estando separados.

—Ellos no están separados —respondió Edward—. Ambos se negaron a comer y comenzaron a enfermarse, por lo que Alice y Rose no tuvieron más remedio que reunirlos.

—Estoy preocupado, Emmett está teniendo el mismo problema —dijo Bella. El pobre Emmett ni siquiera estaba disfrutando de la aclamación popular que había venido de sus hazañas en el campo de batalla. El público, al parecer, lo había perdonado por el robo del templo y él era más popular que nunca, pero a él no le importaba. El trapeó y suspiró, y volvió a trapear un poco más, hasta que Bella lo tuvo listo para meterlo en una caja y enviárselo por correo a Rosalie, pero ella trató de no ser impaciente con él. Recordó lo mal que había estado sin Edward mientras él estaba incubando a los gemelos. Era difícil tratar de vivir con sólo la mitad de un corazón.

Edward acarició a Bella debajo de la oreja y empezó a ronronear con satisfacción. En apenas unos instantes después oyó cómo su respiración cambió al caer de nuevo en el sueño. Se dio cuenta de que no le había preguntado acerca de su sueño y se preguntó por qué, mientras miraba hacia la silenciosa oscuridad.

La tarde siguiente, fueron a la estación de salto con Esme y Carlisle para ver como era enviado al exilio Felix. Se puso de pie delante del puente, con las manos atadas detrás de él, con la barbilla levantada en señal de desafío, incluso cuando un secretario de la corte leyó su sentencia en voz alta al grupo reunido y retiraron ceremoniosamente su nombre de lista de ciudadanía de La Federación.

Esme lloraba suavemente en los brazos de Carlisle. Aunque la vida de Felix iba a ser perdonada, ella nunca lo volvería a ver. Él estaba siendo enviado a través del universo a un planeta pequeño, carente de vida inteligente, miles de años en el pasado. Allí, él haría su vida el resto de sus días, solo, sobreviviendo lo mejor que pudiera, su destino solo sería conocido "por la Diosa", como declaró el secretario. Se le dio una pequeña colección de elementos: un cuchillo pesado, un par de rocas que crean chispas al ser golpeado, y un texto de las escrituras de Volterra. Eso fue todo.

El operador del salto tomó a Felix por el brazo y lo llevó hacia la puerta de la nave. Felix miró hacia atrás por encima del hombro de su madre, que tenía a su sobrino en brazos, y su expresión se suavizó por un momento. —Tyler —dijo.

—Gracias —contestó Carlisle—. Ve con la Diosa, hijo.

Felix asintió con la cabeza y entró. La puerta se cerró detrás de él y un momento más tarde, el puente desapareció, sólo para reaparecer a los pocos segundos. El operador salió y los guardias entraron en el puente para ver que Felix no se había escondido en su interior. Ellos salieron con las manos vacías como se esperaba, y Esme lloró con más fuerza.

—Llévala a casa —dijo Bella a Carlisle.

Bella y Edward salieron a la calle hacia el pequeño elaborado vagón que les habían prestado para la tarde. —Antes de ir a casa —dijo— Tengo algo que quiero que veas.

Se dirigió al centro, a un lugar no muy lejos del palacio viejo. Se detuvo frente a un terreno baldío y detuvo el carro, ayudándola a bajar. Miró el terreno baldío sin comprender.

—Aquí es donde va a ser nuestra casa —dijo con orgullo.

— ¿Casa? —repitió Bella.

Los ojos de Edward brillaban con entusiasmo al describir sus características. — ¡Yo estoy construyendo una casa de la Tierra! Sacó de su bolsillo una pequeña fotografía de una casa de estilo Tudor construida en piedra. —Va a tener paredes gruesas para mantener el calor y una gran sala para tus baños. Rosalie y Emmett van a vivir aquí y Jasper y Alice se va a vivir en el piso de arriba —. Se paseó de una distancia a la parte posterior de la parcela. —Aquí estará la habitación nido, con los niños en una habitación aquí.

—Um, Edward, ¿vamos a permitir que el pequeño Carlisle y Victoria compartan la habitación siempre?

Él parpadeó. — ¿Por qué no?

Ella reprimió una sonrisa. —Por nada. Oh, Edward, suena hermoso. ¡No puedo esperar para verlo!

—Dos meses —dijo—. Debería estar terminado para entonces.

Una casa propia. Ella dio un paso hacia sus brazos y los dos en silencio observaron el lote. Sería su casa de ensueño, Bella pensó, y ni siquiera importa si se parecía o no a su diseño. Sería la casa de sus sueños porque tendría a este hombre y un fututo feliz que iba a compartir con su familia y amigos.

Emmett se paseó por la habitación en la que estaban esperando a Alice, Rosalie y los bebés. Su viaje al puerto espacial para recogerlos se había convertido en un desfile porque la gente había descubierto de alguna manera de que hoy llegaban a casa y se había alineado en el camino para animar a la familia real cuando pasara, sobre todo a Emmett, el Héroe de La Federación. Emmett estaba abrumado por la atención, parpadeando y saludando a la multitud con una expresión aturdida en su rostro. Una mujer corrió y se subió al carro para susurrarle algo al oído, Emmett abrió mucho los ojos.

— ¿Qué te dijo? —Bella preguntó, después de que él le dijera que no y ella hubiera retrocedido hacia la multitud con un gesto decepcionado.

—Ella... Umm... Me preguntó si yo era un Beta —dijo Emmett, mirando sorprendido y alarmado un poco. — ¡Creo que ella quería tener sexo conmigo!

—Dios mío, qué horror —respondió Bella, mordiéndose el interior de su labio para no reírse. Emmett miró a la mujer hasta que doblaron la esquina como si fuera a arrojarse de nuevo en el vagón y arrebatarle su virtud por la fuerza.

La nave aterrizó y Emmett rebotó alrededor de como una versión sobrecrecida de Tigger*. — ¡Rosey! ¡Rosey! —cantaba, e incluso a Jasper quien miraba intensamente la nave deseando que se diera prisa en abrir, le hicieron gracia.

Alice salió primero, con los brazos llenos de bebés. Empezaron a gritar en cuanto vieron a Bella y Edward, luchando con Alice por liberarse. — ¡Mami! ¡Papi! —Alice se rió y se rindió, depositándolos en sus pies. Corrieron, tropezando con sus pies y la cola, y Bella se agachó para recogerlos en sus brazos. Edward se sentó en el suelo junto a ella, su cola bailaba detrás de su cabeza. Calentitos y saltarines bebés, chillando de alegría, envolviendo sus colas alrededor de sus brazos, saltando sobre ella y Edward. Escondió sus lágrimas besando la parte superior de sus pequeñas cabezas. Era tan feliz tenerlos de vuelta, pero no podía dejar de recordar el que no estaba aquí. Edward entendió su emoción y le pasó un brazo por los hombros para confortarla.

—Wow, ¡has crecido tanto! —exclamó Bella. ¿Habían crecido tanto en menos de una semana? El pelo de Nessie era un poco más largo y parecía haber heredado los genes de su padre en ese sentido, ya que se disparaba en todas las direcciones su pequeño rebelde rojo-marrón pelo.

—Mamá... ¿dónde fuiste? —Carlisle demandó.

—Lo siento, cariño. Mamá tuvo que irse por un tiempo. Pero ya estoy en casa ahora. Alice, muchas gracias por cuidar de ellos.

— ¿Dónde está Rosalie? —Emmett preguntó, con sus ojos fijos en la puerta de la nave. Bella sabía sin mirar siquiera cuando Rosalie apareció, porque el rostro de Emmett se iluminó al ver a su compañera.

— ¡Emmett! —gritó Rose, avanzando por la pasarela.

—Uh-oh —dijo Emmett, su expresión cambio instantáneamente de éxtasis a una de culpable—. ¿Qué hago ahora?

Los ojos de Rosalie se abrieron y su mandíbula se apretó con furia. Llegó a su compañero y lo agarró en sus brazos en un abrazo feroz, plantando besos por toda la cara. — ¡Emmett! —Beso—. ¿En qué estabas pensando? —Beso— ¡Liderar la batalla! ¡Eres un estúpido, estúpido! —Beso. Beso—. ¡Podrías haber sido asesinado! —Beso. Beso. — ¡Espera a que te ponga las manos encima! —Beso. Beso.

—Ya tienes tus manos sobre él —señaló Bella—. En todo él, de hecho.

Rose se echó a llorar. Ella y Emmett se abrazaron, Rose sollozaba de alegría por estar de vuelta en sus brazos mientras lo llenaba de las amenazas de lo que iba a hacer con él si alguna vez se arriesgaba así de nuevo.

— ¿Qué es todo esto? —Jasper preguntó, quitando sus labios de Alice. Él estaba mirando a un montón de drones que iban caminando de un lado a otro, acumulando una enorme pila de bolsas en la parte trasera de la carreta.

—Me fui de compras —explicó Alice—. Bella necesitaba un nuevo guardarropa.

— ¿Todo esto es para Bella?

—Podría haber comprado un par de cosas para mí. Y Victoria. Y Nessie. Y Rose. Oh, Bella, no puedo esperar a que lo veas. Las túnicas son más cortas en la parte delantera esta temporada y...

Bella se rió entre dientes mientras Edward la levantó y la llevo al asiento del carro. Nunca sería capaz de ser tan entusiasta acerca de la ropa, pero si Alice era feliz comprando o comprándole a ella, fingiría por ella.

En todo caso, las multitudes que llenaban las calles eran más grandes en su viaje de regreso. Victoria estaba alarmada por el ruido y hundió la cara en el hombro de su madre. Nessie pareció fascinada y pasó el viaje yendo y viniendo en el asiento, mirando a la multitud y agitándolos de nuevo a ellos. El pequeño Carlisle se sentó en el regazo de su padre, y Edward le dejó "manejar" sosteniendo los extremos de las riendas. Emmett y Rose se echaron en medio de bolsas de la compra de Alice y no reaparecieron hasta que llegaron al Templo, y luego saltaron de la carreta y corrieron para el cuarto de Emmett.

— ¿A dónde va Rose? —preguntó el pequeño Carlisle, señalando.

—Para su nido, lo más probable —dijo Jasper.

Alice le pisó el pie. —Rose es muy cansada por el largo viaje, cariño —dijo ella, dando una mirada a un confuso Jasper.

—Sí, muy cansada a juzgar por su velocidad —añadió Edward, agitando su cola con diversión.

Se fueron a las habitaciones de Edward y de Bella y se echaron en su nido, mirando a los niños jugar alegremente entre las almohadas. Nessie balbuceó con entusiasmo, dándole a su madre una descripción muy larga y cargada de gran parte de lo que pasó en su tiempo lejos.

— ¡Vi un graaaaan pájaro! —señaló Nessie—. ¡Yo lo mate! —ella le demostró cómo curveando sus garras y abalanzándose con un gruñido en una de las almohadas, mordiendo el borde y moviendo la cabeza.

— ¿En serio? —le dijo su padre, sonando profundamente impresionado—. ¡Qué gran cazadora eres!

— ¡Lo hice! —Nessie dijo con orgullo—. ¡Pero Alice se puso triste!—Lo cual era claramente, una reacción extraña e incomprensible.

—Era la mascota de nuestro anfitrión, un toba-bird —dijo Alice con gravedad—. La pobre mujer lloraba.

Bella sintió lástima por ella, pero quedó impresionada, no obstante. Los tobas eran tan grandes como un pavo real, fácilmente del doble del tamaño de Nessie, con picos afilados y garras.

Hablaron hasta altas horas de la noche, poniéndose al día e intercambiando historias. Bella deliraba de escuchar al pequeño Carlisle contarle de los bichos que encontró en el jardín, que había descubierto (para horror de Alice) que eran muy sabrosos. Todos ellos debía haberse eventualmente quedado dormidos donde ellos estaban sentados, porque cuando Bella se despertó a la mañana siguiente le pareció que todo el mundo estaban todavía en el nido, Nessie estaba mordiendo su cola en su sueño de nuevo. Carlisle y Victoria se acurrucaron juntos con la cola enroscada. Cuando sus ojos se posaron en Edward y Jasper, Bella tuvo que meterse un puño a la boca para no estallar en carcajadas. Dio unos golpecitos Alice. Cuando abrió los ojos, Bella puso su dedo sobre sus labios y le indicó a Edward y Jasper, que estaban acurrucados juntos, como en el sueño dulce e inocente como los bebés. Alice puso una mano sobre su boca y ella y Bella se rieron en silencio.

Jasper fue el primero en abrir los ojos y darse cuenta de que el cuerpo cálido que él estaba sosteniendo no era el de su compañera. — ¡Aagh! —él jadeo hasta quedarse sin aliento, retrocediendo.

Los ojos de Edward se abrieron de golpe y empujó lejos a Jasper, mirándolo. — ¡Tú no eres Bella! —lo acusó, sintiendo claramente que Jasper le había engañado para recibir mimos.

Bella se rió hasta que las lágrimas corrían por sus mejillas, las miradas de confusión de los dos hombres la hicieron reír con más fuerza. Se sentía tan bien a reír de nuevo, estar alegre en compañía de su familia, reunidos como debe ser. Le dio esperanza. Sabía que ella no podría recuperarse totalmente de la pérdida de su bebé, pero ella podría ser feliz de nuevo.

 

 

Capítulo 30: El largo camino Capítulo 32: Ad Astra Per Aspera

 
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