Escrito en las Estrellas (+18)

Autor: Fanfiction Addiction
Género: Ciencia Ficción
Fecha Creación: 29/03/2013
Fecha Actualización: 30/08/2014
Finalizado: SI
Votos: 15
Comentarios: 18
Visitas: 110121
Capítulos: 33

Traducción: Edward es el rey de una raza en extinción, su planeta es desgarrado por la guerra civil. Bella es secuestrada y llevada a convertirse en su esposa.De estudiante de la universidad a reina... ¿Podrá aprender amar a este hombre extraño y ayudar a salvar a su pueblo?

 

Escrito en las Estrellas es un fanfic original de Lissa Bryan y traducido por Fanfiction Addiction con el debido permiso de su autora.

 

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Capítulo 11: Milagros

Historia escrita por:Lissa Bryan

Traducido por:Diana Méndez (FFAD)

Beta:Verito Pereyra (FFAD)

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±

 

La multitud se quedó sin aliento ante la declaración de Edward.

—Oh, no lo hiciste —dijo Rose, con su tono indignado y se puso de pie. Emmett la tomó por la cintura, tirando de ella hacia abajo y puso una mano sobre su boca. Le susurró al oído y ella se calmó un poco pero sus ojos estaban disparando amenazas de muerte a Edward.

Bella intentó mantener la calma pero sus ojos le ardían y tenía dificultad para tragar el nudo en la garganta. Sé una reina. No llores. No hagas una escena. Las reinas están en calma, solemnes. No asfixian a sus maridos con una almohada, no importa que tan tentadas se encuentren. Las palabras de Edward dañaban, pero ella entendía su sorpresa, su confusión. Por supuesto que él no podía creer que era el padre de la única niña Volturi en siglos. Estaba viendo una imposibilidad ante sus ojos.

—Carlisle, ¿tienes listo el lector de ADN? —Bella preguntó, con su voz sorprendentemente tranquila.

Carlisle miró hacia su mano y parecía vagamente sorprendido de que lo sostenía. —Sí, sí lo tengo.

—Por favor, úsalo.

Carlisle tomó la mano de la muchacha y le pinchó el dedo. Ella dió un pequeño silbido y clavó sus pequeñas garras en él y luego metió su dígito lesionado en su boca. La máquina pitó.

—Ella es Alpha Volturi —, anunció. Un murmullo de suspiros y susurros provino de la parte posterior de la sala.

— ¿Puede esto decir si Edward es el padre? —Bella continuó. Mantuvo su espalda recta y la barbilla alta.

—Yo… umm, sí. Sí se puede. ¿Edward?

Edward no respondió. Él parecía congelado, en estado de shock. Carlisle tomó la mano de Edward y le pinchó el dedo. En cuestión de segundos, la máquina sonó.

—Edward, es tuya —, dijo Carlisle, con suavidad.

Edward parpadeó. — ¿Cómo es esto posible?

Bella habló. — ¿Carlisle? Quiero declarar esto como un milagro.

Ahora era el turno de Carlisle de parpadear. — ¿Bella?

—Ve. Anuncia esto a la gente —, dijo Bella con firmeza. —Quiero decirles que es un milagro.

—Sí, sí... un milagro —, dijo él ausente, sin dejar de mirar a la chica. —Tengo que decirles.

Se puso de pie. —Por favor, todo el mundo... gracias por estar aquí con nosotros, pero ahora nos gustaría nuestra privacidad.

Tanya comenzó a arrear a la gente por la puerta, incluso a Alice y Rose. Alice protestó, preocupada de que Edward y Bella necesitaran a alguien para ayudar a suavizar las cosas pero Tanya se mostró inflexible. Rose pasó junto a Bella, y dijo entre dientes: —Si no pateas su culo, yo lo haré —. Empujó a Alice a la sala y cerró la puerta detrás de ellos.

Edward había recuperado algo de su color, pero todavía se veía en shock. Bella se sentó de nuevo, en el cojín a su lado. —Me gustaría que no hubieras dicho eso —le dijo, con su voz de suave reproche.

Edward se estremeció. —Por todas las Diosas, Bella... lo siento mucho —. Las implicaciones de sus palabras lo estaban hundiendo y se veía avergonzado. Su cola se retorció debajo de su pierna.

Ella no respondió. Se puso de pie y se dirigió a la cajuela, donde los artículos del bebé estaban almacenados y sacó dos túnicas pequeñas. Una de ellas había sido hecha por Esme, con su amor evidente en la atención a los detalles. No había pañales, el control de esfínteres se iniciaría inmediatamente debido a que los niños tienen el instinto de no eliminar lo que no pueden enterrar de sus residuos. Puso una sobre la cabeza de su hijo, suavemente metía los brazos a través de los agujeros. Mientras vestía a la hermana, él tiró de la tela con sus pequeñas garras, como si estuvieran tristes con este giro en los acontecimientos.

Una vez que Bella lo ponía de vuelta, rodaron uno en frente del otro. La niña tenía el final de su cola en su boca. Se la mordió y dejó escapar un grito asustado. Ella lo tiró fuera de su boca y miró su cola siniestramente.

—Bella, por favor —, rogó Edward. —Lo siento mucho.

Ella asintió con la cabeza. —Lo sé. Pero tu disculpa no me quita el dolor —. Bella cogió a su niña y la abrazó, apoyando su mejilla contra la parte superior de la cabeza del bebé.

—Yo no estaba pensando —, dijo.

—Todo esto es dolorosamente obvio.

—Sólo… que parecía imposible... Es que todavía parece imposible, a pesar de que la estoy mirando directamente a ella. ¿Es realmente un milagro, Bella?

El bebé agarró un pedazo de cabello de Bella en su puño regordete y tiró. —Esa es una explicación tan buena como cualquier otra.

Edward se arrodilló ante ella, con la cabeza gacha. —Por favor, perdóname por mis crueles palabras sin sentido. Sé que nunca me traicionarías.

Ella pasó sus dedos por el pelo. —Yo te perdono, Edward, pero va a ser difícil de olvidarlo.

Envolvió con sus brazos alrededor de ella mientras permanecía de pie, levantando sus pies con sus brazos. La llevó a su nido y la puso suavemente entre las almohadas. Bella equilibró a su hija encima de su estómago, trazando cada pequeño dedo con los suyos, maravillada por la perfección de la niña. Edward sacó al bebé niño de su almohada en la mesa y se detuvo en su tronco por un momento para tomar una pequeña caja. Él la puso en el nido junto a Bella y tomó la mano del bebé sumergiendo cada uña en un agujero en la caja. Salió recubierto de una goma suave. Lo hizo para ambos bebés, cubriendo las garras de sus dedos y pies para que no se rasguñaran uno al otro.

Reunidos en las almohadas, en medio de sus padres, los bebés se enrollaron alrededor como cachorros, luchando y haciendo los adorables y chirriantes rugidos. El corazón de Bella dolía de amor, lleno a reventar. Sus hijos. Ella era una madre. La ansiedad le torció el intestino. Ella no sabía nada sobre la crianza de los bebés, especialmente los bebés Volturi. ¿Y si ella los dañaba? ¿Qué sucedería si los niños fueron heridos por su ignorancia?

—Son tan hermosos —, dijo Edward, con su voz suave. —Gracias, Bella. Gracias por darme estos hermosos bebés.

Las lágrimas fluyeron de nuevo. —Edward, yo…

—Está bien —, dijo. —Entiendo.

El niño empezó a gatear fuera de Edward y este lo atrapó con su cola, lo levantó y lo llevó nuevamente a la almohada junto a su hermana. El niño tomó la cola de su padre en sus manos y la mordió como si fuera una mazorca de maíz.

— ¡Auch! —Edward sacó su cola lejos. —No muerdas —, dijo. El bebé le miró parpadeando, con sus ojos de color ámbar.

— ¿Cómo vamos a llamarlos? —preguntó Bella.

—Quiero a mi hijo como Carlisle —, dijo Edward. — ¿Te molesta?

Bella acarició la cabeza de su hijo, alisando el cabello suave, y susurró. —Es un buen nombre —, dijo Bella. —Y es apropiado para el lugar que ocupa en su vida y en tu corazón.

— ¿Y la niña?

Él negó con la cabeza. —Yo ni siquiera recuerdo los nombres de las mujeres Volturi, a excepción de mi madre —. Él le hizo cosquillas en el vientre de la niña y ella juguetonamente lo golpeó con sus pequeños pies. —Tal vez la Diosa ha perdonado todo lo que era pecado, cualquiera que haya sido, y alejó a nuestras mujeres de nosotros —. Hizo una pausa por un momento. —Creo que me gustaría nombrarla Nessie —, dijo.

Su chip traductor parece aceptar ese nombre que pronunció, pues no ofrece una traducción o un equivalente en inglés. — ¿Por qué Nessie? —Ella consideró hablarle del monstruo del Lago Ness y decidió no hacerlo.

—Significa romper el alba —, dijo. —Y eso es lo que es, el primer indicio del amanecer en el horizonte. Un nuevo día para nuestro pueblo y la Federación. Ella es mi primogénita, Bella. Ella será la emperatriz después de que nosotros nos hayamos ido.

— ¡Oh, yo pensaba que sólo los niños...

Él negó con la cabeza. —Siempre fue el primogénito, sea hombre o mujer. Sólo que no hemos tenido una mujer en mucho tiempo... —Él acarició suavemente con la parte posterior de sus dedos, el pelo cobrizo de su hija. —Esta pequeña cabeza algún día llevara una corona.

—Tenemos que mostrarla a la gente —, dijo Bella. —Todo el mundo se muere por ver a la primera niña de los Volturi en los siglos.

— ¿Se mueren? —Edward miró alarmado.

—Es una expresión, Edward. Significa que están muy ansiosos.

—Ah —, dijo Edward y asintió con la cabeza como si tuviera sentido. El pequeño Carlisle trató de arrastrarse otra vez y Edward le cogió, envolviendo su cola alrededor del tobillo del niño. Carlisle dio un tirón en la pierna un par de veces, estirando el cuello para ver lo que podría ser el impedimento. No podía librarse tirando de su pierna, así que se sentó a reflexionar sobre este problema. Se tomó la cola con los dedos y cuando no tuvo resultados, trató de agacharse y morderla pero no estaba lo suficientemente flexible y cayó hacia un lado. Nessie vio una oportunidad y la tomó, se abalanzó sobre su hermano con un pequeño y alto tono de gruñido.

—Ella será una feroz Emperatriz —, dijo Edward, con orgullo en su tono. —Mañana, Bella. Mañana vamos a mostrarla a la gente pero por ahora, quiero mantener a mi familia para mí mismo.

Edward bajó a la cocina para hacer un poco de alimento para sus bebés. -Él no confiaba en nadie más para hacerlo-. Alice debió haber estado al acecho en el pasillo, esperando una oportunidad, pues llegó pocos minutos después de haber cerrado la puerta detrás de él.

—Tienes que ver los videos del noticiero —, dijo Alice encendiendo la pantalla de visión. Eligió un video y Bella jadeó. Parecía a las imágenes que había visto del día VE*, después de que la Segunda Guerra Mundial terminara. Miles de personas se aglomeran en las calles, bebiendo vino, abrazándose, gritando y bailando. El video cambió a una imagen de una puerta, en cuya base se apilaba una gruesa capa de flores, frutas, botellas de vino, y regalos de bebé. Parecían las puertas de Buckingham después de la muerte de la princesa Diana.

—Ese edificio es el antiguo palacio —, dijo Alice. —Están dejando sus ofrendas allí, ya que no pueden venir aquí.

Bella miró la pantalla. — ¿Qué es eso atado a la puerta? —Se veían como pedazos de papel anudados con cintas a las barras.

—Oraciones —, dijo Alice.

Bella frunció el ceño. Qué extraño. El vídeo cambió de nuevo, esta vez mostrando el interior del Templo. Bella vio a Carlisle, de pie en el centro de la habitación sobre una mesa para que pudiera ser visto por toda la gente. No podía entender lo que estaba diciendo, pues quien estaba filmando estaba demasiado atrás en la sala, pero oyó los gritos y jadeos y vio a la gente caía de rodillas, como una ola de fichas de dominó.

—Como sumo sacerdote, sus palabras tienen mucho peso —, dijo Alice.

—Alice —Tanya le llamó desde la puerta.

Alice se levantó y fue a hablar. — ¿Qué pasa?

—Un mensaje: Jasper lo ha enviado para ti. Tu durice esta eclosionando.

Alice chilló y salió a la carrera. Bella casi comenzó a seguirla y entonces recordó que tenía dos bebés en su nido, ambos durmiendo, con las colas entrelazadas.

—Vaya —, le dijo Tanya. —Voy a ver a los pequeños.

Bella le dio un rápido abrazo y persiguió a Alice. Jasper estaba sentado en la mesa, con los ojos radiantes de alegría. Besó a su compañero y cruzó los brazos alrededor de ella. —Es rápida la eclosión* —, dijo Jasper y Bella podía ver que tenía razón. El durice se dividió por el centro y un brazo se agitó en el aire.

Rose se deslizó alrededor del marco de la puerta, jadeando. — ¿Llegué aquí a tiempo? —Ella fue seguida por dos sacerdotes en túnicas azules de luz, uno de ellos tenía un lector de ADN. Él estaba hablando rápido y en voz baja sobre cómo usarlo y Bella asumió que el más joven era un aprendiz.

—Justo a tiempo —, dijo Bella. El hombro del bebé apareció, seguido de su cabeza, cubierta de pelo corto, negro. Rose suspiró, poniendo su brazo sobre los hombros de Bella. Se sonrieron una a la otra, ambas felices por Alice y muy contentas de ver al nuevo bebé.

Jasper levantó al bebé del durice y dejó escapar un grito extraño, estrangulado. Estuvo a punto de dejar caer al bebé. Alice se precipitó hacia adelante y cubrió las manos con las suyas propias para apoyarla.

— ¡Santa mierda! —, dijo Rose con suavidad. —Otra chica.

El sacerdote más joven hizo un ruido extraño y pequeño, casi un gemido, y echó el cerrojo a la puerta.

Jasper se quedó mirando a la niña por un momento y luego se la entregó a su compañera. Se acercó a Bella y cayó de rodillas, bajando la cabeza hasta el suelo. —Gracias —, dijo. — ¡Gracias! —Se tocó la frente con el dobladillo de la túnica de Bella.

—Jasper, lo que... —Ella se apartó. —Por favor, no hagas eso. ¿Qué está pasando?

—Ustedes son la encarnación de la Diosa —, dijo. Sus ojos de color ámbar brillante hacia ella con algo incómodamente cerca de la adoración. El sacerdote, cuyos ojos desorbitados en estado de shock, se puso de rodillas delante de ella y se tocó la frente con el borde de la túnica al igual que Jasper lo hizo. Y para su horror, empezó a rezar por ella.

Bella se alejó, con el respaldo de la habitación al pasillo. Rose vino después de ella. — ¿Dónde está Tanya? —preguntó con sus palabras apretadas por la urgencia en su voz.

—En casa con mis hijos.

—Oh, mierda —, dijo Rose. —Parece que se corrió la voz —. Ella sacudió la barbilla en la dirección de la sala a la izquierda. Bella se volvió para mirar, y arrancó un grito ahogado de su garganta. Había una multitud de personas que se acercaban, con su asombrada cara. Había muchas personas, pegadas hombro con hombro, abarcando todo el ancho de la sala, donde no se podía ver el final del grupo.

—Voy a detenerlos, si deseas hacer una carrera —, dijo Rose con el rostro sombrío.

—No, no puedo correr —, dijo Bella. Se trataba de su pueblo, después de todo. Y las reinas no corren. Se puso de pie del suelo con la frente en alto. Respiró profundo y estremecedoramente.

El pasillo estaba lleno de gente. Rodearon a Bella y Rose, de rodillas en un círculo cada vez mayor a su alrededor. Las manos se acercaban a tocar el dobladillo de la túnica de Bella. Ella escuchó las oraciones, en murmullos y sollozos.

—Bendíceme un poco, Diosa —, le rogó a una mujer delante de ella, con las manos agarrando la túnica. Y así llegaron manos de muchos, y comenzaron a maniobrar por el espacio, empujando unos a otros por el camino.

—Esto se pondrá feo, rápido —, Rose susurró al oído. —Bendícelos y vámonos de aquí.

—No sé cómo bendecir a nadie —, le susurró a Bella.

— ¡Cristo! ¡Basta con inventar algo! —Rose demandó.

—Yo... Yo les pido que las bendiciones de la Diosa sea con vosotros —, dijo Bella, tendiendo su mano por encima de las cabezas del grupo.

—Y eso es todo, amigos. Ella los ha bendecido —. Rose se inclinó y puso un brazo debajo de las rodillas de Bella y otro por los hombros. Y la levantó tan fácil como lo había hecho con Alice y marchó adelante. La multitud se apartó para ella, la gente corriendo en sus rodillas. Las manos rozaban los pies de Bella, le tiraban la falda de la túnica que colgaba delante de las piernas de Rose. Rose aceleró y Bella asomó su cabeza por encima del hombro, mirando al grupo. Nadie las seguía. Se quedaban sentados en sus rodillas, con las manos extendidas.

—Bueno, eso fue jodidamente raro —, dijo Rose. Puso a Bella en sus pies. —Vamos a tu casa.

Bella la siguió por el pasillo. Más gente se arrodilló a su paso, con sus rostros reverentes y temerosos.

—No me gusta esto —, murmuró Bella a Rose. Echaba de menos a Edward. Le dolía el estómago de la ansiedad y el corazón le latía tan rápido que sentía que iba a desmayarse. Respira profundo. Mantén la calma.

Después de lo que pareció una eternidad, llegaron al nido de Edward y Bella. Rose cerró la puerta detrás de ellos y dejó caer una barra a través de ella, bloqueando el paso. Edward estaba sentado en el nido con una placa en la mano que llevaba trozos pequeños de carne. Mientras observaba, tomó un bocado entre las puntas de sus garras y lo depositó en la boca abierta de Nessie. Ambos bebés estiraban el cuello hacia él, sus bocas abiertas con hambre, como pajaritos, y con sus pequeñas manos aleteando entusiasmados.

—No, ya tienes una —, dijo Edward a Nessie. —El siguiente es para tu hermano —. Nessie cerró la boca y masticó, con un indicio de mueca en sus labios. Edward miró a Bella, con su cola balanceándose alegremente. — ¿Has visto al bebé de Alice? —, preguntó.

—Sí —, dijo Bella a través de un nudo en la garganta.

—Era una niña —, dijo Rose sin rodeos. —Y ahora los nativos están adorando a Bella.

Edward se echó hacia atrás, dejando caer la placa de su mano, los pedazos de carne se dispersaron sobre las almohadas. Nessie y Carlisle se arrullaron y trataron de recoger la comida pero su control motriz no estaba muy desarrollado.

Edward no sabía cómo reaccionar ante lo primero. — ¿Otra chica? ¿Ellos te están adorando? —, repitió.

—Uno de ellos me llamó Diosa —dijo Bella.

Edward se pasó las manos por el pelo y se puso de pie aún más violentamente de lo normal. —Tenemos que hablar con Carlisle.

—Me gustaría traerlo aquí si yo fuera tú, así no tendría que nadar a través de esa multitud —Rose sugirió.

— ¿Crees que fue algo que dijo? —preguntó Edward a Bella.

—Yo no creo que importe —, respondió Bella. —Jasper me llamó la encarnación de la Diosa y todo lo que escuché de Carlisle fue lo que dijo antes de que anunciara el nacimiento de Nessie.

Edward cerró los ojos.

—Estoy a punto de llenar mi ración de revelaciones impactantes del día —, dijo Bella. Se sentía tan cansada. Ella sólo quería acurrucarse con Edward y sus bebés, y pretender que el mundo se había ido.

—Me voy a casa para llamar Emmett —, dijo Rose. —Necesitamos del músculo. Tanya no será capaz de defenderse de todos ellos, a menos que ella comience a agrietar cráneos, y no creo que así lo desee.

—Sí, buena idea, gracias —dijo Edward, sonando aturdido.

—Nos quedaremos aquí hasta que las cosas se calmen —. Rose les dio una breve sonrisa y salió, abriéndose paso a través del grupo que se había reunido delante de la puerta.

Cuando ella regresó con Emmett, Bella y Edward, estaban viendo videos en la pantalla de visión, cada uno con un bebé dormido en su regazo. Los gemelos tenían las colas entrelazadas de nuevo, envuelto entre sus padres. Rose y Emmett se sentaron detrás de ellos, sus manos entrelazadas.

El video era de las reacciones a través de la galaxia. Celebraciones espontáneas estaban estallando en todas partes, los líderes de los países y los planetas estaban enviando sus felicitaciones y a continuación Edward contuvo el aliento con su pálida cara. —Es James —, dijo.

Bella se sorprendió por la forma normal del aspecto de James. Después de tanto tiempo oyendo hablar de él y de la forma en que había herido a Edward y apoderado de la rebelión, ella esperaba que él fuera... diferente. Tenía el pelo castaño claro, corto y un rostro agradable. La altura media, el tipo de hombre testigo de un crimen que tendría problemas para describirlo, porque no tenía un rasgo que lo destacara. Él era... normal.

Él habló a la cámara, con el labio ligeramente doblado, como si el tema de la bebé de Edward fuera de mal gusto. — ¿Si creo que fue un milagro? Bueno, he oído lo que se dijo pero no tengo ninguna prueba de que exista la tan llamada chica. Carlisle está cerca del emperador y diría cualquiera cosa que el emperador le diga.

— ¡Pero él hizo una prueba de ADN en presencia de testigos! —dijo alguien fuera de cámara.

— ¿Lo hizo? ¿Alguien realmente vio los resultados, o simplemente lo que Carlisle dijo que era? Por lo que sabemos, se trata de una broma elaborada para aumentar el apoyo a un reino moribundo. Su desesperación es más bien triste.

—Pero hay personas que vieron al bebé, estas personas no tienen ninguna razón para mentir.

James se encogió de hombros. —Ellos vieron a un bebé. La pobre niña podría haber sido alterada quirúrgicamente, o tal vez de la mujer-tierra ya estaba embarazada antes de su llegada. Hay cientos de explicaciones que no impliquen "milagros" —. Él se burló de la última palabra. —Pregúntese por qué la Diosa apoya a un régimen opresivo. Está claro que es el lado de la libertad que ella apoya, de lo contrario no estaríamos donde estamos ahora, a punto de hacernos cargo del liderazgo de este planeta.

La entrevista terminó, la imagen volvió a cambiar a las celebraciones en el parque al otro lado de la calle del palacio. Edward la apagó. —Tenemos que mostrar a Nessie a la gente.

—Pero, ¿cómo? ¿Cómo lo hacemos para poder mantenerla a salvo?... Esa multitud... tú no viste la forma en que se agarraron de Bella.

—Podríamos ponerla detrás de una ventana —, sugirió Emmett. —Podemos construir una habitación grande y así poder ponerla en una pared de cristal donde la gente podrá caminar y verla. Colócala allí desnuda para que todos puedan ver que ella es una niña.

Bella se estremeció, pensando en las quintillizas Dionne*. —No quiero poner a mi hija en un zoológico.

— ¿Qué es un zoológico? —Edward preguntó.

—Es un lugar donde la gente de la Tierra mantiene a los animales salvajes detrás de las paredes de vidrio para que la gente pueda ir a verlos. No quiero hacerle eso a Nessie, sobre todo, no desnuda. Eso es espeluznante, extraño y repulsivo —. Añadió las últimas palabras cuando vio que no entendían.

— ¿Por qué? —Preguntó Emmett. — ¿Por qué es extraño y repulsivo mirar a un bebé desnudo?

Bella se frotó la frente. — ¿Tienen pedófilos en su cultura?

Al parecer, no. Los dos se miraron confundidos. Bella les dio una breve explicación, concisa. Ambos reaccionaron con horror e indignación. Emmett comenzó a formar planes para rescatar a los bebés de la Tierra.

—Ellos no tienen una casa como nosotros —, dijo Emmett. — Ellos van a un hospicio. Rose me dijo. Lo único que tenemos que hacer es ir, agarrar a todos los bebés y transportarlos de regreso a casa.

—Emmett —dijo Bella con tanta suavidad como pudo. — ¿Podemos llegar de nuevo al tema que nos ocupa?

—Ah, sí —. Emmett se frotó la barbilla. — ¿Qué tal una reunión del Gran Consejo? Todos los miembros del consejo, además de los presidentes del planeta y de la nación de los gobernantes, si es que quieren venir. Podían ver a Nessie e informar a su gente que es real.

—Esa es una idea excelente —, dijo Edward y Emmett agachó la cabeza, tímida en gratitud.

Edward utilizó su cola para agarrar su libreta electrónica de una mesa cercana. Hizo unas cuantas notas. —Tenemos que hacer una prueba de ADN frente a ella. Vamos a examinar a Bella y a un drone, para que la gente vea que el dispositivo está funcionando correctamente y que alguien sea escogido al azar para hacerlo funcionar.

Bueno, tenían un plan. —Estoy cansada —, dijo Bella, que se estiró tanto como pudo sin despertar a Nessie. —Vamos a hacer una cama para Emmett y Rose para que todos podamos descansar un poco —. Ella estaba esperando a lo que prometía ser su primera noche digna de buen sueño en un mes.

Edward y Emmett trajeron almohadas extras del armario y las colocaron con cuidado, con la precisión de una neurocirugía. Emmett se arrastró en círculos encima de ellas antes de que se acomodaran. Rose, divertida, se dirigió al baño a lavarse los dientes. Bella fue en seguida, esperando afuera.

— ¿Cómo te sientes, de todas formas? —Rose le preguntó, sus palabras incomprensibles por el cepillo y la boca llena de espuma.

—Estoy bien —, dijo Bella. Estaba un poco sorprendida por este hecho. La vieja Bella, la Bella de la Tierra, se habría agrietado con tanta presión y estrés, mucho antes de ahora y se habría escondido en su dormitorio, durmiendo tanto como sea posible para evitar la vida.

—No creo que ir mañana a los baños sea una buena idea —, dijo Rose. —Probablemente deberíamos resguardarnos por un tiempo.

—No —, dijo Bella. —No voy a refugiarme aquí como si tuviéramos algo que ocultar. Estamos manteniendo nuestra misma rutina.

—No creo que sea una buena idea —, dijo Rose, escupiendo. —Pero voy a estar de acuerdo con lo que decidas.

—Gracias, Rose —dijo Bella en voz baja. —Eres una verdadera amiga.

Rose se encogió de hombros pero Bella podía ver un poco de rubor en los pómulos. —Mierdas interesantes suceden cuando estás cerca.

—Los Chinos tienen una maldición: ¡Ojalá vivas en tiempos interesantes!

Rose la miró a los ojos, con su rostro manteniendo la seriedad. —Bella, estoy empezando a creer que nuestra pequeña psíquica y tal vez incluso un poco en la Diosa de ellos. Algo está pasando, Bella. Algo grande.

Bella miró a su compañero, que gentilmente colocó a su hijo sobre una almohada en el nido. —Lo sé.

Bella estaba sentada en su silla, que estaba estacionada en el estrado de la enorme cueva donde ella y Edward tuvieron su ceremonia de apareamiento. Nessie estaba recostada en su regazo, moviendo el cabello de Bella. Bella había perdido el argumento acerca de la desnudez, Edward seguía insistiendo en que era necesario probar el primer elemento de su reclamación: que ella era una mujer. La silla había sido idea de Emmett, para tener a Bella más cómoda durante la "exposición", como la llamaba Bella. Emmett había cogido el objeto y lo posó sobre su hombro para llevarla a la cueva, tan fácilmente como si se tratara de una silla de jardín de plástico.

Él y Edward se pusieron a ambos lados de ella, Rosalie detrás de la silla de Carlisle y Tanya se arrodilló delante. Su bastón se mantenía en posición vertical al lado en su posición inicial y Tanya estaba tan tensa como una puta en una iglesia. Bella no estaba exactamente relajada. Quería coger a su bebé y correr como el infierno.

Esta mañana se habían proporcionado muchas revelaciones acerca de los bebés de los Volturi. Cuando el pequeño Carlisle empezó a rascar las almohadas con las garras de sus dedos del pie, Edward todavía adormilado, lo levantó con Nessie aún dormitando y se dirigió a la puerta, bostezando.

Bella levantó la cabeza, entornando los ojos hacia él. — ¿Adónde vas? —preguntó ella.

—Carlisle tiene que salir a la calle —, dijo Edward. —Voy a tomar a Nessie, también. Ella debería tener que ir por ella misma.

— ¿Qué vas a hacer ahí? Hace frío y sólo llevan las túnicas.

—Tenemos un área climatizada para los bebés —, dijo. —Bella, yo no creo que él se pueda esperar mucho más.

— ¡Oh, oh! —Bella finalmente se dio cuenta de por qué se va fuera. Y a continuación dio las gracias a los dioses de que ella no tuviera gemelos que se necesitaran pañales.

Cuando Edward regresó, bañó a los dos bebés con el roce de un polvo fino. Bella metió un dedo en el contenedor y descubrió que se sentía como un fino talco sedoso. Emmett estaba por allí, filmando lo que aparentemente era una ocasión trascendental en la vida de un bebé: el primer baño. Él y Rose les dieron regalos: a Edward, una bandeja de baño de madera bellamente tallada y para Bella, un cepillo suave con un mango de algún tipo de metal negro que nunca había visto antes. El cepillo se usaba después de que el bebé había sido bañado con el polvo para eliminar cualquier rastro en su piel. Edward le enseñó a hacerlo.

— ¿Dónde aprendiste a cuidar de los bebés? —Preguntó Bella.

—En la escuela —, dijo Edward. —Los voluntarios nos trajeron bebés para poder practicar el cuidado con ellos.

Alimentaron con el desayuno a los bebés, con más pequeños pedazos de carne que Edward había seleccionado de la cocina mientras que Bella vestía a los bebés con las mejores túnicas de los regalos que les habían dado. Nessie tenía un vestido de terciopelo rojo oscuro, y su cuello adornado con joyas. Carlisle vestía de amarillo -pues Edward dijo que era el color de un hombre-, con una túnica hecha a mano de un tejido con brillo metálico, que Edward dijo que era muy caro. Parecía que era rígida y áspera, pero se sentía como seda en las manos de Bella mientras ella trataba de meter los brazos agitando a través de los agujeros.

Ambos tomaron un bebé y se sentaron con la placa entre ellos. Bella nunca se había dejado crecer las uñas, por lo que entregaba la comida con sus suaves dedos entre los dientes afilados. Carlisle la cortó y cuando ella dijo — ¡Auch! —la miró avergonzado, con su pequeña cola caída. Fue increíble lo bien que los bebés podían comunicar lo que sentían y lo mucho que parecía entender de su nuevo mundo. Bella lo tranquilizó acariciando su mejilla y después empleó el método de tirar el pedazo dentro de su boca desde una distancia corta.

Más tarde, Edward puso a los bebés a dormir una siesta corta y Bella se fue a los baños con Rose. Estaban extremadamente llenas esta mañana pero la piscina de baño habitual todavía estaba esperando por ellas. —Ojalá Alice estuviera aquí —, dijo Bella. Alice estaba aún atrincherada con Jasper y su nuevo bebé, Bella les envidiaba. Tanya se mantuvo en la piscina todo el tiempo en que la gente se arrodillaba a lo largo del muro. Varias mujeres hicieron el ademán de acercarse a ellas pero se detuvieron cuando Tanya dio un paso adelante, con su bastón en la mano. Se lavaron rápidamente, sin remojo prolongado y escaparon de las miradas y susurros tan pronto como fue posible.

Ahora, eran un cuadro congelado, el Consejo y los políticos se hallaban mirando a su bebé como si fuera una especie de rareza médica en la pantalla. Nessie rodó sobre su vientre, agitando su cola, mirando con igual curiosidad a la gente que pasaba por allí.

—Entréguenosla —, ordenó uno de los presidentes.

—Cuida tu tono de mierda —, espetó Rose. —Estás hablando con la emperatriz de los Nueve.

—Por favor, Emperatriz —dijo el hombre, demasiado amable. — ¿Podría por favor entregar a su hija?

Apretando los dientes, Bella lo hizo. Él estudió a Nessie por un momento y luego caminó sin hacer más comentarios.

—Puto —murmuró Rose.

Cuando el último político la había examinado, Edward dio un paso adelante. — ¿Usted será uno de los que probará este dispositivo? —Levantó el lector de ADN.

—Yo lo haré —dijo el hombre que había exigido tan groseramente la entrega de Nessie. Pinchó el dedo de Bella no muy suavemente y luego leyó la pantalla. —Humana —dijo. El drone de Emmett, Seth, fue puesto a prueba en la siguiente. —Drone Volturi.

El hombre se acercó a Nessie y Bella sintió la necesidad de gruñir. Sus manos se cerraron sobre el resto del brazo. Nessie susurró al hombre. Cogió uno de los brazos que se agitaban y le pinchó el dedo.

Nessie le mordió.

Bella trató de no reírse, realmente lo hizo pero fue demasiado. Esa mueca adorable y a continuación: ¡CHOMP! Se dio a la risa en un ataque de tos, lo que probablemente no convenció a nadie.

Maldijo y le estrechó la mano, mirando la pantalla del dispositivo. —Alpha Volturi —, dijo lentamente. El dispositivo fue pasando de mano en mano entre ellos.

— ¿Alguno de ustedes dudan de que ella es mi hija? —Edward exigió. — ¿Que ella es la primera mujer nacida en los Volturi de la que se tenga memoria?

Silencio.

— ¿Alguno de ustedes cuestiona su derecho al trono de los Nueve?

Silencio.

—Entonces es así —dijo Edward simplemente. Bajó la vista hacia Bella, el amor brillaba en sus ojos. —Vamos a casa.

 

Capítulo 10: Preguntas y Respuetas Capítulo 12: Ajustes

 
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