Escrito en las Estrellas (+18)

Autor: Fanfiction Addiction
Género: Ciencia Ficción
Fecha Creación: 29/03/2013
Fecha Actualización: 30/08/2014
Finalizado: SI
Votos: 15
Comentarios: 18
Visitas: 110128
Capítulos: 33

Traducción: Edward es el rey de una raza en extinción, su planeta es desgarrado por la guerra civil. Bella es secuestrada y llevada a convertirse en su esposa.De estudiante de la universidad a reina... ¿Podrá aprender amar a este hombre extraño y ayudar a salvar a su pueblo?

 

Escrito en las Estrellas es un fanfic original de Lissa Bryan y traducido por Fanfiction Addiction con el debido permiso de su autora.

 

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Capítulo 7: Arrempentimiento

Historia escrita por:Lissa Bryan

Traducido por:Isa BetaTraductora Ffad (FFAD)

Beta:Verito Pereyra (FFAD)

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Alice sujetó fuerte a Bella hasta que su tormenta de lágrimas había pasado. Ella le habló a Jasper en voz baja y trajo un paño húmedo, usándolo para limpiar la sangre seca de la cara y las manos de Bella, y luego le trajo una taza de té de Esme. Bella lo aceptó, pero no bebió. En cambio, ella se quedó mirando en silencio en sus profundidades. Su mente no dejaba de repetir el gesto de terror en los indefensos ojos de Jacob antes de morir.

—Bella, tienes que ir a casa —, dijo Alice con suavidad. —Pobre Edward, está sentado afuera en el pasillo. Él se siente muy mal.

Bella no dijo nada.

—Tú eres una mujer adulta, Bella —, Alice reprendió. —Y los adultos no huyen de sus problemas.

—Alice, cuando tú marido mata a alguien en frente de ti, me atrevería a decir que la mayoría de la gente pondría correr, en la categoría de "buena idea".

Alice apretó una de las manos de Bella. —No le puedes tener miedo, Bella. Ya sabes que nunca te haría daño.

Bella tiró de su mano. Ella le dio la copa en sus manos, mirando sin verla realmente. —No, yo no le tengo miedo. En realidad no.

—Mira Bella, sé que has pasado por una situación traumática hoy, pero hay que recordar que Edward no es humano. No se le puede juzgar por los estándares humanos.

— ¿No es matar personas generalmente mal visto en esta sociedad?

—Matar gente, sí, pero Jacob no era una persona para ellos —Alice levantó una mano para detener a Bella antes de que pudiera hablar. —Sí, Bella, lo sé. Yo soy del mismo país que tú, mismo periodo de tiempo y de todo. Estoy de acuerdo contigo en que Jacob era una persona. Pero yo soy un terrícola de América. ¿De verdad vas a culpar a los hombres Volturi por no poseer la sensibilidad moderna de Estados Unidos?

—Carlisle está aquí —dijo Jasper, usando el mismo tono que Custer habría utilizado para señalar la aparición de tropas de apoyo. Había un video en vivo de noticias en la parte de arriba de su pantalla de visión y vio acercarse a Carlisle. Se levantó para dejarle entrar.

—Vamos a salir y darles un poco de intimidad para hablar —, sugirió Alice.

Jasper sacudió la cabeza. —Es mí deber quedarme y protegerla —. Él no dijo de quién, pero no era necesario. Abrió la puerta para admitir a Carlisle, que llevaba una túnica de color azul claro, su cola era un signo de exclamación de preocupación.

—Bella, ¿estás bien?

—Sí, estoy bien —dijo Bella de forma automática, a pesar de que ella se sentía lo más alejado de "bien". — ¿Edward te llamó?

—No, hemos visto los videos de noticias —Carlisle le dijo, tomando asiento en el suelo al otro lado de Bella. Sus ojos brillaban con preocupación. —Los medios de comunicación son salvajes con la especulación. Fuiste vista huyendo de la madriguera de tu cónyuge cubierta de sangre y Edward se niega a una declaración. Las personas están acudiendo a los templos para rezar, ellos creen que puedes estar perdiendo el bebé. El cuerpo del drone fue removido de su madriguera. Otros especulan que estabas teniendo una aventura y Edward te atrapó.

Bella se cubrió los ojos con una mano. —Oh, no...

—No te detuviste a pensar —dijo Carlisle. —La gente mira con avidez. Se inicia un fenómeno de tendencia cuando compras una funda de almohada para su nido. Por supuesto que estarían interesados en saber que has dejado a tu nuevo compañero.

— ¡No he dejado a Edward! —Bella protestó.

Carlisle miró a su alrededor con intención.

—No realmente... Quiero decir, reaccioné a correr…

—Edward piensa que lo dejaste —dijo Carlisle y Bella gimió. —Pediste el santuario, que no es algo que se hace a la ligera. Él está de duelo, loco por la preocupación. Si deseabas castigarlo, no podrías haber elegido algo más cruel.

Bella se sorprendió. —Yo no… No quise decir...

—Tú no piensas como un Volturi y él no piensa como un ser humano —dijo Carlisle suavemente. —Bella, ten piedad de él por favor. Actuó sobre el instinto muy poderoso de proteger a su compañera, su compañera embarazada. Eres tan valiosa para él.

—Te lo advertí —, interrumpió Alice. Carlisle le dio una mirada represora y ella se quedó en silencio.

—Tienes que ir con él —insistió Carlisle. —Edward es un tormento y no sé cuánto tiempo más podrá soportar estar separado de ti. Si carga contra la puerta, Jasper estará en el deber de tratar de detenerlo y él podría ser herido. Habla con él, Bella.

—Por favor —añadió Alice. Puso sus brazos alrededor de su compañero, con su pequeño rostro arrugado por la preocupación.

Bella asintió con la cabeza y se levantó. Independientemente de si estaba lista, no podía permitir que Jasper se pusiera en ningún peligro, sobre todo después de que él la había acogido en su casa. —Gracias Jasper, por darme santuario.

Él negó con la cabeza, un gesto que había aprendido obviamente, de Alice. —Es solo lo que debía haber hecho. Hice una promesa y no me la tomo a la ligera.

—Estoy muy agradecida —dijo Bella. —Alice, Carlisle, también. Gracias a ambos.

Ella respiró hondo y abrió la puerta.

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Edward se sentó en el suelo del pasillo fuera del cuarto de Jasper y Alice. Su cabeza entre las manos, totalmente perdido en cuanto a cómo reparar esta situación. Había sufrido una pérdida en su vida, pero el dolor nunca había sido tan grave como ahora que tenía una pared entre él y su amor, más allá de un límite que no podía cruzar. Si inhalaba profundamente, él podía percibir un soplo débil, persistente de su olor y si él escuchaba con atención, de vez en cuando se oía su voz aunque no podía distinguir las palabras. Se estiró hacia el sonido.

Al final del pasillo a unos pocos pasos, una multitud se escondía. Cuando venían demasiado cerca, tomaban fotografías gritando preguntas. Él les gruñía y se echaban de nuevo atrás solo para deslizarse lentamente más cerca. Tanya no fue de ayuda. Ella vigilaba la puerta y solo la puerta, su deber y la lealtad era con Bella. Ella ignoró a Edward.

Como lo había hecho toda la vida de Edward, Carlisle intervino para salvar el día. Trajo consigo un contingente de guardias del palacio, ahora utilizados para la seguridad general en la ciudad subterránea desde que Edward decidió vivir con sencillez, –él, inclusive, nunca le había mostrado el palacio a Bella, ya que sus excesos también le preocupaban–. Esme detrás, llevando una cesta de alimentos en sus brazos. Como siempre Esme reaccionó ante cualquier crisis, grande o pequeña, alimentando a los afectados.

Por orden de Carlisle, los guardias se cogieron del brazo y marcharon hacia adelante empujando a la multitud, ordenándoles que regresaran a sus casas o que se enfrentaran a detenciones. Hubo varias quejas indignadas y Edward estaba seguro de que los rebeldes tomarían gran parte en sus videos de propaganda, pero no pudo preocuparse por eso. La sala estaba vacía y silenciosa.

Esme se arrodilló al lado de Edward y lo atrajo en un abrazo. —Oh, Edward —dijo con tristeza acariciando su cabello. — ¿Qué has hecho?

Edward no respondió. Apoyó la cabeza en su hombro por un momento, absorbiendo un poco de comodidad. Observó, envidioso, como Carlisle se deslizaba en el interior.

—Él va a hablar con ella —le susurró Esme. —Simplemente deja que se calme. Bella te ama, Edward. Ella te ama mucho. Solo está confundida y alterada en estos momentos.

Edward rezó para que ella tuviera razón. Bella parecía tan conmocionada, tan horrorizada ante lo que había hecho y peor, se había negado a dejar que la consuele. Le dolían los brazos por su compañera, el instinto de consolar era tan poderoso como el de proteger. Se sentó y tiró de su pelo por la frustración.

Esme alcanzó a desenredar suavemente sus dedos. —Yo sólo te vi hacer eso una vez antes —musitó. Sus ojos se encontraron. Ella no necesitaba dar más detalles.

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Bella salió al pasillo. Sus ojos de inmediato buscaron a Edward y lo encontró sentado en sus pies, justo al lado del marco de la puerta, con los ojos ansiosos, evidenciando el dolor en sus facciones tensas. Esme le estaba acariciando la espalda, con una expresión de amor compasivo.

—Bella —susurró, poniéndose en pie.

—Vamos a casa —dijo Bella.

Tanya, en el lado opuesto del marco de la puerta, se levantó también y se quedó en silencio, con el rostro impasible. Bella quería abrazarlo, pero no estaba segura de qué tan bien recibida sería. Tanya se estaba convirtiendo en un constante apoyo en su vida, siempre estando ahí, sin importar la situación.

— ¿Te… te puedo abrazar? —Edward preguntó con voz vacilante, llena de nostalgia. Ella asintió con la cabeza y él con gratitud la atrajo a sus brazos, levantándola del suelo para poder enterrar la cara en su cuello. Ella lo sintió estremecerse. Bella puso sus brazos alrededor de su cuello y cerró los ojos.

—Lo siento, Bella. Lo siento mucho…

—Lo sé —dijo Bella.

Él la llevó de regreso a su madriguera y Tanya llevó la cesta que Esme insistió en que tomaran. Otra gente estaba esperando fuera de su puerta y se dispersaron cuando Edward gruñó. Cerró la puerta detrás de ellos con firmeza y puso el pestillo para bloquearla.

Los ojos de Bella se sintieron atraídos por el lugar en donde Jacob había muerto. El charco de sangre se había ido, el suelo de baldosas brillaba inocentemente y los regalos que habían captado el rocío de color rojo habían sido retirados. La idea de la sangre hizo que su estómago se sacudiera. Edward la dejó en sus pies y ella se lanzó por el cuarto de baño.

Cuando salió unos minutos después, miró a su alrededor por Edward. Él no la había seguido para sostener su cabello como de costumbre.

Él estaba detrás de un montón de regalos. Su torso estaba retorcido, mirando hacia atrás sobre su hombro, su brazo en movimiento de ida y vuelta. Bella caminó hasta el otro lado y exclamó con sorpresa cuando vio la sangre.

— ¡Edward! —. Corrió hacia adelante y le agarró del brazo. — ¡Alto! ¿Qué estás haciendo? —se quedó sin aliento. En su mano derecha llevaba un cuchillo. En su izquierda sostenía la cola, la que había sido cortada con la hoja.

— ¡Oh, Jesús —Bella respiró. Ella corrió a la pared, pulsó el botón de emergencia, abrió la puerta y le gritó a Tanya. — ¡Edward necesita un médico!

Ella cogió una manta del bebé fuera de la de las pilas y tiró de la tela frenéticamente.

— ¿Qué estás tratando de hacer? —Edward preguntó, su tono de voz tan suave y tranquila.

Ella empujó la tela en sus manos. Él la rompió con facilidad. Ella arrancó una tira larga y la envolvió alrededor de la herida. Sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Cristo, Edward, ¿por qué te estabas cortando la cola?

—Yo te la iba a ofrecer —dijo en voz baja.

Sus lágrimas se derramaron en sus mejillas. Él había estado castigándose a sí mismo. Al darle su cola, le estaba dando su orgullo, humillándose a sí mismo ante su reino.

—Yo no podría pensar en otra cosa que mostrarte cuánto lo siento —dijo. Se tambaleó sobre sus pies y Bella se lanzó a su lado para tratar de apoyarlo, pero no podría soportar su peso. Poco a poco se deslizó hacia abajo en posición de rodillas en el suelo, la cara pálida y cerosa. Ella oyó un golpe en la puerta y empezó a moverse para responder, pero él cogió la mano. —Por favor no me dejes. No lo puedo soportar.

— ¡Adelante! —gritó ella. Puso sus brazos alrededor de su cuello. —No me iré —prometió.

El médico –el mismo hombre que había diagnosticado el embarazo de Bella y curado del muñón de Emmett–, se abrió paso entre los montones de regalos del bebé. Bella se agachó y quitó el vendaje improvisado y luego dio un paso atrás frente a Edward para evitar estar demasiado cerca del médico.

—Diosa Buena, hombre. ¿Qué hiciste?

—Me la atrapé en una puerta —mintió Edward.

Bella podría decir que el médico no le creyó, pero no dijo nada mientras puso esferas en su dispositivo y apuntó a la herida. Bella miraba con una mareada fascinación como la carne se tejía de nuevo bajo la luz del dispositivo. El doctor le advirtió a Edward que todavía habría una buena cantidad de molestias y dejó una pequeña botella de píldoras que Edward intentó rechazar, pero Bella insistió en que las tomara. Ella sacó dos pastillas fuera, en su mano, y se las alargó con un brillo en sus ojos obstinados. Él se las tragó obedientemente.

Después de que el doctor se fuera, Bella guió a Edward al nido. Él aún estaba inestable, tropezándose y tambaleándose sobre sus pies. Bella se acostó con un suspiro y él se arrastró junto a ella, envolviéndola con su cuerpo enorme. Su pobre cola herida, envuelto alrededor de su brazo.

— ¿Me perdonas? —preguntó. —Cuando vi que te agarraba, mi mente quedó en blanco y mis instintos se hicieron cargo. Yo ni siquiera tuve tiempo para pensar antes… —él cortó las últimas palabras, mirándola con ojos desesperados.

— Jacob está muerto por mi culpa —dijo Bella con tono opaco. —Si yo no hubiera sido tan torpe… Si yo hubiera visto a dónde iba...

— ¡Misericordiosa Diosa, Bella! Por favor, no te eches la culpa.

— Y lo siento por el daño que te hice yéndome —continuó Bella. —Yo nunca quise causarte dolor y no entendía completamente el significado de ello. Yo no estaba pensando con claridad.

—Me lo merezco —dijo Edward. —Te asusté y yo maté al… Yo maté a Jacob —se corrigió en medio de una frase. —Sé que pensabas en él como un amigo.

Ella tomó una respiración profunda. —Edward, cuando empecé a ayudarte con el Estado, me dijiste que siguiera mi corazón, que confiabas en mí porque sabías que quería hacer las cosas bien. Ayudar a la gente para hacer la vida de nuestro pueblo mejor. Eso sigue siendo lo más importante para mí, pero quiero que se incluyan a todos los de nuestro pueblo —. Hizo una pausa por un momento. —Edward, quiero liberar a los drones.

Edward asintió con la cabeza. —Lo sé. Tú lo has querido desde el momento en que llegaste aquí —. Él le apartó el pelo de las sienes y se lo escondió detrás de las orejas. Su voz se suavizó, mientras las pastillas empezaban a hacer efecto. —Bella, esto es un cambio enorme para la Federación y tendrá que hacerse con cuidado para evitar una guerra, como en tu planeta.

Ella estaba sorprendida. —Yo no sabía que conocías algo de la historia de la Tierra.

—Algo. Hemos estudiado las diferentes formas de gobiernos, sus aspectos positivos y negativos. Recuerdo debatir hasta altas horas de la noche con Jam…—se detuvo. —Nunca te he dicho acerca de esto.

—No tiene que ser ahora si no quieres.

Él le acercó la cara contra su cuello y el aliento le hacía cosquillas mientras hablaba. Fue un poco difícil de seguir porque divagaba por la tangente, pero captó la esencia general de la misma.

—James era mi mejor amigo, más cercano que mi propio hermano. Carlisle era el mejor amigo de mi padre a pesar de lo diferentes que eran, y él y Esme fueron testigos del apareamiento de mis padres. James nació dos días después que yo y con nuestros padres tan cerca, crecimos juntos. Ya te he dicho que mis padres eran negligentes. Carlisle y Esme intervinieron y se hicieron cargo de las tareas de crianza y mis padres estaban felices de dejar que lo hicieran. Se les dio su libertad. Carlisle y Esme tuvieron dos hijos más, Cayo y Félix. Ellos idolatraban a su hermano mayor y siempre me molestaban para tomar la mayor parte de su tiempo y atención. James siempre fue más rebelde que yo, pero podía hablar como pez fuera del agua —. Echó una mirada al rostro de Bella para ver si ella entendía el idioma y continuó. —Carlisle era un padre para los dos, el que nos disciplinaba cuando nos atrapaba haciendo maldades y bromas, el que compró regalos para mí en el "día de intercambio" y él fue el que me tuvo que decir sobre la traición de James.

Edward suspiró y se movió un poco, metiendo a Bella más cómodamente contra su pecho. —Yo me he preguntado si los historiadores incluso recuerdan cómo empezó la rebelión —dijo. —Fue tan inofensivo al principio. La Push es sobre todo un planeta agrícola, con la minería es la industria más grande. La mayoría de ellos son minas de recursos, tales como los minerales que usamos para la generación de energía que no pagan impuestos. Alguien que posee una mina de recursos materiales los vende directamente al gobierno, pagado con los impuestos, y los recursos se distribuyen según sea necesario para las diferentes partes de la Federación.

Bella asintió con la cabeza. Una de las primeras cuestiones que había tratado como emperatriz fue un propietario de la mina pidiendo una exención temporal de los impuestos a causa de un derrumbamiento que tuvo que ser reparado. Bella se lo había concedido.

—De alguna manera, glowstones1, al igual que los de la túnica de la boda, fueron clasificados como un recurso, aunque su finalidad es estrictamente ornamental. Solo puedo suponer que debe haber sido un error de computadora porque nunca fueron atrapados, y los dueños de la mina desde luego, nunca ofrecieron la información. Quién sabe cuánto tiempo la situación hubiera continuado si mi madre no hubiera sido tan mezquina.

— ¿Qué quieres decir, mezquina? —preguntó Bella.

—Uno de los propietarios de la mina tenía un compañero y a mi madre no le gustaba, por eso se hizo una exploración para ver si podía encontrar algo para usar en su contra. Ella encontró el fallo en el sistema tributario y ordenó que se arreglara.

—Tenemos un viejo refrán: Una avalancha se inicia con el movimiento de una sola piedra. Los dueños cerraron las minas, lo que dejó a todos los mineros sin trabajo. Ellos pensaron que la protesta pública obligaría a mis padres a rescindir los impuestos. Las minas habían sido las principales fuentes de trabajo en muchos pueblos, así que cuando no existían salarios que se destinaban a las tiendas y mercados, ellos también cerraron. Y también lo hicieron las compañías de transporte que habían distribuido los minerales. Y se siguió difundiendo: a los proveedores que vendían productos a las tiendas, los agricultores que cultivan la comida. Una economía en su conjunto, casi derribada por una mujer que guardaba rencor, frente a ricos propietarios de las minas que se negaron a pagar impuestos sobre sus ganancias masivas. Los propietarios de la minas le dijeron a la gente que culparan al gobierno, alegando que los impuestos que habían puesto los habían llevado a la quiebra. La gente les creyó y comenzaron las protestas. Y a medida que más y más personas se quedaron sin trabajo, las protestas crecieron. Mis padres ignoraron por completo, tanto las protestas como la difícil situación de las personas.

—James y yo estábamos todavía en la escuela y las protestas fueron discutidas en las clases de nuestro gobierno. James siempre estuvo interesado en la filosofía y la política. Vio los excesos y la indiferencia de mis padres, pero en lugar de culparlos por su estilo de vida, culpó al sistema en sí de monarquía. En su opinión, era intrínsecamente malo tener un gobernante hereditario de una galaxia que consistía en planetas tan diferentes. Él quería salir de la escuela y unirse a los manifestantes, pero Carlisle no lo dejó. Entonces, un día dejó de hablar de política en absoluto. Me sentí aliviado porque pensé que James estaba a la cabeza y yo me alejé. Algunas de nuestras discusiones eran bastante acaloradas. Él entró en el programa de entrenamiento para ser un guardia de palacio en vez de quedarse en el estudio de política conmigo. Yo tenía la esperanza de convertirlo algún día en miembro de mi Consejo. Carlisle y Esme también estaban decepcionados, pero me dijeron que James tenía derecho a elegir su propio destino.

Edward se detuvo durante un buen rato, y Bella pensó que se había quedado dormido, pero luego volvió a hablar con voz tensa. —Carlisle llegó una tarde a sacarnos de clases a Emmett y a mí. Él fue quien nos dijo que nuestros padres habían muerto. Ellos asistían a una fiesta en una de las lunas de Volterra. Emmett y yo íbamos a ir, pero yo tenía una prueba en la tarde y había decidido en el último minuto quedarme, una decisión que me salvó la vida y la de Emmett, quien decidió quedarse y ser mi compañía. Su nave fue destruida por una bomba colocada por James. No me lo creía al principio, pero Carlisle me dijo que James le había enviado un video. Él dijo que lo único que lamentaba era que Emmett y yo no hubiéramos estado en el vuelo, porque no había sido capaz de destruir la monarquía en un solo golpe.

—Oh, Edward —dijo Bella en voz baja. Podía oír el dolor en su voz.

—James se unió a los manifestantes como lo había querido y con una gran "huelga contra la opresión", rápidamente ascendió en las filas de los dirigentes. No era solo una protesta más. Lo hizo en una abierta rebelión y era lo suficientemente inteligente como para ocultar a sus "soldados" entre la población civil. Yo podría destruir a un ejército, pero no puedo destruir una ciudad llena de mujeres y niños.

Edward la miró solemnemente. —La pérdida de James fue más duro que perder a mis padres, tan terrible como suena. Ellos eran figuras distantes en mi vida, estaban más interesados en estar en la punta de la moda que en sus hijos. La pérdida de James fue el peor dolor que he sentido hasta esta tarde cuando tú y yo, estábamos separados por una puerta que no podía abrir.

—Edward, lo siento —susurró Bella.

—No me pidas disculpas —dijo Edward. —Me lo merecía… Todavía me lo merezco. Bella, si te quedas conmigo, te juro que voy a pasar cada segundo del resto de mi vida tratando de lograrlo por ti. Te amo.

—Oh Edward, también te amo.

El la besó, apretando sus labios contra los suyos, una pequeña tentativa. Bella hizo un pequeño sonido de felicidad para hacerle saber que le gustaba y apretó sus brazos alrededor de él. Ella deslizó, con cautela, su lengua y le dio una pequeña lamida a su labio. Él se sacudió por la sorpresa, tirando la cabeza hacia atrás por un momento, pero regresó casi de inmediato. Ella lo hizo de nuevo y esta vez él le devolvió el gesto, su lengua rasposa rastreó su labio superior. Él los giró para encontrarse descansando en la parte superior de ella, apoyando su peso sobre los codos. Sus labios se deslizaron entre los de ella para viajar hasta la garganta, las manos de deslizaron por los botones de su túnica. Se quedó inmóvil allí por un instante, pidiendo permiso para proceder. Ella asintió con la cabeza, arqueando con un grito ahogado cuando mordisqueó su cuello.

Fue lento. Fue dulce. Fue poderoso. Edward se tomó su tiempo durante el viaje por su cuerpo, haciendo desvíos para visitar las atracciones especiales, familiarizadas hasta ahora con las manchas que la hicieron retorcerse de placer. Llegó a su destino y aparentemente decidió acampar, pasando horas manteniéndola en lo alto de la ola de placer. No fue hasta que Bella le exigió más, que poco a poco empujó su camino dentro de ella y Bella envolvió sus piernas alrededor de su cintura, mordiéndolo en el hombro con gritos de felicidad. Después, ella estaba demasiado cansada para hacer mucho más que darle una sonrisa soñolienta antes de que cayera en un sueño oscuro, sin pesadillas.

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Por la mañana, los montones de regalos fueron finalmente removidos. Un ejército de drones, los empacó en cajas grandes y por fin se los llevaron de la madriguera. Bella almacenó lo que ella quería tener en uno de los baúles, el mismo baúl en el que Edward había mantenido el cuello de Jacob. Incluso muerto, Jacob no podía salir a la calle sin estar debidamente etiquetado. Ella le preguntó a Edward lo que pasaría con el cuerpo de Jacob.

—Él va a ser quemado —dijo Edward, y por su tono, Bella supuso que no estaba hablando de una cremación respetuosa. No habría nada que dar a su madre si Bella lograba ubicarla, ninguna tumba que podría visitar.

Edward tenía esa mirada ansiosa en la cara y se retorcía hasta la punta de su cola. Bella cerró el baúl y se fue a sus brazos, apoyando la cabeza contra su pecho.

—Edward, yo te perdono, pero todavía estoy triste por lo sucedido. Voy a extrañar a Jacob.

— ¿Debo conseguir otro drone? —Edward preguntó tentativamente. —Necesitamos a alguien que limpie.

—No sé si eso… —Bella se detuvo. Ambos se dieron la vuelta, mirando hacia la puerta. Hubo una conmoción en el pasillo, la voz de una mujer gritando. Ambos se precipitaron a la puerta y Edward la abrió de primera. Tanya se paró frente a la puerta, protegiéndolos. Edward podría ver por encima de su cabeza, pero Bella tenía que mirar alrededor de la caja torácica.

— ¡Conozco mis derechos constitucionales! —gritó la mujer. —Si no estoy bajo arresto, usted no tiene derecho a detenerme. Quiero un abogado y mi maldita llamada de teléfono.

—No estamos en Kansas, señora —respondió Lauren, y ella parecía exasperada.

— ¡Entonces póngase en contacto con el consulado! Bajo el Convenio de Ginebra…

— ¿Qué está pasando aquí? —Bella exigió. Logró apartar a Tanya del camino para poder mirar bien por primera vez a la mujer. Ella era increíblemente hermosa, muy alta y escultural. Con sus rizos rubios y maquillaje dramático, parecía una chica de calendario de los años '50.

Un hombre que Bella nunca había conocido, corrió hacia delante. Tanya lo frenó y le advirtió con la mirada. —Mis disculpas, Emperatriz —dijo a toda prisa. —Hubo un mal funcionamiento y no sabíamos qué hacer. ¡Ella nos vio!

— ¿Quién vio qué? —preguntó Bella. —Empieza desde el principio.

—Lauren fue enviada a recoger a un compañero de la Tierra. Hubo una falla en el puente de camuflaje y esta mujer nos vio. No sabíamos qué hacer, por lo que la trajimos.

— ¿Puente? —repitió Bella.

—Eso es lo que ellos llaman a la máquina que transporta a gente por espacio plegable —respondió Edward.

— ¡Por el amor de Cristo! —dijo la mujer, rodando los ojos. —Bueno, me importa una mierda lo que salió mal. ¡Quiero ir a casa y quiero irme ahora!

Bella se acercó a ella y le tendió la mano. —Bella Swan, Emperatriz de los Nueve.

La mujer la tomó y le dio un apretón breve. —Rosalie Hale, muy enoja. ¿Qué demonios es este lugar?

—Estás en otro planeta —dijo Bella. —Y no se puede ir a casa. Lo siento —. Bella tenía una repentina punzada de simpatía por Lauren. Esto realmente fue un trabajo duro.

—Mire, señora —dijo Rosalie, agarrando el brazo de Bella. Gran error. Tanya trajo su bastón hacia abajo, golpeando el brazo de Rosalie al mismo tiempo que Edward gruñó. Menos mal que Tanya no golpeó muy duro a Rosalie. Ella podría haber roto el brazo de Rosalie con un movimiento de su muñeca, pero en cambio, solo le dio un fuerte golpe.

Rosalie sacudió su brazo. — ¿Qué coño, Pitufina? ¿De verdad solo me golpeaste con el maldito palo?

—Ellos reaccionan un poco exagerados cada vez que alguien me toca sin mi permiso —dijo Bella. —Rosalie, mira a tu alrededor. ¿Has visto alguna mujer tan grande o a hombres con colmillos y colas colgantes caminando en la Tierra últimamente? Sé que es difícil de aceptar. A mí también me pasó, pero en realidad estás en un planeta lejano y no hay vuelta atrás.

Rosalie miró a Bella como si le hubieran crecido dos cabezas.

Bella se volvió hacia Edward. —Creo que hemos resuelto el problema de si debemos o no tener un nuevo drone.

Edward la miró horrorizado. Él se acercó a Bella. —No me gusta —susurró. —Ella es promedio.

—Tiene miedo —dijo Bella. —Dale una oportunidad —. Se dio la vuelta para hablar con Lauren y las palabras murieron en su garganta. Lauren la miraba fijamente con los ojos negro y llenos de malicia. Bella se alejó, temblando.

Rosalie fue colocada en los cuartos de Jacob, por el pasillo. Edward torció la cola de nuevo, pero Bella dijo que serían un buen ejemplo para sus pueblos contratando a una persona en lugar de comprar un drone.

Rosalía tenía una mirada aturdida en sus ojos, pero se recuperó mientras Bella le explicaba sus nuevas funciones.

—No soy una maldita sirvienta —dijo.

—Es eso o la piscina de apareamiento —advirtió Bella.

Rosalie dio un respingo. —Realmente espero que no sea tan malo como suena.

Bella le explicó las bases de datos de ADN y los hábitos de apareamiento de los Volturi lo más brevemente posible.

—Eso no va a funcionar para mí —Rosalie dijo finalmente.

—Son muy persuasivos—dijo Bella, con un tono seco.

—No, estoy diciendo que no me puedo casar o aparearme o como sea que quieras llamarlo con uno de esos chicos. Soy lesbiana.

 

Capítulo 6: Acelerando Capítulo 8: Vitaminas

 
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