Escrito en las Estrellas (+18)

Autor: Fanfiction Addiction
Género: Ciencia Ficción
Fecha Creación: 29/03/2013
Fecha Actualización: 30/08/2014
Finalizado: SI
Votos: 15
Comentarios: 18
Visitas: 110140
Capítulos: 33

Traducción: Edward es el rey de una raza en extinción, su planeta es desgarrado por la guerra civil. Bella es secuestrada y llevada a convertirse en su esposa.De estudiante de la universidad a reina... ¿Podrá aprender amar a este hombre extraño y ayudar a salvar a su pueblo?

 

Escrito en las Estrellas es un fanfic original de Lissa Bryan y traducido por Fanfiction Addiction con el debido permiso de su autora.

 

www.facebook.com/groups/FFAddiction

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 25: Los ceros nos enseñaron el fósforos

Historia escrita por:Lissa Bryan

Traducido por:Diana Méndez (FFAD)

Beta:Constanza Moreno Inostroza (FFAD)

www facebook com / groups / betasffaddiction

Encuentra mas sobre nuestras traducciones en www. facebook groups/ FFAddiction/(Sin espacios)

±

—Tengo una sorpresa para ti —dijo Edward. Su cola se balanceaba alegremente detrás de su cabeza y su mirada de diversión era contagiosa.

Bella estaba sentada en el escritorio de Aro, en medio del tedioso papeleo que se había sostenido desde el ataque—. ¿Qué tipo de sorpresa? —le preguntó.

— ¡Ya lo verás! —Hizo una seña de levantarse y él la levantó en sus brazos. Le hizo cosquillas en la nariz con la punta de su cola solo para oír su risa y luego llegaron al final del pasillo. Se detuvo frente a la puerta de su habitación del nido—. Cierra los ojos —le ordenó.

Ella obedeció. Lo oyó abrir la puerta y él entró, girando un poco—. Está bien, puedes mirar.

Abrió los ojos y miró, comprendiendo su evasión. Había un árbol con hojas gigantes, púrpuras y oscuras en su habitación del nido, con sus ramas enredadas sobre media docena de lámparas. Sus raíces desnudas estaban extendidas por el suelo y se inclinaban contra la pared, las hojas superiores se doblaban cuando tocaban el techo.

Edward estaba mirándola con impaciencia, esperando su respuesta—. Wow, Edward, yo... um... no sé qué decir. — ¿Qué carajo? parecía conveniente, pero se veía tan emocionada que no quería frenar su entusiasmo con su desconcierto.

Ella miró a su alrededor y vio tres calcetines pequeños clavados en la pared por encima de la unidad de calefacción.

— ¡Es Navidad! —anunció—. En la Tierra, sería Diciembre. Alice me contó todo sobre el árbol con luces y los calcetines. Vamos a poner los regalos bajo el árbol para los bebés, pero se supone que deberíamos decirles que vienen de Santa Claus.

—Santa Claus —dijo Bella con voz débil.

—Sí, se supone que debe entrar por el conducto de la calefacción. Si te sientes bien, pensé que podríamos salir a comprar los regalos hoy.

Ella sonrió—. Eso suena encantador.

Esto fue parte de los esfuerzos continuos de Edward en pasar —tiempo familiar—. Insistió en que tomara frecuentes descansos, durante todo el día, para jugar con los niños o simplemente pasar el rato abrazados juntos en su nido. Ella sabía lo que estaba haciendo. Parte de ello era que ella necesitaba descansar, pero no dejaría de trabajar solo para sí misma, y si él lo plantea en términos de que su familia necesitaba su presencia, no podía decir que no. Y la otra parte era que él estaba construyendo recuerdos... por si acaso.

El tema quedó en el fondo de sus mentes, ensombreciendo cada conversación, dejando un desesperado nerviosismo en cada abrazo. Pero nunca hablaron de ello. Edward estaba haciendo todo lo posible para garantizar que esta fuera una época feliz, tanto para Bella como para sus hijos. Y a pesar de las tensiones del trabajo y la preocupación, era una época feliz.

A excepción de la debilidad persistente, Bella no se sentía peor de lo que tenía cuando llevaba a los gemelos. Ella en realidad tenía un apetito feroz y comía como un caballo, aunque el crecimiento del bebé debe de haber quemado sus calorías porque no estaba todavía aumentada de peso. Por la noche, ella estaba enganchada a una IV (1), solo para asegurarse de que estaba obteniendo los nutrientes suficientes para reemplazar lo que el bebé tomaba de su cuerpo. Estaba empezando a ser cautelosamente optimista acerca de sus posibilidades. Ella podría hacerlo después de todo.

Todavía vivían en la mansión de Aro, que tenía suficiente espacio para Jasper, Alice, Emmett y Rose, y un contingente de drones, que tenían el comportamiento de perros que han sido expulsados, y pateados a menudo. La familia de Aro había regalado oficialmente la propiedad al emperador, un movimiento popular y patriótico, pero por desgracia, el regalo vino como vino la expectativa de que el sobrino de Aro, Amun, a quien Edward no le gustaba de todo corazón, les permitiría mantener sus habitaciones y les daría una posición en el nuevo gobierno. Si hubiera sido una mera incompetencia por parte de una falla de Amun, que podría haber sido soportable, también era insufriblemente arrogante, el tipo que se negó incluso a contemplar la idea de que podría estar equivocado. Los drones le dieron un gran rodeo.

Alice se acercó a ver a los bebés por ellos mientras estaban fuera. Ella estaba un poco sola en estos días, con Jasper siempre fuera de la casa. Bella estaba preocupada que habían puesto demasiada carga en él, pero él le aseguró que estaba cerca de averiguar quién había en la defensa, las redes de comunicación y le dio garantía de que tal cosa no podía suceder de nuevo.

Alice vio el árbol y negó con la cabeza—. Traté de conseguir que te llevara al bosque a recoger uno que se pareciera remotamente a un árbol de Navidad, pero él quería darte la sorpresa.

—Por ahora, tuvo éxito —dijo Bella con una sonrisa.

—Tal vez pueda convencerlo para poner el pobre árbol en agua o algo así.

— ¿Con todas esas lámparas que cuelgan de él? De ninguna manera. —Tenía una visión como pesadilla de que si le daba la espalda por un momento, los bebés subirían al árbol, tocando las lámparas y/o metiendo a su hermano en el agua. Ella no sabía como la fuente de energía que alimentaba las lámparas reaccionaría al mojarse, pero desde luego no quería saberlo desde una manera trágica.

—Oh, acabo de recordar... —Alice dejó caer una bolsa de tela sobre la mesa—. ¿Te importaría que Rosalie y Emmett tomaran su almuerzo mientras estás fuera? Ellos lo olvidaron cuando salieron. Te diré un secreto: Esme escondió unas galletas con chispas de chocolate ahí, lo que no saben es que no le harán daño a 'Em'.

—Te amo —dijo Bella, con profunda sinceridad.

El servicio de trenes había sido restaurado y decidieron llevar la comida a Rose y Emmett antes de su excursión de compras. Volterra fue poco a poco volviendo a la normalidad, las ruedas del comercio giraban. El ataque había sido un shock profundo en su psique colectiva, algo que nunca se olvida, pero fueron poco a poco volviendo en sentido de normalidad, y tenían la firme determinación de que no permitirían que un tirano cambiara su forma de vida.

Tanya siguió a Bella, como siempre. Ella le había sugerido a Edward que pidiera un guardia, pero Edward había declinado. Estaba seguro de que podía protegerse. Rosalie dijo lo mismo cuando ella se acercó, pero Alice había aceptado y que ahora estaba bajo la sombra de un majestuoso hombre de Zafrina, una de las criaturas con cara de perro, como el que utilizaban para hacer funcionar el zorbe en el mercado de capitales.

—Quiero que le rasques detrás de las orejas y te dirá si es un buen chico —confesó Alice.

Emmett y Rose estaban trabajando en la excavación de la ciudad subterránea. No podían usar equipos pesados, debido a que el movimiento produjera vibraciones que podrían causar un colapso, por lo que el trabajo que se estaba haciendo a mano con los voluntarios. Para deleite de todos, los sobrevivientes habían sido encontrados entre los escombros una vez que limpiaron uno de los pasajes, pero no hubo derrumbes ni pasillos colapsados en todo el complejo. Era realmente algo digno de ver, la hermosa y glamorosa Rosalie llevaba un overol de trabajo y guantes, con el cabello atado en un pañuelo, y arrastrando rocas. —Es un gran ejercicio —había dicho ella cuando Bella se lo había comentado, pero Bella sabía que estaba siendo Rose, tratando de ocultar su corazón suave, al dolor de pensar en las familias atrapadas.

A Bella y Edward les hubiera gustado ayudar, pero Bella había sido estrictamente ordenada de no levantar nada y desde los derrumbes eran una posibilidad, y Emmett se había negado rotundamente a permitir que Edward ayudara en la excavación. Edward tuvo que admitir de mala gana que tenía razón. Las cosas estaban demasiado caóticas para que se arriesgara la vida del emperador.

— ¡Gracias a la Diosa! —Emmett dijo, cogiendo la bolsa de comida de Edward. Cuando él y Rose la habían visto, dejaron el equipo de trabajo. Se sentó sobre una roca grande y con entusiasmo se adentró en la bolsa—. Me muero de hambre.

—Hey, B. —Rose se quitó los guantes y se sentó al lado de su compañero. Él le dio su comida primero antes de atacar el resto del contenido de la bolsa con el fervor de una víctima de hambruna—. Me alegro de verte por aquí, ¿cómo te sientes hoy?

—Bastante bien, en realidad —dijo Bella. Miró con inquietud a la cuadrilla de trabajo—. Tengo que admitir que me siento culpable de ir de compras cuando todavía hay gente atrapada allí dentro.

— ¡Para! —Rose ordenó con la boca llena de pan—. Te mereces un descanso de vez en cuando. No puedes acarrear piedras, pero estás haciendo otras cosas que hacen que la Federación esté segura y protegida.

—Tal vez debería enviarte a patear el culo de James —dijo Bella—. Vi el video tuyo en la sala del trono Kebi, anoche. Todavía no puedo creerlo.

—Yo no iba a esperar que pudieras venir a buscarme —respondió Rose—. Jesús, Bella, te pierdes en tu propio palacio.

—Si estás esperando su patea-culos, me gustaría que comenzaras con Benjamin —se quejó Emmett.

— ¿Quién es Benjamin? —Bella preguntó.

Rose rodeó los ojos—. Un chico nuevo en el equipo. Algunos geeks nunca han realizado un trabajo de un día en su vida, a juzgar por la cantidad de quejidos y lamentos que hace. Pasa la mayor parte de su tiempo jactándose sobre toda la mierda que solía hacer en su computador. Deberías pensar que un chico que puede escribir un software, sería lo suficientemente inteligente como para saber las instrucciones de sobre cómo mover una roca desde el punto A al punto B, pero podrías estar equivocada.

—Él era el novio de Lauren —dijo Emmett—. Traté de quitarle un poco de trabajo, porque sé que tiene que estar de duelo, pero el tipo es inútil.

Edward se estaba impacientando y su cola seguía corriendo hacia atrás y adelante como un metrónomo—. Bella, tenemos que seguir adelante.

—Está bien. —Él la levantó y dio a Rose un pequeño golpe—. Te veré esta noche. Tengan cuidado.

—Lo haremos —dijeron Rose y Emmett al mismo tiempo. Rose sonrió a Emmett y le frotó la nariz cariñosamente.

El interior del mercador de Kwilute, en lo que Edward le dijo, era el lugar más grande en Volterra, pues se extendía por kilómetros en todas las direcciones. Edward no estaba tan familiarizado con este mercado como lo había estado con el de la capital, por lo que tenía que explorar un poco antes de encontrar los puestos de juguetes. A Bella no le importaba. Como siempre, el mercado era un desfile de gente interesante a futuro y en los había una amplia gama de mercancías fascinantes.

Edward eligió los juguetes con la misma determinación que tuvo en la elección de almohadas para su nido de incubación. Compró un conjunto de bloques de colores brillantes, pero solo después de examinar minuciosamente cada una de las puntas. Cuidadosamente apretó el zorbe, asegurándose de que no había puntos cortantes o piezas sueltas que puedan asfixiar a un bebé en caso de ingestión—. ¡Eso es tan lindo! —dijo Bella.

—Es un juguete de caza —explicó Edward—. ¿Ves las ruedas? Al darle cuerda, rueda por el suelo para que lo puedan perseguir y atrapar.

Bella puso su rostro entre las manos y negó con la cabeza. Ella trató difícilmente en no pensar en el ratón de juguete de cuerda que había tenido su gato en la Tierra, y falló, riéndose silenciosamente en sus palmas, mientras que Edward pagó por sus regalos.

En otro puesto, compraron juguetes de rompecabezas—. Parte de esto van a tener que construir —dijo, y un rayo repentino de frío y ansiedad tiraban en el estómago. ¿Estaría aquí para ver cuando los niños tenían la edad suficiente para jugar con ellos? Se dijo a sí misma que debía sentirse bien y no pensar en problemas basta a cada día su propio mal.

Edward pareció darse cuenta de que había dicho algo equivocado—. Creo que tenemos suficiente —dijo—. ¿Hay algo más que debemos hacer para la Navidad?

— ¿Tienes cinta y papel de regalo? —le preguntó.

— ¿Papel de regalo? —Por la mirada en blanco que él le dio, seguro Alice no había explicado esta parte.

— ¿Por qué se pone el regalo bajo el papel? —preguntó después de que ella le describe la función de la misma.

—Así se hace una sorpresa y porque la persona que recibe el regalo tiene el placer de desenvolverlo.

— ¿Arrancar el papel es divertido?

Bella se rio—. Siempre lo había pensado así cuando era una niña.

—Las cosas terrícolas son fácilmente divertidas —dijo. Él le sonrió, algo que estaba mejorando con la práctica. Al ver que siempre hizo que su corazón latiera un poco más rápido.

Se detuvieron en un puesto de carnicería, donde Edward negociado con el carnicero desconcertado, quería comprar carne en vez de papel para envolver los regalos. Bella tenía que estar parada atrás porque el olor de la sangre le revolvía el estómago.

— ¿Usted quiere solo el papel?— el carnicero repitió.

—Sí, es para que mis niños puedan arrancarlo de sus regalos —dijo Edward, como si fuera la cosa más natural del mundo.

El carnicero murmuraba en voz baja acerca de las costumbres extrañas, pero vendió lo suficiente como para envolver todas las cosas que habían comprado.

— ¿Emperador? —dijo Tanya mientras caminaban fuera del mercado, mientras Edward estaba cargado con sus compras. (Ni siquiera dejaría que Bella llevara el papel)—. Si me lo permite, me gustaría visitar el templo.

Eso sonaba como una buena idea para Bella. Esme y Carlisle se había trasladado al complejo del Templo Kwilute y si estaban en casa, podían tener una pequeña visita en la estancia mientras Tanya realizaba sus devociones. Bella esperaba que Edward llegara a un acuerdo inmediatamente, pero vaciló.

—Está bien —dijo finalmente, pero cuando llegaron al edificio, él le dijo que iba a esperarla en el vestíbulo del frente—. Edward, ¿qué tiene de malo? —preguntó Bella. Tanya les dio una rápida reverencia y se dirigió al altar.

Edward colocó sus paquetes en el suelo—. Nada, realmente —dijo—. Ve, adelante. Visita a Carlisle y Esme. Voy a esperarte aquí.

Ella le lanzó una mirada con la que le prometía que aquella conversación no había terminado y entró en la sala del altar. Carlisle estaba cuidando los cuencos del fuego ritual, añadiendo combustible a cada uno—. ¡Bella! ¡Hola!, ¿cómo estás?

—Estoy bien —dijo—. ¿Está Esme aquí?

—No, ella fue a comprar hierbas —dijo Carlisle.

— ¿Qué hace est... —la voz de Bella se interrumpió cuando notó algo por el rabillo del ojo. Frunció el ceño y se dirigió hacia él.

Carlisle la agarró del brazo—. Bella...

Ella lo sacudió y se acercó al altar nuevo. Colgado en la pared detrás de él, estaba un pedazo de cemento roto, cubierto de vidrio. Llevaba una huella sangrienta. Su huella sangrienta, para ser precisos. Lo reconoció por el dedo meñique, un recuerdo de la vez que se había caído y fracturado en el campamento de verano y nunca se había curado correctamente.

— ¿Qué es esto? —dijo entre dientes.

—Bella, no te enojes...

— ¿Qué quieres decir con 'no te enojes'? Por supuesto que estoy molesta. ¿Has hecho esto?

—No, no lo hice. Lo permití, porque el templo se supone que es abierto a todas las religiones.

— ¡No puedo creer esto! —Bella sacudió sus manos en el aire—. Carlisle, yo no soy una diosa. He tratado de ser respetuosa y dejar que la gente crea lo que quiera, pero esto ha ido demasiado lejos y tenemos que detenerlo.

—Bella, no necesariamente lo sabes…

—Oh, por el amor de Cristo. Creo que sí sabría si yo fuera una diosa.

—Hay cosas que no puedes explicar, ¿por qué tuviste a la primer niña Volturi en siglos?

—Alice lo hizo, en realidad —señaló a Bella—. Ella quedó embarazada antes de mí, ¿recuerdas? Mis durices apenas nacieron antes de la de ella.

— ¿Y qué hay acerca de tomar la mezcla herbal de Esme? —Carlisle la desafió—. Tú eres la única mujer a quien no le ha funcionado.

—Tal vez Esme cometió un error o algo así. Tal vez uno de los ingredientes había estado mal. ¿Quién sabe? Pero es ridículo atribuir una causa sobrenatural a todo lo extraño que me pasa cuando hay explicaciones racionales.

—Oh, Bella, no tienes fe en absoluto, ¿verdad? —dijo Carlisle, y su tono era tan triste que estaba desconcertado.

—Yo, bueno me... —Ella enderezó los hombros—. Supongo que tienes razón. Yo no tengo esa clase de fe. Realmente nunca la tuve. Si yo fuera una diosa, ¿no crees que sería más religiosa? Te lo digo ahora mismo Carlisle, como una emperatriz o como una diosa, lo que prefieras: yo quiero que esto pare. Toma esa maldita cosa. Ahora.

Carlisle se rascó la oreja con su cola—. Como emperatriz, no tienes poder de decir qué religiones se practican aquí. Tenemos libertad de religión en la Federación. Me acabas de decir que no eres una diosa, por lo que creo que también significa que no tendrás poder de mando aquí.

— ¡Argh! —Bella alzó las manos con disgusto y se marchó de nuevo al vestíbulo. Afortunadamente, Edward estaba en negociaciones con un devoto que se había detenido a hablar con el emperador y por lo que tuvo tiempo para calmarse antes de que él se reuniera con ella. Se obligó a respirar profundamente, incluso. Ella no quería añadir más tensión a la vida de Edward.

Los Volturi aparentemente no tenían cinta adhesiva. Bella pasó unos minutos describiendo lo que quería ('¿Es pegajoso de un lado?') Antes de finalmente rendirse y usar pegamento para sujetar el papel a la vez. Esto dio como resultado, por supuesto, que se cubriera con papel muchas partes de sus dedos, pero fue muy divertido. Edward nunca había envuelto un paquete antes, pero una vez que ella le mostró cómo se hacía, rápidamente superó sus habilidades. Sus paquetes estaban envueltos precisamente con esquinas perfectas, mientras que la de ella eran una especie de bultos y torcidos. No era justo, ella hizo un mohín. ¿Tiene que ser tan bueno en todo?

—Voy a ir a buscar a los bebés —él dijo, tan pronto como hubo terminado, y de nuevo ansioso, excitado con luz en sus ojos.

— ¿No vamos a esperar a la mañana de Navidad?

Su cola se cayó al suelo como una cuerda cortada.

—No importa —dijo ella—. Ve por ellos.

Estaba de nuevo en un instante con los brazos llenos de bebés. Alice lo siguió, sonriendo por su emoción. Nessie había despertado justo de una siesta y estaba un poco desilusionada por la salida y de que su descanso fuera perturbado por su padre exuberante. Ella puso mala cara y se frotó los ojos con los puños.

Edward los colocó en el suelo delante de los paquetes—. Ábranlos —Edward los engatusó. Los bebés miraron desconcertados.

Alice dijo: —Es posible que quieran que les enseñes. Ellos no están muy seguros de lo que quieres decir.

Victoria se dio la vuelta sobre sus rodillas y comenzó a arrastrarse—. Oh, no, no —dijo Edward, agarrando su cola y tirando de ella hacia atrás. Él dejó caer una caja en su regazo—. Ábrelo. —Se puso en una esquina del papel, y lo rasgó ligeramente. Victoria se apoderó de la pieza y sacó tímidamente. Ella levantó la vista para la aprobación de Edward y rompió un poco más.

Como si todos hubieran decidido al mismo tiempo que fuera divertido después de todo, los niños rasgaron el papel. Nessie cortó con las pequeñas garras la envoltura febrilmente, lanzándola en todas las direcciones. El pequeño Carlisle parecía haber heredado la naturaleza cautelosa de su padre y rompió el papel con cuidado, poco a poco.

Tan pronto como terminó Nessie de destruir el papel, ella arrojó la caja a un lado y se fue a buscar otro. Bella se rio y le quitó la tapa para demostrarle que había algo interesante dentro. Nessie sacó una manzana y rápidamente empezó a masticar.

El pequeño Carlisle había desenvuelto el zorbe de cuerda. Él golpeó los trozos de papel, mientras que Edward giró la llave y lo puso en el suelo. Este comenzó a andar a distancia y los tres niños corrieron tras él a cuatro patas, con colas en el aire, y con adorables gruñidos chillones. Fue Nessie quien lo atrapó, clavando sus garras en sus lados y hacia abajo masticando su cuello. Ella retrocedió ante la sensación de la piel sintética en la boca con una mueca. Cuando lo soltó, cayó de nuevo sobre sus ruedas, ando de nuevo y nuevamente los bebés fueron en su persecución.

Bella miró a Edward, sus ojos brillaban con una maravillosa mezcla de emociones: orgullo, alegría, amor y diversión. Ella apoyó la cabeza en su brazo y él se inclinó para besarla—. Te amo —dijo Bella—. Esta ha sido una maravillosa Navidad.

—Esto no ha terminado —prometió él. Se puso de pie y se dirigió a uno de los baúles de almacenamiento y sacó un artículo. Ella cerró los ojos, hasta que cayó en sus manos. Era la túnica brillante del día de su apareamiento. Había sido reparada tan perfectamente que casi no podía ver dónde estaba el daño que había sido hecho. Ella se lo quedó mirando, sin habla.

—Alice guardó la pieza —dijo—. En realidad, todo lo que tenían que reemplazar era la manga y algunas de las piedras.

—Lágrimas de felicidad —advirtió Bella, y luego estalló en un torrente de ellas.

Jasper llegó a casa a tiempo para la cena de esa noche y tenía algunas noticias interesantes—. Hemos estado preguntando por qué James ha estado tan tranquilo. Mis fuentes me dicen que él ha estado agotado por la pérdida de su compañera e hijo y Félix ha tomado el mando de los rebeldes. Están manteniéndolo encerrado en el palacio en Lapush porque está amenazando con venir solo aquí, y si es necesario, recuperar al niño así él no vuelva. Odio decir algo como esto, pero la muerte de Rachel es muy afortunada para nosotros. Ahora, los rebeldes están en un estado de confusión. Nadie sabe a quién apoyar y cómo hacerse cargo de James. Félix parece como la opción obvia, pero había otros en quienes James confió en mayor medida y ellos son los que empujan hacia adelante para tomar la delantera.

—Con James fuera de la foto, tal vez deberíamos acercarnos a los líderes intermedios y ver si podemos negociar algún tipo de tregua —sugirió Emmett.

Rosalie sacudió su cabeza—. Puedo garantizarte que no la querrán. Es como ese tío Franklin dijo: 'Tenemos que colgarnos juntos o a todos nos van a colgar por separado'.

El idioma no le cayó muy bien porque los Volturi nunca habían colgado a los criminales y no tenían el término de 'colgar'. Tres pares de ojos ámbar Volturi parpadearon. Rosalie suspiró con impaciencia—. Lo que estoy diciendo es que ellos van a pensar en tener que seguir con la rebelión o van a ser castigados una vez que se rindan. Probablemente piensan que la guerra es su única oportunidad de salir con vida.

—Tal vez mantener al bebé es la mejor manera de mantener a James fuera de su juego —dijo Rose, pensativo.

—Ese es un tema delicado para nosotros —dijo Emmett—. He estado viendo los videos y el público está claramente dividido en esto. —Dada la importancia de la familia en la cultura Volturi, una gran parte de los ciudadanos consideran que fue un error de Esme y Carlisle mantener al bebé lejos de su padre, incluso si ese padre era el hombre más odiado en la Federación.

—No podemos tener ese bebé lejos de Esme —dijo Alice—. Eso la mataría. Ella solo hizo frente a Caius muriendo lo mejor que pudo porque la ha hecho enfocarse en ese bebé.

—Sé que no va a ser una decisión popular —agregó Bella—, pero Rachel murió tratando de escapar de James. Rachel probablemente conocía a James mejor que nadie y si ella pensaba que su bebé no debía estar con él, tal vez debamos escucharla. En los casos de custodia, la principal preocupación debe ser lo que es mejor para el bebé, y en este caso, se va a quedar con Carlisle y Esme, en lugar de ser criado por un maníaco homicida con delirios de grandeza .

—Hablando de desilusiones, Bella, ¿qué es esto que oigo acerca de que los nativos adoraban literalmente el suelo que pisas?

Bella gimió y apretó las palmas de las manos en sus ojos—. No sé qué hacer —Ella le dijo a Edward, y por extensión, al resto de la mesa, sobre la huella sangrienta en el Templo.

—Todo esto conseguirá que los Puristas ataquen de nuevo —se quejó Alice—. Realmente no necesito más mierda para hacer frente a este momento.

—Déjame a mí —dijo Emmett de repente.

— ¿Qué vas a hacer?

Emmett sacudió su cola—. ¿Prefieres saber, o te gustaría tener una negación plausible?

Tal vez Bella se estaba convirtiendo en un pequeño político porque la última opción de repente parecía muy atractiva.

Capítulo 24: Tan amplio con el aire de la casa Capítulo 26: Ladrón de fe

 
14439889 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10757 usuarios