Escrito en las Estrellas (+18)

Autor: Fanfiction Addiction
Género: Ciencia Ficción
Fecha Creación: 29/03/2013
Fecha Actualización: 30/08/2014
Finalizado: SI
Votos: 15
Comentarios: 18
Visitas: 110133
Capítulos: 33

Traducción: Edward es el rey de una raza en extinción, su planeta es desgarrado por la guerra civil. Bella es secuestrada y llevada a convertirse en su esposa.De estudiante de la universidad a reina... ¿Podrá aprender amar a este hombre extraño y ayudar a salvar a su pueblo?

 

Escrito en las Estrellas es un fanfic original de Lissa Bryan y traducido por Fanfiction Addiction con el debido permiso de su autora.

 

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Capítulo 21: Un reino de ceniza y nieve

Historia escrita por:Lissa Bryan

Traducido por:Diana Méndez (FFAD)

Beta:Verito Pereyra (FFAD)

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±

Bella trató de mantenerse adelante, pero con las largas zancadas de Jasper, simplemente no podía obligar a sus cansadas y temblorosas piernas ir tan rápido. El agotamiento y las botas demasiado grandes la hicieron torpe. Ella tropezó y habría ido a parar sobre los escombros si Jasper no se hubiera girado y atrapado con destreza. Él la tomó en sus brazos y la cargó.

Encontraron más sobrevivientes a medida que se acercaban al centro de la ciudad. La ciudad parecía el escenario de una película apocalíptica de zombies, salpicado de gente andrajosa con sangre, cubierta de polvo gris que resultó siendo su piel, sus expresiones en blanco con choque o tristeza. Todos estaban aturdidos, algunos vagando en círculos como si pensaran que encontrarían el lugar adecuado. Otros vieron a Bella y corrieron hacia ella, llenándola de preguntas sobre el ataque, preguntas que Bella no podía responder. Se arrastraron a lo largo después de Jasper y Bella, y Bella se sentía como el flautista del apocalipsis.

Llegaron a un pequeño grupo de personas, excavando urgentemente a través de los escombros.

—Jasper, colócame abajo —dijo Bella y corrió a ayudar.

Había un pequeño espacio hueco debajo de los escombros, lo que probablemente había sido una vez un sótano. El rostro aterrorizado de una mujer joven brillaba de la oscuridad.

—Por favor, ¡date prisa! —Gritó, cargando a su bebé, apretándolo contra su pecho y mirando ansiosamente que el agua de una quebrada principal estaba en constante aumento a su alrededor—. No puedo nadar —gritó.

No es que pudiera con un bebé en sus brazos, Bella pensó sombríamente.

Fue un proceso lento. Los trozos de escombros en el sótano eran enormes. Ellos lucharon para limpiar un pequeño agujero del tamaño de un cuerpo. Uno de los hombres se puso boca abajo y llegó a ella. La mujer saltó, estirando los brazos lo más alto que pudo, pero ni siquiera se acercaba a coger su mano.

—Bájame —Bella mandó, entregando al niño a otra mujer y poniendo su manto a un lado—. Agárrate de mis tobillos.

—No, Bella —dijo Jasper.

—Jasper, soy la única lo suficientemente pequeña para caber.

—Bella, Edward me pegará si permito que te arriesgues.

—No es peligroso —argumentó Bella—. Voy a estar bien.

Su cola se balanceaba en la indecisión.

Bella le pisó el pie infantilmente. —Yo soy la Emperatriz, ¡y lo que digo se cumple! —Ella se dejó caer y se movió a través del agujero antes de que pudieran seguir discutiendo. Jasper tomó uno de sus tobillos y otro hombre tomó el otro, y bajaron lentamente a Bella hacia la mujer aterrorizada. El cabello de Bella colgaba alrededor de su cara, cegándola. Lo reunió lo mejor que pudo y lo ató con un nudo en la nuca, metiendo la coleta de la misma por la parte posterior de su túnica.

Ya casi... Ya casi... Bella estiró sus brazos.

—Dame al bebé —dijo. La mujer se lo entregó, a pesar de sus gritos de protesta. Era como aferrarse a un gatito enojado. El bebé se retorcía asustado, arañó y mordió al extraño que lo alejaba de su madre.

— ¡Súbanme! —Bella gritó.

— ¡No! —La mujer hizo una cara desesperada y cogió el brazo de Bella. —. ¡No me dejes aquí!

—Regresaré, te lo prometo —le dijo Bella—. Voy a estar de vuelta. Vamos a irnos, ¿de acuerdo?

La mujer todavía se aferraba a ella, temiendo.

—Escúchame, ¿cuál es tu nombre?

—B-Bree —sollozó.

—Bree, soy una Emperatriz —dijo Bella—. Las Emperatrices no pueden romper sus promesas.

La mujer la soltó a regañadientes y Bella fue tirada hacia atrás, a la superficie. Ella entregó al bebé y se metió por el agujero. Bajó de nuevo y Bella pasó sus brazos por los de la mujer, juntando las manos detrás de su espalda. El agua había subido ahora al cuello de la joven y su cara estaba torcida por el pánico.

—Cuélgate a mí —ordenó Bella, pero probablemente no necesitaba decírselo. La mujer se aferró a ella como una lapa (1).

— ¡Tiren! —Bella gritó a los hombres de arriba.

Ellos lo hicieron. Nada pasó.

— ¡Estoy atrapada! —Gritó la mujer.

Ahora nos dice.

— ¡Tiren más fuerte! —Bella gritó.

Ella se sentía como una banda elástica, que se estira demasiado. La sangre corrió a su cabeza volviendo su cara de color. Bella sintió una de sus botas resbalar y caer unos cuantos centímetros. La mujer gritó en el oído de Bella.

—Está bien, está bien —Bella le aseguró. Ella sintió un apretón de mano, en su pie desnudo, con tanta fuerza que las uñas se clavaron en la planta de su pie—. Ellos nos subirán.

Sólo un poco más...

Con un grito de dolor, la mujer se liberó y las dos fueron llevadas a la superficie.

En el poco tiempo que Bella había estado en el agujero, más personas se habían reunido alrededor, vacilando con ansiedad. Bree estaba berreando, agarrando su pierna sangrante. Alguien le devolvió el bebé y Bree le agarró tan fuerte, que él gritó.

Bella se dirigió a la multitud: —Por favor, ¿alguien puede cargarla? No creo que pueda caminar —un hombre se acercó y levantó a Bree en sus brazos. Bella le dio a la mujer una manta, porque estaba mojada y temblando.

Una mujer pasó el bebé a Bella de nuevo a ella. —No va a parar de llorar —dijo ella, pero tan pronto como Bella lo tomó, se calmó, mirándola con ojos solemnes y preocupados. Ella era la única seguridad que tenía en este nuevo mundo aterrador.

Jasper levantó a Bella en sus brazos de nuevo, gruñendo en voz baja a medida que más gente se acercaba. Estaban asustados y confundidos, necesitan dirección. Bella giró la cabeza a un montón de escombros.

—Jasper, déjame ahí.

Bella se subió en la parte superior de la pila y Jasper se cernía ansiosamente por debajo, para que no se cayera. Él estaba tomando en serio sus deberes de testigo. Esto hizo que Bella se sintiera mejor porque si Jasper temía lo que Edward decía, obviamente tenía fe que Edward regresaría.

La multitud se arremolinaba, algunos se centraron en Bella, algunos se centraron en la mujer que había sido rescatada, y otros tan aturdidos y sin rumbo, que no se hacían alrededor de nadie.

—Todo el mundo, ¡escuche! —Jasper llamó. Nadie parecía escucharlo.

Bella hizo bocina, con las manos alrededor de su boca y gritó: — ¡Volturis! Presten atención a las palabras de su Emperatriz.

Cabezas giraron hacia ella. Las rodillas se doblaron, y las cabezas se inclinaron. Bella fue perturbada por su obediencia.

—Necesito su ayuda —continuó, manteniendo la voz tan fuerte como sea posible—. El señor Jasper y yo, nos dirigimos al hospital. Hay personas heridas aquí, y probablemente se encontrará con más en el camino. Necesito asistirlos; llevarlos si se puede. Todos ustedes que no están heridos serán necesarios para ayudar en el hospital. Síganme.

— ¿Quién hizo esto? —Una mujer lloraba—. ¿Fueron los rebeldes?

—Creo que sí —dijo Bella y se oyeron gritos de rabia—. Creo que sí, pero no estoy segura. Nosotros no lo sabremos hasta investigar. Pero te juro que los que hicieron esto van a pagar.

— ¡Yo digo que volvamos a LaPush en una humareda de cenizas! —Gritó alguien.

— ¡Destrúyanlos!

— ¡Mátenlos a todos!, ¡traidores!, ¡monstruos asesinos!

¿Ahora Los Volturi verían a todas las personas de LaPush como enemigos? ¿Cambiaron, en la mente de los Volturi, de ciudadanos en territorio ocupado a conquistados por los rebeldes? Había sed de sangre en sus ojos. Querían atacar, quemar ciudades como las suyas fueron quemadas, para que el pueblo de LaPush sufriera como ellos habían sufrido.

— ¿Ustedes desean crear más de esto? —Bella extendió las manos para indicar la devastación a su alrededor. Hubo algunos gritos de acuerdo y ella negó con la cabeza. — ¿Quieren que más niños crezcan sin sus padres, para que aquellos niños sufran de lo que ustedes sufrieron? Los niños no ordenaron el ataque, ni pilotaron de los barcos... Los niños que, a su vez, ¿crecen odiando a sus hijos por los pecados que sus padres cometieron?

La multitud se quedó en silencio. Los copos de nieve bailaban en el viento, mezclándose con la ceniza del remolino.

—Si quieren guerra, entonces esto es lo que quieren. Quieren que sus mujeres griten de dolor cuando sus hijos yazcan inertes en sus brazos. Quieren que sus hogares se quemen y sus ciudades queden reducidas a cenizas. Porque si toman represalias con más de lo mismo, no se terminará ahí. Lo vi en mi tiempo, de mi propio planeta una y otra vez. Van a crear un ciclo de violencia que se prolongará hasta que nadie se acuerde de cómo era la vida en un tiempo sin guerra.

Bella miró a su alrededor en la audiencia, algunos de los cuales tuvieron la decencia de parecer avergonzados. Un fragmento de una canción flotaba en su mente: It's the same old theme/since 1916... (2)

— ¿Somos monstruos como ellos? —Preguntó ella—. Es así como ustedes llaman a la gente que hizo esto. ¿Nos enfrentaremos al mal con el mal de los nuestros? ¿Creamos más víctimas en nombre de la… Justicia, cuando en realidad es sólo venganza?

Bella saltó de la pila, el disgusto y la ira ardían en sus entrañas.

— ¡Vamos! Tenemos que llegar al hospital. Ellos necesitan nuestra ayuda.

Jasper la levantó en sus brazos de nuevo y se dirigió hacia el hospital. La multitud le siguió obedientemente, recogiendo más sobrevivientes mientras viajaban. Cerca del centro de la ciudad, se encontraron con una pequeña tropa de drones, cada uno con una bandera del color de la Federación atada alrededor de su brazo. El drone a cabeza levantó la mano para detener a sus soldados.

—Emperatriz, ¿qué está haciendo aquí? —Le preguntó—. Todavía estamos encontrando focos de las tropas enemigas. No es seguro…

Bella le sacó la mano automáticamente y él amablemente se inclinó sobre ella, la etiqueta aún existía en medio de las ruinas de su mundo. —Llámeme Bella. ¿Cuál es su nombre?

—Peter, Emperatriz Bella. Soy el sargento de esta tropa.

—Así que, ¿esto fue un intento de invasión a gran escala, sargento? Me encontré con algunas tropas en el palacio.

—No creo que haya sido una invasión, Emperatriz. Después del bombardeo, dejaron los escuadrones de soldados, pero eran pequeños grupos que parecían ir dirigidos a determinados lugares... O personas.

Oh, Dios, por favor que Edward este bien, rezó.

—Por favor, ¿ha visto al Emperador?

—Lo hice una vez, durante la batalla cerca del puerto espacial.

Bella lo agarró del brazo. — ¿Estaba bien?

—Cuando lo vi, sí.

Bella lanzó el aliento que había estado conteniendo y se deshizo en una niebla gris alrededor de su cara. —En el campamento drone... ¿hubieron muchos sobrevivientes?

Los soldados se miraron. —Muchos de los soldados estaban fuera por los ejercicios de entrenamiento, pero las mujeres... Los voluntarios que nos ayudaron...

No hacía falta terminar. Los ojos de Bella se llenaron de lágrimas. —Por favor, ¿nos acompañarían al hospital?

—Con mucho gusto, Emperatriz.

Comenzaron a pasar los heridos tendidos en tabladillos, sobre mantas o incluso en el suelo helado. Bella al principio, pensó que debieron haber sido abandonados y se dio cuenta con una sensación de frío, que esto era parte del hospital. Por lo que se veía, era un campo de heridos estirándose, gimiendo, temblando, pidiendo ayuda, agitando los brazos y retorciéndose de todas las formas posibles. Bella forzó a Jasper para que la dejara en el suelo. Si ella era capaz de dar bienestar con sólo un toque o una bendición, tenía que hacerlo. Unas manos rozaron sus tobillos.

—Te voy a llamar a un médico —ella le mantuvo la promesa.

Ahora la nieve caía en serio y Bella sentía pena por las mujeres humanas que no podían soportar el frío, así como los Volturi. Pasó junto a un pequeño grupo de ellos, acurrucados juntos bajo una cortina rasgada para conseguir calor. ¿Cuántos de ellos se morían de hipotermia antes de que pudieran recibir atención médica, o antes de ser trasladados a un refugio?

— ¿Por qué Carlisle no creó una ciudad subterránea? —Bella le preguntó a Jasper, que se quedó tan cerca de su lado, como si fueran gemelos unidos—. Hay mucho espacio ahí abajo y todo el mundo puede estar caliente.

—Déjalo, Bella —dijo Jasper—. Ellos golpearon las entradas directamente. No sabemos si hay supervivientes en el interior o no.

Bella dejó escapar un pequeño grito de dolor. Si la ciudad subterránea había sido bombardeada por los rebeldes, ¿sabrían que la familia real probablemente trataría de huir de allí? ¿Eran todas las muertes, seguramente su culpa? Otra idea terrible se le ocurrió.

—Jasper, ¿Edward sabe?

Jasper vaciló. —No lo sé.

— ¡Hay que ir a buscarlo!

—No —dijo Jasper firme—. Mi deber es protegerte.

—Maldita sea, Jasper, ¡es una orden!

Jasper no se conmovió. —No puedes ordenarme a contradecir mi voto.

Bella gruñó con frustración, pero ya habían llegado a las ruinas del templo y ella se alegró con la idea de que podría ser capaz de ponerse en contacto con Edward desde allí.

Una de las paredes del Templo estaba en pie, con parte de la segunda planta que sobresalía, haciendo un refugio, en donde Carlisle había instalado su hospital, a pesar de que hacía tiempo que había expandido más allá de los terrenos del templo. Lo encontraron allí, con su túnica azul claro, irregularmente manchado con sangre al pasar de cama en cama, ofreciendo el consuelo que podía hasta que pudieran ser vistos por un médico.

Miró hacia arriba y vio a Bella y a Jasper. —Emperatriz —dijo Carlisle, como si pensara en voz alta para sí mismo.

—Traje a la gente para ayudar —ofreció Bella, haciendo un gesto hacia su grupo.

—Bien, bien —repitió Carlisle. Llevaba la misma mirada aturdida como los otros supervivientes que Bella habían reunido. Por un momento, Bella se desesperó. Había esperado recurrir a Carlisle como guía, pero parecía que estaba sola.

Posteriormente él se trasladó a la cama de al lado, comprobando el pulso de la persona acostada sobre ella. —Está muerto —dijo.

— ¿A dónde pondrán a los que han muerto? —Bella preguntó.

Carlisle le señaló. Bella se quedó sin aliento y se llevó una mano sobre sus labios. Había una enorme pila de cuerpos en las ruinas de los pasos del Templo. Hombres, mujeres, niños, humanos y Volturi, todos en un montón. Ella reconoció al hombre con cara de perro que usó a los zorbe para vender en el mercado. Las lágrimas temblaban en sus pestañas.

Muy bien, Bella. Piensa. ¿Qué debería hacer la reina Isabel? Bella cuadró los hombros y se dirigió a su pequeño grupo.

—Todo el mundo, por favor vayan hacia fuera y revisen a la gente. Si han muerto, muévanlos a un lado para que otra persona herida pueda tener esa cama.

—Emperatriz —una suave voz femenina habló desde detrás de ella.

Bella se giró. — ¡Oh, Tanya!, gracias a Dios que estás bien —. Abrazó a la figura alta y azul con un brazo, el otro todavía estaba cargado con el bebé que había encontrado.

—Lamento haberla perdido —dijo Tanya, de rodillas e inclinando su cabeza. —Le fallé.

—Tanya, por favor, no lo creo así. Hiciste lo que pudiste.

De repente alguien gritó. — ¡Rebeldes Rebeldes!

Bella siguió los dedos apuntando y vio a un grupo de unos veinte hombres, todos con brazaletes blancos, corriendo hacia el hospital, con sus espadas desenvainadas. Bella gritó cuando uno de ellos comenzó a acuchillar a las personas tiradas en el suelo. Ella se lanzó hacia ellos, pero Tanya la detuvo.

—Voy a cuidar de ellos —dijo—. Quédese aquí.

Tanya movió su bastón, cuatro antorchas y cuchillas curvas, corriendo a lo largo de los lados. Ella daba zancadas hacia los rebeldes, sus largas piernas devoraban la distancia. Ella misma lanzó una pequeña pila de escombros y atacó.

Si Bella no lo hubiera visto, nunca lo hubiera creído. Tanya se giró con gracia letal, su bastón voló y ella se agachó, apuñaló y cortó. Los cuerpos volaron y la sangre rociaba el aire. Bella recordó la escena de Kill Bill cuando Uma Thurman mató una sala llena de ninjas, pero esta era la realidad, aunque su mente estaba teniendo dificultad para digerir y creer lo que estaba viendo. Tanya se inclinó y agarró a uno de ellos por la parte delantera de su camisa y lo arrastró hacia Bella, sacudiendo al hombre a sus pies.

—Te dejé con vida para poder interrogarte —dijo Tanya. Luego se arrodilló al lado de Bella, la imagen misma de la paz y la serenidad. Bella no podía hacer nada más que quedarse boquiabierta.

Jasper se inclinó para examinar el prisionero. —Está herido.

—Él va a vivir durante muchas horas más pero sin atención médica —, Tanya le aseguró.

Bella no creía que ella quería ver esto. — ¿Dónde está Emmett? Necesito hablar con él.

Tanya se levantó. —Se lo mostraré. Está encadenado a la pared, Emperatriz. Él tiene que quedarse quieto y dejar que su cuerpo se cure, pero quiere encontrar a su compañera.

Y como Tanya le había dicho, Bella había encontrado a Emmett sentado cerca de la pared, con una cadena agarrada a un pilar, sujetado alrededor de su muñeca. Se veía tan agitado que Bella se sorprendió de que no lo hubiera derribado como Sansón. — ¡Bella! —Él se puso de pie. — ¿Dónde está mi Rosalie?

— ¿No te acuerdas de nada?

Emmett se pasó las manos por el pelo, un gesto tan parecido al de su hermano, que le hacía doler el corazón. —Estaba en la cocina del palacio contigo y Rose, pero eso es todo lo que recuerdo.

Bella tragó. —Emmett, Rosalie fue tomada por un Gistoniano.

Emmett se dejó caer al suelo y dijo: —No —en voz muy baja.

—Ella se sacrificó para salvarme —dijo Bella—. Le dijo que ella era la Emperatriz y se la llevó en mi lugar.

—No, no, no...

—Lo siento —dijo Bella. Las lágrimas derramándose por sus mejillas —. Traté de detenerla.

—Él va a matarla —le susurró Emmett—. Cuando él descubra que ella no es la Emperatriz, la matará.

—No, no —argumentó Bella—. Ella es una amiga de la Emperatriz. Va a tenerla por rescate.

Emmett agarró y tiró de la cadena, apoyando los pies contra el pilar. La sección de la piedra a la que estaba atado, se deslizó una pulgada o menos.

— ¡No, Emmett, para! —exclamó Bella—. ¡Vas a traer el muro en esta pobre gente herida! ¡Alto!

— ¡Déjame ir!

—Emmett, escucha. Tenemos que encontrar a Edward y formar un plan. Te juré que yo la encontraría y lo dije en serio. Vamos a traer a Rose de vuelta, así tenga que buscar en cada rincón de la galaxia.

Emmett gruñó y soltó la cadena. —Por favor, Bella, por favor. No puedo sentarme aquí. No puedo, la necesito.

—Lo sé, lo sé —lo tranquilizó Bella. Era difícil mirarlo a la cara, viendo la agonía en sus ojos—. Pero no es bueno para ella si no te dejas curar antes de iniciar la búsqueda.

—Bebe esto —ordenó Tanya, entregándole una taza pequeña. Emmett obedeció sin una queja, tragando el contenido de un solo trago—. Rose —susurró—. Rose... —Sus párpados se volvieron pesados y se desplomó contra el pilar. La copa cayó de sus dedos. Tanya lo recogió.

— ¿Qué fue eso?

—Un medicamento para dormir inventado por Esme —dijo Tanya.

— ¿Puedes llevarme con ella, por favor?

Esme estaba en la parte de atrás del templo, usando como altar una tabla rota. Los manojos de plantas y hierbas que tenía, estaban siendo molidos. Las hojas y raíces con un mortero.

—Bella —gritó cuando ella miró hacia arriba y vio a dos mujeres tejiendo para ella. Dejó caer la mano del mortero y se apresuró a abrazar a Bella y besarla en la mejilla—. ¡Estás a salvo! —Ella bajó la mirada al bebé que Bella todavía llevaba. — ¿Quién es?

Bella le explicó cómo lo había encontrado y los ojos de Esme se empañaron con compasión.

—Pobre. Hay tantos huérfanos hoy en día —ella llevó a Bella a una caja de madera, forrada con toallas, en la que media docena de bebés y niños pequeños estaban acurrucados para darse calor. Bella trató de colocar al bebé que sostenía pero él gritó tan fuerte que tenía que alzarlo de nuevo. A decir verdad, no le importaba cargarlo. Le daba un poco de comodidad.

—Estás haciendo las medicinas, ya veo…

Esme suspiró y cogió con su mano el mortero para reanudar la molienda. —Son lo mejor que puedo manejar. Hemos recibido mensajes de otros planetas donde nos ofrecen los suministros, pero no podemos traerlos hasta aquí. La red de comunicación está caída y tuvieron que enviar mensajeros para ofrecer su ayuda. Las naves están aterrizando lejos de la ciudad y las carreteras están bloqueadas con escombros. Necesitamos antibióticos, mantas, vendas... tantas cosas.

La tecnología Volturi permitía tejer carne y reparar huesos rotos, pero las infecciones eran otra cosa. Los microorganismos mutaban, al igual que lo habían hecho en la Tierra, volviéndose resistentes ante los fármacos preparados a luchar contra ellos.

— ¿Cuántos médicos tenemos?

—Dos.

Bella se quedó sin aliento. Volvió a mirar el campo lleno de los heridos. Incluso si sólo se tardara un minuto en utilizar su mecanismo de curación en cada paciente, le tomaría días para llegar a todos ellos. La gente se moría mientras esperaba. La mente de Bella trabajó rápidamente. —Necesitamos una mejor organización.

Se volvió a Tanya. — ¿Me puedes levantar?

Tanya levantó a Bella con facilidad y la ayudó a equilibrarse sobre una viga que sobresalía de la pared. Bella pensó en preguntar por qué Edward se ponía de pie en una viga y el fantasma de una sonrisa apareció en sus labios.

— ¡Todo el mundo! —Gritó ella—. Por favor, ¿puedo tener su atención? Necesito voluntarios. Necesitamos un área despejada para que los barcos con suministros puedan aterrizar. Tenemos que volver a organizar los heridos, moviendo los casos más graves hacia el templo.

—Necesitamos a alguien para fotografiar los cuerpos y tomar una muestra de ADN para que puedan ser quemados —dijo Jasper en voz baja—. Voy a organizar un equipo. No podemos dejarlos allí.

Bella sabía. No podían enterrar a todos. No tenían equipos pesados para remover la tierra y excavar muchas tumbas, sería una tarea hercúlea, que no sería terminada antes de que los cuerpos comenzaran a descomponerse.

—Por favor —llamó Bella—. Por favor, si pueden, si son capaces, ¡hay tantas cosas que hay que hacer!

Y, milagrosamente, la gente lo hizo. Bella estaba todavía bastante nueva en este negocio de ser Emperatriz, y se sorprendió cuando la gente le obedeció. Algunos se separaron para seleccionar y despejar una zona de aterrizaje. La plaza frente al templo era la mejor opción. Debido a que había sido un espacio abierto lejos de edificios, cubierta ligeramente de escombros. Otros comenzaron a recoger las camas y mover a la gente menos grave. Los que podían caminar, se levantaron y salieron cojeando de vuelta a las afueras para hacer espacio a los más gravemente heridos.

Una disputa se desató a un par de filas de distancia, las voces estallaron en gritos. Bella saltó de su viga para ver lo que ocurría.

— ¡Mueve a ese drone de vuelta donde estaba! —Un hombre gritó.

— ¡Está mal herido!

— ¿Y qué? Es un drone. Ni siquiera debería estar aquí. Deberían tener su propio hospital. ¡Alfas y Betas solamente!

Bella quería pegarle. Ella le pisoteó y le empujó con el dedo en el pecho. — ¿Ve ese brazalete que lleva puesto?

El hombre cayó de rodillas al reconocer la figura diminuta en una túnica harapienta, sosteniendo a un bebé, al igual que los camilleros.

—Bella, para —dijo Jasper rápidamente. Trató de sacar a Bella y trasladarla lejos del conflicto.

—Quita. Tu. Mano —dijo Bella con frialdad. Jasper se apartó y se arrodilló a sí mismo en esa diferencia automática, llamada autoridad en la voz de la Emperatriz—. Le dije, ¿ve ese brazalete? —Bella repitió.

—Sí, emperatriz.

—Significa que es un soldado. Un soldado que lucha por su libertad. Si usted no puede apreciar la ironía de un esclavo luchando por mantenerlo libre, ¡estoy segura de que el infierno puede!

—Es su culpa —espetó el hombre—. Todo esto.

— ¡No, no lo es! Si algo es mi… —Jasper puso una mano sobre la boca de Bella y la arrastró hacia atrás. Sus ojos dispararon puñales en él y luchó para tirar de la mano.

—No, Bella —susurró—. Sé que es tu naturaleza lanzarte a la espada para salvar a otros, pero en este caso, no quiero que el odio y la rabia se dirijan hacia ti. Me lo llevaré conmigo para la tripulación. Por favor... Ahora no es el momento.

Bella respiró hondo. —Tienes razón. ¡Adelante, adelante! Voy a ir a ayudar a Esme.

— ¿Bella?

¡Lo había oído! La voz que deseaba oír más que nada. Se dio la vuelta y allí estaba él, un poco peor por el desgaste, pero vivo, entero y seguro.

— ¡Oh, Edward, Edward! —Ella se lanzó a sus brazos y él la levantó en brazos, dando una ráfaga de besos en su cara.

—Bella, Bella —murmuró, y agachó la cara en su cuello, acariciándola, ronroneando, vibrando contra su pecho, con su cola envuelta alrededor de su pierna. Ella se echó a llorar, llorar y reír al mismo tiempo, apretándolo, besándolo. El bebé en sus brazos chilló en protesta cuando fue aplastada contra el pecho de Edward.

Edward miró al niño y sus ojos se abrieron en peligro. —Bella, este no es nuestro bebé.

Ella se echó a reír entre lágrimas. —Sí, lo sé. Los nuestros están con Alice. Me lo encontré y no lo puedo bajar de mis brazos porque llora cada vez que lo intento.

Edward le dio una sonrisa torcida. —Mi Bella...

Capítulo 20: El mundo se acaba Capítulo 22: Alta Traccion

 
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