Primero y Diez (+18)

Autor: nicoli
Género: + 18
Fecha Creación: 18/03/2013
Fecha Actualización: 26/10/2014
Finalizado: NO
Votos: 33
Comentarios: 191
Visitas: 133923
Capítulos: 35

Bella Swan es una aspirante a reportera de deportes cuando le es asignado entrevistar al más grande de la liga, por no mencionar al mas caliente, el quarterback Edward Cullen ¿Le enseñará Edward Cullen las reglas del juego? O ¿ella le enseñará una o dos cosillas? 


Esto es una traducción y su autora es Nolebucgrl, podéis encontrar el fic original en esta página: http://www.fanfiction.net/s/5874934/3/First-Ten

Estoy autorizada por la autora a traducir esta historia.

 

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También os invito a pasaros por mi otra traducción conjunta, Words With Friends, junto a CARLAROBPATT. Aquí os dejo el link: http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3920

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Capítulo 20: Línea ofensiva.

BPOV

 

Edward se detuvo delante de una hermosa casa de ladrillo de dos pisos y sentí cómo los nervios regresaban. Había estado tan preocupada por el trabajo que no me había centrado en la cena, pero ahora que había hablado con el compinche era más fácil tener esto en mente. Salió del Mercedes y dio la vuelta para abrirme la puerta, tomó mi mano y me aferré a ella una vez que salí del coche.

-Va a ser genial, Bella. Ya lo verás.- Me sonrió e inclinó la cabeza para besarme. Solté un patético gemido y envolví mis brazos alrededor de Edward, necesitaba perderme en él unos segundos. Había sido un día terrible y aún no había terminado. Como siempre, cuando sus labios estuvieron encima de los míos, el mundo se desvaneció.

-¿Tenemos que decir algo?- Oí una voz masculina susurrando cerca de nosotros.

-¡Shh! Son muy monos juntos.- Dios mío. Aparté a Edward y volví la cabeza hacia la derecha para ver a una pareja sonriéndonos desde la puerta. Gran primera impresión, Bella. Que te vean meterle la lengua hasta la garganta a su hijo en la calle en vez de saludar y darles la mano como una persona normal.

Edward, por supuesto, sólo respondió con una sonrisa de las suyas, deslizando su brazo alrededor de mi cintura e impulsándome hacia delante. Seguramente supiera que estaba pensando en ir corriendo al coche e intentar encender el coche como en las películas. No podía ser tan difícil, ¿verdad? ¿Cable rojo con cable rojo? ¿Rojo con verde? ¿O era azul? Joder, tenía que ver más películas de acción.

Los padres de Edward dieron un paso adelante a la vez, y me di cuenta que estaban tomados de la mano. Eso era muy bonito. Habían estado casados durante más de 25 años. Ya les había visto, pero eran más impresionantes cuando estaban juntos. Edward tenía la sonrisa de su padre junto a la mandíbula y los ojos, de su madre había heredado su pelo. Era como si hubieran cogido lo mejor de ambos y hubieran hecho algo aún mejor. Me sentí un poco abrumada por la belleza que me rodeaba a la vez.

-¡Bella! ¡Me alegro conocerte al fin!- Esme me apartó de Edward, después de lanzarle una mirada y me dio un suave abrazo, como los que dan las madres que parecen ser capaces de dar calor a todo. La devolví el abrazo, sorprendida, pero satisfecha por que parecía muy feliz por conocerme, a pesar del hecho de que prácticamente le estaba quitando a su hijo.

-Gracias por invitarme, señora Cullen.

Se rió y negó con la cabeza mientras me soltaba.

-Por favor, llámame Esme.- Miró a Edward y sonrió.- O mamá. Así es como me llama Emmett.

¿Mamá? Mi corazón comenzó a bombear rápido, pero antes de que pudiera decir nada el Dr. Cullen me tendió la mano. La tomé y noté que su hijo había heredado sus dedos, lo que de inmediato me llevó a tener pensamientos que no debería en presencia de sus padres. Sin embargo, Esme parecía muy feliz a disposición de ellos durante casi tres décadas.

-Un placer conocerte oficialmente, Dr. Cullen. Tienes unos dedos preciosos.- Sus ojos azules se abrieron y lo mismo hizo su sonrisa.- ¡Casa! Quería decir casa.- Yo y mi obsesión con las manos de Edward. Mierda. Edward se estaba riendo junto a mí. Cabrón. Simplemente pensé que había heredado bien el hijo.

-Me gustan-, dijo Esme, haciendo que los tres volvieran a reírse. De vuelta al plan de escape. Creo que podía ser negro con rojo. Pero ¿y el verde? Mierda, creo que también había uno amarillo. Tal vez podría llamar a Rose. Edward se enfadaría si arrancaba los cables, pero me lo perdonaría, con el tiempo.

Bueno, a la mierda todo, ya he dicho demasiado de todas formas. Yo también podía unirme a ellos, con gracia, como era mi estilo habitual.

-No tengo dudas.- Tomé la mano de Edward y la llevé a mis labios, dándole un rápido beso. Dejó de reír y me miró boquiabierto mientras sus padres soltaban otra carcajada.

-Me gustas-, dijo Esme cuando se calmó-. No me extraña que los ojos de mi hijo se iluminen como un árbol de navidad cada ver que habla de ti.- Le miré y volvía a estar sonrojado. Era tan guapo.- Vamos dentro.

Nos guió hasta la sala y sonreí cuando si un sofá muy similar al de Edward, aunque este era de un bonito verde. Tenía que conseguir uno, si los hacen más pequeños. Todo mi apartamento cabía perfectamente en esta sala. Me dejé caer junto a Edward, quien puso un brazo alrededor de mí y me juntó a él. Sus padres se sentaron en el sofá de dos plazas que había enfrente, de la mano.

-Por cierto, Bella, por favor llámame Carlisle. Es justo que nos tuteemos después de que alabaras mis dedos.- Me sonrió con una sonrisa más devastadora que la de su hijo, no pude evitar devolverle la sonrisa a pesar de que lo único que quería era enterrarme en los cojines.- Es un placer conocerte oficialmente como el padre de Edward y no como su médico.

Mi rostro se sonrojó al pensar en lo de ayer. ¿Había algo más caliente que lo que ocurrió? Lo dudaba.

-Bella, ¡tu artículo me encantó!- Esme saltó del sofá y salió corriendo de la habitación, regresando segundos más tarde con mi artículo.- ¡Compré diez copias!- Me sonrió, el orgullo teñía su tono. Apenas me conocía y parecía tan emocionada como mi madre cuando la llamé anoche.

-Gracias.

-Es un buen trabajo, Bella. La entrevista con Edward parece que te fue bien.- La sonrisa de Carlisle dejó claro que no hablaba de las preguntas. ¿Sabía que habíamos tenido sexo en los vestuarios?

-Es una buena entrevista. Él era atento y honesto y te esquivó a veces como un profesional.- Bueno, no me esquivaba, sólo algunas de mis preguntas. Como si Edward supiera lo que estaba pensando resopló silenciosamente a mi lado y le di un codazo en el costado.

-Estoy seguro que fue así-, Carlisle respondió en un tono que no pude leer, aunque parecía que se estaba divirtiendo. Que vergüenza. Aunque, por otra parte, mi madre será mucho peor cuando conozca a Edward.

-Detén las insinuaciones sexuales, Carlisle. La estás avergonzando.- Sentí que mi mandíbula caía. Esme no tenía filtro alguno. No me extrañaba que ella y Emmett se llevaran tan bien. Edward me había dicho que Emmett y Jasper eran como sus hijos. Ya veía por qué.- ¿Qué piensan tus jefes sobre el artículo? ¡Seguramente que les encantó!- Sonrió expectante.

Hice una mueca.

-Bueno, estaban orgullosos.

Se inclinó hacia adelante, con los ojos verdes con la misma nitidez que la de su hijo. Era muy desconcertante.

-¿Qué quieres decir con que estaban orgullosos? Aún deben de estar orgullosos. ¿Qué les pasa?- Sonaba enfadada y dispuesta a ir hacia el periódico y demandar que no estuvieran orgullosos de mí. Vi de donde Edward heredó su tenacidad.

-Mamá-, Edward intentó pararla.

-Nada de “mamá”, Edward. Quiero saber porqué dijo que “estaban” y ahora parece alterada. ¿qué pasó, Bella?

Miré a Edward, quién se encogió de hombros.

-Le dije a mi jefe que estoy con Edward y no estaba muy feliz por ello.

-¿Buddy?- Preguntó, la ira se reflejaba en su rostro.

-No, Buddy le vio bien. Su jefe y el mío, Ten Gass. Creo que no perderé mi trabajo, pero...

-¡Claro que no lo vas a perder!- Esme se levantó del sofá y ahora daba vueltas por la habitación.- Carlisle, conocemos al dueño de ese periódico, ¿no? ¿Chris Maxwell? Voy a llamarle.

-¡No!.- Me levanté y la cogí de las manos.- Por favor, yo me encargo. Buddy me dijo que Ted se había calmado y va a dejar que siga trabajando, siempre que hagamos una entrevista sobre nuestra relación y que no me aproveche de ello y algunas otras condiciones más- Incluyendo el sexo en el vestuario.

Esme apretó mis manos y me sonrió suavemente.

-Está bien, cariño, si estás segura. No lo llamaré ahora, pero o te tratan con imparcialidad o me van a escuchar.- Le di una sonrisa de alivio y me abrazó.- Lo siento. Tiendo a sobre-proteger a mis hijos. Y nos guste o no, ahora eres una más. Lo has sido desde la primera vez que vi los ojos de Edward al hablar de ti.

La devolví el abrazo, impresionada por su inmediata aceptación hacia mi.

-Gracias. Me encanta que quieras dar la cara por mí.

-Eso es lo que hacemos por aquí. Ahora háblame de esas condiciones.- Me llevó de nuevo al sofá y se sentó a mi lado antes de que me dejara caer junto a Edward.

-Sólo sé las que me ha dicho Buddy, pero tenemos que hacerlo público antes del siguiente partido y tenemos que dar una entrevista a la revista pronto.

Carlisle se inclinó hacia delante, con las manos descansando sobre sus pantalones vaqueros.

-¿Estás bien?

Sabía que se estaba dirigiendo a Edward así que le dejé contestar.

-¿Qué si estoy de acuerdo con eso? Supongo que si. Quería hacerla pública desde hace tiempo. ¿Quiero dar una entrevista sobre esto? En realidad no, pero no voy a dejar que Bella pierda el trabajo porque salga conmigo. Escribió un artículo buenísimo. No voy a dejar que no se fijen en eso.

¿Por qué me sorprendía? En el coche había dicho lo mismo. Tanto Esme como Carlisle le estaban sonriendo como yo lo hacia.

-Y si pasara algo más, preferiría dimitir antes que en mi trabajo dictaminen con quién tengo que salir.- Esme me dio una palmaditas en la rodilla con orgullo.- Entiendo que crean que no soy imparcial al cubrir los partidos. Escribir, manteniendo mis sentimientos a raya, no fue tan difícil. He trabajado en esto durante años. Verle jugar y vitorearle, eso si que era difícil.- Edward se rió y me apretó la cintura, me giré y le sonreí.- Pero escribir siempre se me ha dado bien, y no estoy haciendo una columna en la que puedas opinar, yo no doy mi opinión. Eso no quiere decir que no tenga una, pero la mantendré para mí misma.

-Claro que sí. Está claro que eres una brillante mujer con un gran talento. Esto y seguro de que si ese tal Ted lo pensara un poco, se daría cuenta de eso, y si no yo lo haré con gusto.- Esme asintió con decisión.

Me reí. ¿Qué le pasaba a esta gente que lo único que sabían era hacerme sentir bien? Eran maravillosos.

-Gracias, Esme. Te lo agradezco.

-Entonces, ¿can a dejar que sigas cubriendo los partidos de los Cardinals? Buddy tendrá que reposar en todo caso-, preguntó Carlisle.

-Tengo que hablar con Ted sobre eso, pero el compinche piensa que soy capaz de hacerlo. Está jugando la carta de enfermo para que cada persona haga lo que él quiera, incluido Ted.

Edward se rió.

-Ese es el Buddy que conozco y quiero.

Me reí.

-¡Si! Nos dijo a Alice y a mi que no era más que una acidez de estómago, pero luego actúa como si tuviera cuatro bypass cuando Tes se enfadó conmigo.

El rostro de Carlisle se iluminó.

-Buddy es un personaje. Generalmente, me duele la cara cada vez que nos vemos por la risa.

-Si, es un buen personaje. Se puede decir que ha amenazado a mi brazo de lanzar y a otras cosas vitales si hacía daño a su chica favorita.- Edward hizo una mueca.- Puede ser muy aterrador cuando quiere.

-¿Te amenazó? ¡Pobre bebé!- Le lancé un beso y me hizo cosquillas. Grité.- Está bien, está bien, ya paro.

Esme estaba mirándonos fijamente con una sonrisa.

-Estáis muy monos juntos-, murmuró.- Carlisle, creo que es hora de hacer los filetes.- Le miró significativamente, y este se levantó e hizo un gesto a Edward.

Nos miró a su madre y a mí con cautela antes de besarme rápidamente y ponerse en pie.

-Volveré pronto, cariño. Mamá, no la asustes. Resulta que la amo.- Nos dio una sonrisa deslumbrante y siguió a su padre fuera mientras que Esme y yo les mirábamos como unas colegialas enamoradas.

Se volvió hacia mí y me cogió la mano derecha.

-No puede decirte, Bella, lo mucho que significa para mí escuchar a mi hijo decir eso. Me preocupaba que se conformara con alguien como Tanya porque era lo más fácil. No le distraía de su equipo o sus objetivos, pero tampoco aportaba nada a su vida. Tu lo haces. Nunca lo había visto tan feliz y, como su madre, no puedo agradecértelo lo suficiente.

Mi corazón parecía que se iba a salir de mi pecho por sus palabra.

-No tienes nada que agradecerme. Él es como un sueño hecho realidad. Cada vez que me despierto a su lado...- Me callé mientras se reía. Joder. Si, muy bien Bella, solo tu le dices a la madre de tu novio la primera vez que la ves que duermes con él, así se hace.- No importa.

-Se que mi hijo es un adulto. Me alegro que te tenga.- Se tomó bien mi última metedura de pata.

Traté de poner mi mortificación a distancia y terminar mi pensamiento.

-Lo que quise decir es que, todos los días tengo que recordarme que estoy con él y que me ama. Es increíble que se enamorara de mí. Es como si estuviera en un sueño y tengo miedo de despertar. De hecho...,- me interrumpió apretándome la mano.- Siento no haber venido antes con él. Él quería, pero no estaba lista. Siento que cuantas más gente lo sepa, más probabilidades tendremos de fracasar. Que nada volverá a ser lo mismo.

Esme negó con la cabeza, su pelo rizado caía sobre sus hombros.

-Lo entiendo, pero sólo conoces a mi hijo desde hace un par de meses y yo le conozco de toda la vida. Te ama, Bella, y no se alejará de ti. ¿Qué la gente lo sepa lo hará más difícil? Si, supongo que si, pero, al mismo tiempo harás que muchas chicas retrocedan.- Frunció el ceño.- No sabes lo que es estar cenando con tu hijo y que una mujer después de otra se acerque a él, lanzándose. Las cosas que le dicen y lo hacen justo enfrente de mí, su madre.- Se estremeció.- Al menos ahora se detendrán.

Me eché a reír.

-Tal vez lo hagan o tal vez no. La noche que le conocí una chica le dio su número y él lo cogió, no lo tomé muy bien.- Me reí, recordando su cara cuando saqué mi grabadora. Ahora era divertido.

-¿Qué hizo qué?- gritó, parecía indignada. La calmé porque parecía que iba a salir y le iba a pegar con una espátula o algo así.

-Cogió el número y lo tiró debajo de la mesa. Solo intentaba que se fuera pero yo en ese momento no lo sabía. Empezamos algo mal. Afortunadamente, decidí ahogar mis penas y como no pude volver a casa, me quedé en la de Jasper, durmiendo en el fabuloso sofá que conseguiste.- Esme sonrió y lo acarició con orgullo.- Edward fue a por él al día siguiente y yo le abrí la puerta. Tenía la intención de mandarle una carta de disculpas a través de Jasper y nunca mas humillarme ante él, pero ahí estaba, tan guapo como siempre, mientras yo le miraba como si hubiera visto un fantasma. Y no huyó.- Todavía me derretía. Esme suspiró como si acabara de leer una novela romántica.- Hablamos y me invitó a salir y hemos estado juntos desde ese momento.

Se echó hacia atrás sonriendo alegremente.

-Me encanta que aunque tuvieron un malentendido hubieran hecho las paces y hubieran salido juntos. Es una buena base para todo, Bella. No es que tenga ninguna duda sobre ti, no después de veros juntos. Me recuerdas a otra pareja que les pasó lo mismo.- Sus verdes ojos brillaban.- Un día te contaré la historia de Carlisle y la biblioteca.

¿Qué significaba eso? ¿Robó un libro o lo devolvió tarde? ¿Era bibliotecaria? Se parecía al gato que se comió al canario y no pude evitarme preguntarme si se vistió de bibliotecaria. No quería saber eso sobre los padres de Edward. Si, su padre estaba bueno, pero era su padre. Y tal vez, algún día, el mío. No necesitaba que él y Esme me contaran ese tipo de cosas.

-Eh, sí, eso suena, ¿bien?- Se echó a reír con fuerza ante la pregunta de mi voz y se puso en pie.

-Vamos a ver cómo van con la comida-. Me levanté y la seguí hasta su encantador patio trasero. Tenía un hermoso jardín lleno de rosas de todos los colores. Era impresionante. Aún más impresionante fue ver a Edward y a Carlisle inclinados sobre la parrilla, con los rostros iluminados por el fuego y el sol poniente.

-Dios, son hermosos-, murmuré. Esme me pasó el brazo por la cintura y se apoyó en mí.

-¿A qué si? Tendré que enseñarte algunas fotos de Edward de pequeño. En las que su padre lo cogía,- se interrumpió y me dijo con una brillante sonrisa.- Bueno, estaba aún más caliente que en la biblioteca.- Mierda. Tal vez eso de hacerlo en todos los lados era algo genético. Mis padres no tienen una buena vida... No, no, no voy a ir por ahí.- Estaban preciosos cuando estaban juntos. No dejaba que Carlisle de le llevara solo desde que nació.- Se echó a reír.- Iban al campo de golf constantemente. No pude conectarlos a mis caderas, pero estoy segura de que les gustaría hacerlo más de una vez.

Mas insinuaciones sexuales. Menos mal que Emmett no estaba aquí. Se moriría. Y seguiría soltando dobles sentidos.

-¿Estás segura de que no diste a luz a Emmett?

Se rió de nuevo.

-Estoy bastante segura, pero me lo pasé bien en la universidad. Hubo una fiesta de disfraces donde...

-Bella no necesita oír esa historia, mamá, y yo tampoco.- Mi novio se acercó a nosotras suavemente y me apartó de su madre para abrazarme.- Voy a tener pesadillas.

Esme inclinó la cabeza.

-Bueno, estoy segura de que Bella te calmará.

Sus ojos se agrandaron cómicamente y nos miró.

-¿Qué es, exactamente, lo que te ha dicho?

.Nada. Quiero decir, que es probable que la llames si te despiertas en medio de la noche, asustado por un sueño en el que tu madre está con hermosos y extraños enmascarados. ¿Qué piensas que quería decir?- Su tono era inocente. Carlisle se reía mientras giraba los filetes en la parrilla.

-¡Mamá!- La voz de Edward sonó horrorizada.

Sonrió.

-Sólo estaba bromeando.- Se acercó a Carlisle y, o bien estaba alucinando, o le dio una palmada en el culo. Buen culo. Podría llevar un par de pantalones vaqueros.- … En la mayoría de las cosas-, dijo por encima del hombro. Edward negó con la cabeza y me acercó más.

-Siento mucho lo que te ha podido estar diciendo.

Estaba sorprendida por la audacia de su madre.

-No, está bien. Es divertida. Puede rivalizar con Emmett en las insinuaciones-, susurré, enterrando la cabeza en su increíble pecho e inhalando su varonil aroma. Perfect Ten, su colonia, olía muy bien, pero si pudieran enfrascar su olor natural se haría multimillonario.

-Le gusta meterse conmigo. Estoy seguro que no hubo ninguna fiesta.- Miró a su madre.- Espero que no.

Le sonreí y me puse de puntillas para besarle. Me alegré de Edward me aconsejara con la ropa. Mis pantalones color caqui y mi polo verde hacían juego con sus pantalones vaqueros y su camiseta blanca con botones azules. Estaba cómoda y era mi estilo. Temía ir bien vestida, cómo tenía que hacerlo la semana que viene, aunque no tenía elección. Tenía que estar o me conducía a mi misma a la locura. Me sacudí. No era el momento de preocuparse por la estúpida subasta.

Edward me llevó a un banco que había junto a algunos rosales. Me dejé caer a su lado y apoyé la cabeza en su hombro.

-Me encanta estar aquí.

-Si, esta es su casa. Bueno, el hogar es donde ellos quieran que estén, supongo, pero lo que quiero decir es que mi madre se las arregló para que sintiera que había crecido aquí, aunque he estado en Arizona desde hace unos años.- Miró a sus padres y en su rostro apareció una sonrisa.- Aunque nunca he vivido aquí, me hizo una habitación y todo.- Eso era muy dulce y me parecía algo que Esme haría.- Su sonrisa se convirtió en una torcida.- ¿Quieres romperla conmigo?

Me reí y negué con la cabeza, no quería moverme de su ancho hombro.

-Tus padres son muy guays, peor no se como les sentaría que nosotros estuviéramos corriendo ha echar uno rapidito mientras ellos ponen la mesa.

Gimió.

-Lo entenderían más de lo que quieren admitir.

-Creo que te concibieron en la biblioteca de la universidad. Tu madre dio eso a entender- le susurré.

-¡No quiero saberlo!- gritó. Juro que si sus padres no nos estuvieran mirando hubiera tapado sus oídos y hubiera empezado a decir “la la la, no te escucho” como los niños pequeños hacían cuando se enfrentaban a algo que no les gustara. Me reí en voz alta, mientras Esme y Carlisle se miraban y se encogían de hombros.

-La cena está lista-, anunció Carlisle, quitando la carne de la parrilla. Edward se levantó y miró sus pies, con una mueca en su rostro.

-Siento haber arruinado la imagen se tus padres virginales. Estoy segura que esperaron a casarse y luego solo lo han hecho una vez para tenerte a ti-, le dije. Esme, que oyó el final de mi declaración, soltó una carcajada. Edward puso los ojos en blanco y tomó mi mano entre las suyas.

-Basta, por favor. Ya es bastante malo cuando Em y Jas vienen, ¿vas a conspirar para torturarme tu también?

-Pero, querido, es una de las cosas que más nos gusta hacer,- dijo Esme mientras seguía a Carlisle a la casa.- Me he guardado un poco de mi mejor material para Bella.- Me lanzó una sonrisa ganadora.

-Me lo creo. Pero mi novia seguramente no se unirá a la diversión.- Hizo un puchero de lo más lindo. Tuve que resistir la tentación de morderle, aunque parece ser que a sus padres no les importaría que lo hiciera.

-Es una de las razones por las que he guardado el material-, respondió su madre.- Bella, ¿qué te gustaría tomar? Tengo vino y cerveza y creo que hay alguna Cocacola light.

-Agua, si te parece bien.- No necesitaba alcohol en mi organismo en estos momentos.- ¿Te ayudo en algo?

-Siéntate al lado de Edward y relájate, Bella. Has tenido un día muy estresante.- Se fue hacia la cocina y ambos nos sentamos en la larga mesa de roble.

Mi teléfono sonó en mi bolsillo, tenía un mensaje de texto y lo saqué para ver quién me había mandado el mensaje.

¿Cómo va todo? ¿Has dicho algo ya fuera de contexto? Si lo haces, asegúrate de correr con tu sexy trasero. No me voy a olvidar de esto.

Mierda, Emmett lo sabía. Aunque solo era cuestión de tiempo, pero pensaba que iba a tardar más. Me iba a hacer muchas bromas sobre esto. Hice una mueca y le mostré el mensaje a Edward. Trató de reprimir su risa, pero no tuvo éxito y me miró acaloradamente. Tendría unas palabras con él sobre sacarme de los vestuarios como un hombre de las cavernas, mostrando mi culo a muchas personas, aunque no era muy caliente, pero es un hombre de las cavernas. No sabía qué pensar acerca de todo este asunto del trasero sexy.

Carlisle entró con un plato de carne, interrumpiendo mis pensamientos.

-Edward me dijo que te gustaba medio hecho. ¿Así está bien?- Puso un trozo de carne delante de mí y lo abrió para mostrar su color. Estaba perfecto y así se lo hice saber. Parecía contenta y se sentó cuando Esme regresó con las bebidas.

-Carlisle se hace llamar el Maestro de la Carne-, me dijo cuando estaba bebiendo agua. A duras penas, me las arreglé para no ahogarme cuando me reí. Edward me dio una palmadita en la espalda mientras tosía y Esme me miraba con preocupación. Cuando terminé de toser me eché a reír.- Es la casi la misma reacción que tuvo Emmett, ¿no, Carlisle? Excepto que él escupió su bebida.

Carlisle rió entre dientes.

-Si. Y solo me he llamado a mí mismo una vez el Maestro de la Carne. Sólo lo dices para que la gente se ría.

Esme sonrió y desdobló la servilleta.

-Ya creo que lo has hecho. En privado-. Movió las cejas y se rió de nievo. ¡Dios! Esta casa era como la central de las insinuaciones.

-Jesús-, murmuró Edward a mi lado.

-Edward, ¿qué lenguaje es ese para utilizarlo en la mesa?- Esme le regañó, mirándole de una forma que dejé de reír y puse la servilleta en mi regazo.

-¿Qué quieres decir? Eres tu la que ha estado haciendo comentarios sexuales sentada en la mesa.

-¡Yo no estoy haciendo nada de eso!- respondió, con ojos abiertos e inocentes.- Bella, cariño, ¿he dicho algo explícito acerca de mi marido y yo?

Tres pares de ojos se volvieron hacia mí.

-Um, bueno, explícitamente, no.- Incluso lo de la biblioteca no lo había dicho explícitamente.

-¡No!- Esme dijo triunfal, señalándome.- No puedo hacer nada si tienes una mente sucia, Edward. Es culpa de tu padre.

Carlisle resopló y empezó a comer su patata asada.

-Por supuesto, amor. Todo es por mi culpa.

Edward murmuró algo acerca de sus padres y el sexo, y se inclinó hacia su propia comida. Decidí dejar las cosas como están y hacer lo mismo.

-Así que, ¿Bella?

Miré la cara sonriente de Esme y me puse nerviosa por cómo me miraba.

Tragué un trozo de la deliciosa carne y contesté.

-Si, Esme

-¿Vas a ir a la subasta del fin de semana?

La maldita subasta. Debería haber sabido que me preguntaría sobre eso.

-Sí, estoy pensando en ir.

Se le iluminó el rostro como si estuviera dando a luz a su primer nieto. Eso me gustaría. Y sería mucho mejor que ver a mi novio subastado como un caballo. Era mío, maldita sera. No podían contar con él.

-¡Excelente! ¿Vas a ofrecer dinero por mi hijo?

Me reí incómodamente y Edward puso su mano izquierda sobre mi rodilla por debajo de la mesa.

-Me temo que no tengo tanto dinero.- A pesar de que apenas había tocado el dinero del anuncio, eso no era suficiente y no podría justificar tirar mis ahorros para mantener a una mujer cachonda lejos de mi novio una noche.

-Bueno, eso es una tontería. No tienes porqué usar tu dinero. ¡Usa el suyo! Ya intentó comprarse a sí mismo para no ir, ¿verdad, Edward?- Esme le miró con picardía.

-¿Quién te lo ha dicho?- preguntó, antes de que su rostro se aclarara y se centrara en Carlisle.- Déjame adivinar, Tommy te lo dijo y tu se lo dijiste a mamá, ¿verdad?

Carlisle sonrió.

-¿Qué más podemos discutir, a parte de las relaciones de mi hijo?

-Mujeres. Cerveza. Deportes. Más mujeres. Un montón de cosas-, Edward respondió con irritación.

-Bueno, en cierto modo, hablábamos de mujeres- respondió su padre con calma, sin dejar de comer.

Edward rodó los ojos.

-Tu y Tommy sois como Emmett y Jasper. Ahora tengo que buscar un nuevo agente y nuevos amigos. No hay mucho que pueda hacer contigo en este momento.

Edward se rió entre dientes mientras que Esme les ignoraba y se giró hacia mí para seguir con la conversación.

-Entonces, ¿vas a pujar por él? No hay mejor forma de salir del anonimato que ganarle y darle un beso en el escenario.- Sonrió.- ¿Os imagináis las caras de esas tontas rubias que están ahí para hundir sus garras en él?

Pude hacerlo y me gustó. Pero no pensaba hacer eso.

-Aprecio eso, Esme, pero no puedo usar el dinero de Edward. Eso está mal.

Entrecerró los ojos y me contraje bajo su cálida mirada.

-¿Por qué no? Es por una buena causa.

-Si, ¿por qué no?- Edward me sonrió, feliz porque fuera yo la acosada en estos momentos. Habíamos tenido esta discusión en un par de ocasiones. Parecía que ahora la íbamos ha hacer pública.

-Porque es tu dinero. Todavía no estamos casados, así que no siento que pueda usar su dinero.

-¿Todavía?- Esme preguntó, con los ojos brillantes de alegría. Mierda. Edward se limitó a sonreír mientras su padre se rió y siguió comiendo.

-¡No pensamos casarnos aún! Sólo llevamos dos meses juntos. Creo que nos falta un poco para eso. No me imagino nuestra casa y nuestros hijos o nuestras vidas cuando ocurra.- Dios, mátame ahora. Esas cosas ya me las hacía imaginado, pero tenía que hacer como si no lo hubiera hecho. Edward deslizó un brazo a mi alrededor.

-Respira-, susurró a mi oído y eso hice, con unas grandes bocanadas de aire.

-¿Estás bien, carió? No era mi intención hacerte sentir incómoda.- Esme estaba arrodillada a mi lado. Asentí con la cabeza e hice mi mejor esfuerzo para sonreírla, aunque temblorosamente.

-Estoy bien. Estoy segura de que Edward ya te ha avisado sobre mi tendencia de decir estupideces.

Me palmeó la rodilla y se levantó, regresando a su silla frente a mí.

-La única estupidez que has dicho es que no os vais a casar. Pero ya llegaremos a eso.

Guardé silencio aturdida mientras cogía el tenedor como si no acabara de decir que me casaría con su hijo. Me volví hacia Edward que estaba comiendo y no parecía encontrar nada malo en la declaración de su madre. Carlisle me sonrió y mordió su mazorca de maíz, completamente indiferente. Estaban locos. Eran maravillosos, pero estaban chiflados. No es de extrañar que se parecieran.

Decidí no decir nada. Tal vez me alucinaban. Eso debería haberlo dicho ella.

-Ahora, puedo entender tus tontas razones para no usar su dinero, pero vamos a pensar en ello. No quieres que ninguna otra mujer gane una cena con él, ¿vedad?

Edward me sonrió, esperando mi respuesta. Me había jurado muchas veces que eso no le molestaría, pero ambos sabíamos que era una estupidez.

-No, pero...

Levantó un dedo.

-No hay peros.- ¿Cómo podían las madres silenciarte de esa manera?- Y queréis salir a la luz pronto, ¿no?

-Si-, le dije. Ella lo sabía, así que no podía discutir.

-Por lo tanto, vais a hacer esa entrevista el sábado, para que salga el domingo en la revista. El sábado por la noche, lo compras en la subasta y le besas, eres su novia, la prensa se vuelve loca y tu periódico tiene toda la historia el domingo por la mañana. ¿Cómo eso no puede ser bueno?

No era una buena idea porque... bueno, joder, tenía que haber una razón. Tenía la sensación de que a Ted le encantaría la idea. Sabía que a Alice igual. Edward asentía con entusiasmo con la cabeza, si no tenía cuidado se podría desprender de sus hombros.

-Porque no es mi dinero-, le dije con voz débil. En realidad, esa era la única cosa que me molestaba de todo esto.

-Míralo de esta forma, Bella. Estás saliendo con un hombre rico. La mayoría de las mujeres en tu posición estarían muriéndose por gastar su dinero en ellas. No eres de esa forma, lo cual es una bendición, déjame decirte.- Su voz era seca y rodó los ojos de forma espectacular. Tenía la sensación de que estaba pensando en Tanya.- Le estarás haciendo un favor a él, salvándole de una noche de tortura con un desconocido. Sé cómo es mi hijo y te puedo asegurar que no podría valor a que le salvaras.

Edward se mantuvo asintiendo.

-Pareces un muñeco-, le susurré. Se rió y me besó en la mejilla antes de tomar un bocado de su patata.

-El dinero va para la caridad, es algo que Edward apoya a menudo, de todas formas. Así que probablemente les de el dinero, sin tener nada en cuenta. También se beneficia la caridad.- Seguía numerando los puntos con los dedos.- Por lo tanto, salís a la luz, tu periódico gana, los beneficios van para la caridad, Edward no tiene que pasar una noche con un desconocido, lo que significa que no tienes que preocuparte por que él pase una noche con un desconocido. ¿Me falta algo?

No veía cómo poner una objeción. Ella ya lo sabía, había dicho un montón de puntos destacados. Había oído todo eso antes de Edward, Alice y Rose, pero nunca de esa manera y no podía pensar en un argumento que no fuera que era su dinero. Pero como dijo Esme, lo iban a comprar para pasar la noche, de todos modos. No había nada que discutir.

-No-, murmuré.

-Eres la leche, mamá-. Edward sonrió a Esme, su irritación por esta discusión se fue ahora que sabía que había ganado gracias a su madre. Tomó mi mano entre las suyas y la besó, provocando que el resentimiento que fluía a través de mí se fuera antes de que se convirtiera en ira. Me habían atrapado con eficacia y lo sabía.- Bella, significaría mucho para mí que me compraras. Prometo que ganarme cada dólar que gastes.

Carlisle y Esme se rieron.

-Ya lo has ganado, ese es el problema.- Tenía la mente llena de imágenes de Edward ganando cada dólar con la manera que movía sus dedos, su lengua y a Zeus en la ducha y en un sin número de lugares más.

-No hay problema. Te compraré un coche o joyas.- Me sonrió y no pude resistir a tocarle los labios con mis dedos.

Dado que parecía que no tenían ningún filtro, decidí que podría aprovecharme de eso.

-No sé, quizá un nuevo coche, que sea rápido, Cullen.- Sonreí para desafiarle.

Edward me devolvió la mirada con una llena de burla.

-Te llevaré a un viaje suave.

-¡Ese es mi hijo!- Carlisle exclamó, lanzando su puño al aire como si Edward hubiera lanzado un touchdown en vez de hacer un comentario sexual muy inapropiado. Esta familia era extrañamente maravillosa.

-Muy bien, pero si el paseo se llena de problemas, pido un reembolso.

Esme se rió entre dientes.

-Sabía que iba a encajar perfectamente.

-Lo hace, querida.- Carlisle asintió con la cabeza.- Eso hace.- Yo también sentía que encajaba.

 

 

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¡¡Hola de nuevo!! Bueno ¿qué os ha parecido el capítulo?

Esme es tan protectora y graciosa. ¡Me encanta! Con sus insinuaciones y con todo jaja. Aunque pobre Edward, porque ¿a quién le gusta saber lo que hacen sus padres en la intimidad? Yo creo que a nadie, pero es muy gracioso.

Carlisle es un cielo, y lo de el Maestro de la Carne me mató jajaja es muy gracioso también él.

Edward y Bella ya han dado otro paso más en la relación, uno muy grande, y en nada darán otro aún más grande, pero eso ya pasará en los siguientes capítulo jajaja.

 

Un beso! Espero vuestros comentarios y votitos.

Capítulo 19: Rumores Capítulo 21: Un examen más

 
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