Primero y Diez (+18)

Autor: nicoli
Género: + 18
Fecha Creación: 18/03/2013
Fecha Actualización: 26/10/2014
Finalizado: NO
Votos: 33
Comentarios: 191
Visitas: 133939
Capítulos: 35

Bella Swan es una aspirante a reportera de deportes cuando le es asignado entrevistar al más grande de la liga, por no mencionar al mas caliente, el quarterback Edward Cullen ¿Le enseñará Edward Cullen las reglas del juego? O ¿ella le enseñará una o dos cosillas? 


Esto es una traducción y su autora es Nolebucgrl, podéis encontrar el fic original en esta página: http://www.fanfiction.net/s/5874934/3/First-Ten

Estoy autorizada por la autora a traducir esta historia.

 

.................

También os invito a pasaros por mi otra traducción conjunta, Words With Friends, junto a CARLAROBPATT. Aquí os dejo el link: http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3920

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 1: Tiempo muerto

Capítulo editado.

Mis tacones sonaban contra el cemento húmedo, haciendo eco de los fuertes latidos de mi corazón. Me detuve un momento y me apoyé en la pared, respiré profundamente intentando calmar mis nervios. Alisé la falda negra hasta la rodilla que llevaba con nerviosismo y maldije en silencio por los zapatos de tacón que mi mejor amiga, Alice, me había obligado a llevar. Ella dijo que tenia que estar “profesionalmente sexy” sea lo que sea que signifique eso. Tal vez tuviera buen aspecto, pero no es como si fuera a una sala de juntas. Iba a una habitación sucia y con un olor a sudor como para ponerse a gritar. Pero Alice dijo que no es excusa para no vestir bien y la primera impresión, solo se da una vez en la vida. Siendo honesta, una buena impresión ahora es de máxima importancia.

Era mi primer trabajo como escritora principal de los “Cardinals de Arizona” en el periódico “The Arizona Republic”. Me habían dado esta oportunidad por un desafortunado ataque al corazón que ha tenido mi jefe, Buddy Jackson, periodista de deporte desde hace muchos años. Había sido mi mentor durante los últimos dos años, mientras cubría los deportes de la escuela secundaria y las comprobaciones de estadísticas. Ahora, este era mi gran momento y estaba a punto de dar los primeros pasos hacia el vestuario para entrevistar al mismísimo Edward Cullen.

Edward Cullen era el mejor quarterback de la liga, tanto fuera como dentro del campo. Tuvo un promedio de 350 yardas y tres anotaciones por partido, y eso, por lo general, era cuando tenía una mala noche. Era como un David de Miguel Ángel, como si hubiese sido creado por los dioses. Me regañé mentalmente por sonar como una ridícula fan, pero no pude evitarlo y desde luego no era la única. Los Cardinals agotaban todas las entradas desde que Edward Cullen entró en el equipo hace tres años. Era sexy tanto dentro como fuera de la cancha, había sido relacionado con varias actrices y modelos durante su mandato como mariscal de campo de los Cardinals. Pero desde su ruptura con la modelo rusa Tanya Volkov meses atrás, no se sabía si había otra mujer en su vida.

Su aspecto de estrella de cine era parte del paquete, por supuesto, pero una parte muy atractiva. Medía 1,95 metros de altura, tenia unos penetrantes ojos verdes y el pelo era una mezcla de marrones, rojos y rubios que siempre estaba despeinado pero a la vez perfecto. Su rostro era precioso con unos pómulos perfectos, una mandíbula que podría cortar el vidrio y unos labios que eran de lo mas apetecibles y su sonrisa... podía iluminar una habitación entera. Irradiaba encanto y carisma, era el sueño de todo periodista y ahora yo era esa periodista y no sabía que iba a decir o hacen cuando entre en esa habitación.

A pesar del número de hermosas mujeres que desfilaban al rededor del campo de ESPN, CBS, Fox y NBC, el periodismo deportivo seguía siendo de hombres. Las mujeres hermosas en las lineas laterales que empujaban sus micrófonos en la cara de los entrenadores en el descanso raramente sabían algo del juego y siempre hacían las preguntas mas comunes como “Entrenador, ¿qué tipos de ajustes hará en el descanso del partido?” como si fuera a responder para que todo el mundo le escuchara. La mitad de ellas estaban allí para coquetear con los jugadores. Sonaba como una perra amargada, pero no podía evitarlo, conocía y amaba este deporte y para mí era importante obtener información real, no los tópicos que muchos reporteros defendían. Buddy me dijo que nunca escondiera mis conocimientos sobre el juego, así ganaría respeto en lugar de un ligue en una entrevista. Ahora tenía que intentar hacer eso delante del hombre mas caliente de la liga.

Eché un vistazo a mi reloj de oro que señalaba que iba con 15 minutos de retraso. Buena forma de crear una buena impresión, Bella. Corrí por el pasillo tan rápido como los tacones, que eran una trampa mortal, me lo permitían y llegué a los vestuarios sin aliento. Mostré al guardia que se encontraba fuera del vestuario mi acreditación de prensa y me dejó pasar, tomé otra respiración profunda, de lo que me arrepentí al instante por el olor a sudor que entró por mi nariz. Se podría pensar que se había encontrado una forma para enmascarar el mal olor del vestuario, al ser un equipo de primera división y todo eso, pero es evidente que no era el caso.

Me abrí paso entre los armarios, agradeciendo que los otros jugadores habían limpiado un poco. Era probable que hallan ido a celebrar su victoria y que yo estuviera haciendo esperar a Edward. Oí su voz al fondo de la sala a la izquierda y mi corazón se paro un instante. Levanté la cabeza, pero me paré detrás de una fila de armarios cuando escuché la irritación de su voz.

-¿Y dónde está ese tipo? Se suponía que tenía que haber llegado hace veinte minutos y tengo que llegar a casa.- Su voz , que era suave y hermosa, incluso cuando estaba molesto, envió escalofríos por mi columna vertebral. Regañé a la típica reacción femenina que tuve y decidí centrarme en el hecho de que Edward se refirió a mi como “él”. Por supuesto que el asumiría eso, ¿no?

-Estoy seguro que estará aquí pronto, Edward. Es nuevo, al parecer. Probablemente se perdió de camino a los vestuarios.- Carlisle Cullen era el padre de Edward y también el médico del equipo. Era muy respetado en el campo de medicina deportiva y el equipo estuvo emocionado cuando llegó un año después de que su hijo se convirtiera en el titular de mariscal de campo. Era casi tan guapo como su hijo y, al igual que el, tenía su propia sección de fans animando en las gradas. Era completamente ridículo, pero no podía decir que no las entendiera ya que me sentía tentada a usar un estetoscopio y llevar un cartel que decía examíname. Si eso realmente había sucedido. Patético lo se.

-Buddy nunca me hizo esperar- murmuró Edward y Carlisle rió.

-Estas muy ansioso de salir de aquí. Me pregunto por qué será...- Había algo en su tono que indicaba saber exactamente que pasaba, pero el no lo dijo.

-Claro, papa. ¿El entrenador menciono como se llamaba el nuevo?.

-Apenas pude oírle, creo que sonaba como Billy Swanson ¿tal vez? Nadie ha oído hablar de él.- Mierda. No sabían que era una chica. Pensé que era mejor que saliera ahora antes de que se molestara más por la tardanza.

Doblé la esquina y me paré de sopetón al ver a Edward sentado en una mesa de masaje, con los ojos cerrados mientras su padre sostenía una bolsa de hielo en su hombro derecho. Esta noche había lanzado 423 yardas y 4 touchdowns y su brazo tenía que estar muerto por el cansancio. Por supuesto que no era el hielo en el hombro de Edward lo que me había parado, si no que iba vestido con nada más que con una toalla en la cintura, con el pecho desnudo y bronceado todavía reluciente de sudor. Miré, paralizada, como una gota de agua se deslizaba desde la bolsa de hielo sobre su cuerpo, dejando un rastro húmedo por su magnífico pectoral derecho, sobre esos abdominales increíbles, hasta desaparecer por debajo de la toalla. Nunca deseé mas algo en mi vida que recorrer esas gotas de agua con la lengua.

El Dr. Cullen debió de oír la baba que se cayó a mis pies, porque levantó la vista y sonrió cuando me vio.

-Hola ¿puedo ayudarte?- Los ojos de Edward se abrieron y me sentí atrapada por esa mirada. Sus ojos se abrieron ligeramente y una sonrisa se extendió lentamente por su rostro. Sentí que me mojaba únicamente por esa mirada. ¡Compórtate Bella! Estas aquí para hacer un trabajo y no para babear al ver al hombre mas sexy del mundo. Has visto chicos así antes así que compórtate y se profesional. Mi voz interior se parecía mucho a Alice, eso era extraño ya que seguramente ella me chillaría a todo pulmón que me hiciera mujer y que fuera a por él.

Respiré hondo y traté de calmar los remolinos de mariposas que revoloteaban por mi estómago. No podía hacer nada con mi excitación, pero no me iba a avergonzar al demostrarlo.

-Hola, Dr. Cullen, mi nombre es Bella Swan y estoy aquí para entrevistar a Edward para el periódico “The Republic”. Perdón, llego tarde, esto está hecho una casa de locos.- No fue tan malo y logré pronunciar esas palabras sin tartamudear como una colegiala, por lo que, por lo menos, eso me daban bonificaciones.

-¿Eres Billy Swanson?- Edward preguntó, con evidente sorpresa en su voz. Fruncí el ceño, un poco molesta por su reacción. Claro se dio cuenta de que no tenía pene, pero podía cubrir el fútbol tan bien como “Billy Swanson”. Le miré con los ojos entrecerrados.

-No, mi nombre es Bella Swan, quién te dio el nombre claramente se equivocó.- Le informé con sarcasmo. Genial, había sonado como una verdadera zorra en frente de su padre. Esto iba a salir bien. Carlisle Cullen nos miraba a los dos sonriendo, casi igual que Edward en ese momento. Pude ver de dónde sacó su sonrisa devastadora.

-Tal vez debería dejarlos solos.- sugirió él, entregándole a su hijo la bolsa de hielo y alejándose.- Edward, ¿vienes mañana a cenar?

-Claro.- Le dijo a su padre sin dejar de mirarme. Carlisle sacudió la cabeza y se fue. Ninguno de los dos dijo una palabra mientras escuchábamos al Dr. Cullen salir del vestuario. Hubo un largo minuto de silencio mientras que nos mirábamos. Me moví incómoda, sin saber qué decir ni qué hacer ahora que estábamos solos. Tenía muchas ganas de arrancarle la toalla de su cuerpo y tirarme a por el, asumía que mis lectoras agradecerían leer sobre eso, pero mi editor no estaría muy contento.

Me aclaré la garganta.

-Así que, Sr. Cullen- comencé, sus ojos brillaron con humor y una sonrisa iluminó su rostro.- Ha tenido una noche estupenda.

-Oh, ¿así es como estamos jugando?.- Arqueé una ceja y el me sonrió una vez mas.- Si, señorita Swan, tuve una noche estupenda.- Sus ojos recorrieron de arriba a abajo mi cuerpo. Juro que esos ojos podían ver a través de mi blusa de seda blanca y mi sencillo sujetador de encaje blanco.- Y parece que esta mejorando por momentos.- concluyó, parecía satisfecho con sigo mismo. Estaba claro que sabía el efecto que tenía sobre mi sobre mí.

De alguna manera mis pies se movieron con voluntad propia y terminé de pie, a un metro de distancia de él. De cerca era más hermoso, si eso era posible. Podría extender la mano y tocarlo, pero, en cambio, metí la mano en mi bolso y saqué mi grabadora.

-¿Le molestaría si grabo la conversación?- Le pedí formalmente, a pesar de que tenía previsto hacerlo, con o sin su consentimiento.

-Claro.- Respondió, la diversión seguía en su voz y ese brillo en los ojos. Era deprimente lo relajado que estaba mientras que yo me sentía como una madre que llevaba por primera vez a su hijo a la guardería. ¿Por qué estaba nerviosa? Estaba casi desnudo y era muy sexy, pero ¿y qué? podía manejarlo. Se movió sobre la mesa de masajes y la toalla se abrió un poco, mostrando un trozo de sus musculosos muslos. Contuve un gemido y puse mis manos en puño, así resistiría a la tentación de recorrer con mis dedos esa abertura y abrirla un poco más. Joder, que calor hacía aquí ¿no?

Mordí mi labio y sonreí con satisfacción al oír una maldición salir de sus labios.

-¿Qué fue eso, Sr. Cullen?

-Nada, señorita Swan. Por favor, llámame Edward, “Sr. Cullen” es el nombre de mi padre.- De nuevo esa media sonrisa. ¡Como quería besarle!

Puse la grabadora a grabar y la coloqué sobre la mesa de masaje, sin quitar la mano del aparato. Sabía que mi primera pregunta tenía que ser impresionante. Algo que hiciera que me hablara sobre el juego y que hiciera que se olvidara de la mujer que destilaba lujuria por solo ver su increíble cuerpo.

-Edward, ¿que te hizo pasar la pelota a Whitlock en la primera serie de la segunda mitad, cuando estaba claramente cubierto por tres hombres de “DBs”?- Jasper Whitlock era el receptor favorito de Edward, un hombre de 1´82 metros de altura, ojos azules y pelo rubio despeinado. Él también tenía sus admiradoras, y con razón.

Inclinando su cabeza hacia un lado me sonrió.

-La atrapó, ¿verdad?

Negué con la cabeza.

-Claro, pero no fue un pase seguro. El riesgo de lanzar una intercepción era, sin duda, superior a completar el tiro.

Me atrapó de nuevo con esos ojos casi hipnóticos. Apreté los muslos y aferré la grabadora con mas fuerza.

-Siempre completo mis pases.- su voz era como sexo líquido y por casi me desmayé con sus palabras, ya que el doble sentido estaba más claro que el agua.

Mierda, tenía que conseguir tener la entrevista bajo control.

-Lanzaste una “Pick Six” la semana pasada- señalé, su sonrisa desapareció de sus labios y frunció el ceño.

-Se debió a que el estúpido de Mike tenia sujeto a Jasper y los árbitros estaban jodidamente ciegos para no verlo.- Escupió con rabia, recordarlo le hizo enfadar. Luché por no reírme. Fue agradable estar sobre el por una vez en esta entrevista. Quería que estuviera debajo de mí y encima y dentro y joder... no es bueno Bella. Oh, sería muy bueno, Bella, y lo sabes. Cállate voz interior Alice. Mi mejor amiga era una molestia incluso cuando no estaba aquí.

-Bueno, una selección es una selección.- señalé con aire de suficiencia y observé el brillo de ira de sus ojos. ¡Hasta enfadado estaba sexy!

-Hoy no hice ninguna.- Señaló y me lo tomé como una señal para volver al juego de hoy y dejar de hablar de su patético tiro de la semana pasada.

-No, no lo hiciste. Lanzaste 28 de 33 con 438 yardas al aire, un día muy impresionante.

-Gracias.- su voz era un poco apaciguada.

-Corriste el doble de jugadas y la mayoría de ellas fue por el suelo y esquivaste a la mayoría de los que iban a por ti y después subiste por dos touchdowns. ¿No crees que deberías trabajar en equipo un poco más?- Le pregunté y vi como sus labios temblaban. Como quería morderlos...

-Yo no hago las llamadas, el coordinador ofensivo las hace,- me dijo, como si fuera una idiota que no lo sabía.

-Soy consciente de eso, pero también soy consciente de que tiene la tendencia de cambiar el juego en la línea. Llama a su propio juego,- señalé.- Tu, Brandy y Manning son los tres únicos quarterbacks en la liga con autonomía para cambiarlo. ¿Me estás diciendo que cada uno de tus tiros fue llamado por el “CO”?

Se movió de nuevo y la toalla se abrió un poco mas, dejando al descubierto la rodilla más sexy que hubiera visto jamás. ¿Quién sabía que las rodillas podían ser tan sexys? Miré hacia atrás y él se rió entre dientes sabiendo hacia donde había mirado.

-No, señorita Swan, hice ajustes basados en la defensa. Ellos estaban poniendo ocho, así que tenía sentido tirar. Ellos habrían ganado la carrera.

-Estuviste demasiado seguro de que no te empujarían. Te obstaculizaron en dos tercias partes de las jugadas de pase, sin embargo nunca caíste. ¿Cómo puedes estar tan tranquilo sabiendo qué te van a obstaculizar o que van hacia ti?

Él me sonrió.

-Fácil. Tengo a McCarty cubriéndome la espalda. Quitaría a su propia madre antes de dejar que alguien me golpee. Es el mejor en lo que hace.

-Su contrato está de acuerdo contigo,- le respondí secamente. Emmet McCarty acababa de firmar el contrato mas grande de la liga.

-Vale la pena cada céntimo.- Edward me aseguró. Yo no podía decir lo contrario, Cullen casi nunca era golpeado desde su punto ciego y McCarty era el que le protegía.

-Nunca me contestaste por qué hiciste el pase a Whitlock- le recordé.

Él se rió y negó con la cabeza.

-Jasper y yo podemos hacer esa jugada hasta dormidos. Se la podría lanzar con once tipos cubriéndolo y el la cogería una y otra vez. Él sabe perfectamente como y en qué momento hacerlo.- De nuevo el tono confidente en su voz estaba haciendo estragos en mi cuerpo. Maldición, encontraba su ego demasiado sexy.

-Dallas tiene una defensa bastante buena, pero la destrozaste hoy. ¿Cómo te las arreglas para hacer que Jenkins y Howard parezcan aficionados?

Él se rió y se echó hacia atrás, por lo que su toalla subió más. Otros dos centímetros y estaría mostrándome la polla mas deseada del país. Supliqué a la toalla que siguiera subiendo. Su mano se posó en la mesa a un misero centímetro de la mía y juro que podía sentir las chispas entre nuestros dedos. Tenía los dedos muy largos y elegantes, parecía más un músico que un atleta. Podría tocarme en cualquier momento.

-Esas son tus palabras, no las mías, no necesito darles guerra a esos chicos, lo mas probable es que nos veamos en los playoffs.

-Pareces muy seguro de que vais ha llegar a los playoffs.

Se encogió de hombros y movió un poco su hombro, haciendo una mueca por la rigidez de sus músculos. Antes de que pudiera detenerme las palabras salieron por mi boca.

-¿Quieres que te de un masaje?- Joder, ¿qué acabo de decir?

Me miró un momento, sin duda, asegurándose de que no iba a derrumbarme por lo roja que me había puesto por mis palabras. Sentí el calor en mis mejillas y no necesitaba un espejo para saber que estaba del color de un tomate cherry. Su lengua se deslizó fuera de la boca y se humedeció los labios, ¡casi muero por eso!

-Eso sería muy amable de su parte, señorita Swan,- ronroneó y juro por Dios que la humedad se filtraba por mis músculos. Me moví detrás de él automáticamente y puse mis manos sobre sus hombros a pesar de que era sólo el derecho el que le dolía. Sentí todos sus gloriosos los músculos bajo mi tacto y le oí ahogar un gemido cuando comencé a masajear sus hombros.- Se siente increíble.- Susurró él, con la cabeza hacia delante. Sentí que mis dedos temblaban con el deseo de enterrarse en su cabello, pero mantuve mis manos en sus hombros, un magnífico lugar. No era difícil hacerlo.- Creo que esta es mi entrevista favorita.- Edward me informó y sentía la humillación sobre mi. Me estaba comportando como una de sus fans en lugar de llevar a cabo mi trabajo como periodista. Debo dejar de tocarlo y terminar esta entrevista antes de que hiciera algo todavía más estúpido. Pero eso requería quitar mis manos de su cuerpo y sinceramente no era algo que quisiera. Era patética. Empecé separarme cuando sus manos se acercaron cogiéndome las mías.-No quise decir eso, Bella-. Mi nombre derramado de sus labios hizo mis piernas gelatina igual que cuando dijo mi apellido.- Tus preguntas son perspicaces, me desafías cuando te doy una respuesta fácil, y respondes a las insinuaciones con clase, eres impresionante. Sin duda, mi entrevista favorita.

Sus palabras me calentaron por su sinceridad y ya no tuve la necesidad de dejar de tocarlo. ¿A quién le importa la decencia? Solo estábamos nosotros aquí. Comencé a masajear sus hombros de nuevo por lo que liberó mis manos.

-En respuesta a tu pregunta, solo tenemos que ganar uno más y hacernos con la división. Dos más y nos aseguramos para los playoffs. Lo quiero tanto que ya puedo saborearlo.

-¿El año pasado te dejó un sabor amargo, no es así?- Sabor... una palabra peligrosa cuando tenía las manos sobre él.

-Nos superaron. The Saint dominaron nuestras defensas y tuve mi peor día desde que entre en la liga. Dos intercepciones inexcusables. Me gustaría pensar que si Whitlock no hubiera estado lesionado el resultado hubiera sido muy diferente, pero ¿qué te puedo decir?- Sus músculos se tensaron bajo mis manos mientras hablaba de haber sido expulsados durante la primera ronda de los playoffs del año pasado.

-Hey, relájate, es como si estuviera haciendo nada si no lo haces,- le recordé, hundiendo mis dedos más mientras intentaba relajarte de nuevo.

-Sospecho que me podrías ayudar a relajarme fácilmente- murmuró. Me sonrojé de nuevo y estaba agradecida de que no podía verme. Pasé las manos por sus brazos y miré como su brillante y reluciente pecho subía y bajaba con cada respiración que tomaba. Hablando de subidas, pude apreciar como se agitaba algo debajo de su toalla. Prácticamente había cruzado todas las líneas de profesionalidad pero hice mi mayor esfuerzo en no sucumbir a la tentación de subirme a la mesa de masaje y follarlo hasta el olvido por más que quisiera.

Le froté unos segundos más antes de soltarle de mala gana y volví a la mesa.

-Gracias por la entrevista. Ya tengo todo lo que necesitaba- le dije en voz baja, apagando con un clic la grabadora y deslizándola por mi bolso. Evité sus ojos mientras me colocaba el bolso en mi hombro y me volví para irme.

-¿En serio?- No podía leer su todo de voz, así que me volví hacia él y sabía que estaba todo perdido. Sus ojos negros por el deseo, me miraban como si fuera algo comestible. Sentí que mi corazón se paraba para ponerse a latir rápidamente al reconocer el hambre en su rostro.

-Si- balbucee en respuesta, en contra de todo instinto y alejándome de esa mirada depredadora. Él se apartó de la mesa, la toalla colgaba muy abajo de sus caderas, pero aun así todavía le tapaba, aunque precariamente. Casi salivaba ante la vista de esa perfecta V en medio de sus caderas.

-¿Estás segura?- Allí estaba de nuevo esa voz que prometía hacer cosas malas si le daba el menor estímulo. Mi cuerpo se estaba excitando sin mi consentimiento, sentí mis pezones endurecer y vi que sus ojos se ponían mas oscuros cuando lo vio claramente en mi blusa blanca.

Me quedé mirando esa hermosa cara y no podía mentir, le deseaba y el lo sabía.

-No- respondí. Caminó hacia mí mientras me alejaba de el hasta que choqué con los armarios, el frío metal rojo presionó mi cuerpo caliente. Sus brazos me aprisionaron poniéndolos a cada lado de mi cuerpo.

-¿Qué mas puedo hacer por usted, señorita Swan?- Sus labios estaban a un centímetro de los míos y ya lo podía saborear. Él aun brillaba a causa del sudor, eso debería ser desagradable pero en el era realmente atractivo. Quería recorrer con mi lengua cada centímetro de su cuerpo. Movió la mano izquierda mas cerca de la cabeza y su pulgar tocó mi mandíbula. Dejé escapar un gemido involuntario e incliné mi cabeza para darle un mejor acceso.

Antes de que pudiera pensar lo que estaba haciendo, moví la cabeza y me llevé su pulgar a la boca. Ahora él gimió y presionó su cuerpo contra el mio como si no quisiese que pasara ni un soplo de aire entre ellos. Estaba duro, por todas partes.

Dejé que mi lengua y dientes jugaran con su pulgar mientras el lo sacaba y lo metía en mi boca. Sabía que fantaseaba que era su polla y, francamente, yo también. Por último, apretó sus exquisitos labios contra mi mejilla, moviéndose a lo largo de mi mandíbula hasta que llegó a mi oreja, donde mordió mi lóbulo, un lugar placentero para mi. Él sabía lo que estaba haciendo, tenía cada movimiento calculado para que aceptara.

-No has respondido,- susurró en mi oído, provocando escalofríos por todo mi cuerpo.- ¿Que mas puedo hacer por ti, Bella?- Su voz acarició mi nombre, su objetivo de llamarme señorita Swan había terminado.

Solté el pulgar de entre mis labios y apoyé mis manos y mi cabeza contra las taquillas.

-Tu, te quiero a ti- le informé sin aliento, incapaz de decir algo mas mientras que él seguía mordiéndome el lóbulo de la oreja. Sentí como una sonrisa se dibujó en su rostro con mis palabras.

Se apartó y me mostró esa sonrisa tan sexy que me hacía enloquecer, esta vez cedí a la tentación de morderle, tomando su labio inferior entre mis dientes, causando que gruñera y que empujara su cuerpo contra el mio. Gracias a mis ridículos tacones, encajábamos a la perfección, su polla estaba alineada con mi coño y todo lo que necesitaba era que me levantara la falda y me embistiera. Me apreté contra él ansiosa de hacerlo.

Separó sus labios de los míos y pasó la lengua por ellos, saboreándome, aunque no de la manera que yo quería que lo hiciese.

-¿Sabes Bella?, soy una persona muy competitiva-. Me dijo mirándome con picardía.

¿Qué coño le pasaba?

-Soy consciente de que la mayoría de los atletas lo sois,- le respondí, con la voz un poco irritada porque quería saber por que no pasábamos ya a la acción. ¿Por qué coño estábamos hablando?

-Soy tu primera entrevista ¿no?- Él sabía la respuesta a esa pregunta, pero pensé que a lo mejor quería jugar y así me volvería a tocar.

-Si, lo eres.

Su sonrisa se convirtió en esa que hacía quererle y odiarle al mismo tiempo.

-Bueno, creo que es muy importante que sea la mejor entrevista de tu vida. Y no puedo soportar ser el segundo, como ya te habrás dado cuenta. Quiero destacar, para que nunca olvides tu primera vez.

Mi cuerpo se convirtió en gelatina con sus palabras y luché para no lanzarme a sus brazos. Esto era un juego y estaba dispuesta a jugar.

-Eso es, probablemente, muy difícil. Estoy segura que entrevistaré a cientos, o quizás miles, jugadores de fútbol casi desnudos en mi vida. Pronto esto se me hará difícil de recordar y serás uno entre los demás.- Me guardé la risa mientras su fruncido ceño estropeaba su hermoso rostro. ¡Como si pudiera olvidarme de esto!

Mis temblorosos labios me acusaban y el entrecerró los ojos.

-Eso suena a desafío, señorita Swan.- Ahh, estábamos de vuelta con la falsa formalidad. Por mi bien.

-Usted es muy observador, Sr. Cullen.- Dos podían jugar a este juego de los nombres.

-Dicen que nunca se olvida al primero,- señaló con una sonrisa triunfante.

-A veces el primero merece la pena ser olvidado,- contesté. Dejó escapar una risita de sorpresa y negó con la cabeza.

-Bueno, entonces, supongo que tendré que hacer que esto sea inolvidable, ¿no?

Levanté una ceja.

-Si piensas que puedes, no te voy a parar.

Sus ojos se oscurecieron de nuevo, el verde estaba casi negro del deseo. Así estaba tremendamente sexy, era como si una pantera estuviera acechando a su presa. Solo que esta presa estaba lista y dispuesta a todo.

-Dígame, señorita Swan, ¿ha follado alguna vez en un vestuario?- Negué con la cabeza en silencio, con la boca seca por la forma en la que me miraba y decía esas palabras. Sus ojos me miraron de arriba a abajo recorriendo cada parte de mi cuerpo. -Por supuesto que no, una mujer con una apariencia tan dulce e inocente como usted, con sus enormes ojos marrones y ese labio que sigue mordiendo... la mayoría de los hombres serían muy suaves con usted. Tocarían cada pulgada de su cuerpo con toques ligeros como una pluma, seguidos por suaves besos que apenas podría sentir- sus palabras eran hipnóticas, ese tono aterciopelado me hizo sentir como si me estuviera tocando de esa forma tan suave.- Se tomarían su tiempo en memorizar cada parte de su cuerpo, saborear todos sus sabores para luego deslizarse suavemente dentro de ti y hacerte el amor toda la noche. ¿Suena bien, señorita Swan?

Sonreí, recordando una noche reciente en la que me sentí como una princesa siendo adorada durante horas y horas.

-Si, suena muy bien.- ¿De donde había venido esa voz? Sonaba como si hubiera corrido una maratón y estuviera completamente sin aliento.

Sus manos encontraron mi cintura y lentamente sacaron mi blusa por fuera de la falda. Anhelaba que me tocara. No obstante, él simplemente permaneció con las manos por encima de mi ropa y solté un grito de frustración. Dejó escapar una risita y pasó las manos por la abertura V de mi camisa, trazando mis huesos del cuello con la punta de los dedos.

-Bueno, señorita Swan, ya que ya ha sentido eso, por supuesto, no sería nada memorable para usted ¿verdad?- y una mierda que no. Todo lo que ese hombre me hiciese seria memorable, lo sabía tan bien como mi propio nombre.

-Puede ser,- le informé, haciendo una mueca por el zumbido de mi voz. Sus dedos estaban disparando pequeñas chispas a través de mi cuerpo y él apenas había rozado mi escote. Los necesitaba por todo mi cuerpo.

-Puede ser no es lo bastante bueno para un tipo como yo. Tengo que ser mejor que cualquier otro.- Bastardo engreído.

-Creo que va ha tener que ponerse en contacto conmigo cuando cumpla unos sesenta años y le haré saber si ha sido así.

Rió suavemente, sin haberle afectado mis palabras.

-Oh, yo creo que lo sabremos antes.

-No sabre nada hasta que me folles, ¿o si?

La alegría huyó de su rostro y frunció el ceño.

-No, supongo que no. Que sea así entonces.- Y antes de que pudiera registrar sus palabras, sus manos abrieron el cuello de la camisa, rompiéndola sin esfuerzo, enviando los botones por todo el vestuario. Di un grito ahogado, pero eso es todo lo que pude hacer antes de que sus labios estuvieran encima de los míos, los besos suaves de antes se habían ido. Sus labios estaban devorando los míos, nuestras lenguas estaban enzarzadas en una guerra silenciosa en la que ninguno de los dos iba a perder. Sus manos encontraron mis pechos y los apretó al ritmo de los besos, pellizcando mis doloridos pezones y enviando sacudidas de placer a través de mi pecho. Mis manos, finalmente enterrados en su pelo, tiraban de el al mismo ritmo.

Metió la mano por detrás de mi espalda desabrochando mi sujetador, era evidente que no era ningún novato en esta acción... la mayoría de los chicos, por lo menos, lo hacían un poco a tientas, pero, por supuesto, Edward Cullen era un profesional. No tenía tiempo para preocuparme por el estado de mi ropa, aunque, con esos dedos increíblemente largos deslizó el sujetador por mis hombros y mis brazos hasta dejarlos caer y luego volvió a acariciar mis pechos desnudos. Finalmente, sus manos estaban en mi piel desnuda. Gracias a Dios.

Dejó de besarme los labios para besarme el cuello, deteniéndose a chupar los huesos del cuello que había estado acariciando anteriormente antes de continuar hacia mis doloridos pechos. Tomó el derecho con su boca, mordisqueándolo como un experto mientras hacía lo mismo con la mano en el izquierdo. El placer me sacudió y pensé que podría venirme con lo que estaba haciendo a mis pechos. Esa sería la primera vez. Murmuré mi aprobación y sostuve su cabeza en mi pecho, porque no quería que se detuviera. Él se rió y sentí que vibraba a través de mi torso.

Pasó a mi seno izquierdo y jugó con el de la derecha al igual que lo había hecho antes con el otro. Podía sentir un hormigueo por todo mi cuerpo y mi estómago, se sentía como si estuviera en la cima de una montaña rusa, a punto de caer hacia el vacío. Esa fue mi parte favorita del viaje. Este paseo solo había hecho nada mas que empezar y esperaba que no hubiéramos empezado ya el crescendo.

Como su hubiera oído mis pensamientos, la mano derecha de Edward se deslizó por debajo de mi falda y pasó el pulgar por encima de mi empapada ropa interior. Dejé escapar un fuerte gemido y me estremecí por ese repentino contacto. Se rió entre dientes, pero siguió chupando mi pezón suavemente. Sus manos no eran tan suaves, sin embargo, su pulgar estaba aplicando una presión cada vez mas fuerte contra mi coño y me froté contra su mano, deseosa de sentir esos largos dedos dentro de mi.

Sentí que mi falda subía lentamente y me tomé un momento para agradecer que no me la arrancara, aunque a la vez sentí un poco de decepción. No es que quisiera vagar por el estadio en ropa interior, pero ahora mismo no me importaba mucho si así fuera. Edward soltó mi pecho y se me escapó un leve suspiro de decepción. No duró mucho, ya que se puso de rodillas delante de mí. Sentí más líquido recorrer mis muslos sólo por la visión de esa hermosa criatura.

-¿Señorita Swan?- preguntó él, mientras sus manos acariciaban mis músculos y sus pulgares se apoderaban de mis doloridos labios.

-¿Hmm?- Fue lo único que pude contestar. Tuve suerte de que aun fuera capaz de estar de pies, ya que sentía que estaba temblando como una hoja.

-¿Cómo va la entrevista hasta ahora?- preguntó con una gran sonrisa que parecía casi infantil en su hermoso rosto.

Abrí la boca para maldecir, pero justo en ese momento sus pulgares se metieron debajo de mi ropa interior poniéndose en contacto con mi clítoris. Todo lo que había planeado decir se desvaneció al sentir el placer y entrar en erupción colo con un breve toque. Mis manos se estrellaron con fuerza contra las taquillas, lo que envió un vibrante sonido a través de de la habitación. Edward miró como me llegaba el orgasmo, sin dejar de ejecutar el movimiento que hacía sus pulgares contra mi clítoris.

Edward paró los movimientos y fui capaz de concentrarme de nuevo, dándome cuenta de que se las había arreglado de alguna manera para mantener la toalla en el mismo lugar a pesar de su posición en el suelo. Eso no estaba bien. Estaba a punto de quitársela cuando dio un tirón inesperado a mi ropa interior y oí como se rompían las costuras. Mierda, otra prenda de ropa rota. Miró mi tanga negro por un momento y luego me sonrió.

-Sabe, señorita Swan, usted parece muy recatada con esa camisa blanca y el sujetador, pero luego se pone ropa interior traviesa que nadie pueda ver. Nadie a parte de mí. Eres de lo más contradictoria. Me gusta eso.

-El exterior es para todo el mundo, el interior es sólo para mí- le informé. Mis bragas negras me hicieron sentirme sexy y segura.

-Y para mí, al menos en este momento,- señaló, con razón. No había esperado estar así como estamos, pero mentiría si dijera que no había fantaseado mas de una vez con eso.- Te he querido probar desde que entraste en esta habitación- me informó, y mientras lo procesaba se inclinó hacia delante pasando la lengua por encima de mi clítoris. Joder, si que se sentía bien. No era lento o suave, y su lengua me recorría como si fuese una carrera. ¿Quién podía hacer correrse a una chica antes? Edward podría ganarla sin duda. Dejé que los casilleros de detrás de mi me sostuvieran porque iba a colapsar si dejaba que las piernas me sostuvieran durante todo el rato.

El calor inundó mi cuerpo. La lengua de Edward trabajaba sin descanso y como si eso fuera todo, sus sexys dedos se unieron a la fiesta. Deslizó uno dentro de mí y solté un gemido mas fuerte cuando dobló el dedo hacia delante y golpeó mi punto más sensible. Movió su dedo dentro y fuera lentamente, lo que contrastaba con el rápido movimiento de su lengua en mi clítoris. Las velocidades me volvieron loca y me perdí en la sensación. Todo el equipo podría haber entrado en los vestuarios, nos estarían mirando y yo ni siquiera me hubiera dado cuenta.

Sentí que deslizaba un segundo dedo dentro de mí y comenzó a acelerar su movimiento para que coincidiera con la velocidad de su lengua. Me sentía como si me estuvieran quemando por dentro mientras se movía mas rápido y más rápido. Mis muslos comenzaron a tensarse y lo sentí mientras me venía, mis paredes apretaron sus talentosos dedos. Di un grito ahogado diciendo su nombre mientras seguía con sus movimientos no contento de ver como bajaba de la cima. No sabía cuantos orgasmos había tenido ¿tres? ¿cuatro? ¿siete? Había oído hablar de orgasmos múltiples, pero creía que era un mito. Estaba claro que no.

Era como una masa temblorosa en el momento en que se apartó de mí y empecé a deslizarme por las taquillas pero él me agarró antes de que pudiera caer al suelo.

-¿Bella? ¿Estás bien?

¿En serio? No había ni una palabra para describir como me sentía. Puse mis manos sobre su desnudo y sensual pecho y murmuré un sin sentido de palabras. Él se rió y me ayudó a ponerme de pies.

-Tal vez deberías sentarte.- Negué con la cabeza. No había terminado con él, sin embargo, solo tenía que hacerme con el control.

Extendí la mano y le quité la toalla, finalmente puse los ojos en la gloriosa polla de Edward. Nunca he encontrado a una polla atractiva, son venosas y de aspecto extraño la mayoría, pero, por supuesto, Edward la tenía bella a pesar de todo. Era larga y dura, sobresalía orgullosa de sus caderas. Me lamí los labios y me imaginé tomarla con mi boca.

Me incliné hacia delante y presioné mis labios contra su hombro, abriendo mi boca y recorriendolo, Sabía a hombre, a sudor y a hierva. Me gustaba. Lamí todo el camino hasta su pezón con mi lengua. Gruñó y se acerco a mí. Estaba tan cerca de estar en donde quería. Solo unos centímetros mas...

Como si estuviera leyendo mi mente, las manos de Edward me tomaron por la cintura levantándome del suelo y presionándome de nuevo en el frío metal y deslizó su polla suavemente en mi dolorido coño. Arqueé las caderas hacia él, ansiosa de tenerlo completamente dentro de mí y envolví mis piernas a través de su cintura. Mis manos encontraron apoyo en sus hombros y lo metí por completo en mi interior. Los dos nos quedamos sin aliento mientras entraba y salía de mi. Pero no quería que fuera lento y él lo prometió.

-Fóllame duro Edward, como dijiste.- Sus ojos se oscurecieron y al instante cumplió su promesa, sus caderas se movían rápidamente dentro y fuera contra las mía, a un ritmo perfecto.

Sentí una cerradura de las taquillas en mi espalda y me dolió, pero realmente no me importaba. Me arqueé lo mejor que pude y me encontré con cada embestida. Nuestros cuerpos estaban resbaladizos por el sudor, pero sólo hizo que nuestro movimiento fuera más suave. Un mechón de pelo le caía por la cara y se lo quité, mis labios encontraron los suyos mientras embestíamos. No lo podría creer cuando lo sentí de nuevo y me vine mientras mis muslos apretaron contra él, sollozando su nombre mientras me venía fuerte. ¿Cómo me podía correr así después de los otros orgasmos? Me apreté alrededor de Edward y eso fue lo que necesitó para liberarse en mí con fuertes y largas embestidas.

Nos derrumbamos contra la pared, los dos jadeábamos empapados de sudor. Yo no sabía como demonios iba a salir de aquí, con la camisa rasgada y con el aspecto de haber tenido sexo duro. Las manos de Edward me tomaron por el culo llevándome hacia las duchas. Me quitó la falda y nos metió a los dos bajo el agua. Suspiré de alivio cuando el sudor huía de nuestros cuerpos.

-Faltan un poco de cuidados, pero por lo menos estaremos semi-límpios- me dijo con una sonrisa, cogió gel de baño en sus manos y hizo un poco de espuma antes de empezar a lavarme. Sentí que el deseo me llenaba de nuevo. Había sido más que suficiente, muchas gracias. Sin embargo, sus dedos mientras aclaraba mi cuerpo hacía que volviera. Cerré los ojos y me recosté contra la ducha.

Edward tomó mi mano y roció un poco de jabón en ella, mirándome con expectación. Suspiré en broma y le devolví el favor, le limpié tan afondo como el había hecho conmigo. Vi su polla agitándose de nuevo y me reí.

-No puedo otra vez, Edward. Ahora no.

Se echó a reír y me dio un beso en la mejilla.

-Lo sé. Tenemos que salir de aquí.

-Uh, hablando de eso, ¿tienes alguna camiseta para dejarme?- Tomó una toalla de una pila de la lado de la ducha y me secó completamente. Su tacto era tan suave después del sexo duro que tuvimos que era un buen contraste. Abrió su taquilla y metió la mano dentro.

-Toma- dijo y me entregó una camiseta limpia. Cullen # 10. Esto era demasiado grande para mí, pero no me importaba en absoluto. Era mía y no se lo iba a devolver. Me la puse junto a mi falda metiendo el sujetador y la ropa interior en una bolsa. Tendría que recordar limpiar esto antes de ir a escribir mi historia.

Vi como se ponía los pantalones vaqueros negros y una camiseta blanca que no hacía nada para ocultar sus hermosos músculos. Dios, era precioso. Me pilló comiéndole con la mirada y me sonrió suavemente. Yo no estaba segura de qué decir ahora que ya no había tensión sexual.

-Bueno, tengo que llegar al trabajo a escribir mi historia, así que supongo que debería irme ahora.- No quería irme, pero tenía trabajo que hacer y yo no quería presumir de que...

-Bella, ¿por qué no me dijiste acerca de tu ascenso?- me preguntó en voz baja, mirándome un poco herido. Atrás quedó el atleta arrogante que me acababa de follar en el vestuario. Aquí estaba el verdadero Edward Cullen, dulce, inteligente y, a veces, un poco inseguro de sí mismo. Llevábamos saliendo dos meses y mientras aun todo era nuevo, sabía que le querría siempre. Llegué a ver un nuevo lado de él esta noche y condenadamente atractivo como cualquier otro.

Me acerqué a él y le abracé por la cintura. Me tomó en sus brazos y me abrazó con fuerza.

-Me enteré esta mañana. Ya te habías ido y bueno, quería darte una sorpresa. Espero que haya sido una buena idea.

Él se rió y me apretó con más fuerza.

-Voy a decir que no sabía muy bien que decir cuando te vi. Y luego mi papa...

-Si esa no fue la mejor forma de conocer a tu padre- le dije, riendo con él.- ¿Qué va a decir cuando me conozca de verdad?

Me dio un beso en la cima de mi cabeza.

-Él ya sabía tu nombre, Bella. Se fue para darnos privacidad.- Oh, eso era bastante embarazoso. Esperemos que no tenga ni idea de lo que su hijo y yo habíamos hecho cuando se fue. Edward metió la mano en su armario y sacó su móvil. Se rió entre dientes mientras apretaba un botón y me mostraba el mensaje de texto.

Estuvo bien conocer por fin a tu novia. Tráela a cenar mañana, tu madre está enfadada por que la conocí antes que ella.

-Supongo que voy a conocer a tus padres.- Le dije con una sonrisa.

-Si, ya era hora.- Cerró el armario y tomo mi manos entre las suyas- ¿Y?

-¿Y qué?

-¿Fue la mejor entrevista de todas o qué?

Me mordí el labio y fingí pensar en ello. Soltó mi mano y empezó a hacerme cosquillas, haciendo gritar de risa.

-Si ¿vale? ¡Si!- Se detuvo y me sonrió en señal de triunfo.

-Nunca tendrás una entrevista como esta ¿verdad?- pregunto mirándome con expectación.

-Bueno, no lo sé. Estaba pensando en dirigirme al vestuario de los Cowboys y ver si Tony Romo todavía estaba allí. Tal vez podría darle un plazo para tu dinero- Edward gruñó y me cargó sobre su hombro.- ¡Edward!, ¿qué estás haciendo?

-Llevarte a casa, no vas a ver esta noche a Romo o a cualquier otro Cowboy,- me dijo. Me gustó la vista de su culo en esos pantalones vaqueros tan ajustados.

-Edward, bájame,- le dije, mientras salía de los vestuarios y unos guardias asustados nos miraban y algunos aficionados esperaban un autógrafo.- La gente va ha empezar a hablar,- le susurré, la sangre me iba a la cara, tanto por la posición en la que me encontraba y por la vergüenza a todos los ojos sobre mí.

Él me dejó en el suelo, pero mantuvo su brazo alrededor de mí.

-Vamos a dejarles hablar. Estoy cansado de esconderte. Eres mía y quiero que todo el mundo lo sepa.-Sus palabras me invadieron y me sentí como si hubiera ganado la lotería. La gané. Edward Cullen era un premio mucho mejor que cualquier otro.

Moví mi brazo alrededor de él y dejé que me sacara de la cancha.

-¿Edward?

Se detuvo junto a su Mercedes y me miró.

-¿Si, Bella?

Apreté los labios y se inclinó para darme un beso.

-La mejor entrevista de mi vida- murmuré contra sus labios. Él se rió y me dio otro beso, luego se apartó y abrió la puerta del lado del pasajero para mí.

-Te lo dije,- me recordó con aire de suficiencia. Y así lo había hecho.

 

 

 

____________________________________________________________________

 

Bueno chic@s, por fin me he atrevido a subir una historia y ya que no soy buena escribiendo pense en traducir, espero que esta historia sea de vuestro agrado.

En cuanto a cuanco subire, tengo previsto subir un capítulo cada domingo y si algún domingo no pudiera os avisaría con antelación, no voy a dejar de lado esta historia.

Este capítulo es como una introducción a la verdadera historia que espero que os emocione tanto como me ha empocionado a mi.

 

 

Este capítulo lo he editado por contener algunos fallos de expresión y ortografía.

Capítulo 2: El proyecto

 
14440061 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10758 usuarios