NOVENTA DIAS (+18)

Autor: ROSSE_CULLEN
Género: Drama
Fecha Creación: 03/03/2013
Fecha Actualización: 26/07/2014
Finalizado: SI
Votos: 26
Comentarios: 79
Visitas: 141709
Capítulos: 65

"CHICAS ESTA HISTORIA ESTA LLEGANDO ASU FINAL SIGAN VOTANDO Y COMENTEN UN FINAL ALTERNATIVO"

Tras poner punto final a su relación días antes de la boda, Isabella  Swan decide romper con su vida anterior y se muda a Londres dispuesta a empezar de cero. Ella cree estar lista para el cambio, pero nada la ha preparado para enfrentarse a Edward Cullen. Edward sabe que nunca podrá dejar atrás su tormentoso pasado, aunque para no asfixiarse en éste hace tiempo que se impuso unas estrictas normas que rigen todas sus relaciones. Y jamás se ha planteado transgredirlas? hasta que conoce a Isabella. Arrastrados por la pasión y el deseo, vivirán una intensa relación dominada por los peculiares gustos sexuales de Edward. Bella  le concede todos sus caprichos hasta que él le pide algo que ella no se siente capaz de dar. Sin embargo, antes de que la joven tome una decisión, el destino se entremete y Edward  sufre un grave accidente. ¿Bastarán noventa días para que Bella se atreva a reconocer que una historia de amor como la suya es única e irrepetible?

 

ESTA HISTORIA ES UNA ADAPTACION DE UN LIBRO QUE APENAS ACABO DE LEER QUE ES DEL AUTOR "M.C Andrews" TITULADO DE LA MISMA FORMA PERO CON LOS PERSONAJES DE S. MEYER.

 

 *chikas si lo que quieren es una historia divertida les recomiendo mi otro finc llamado.

"dificil amar *18"

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 9: capitulo * 9

Capítulo 09 

Arrastré a alice  a la tienda de disfraces y de máscaras y pasamos dos horas probándonos vestidos dignos de una película de época. Al final, aunque el estilo Jane Austen me atraía, terminé alquilando un precioso disfraz de pirata. Los pantalones de piel negra y las botas hasta las rodillas me gustaban y me hacían sentir atrevida, y el antifaz, también negro, junto con el sombrero de ala ancha ocultaban mi rostro lo suficiente como para fingir que no era yo la que los llevaba. El traje se completaba con una holgada blusa blanca de algodón muy fino y medio corsé de cuero negro anudado encima. Evidentemente, también llevaba una espada colgando de la cintura, pero al final decidí no llevármela, porque no quería verme en la tesitura de utilizarla. Y porque, tal como dijo Alice, podía hacer caer a algún camarero con ella.  

A la mañana siguiente, llegué al despacho con ganas de contarle lo del disfraz a Angela y de sonsacarle qué iba a ponerse ella, pero en cuanto pasé por delante de la biblioteca, los recuerdos del «casi beso» que Edward al final no me había dado inundaron mi mente y me resultó imposible pensar en otra cosa. No sólo no me había besado, sino que me había dicho textualmente que no quería salir conmigo y luego me había ordenado que no fuese a la fiesta, el muy engreído. Era insoportable. Entonces, ¿por qué no podía dejar de pensar en él? Por el modo en que me miró cuando me quitó a Demitri  Howell de encima y por cómo se me aceleraba el corazón siempre que se me acercaba. Era absurdo. Ridículo.

Seguro que la atracción que ambos sentíamos era pasajera. Yo hacía poco que había sufrido un gran desengaño y tenía ganas de tener mi primera aventura y él, bueno, de él no sabía nada, pero seguro que había alguna explicación. Llegué al despacho de Angela y vi que ella todavía no estaba, así que aproveché para ir a la pequeña cocina que había en esa zona del bufete y preparar un poco de té. Esta se hallaba al final del pasillo y estaba provista de nevera, cafetera, microondas y distintas estanterías llenas de tazas y de cajas de galletas. Abrí la puerta, convencida de que no encontraría a nadie y me llevé una sorpresa. Edward Cullen  estaba preparando té. Acababa de sumergir las bolsas en el agua hirviendo, antes de ponerle la tapa a la tetera. Llevaba uno de sus elegantísimos trajes negros y tenía el pelo húmedo y, aunque no lo pareciese, encajaba perfectamente en aquel lugar. Había algo en su expresión, allí, estando a solas, que lo hacía parecer más joven, menos duro. ¿Quién era ese hombre? ¿Desaparecería en cuanto dejase de estar a solas?

 —Buenos días, Bella —me saludó otra de mis compañeras desde el pasillo.

 Y Edward levantó la cabeza y me pilló mirándolo. Como era de prever, la dulzura desapareció de su rostro con tanta rapidez que pensé que me la había imaginado.

—Buenos días —lo saludé.

 —Buenos días —contestó él.

—Venía a preparar té —dije yo, justificando así mi presencia allí, a pesar de que no me había preguntado nada. Edward dejó la tetera encima de la mesa que había en el centro de la cocina, sacó una taza del armario y leche de soja de la nevera y me sirvió.

—Espera un poco, todavía está muy caliente —me aconsejó, levantando la taza para acercármela.

Yo la cogí, junto con la servilleta de papel que me dio también para que no me quemase.

—Gracias.

Nuestros dedos se rozaron en el asa y vi que él cerraba en seguida la mano.

—¿Cómo sabes cómo tomo el té? —le pregunté cuando reaccioné. Me sonrió y pensé que se iría sin contestarme. Me equivocaba.

 —Porque, aunque intente lo contrario, siempre te presto atención. Oh, Dios mío, seguro que se me había desencajado la mandíbula. —Que tenga un buen día, señorita swan.

Ahora sí que iba a irse.

—Un momento.

 La mano con la que no sujetaba la taza cobró vida propia y se apoyó en la puerta para cerrarle el paso a Edward Cullen. A mi jefe. A uno de los profesionales más importantes e influyentes de Inglaterra.

—¿Sí? —Él enarcó una ceja y me miró intrigado.

—Tienes el pelo mojado —solté de repente—. Yo también te presto atención.

—He ido a nadar. Lo hago todos los días.

—Lo sé.

Y además se le notaba. Tenía la típica cintura estrecha y los hombros de un nadador.

—¿Necesitas algo más?

Habría podido apartarme sin ninguna dificultad, o sencillamente habría podido ordenarme que lo dejase pasar y despedirme a continuación, pero se quedó allí quieto, con la mirada fija en mí.

 Todo eso era absurdo y a mí nunca se me habían dado bien los subterfugios, así que decidí seguir el lema de mi nueva vida y arriesgarme.

—Ayer por la noche… —me humedecí los labios y él siguió el movimiento con los ojos—, ¿por qué no me besaste?

—¿Querías que lo hiciera?

—Yo he preguntado antes.

Levantó la comisura derecha del labio.

 —Eres demasiado abierta y sincera. No deberías decir siempre lo que piensas.

 —¿Por qué?

 —Porque así sólo conseguirás que te hagan daño.

—¿Qué tiene eso que ver con que no me besases?

—Todo. —Suspiró y se corrigió—: Nada.

Le vi tensar la mandíbula y volví a arriesgarme.

—Sí, quería que me besases —contesté.

—Por eso no lo hice —respondió él con absoluta seriedad—. Tú querías que te besase y que te abrazase, que te llevase a cenar y que hoy te mandase flores y te dijese que había sido una noche maravillosa. Y yo no hago esas cosas.

Me puso furiosa verlo tan seguro de sí mismo y de lo que habría sucedido.

—No sé qué quería exactamente, pero no sé qué tendría de malo desear todo lo que has dicho.

—Nada, absolutamente nada —afirmó él. ¿Por qué parecía triste y resignado?

—¿Entonces? —La atracción que sentía hacia aquel hombre iba a terminar volviéndome loca.

—No tiene nada de malo que desees esas cosas —repitió, mirándome—. Lo que estoy intentando decirte es que no esperes conseguirlas conmigo.

—Yo no espero conseguir nada de ti —repliqué. ¿De verdad era tan cínico como aparentaba? Me miró incrédulo y añadí—: Mira, eres el primer hombre —por fortuna no dije el único— por el que siento… Me sonrojé. Otra vez.

—¿Atracción? ¿Lujuria? ¿Deseo? —sugirió él con la voz ronca. Asentí. —¿Y qué vas a hacer al respecto? —prosiguió Edward—. Si ni siquiera eres capaz de decirlo sin sonrojarte.

—Eso no significa que no esté dispuesta a averiguarlo —insistí yo.

 —¿Averiguarlo? ¿De verdad quieres averiguarlo? —Esperó un segundo en silencio sin dejar de mirarme a los ojos—. Deja la taza encima de la mesa. Obedecí de inmediato y los iris de él se oscurecieron. —Anoche no te besé, porque el beso que tú querías y el que yo necesitaba darte eran opuestos. Tú querías que te besase con los ojos cerrados y acariciándote el rostro, que te abrazase con ternura y algo de pasión. Y yo necesitaba poseerte, besarte con los ojos abiertos, sin parpadear para no perderme ninguna de tus reacciones. Necesitaba sujetarte por el pelo y deshacerte el recogido que llevabas y que tú me dejases hacerlo. Lo que yo necesito y lo que tú quieres no encaja, señorita Swan y, créeme, es mejor así.

—Tú no sabes lo que quiero. —Quizá tampoco lo supiera yo, porque en mi mente sólo veía imágenes de lo que Edward había descrito y mi cuerpo estaba reaccionando de un modo hasta entonces desconocido—. Ya he tenido un novio que me mandaba flores al día siguiente y no quiero volver a tenerlo.

 —¿Qué te hizo exactamente ese imbécil?

Sentí que se me encogía el estómago al comprobar que, sin saber todos los detalles de la historia y sin apenas conocerme, Edward se ponía de mi parte.

 —Lo encontré con otra. James estaba en su piso, el que iba a ser nuestro hogar, con los pantalones bajados hasta los tobillos y con una Peliroja de rodillas delante de él.

 —Ese tipo tiene que estar completamente loco.

—La verdad es que muchos de nuestros amigos creen que la loca soy yo y que debería perdonarlo.

Edward apretó los puños y juntó las cejas, horrorizado.

—¿Vuestros amigos? Querrás decir que son amigos de él, porque si fueran amigos tuyos de verdad dudo que te aconsejasen tal estupidez.

Lo pensé un instante y comprendí que tenía razón.

—Sí, a alice, mi mejor amiga, nunca le gustó James  y mi hermano quería romperle la cara.

—¿No lo hizo?

—No, por supuesto que no —contesté.

—Yo lo habría hecho —añadió él y algo me dijo que Edward Cullen  no descartaba la posibilidad de ir a darle una paliza a un hombre al que no conocía.

—Lo que quiero decir —proseguí, al ver que nos estábamos alejando del tema— , es que tú tienes tantas posibilidades de saber qué quiero yo como yo de saber qué quieres tú.

—Tú no quieres saber qué quiero yo.

Ese hombre era exasperante. Frustrada, moví la mano sin pensar, le di un golpe a la taza de té y el líquido humeante se derramó sobre mis dedos. 

 

Ni siquiera lo vi moverse. Un segundo antes, Edward estaba frente a la puerta y al siguiente me cogía la mano y me la metía bajo el grifo de la cocina.

—Mueve los dedos, Isabella —me dijo sin soltármelos y sujetándome la mano bajo el chorro de agua fría. Me miró a los ojos—. ¿Te duele?

—Un poco —reconocí.

 —Te había dicho que quema. —Cerró el grifo y buscó una toalla—. El agua estaba muy caliente —agregó. Parecía más enfadado consigo mismo que conmigo.

—El té con agua fría no sale bien —dije yo para quitarle importancia.

—No digas estupideces, Isabella. Los líquidos calientes pueden ser muy peligrosos, lo sé…

—¿Estás aquí, Bella? —La voz de Angela anunció su llegada justo antes de que abriese la puerta. Edward no se apartó, pero dejó de mirarme como hasta entonces. Y yo lo lamenté desde el primer segundo. ¿Cómo habría acabado esa frase si Angela no nos hubiese interrumpido?

 —¿Qué ha pasado? —me preguntó mi compañera al verme, aunque no sé qué le extrañó más, si ver allí a Edward cogiéndome la mano o el té derramado por la mesa y el suelo.

 —Nada, me he echado una taza de té en la mano y el señor Cullen ha ejercido de médico de urgencias —le expliqué.

 —¿Te has hecho daño? —me preguntó un poco preocupada.

—No, sólo me he quemado. Gracias por su ayuda, señor Cullen. —Aparté la mano de la suya y moví los dedos—. Apenas me duelen.

—No se merecen —señaló Edward, dirigiéndose a mí tras mirar a Angela—. Y ahora, si me disculpan, creo que dejaré la medicina y me pondré a trabajar.

—Por supuesto —dijo Angela, acercándose a donde yo estaba.

 —Una cosa más, Isabella: la conversación de antes no ha terminado — puntualizó Edward, deteniéndose junto a la puerta y, durante unos segundos, me olvidé de la quemadura e incluso de que tenía mano—. Creo que quizá me he precipitado al juzgarla.

Se fue de allí dejándome completamente confusa, más de lo que me sucedía siempre que lo veía y que hablaba con él.

—¿Qué ha querido decir con eso? —me preguntó Angela, recordándome así su presencia. «Piensa, Bella, piensa.»

—Oh, nada. —Carraspeé y busqué una explicación, la que fuese—. El día que empecé a trabajar aquí, me dijo que creía que no estaba suficientemente preparada para el puesto.

 

Gracias a Dios por mi memoria.

—Ah, bueno, no te preocupes —me consoló Angela—. Seguro que a estas alturas ya sabe que estás más que cualificada.

Sí, eso mismo pensé yo. 

Capítulo 8: CAPITULO -8 Royal London Hospital Capítulo 10: CAPITULO * 10

 


Capítulos

Capitulo 1: CAPITULO *1 -Royal London Hospital Capitulo 2: CAPITULO* 2 -Noventa días antes Capitulo 3: CAPITULO *3 Capitulo 4: CAPITULO* 4 Capitulo 5: CAPITULO*5 Capitulo 6: CAPITULO *6 Capitulo 7: CAPITULO*7 Capitulo 8: CAPITULO -8 Royal London Hospital Capitulo 9: capitulo * 9 Capitulo 10: CAPITULO * 10 Capitulo 11: CAPITULO *11 Capitulo 12: CAPITULO * 12 Capitulo 13: CAOITULO *13 Capitulo 14: capitulo *14 Capitulo 15: CAPITULO *15 Capitulo 16: capitulo *16 Capitulo 17: AVISO (NUEVO FAN FINC EN PROCESO) Capitulo 18: capitulo *17 Capitulo 19: capitulo *18 Capitulo 20: capitulo *19 Capitulo 21: capitulo * 20 Capitulo 22: capitulo * 21 Capitulo 23: capitulo * 22 Capitulo 24: capitulo* 23 Capitulo 25: capitulo *24 Capitulo 26: CAPITULO *25 Capitulo 27: CAPITULO * 26 Capitulo 28: capitulo * 27 Capitulo 29: CAPITULO*28 "LA CINTA" EPOV Capitulo 30: CAPITULO *29 EPOV Capitulo 31: CAPITULO* 30 EPOV Capitulo 32: capitulo*31 EPOV Capitulo 33: capitulo*32 EPOV Capitulo 34: capitulo *33 EPOV Capitulo 35: CAPITULO*34 "TODOS LOS DIAS" Capitulo 36: CAPITULO *35 Capitulo 37: CAPITULO*36 Capitulo 38: CAPITULO*37 Capitulo 39: CAPITULO*38 Capitulo 40: CAPITULO*39 Capitulo 41: capitulo*40 Capitulo 42: capitulo *41 Capitulo 43: CAPITULO*42 Capitulo 44: CAPITULO*43 Capitulo 45: capitulo*44 Capitulo 46: capitulo*45 Capitulo 47: capitulo*46 Capitulo 48: capitulo*47 Capitulo 49: capitulo *48 Capitulo 50: CAPITULO *49 Capitulo 51: capitulo *50 Capitulo 52: capítulo*51 Capitulo 53: capitulo /52 Capitulo 54: capitulo 53 Capitulo 55: capitulo *54 Capitulo 56: capitulo 55**sin fin** Capitulo 57: capitulo *56 Capitulo 58: capitulo *57 Capitulo 59: CAPITULO*58 Capitulo 60: CAPITULO*59 Capitulo 61: capitulo *60"evitando lo obio" PV ALICE Capitulo 62: PV jASPER Capitulo 63: Capitulo 62 Capitulo 64: CAPITULO 63 Capitulo 65: epilogo1

 


 
14439101 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10756 usuarios