NOVENTA DIAS (+18)

Autor: ROSSE_CULLEN
Género: Drama
Fecha Creación: 03/03/2013
Fecha Actualización: 26/07/2014
Finalizado: SI
Votos: 26
Comentarios: 79
Visitas: 141805
Capítulos: 65

"CHICAS ESTA HISTORIA ESTA LLEGANDO ASU FINAL SIGAN VOTANDO Y COMENTEN UN FINAL ALTERNATIVO"

Tras poner punto final a su relación días antes de la boda, Isabella  Swan decide romper con su vida anterior y se muda a Londres dispuesta a empezar de cero. Ella cree estar lista para el cambio, pero nada la ha preparado para enfrentarse a Edward Cullen. Edward sabe que nunca podrá dejar atrás su tormentoso pasado, aunque para no asfixiarse en éste hace tiempo que se impuso unas estrictas normas que rigen todas sus relaciones. Y jamás se ha planteado transgredirlas? hasta que conoce a Isabella. Arrastrados por la pasión y el deseo, vivirán una intensa relación dominada por los peculiares gustos sexuales de Edward. Bella  le concede todos sus caprichos hasta que él le pide algo que ella no se siente capaz de dar. Sin embargo, antes de que la joven tome una decisión, el destino se entremete y Edward  sufre un grave accidente. ¿Bastarán noventa días para que Bella se atreva a reconocer que una historia de amor como la suya es única e irrepetible?

 

ESTA HISTORIA ES UNA ADAPTACION DE UN LIBRO QUE APENAS ACABO DE LEER QUE ES DEL AUTOR "M.C Andrews" TITULADO DE LA MISMA FORMA PERO CON LOS PERSONAJES DE S. MEYER.

 

 *chikas si lo que quieren es una historia divertida les recomiendo mi otro finc llamado.

"dificil amar *18"

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Capítulo 3: CAPITULO *3

Capítulo 03 

Me desperté media hora antes de que sonase el despertador. Tenía tanto miedo de dormirme que me pasé la noche entera dando vueltas en la cama. La cena fue un éxito. Los amigos de Alice eran todos muy simpáticos y me recibieron con los brazos abiertos, y ella cumplió su palabra y volvimos pronto a casa para que yo pudiese instalarme un poco antes de acostarme. Mi dormitorio era precioso, igual que el resto del apartamento; tenía una cama de matrimonio con sábanas blancas y las paredes estaban empapeladas con un ligero estampado a base de plumas. Era como estar en la nube más elegante del cielo. Conociendo a Alice como la conozco, no me sorprendió: mi amiga tiene un gusto exquisito. Me levanté de la cama y fui a ducharme. Había elegido el atuendo para el primer día de trabajo con mucho esmero, aunque a última hora tuve la sensación de que debía cambiar algo y opté por ponerme la blusa de seda violeta en lugar de la blanca. Me resaltaba más la piel y siempre que me la ponía recibía muchos elogios. Quizá no tendría que preocuparme por eso y debería pensar en cambio en si iba a hacer el ridículo en ese bufete. Dios, va estaba, desde ese momento no iba a poder dejar de pensar en que metería la pata y empezaría a tartamudear y a decir tonterías. Me maquillé un poco y me dejé el pelo suelto. Salí del cuarto de baño, pero volví unos segundos más tarde para hacerme un recogido. No podía presentarme el primer día como si fuese una loca de las montañas —sí, ése era el aspecto de mi melena—. Me recogí el pelo y me hice un moño al estilo Grace Kelly. Muy profesional y femenino al mismo tiempo. Entré en la cocina, pero no comí nada; a esas alturas, era una tontería seguir fingiendo que no estaba nerviosa, y si bebía o comía algo todavía sería peor. Cogí mi maletín y mi bolso y le dejé un post-it a Alice pegado en la nevera.

 Ella seguía durmiendo. Antes de acostarnos me dijo que no tenía que ir a trabajar hasta las once y que no nos veríamos hasta la noche, pero me obligó a prometerle que la llamaría si necesitaba algo. Fui caminando hasta el bufete, estaba tan cerca que era absurdo tomar ningún medio de transporte, y al recorrer la calle, mientras veía los rostros de la gente que pasaba por mi lado, comprendí que aquello estaba sucediendo de verdad. Sujeté el maletín con fuerza para que no se me cayese y me detuve frente al edificio al que me dirigía. Respiré hondo y abrí la puerta.

—Buenos días, señorita —me saludó un portero uniformado.

—Buenos días.

Caminé hasta el ascensor y le di al botón. Levanté la cabeza y observé cómo se iluminaban los números de los pisos a medida que iba descendiendo. El bufete de Jessica Stanley estaba en la planta 24 de las veintiséis que tenía el edificio. Miré mi reloj y vi que llegaba media hora antes de lo previsto. Quizá debería irme. Podría esperar en un café y volver después. El aire a mi alrededor cambió de un modo casi imperceptible que me puso la piel de gallina.

—Buenos días —me saludó un desconocido, deteniéndose a mi lado.

Volví la cabeza para devolverle la cortesía y casi me quedé sin respiración al verlo. El corazón se me aceleró y me golpeó con tanta fuerza las costillas que creía que me iba a dar un infarto. ¿Qué diablos me estaba pasando? Tampoco había para tanto. «Son los nervios del primer día de trabajo», me dije y me obligué a recordar que era una mujer hecha y derecha de veinticinco años que sabía hablar perfectamente.

—Buenos días —contesté.

Él se limitó a levantar una comisura de los labios. Oh, Dios mío, creía que esas sonrisas sólo sabían esbozarlas los actores de cine. Clavé los talones en el suelo — había decidido ponerme los zapatos Miu Miu que me compré en un ataque de locura— y me convencí de que no me temblaban las piernas. Por suerte, el ascensor se abrió en aquel preciso instante y esperé a que él entrase. Pero se negó y colocó una mano frente a las puertas para asegurarse de que no se cerraban, mientras me decía:

—Las damas primero. Se dice que la caballerosidad ha muerto, pero al parecer aquel hombre no se había enterado.

—Gracias —balbuceé como una idiota y entré.

Me detuve a pocos centímetros de una de las esquinas. No quería que pensase que lo rehuía, pero tampoco quería darle conversación. Quién sabía qué tontería podía llegar a decirle y, además, tenía que concentrarme en el trabajo que iba a empezar en cuestión de minutos.

—¿A qué piso va, señorita? —me preguntó y recordé una frase que había leído una vez sobre un hombre con una voz cálida como el chocolate y provocadora como el whisky, y que entonces me pareció absurda.

La del hombre que tenía al lado podría derretirme y embriagarme en cuestión de segundos. «Céntrate, Bella.»

—Al veinticuatro, gracias —le dije y volví a mirar el reloj para evitar mirarlo a los ojos, porque tuve el fuerte presentimiento de que estaba sonriendo, Él apretó el botón del piso 24 y después del 26. Menos mal que no iba al bufete de Patricia.

No sería capaz de trabajar con él merodeando por allí. Pero podría haber sido un cliente, me susurró una voz en la mente. No, mejor no. Aquel hombre estaba muy lejos de mi alcance. Los hombres que parecen sacados de una revista GQ y llevan un traje que vale más que todo mi vestuario no se fijan en chicas como yo. El ascensor inició la subida y se detuvo un par de pisos más arriba. Entraron tres mujeres que, evidentemente, devoraron a mi acompañante con la vista. Tuve la tentación de arrancarles los ojos, pero él se limitó a sonreírles y colocarse al final del ascensor, donde se apoyó en la pared con las manos en los bolsillos del pantalón.

 Llevaba un traje gris oscuro con chaleco. Sólo alguien como él, de casi metro noventa y con los hombros más bien definidos que yo había visto nunca, podía llevar una prenda como ésa y desprender masculinidad por todos los poros de su piel. La camisa era blanca y la corbata, con un perfecto nudo windsor, de un gris más oscuro. El impecable traje inglés contrastaba con su mandíbula de boxeador y la incipiente barba que le oscurecía las mejillas. Yo hubiese jurado que se había afeitado, porque olía muy bien y lo tenía lo bastante cerca como para saberlo, pero era muy blanco como la nieve y seguro que si quería ir bien rasurado tendría que hacerlo un par de veces al día. Apoyó la cabeza en la pared, con la mirada fija hacia adelante, pero sin fijarse en ninguna de las mujeres que estábamos en el ascensor. Tendría unos treinta años, o menos pero aseguro que no pasa de los  treinta. Nariz recta, pómulos perfectos, los ojos verdes como las esmeraldas, el pelo alborotado con un  color cobrizo y una cicatriz muy profunda cerca de la comisura de sus labios. Sonó una campanilla, pero mi cerebro no la procesó y entonces él giró la cabeza y me pilló mirándolo. «Tierra, trágame.»

—El piso veinticuatro, señorita —me anunció. Se apartó de la pared, se acercó al panel de botones y presionó el de mi piso, añadiendo—: Que tenga un buen día.

Tragué saliva. Verlo moverse era como ver una pantera. Gracias a Dios que no volveríamos a encontrarnos, porque tuve el presentimiento de que no me importaría que me cazase. Por fin reaccioné y salí sin despedirme. No conseguía recordar cómo se hacía con exactitud. El ascensor se abría directamente en el vestíbulo del bufete, así que me encontré de golpe ante una recepcionista uniformada, con un enorme jarrón al lado y un ordenador de última generación delante. Parecía la comandante de una nave espacial.

—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarla?

—Buenos días, soy Isabella Swan. Tengo una cita con la señora Stanley, creo que he llegado un poco pronto —dije, recordándome que era una profesional.

—La señora Stanley  ya está en su despacho —me informó la chica, que tecleó algo en el ordenador y luego habló por el pinganillo—. Sí, señora stanley. En seguida. La señora Stanley dice que pase. Permítame que la acompañe.

Se levantó y me llevó hasta el despacho de la amiga de mi madre. Le di las gracias al despedirme.

—De nada —respondió ella mientras me abría la puerta—. Pase, la señora Stanley la está esperando.

—Pasa, pasa, Bella —me indicó aquella mujer a la que yo sólo había visto una vez en mi vida, cuando tenía diez u once años. Era alta y delgada, con el pelo de un rubio casi blanco y maquillaje impecable. Intenté imaginármela junto a mi madre, una mujer redonda, de mejillas sonrosadas, que disfrutaba tejiendo jerséis horribles para Navidad, y no pude. ¿Cómo diablos se habían hecho amigas?

—Gracias, señora Stanley —repuse de inmediato e intenté impregnar la frase de la gratitud que de verdad sentía.

—Llámame Jessica.

—De acuerdo, Jessica.

Salió de detrás de su escritorio y se acercó a mí para darme un abrazo. Luego se apartó y me miró con atención.

—Te pareces a tu madre —sentenció, concluido el examen.

—Sí, Emmet se parece a papá. Así los dos están contentos.

—Me lo imagino. ¿Cuándo llegaste a Londres?

—Ayer. —Ven, sentémonos en el sofá…, así estaremos más cómodas. ¿Te apetece tomar un té o un café?

—No, gracias.

—Tengo que confesarte, Bella, que la llamada de tu madre me pilló por sorpresa. Me sonrojé. —No te lo tomes a mal —añadió ella—, pero ¿por qué no nos mandaste un currículum cuando terminaste la carrera? Fuiste la primera de tu promoción, te habríamos contratado o, como mínimo, entrevistado, aunque no hubieses sido la hija de mi mejor amiga de la infancia.

—Quería ejercer en una ciudad más pequeña —le expliqué, a pesar de que no era toda la verdad, pero no iba a contarle lo de James a la mujer que iba a convertirse en mi jefa. No quería que pensase que soy tonta de remate.

—Y ahora, ¿qué ha cambiado? —me preguntó, mirándome a los ojos y en aquel preciso instante comprendí por qué Jessica Stanley era temida por todos los abogados de Londres y más de la mitad de los jueces.

—Yo.

No se me ocurrió mejor forma de explicárselo.

 —Está bien. De acuerdo —afirmó enigmática, tras observarme durante unos segundos—. Me temo que no fui del todo sincera contigo y con tu madre. «Oh, no. No va a darme el trabajo», pensé y ella debió de detectar la preocupación en mi rostro, porque se apresuró a aclararme:

—Si sólo quisieras trabajar aquí unos meses como becaria, bastaría con que yo diese la orden a Personal. Pero si lo que quieres es entrar en el bufete como abogada de pleno derecho, mi socio también tiene que autorizarlo. El señor Cullen y yo nos entendemos muy bien como socios porque tenemos unas normas muy claras de funcionamiento, y una de ellas es que ambos debemos aprobar todas las contrataciones.  

—Entiendo —dije yo más tranquila.

Jessica  me preguntó por mis padres y estuvimos charlando diez minutos sobre mi familia. También me preguntó por Emmett y por la universidad, y descubrimos que, a pesar de la diferencia de edad, habíamos tenido algunos profesores en común. Tras la educada conversación, ella miró su reloj y se puso en pie. Se acercó de nuevo al escritorio y descolgó el teléfono.

— ¿Ha llegado ya el señor Cullen? Perfecto, gracias, Cynthia. Yo también me levanté y me alisé la falda.

—Puedes dejar aquí el maletín, si quieres. Nos está esperando en una de las salas de reuniones.

La seguí por un pasillo. Nos cruzamos con un par de abogados que le dijeron que querían hablar con ella y Jessica los citó para más tarde. El lugar desprendía actividad y respeto. Allí por fin me convertiría en abogada. Bueno, si superaba la entrevista con el socio de Jessica. Ella abrió la puerta y yo me quedé petrificada.

Frente a una mesa ovalada de madera de caoba estaba el hombre del ascensor.

—Isabella Swan, te presento a Edward Cullen , mi socio.

Capítulo 2: CAPITULO* 2 -Noventa días antes Capítulo 4: CAPITULO* 4

 


Capítulos

Capitulo 1: CAPITULO *1 -Royal London Hospital Capitulo 2: CAPITULO* 2 -Noventa días antes Capitulo 3: CAPITULO *3 Capitulo 4: CAPITULO* 4 Capitulo 5: CAPITULO*5 Capitulo 6: CAPITULO *6 Capitulo 7: CAPITULO*7 Capitulo 8: CAPITULO -8 Royal London Hospital Capitulo 9: capitulo * 9 Capitulo 10: CAPITULO * 10 Capitulo 11: CAPITULO *11 Capitulo 12: CAPITULO * 12 Capitulo 13: CAOITULO *13 Capitulo 14: capitulo *14 Capitulo 15: CAPITULO *15 Capitulo 16: capitulo *16 Capitulo 17: AVISO (NUEVO FAN FINC EN PROCESO) Capitulo 18: capitulo *17 Capitulo 19: capitulo *18 Capitulo 20: capitulo *19 Capitulo 21: capitulo * 20 Capitulo 22: capitulo * 21 Capitulo 23: capitulo * 22 Capitulo 24: capitulo* 23 Capitulo 25: capitulo *24 Capitulo 26: CAPITULO *25 Capitulo 27: CAPITULO * 26 Capitulo 28: capitulo * 27 Capitulo 29: CAPITULO*28 "LA CINTA" EPOV Capitulo 30: CAPITULO *29 EPOV Capitulo 31: CAPITULO* 30 EPOV Capitulo 32: capitulo*31 EPOV Capitulo 33: capitulo*32 EPOV Capitulo 34: capitulo *33 EPOV Capitulo 35: CAPITULO*34 "TODOS LOS DIAS" Capitulo 36: CAPITULO *35 Capitulo 37: CAPITULO*36 Capitulo 38: CAPITULO*37 Capitulo 39: CAPITULO*38 Capitulo 40: CAPITULO*39 Capitulo 41: capitulo*40 Capitulo 42: capitulo *41 Capitulo 43: CAPITULO*42 Capitulo 44: CAPITULO*43 Capitulo 45: capitulo*44 Capitulo 46: capitulo*45 Capitulo 47: capitulo*46 Capitulo 48: capitulo*47 Capitulo 49: capitulo *48 Capitulo 50: CAPITULO *49 Capitulo 51: capitulo *50 Capitulo 52: capítulo*51 Capitulo 53: capitulo /52 Capitulo 54: capitulo 53 Capitulo 55: capitulo *54 Capitulo 56: capitulo 55**sin fin** Capitulo 57: capitulo *56 Capitulo 58: capitulo *57 Capitulo 59: CAPITULO*58 Capitulo 60: CAPITULO*59 Capitulo 61: capitulo *60"evitando lo obio" PV ALICE Capitulo 62: PV jASPER Capitulo 63: Capitulo 62 Capitulo 64: CAPITULO 63 Capitulo 65: epilogo1

 


 
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