Epílogo
Edward y yo hace meses estamos juntos. Todos los días. Él lleva la cinta en la muñeca de la mano derecha y yo un anillo de casada en la izquierda.
Para nosotros, ambos símbolos significan lo mismo, aunque probablemente la cinta siempre formará una parte especial de nuestra historia.
Ahora mismo estoy embarazada de una niña a la que vamos a llamar Laura. No trabajo en Stanley & Cullen; al final, los dos decidimos que lo mejor sería que no trabajásemos juntos. Nos costaba mucho resistirnos el uno al otro y nos pasábamos el día demasiado excitados. Trabajo con Alice en la ONG y déjeme decir que ella, jasper y Paul tienen una relacion no tan común pero si importante para ellos.
Antes me habría parecido una locura animar a mi amiga a entrar en un trío, pero desde que Edward me enseñó lo que de verdad significa el amor, no me lo parece tanto.
Además, siempre hay gente por la que de verdad merece la pena saltarse todos los tabús.
Durante el día, Edward se ocupa de todo; creo que forma parte de su ADN cuidar de la gente que ama y protegerla a toda costa, ya que olvídense de que realice el aseo o la comida en casa, si decidimos comprarnos una casa para que la pequeña que viene en camino, aun que al principio me opuse a que se contratara a alguien para hacer las labores en casa ahora ya no por el tamaño que tiene mi pansa a veces parezco ballena pero claro Edward lo encuentra sumamente sexi ya que durante la noche se entrega a mí por completo.
Es como si lo necesitase, como si mis cuidados y mis caricias le diesen las fuerzas para seguir adelante. Y yo necesito su rendición.
Sin embargo hoy, voy a intentar algo distinto.
—Hola, cariño, esta noche tengo una sorpresa para ti —le digo al llegar a casa.
Últimamente, él llega antes que yo, porque está obsesionado con la habitación de la niña.
—No me digas que al final has encontrado ese látigo —bromea, pero se pone en pie (estaba agachado, montando no sé qué mueble) y se acerca a mí—. Hace días que no utilizas la vela.
Se pega a mí, a pesar de la barriga y noto que está excitado.
—Porque no te lo has ganado.
Ese comentario lo excita todavía más.
—¿Vas a decirme en qué consiste la sorpresa?
Sonrío y saco un par de papeles rectangulares del bolso.
—Vamos a ir al cine. Vamos a tener una cita. —Edward sonríe y le tiembla el labio, y sé que he vuelto a adivinar lo que necesita—. Vamos a ir al cine de la mano y vamos a besarnos como unos adolescentes en la última fila. Si te portas bien, te dejaré incluso meterme mano. ¿De acuerdo?
—¿Y si me porto mal?
Introduzco de nuevo la mano en el bolso y saco una vela blanca.
Edward sonríe y me besa como sólo él sabe hacerlo.
Poseyéndome con cada caricia.
"Por que noventa dias nuca fue suficiente, ni todos los dias para poder amarte y poseerte como yo lo hago contigo"
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