NOVENTA DIAS (+18)

Autor: ROSSE_CULLEN
Género: Drama
Fecha Creación: 03/03/2013
Fecha Actualización: 26/07/2014
Finalizado: SI
Votos: 26
Comentarios: 79
Visitas: 141707
Capítulos: 65

"CHICAS ESTA HISTORIA ESTA LLEGANDO ASU FINAL SIGAN VOTANDO Y COMENTEN UN FINAL ALTERNATIVO"

Tras poner punto final a su relación días antes de la boda, Isabella  Swan decide romper con su vida anterior y se muda a Londres dispuesta a empezar de cero. Ella cree estar lista para el cambio, pero nada la ha preparado para enfrentarse a Edward Cullen. Edward sabe que nunca podrá dejar atrás su tormentoso pasado, aunque para no asfixiarse en éste hace tiempo que se impuso unas estrictas normas que rigen todas sus relaciones. Y jamás se ha planteado transgredirlas? hasta que conoce a Isabella. Arrastrados por la pasión y el deseo, vivirán una intensa relación dominada por los peculiares gustos sexuales de Edward. Bella  le concede todos sus caprichos hasta que él le pide algo que ella no se siente capaz de dar. Sin embargo, antes de que la joven tome una decisión, el destino se entremete y Edward  sufre un grave accidente. ¿Bastarán noventa días para que Bella se atreva a reconocer que una historia de amor como la suya es única e irrepetible?

 

ESTA HISTORIA ES UNA ADAPTACION DE UN LIBRO QUE APENAS ACABO DE LEER QUE ES DEL AUTOR "M.C Andrews" TITULADO DE LA MISMA FORMA PERO CON LOS PERSONAJES DE S. MEYER.

 

 *chikas si lo que quieren es una historia divertida les recomiendo mi otro finc llamado.

"dificil amar *18"

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 35: CAPITULO*34 "TODOS LOS DIAS"

Todos los Días

Capitulo *34

Tengo miedo de dormirme. Tengo miedo de abrir los ojos y descubrir que todo esto ha sido un sueño, que Edward  sigue en coma y que yo sigo aterrorizada pensando que nunca se despertará. El cansancio amenaza con derrotarme y deslizo la mano por el brazo de él en un intento de calmar mi corazón. Edward ya no está en coma, no ha muerto por culpa de aquel maldito accidente. Siento el tacto de su piel bajo la yema de los dedos, el vello de su antebrazo, que me hace cosquillas, y le noto el pulso latiendo bajo la cinta de cuero que lleva alrededor de la muñeca.

Cojo aire y lo suelto muy despacio. Cada vez me cuesta más recordar por qué discutimos, por qué nos separamos. Por qué lo dejé, me corrijo. Me tiembla la mandíbula y tengo que cerrar los ojos un segundo para contener las lágrimas. He estado a punto de perderlo para siempre.

 —¿Señorita Swan?

Vuelvo la cabeza, sobresaltada al oír mi nombre. Llevo una semana en el hospital, metida en esa habitación, pero hay instantes en los que me engaño y sueño con que Edward y yo estamos en su apartamento. En los noventa días que estuvimos juntos, él apenas vino a mi casa. El piso que comparto con Alice, mi mejor amiga. Sonrío levemente al pensar en ella y en Jasper, no sé qué habría hecho sin ellos. Probablemente me habría derrumbado.

—¿Señorita Swan? —repite el enfermero y mi cerebro por fin reacciona.

—Disculpe —digo tras carraspear y aparto un momento la vista de Edward para mirar al recién llegado. No me importa demasiado lo que piense de mí, pero tampoco quiero quedar como una completa maleducada. —El doctor Black me ha pedido que venga a buscarla. Quiere hablar con usted en su despacho.

 Empiezo a negar con la cabeza y el enfermero, paul según la placa que cuelga del bolsillo de su bata, vuelve a hablar:

—Mi compañero me esperará aquí y después nos llevaremos al señor Cullen  para hacerle unas pruebas mientras usted no está.

Me doy cuenta de que Paul no está solo y de que efectivamente hay otro enfermero a su lado. Han entrado en la habitación y se acercan a la cama, en la que yo sigo sentada al lado de Edward.

—¿Qué pruebas? —pregunto, sin soltar la mano de él, que sigue dormido, pero a diferencia de cuando estaba inconsciente, ahora noto cómo me aprieta ligeramente los dedos.

—Una resonancia magnética craneal y radiografías en el brazo y en la pierna, señorita Swan. Estoy seguro de que el doctor Black se lo explicará — añade con cierta exasperación.

 Supongo que me lo tengo merecido; todas y cada una de las veces que han tenido que llevarse a Edward para hacerle pruebas, he interrogado a los enfermeros, incluso he intentado acompañarlos. No me gusta separarme de él. No sé explicarlo, pero estoy convencida de que está mejor si estoy a su lado. Y quiero estar a su lado.

 —El señor Cullen  ha recuperado la conciencia después de un coma relativamente largo y es de vital importancia que monitoricemos las respuestas de su cerebro —me explica Paul con absoluta seriedad y el muy cretino sabe que me ha convencido.

—De acuerdo —acepto entre dientes—. ¿Les importaría darme un minuto? —les pido, levantándome de la cama.

—Por supuesto, señorita Swan. Esperaremos fuera.

Agacha ligeramente la cabeza con suma educación, o tal vez porque ha visto lo alterada que estoy, y gracias a la suela de goma de sus zapatillas, salen en silencio de la habitación. Me aparto de la cama y me aliso el pantalón y la camisa. No sirve de nada, son las ocho de la mañana y creo que eran las seis cuando me he duchado y me he cambiado. Y después de vestirme he vuelto a tumbarme al lado de Edward con cuidado de no hacerle daño, pero asegurándome de que él notase que estaba allí. Me pongo las manoletinas negras, están tan usadas que parecen zapatillas de baile, y voy al baño para cerciorarme de que no estoy hecha un esperpento. No llevo maquillaje, lo único que me he atrevido a ponerme estos días son los pendientes que Edward me regaló cuando pasamos aquel fin de semana en su casa de campo y que hasta ahora me había negado a estrenar. Me peino, más o menos, y vuelvo al lado de la cama.

 —Edward  —susurro, acariciándole el pelo—, tengo que ir a hablar con el doctor Black —le explico y espero unos segundos. Nada me gustaría más que verlo abrir los ojos de nuevo, pero los médicos ya me han explicado que necesita dormir—. Volveré en seguida —añado, acercándome a sus labios—. No se te ocurra volver a asustarme.

Le doy un beso y salgo antes de echarme a llorar. Edward necesita que sea fuerte y no sólo para recuperarse del accidente y salir del hospital. Niego con la cabeza —ahora no es momento de pensar en eso— y dejo la puerta abierta para que el acompañante de Ivo entre mientras éste me acompaña al despacho del médico que se ha ocupado de Edward estos días. Oigo al otro enfermero desbloquear las ruedas de la cama y me vuelvo una vez más, pero lo único que veo es una espalda cubierta con una bata blanca.

—No se preocupe, señorita Swan, el señor Bond estará bien —me dice Paul —. Son sólo unas pruebas. Seguro que volverá antes que usted.

 Asiento y sigo caminando. En cualquier otra circunstancia le habría dado conversación a mi acompañante; soy una chica de pueblo con muy buenos modales, pero ahora no estoy de humor. Tengo un mal presentimiento atenazándome el estómago, igual que el día que me fui del apartamento de Edward. O igual que la madrugada en que me llamaron desde este mismo hospital para decirme que el señor Cullen , Edward, había sufrido un grave accidente y que lo estaban sometiendo a una operación de vida o muerte. Me llamaron porque, si sucedía algún contratiempo, yo era la persona autorizada para tomar la decisión correspondiente. Nunca olvidaré ese instante, el segundo exacto en que se me paró el corazón. No han pasado demasiados días desde aquella horrible llamada, aunque sin duda han sido los más largos de toda mi vida. Y me han cambiado para siempre. Ivo se detiene frente a una puerta y llama con los nudillos.

—Adelante.

 Entramos, pero el enfermero se para en el umbral con la mano en el picaporte.

—Gracias, Paul.

—De nada, doctor. Si me necesita, estaré en la sala de radiografías.

El doctor Blackasiente y despide al enfermero antes de acercarse a mí para darme la bienvenida.

—Señorita Swan, Isabella —se corrige al recordar que le pedí que se dirigiese a mí por mi nombre—, parece cansada.

—¿Por qué me ha pedido que venga? —le pregunto, ignorando por completo su preocupación por mi persona—. ¿Le sucede algo a Edward?

—No, Isabella. —Se detiene y frunce levemente el cejo—, el estado del señor Cullen  sigue siendo crítico, pero tal como le comenté ayer, creemos que logrará recuperarse. Por supuesto, tenemos que seguir haciéndole pruebas, como las que le están practicando ahora. Y cuando le demos de alta, tendrá que hacer recuperación, pero ya hablaremos de eso cuando llegue el momento, ¿no le parece?

 —Entonces, ¿por qué me ha hecho venir a su despacho? —No me esfuerzo en disimular mi mal humor. El doctor Black es un hombre paciente y ha sido muy agradable conmigo desde el primer momento, pero ahora corre el riesgo de pasar a formar parte de mi lista de personas non gratas (una lista que ha aumentado drásticamente durante la última semana).

—En realidad, señorita Swan, he organizado este encuentro a petición de otra persona. Espero que no le moleste.

¿Molestarme? Estoy a punto de decirle exactamente lo que pienso de sus triquiñuelas. ¿Cómo se atreve a manipularme de esta manera? ¿Y por qué? ¿Quién lo ha convencido para este montaje? ¿El tío de Edward?

—El detective Riley Biers  ha pensado que, teniendo en cuenta las circunstancias, de momento sería mejor así —me explica el médico tras una pausa y consigue dejarme perpleja.

—¿El detective Riley Biers? ¿Qué circunstancias? —farfullo. En ese preciso instante, alguien llama a la puerta y la abre sin esperar respuesta. El desconocido me mira un segundo antes de dirigirse al doctor Black. Es un hombre muy corpulento, de rostro duro y ojos del color del acero. Tendrá unos treinta y cinco años y va mal afeitado y con el pelo demasiado largo para su edad. Lo tiene rubio, pero no del rubio de los adolescentes, sino un rubio sucio, con mechas castañas y alguna un poco más clara que bien podría ser una cana. Es muy atractivo, supongo que las mujeres se dan media vuelta a su paso para mirarlo y, sin embargo, a mí no me produce ninguna reacción. Lleva un traje azul oscuro muy arrugado, igual que la camisa, y por un bolsillo aparece el extremo de la corbata que deduzco que se ha quitado horas atrás. Ese uniforme delata su identidad sin necesidad de que las circunstancias la confirmen.

 —Gracias por su colaboración, doctor Black. —Le tiende la mano al médico y éste se la estrecha—. Le avisaré cuando terminemos.

—De nada, detective. Estaré en la cuarta planta. Buenos días, señorita Swan, iré a verla cuando tenga los resultados.

—De acuerdo, doctor —le digo, sin apartar la vista del detective—. Le estaré esperando.

El doctor black  abandona su despacho, dejándome a solas con el hombre. No me gusta, pero supongo que no tengo alternativa y me cruzo de brazos a la espera de que el desaliñado rubio me dé una explicación.

—Riley Biers, puede llamarme Biers. —Me tiende la mano y se la estrecho sin decir nada. Él me la suelta y sigue hablando—. ¿Quiere que nos sentemos, señorita Swan?

Me señala el sofá de dos plazas que ocupa el lateral de la consulta del médico.

—Llámeme Isabella.

—De acuerdo, ¿por qué no se sienta, Isabella? —Ve que me resisto a la idea y enarca una ceja—. Mire, no he dormido en toda la noche y quiero sentarme, pero mi madre me obligó a aprender buenos modales y no podré hacerlo hasta que usted lo haga, así que —levanta las manos de nuevo y con una se frota la nuca—, si no le importa...

Accedo y me siento en un extremo del sofá, él ocupa el otro. Oigo crujir sus rodillas y cómo suelta el aliento.

 —Gracias —masculla y acto seguido saca un cuaderno y un bolígrafo del bolsillo izquierdo de la chaqueta—. ¿Conoce usted a Marcus cullen ?

 —¿Al tío de Edward? —le pregunto confusa—. No, no personalmente. ¿Por qué?

 Pasa una hoja del cuaderno y lee algo antes de volver a mirarme.

—¿Nunca ha hablado con él?

 —No, nunca.

—¿Y con Aro vulturi?

—Ni siquiera sé quién es. —Me cruzo de brazos—. ¿A qué viene todo esto?

—Hemos terminado de procesar las pruebas del Jaguar del señor Cullen  —me explica, tras hojear de nuevo el cuaderno—, los frenos y el ordenador del coche estaban manipulados.

—Oh, Dios mío —balbuceo—. Jasper... Jasper me dijo...

—Sí, el señor Jasper Witlock vino a verme hace unos días —me interrumpe el detective, al ver que tartamudeo—. Me habló de las amenazas que recibió el señor Cullen  hace unos años. Lo estamos investigando.

—¿Cree que el tío de Edward está detrás del accidente? —le pregunto yo de golpe, al atar cabos. Él me contesta con otra pregunta.

—¿Cuánto hace que conoce al señor Cullen ? A Edward, me refiero.

—Unos meses.

Enarca otra vez una ceja. Empiezo a odiar a este tipo.

 —¿Y figura como persona de contacto de su póliza de seguro en caso de accidente?

—Yo no lo sabía. —Más o menos —. Y no me gusta lo que está insinuando.

—Yo no estoy insinuando nada, Isabella. Sé que usted no está detrás del accidente del señor Cullen .

 —O sea, que me ha investigado.

—Por supuesto —afirma desafiante —. Es mi trabajo. El señor Witlock  ya me dijo que el señor Cullen  y usted tenían una relación muy especial; sin embargo, he comprobado que llevaban semanas sin verse antes del accidente.

—Habíamos discutido.

—Entiendo. ¿Qué puede contarme acerca de la relación entre el señor Cullen  y su tío?

Me muerdo pensativa el labio inferior. No quiero traicionar la confianza de Edward, pero me moriría si por mi culpa no atrapan al culpable de su maldito accidente.

 —No demasiado y sigo sin entender por qué me lo pregunta.

Biers refunfuña y se pasa de nuevo la mano por la nuca.

—Llevamos años detrás de Vulturi y el coche del señor Cullen  es la primera prueba fiable que encontramos que confirma su presencia en Inglaterra.

 —Lo siento, no le entiendo.

—La manipulación del Jaguar del señor Cullen  lleva la firma de la organización de Vulturi. Además, hay un testigo que afirma que vio un todoterreno negro golpeando el coche del señor cullen  antes de que éste se estrellase.

 —¿Quién diablos es Vulturi ? ¿Y qué tiene que ver con Edward y conmigo?

Cierro los ojos un segundo para ahuyentar de mi mente la imagen de él chocando contra aquel muro de piedra. Es un milagro que sobreviviera.

—Para muchos, Aro Vulturi es un importante hombre de negocios. Para otros, un asesino y un terrorista que no duda en vender sus servicios al mejor postor. Nunca hemos podido imputarle nada. —Sonríe asqueado—. Ni siquiera una multa de tráfico. —Me mira durante un segundo—. En cuanto a qué tiene que ver con usted o con el señor Cullen , mi respuesta es que no lo sé exactamente. Lo único que puedo decirle es que una de las pocas fotografías que tenemos de Vulturi  aparece junto a Marcus Cullen  y que, tal como le he comentado antes, hemos encontrado la firma de su trabajo en el Jaguar.

—Me temo —tengo que tragar saliva antes de continuar—, me temo que tendrá que hablar con Edward, detective. Yo no sé de qué va todo esto.

—Habría hablado con él — confiesa exasperado—, pero el bueno del doctor black me lo ha impedido. Y he pensado que tal vez usted podría ayudarme.

—Lo siento.

Empiezo a levantarme para irme, pero las siguientes palabras de biers me detienen.

—El señor Cullen  acudió a Scotland Yard cuando apenas era un niño. — Vuelvo a sentarme—. He encontrado el informe enterrado en un archivo; denunció a su tío por el asesinato de su hermana. El caso se archivó, porque se demostró que Elizabeth  Cullen  se suicidó y que Edward Cullen  tuvo que recibir varios meses de terapia para superarlo. El informe del psiquiatra establece que es incluso lógico que el chico se inventase lo del asesinato para justificar el suicido de la joven señorita Cullen .

«Pobre Edward.»

 —Pero usted no lo cree —sugiero, tras mirarlo a los ojos.

 —He leído el expediente y digamos que tengo mis dudas. Las circunstancias que rodearon el supuesto suicido de Elizabeth Cullen  no son claras. Además, el señor Cullen  denunció a su tío de nuevo años más tarde, aunque esta vez por malversación de fondos de una de sus fundaciones. Es obvio que no son una familia bien avenida. En el hospital me han dicho que Marcus cullen  no ha aparecido por aquí. Y el señor Jasper me confirmó que usted misma le había pedido que se ocupase de ello.

—A Cullen  no le habría gustado que viniese a verlo.

—Exacto.

—¿Qué es lo que quiere, detective?

Saca una tarjeta del bolsillo opuesto a aquel donde guardaba el cuaderno y me la entrega.

—Quiero que esté atenta a cualquier cosa extraña que suceda en torno al señor cullen . Y que llegado el caso me llame de inmediato.

—Tendrá que hablar con Edward — repito y me guardo la tarjeta en la mano.

—Por supuesto. La verdad es que llevaba meses planteándome la posibilidad de ir a ver al señor Cullen, lamento que las circunstancias que finalmente lo han propiciado sean éstas, pero voy a aprovecharlas.

—De acuerdo, le llamaré si sucede algo —acepto, deseando con todas mis fuerzas que no llegue nunca ese momento.

Lo único que quiero es salir de este hospital e intentar arreglar mi relación con Edward. Y que él se recupere.

—Una cosa más.

—Claro, usted dirá.

—El señor Cullen  y usted habían discutido, habían roto su relación —me aclara como si hiciese falta—. Usted apenas sabe nada de su vida o de su familia.

 —¿Qué quiere decir, detective? —Me pongo en pie para evitar gritarle.

—A pesar de eso, usted figura como la única persona autorizada para tomar una decisión médica en relación con él y todas las enfermeras y médicos del hospital me han dicho que no se ha apartado de su lado ni un segundo.

—¿Adónde quiere llegar?

 —Cuando le den el alta, ¿se irá con él?

 —Por supuesto.

El único que podría impedirlo sería el propio Edward y estoy dispuesta a hacer todo lo que esté en mi mano para que no sea así.

—Tenga cuidado, Vulturi es peligroso y no sé si vale la pena que se juegue la vida por alguien a quien apenas conoce.

 Me detengo en seco frente a él.

—Noventa —le digo—. Ése es el número exacto de días que he estado con Edward, sin contar los que llevo en este condenado hospital. —Lo miro a los ojos—. ¿Y sabe una cosa? Me bastó con uno para saber que él y yo nos pertenecemos. Tal vez usted no lo entienda, detective, pero sí, vale la pena. Guardaré su tarjeta y estaré atenta a lo que pase. Y cuando Edward esté mejor, le explicaré lo que me ha contado. ¿Algo más?

Me parece que nunca he estado tan furiosa como ahora, ni me he sentido tan valiente y decidida a luchar por Edward, ni tan dispuesta a protegerlo. Se abre la puerta y entra otro desconocido, que se apresura a cerrar de inmediato.

—Lo siento. Riley, han llamado del laboratorio, tienen los resultados que les pediste.

—Disculpe a mi compañero, Isabella, al parecer, ha olvidado sus modales en el coche —me dice el detective.

 —Soy el agente Call, señorita Swan.

—Encantada.

Biers se levanta del sofá y se guarda el cuaderno en el bolsillo de la chaqueta. Se lo ve muy cansado, y no sólo porque no haya dormido, tal como me ha dicho.

—Gracias por su ayuda, Isabella — me dice, tendiéndome la mano y mirándome de un modo distinto a antes, con respeto—. Llámeme si sucede algo.

 —Por supuesto —respondo, sorprendida por su cambio de actitud.

—Lo entiendo, ¿sabe? —Enarco una ceja y me lo explica—. Sé a qué se refiere, sé lo que es pertenecer a otra persona, pero eso no significa que no sea peligroso. De hecho, lo es mucho más.

Me suelta la mano y tengo la sensación de que me está hablando de algo completamente distinto a la investigación.

Capítulo 34: capitulo *33 EPOV Capítulo 36: CAPITULO *35

 


Capítulos

Capitulo 1: CAPITULO *1 -Royal London Hospital Capitulo 2: CAPITULO* 2 -Noventa días antes Capitulo 3: CAPITULO *3 Capitulo 4: CAPITULO* 4 Capitulo 5: CAPITULO*5 Capitulo 6: CAPITULO *6 Capitulo 7: CAPITULO*7 Capitulo 8: CAPITULO -8 Royal London Hospital Capitulo 9: capitulo * 9 Capitulo 10: CAPITULO * 10 Capitulo 11: CAPITULO *11 Capitulo 12: CAPITULO * 12 Capitulo 13: CAOITULO *13 Capitulo 14: capitulo *14 Capitulo 15: CAPITULO *15 Capitulo 16: capitulo *16 Capitulo 17: AVISO (NUEVO FAN FINC EN PROCESO) Capitulo 18: capitulo *17 Capitulo 19: capitulo *18 Capitulo 20: capitulo *19 Capitulo 21: capitulo * 20 Capitulo 22: capitulo * 21 Capitulo 23: capitulo * 22 Capitulo 24: capitulo* 23 Capitulo 25: capitulo *24 Capitulo 26: CAPITULO *25 Capitulo 27: CAPITULO * 26 Capitulo 28: capitulo * 27 Capitulo 29: CAPITULO*28 "LA CINTA" EPOV Capitulo 30: CAPITULO *29 EPOV Capitulo 31: CAPITULO* 30 EPOV Capitulo 32: capitulo*31 EPOV Capitulo 33: capitulo*32 EPOV Capitulo 34: capitulo *33 EPOV Capitulo 35: CAPITULO*34 "TODOS LOS DIAS" Capitulo 36: CAPITULO *35 Capitulo 37: CAPITULO*36 Capitulo 38: CAPITULO*37 Capitulo 39: CAPITULO*38 Capitulo 40: CAPITULO*39 Capitulo 41: capitulo*40 Capitulo 42: capitulo *41 Capitulo 43: CAPITULO*42 Capitulo 44: CAPITULO*43 Capitulo 45: capitulo*44 Capitulo 46: capitulo*45 Capitulo 47: capitulo*46 Capitulo 48: capitulo*47 Capitulo 49: capitulo *48 Capitulo 50: CAPITULO *49 Capitulo 51: capitulo *50 Capitulo 52: capítulo*51 Capitulo 53: capitulo /52 Capitulo 54: capitulo 53 Capitulo 55: capitulo *54 Capitulo 56: capitulo 55**sin fin** Capitulo 57: capitulo *56 Capitulo 58: capitulo *57 Capitulo 59: CAPITULO*58 Capitulo 60: CAPITULO*59 Capitulo 61: capitulo *60"evitando lo obio" PV ALICE Capitulo 62: PV jASPER Capitulo 63: Capitulo 62 Capitulo 64: CAPITULO 63 Capitulo 65: epilogo1

 


 
14439088 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10756 usuarios