Sufrir, Vivir, Amar (+18)

Autor: Maricoles
Género: Romance
Fecha Creación: 07/05/2012
Fecha Actualización: 08/10/2013
Finalizado: SI
Votos: 20
Comentarios: 76
Visitas: 112308
Capítulos: 33

La vida de Bella ha sido muy dura, su madre la abandono siendo muy pequeña, su padre la ignoro, su mejor amiga la traiciono y la entrego a su novio para que abusara de ella.. como enfrenta Bella la vida después de esto.
¿Será que Bella si permitirá que el amor de Edward tenga cabida en su corazón?

+18

SUFRIR, VIVIR Y AMAR

INTRODUCCIÓN

Soy Isabella Swan una chica común y corriente, Victoria es mi mejor amiga, prácticamente mi hermana. Mi madre nos dejó a mi papá y a mi hace muchos años, por el papá de Victoria, Phil. Desde que mamá se fue la mamá de Victoria pasó a ser una segunda madre para mí. Es muy irónica la vida, la mujer que ha cuidado de mi es la mujer a la que mi madre le quito el marido. Su nombre es Lilly, ella es una mujer hermosa y muy buena.

Victoria y yo somos como hermanas, solo que Victoria es alta, pelirroja y bastante atractiva, sus son ojos azules como los de su padre; yo soy todo lo contrario, soy bajita, mi cabello y ojos son de color chocolate, herencia de mi papá. Mucha gente no entiende nuestra amistad, pero cuando mamá nos dejo Lilly habló con Charlie, mi papá, y ella se ofreció a ayudarle, cuidando de mi.

 

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Capítulo 30: Capitulo 27. Abordando el final.

Disclamer: Los personajes son de S. Meyer, la historia es mía.

Gracias como siempre a Vanessa, Mayra y Eve que sin su ayuda estaría perdida.

Capítulo beteado por Eve Runner, Beta FFAD: www facebook com / groups / betasffaddiction


Capítulo 27: Abordando el final.

"Por más que intentes alejar el destino… siempre llega."

Salem Fabian.

Tomé la mano de Charlie y salí del coche lista para entrar a la iglesia. Miré hacia la entrada y escuché a Rose:

—Ni se te ocurra hacer que me pierda la fiesta. Rose Junior, te lo prohíbo, cuando acabe puedes salir de ahí.

Me dio un poco de risa.

—¿Lista, Princesa? —preguntó papá—. Si no lo estás, Emmett puede entrar corriendo, tomar a Ethan y luego salir huyendo a Forks antes de que se dé cuenta el novio.

—Papá, amo a Edward con todo mí ser, creo que sin él sería duro seguir viviendo. Lo siento, pero nada me hará cambiar de opinión.

Mi vista captó un cabello rubio que miraba en mi dirección desde la puerta de la iglesia.

—Papá… Renée está cerca de la puerta, no la quiero cerca de mí o de Ethan, y mucho menos de Edward.

Papá hizo una seña a Emmett, quien inmediatamente la localizó y caminó amenazadoramente hacia ella. Escuché un intercambio de palabras y vi a Renée abofetear a Emmett antes de alejarse.

—¿Has visto que la perra esa cacheteó a mi hombre? Solo porque esta niña no me deja correr si no… la alcanzo y le arranco ese pelo teñido. ¡Maldita bruja! —Luego soltó un quejido—. El pasto es verde, el cielo azul, el agua moja… ¡Joder! Esto es la muerte.

—¿Rose, estás bien?

—Sí, solo es esta niña que ya empezó la fiesta. Anda, agarra a tu padre y camina.

Emmett bajaba las escaleras.

—La muy zorra, dijo que solo venía a la boda de su hija. Tranquila —agregó al verme temblar—, ya se fue.

Charlie me sonrió y me dio su brazo.

—Vamos antes de que Edward salga a buscarte, casi puedo oírlo hasta acá.

Emmett entró primero con Rose, porque era el padrino de Edward, luego entraron Alice y Jasper, seguidos de una radiante Nessie junto a Jake; Angela entró con su bebé en brazos con Erick, quien iba a su lado.

—Nuestro turno —le indiqué a papá.

Cuando entré a la iglesia los ojos se me llenaron de lágrimas al ver a Edward y a Ethan esperándome al frente, tomados de la mano. Tropecé un poco, pero papá me sostuvo, Emmett y Ethan no pudieron contener la risa y la iglesia brilló con ellas, cosa que me hizo reír a mí también. Era tan feliz.

La iglesia estaba llena de flores blancas, no demasiadas, pero eran las necesarias; quería algo sencillo. Lo importante en la boda era nuestro amor, no el adorno de la iglesia.

Emmett jugó la clásica broma de que había olvidado los anillos, vi a Edward ponerse verde. Ethan a mitad de la boda quiso que su papá lo cargara, así que se bajó de los brazos de Esme y llegó hasta donde estábamos, y se quedó con nosotros.

Edward temblaba al ponerme el anillo y pronunciar sus votos, cada uno por separado había escrito los suyos.

—Desde la primera vez que puse mis ojos en ti supe que no existiría nadie más en mi vida, que tú eras lo que estaba esperando. Eres la luz de mi vida, eres… no mi media naranja, eres mi naranja completa. Te amo ahora y siempre.

No pude evitar que las lágrimas salieran a flote y pronuncié mis votos llorando.

—Cualquier deuda que tuviera la vida conmigo… contigo, Edward. Salgo debiendo. Eres mi luz, mi paz, mi orden. Te amo —expresé y no pude terminar de citar lo que tenía preparado.

Edward me besó y escuché al Padre decir: —Los declaro marido y mujer.

Al final habíamos decidido cambiar al juez de paz por una sencilla bendición, para Edward era importante.

Ethan era el más feliz, quería salir en todas las fotos. Por fin llegó la hora de ir al salón; antes Edward y yo pasaríamos a un parque para tomarnos unas fotos, así que Esme se llevó a Ethan.

Después de estar una hora tomándonos fotos pedí agua.

—Esto de ser modelo es pesado, muero de sueño —le comenté a Edward mientras bebía el vaso de agua.

—Creo que ya acabamos. Déjame preguntar y nos iremos a la recepción.

Edward se alejó y algo en mí se disparó… Mi libido, ¡joder! ¿Edward siempre había tenido ese trasero tan sexy? ¡Dios, sus manos! Mientras las movía podía casi sentirlas en mi cuerpo. ¡Dios, estaba mojada! No, Edward había hecho que tuviera un problema de bragas mojadas en mi boda, no era justo.

Cuando me subí a la limusina se me ocurrió una idea. Edward estaba dándole unos datos al fotógrafo y aproveché para sacarme las bragas, llamé al chofer y le pedí si podía ponerse unos auriculares y cerrar la ventanilla; el conductor me sonrió pícaramente y asintió.

Edward entró a la limosina, me miró y su rostro resplandecía cuando se encontró con mis ojos.

—¿Cansada? ¿Tienes náuseas? ¿Te duele algo? —cuestionó mientras se acercaba a mí.

—Sí, Edward. Tengo algo y tú puedes ayudar a quitármelo. —Su cara de susto casi me hace reír—. Dame tu mano. —Me dio la mano, estaba temblando.

—Tranquilo, no es nada malo, al contrario, es muy bueno. —Me alcé el vestido todo lo que pude y llevé su mano a mis muslos solo con las medias puestas.

—¡Bella!

—¡Edward! —repetí imitando su voz—. Te necesito, Edward, ahora… en este momento.

—Bella… Yo… Tú… El chofer… —tartamudeó.

—El chofer no va a escuchar nada, estaremos calladitos. Y tú y yo vamos a hacer el amor como marido y mujer. ¿Cómo lo hacemos? ¿Tú arriba o me siento sobre ti?

—¡Diablos! Cuando el fotógrafo te sentó y extendió el vestido podía imaginarme bajo de él, así que te toca arriba.

En menos de dos minutos desabotoné el pantalón de Edward, bajé su cremallera y tomé su miembro entre mis manos; estaba duro, caliente. ¡Joder! No podía esperar a tenerlo dentro. Olvidando el vestido, olvidando todo… lo acaricié.

—Nunca lo había hecho en una limosina. Es tan excitante, me siento sexy —exclamé mientras iba bajando sobre su erección. Comencé a moverme en círculos, ¡Dios!

—Tú eres sexy. ¡Diablos! Bella, no te muevas así, no aguantaré mucho.

—Yo tampoco, así que no me importa. —Estaba realmente avivada, no tardaría mucho en llegar.

—Necesito… quiero tus pechos. —Apartó sin el menor cuidado la tela que cubría mis senos y se llevó uno a la boca.

No tardamos demasiado en llegar y nos quedamos así. Quietos, calmándonos.

—Edward, tengo un problema.

—¿Qué pasa?

—Olvidé completamente el vestido, el peinado y necesito asearme.

Edward miró por la ventana.

—Estamos a unos minutos de llegar, creo que tendremos que pedir ayuda. —En ese momento vi su cabello, ¡Dios Santo! ¿Qué había hecho? Estaba totalmente despeinado. No pude contener la risa y estallé en carcajadas.

Edward me secundó, éramos un par de tontos enamorados. Cuando llegamos al hotel Alice, Rose y Emmett nos estaban esperando.

—¡Joder, Bella! ¿Qué pasó? ¡Tu cabello! Tú… toda tú… —mascullaba Alice.

—¡Maldición, estaban follando en la limosina! —gritó Rose—. Son malos, qué no ven que no puedo follar, adelanta los partos y no quería perderme la fiesta.

Emmett iba a darme la mano para ayudarme a salir pero la quitó rápidamente.

—¿No pueden esperar como personas normales? Son lo peor, me da vergüenza que sean mis hermanos.

—Dame la mano, Emmett —le exigí.

—Me da cosita, quién sabe qué le agarraste a Edward —comentó haciendo cara de asco.

—Dame la mano, necesito bajar.

Emmett me dio la mano y bajé, entonces hablé: —Ahora sí puedes lavarte las manos.

Emmett me miró haciendo cara de asco y salió corriendo, murmurando algo sobre gente enferma.

Una de las chicas del hotel nos preguntó si necesitábamos una habitación para arreglarnos y la aceptamos.

Nos quedamos solos, Edward y yo.

—Te amo, princesa, te amo.

—¡Oye! Soy la princesa de mi papá.

—Ahora también eres la mía, eres mi vida, eres mi todo —expresó y comenzó a besarme.

La puerta se abrió.

—¡Lo sabía! Dejen de toquetearse —gruñó Rose—, se me antoja y no me quiero perder la fiesta. Tú. —Señaló a Edward—, entra al baño y arréglate. Pareces… recién follado. Y a ti —dijo volviéndose hacia mí—, Bella, ¿en serio? Todo el trabajo de la gente, mira tu cabello.

—Amm… Yo necesito ir a asearme también —informé sin evitar sonrojarme.

Alice sonrió.

—Bella, a veces te sonrojas de nada. Acabas de salir de una limosina vestida de novia y con una pinta de recién follada y ahora te sonrojas.

—Deja que salga el otro y se volverán a meter mano en el baño. —Volvió a gruñir Rose.

—Tú, ¿cómo estás? —pregunté.

—Gorda y me duele la cadera. A mí que nunca me dio ni un cólico y ahora… quiero… Siento pequeños dolores incómodos, según Carmen todavía no es tiempo. Pero no sé, prométeme que si me tengo que ir al hospital seguirás con tu fiesta.

—Rose, no te vas a morir. Tranquila, por el contrario; y sí, seguiremos con la fiesta.

En ese momento Edward salía del baño, tan hermoso y arreglado como siempre. Suspiré.

—Salte —ordenó Rose—. Esta señora es capaz de saltarte encima y todavía no es hora.

Edward me sopló un beso y salió del cuarto.

—Ve al baño y mientras, veremos cómo arreglamos tu cabello.

Entré al baño y me aseé, al salir Alice estaba doblada de la risa junto con Rose.

—¿Qué les pasa?

—Es que Rose les tomó fotos saliendo de la limusina y tienen una carita. —Intentó decir Alice entre carcajadas. Miré el celular de Alice y ¡Dios santo! Qué cara de recién follados teníamos, pero felices. No pude evitar sonreír.

Nuestros ojos brillaban, tenía el maquillaje corrido y Edward tenía la boca sucia de labial, cualquiera que viera las fotos sabría que habíamos estado haciendo travesuras en el auto, pero no me importaba, irradiábamos felicidad y eso sí era lo importante.

—Creo que te dejaremos el cabello suelto y después haremos un moño, será lo más rápido.

Tocaron a la puerta, era una de las chicas del hotel avisándome que estaba todo listo para que entráramos al salón.

Rápidamente Alice y Rose trabajaron en mi cabello y quedó hermoso. Un poco de pintalabios y listo. Salimos del cuarto y llegamos a las puertas del salón, Emmett estaba junto a Edward esperándonos.

—Qué linda te ves con el cabello suelto —manifestó Edward besando mi mano.

—¡Hey! Deja de besar a mi hermana —lo regañó Emmett dándole un golpe en la cabeza.

—Ahora es mi esposa, y esposo gana a hermano —respondió Edward tomándome de la cintura y besándome concienzudamente.

En ese momento abrieron las puertas y la gente aplaudió. Me sentí como torero entrando a la plaza, aunque odiaba la tauromaquia.

Nos separamos y limpié a Edward que se había manchado con los brillitos del gloss, se veía hermoso.

—¡Mamá! —gritó Ethan y corrió hasta mí. Lo levanté y tomé la mano de Edward. Comenzamos a caminar hacia nuestra mesa, pero nos detuvieron a la mitad de la pista para tomar unas fotografías.

Papá me riñó por llegar tarde y luego me abrazó, diciéndome que siempre sería su princesa. Renata, la novia de papá lo consoló, pidiéndole que no se pusiera triste y le dio besos por toda la cara, llenándolo de pintura a él también.

Esme me dijo que oficialmente ya era de la familia y me dio un gran abrazo. Empecé a sentirme un poco fatigada y con hambre.

—Edward —le llamé—, tengo hambre. ¿Tardan en servir la comida?

—No sé, pero déjame e investigo.

Edward se levantó y se dirigió a la chica que estaba coordinando el evento. La chica le dio una gran sonrisa, yo estuve a punto de saltarle encima y gritarle es mi marido.

Me controlé y me distraje con Ethan, que me contaba que su abuelo le dio un regalo, miré y era un auto que se desarmaba en piezas grandes.

—¡Creo que ya me aceptó como su abuelo! —indicó Carlisle sacándome de mis pensamientos.

—¿Tú se lo diste? Dijo su abuelo. —Carlisle asintió.

—Al parecer ya me perdonó por inyectarlo, cada vez que me ve me pregunta que si lo voy a inyectar. Por ahora soy su abuelo. Esperemos la siguiente ronda de vacunas. Gracias, Bella, has hecho a mi familia más grande y mejor.

—Gracias a ustedes que me dieron amor siempre. —Nos abrazamos.

Yo tamien abazo a mi abelo —exigió Ethan y nos dimos un abrazo—. Mamá, teno hame.

—Yo también —le indiqué—. Esperemos a ver si pronto nos traen algo.

Miré que Edward le decía algo al chico de la música; habíamos decidido contratar un DJ y así tener música variada para nuestros invitados. El chico sonrió y se alejó.

—Ya viene la comida —informó Edward tomando a Ethan y cargándolo.

Yo teno hambe —protestó Ethan muy serio a Edward.

—¿Tú también? —Ethan asintió.

Te voy a comel a ti, papá —dijo Ethan e hizo como si se lo comiera.

Por fin sirvieron la comida. Extrañamente tenía una afición al queso, todo lo quería con queso. En mi bolso tenía barritas de queso. El menú al final era un reflejo de eso; sopa de queso, pechugas rellenas de queso, y la tarta era de queso con zarzamoras y fresas.

Después de terminar la comida, Edward volvió a preguntarme si me sentía bien, le contesté que sí, me tomó de la mano y me llevó a la pista de baile. Comenzamos a bailar nuestra canción, al menos eso me dijo Edward al oído.

—¿Qué canción es? —Parecía escrita para mí, en partes.

I finally found someone de Barbs* y Bryan Adams. ¿Te gusta? Mientras estudiaba un caso la escuché, papá siempre se la dedicaba a mamá y cuando la escuché fue como si la entendiera por fin. Antes me gustaba por la cara que hacía mamá cuando la escuchaba. Ahora me gusta por ti.

En seguida empezó When a man loves a woman y no pude evitar reírme.

—¿Qué es tan gracioso? —me preguntó Edward.

—Con esta canción, en lo único que puedo pensar es en Meg Ryan cayéndose borracha y desnuda (1).

Edward enarcó las cejas y me miró serio.

—Tardé días haciendo la lista de canciones que quería bailar contigo, cada una tiene un significado especial para mí y tú me sales con esto.

—Es en serio, solo puedo pensar en eso. Lo siento. Es bonita la canción.

—Es hermosa, Swan.

Vi a Ethan correr hacia nosotros, se le había escapado a papá. Edward lo alzó de inmediato.

Yo tamien quiero bailar —nos dijo haciendo ojitos de gatito.

Empezó otra canción, tampoco la conocía.

—¿Esta canción cuál es? Me gusta.

—Esta es A thousand year de Cristina Perri.

—Así me siento, como si te hubiera amado mil años y quiero amarte mil años más. —Le di un beso en los labios despacio. Ethan comenzó a aplaudir y todos en la boda le siguieron, me sentía en un sueño: rodeada de gente que amaba y que me amaba. Las lágrimas llenaron mis ojos y comenzaron a salir de ellos—. Te amo —expresé.

—Yo también te amo.

Yo amo a tolos —habló Ethan abrazándonos y llenándonos de besitos.

Papá se acercó sonriendo pícaramente, gemí internamente, sabiendo que cuando el bigote de Charlie cobraba vida era porque algo tramaba.

—¿Señora Bella Cullen, me concede esta pieza?

—¡Papá! No me digas señora, me siento vieja.

—Señora Cullen —repitió Edward antes de tomar a su madre en sus brazos. No había visto acercarse a Esme.

Papá tenía a Ethan en sus brazos y bailábamos otra canción, también romántica.

—Hija, me gusta verte feliz. Tal vez me anime y pronto vuelva a ser un señor casado. Renata, con todo y sus disparates me hace muy feliz, me gusta cuidarla.

—Me alegro, papá. —Lo miré y vi que era feliz. Las cosas poco a poco se iban arreglando, poniéndose en su lugar.

De los brazos de papá pasé a los de Emmett que me hizo volar, ante la mirada aterrada de Edward; luego a los de Jake, que me contaba lo feliz que era al lado de Nessa y que su suegro le había propuesto trabajar juntos en un caso; de ahí pasé a Jasper, era raro estar con él, no lo conocía tanto, pero al mismo tiempo me sentía a gusto con su compañía.

—Vengo a recuperar a mi esposa. —Jasper me cedió con una vuelta, Edward me tomó en sus brazos y seguimos bailando—. Dejé a Ethan con Nessa y Jake, estaban demasiado pegados, así tendrán algo qué hacer aparte de toquetearse.

Sonreí.

—Quieres mucho a Nessie.

—La he visto crecer, es mi hermana pequeña.

—¡Oye! Tú quieres quitarme a todos mis hermanos —refunfuñé bromeando.

En ese momento la música cambió y comenzó a sonar Jessie J, miré a Edward.

—Esta canción me recuerda cuando por primera vez tú y yo estuvimos juntos. No puedo escucharla sin recordarte bailando sexy contra mí.

Comencé a moverme lo mejor que podía, recordando cómo lo había hecho esa noche. Me encantaba cómo me sentía con Edward, me sentía segura, me sentía… feliz.

La fiesta fue genial. Rose y Emmett eran un show, ella insistía en bailar casi todas las canciones, pero cada vez podía menos, Emmett la reñía que se quedara sentada y ella se paraba a bailar de nuevo.

Jake y Nessie bailaron toda la noche, sin despegarse, cosa que no tenía muy contento a Edward; si los dos eran felices, por mí estaba bien.

Jasper y Alice se desaparecieron ya entrada la noche.

Después de varias canciones, las cuales bailamos con Ethan que reclamó nuestra atención, me sentía demasiado cansada, así que le dije a Edward que nos fuéramos a casa.

—Vamos a casa, señora Cullen.

Arrugué la cara y le dije: —Swan, no quiero cambiar de apellido.

—Eso es imposible, serás una Cullen. Además no vamos a casa, vamos a la casa en los Hamptons que nos prestó Aro… en limosina —respondió, haciendo hincapié de que no perdería la oportunidad de rememorar tan recientes recuerdos, si se le presentaba una segunda vez. Sonreí, pero en realidad me moría de sueño.

—Necesito despedirme de Ethan. —Lo busqué. Estaba en los brazos de Esme que bailaba con papá.

—Vamos, digámosle adiós al pequeño, señora Cullen.

—Swan, señora Swan.

—Ya pelearemos, anda.

Llegamos con Esme y papá.

—Tranquila, yo me voy a quedar con él y mañana les llamamos. Mejor esperamos su llamada —dijo Esme tranquilizadoramente.

—Ethan, te quiero mucho —me despedí dándole un beso, si le decía adiós no querría separarse de mí.

Yo los quielo a tolos —indicó—. A papá, a Memett, a Mesme, a tolos.

Mi pequeño se moría de sueño y se estaba quedando dormido.

—Nos vemos, Sapito —expresó Edward besando su cabeza.

—Cuida a mi princesa —le recordó papá.

—Claro que cuidaré a mi princesa… siempre.

Salimos del hotel, no había limusina pero sí estaba el auto negro de Edward.

—Este coche me gusta, mucho.

—Emmett lo trajo —me informó Edward.

Me subí, solo iba a recargarme y cerrar los ojos cinco minutos, solo cinco minutos.

Lo siguiente que supe de mí fue que era de mañana y estaba en una cama, donde había sol y tenía frío. Miré a mi lado y vi a Edward envuelto en todas las cobijas, yo estaba desnuda y sin cobijas. Edward roncaba. Muy lindo.

Intenté quitarle una de las cobijas, pero Edward sencillamente no me lo permitió. Salí en busca de algo qué ponerme, porque mi maleta no estaba por ningún lado. Busqué en el baño, lo más probable es que allí hubiera una toalla o algo así, pero lo que encontré fue un armario lleno de ropa de mujer, ropa muy cara y bonita; me acerqué a ella y olía a Renée, era su ropa. Las locas hormonas me hicieron llorar, desnuda, en medio de un vestidor ajeno. Edward entró como un rayo, gloriosamente desnudo.

—¿Qué te pasa? ¿Estás bien? ¿Es el bebé?

—Es su ropa… la ropa de mi mamá.

—Tranquila, Bella —dijo sentándose junto a mí y abrazándome.

En ese momento al sentirlo desnudo junto a mí mi cuerpo reaccionó como nunca. Edward era mío, ahora podía decirlo sin temer y quería amarlo, amarlo, besarle e idolatrarle por el tiempo que me quedaba de vida.

—Edward, bésame —ordené acercándome a él.

—Bella, estas alt…

—Te necesito, amor. —Colgué mis brazos en su cuello—. Bésame, hazme el amor. Quiero sentirte aquí… ahora.

Edward comenzó a besarme, a llenarme de besos todo el cuerpo, acompañándolos con suaves caricias para ayudarme a olvidar el por qué de mi llanto.

.

.

.

Estaba en la cama sola, después de una gran sesión de sexo-terapia, cuando mi estómago rugió, quería comer, después de la terapia en el vestidor habíamos pasado un tiempo… digámoslo así… reencontrándonos. Hasta que, literalmente, mi estómago hizo a Edward saltar e ir a traer algo de comer.

—Traje pan tostado, huevos… —Lo miré—, con mucho queso, jugo y pastel que encontré.

—Cortesía de Aro —dije pícaramente—. Si no tuviera tanta hambre volvía a hacerte mío.

—¿Hacerme tuyo? —repitió sin reprimir su carcajada.

—Sí, sabes que eres mío, si los hombres dicen eso, ¿por qué no las mujeres?

—Bella, estás tan loquita, pero así te amo; anda, desayunemos, nuestro cocodrilito nos está esperando.

—¿Cocodrilito?

—Sí, estaba viendo imágenes de cómo es un bebé a las 8 semanas y llegué a la conclusión que parece un alien o un cocodrilito, así que esta cosita será mi cocodrilita cuando nazca.

—Creo que yo no soy la única loca, ¿cocodrilita?

—Es mejor que aliencita o marcianita.

Mi estómago reclamó comida y decidimos concentrarnos en eso, eran casi las dos de la tarde y moría de hambre. Al terminar me puse un bikini blanco y un sweater. Salí al balcón y la vista era hermosa, el aire frío se coló por debajo del abrigo y temblé un poco. Ethan… ¿Cómo estaría? Iba a entrar para poder hablar con él cuando vi salir a Edward completamente vestido.

—Mini Rose nació hace unas horas, mira… —Me enseñó una foto en su celular—, está toda roja, y parece un alien.

—Es hermosa. —Lo miré—. ¿Y si regresamos a casa, vemos a Ethan y a mini Rose? Extraño mucho a mi Sapito y podemos hacer esto mismo en la casa —propuse mientras lo halaba hacia mí y comenzaba a besarlo—, pero podemos llegar en la noche. Antes podemos jugar en la arena —expuse mientras echaba a correr. Al llegar al agua me arrepentí, estaba fría… muy fría.

Al gritar por lo frío del agua, Edward me tomó por la cintura levantándome, pero yo quise soltarme y caímos los dos en el agua. La playa estaba desierta, así que comencé a besarlo de una manera nada decorosa.

—Te amo, Edward, no lo olvides nunca, nada ni nadie me alejaría de ti. Eres mi vida, sin ti no estaría completa.

—Bella, tú eres mi vida. Me has llenado de luz, de…

—Estamos muy cursis y yo quiero sentirte dentro de mí, pero no en el mar.

—¿No tienes esa fantasía? ¿En el mar?

—Nop. Una vez Rose me contó que lo hizo en el mar y después todo le escocía por la sal, así que mejor no.

—No queremos nada con ningún tipo de escozor, así que salgamos de aquí y despidámonos del lugar.

Casi tres horas más tarde íbamos de regreso a casa, por más que intenté quedarme despierta, el sueño me venció y todo el camino lo hice dormida.

—Despierta, dormilona. ¡Ay cocodrilita! Haces que tu mamá se la pase dormida. Tranquila, nena —me susurró al oído, al ver que me sobresaltaba al tomarme en brazos—, ya estamos en casa.

—Ethan —dije—, quiero verlo.

—Voy a llamar a mamá para que lo traiga. —Después de eso ya no supe nada más, hasta que mi estómago volvió a despertarme.

¡Quiero queso! Pensé.

Busqué a Edward con mi brazo, pero no lo encontré. Me senté y busqué algo que me indicara qué hora era, encontré mi bolsa y saqué el móvil; eran más de las nueve de la noche, salí a buscar a Edward y a Ethan. Bajé las escaleras, pero no encontré a nadie, era raro. Abrí el refrigerador y tomé varias barritas de queso, seguí buscando, y llegué a la habitación de Ethan y ahí los encontré dormidos en la mecedora. Ethan estaba aferrado a la camisa de Edward y él lo sostenía contra su pecho.

Eran tan lindos mis hombres. Tomé a Ethan que se despertó y me abrazó, intentó contarme algo, pero volvió a dormirse en mis brazos. Iba a ponerlo en su cuna, pero simplemente no pude; moví a Edward, quien se despertó sobresaltado, creyendo que había tirado a Ethan al no sentirlo en sus brazos. Esa noche dormimos los tres juntos… abrazados.

El lunes lo teníamos libre así que aprovechamos para ir a visitar a Rose y a mini Rose. Mientras íbamos en el auto, Edward me preguntó: —¿Has pensado en nombres para la o él bebé?

—No, no he pensado. ¿Tú?

—Tengo varios, mira, si es niña podemos ponerle Carlie por Carlisle y Charlie, o Isabella; he estado pensando en cómo mezclar tu nombre con el mío, pero simplemente no encuentro cómo. Mariella o Esmerald podría ser, también me gusta Vanessa, siempre me ha gustado.

—Todos son nombres de niña, ¿y si es niño?

—Edward y Emmett, ¿cómo los combinarías? No sé, no he pensado mucho en nombres de niño.

—Tenemos tiempo, mientras será coquito, ¿verdad? —inquirí tocando mi vientre.

—Yo creo que es ratón, siempre quieres queso. Al lado de la cama encontré doce envolturas de barritas de queso, ¿no te hará daño comer tanto queso?

—No lo sé, podemos preguntarle a Carmen. Mira, ahí hay un lugar. —Le señalé un lugar de estacionamiento vacío.

—Le preguntaré, qué tal que salga con cara de ratón o de vaca —comentó de manera jocosa.

Le enseñé la lengua y salimos del auto.

—Yo bajo a Ethan, no te preocupes. —Lo tomó en brazos.

¿Papá? —Lo llamó nervioso—. ¿Me van a iyetar?

—No, vamos a ver a un bebé que le salió de la panza a tu tía Rose.

Ethan abrió mucho los ojos y se puso a platicar con Edward. Yo iba mirando todo, curiosamente en este hospital había vivido momentos hermosos y momentos espantosos. Ahora esperaba vivir solo momentos llenos de amor, no importaba si eran difíciles siempre que estuvieran llenos de amor.

Llegamos a conocer a mini Rose, y como siempre Rose y Emmett estaban peleando.

—No voy a ponerle ese nombre tan ridículo, estás loco. Me niego.

—Rose, hermosa, entiende, es bonito.

Al vernos entrar Rose se dirigió a nosotros.

—Ustedes díganle a Emmett que Rosemm o Emmrose suenan espantosos, ¿qué tonterías son esas de mezclar nombres? Es ridículo.

No pude evitar mirar a Edward.

—No me digas —replicó mordazmente Rose—, es de familia. ¡Qué tontería! Mi hija no se va a llamar así, quiero algo fuerte, nada de tonterías, y deja de decirle Emmie. Mejor pásame a mi hermosa hija, voy a presumirla.

Emmett tomó un pequeño bultito que estaba en una cuna y la acercó, su cara era de orgullo, de felicidad… de amor.

—Les presento a mi pequeña Emmrose —nos dijo.

—No se llamará así. Me gusta Olivia, Sophia, Athena… Ya lo discutiremos después de la cuarentena.

—¿Puedo cargarla? —pregunté. Rose me miró como si le hubiera ofendido.

—No seas tonta, Bella. Yo no tenía experiencia con niños y cargué a Ethan, claro que puedes.

Tomé a la pequeña en mis brazos y miré a Edward, su cara lo decía todo, estaba feliz e imaginando.

—Me lo puedo imaginar cuando te embaraces, será hipocondríaco, le dará el síndrome ese en el que le dan los ascos y los mareos. Quita la cara de bobo y dame a Ethan.

Rose acomodó a Ethan junto a ella y me pidió a la bebé.

—Mira, Ethan, ella es tu prima. Tú vas a ser su primo mayor y la tienes que cuidar. —Ethan asintió como si entendiera.

Bebé, hola —saludó Ethan antes de darle un gran abrazo.

—Con cuidado Ethan —le advertí alzando la voz.

Sí, con cuidado a la bebé —comentó Ethan.

Pasamos unos minutos más con ellos, pero Rose iba a darle de comer a la bebé y nosotros decidimos salir.

—Yo quiero verte con nuestro bebé, te verás más hermosa.

—Yo… tengo hambre, ¿podemos conseguir algo?

—¿Te apetece pasta?

—Con queso, mucho queso —terminé. Ambos soltamos la carcajada y Ethan se nos unió.

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Era casi Navidad, habíamos planeado decir que estaba embarazada para la cena de día de gracias, pero Rose se dio cuenta mucho antes.

Estábamos todos en la sala viendo una película de acción, ya que Emmett había ganado y complació a Rose. Edward comenzó a pasar su mano por mi vientre. Rose dio un pequeño gritito y acto seguido estalló. —¡Bella, mírame! ¡Estás embarazada! Tienes la cara como cuando estabas esperando a Ethan. Además, Edward no deja de acariciarte la barriga, cada vez que cree que nadie los ve. En la oficina, aquí en la casa… Siempre.

—Yo… Bueno, nosotros… Sí, estamos embarazados, solo queríamos estar con más tiempo para contarlo.

—¡Dios! Esto tiene que saberlo papá —exclamó Emmett tomando el teléfono.

—Emmett, espera, quiero decírselo yo —indiqué.

—Hola, papá. Bella quiere decirte que está embarazada, te la paso. —Y me pasó el móvil.

Moví los labios y le dije a Emmett idiota sin que papá me escuchara.

Rose y Emmett se encargaron de contar que estaba embarazada a todo el que se les paraba enfrente.

Así que no pudimos guardar mucho tiempo el secreto. En el ultrasonido el bebé no dejó ver si era niña o niño. Había apuestas por el sexo del bebé.

Edward, Jake, Aro, Renata, Yulia y Emmett apostaban por niña; Rose, Alice, Erick y Esme por niño. Papá todavía no estaba seguro, había días en que pedía niño y días en que quería niña. Nessie quería gemelos, aunque sabía que solo era uno.

Alice había hecho planes para pasar Año Nuevo con Jasper en una playa en México, y nos le habíamos sumado. En un hotel diferente, pero iríamos Emmett, Rose y Charlize Athena, que era una niña encantadora con el cabello rubio y los ojos café chocolate como los Swan. Al final después de una gran discusión Emmett y Rose se habían puesto de acuerdo, Rose quería Athena y Emmett que fuera Charlize, que era una especie de combinación entre Charlie y Carlisle. Así que le pusieron los dos nombres, pero para todos era Charlie.

Ethan siempre la llenaba de autos y a ella le encantaban, era algo posesiva con Ethan y en general con lo que quería; era una niña tranquila hasta que se le subía lo Hale. Rose decía que el mal carácter era rasgo Swan pero no, cuando Charlie quería algo y no lo conseguía lloraba y lloraba hasta obtenerlo; a mí me sonaba más al carácter de Rose.

Nessie y Jake iban a venir también con nosotros, Aro le dio permiso cuando Edward le dijo que él la cuidaría, que dormiría en la misma habitación que nosotros.

Navidad la pasaríamos en casa de Esme, faltaban dos días y yo no tenía un regalo para Edward, ¿ropa? Tenía mucha. ¿Un reloj? No acababa de convencerme. ¡¿Qué diablos podía regalarle?!

Erick entró en la oficina y le pregunté: —¿Erick, qué le puedo regalar a Edward? No se me ocurre nada, estoy desesperada.

—Cómprale unos bóxer nuevos y se los pones —me respondió enarcando una ceja.

—En serio, Erick…

—Pues dale sexo rudo y salvaje, una cámara fotográfica, un juego nuevo para la consola…

Sexo y cámara. Mmm… Eso me dio una idea.

—¿Qué tengo en las siguientes dos horas?

Erick miró su iPad y respondió: —Nada en especial, tienes que estudiar el caso de mañana, pero nada más. Saldremos de vacaciones, ya me vi en Nueva Orleans en algún restaurante, el jazz y yo nena. ¿No mueres por salir de vacaciones?

—Sí y no. ¿Te imaginas esas grandes vacaciones con Rose, Emmett, Charlize, Edward, Jake, Ethan, Nessa? Todos juntos en una gran casa en el Caribe, me da miedo.

Erick me miró.

—Mejor vamos tú y yo juntos, déjalos a ellos. Imagínate… Nueva Orleans, tú y yo solos.

—No, creo que me harían falta mis hombres.

—Ya me vi con mi sobrina. Rose es mala, no me deja cargarla cuando la trae a trabajar. Y eso de la guardería en la bodega vacía me encantó. Ya me vi comprándole vestiditos, moñitos, zapatos. Suri Cuise se quedará corta a cómo andará esta bebita —expresó tocándome la pequeña pancita.

—¡Hey! Todavía no sabemos si es niño o niña.

—Es niña, mis poderes telepáticos me lo dicen.

—Permíteme que me ría. Voy a salir, regreso en dos o tres horas. —Miré mi reloj—. Mejor no regreso, cualquier cosa me avisas. Pasaré a avisarle a Edward.

Tomé mis cosas y subí las escaleras, saludé a Jane que últimamente estaba menos molesta. Cuando llegué con Yulia la saludé.

—Yulia, hola. ¿Está desocupado?

Yulia me miró.

—No, está ocupado con una clienta, esa clienta me dio miedo. Es una tal Wanda.

—¿Wanda O'shea?

—Esa misma —dijo asintiendo.

—Voy a entrar. Diré que no había nadie. Esa mujer quiere a mi hombre. —Y sin mayor aviso abrí la puerta y me tiré encima de Edward dándole un gran beso.

Escuché un carraspeo y vi a Wanda, aun con más Botox que la vez anterior.

—Veo que no pierden el tiempo.

—Perdón, no sabía que estabas ocupado. Yulia no estaba en la entrada. Solo venía a avisarte que voy a salir, es que se preocupa si no le aviso… por el bebé. Nos casamos hace unos meses.

—Lo mismo me decía Edward, es una lástima que no les guste jugar con otros. Felicidades por el bebé.

—Sí, gracias. —Edward apenas aguantaba la sonrisa—. Yo… mejor me voy. Nos vemos en casa, paso por Ethan. Un gusto volver a verla. Edward, cenaremos temprano, no tardes.

Y salí cerrando la puerta.

—Nos vemos, Yulia —me despedí y salí hacia la calle. Tomé un taxi y me fui al centro comercial, necesitaba lencería sexy. Fui a una tienda a la que normalmente no entraría, unas bragas costaban cerca de trescientos dólares, pero todo fuera para darle un "Gran" regalo a Edward.

Me había gastado más en el regalo de Navidad que en lo de la noche de bodas, trescientos sesenta dólares por unas bragas, ¡joder! Era serio, pero eran hermosas, todas de encaje transparente, con el maldito sujetador a juego. Era transparente, pero no era vulgar. Si no fuera tan caro compraría más de este tipo de ropa.

La siguiente parada era la cámara fotográfica, que sería lo que su familia podría ver.

Encontré la más moderna y funcional, también compré una memoria para que tomara muchas fotos. Las vacaciones serían espectaculares.

Cuando Edward llegó a casa me besó y se carcajeó por cómo había marcado territorio, que solo me faltó orinarlo; pero que le encantaba verme celosa.

Por fin llegó el día de Navidad, papá había llegado ese día junto con Renata, quien al parecer estaba enferma, la comida del avión no le había caído nada bien.

Estábamos ya en casa de Esme, Charlize estaba sentada en el regazo de Charlie y Ethan en el de Edward. Alice estaba dándole el toque final al postre helado de chocolate con galletas.

Esme nos había pedido comerlo en la sala para poder darnos los regalos.

Charlie le dio su segundo regalo de Navidad a Emmett, el primero del que yo era testigo, ya que hace un año todavía no sabía que era mi hermano y las lágrimas llenaron mis ojos. Edward me abrazó y me dio besos en las mejillas.

A Ethan le dio una colección de coches, a Charlize un oso de peluche que botó casi inmediatamente para comerse un coche de Ethan. Lógicamente Ethan lloró, Charlize lloró y al final Ethan le prestó el auto a Charlize. A Emmett le tocaron regalos interesantes, pero lo mejor era el que le dio Rose, una silla especial para cargar a Charlize que decía: Amo a mi papito.

Esme le dio a Ethan más autos y a todos los demás nos dio suéteres y bufandas que ella misma había tejido.

Los regalos fueron llegando, corbatas para Edward, ropa premamá para mí y una gran bolsa que era pañalera; y le di mi regalo a Edward, curiosamente le gustó la cámara e inmediatamente comenzó a tomar fotos con ella.

Cuando menos lo esperé Emmett estaba revisando las fotos, quise correr a quitársela pero fue demasiado tarde.

—¡Joder, Bella! ¿Cómo tomas estas cosas? ¡Dios! Voy a tener pesadillas, mi hermana desnuda con un letrero de tu regalo de Navidad.

—No estoy desnuda.

—Eso no tapa nada, estás desnuda; si sufro de impotencia cúlpala a ella, Rose. Tendré pesadillas.

Le quité la cámara.

—¿Para qué chismoseas, idiota? —reclamé. Lo único bueno es que Ethan estaba dormido.

—¡Bella! —me llamó la atención papá.

—El metiche de Emmett, ¿por qué revisó el regalo de Edward?

Edward me quitó la cámara y se puso a ver las fotos. Antes de vestirme ya arreglada me tomé fotos de lo más sexy, al menos eso pensaba yo y al final me puse un letrero que decía: ¿Listo para abrir tu regalo de Navidad?

Papá me llevó a un lado y me empezó a sermonear.

—Nena, ya eres una mujer casada, tienes que comportarte como tal, no puedes…

—Papá, no empieces. Era algo privado.

—Pues no lo dejes en algo público.

.

.

.

Cuando por fin llegamos a casa Edward acostó a Ethan y yo aproveché para quedarme solo en ropa interior.

—Eres la cosa más sexy del mundo —exclamó antes de comenzar a besarme. Fue mi mejor regalo de Navidad.

El día siguiente fue algo loco con tantos preparativos para volar y organizar las cosas; gracias a Edward no fue tan difícil, pero organizarnos todos fue la muerte. Nessie no tenía listo el equipaje, Jake y ella habían reñido. Rose llevaba cuatro maletas solo para ella y Charlize.

Al final llegamos a la playa y nos instalamos. Lo malo era que en la misma habitación dormiríamos Nessie, Edward, Ethan y yo. En otra Jake, Rose, Charlize y Emmett. Todo por vigilar a Nessie y a Jake, esa había sido la condición para que fuera Nessie.

La primera noche yo quedé muerta, junto con Ethan, por no decir que dormimos de las ocho de la noche a las ocho de la mañana del día siguiente.

Ethan estaba maravillado con el mar, quería estar siempre en la arena. A Charlize le daba un poco de miedo, por lo que prefería estar sentada en su sillita sin que la acercaran al mar. Nessie y Jake se habían reconciliado y cada vez que podían se perdían hasta que Emmett o Edward comenzaban a buscarlos.

Una noche decidí dejar a Jake y a Nessie cuidando a Ethan, a Rose le gustó la idea y les dejamos a los dos niños mientras íbamos a cenar, una noche de parejas.

Fue fabulosa, caminamos por la playa, nos besamos e hicimos el amor en la arena; moría de miedo que alguien nos viera, pero al mismo tiempo fue realmente excitante.

Cuando regresamos a Nueva York todo volvió a la normalidad hasta que fue casi febrero, para esa fecha yo estaba viendo mi ecografía, donde por fin se dejó ver qué era. Sonreí recordando el momento.

¡Por fin! —gritó Carmen—. Su cocodrilito "es cocodrilito", tendrán otro niño.

Edward frunció el seño, luego me miró, sonrió y volvió a fruncir el ceño.

¿Estás segura? ¿No es niña?

Edward, que te escucha —regañé dándole un manazo.

Segura, le conté los dedos y eran veintiuno —respondió Carmen.

Ya será la próxima —dijo resignado—. Es genial, mira, podemos comprarle un jersey de…

Todo el camino Edward fue planeando todas las actividades a las que asistiría con sus hijos, cuando le pregunté si yo iría con ellos, me miró y frunció toda la cara.

Obvio que no, son cosas de hombres —respondió serio.

Tres hombres tendría en mi pequeña familia. Bueno, más, pero solo míos tres hombres. La puerta se abrió y alcé la vista, era Renée, me tensé inmediatamente, me quedé detrás del escritorio, no quería que se acercara a mi vientre.

—¡Lo sabía! Sabía que eras una mala influencia —gritaba como loca—. Como tu vida es una basura querías hacer lo mismo con la de mi pequeña, eres mala. Pero te juro que… —Se acercaba cada vez más, ahora estaba atrapada entre el escritorio, la pared y ella; en verdad tenía miedo, necesitaba a Edward—. Voy a matarte como debí hacer hace tiempo, te detesto.

Se fue sobre mí, yo solo me protegí el vientre para evitar que me pegara ahí, de pronto dejé de sentir sus golpes, y vi a Edward y a Jake, que la estaban sacando de la oficina. Comencé a respirar mejor, Rose estaba junto a mí y me decía algo pero yo no acababa de entender qué me decía. Vi cómo Renée se les soltaba y se le iba a la cara a Jake y lo arañaba.

Aro entró con una Nessie pálida y llorosa. Rose me ayudó a sentarme en la silla.

—¡Bella! Isabella!

La miré. —¿Qué pasó?

—Todo es mi culpa —manifestó Nessie—, soy una estúpida.

—No lo eres, tranquila —indicó Aro mientras la abrazaba—. Yulia, llama al doctor Johnson, dile a Jane que te dé el teléfono. Dile que es urgente que venga.

—¡Ay, papá! Yo… Fue sin querer, nunca…

Aro volvió a abrazar a Nessie.

—Tranquila, solo te adelantaste. —Me miró y dijo—: Seré abuelo en unos ocho meses, al parecer Nessie está embarazada.

Miré a Nessie y ella sonreía un poco.

—Esa mujer es… un asco de persona —comentó Rose—. Sé que es su madre, pero es de lo peor como persona. Aro, debes prohibir la entrada de esa tipa, la próxima vez…

—No habrá próxima vez, levantaremos cargos, una orden de alejamiento y estará en la cárcel —nos dijo Edward—. La Policía se la acaba de llevar, Erick levantará la demanda y nosotros la rectificaremos después. ¿Estás bien? ¿Te hizo daño?

—Creo que no, ella no alcanzó a lastimarme.

—Bella —gruñó Rose—, tienes sangre en las manos y en la cara, estás en shock; yo creo que deberías ir al hospital y que levantaran un acta. ¡Y no digas que no!

—Tranquilas. El doctor Johnson es médico legal, él puede levantar el acta y revisar a Bella. Nessie, creo que contigo esperaremos a conseguir una prueba de embarazo.

—Yo tengo varias en mi casa; Edward y su tendencia a exagerar —expliqué y todos sonrieron.

—¡Ay Bella! Me encanta que no te rindes ante nada —expresó Rose.

Edward estaba callado, pero yo lo conocía, algo pasaba por su cabeza y de seguro iba a prohibirme venir a trabajar, o me pondría seguridad.

—Vamos a casa —instó muy serio.

—Voy a tomar mis cosas y a dejarle a Erick unos datos para que reagende para mañana unas citas.

Me acerqué a Edward y le dije al oído: —Vamos a llevarnos a Nessie, necesita estar con la familia.

Me miró e iba a replicar, pero le miré más intensamente.

—Está bien.

—Nessa, vamos a casa. Aro va a hablar con Jacob y allá te alcanzan.

—No, esperemos al doctor, es importante —señaló Aro—, y después, si me hacen el favor, tengo que hablar con Jacob.

—Papá, él no tiene la culpa, Jake siempre me decía que esperáramos, que en ese momento no, pero yo siempre insistía y le ganaba. No lo despidas, si no cómo vamos a vivir juntos —imploró una muy desesperada Nessie.

—Ness. —Solo atinó a decir Jake.

—Es la verdad, yo siempre te decía: un rapidito o ahora que nadie nos ve. Tú siempre eras más… —Edward le tapó la boca a Nessie.

Y Rose y yo no pudimos evitar reírnos.

—Nessa, hermosa, cállate, ya no lo defiendas.

Intentó hablar, pero Edward negó con la cabeza.

Yulia tocó la puerta y entró con un hombre rubio, ya mayor; Aro se acercó y le explicó lo que había pasado. El señor asintió. Me tomó fotos y me mandó al hospital por causa del bebé… para que hicieran un ultrasonido, era importante, dijo serio.

Después de ese infernal día por fin llegamos a casa, el bebé estaba perfecto, tan bien como en la mañana. Nessie sí estaba embarazada; le hicieron una prueba en el hospital y salió positiva.

Yo solo quería comer y dormir, olvidar lo que había pasado; pero Nessie quería hablar, el sueño que me había dado a mí con el embarazo al parecer a Nessie no le daría, al parecer se le renovaron las energías.

Edward le dio un gran sermón sobre los anticonceptivos, con el que quedó mal luego de que Nessie le preguntara si nuestro bebé era planeado.

Al final Nessie y Jake se iban a vivir juntos, por lo pronto vivirían en el departamento de Jake y luego buscarían dónde vivir.

.

.

.

Habían pasado casi tres semanas, Renée no podía acercarse a mí. Nessie había desarrollado, según ella, un complejo de anoréxica, todas las mañanas no soportaba nada en el estómago, pero por la tarde se reponía, había engordado cuatro kilos en las seis semanas que tenía de embarazo; Carmen le había llamado la atención. Yo estaba a punto de cumplir veintinueve semanas de embarazo y Ethan estaba a punto de cumplir tres años, íbamos a tener una gran fiesta; Alice, que ahora vivía oficialmente con Jasper, había conseguido un salón donde decoraban según lo que el niño quería, para Ethan todo era de Cars.

El sábado se iba a celebrar el cumpleaños. Yo estaba tan feliz, había terminado lo más importante por el día de hoy, hacía algo de frío, pero el día estaba agradable. Edward tenía una junta y decidí salir por Ethan, ir al parque y luego regresar a casa a preparar algo con mucho queso y cenar juntos.

Recogí mis cosas y salí de la oficina.

—Erick, voy por Ethan, nos vemos mañana en la fiesta.

—Besos. Cuídate.

—Siempre —le dije mientras tropezaba con la alfombra—, o casi siempre.

Salí. El aire era fresco. Fui por Ethan y nos dirigimos al parque.

Había nieve y comenzamos a jugar con ella, Ethan quería darle un beso a Coqui, así le decía a su hermanito, me dio un beso en la barriguita y salió corriendo hacia un montón de nieve.

El aire sopló y cerré los ojos cinco segundos pensando en lo feliz que era, abrí los ojos y mi mundo colapsó. Frente a mí alguien cargaba a Ethan, alguien que nunca esperé volver a ver.

—James… —susurré—. James.

Se acercó a mí y tocó mi cara. Estaba petrificada.

—Hola, hermosa, vine por ustedes.


Notas:

*Barbs es una forma cariñosa de decirle a Barbara Streisand.

1. Bella se refiere a la película que lleva el mismo nombre de la canción y a la actuación de dicha actriz en la misma.

No conteste sus reviews pero juro que los leo todos, mi trabajo me tiene a tope pero les mando todo mi agradecimiento a cada una de las personas que se toman unos minutos en leer mis locuras.

 

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Capítulo 29: Capitulo 26. Fortuna Capítulo 31: Capitulo 28. Soy Papá

 


 


 
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