Sufrir, Vivir, Amar (+18)

Autor: Maricoles
Género: Romance
Fecha Creación: 07/05/2012
Fecha Actualización: 08/10/2013
Finalizado: SI
Votos: 20
Comentarios: 76
Visitas: 112305
Capítulos: 33

La vida de Bella ha sido muy dura, su madre la abandono siendo muy pequeña, su padre la ignoro, su mejor amiga la traiciono y la entrego a su novio para que abusara de ella.. como enfrenta Bella la vida después de esto.
¿Será que Bella si permitirá que el amor de Edward tenga cabida en su corazón?

+18

SUFRIR, VIVIR Y AMAR

INTRODUCCIÓN

Soy Isabella Swan una chica común y corriente, Victoria es mi mejor amiga, prácticamente mi hermana. Mi madre nos dejó a mi papá y a mi hace muchos años, por el papá de Victoria, Phil. Desde que mamá se fue la mamá de Victoria pasó a ser una segunda madre para mí. Es muy irónica la vida, la mujer que ha cuidado de mi es la mujer a la que mi madre le quito el marido. Su nombre es Lilly, ella es una mujer hermosa y muy buena.

Victoria y yo somos como hermanas, solo que Victoria es alta, pelirroja y bastante atractiva, sus son ojos azules como los de su padre; yo soy todo lo contrario, soy bajita, mi cabello y ojos son de color chocolate, herencia de mi papá. Mucha gente no entiende nuestra amistad, pero cuando mamá nos dejo Lilly habló con Charlie, mi papá, y ella se ofreció a ayudarle, cuidando de mi.

 

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Capítulo 22: Capitulo 19. Mi amor y mi familia.

Disclamer: Los personajes no son míos son de SM yo solo juego con ellos para contarles las locuras que salen de mi cabeza.

beta Eve Runeer de Betas FFADD


Capítulo 19

Mi amor y mi familia

"El amor es el primer paso hacia la constitución de la familia".

Anónimo

Mi mente se envolvió en una bruma, escuchaba la risa de James, la de Victoria, escuchaba sus voces. Victoria diciéndome que nadie me había querido, que todos me tenían lástima, que había robado su vida. Pero lo mas aterrador era James, que había venido por mi y por Ethan, no podía permitir que lastimara a Ethan.

No quería que se acercara pero él caminaba hacia mí, tenía las manos en alto y me decía algo que mi cerebro no acababa de registrar. Tenía que levantarme y correr por Ethan pero mis piernas no me hacían caso.

Volví a intentar levantarme pero mis piernas no me respondían, quise gritar pero las palabras no salían, por fin pude hacerlo y salió un ¿Quién?

Me incorporé como pude y camine hacia la cuna. Tomé a Ethan en mis brazos y volví a preguntar:

— ¿Quién está ahí? —buscaba algo con lo que defenderme pero no encontré nada.

¡Dios que alguien me ayude!

— ¿Quién es usted? —me dieron por respuesta.

La luz se encendió, cegándome un momento, yo ya tenía a Ethan en mis brazos, lo apreté más fuerte, él gimió un poco.

—Mami la uz —me decía restregándose sus ojitos.

Estaba junto a la cuna, tirada con mi hijo en brazos, mi cabeza estaba brumosa y moría de miedo. Seguía buscando algo con que defenderme pero no encontraba nada, volvía a hablar y esta vez sonó más claro.

— ¿Quién eres?

— ¡Ya! Eres una de las amigas de mi hermana ¿No? Soy Jasper Hale —me dijo mientras me recorría completa y esa mirada detonó algo en mi interior. Empecé a sentir que me faltaba el aire que no podía respirar, estaba mareada, la piel me hormigueaba.

— ¿Estás bien? Estás demasiado pálida ¡Maldición! ¿Qué te está pasando? ¡Oye! ¡Mírame! Soy médico.

Escuchaba que hablaba pero juro que no entendía lo que decía. Yo solo sabía que debía proteger a Ethan.

—Mira creo que tienes un ataque de ansiedad o de pánico, estás lastimando al bebé, voy a tomarlo.

Quería decirle que se alejara pero no encontraba mi voz. Él agarró a Ethan y me dijo:

—Lo estás apretando, voy a quitártelo —con cuidado me lo quitó de los brazos pero al no sentir a Ethan mi cabeza volvió a llenarse de bruma.

¡Él había regresado a quitarme a mi bebé! Mi cabeza daba vueltas y me sentía sin fuerzas.

— ¡No! ¡No me lo quites! ¡Es mío! ¡No James! ¡Es mío déjame! ¡Edward! ¡Papá! —le grité. Mis miedos se hicieron realidad. Él volvió por mí y por mi hijo.

Seguía escuchando hablar sin entender, lo único que quería era salir de ahí.

—Rose ven rápido a casa, tu amiga se puso mal. No le hice nada, te lo juro pero está mal. Está teniendo un ataque de ansiedad o algo así. Soy médico Rose, yo tengo al niño.

Mi mente registró la palabra niño, ¡Ethan! pensé y poco a poco la realidad me empezó a llegar, todavía todo estaba brumoso en mi pero de lo primero que me di cuenta fue que la persona que estaba en frente de mi no era James, aun así era un desconocido, debí de hacer algún ruido por que el tipo volteó.

—Tranquila, mira soy Jasper Hale, hermano de Rosalie. Tranquila tengo a tu bebé porque tú lo estabas aplastando.

Lo miraba y quería decirle que ya estaba bien pero no podía, me dolía la cabeza, tenía frió y ganas de vomitar.

—Voy a tomar tu pulso ¿Está bien?

Tomó mi mano, estaba sin fuerza y quería vomitar.

—Necesito ir al baño.

— ¿Puedes pararte? Venga te ayudo. Tranquila intenta respirar como cuando estuviste de parto eso te va ayudar. Recuerdas, inhala, reten, exhala. No puedo con el niño y contigo, lo voy a dejar en la cama.

—Gracias.

El hermano de Rose estuvo conmigo deteniéndome mientras yo sacaba todo en el baño. Ethan estaba parado en la puerta y me veía.

Cuando terminé intenté pararme sola pero no puede, él volvió a ayudarme y mis lágrimas salieron.

—Tranquila en serio, mira soy médico, médico internista, no me asusto con un poco de vomito. Ya no tarda mi hermana, cuando llegue si quieres te pongo algún calmante o te receto algo pero necesito que estés calmada, no puedo lidiar contigo y con un bebé. En eso soy algo tonto o más bien lento, los bebés me asustan.

Ese comentario me hizo sonreír un poco.

—Ves, ya hicimos reír a tu mami —le dijo a Ethan, que estaba callado pero no dejaba de mirar al hermano de Rose, era como si estuviera consciente de que algo malo pasaba.

Él me dejó sobre la cama, mi cabeza se sentía como si fuera a explotar y mis brazos y mis piernas estaban helados, el estómago quería seguir escupiendo su contenido pero no me sentía ni con fuerzas para lograr hacerlo.

–Oye te dejé en la cama. Ven acuéstate junto a tu mamá, voy a traer agua, cuídala —le dijo el hermano de Rose a Ethan.

Regresó con una mochila en la mano.

—Tranquila, voy a sacar mis cosas, solo quiero revisarte —asentí.

— ¿Te duele la cabeza?

—Sí, mucho. El doctor me mandó unas pastillas, están en ese cajón —señalé uno de los cajones de mi cómoda.

— ¿Sabes qué es lo que te pasó? —volví a asentir—. ¿Te pasan seguidos estos ataques?

—No, bueno esta semana tuve uno más ligero y este, pero tuve noticias nada agradables. Hacía mucho que no me daban, me pasó lo mismo que a Rose.

Él me miró y asintió con la cabeza. Comenzó a ponerme la cosa esa con la que toman la presión. Ethan me tenía agarrada de la mano y me miraba.

—Tienes tu presión baja pero es normal después de un episodio como estos. Tómate una de las pastillas que te mandó el doctor y cómete un dulce para que tu presión suba.

—Gracias —estaba realmente apenada. Pobre chico llega a su casa y unas de las amigas de su hermana se vuelve loca.

—No te preocupes, tranquila, mira no pensé que hubiera nadie y entré a descansar un poco pero tranquila, en serio. No quise asustarte ni hacerte nada.

Ethan me miró y luego al chico y le dijo:

— ¿Omo te llamas?

—Hola amigo, me llamo Jasper —le dijo muy pausado.

La puerta se abrió de golpe y Rose entró gritando ¡Bella! Y pegándole a su hermano.

—Tranquila Rosy —le dijo su hermano, intentando esquivar los golpes.

Rose alternaba preguntas y golpes.

— ¿Estás bien? —Golpe—. ¿Qué paso? —golpe.

Su hermano le agarró las manos.

—Ya basta Rose, tu amiga tiene que estar tranquila y estás alterándola.

En ese momento noté que Emmett estaba parado en la puerta y estaba blanco, sin nada de color.

— ¡Emmett! ¿Estás bien? —le pregunte y él negó con la cabeza.

— ¿Qué pasó? Estás muy blanca y me asustaste —dijo antes de llegar y abrazarme. Fue un abrazo fuerte pero era tan calido que me hacía sentir querida.

—Gracias Emmett.

— ¿Qué pasó Osa? —preguntó Emmett acariciándome el pelo.

Iba a contestar pero me ganó a el hermano de Rose.

—Le dio un ataque de pánico o de ansiedad, algo así. Llamaba o más bien quería alejarse de un tal James si mal no recuerdo.

Al escuchar el nombre de James, Emmett y Rose me miraban como si no entendieran.

—Osa, él está muerto, ya no va a hacerte daño.

—Lo sé Emmett pero es que estaba obscuro, y me asusté. No es algo que yo quiera hacer, es una reacción de mi cuerpo —me solté a llorar y no podía parar.

De pronto escuché más voces.

Edward entró en la recamara, estaba pálido y tenía los ojos rojos.

Me abrazó y en seguida comenzó a revisarme, balbuceaba cosas que no acababa de entender.

— ¡Edward! —lo llamé pero él seguía abrazándome, revisándome y besándome—. ¡Edward! —lo llamé más fuerte.

—Te juro que no vuelvo a dejarte sola, siento que me moriría si algo te pasa —decía sin dejar de abrazarme.

— ¡Edward tranquilízate! —me estás poniendo muy nerviosa.

—No puedo, eres tan importante para mí y yo estaba cenando y… ¡Tú estabas sola! En serio, siento que te fallé, me siento… —dejó la frase inconclusa.

—Creo que el que va a recibir la inyección con el sedante es el chico y no la chica —dijo el hermano de Rose.

Edward lo miró con mala cara.

—A todo esto ¿Tú quién eres?

—Es mi hermano, Edward. Él es el otro dueño de la casa —le dijo Rose enojada.

—Siento preguntar esto pero… ¿Quién es la chica y dónde voy a dormir?

— ¡Cielos no había pensando en nada de eso! —dijo Rose—. Las tres recamaras están ocupadas. Creo que tendrás que dormir en la sala por lo pronto.

Ethan estaba quedándose dormido junto a mí, ajeno a todo y mi mente se puso a trabajar. Necesitaba hablar con Edward sobre la casa de sus abuelos, si llegábamos a un buen acuerdo podría rentársela y por los muebles no me preocuparía, de principio con una cama para mi y otra para Alice creo que sería más que suficiente. Ya después podría ir adecuando la casa. Si, hablaría con Edward en serio sobre esto. Ya me imaginaba a Ethan corriendo por toda la casa, tendría que enseñarlo a subir y bajar escaleras pero estaba bien. Y si Edward no quería rentarme la casa buscaría otra aunque fuera más pequeña pero casi estaba segura que Edward no se negaría a rentarme su casa.

— ¿Seguro que es doctor? ¿No sería mejor llamar a uno de verdad? —eso y alguien moviéndome fue lo que me regresó a la realidad.

Alice me movía fuerte.

— ¡Alice me lastimas!

—Te fuiste Bella, era como si estuvieras en otro mundo —me dijo angustiada.

—No —le dije enfatizando el no y arrugando la cara—. Solo estaba pensando.

—Bella —me dijo Edward tomando mi cara entre sus manos—. Júrame que estás bien, si te sientes mal, si algo te duele te llevo al doctor ahora mismo.

—Tranquilo estoy bien, solo estaba pensando.

— ¿Estás segura? No quiero que te pongas mal y no te preocupes puedes tomarte todos los días de descanso que necesites.

—Tranquilo Edward, tranquilo, estoy bien. He tenido ataques peores y más largos.

En ese momento supe que debí callarme eso, Edward me miraba con miedo, ¡Santo cielo! Lo más seguro es que me dejara, él me veía... y no pude continuar, Edward me abrazó aún mas fuerte que la vez anterior.

—Amor yo no sé cómo eres tan valiente, ¡Santo Dios! Todo lo que te ha tocado pasar. Como quisiera abrazarte y no dejarte ir nunca, que solo estés aquí entre mis brazos.

Edward cada vez me demostraba que me amaba, me quería demasiado.

—Tranquilo Edward, en serio ya estoy mejor, en serio.

—Mañana tienes cita con Marcus —dijo Rose—. Yo me quedo con Ethan y el inútil de Edward que te lleve.

—Sí, yo te llevo ¿A qué hora es la cita?

—Es a las nueve de la mañana pero tranquilo solo dura una hora.

— ¿Bueno entonces que te parece si me llevo a Ethan y lo entretengo una hora? Y así después podemos hacer algo.

—Yo me voy a dormir —dijo Alice parada en la puerta, no pude dejar de notar que le dio una mirada muy provocadora al hermano de Rose y este se la correspondió.

—Yo voy a llamar a Carlisle y que venga por mí ¿Pero segura que ya estás mejor?

—Si ya estoy mejor, gracias. Perdón por asustarlos —dije intentando sonreír.

—Tranquila Bella para eso estamos, para ayudarte, para apoyarte —me dijo Esme tomando mi mano y apretándola.

—Gracias Esme.

Después de unos minutos llegó Carlisle, se retiraron y en menos de media hora estábamos Edward, Ethan y yo en la cama. Yo abrazaba a Ethan y Edward me abrazaba a mí. Me sentí segura, suspiré y Edward me besó en la cabeza.

—Tranquila amor, nadie va a hacerte daño nunca más.

— ¿Sabes? Lo sé, contigo me siento segura, me siento completa.

Busqué su cara y le di un beso ligero en los labios que él me devolvió un poco más intenso, quería besarlo más, quería sentirme parte de él pero no podíamos Ethan estaba ahí. Eso me recordó algo.

—Edward necesito que me rentes tu casa, es más me urge, ahora que el hermano de Rose regreso ya no hay lugar.

—Puedes venir a mi departamento. Hay mucho lugar.

—Pero no hay paredes y si queremos estar juntos… —dejé el comentario en el aire.

—Ni hablar, la casa es tuya no necesitas pagarme renta.

—No, eso si que no, si no me cobras buscaré otro lugar.

—Existe una manera en la que no tendría que cobrarte y podrías vivir ahí conmigo.

— ¿Cuál?

—Cásate conmigo.

—Pensé que ya teníamos hablado el tema. Edward, seis meses, en eso quedamos.

—Pero de todos modos me quedo contigo diario.

—Estoy pensando en castigarte si no te callas y me dejas dormir.

— ¡Oye! —me dijo y comenzó a hacerme un masaje, el cual, hizo que pronto me perdiera en mis sueños.

La mañana llegó con el sonido de mi despertador, abrí los ojos y Ethan estaba en medio de Edward y yo ¿En qué momento habíamos cambiado de posición?

Edward sostenía entre sus manos una mano de Ethan. Se veían tan lindos y podría decirse que hasta se parecían, suspiré, miré el reloj, eran las seis de la mañana, decidí irme a correr un rato, hace tiempo que no lo hacía, por mucho tiempo me ayudó a relajarme. Me levanté, me puso un pants y una sudadera y salí sin despertar a Edward ni a Ethan.

Al salir vi a Rose en la cocina, creo que era su lugar favorito últimamente, estaba haciéndose un sándwich de mantequilla de maní con mermelada de frambuesa. Cuando me vio me dijo:

— ¿Quieres uno?

—Por favor, voy a salir a correr un rato, necesito despejarme. Llevo el ipod y solo voy a dar unas vueltas —le dije al ver la cara que ponía.

—Te quiero, cuídate.

Salí de la casa y comencé a trotar, la música y el trote empezaron a relajarme. Mi vida había sido una montaña de emociones desde pequeña, el abandono de mi madre, el abandono emocional de mi padre, la muerte de Lilly, la aparición de James en la vida de Victoria y mía, y todo lo demás, la reconciliación con mi papá, el encontrar a Edward y amarlo. ¿Por qué era tan difícil decírselo de frente? Lo amaba, confiaba en él, él me amaba a mí y a mi hijo. Mi hijo, aún recuerdo la etapa de negación cuando me preguntaba ¿Por qué diablos había quedado embarazada? ¿Si podría amarlo? Al principio me había alegrado el saber que tendría un bebé pero después eso me enojó, me preguntaba a diario ¿Si podría amarlo como se merecía o lo abandonaría como mi madre? Estuve tentada a darlo en adopción, un par de veces me planteé esa solución pero mi dudas desaparecieron cuando nació, fue la cosa más maravillosa que había visto, me enamoré en cuanto lo vi. Amaba a mi hijo, no importaba nada más.

Mi cabeza era un cofre lleno de pensamientos, unos más contradictorios que los otros. Todo en una gran pregunta, con miles de respuestas. En momentos pensaba que si debía irme a vivir con Edward, al siguiente momento que debía irme a vivir sola con Ethan pero minutos después pensaba que era mejor vivir junto con Edward. Con mi cabeza llena de dudas e ideas estuve trotando un buen rato hasta que me cansé, paré, alcé la vista y no reconocí donde estaba, miré el reloj de mi ipod y eran más de las siete de la mañana ¿Cuánto tiempo había trotado? ¿Y dónde fregados estaba? Me salí de casa sin teléfono y sin dinero, y necesitaba llegar rápido a casa para ir a la cita. Miré a mí alrededor y vi a un hombre de espaldas hablando por teléfono, le pediría una llamada para que Edward o Rose vinieran por mí, tomé aire, controlé mi vergüenza y hablé:

—Disculpe señor ¿Podría prestarme su celular por favor? Solo será una llamada para que vengan por mí, veré no reconozco el lugar… —le pedí al señor que se dio la vuelta.

— ¿Isabella?

—Señor Vulturi, buenos días ¿Podría prestarme su teléfono? Salí a caminar y perdí la noción del tiempo, y necesito regresar.

—Aro querida, solo Aro. No te preocupes yo puedo llevarte, solo vine por donas para mi hija Vanessa, es su cumpleaños y tú sabes uno hace todo por los hijos.

Odiaba como me veía Aro, me molestaba un poco y me intrigaba.

—No se preocupe, solo me podría prestar el teléfono y Rose o Edward pueden venir por mi.

—Querida háblame de tu y no es molestia, es un placer poder ayudarte —dijo tomando mi ante brazo y llevándome hacia un auto donde un chofer lo esperaba.

Le di la dirección y en menos de quince minutos habíamos llegado. Todo el viaje fue tenso, él intento entablar conversación pero mis monosílabos no ayudaron mucho.

—Mil gracias por todo, no sé como pagárselo —dije apresurada.

—No tienes que agradecer nada, al fin y al cabo somos colegas y compañeros de trabajo —dijo besando mi mano, lo que me hizo sentir incomoda.

—Gracias —repetí e intenté salir rápido del auto pero mis pies se enredaron en la puerta e iba a caer de bruces. El chofer prácticamente me detuvo de la sudadera y quede colgando.

—Gracias Demetri, suéltala yo la detengo —escuché a Edward que al estaba muy enojado.

— ¡Edward! El señor solo me detuvo si no hubiera sido por él me hubiera caído.

—No importa, que te suelte, yo puedo sostenerte ¿Dónde estabas? ¿Y por qué regresas con Aro?

Lo miré indignada ¿En serio me estaba interrogando de esa manera? Creo que no amaneció de buen humor.

—Tranquilo Edward. Encontré a tu novia perdida a unas cuadras y amablemente la traje ¿No pensarás que un viejo como yo pudiera estar interesado en esta linda chica? ¿O sí?

—Pues espero que no, Ren no se lo merece y Nessa tampoco.

—Nessa —dijo Aro y sonrío—. Hoy es su cumpleaños, los invitaría pero no quiso fiesta. Mi Vanessa es divina. Un gusto traerla a su casa Isabella. Señorita Rosalie, Edward, un placer verlos.

Después cerró la puerta y el auto se puso en marcha.

— ¿Dónde demonios estabas? Me desperté y no te encontré, dejaste el maldito teléfono. Casi me volví loco.

—Tranquilo, salí a caminar y camine de más —intenté calmarlo agarrándole la mano.

—Pero me preocupé, me dio miedo ¿Qué tal si te pasa algo? Júrame que no volverás a salir sin teléfono, soy demasiado joven para morir de un infarto.

—Casi se volvió loco. No, Edward se volvió loco. Jasper quería ponerle un sedante —me sentenció Rose—. Por el bien de todos no salgas sin teléfono. Métete a bañar se te hace tarde para tu cita.

Alice y el hermano de Rose estaban con Ethan pero más bien estaban mandándose mensajes sexuales con mi hijo en medio.

—Edward quítales a Ethan, creo que van a follar con el medio.

—Voy corriendo, ya le di de desayunar y solo te esperamos para irnos.

Me bañé y me cambié con un pantalón de mezclilla y una playera básica en color menta. Me miré y me veía bien pero no me sentía tan bien.

La puerta se abrió era Alice.

—Amiga, llegó el amor a mi vida. Estoy locamente enamorada de Jass. Y puedo jurarlo por mis antepasados que él está enamorado de mi, sus ojos me lo dicen todo.

—Tranquila Ali, ve con calma no puedes aventarte de cabeza.

—No, estoy cansada de esperar, lo que siento aquí —dijo señalando su corazón—. Es grande y voy a luchar por este amor.

—Solo te digo que tranquila, que no te avientes de cabeza sin paracaídas. Ya me voy —dije viendo el reloj—. Se me hace tarde —pero luego recordé algo—. Alice voy a rentarle una casa a Edward, ya no cabemos aquí ¿Quieres venir conmigo?

— ¿Qué? ¿Dejar este lugar? —asentí.

—Ya lo había pensado por el bebé de Rose pero ahora con la llegada de su hermano solo se aceleraron mis planes. Si Edward no me renta su casa buscaré otro lugar.

—Tienes razón, no me lo había pensado, creo que ya sentía esta casa como mía.

—Si yo igual pero cuando Rose me dijo que estaba embarazada comencé a hacer cuentas y ya somos más personas que habitaciones.

—No lo sé, yo creo que no ¿O sí? Voy a pensarlo y te contesto por la tarde pero prácticamente es si… aunque no me molestaría compartir cama con Jass.

— ¿Jass? ¿Ya es Jass? En realidad te pegó duro y a la cabeza ¿Verdad?

Alice solo asintió y se sonrojó.

—Bueno espero tú respuesta, cuídate y tranquila con Jass.

Salí y Edward ya tenía la pañalera y a Ethan listo. No sabia si reír, llorar o salir corriendo, era tan normal para él, era tan fácil.

—Tranquila. Él está loco por los dos y solo busca hacerte la vida más fácil. ¿Sabes cuantas mujeres buscan a un hombre así? No tengas miedo —me dijo Rose—. Yo tengo suerte si Emmett recuerda ayudarme con la bolsa o me abre la puerta del auto. Tienes suerte.

—No lo sé, me da miedo es tan perfecto y yo tan llena de conflictos. Dime que estar con él es lo correcto.

—Tonta nadie puede decirte eso, tú eres la única que puede saberlo. Pero tengo que decirte algo, no te menosprecies, eres una persona llena de cosas buenas, eres fuerte, amable y estás llena de amor, mucha gente quisiera tener la mitad de las cosas que tú tienes. Así que déjate de dudas desayuna y lárgate a la terapia.

—Gracias Rose, me animas siempre. Deberías dedicarte a animar a la gente —bromeé con ella.

—Para eso vivo Bella, para animarte y follar con Emmett —nos miramos y soltamos la carcajada.

—Bella —dijo Edward con una sonrisa—. Te hice un sándwich de queso con jitomate y un poco de vinagreta.

—Gracias Edward pero no tienes que molestarte, con un poco de cereal es más que suficiente.

—Primero no es molestia, segundo lo hago porque me encanta cuidar de ti.

—Son tan lindos —dijo Rose—. Pero ya pónganse en camino que se les hace tarde.

Me llevé el sándwich en un recipiente de plástico para írmelo comiendo mientras Edward controlaba todo lo demás. Le di la dirección y llegamos a mi cita.

Edward me beso y me dijo que en una hora regresaría por mí, que iría con Ethan a un parque.

Suspiré ¿En serio era merecedora de un hombre así?

Entré a mi cita con Marcus.

Trabajamos mucho y me dejó mucha tarea, no era exactamente tarea pero así le llamábamos, eran ejercicios que tenía que hacer. Marcus me dijo que tenía que aclarar realmente qué me detenía entregarme en la relación con Edward, también me dejó pensando varias cosas más como el por qué sentía que no merecía ser querida por la gente.

Salí del consultorio y llegué a la calle. Ver a Edward y Ethan esperándome con una gran sonrisa, me hizo sentir que estaba en el camino correcto, tal vez solo era cuestión de tiempo para poder sentirme lo suficientemente segura y entregarme sin reservas.

Edward me besó y me abrió la puerta mientras metía a Ethan a su silla. Esperé afuera mientras terminaba de abrochar los cinturones.

—Edward.

—Dime.

— ¿Me puedes besar antes de irnos?

—Antes, durante el camino y cuando lleguemos a nuestro destino.

—Por eso estoy enamorada de ti, porque eres justo lo que necesito. Te amo —dije tomándolo del cuello y besándolo como si mi vida se fuera en ello.

— ¿Bella acabas de decirme que me amas?

—Sí, te amo. Creo que siempre te he querido de alguna manera pero me daba miedo enfrentarme al hecho de que puedo ser querida. Marcus cree que es porque me abandonó mi madre y cosas así, debo de aceptar que la gente es capaz de amarme.

— ¿Me dices que me amas porque te lo mandó tu doctor?

—No, te digo que te amo porque cuando salí y te vi con Ethan supe que nunca podría amar a nadie más, que solo tú eres el dueño de mi corazón, mi mente, mi alma… Bueno tú y Ethan.

—Pues yo te amo más, amo a tu hijo y amo a los cinco hijos que vamos a tener.

—Amor —dije llena de orgullo—. Podemos dejarlo en tres, cinco son demasiados.

—Está bien pero quiero una nena con tus ojos y tu color de cabello. Casi puedo escucharlos riendo.

—Anda, vamos a ver una casa que quiero rentar —dije sacándolo de su ensoñación.

Esperó a que subiera y cerró la puerta.

Llegamos a la casa de sus abuelos y dejé a Ethan jugando, lo llevé hacia la cocina.

—Edward es en serio quiero rentar la casa. Sé que una casa de estas dimensiones sería inaccesible para mí pero tal vez podemos llegar a un acuerdo, no sé… irle haciendo las mejoras que necesite o dejarte los muebles que compre, o las dos cosas. No quiero que me dejes vivir gratis —dije cuando vi que iba a abrir la boca—. Si no puedes entenderlo, está bien, buscaré un departamento mediano, me encantaría este lugar pero tampoco quiero abusar, sé que de por si ya te estoy pidiendo una rebaja en la renta pero solo si me lo rentas juro que te amaré más y la cuidaré mucho.

— ¿Bella por qué me haces la vida tan complicada? ¿Por qué no puedes aceptar vivir aquí y ya? —me dijo pasando sus manos por su cabello—. Está bien, lleguemos a un acuerdo… sé que no quieres que viva por el momento aquí pero… ok. Pongamos cien dólares al mes.

—Edward no seas ridículo, sé que esta casa puedes rentarla en más de cinco mil dólares o algo así… estuve viendo en Internet y un departamento de tres recamaras pedían más de mil ochocientos dólares, por favor. Esa cantidad está bien y te puedes quedar con los muebles que compre.

— ¡Bella! ¡Arg! —Dijo pasándose las manos por el pelo desesperado—. No puedo cobrarte eso, sé cuanto ganas, no me gustaría apretar tus gastos. Quinientos dólares y que me dejes quedarme contigo las veces que pueda. Es mi última oferta.

—Edward no puedes cobrarme quinientos dólares… —me interrumpió.

— ¡Oh! Si puedo, la casa es mía y ese dinero lo pondré en una cuenta que servirá para pagar la boda. ¡He dicho!

—No, por favor no, no me hagas esto.

—Bella hace un momento me dijiste que me amabas y ahora no quieres cooperar para la boda —dijo risueño.

—Edward sabes que no me gusta esto pero me encanta tu casa, por favor… bueno quinientos Alice y quinientos yo, y puedes hacer lo que quieras con el dinero siempre y cuando no me digas.

— ¿Alice? ¿Estás diciéndome que Alice va a venir a vivir con nosotros? —me dijo arrugando su hermosa cara.

—No te estoy diciendo que Alice va a vivir con nosotros —dije señalando a Ethan y a mi—. Y ni siquiera es seguro, ella lo va a pensar al parecer se enamoró del hermano de Rose.

— ¿Por qué no quieres que viva contigo si prácticamente lo hago?

—Seguiremos así… practicando hasta que se cumpla el plazo. En serio Edward, puedes quedarte a dormir, dejar tu ropa pero no viviremos juntos oficialmente, no todavía.

—Bella estás loca ¿Lo sabías? —me dijo carcajeándose.

—Lo sé y sabes que no me importa, porque así de loca me quieres. ¿Entonces tenemos un trato con la casa?

—Lo tenemos Bella, ahora… ¿Dónde se metió Ethan?

—Cierto Ethan.

Lo encontramos en la cocina sacando todo lo que encontró en las alacenas, que al contrario de lo que creí estaban llenas de cacerolas y trastes.

— ¿Ethan por qué sacaste todo ahora hay que guardarlo? —le dije mirándolo seriamente.

—Saqué tolo poque ta todo sucio hay que mañalo.

—Al que voy a bañar es a ti —y comencé a hacerle cosquillas.

—No kikillas no, Edar yulame.

Y sin pensarlo Edward comenzó a hacerme cosquillas a mí y Ethan se unió.

—Eso es trampa —dije entre risas.

—No es el equipo de niños contra el de las niñas, si te apuras a tener una niña o dos tal vez nos ganen.

Después de decir eso me besó.

Luego de recoger y seguir jugando, decidí que era hora de poner manos a la obra si quería salir de la casa de Rose.

— ¿Edward podemos ir a ver camas? —le dije sin poder evitarme ponerme roja.

—Esa idea me gusta, supongo que puedo opinar porque pienso usarla todas las noches mucho más, ahora que Ethan tendrá su cuarto —me dijo al final muy despacio, su aliento en mi oído me hizo estremecer y querer arrancarle la ropa.

—Mami, mamos a casa, quielo lomil.

—Amor vamos a ver unas camas, para comprar una nueva. Esta va a ser nuestra nueva casa ¿Qué te parece la idea?

Ethan miro la casa, me miró y solo alzó los hombros.

— ¿No te gusta? —preguntó Edward.

—Me gusta mi cama.

—Vamos a traer tu cama para acá ¿Quieres ver tu cuarto? Vas a poder tener tus juguetes solo para ti y podemos comprar un carro rojo —contestó Edward emocionado.

—Un choche lojo. Si me gusta.

—Edward no lo consientas demasiado.

Edward alzó los hombros y como si nada me dijo:

—Es mi hijo y lo consiento muy pocas veces.

Los ojos se me llenaron de lágrimas, Edward acababa de decirme que Ethan era su hijo.

—Es en serio, lo quiero mucho Bella, lo quiero como si fuera mío, es mío, de mi corazón.

Mi corazón latía a mil por hora, ¿Qué más quería? Edward era el mejor hombre que podría encontrar y yo estaba loquita por él, lo amaba más de lo que siquiera aceptaría.

—Edward te amo en serio —le dije entre besos y aplausos de Ethan.

Salimos de la casa y nos dirigimos a una tienda de muebles. Conseguimos una cama tamaño enorme o al menos eso me pareció a mí, yo quería una de dos personas pero Edward me convenció con la siguiente imagen mental.

—Cierra los ojos Bella. Ahora imagina que estás dormida un domingo en la mañana y de pronto aparecen en tu cama cuatro, no mejor cinco hermosos niños diciéndote: "Mamita mamita querer estar con ustedes". Vamos a caber mejor en esta ¿No?

—Señorita nos llevamos esta — dije con una sonrisa idiota.

Escogimos un desayunador para la cocina, sencillo de madera y unos bancos que se verían bien en la cocina que y fue todo lo que permití que compráramos. Edward quería llevarse media tienda.

Llegamos a casa de Rose y yo todavía tenía la imagen mental de la cama con los niños cuando escuché que Edward hablaba.

—Bueno es oficial, Bella se muda.

¿Qué? ¿Cómo? ¿Dónde? Y demás lluvias de preguntas.

Rose se paró en una silla y grito un fuerte "AAA" y todos callamos.

—Explícate Isabella Marie Swan ¿Cómo que te mudas? —decía mientras se bajaba de la silla.

Miré a Edward y luego comencé a hablar.

—Me di cuenta que ya no cabemos en la casa y Edward va a rentarme la casa de sus abuelos.

—Me imagino el tipo de renta que va a cobrarte —me dijo Alice muy pícara y luego añadió—. Yo me voy con Bella, ya sabía desde esta mañana, espero que puedas entender Rose ahora tu fami… no, nuestra familia crece, es hora de encontrar nuevas manera de adaptarnos, pero seguiremos siendo familia que es lo más importante.

Rose nos miró y se soltó a llorar, luego se abrazó a Emmett y siguió llorando.

—Rose es necesario, tu hermano y tu bebe van a necesitar un lugar donde estar, debes entender.

—Lo entiendo pero me duele, en serio lo entiendo, solo que mis malditas hormonas, ¡Cielos! Sabía que algún día pasaría pero tal vez cuando ya estuviéramos viejitas no tan pronto.

—Rose gracias, en serio eres una gran amiga —dijo y la abrazó, yo me uní al abrazo.

De pronto lo que pudo ser un mal día se volvió un día lleno especial.

Terminamos el día con comida china y una película que tuvimos que dejar a la mitad porque Alice y Jasper estaban a punto de tener sexo con nosotros presentes. A estos dos el amor les pegó duro y a la cabeza ¿O duro y en la…? Mejor dejaba las comparaciones para después. Al otro día quedamos de ir todos a que conocieran la casa de los abuelos pero antes iríamos a desayunar.

El domingo comenzó como una locura. Ethan solo quería estar con Edward, Rose estaba demasiado sensible, Alice y Jasper pegados y Emmett estaba demasiado, pensativo.

Para cuando llegamos a la casa la locura se desató aun más. Emmett había llamado a Esme y a Carlisle que ya nos esperaban ahí. Entre Esme, Alice y Rose hicieron planes para la casa, colores para cada habitación, colores para la sala, tipos de muebles.

Y yo lo único que quería era abrazar a Edward e irme a la cama con él.

Casi era hora de comer cuando Esme propuso ir a su casa y comer todos juntos. Caminé hacia Ethan y le pedí la mano para ir al auto.

—Vamos Ethan, ven con mami.

–No yo con Papá y tomó a Edward de la mano.

En ese momento el mundo se detuvo, todos nos quedamos callados.

— ¿Cómo me llamaste? —preguntó Edward cargándolo y poniéndolo de frente.

—Papá, tu ere mi papá —dijo muy seguro Ethan, ¿Quién le había dicho eso o de dónde había sacado la idea?

De pronto todos estábamos llorando como tontos.

—Ves amor hasta él lo sabe, estamos destinados a ser una familia —dijo Edward besándome.

La alegría duró el resto del la tarde.

Esme le preguntó a Ethan.

—Amor ¿Por qué Edward es tu papá?

—Po que yo quielo y él me quiele, como Calis y Memet.

Esme lo abrazó y le dio un beso.

—Entonces yo voy a ser tu abuelita —le dijo.

—Tú no buelita, tu Mesme.

Al final Esme convenció a Ethan que podía ser su Buelita Mesme. Y él que si no pudo ser su buelito fue Carlisle, Ethan solo reconocía a Charlie como su buelito.

Ethan moría de sueño y yo también así que nos retiramos, pasamos un momento a casa de Edward por ropa y regresamos a la casa de Rose.

Todo el camino Edward y Ethan cantaron, y se decían felices papi e hijo. Yo seguía intrigada ¿De dónde sacó la idea de llamarle papá? Jamás le había dicho nada de llamarle papá a nadie.

Después de un rato ya en la cama, con mis compañeros de cuarto dormidos me puse a pensar. Edward estaba metido en su papel de papá, se había encargado de tener a Ethan dormido, bañado y empijamado, bueno no en ese orden pero lo había hecho solo, mientras yo había picado fruta y hecho las maletas para la semana. Me di cuenta que no había lavado ropa.

Las cosas se acomodaban con una facilidad que me asustaba pero me gustaba el rumbo que esto tomaba, Edward sería un gran padre para Ethan y por qué negarlo, un gran compañero.

La semana estaría algo complicada con mudanza y la primera audiencia del juicio de Kennedy, ya me las arreglaría.

Esta semana había traído a mi vida un poco de todo, había pasado por todos los estados de ánimo, quien habría pensado que estaría comprometida, a punto de mudarme y enamorada hasta la médula, a veces quería tener una vida más tranquila, pero creo que mi vida tranquila jamás sería como tal.

Pero no cambiaría nada, ahora sabía que quería, quería a Edward en mi vida siempre.

Quería una familia en mi cama un domingo por la mañana.


¿Qué les pareció? Siempre no fue James, era solo otro rubio de ojos azules. Quien quiere un Edward así? yo quiero uno. O dos si se puede.

Se que merezco la horca y que me manden a Volterra, pero mi compu se descompuso y mi hermano me presta la suya a ratos, no abandonare la historia solo tenganme un poco mas de paciencia. Mil gracias por sus comentarios, Favoritos y Votos.

Capítulo 21: Capitulo 18. Inesperado Capítulo 23: Capitulo 20. Mister Celosito y más sorpresas

 


 


 
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