Sufrir, Vivir, Amar (+18)

Autor: Maricoles
Género: Romance
Fecha Creación: 07/05/2012
Fecha Actualización: 08/10/2013
Finalizado: SI
Votos: 20
Comentarios: 76
Visitas: 112309
Capítulos: 33

La vida de Bella ha sido muy dura, su madre la abandono siendo muy pequeña, su padre la ignoro, su mejor amiga la traiciono y la entrego a su novio para que abusara de ella.. como enfrenta Bella la vida después de esto.
¿Será que Bella si permitirá que el amor de Edward tenga cabida en su corazón?

+18

SUFRIR, VIVIR Y AMAR

INTRODUCCIÓN

Soy Isabella Swan una chica común y corriente, Victoria es mi mejor amiga, prácticamente mi hermana. Mi madre nos dejó a mi papá y a mi hace muchos años, por el papá de Victoria, Phil. Desde que mamá se fue la mamá de Victoria pasó a ser una segunda madre para mí. Es muy irónica la vida, la mujer que ha cuidado de mi es la mujer a la que mi madre le quito el marido. Su nombre es Lilly, ella es una mujer hermosa y muy buena.

Victoria y yo somos como hermanas, solo que Victoria es alta, pelirroja y bastante atractiva, sus son ojos azules como los de su padre; yo soy todo lo contrario, soy bajita, mi cabello y ojos son de color chocolate, herencia de mi papá. Mucha gente no entiende nuestra amistad, pero cuando mamá nos dejo Lilly habló con Charlie, mi papá, y ella se ofreció a ayudarle, cuidando de mi.

 

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Capítulo 25: Capítulo 2s: I Knew I love you.

Disclaimer: Los personajes no son míos, son de Stephenie Meyer, yo los uso para contarles mi historia.

 

Empezamos el año. Gracias a todas las que siguen esta historia.

Gracias por la ayuda prestada a: VanesErk, a Aryam Shield y gracias a Eve Runner, por betearlo, Beta de FFAD.

 

Capítulo 23: I Knew I love you.

“Sé que sonará un poco loco, pero creo que sabía que te amaba antes de conocerte”, Savage Garden.

 

Las dos siguientes semanas quisiera borrarlas de mi memoria; entre buscar vestidos, el trabajo, Ethan, Edward y Yulia, quería volverme loca. ¿Desde cuándo ir a un baile era tan estresante?

Sabía que no debía tener celos de Yulia, pero era tan malditamente perfecta que no podía evitarlo. Ella ayudaba muchísimo con el caso, con Ethan y con Jake, pero yo no me sentía segura frente a ella. Por otro lado, también estaban las quejas de Rose, porque ningún vestido se le veía bien con la pancita de embarazada; y que Alice me llevaba entre dos y tres vestidos diarios, y que ninguno me gustaba.

Comenzamos con azules pero ninguno me gustó, seguimos con rojos y el que me gustó era demasiado caro; no iba a gastar más de cinco mil dólares en un vestido.

Los verdes me hacían sentir planta de ornato, por lo quedaron descartados; los morados ninguno me gustó; amarillos… definitivamente no, me hacían verme más pálida, estaba entre dos negros largos esponjosos y no eran precisamente lo que quería.

La demanda de Heidi iba bien, pero estaba teniendo problemas con una demanda civil.

Quedaban pocos días para el baile y yo no tenía vestido. Alice tenía un hermoso vestido color azul petróleo, Rose tenía un vestido precioso nude que la hacía lucir aun más sexy, y yo el sábado por la noche todavía estaba probándome vestidos y ninguno me gustaba.

Escuché el timbre y gruñí, lo que hizo que Alice y Rose rieran.

—Tranquila, Bella, encontraremos el vestido ideal, ya verás —dijo Alice, ayudándome a quitarme uno tan ceñido que me dificultaba respirar.

Estaba de pie encima de un cajón, volteado a modo de banco, mientras Alice jalaba con cuidado el vestido que ya iba por mis senos.

—Permiso —anunció Edward entrando.

Estaba semidesnuda, solo tenía una pequeña braga, así que grité: — ¡Sáquenlo de aquí!

—No te pongas santurrona, Bella, se conocen hasta las amígdalas —expuso Rose—. Mejor ayúdanos a sacarle el maldito vestido.

Sentí las manos de Edward en mi cintura y temblé imaginándolas subiendo por mi torso.

Escuché tres risas femeninas, tres, no dos. Edward estaba sacándome el vestido cuando pregunté llena de pánico: — ¿Quién más entró?

—Tranquila, es Yulia —me informó Edward, terminando de quitarme el vestido.

Grité y corrí a taparme con la colcha de la cama.

—Bella, perdón, pero no te preocupes, cuando fui modelo teníamos que estar enfrente de mucha gente desnudas o casi, así que tranquila.

¡Dios, qué vergüenza! Yo no tenía mal cuerpo y tampoco muchas estrías, pero bueno, ella era una modelo.

Edward se acercó a mí y me besó en la cabeza, que era la única parte de mi cuerpo visible, me había enredado por completo con la colcha.

—Es algo penosa.

—No soy penosa, solo que… Ok, sí, lo soy.

—Pero no conmigo —me dijo besándome, casi olvido que en la habitación estaban más personas. La risa de las tres mujeres me lo recordó.

—Sí, muy tímida, ya lo noté —se burló Rose, destornillándose de risa.

— ¿Me voy o mejor las saco? —preguntó Edward bromeando.

—Salte —le contestó Alice—. Es cuestión de vida o muerte encontrar el vestido perfecto.

Alice sacó de la recámara a Edward y nos quedamos las cuatro calladas. De pronto noté que Yulia sonreía nerviosa.

—Bella, te traje algo, es un vestido que me regaló un diseñador, no es de esta temporada pero es muy bonito; me gustaría dártelo, si te gusta.

Comenzó a abrir la caja, mi curiosidad pudo más que mí supuesta dignidad. Sacó un hermoso vestido en color humo, la falda eran varios lienzos de tul, de seda y plumetti, sin forro y en la parte de arriba llevaba un drapeado en tonos salmón y nude, con un ligero bordado, cristales rematando la parte superior. Era la cosa más hermosa del mundo. En verdad, era un vestido perfecto.

Todo mi ser se debatía entre aceptarlo, elogiarlo, negarme o probármelo.

—Yo… es… ¡Dios! —balbuceé.

Alice me desenvolvió de la colcha con rapidez y comenzó a probarme el vestido. Al empezar a colocármelo noté que la falda era transparente, pero llevaba un pequeño short en color salmón que hacía que la falda se viera sexy y hermosa. Alice me acercó unos zapatos en color nude.

Me los puse y al verme al espejo era como si hubieran diseñado el vestido para mí, era realmente divino.

Me giré hacia Yulia: —No sé si puedo aceptarlo, es la cosa más divina que he visto.

—Acéptalo —dijo sonriendo—. El diseñador me lo regaló sabiendo que no lo usaría, la persona que iba a ser la dueña del vestido es… era más como tú. Era mi hermana; ella y Julian, el diseñador, estaban enamorados, pero ella se obsesionó con ser delgada. Lamentablemente murió antes de siquiera poder usarlo.

Era de su hermana, me estaba dando una cosa de su hermana, no podía aceptarlo, era algo demasiado valioso.

—No, si algo le pasara al vestido no me lo perdonaría. Ahora menos puedo aceptarlo —expresé haciendo una mueca. En verdad se veía hermoso.

Yulia se acercó a mí.

—Es mejor que lo uses tú a que se quede por siempre en un armario sin uso, por favor, acéptalo —habló y me tomó de las manos—. Tú te pareces a ella, tu mirada me la recuerda mucho.

Con eso me desarmó, ya no pude rebatirle nada. Por dentro saltaba como loca, pero no quise hacerlo enfrente de todas. ¡Naaa!

—Gracias, Yulia, es hermoso. En serio, es la cosa más divina que he visto.

Ya encontraría otra cosa que me molestara de la rubia pelos de elote, pero por lo pronto el vestido era espectacular.

Rose me ayudaba a desvestirme mientras Alice y Yulia hablaban sobre el diseñador. Alice quería conocerlo y a Yulia la idea le pareció genial.

Salieron para buscar algo.

— ¡Bella, qué envidia! Se te ve hermoso, si entrara con mi tripa te juro que te lo robaba.

—Es hermoso, ¿pero por qué hasta en esto tenía que tener la solución Yulia?

—Ya, Bella, la chica está buscando ser tu amiga y tú al parecer preferirías ser amiga de Jane que de ella.

—Jane nunca ha sido novia de Edward.

—Pero ella nunca ha intentado sabotear tu trabajo, tu carrera como Jane, además si pudiera Jane se comía a Edward, todito.

—Ok, intentaré seriamente llevarme mejor con Yulia. —Hice una mueca—. Ahora no podré comer nada para que me entre el vestido.

Estaba poniéndome ya la playera cuando…

—Bella, tú puedes comerte una vaca y no engordar ni un gramo, yo estoy más gorda ahora que tú cuando tuviste a Ethan. ¡Cielos! Si esta niña sigue creciendo… —Se quedó callada, me tomó la mano y la puso sobre su vientre—. Tócala, se está moviendo, es tan increíble sentirla moverse dentro de mí.

La puerta se abrió, era Edward otra vez, pero ahora con Ethan.

—Dile, Ethan —ordenó Edward.

—Mamá tenemos ame, ¿polemos pelil una pisa?

—Alejaré a mi hija de ese par, pueden estar seguros, ya la escucho convenciéndome para salir a bailar.

Memet tamien tiene ame —dijo Ethan, como si hubiera entendido.

—Ves, no solo nosotros, Emmett nos dio la idea.

— ¿Por qué me pides permiso? Como si alguna vez Emmett me pidiera permiso para darle algo de comer a Ethan.

—Tienes razón —aseguró Edward y salió del cuarto.

—Tienes ese hombre muerto de amor, creo que jamás me hubiera imaginado verlo como papá, se ve tan a gusto con Ethan, es como si fuera otro hombre. Bella, creo que después de tanto sufrir has encontrado el amor y tienes una gran familia.

—Sí, pero últimamente me he sentido inquieta, observada, con una rara sensación.

—Se llaman nervios por la boda.

— ¿Tú crees?

—Emmett y yo nos casamos hace dos días —me soltó Rose.

— ¿Qué?

—No digas nada, lo decidimos cuando se fueron a Forks; él quería una boda grande, ya sabes, con toda la parafernalia, pero yo no, quería algo íntimo. Tuvimos una pelea y cuando me sugirió que nos casáramos así sin más, arreglé todo y nos casamos.

— ¿En serio? ¿Por qué no nos dijiste nada? No, esto no puede quedarse así.

— ¿Lo creíste? No, yo quiero una boda en grande, con un vestido espectacular, corte sirena; y para poder verme como quiero necesito no tener esta barriga. Siempre soñé con casarme en grande, salón, banda, comida espectacular, mis amigas en hermosos vestidos de damas y un maravilloso hombre. Eso requiere tiempo, quiero una gran boda.

—Tonta —dije abriendo la puerta para salir—. En verdad creí eso.

— ¡Dejaste de pensar en lo demás! Ves, solo son los nervios por tu inminente boda. ¿Ya apartaron el lugar de la ceremonia?

—No. Ni siquiera lo hemos hablado, será una larga noche.

Cuando bajamos la casa estaba llena. Estaba toda la gente que conocía y quería, bueno, una no era tan querida.

— ¿Papá? ¿Cuándo llegaste? ¿Por qué no me avisaste que ibas a venir?

—Quería darte una sorpresa y conocer tu casa. Llegué a casa de Rose —añadió más bajo—, ayer.

Fruncí la boca y miré a Edward, él solo alzó los hombros. Emmett movió la cabeza diciendo no, pero yo estaba harta de tantas mentiras.

—Bueno, como estamos todos reunidos, quiero que brindemos por varias cosas.

Saqué unas botellas de vino que Edward había guardado unos días atrás y les di copas desechables para no lavar nada. Una vez todos tenían sus copas, Rose alzó la ceja y miró las copas.

—Si quieres copas de verdad te encargas de lavarlas.

—No, quiero saber dónde las compraste.

Me aclaré la garganta.

—Empiezo yo. Quiero brindar por encontrar al amor de mi vida, por tener un hijo maravilloso. —Hice una pausa y añadí—, pero sobre todo por encontrar a mi hermano. Gracias Esme, gracias Charlie por darme a Emmett.

Emmett soltó el vaso y me miró sin creer que había dicho eso.

Esme estaba impresionada, pero lo mejor era la cara de papá, su bigote estaba torcido y todos estaban callados.

Edward tenía los ojos cerrados y la cara arrugada. Jake estaba sorprendido, al igual que los demás de pronto Ethan gritó: — ¡Memett! —Y rio.

Esme se levantó de la silla y Carlisle la detuvo.

 —Hablen, es mejor ahora.

—Edward, Bella… —comenzó a decir Esme pero Edward la interrumpió.

—Vamos a la oficina.

—No, yo quiero saber el chisme completo —gruñó Rose.

Y por primera vez vi a Rose obedecer y quedarse callada.

—Esta vez no, Rosalie, es algo entre nosotros.

Ella se sentó y asintió.

Entramos al despacho, callados. Charlie me miró y se veía enojado. Enojada debería estar yo, no ellos.

— ¿Cuándo se enteraron? —inquirió Charlie.

—En Forks, Bella subió al ático y encontramos los anuarios, atamos cabos.

—Y leímos las cartas —sentencié. Edward se llevó las manos a la cara y movió la cabeza.

—No leímos nada —dije dudando.

—Ya no lo compongas, Bella —exclamó Emmett divertido—. Cuando estás nerviosa por algo personal no eres abogada, ¡¿cómo puedes parecer tan segura en los juzgados y eres un desastre en lo personal?!

Después de eso me abrazó fuerte.

—Hermana, siempre quise una hermana. Edward, no se dejaba poner nunca vestidos.

—Emmett, esto es serio —lo regañé.

—No, es fácil, somos hermanos y ya; lo demás no vale la pena.

—No, yo quiero aclarar todo —manifestó Esme.

Edward estaba quieto, observándolo todo, analizándolo todo. Yo estaba inquieta, quería saber la historia completa, pero también sabía que eso solo me confirmaría lo mala que fue mi madre.

Esme nos contó la historia. ¡Cielos! Mi madre había amenazado la vida de Emmett, ¿qué clase de mujer era? Cuando salimos no había nadie en la sala, solo Rose estaba en la cocina junto con Ethan, comiéndose entre los dos todo un litro de helado.

—Y ahora… ¿Quién de ustedes me contará todo el chisme a mí?

—Comemos mañana —propuse, pero la verdad, me sentía algo conmocionada, triste, desesperanzada. No podía entender cómo mi madre podía ser así.

— ¿¡Le diste helado a Ethan de noche!? ¿¡A qué hora se irá a dormir!? Rose, no le damos azúcar a estas horas, ya es tarde.

— ¿Y yo qué problema tengo? A mí no me deja dormir la mía. Él quería sino le daba se pondría a llorar.

Cuando nos quedamos solos Edward me dijo que Alice pasaría la noche en casa de Rose. Poco a poco nos fuimos despidiendo de todos, yo estaba algo inquieta. Ethan por fin se había dormido luego de tanta azúcar.

Después de la hazaña de dormir a Ethan estaba ya acostada en la cama con Edward.

— ¿Edward? ¿Por qué mi madre es tan mala? ¿Crees que yo…? —Me puse a pensar si yo sería tan mala como ella, recordando los celos que sentía de Yulia—. ¿Sea como ella?

Edward rodó en la cama hasta quedar junto a mí.

—Nunca, no conozco a una mujer más generosa o bondadosa, bueno, excepto a mi madre. No pienses eso, tú no serías capaz de destruir a nadie.

Me quedé abrazada a él.

—Ya tengo el vestido para la fiesta, ahora tengo que agradecérselo a Yulia. Si la invito a cenar o a comer… ¿estaría bien?

—Estaría perfecto, ella quería renunciar porque a ti no te cae bien. ¿Te contó lo de su hermana?

Asentí y nos sumimos en un silencio tranquilo, después de un rato suspiré. Mis labios se quedaron en el pecho de Edward, comencé a besarlo, pero él solo respondió con un ligero ronquidito; Edward se había dormido y yo me quedé gran parte de la noche entre sus brazos, pensando.

El resto de la semana estuvo mejor; después de invitar a cenar a Yulia, me di cuenta que ella estaba interesada en Jacob y no en Edward, además odiaba a Jane, pero lo mejor era saber que la había grabado hurgándose la nariz y lo más asqueroso era que después seguía como si nada.

El sábado un amigo maquillador de Yulia se encargaría de arreglarnos. Esme se iba a quedar con Ethan, porque Edward había invitado a Alice y a Jasper al baile.

Parecía adolescente arreglándome para mi baile de graduación. Charlie seguía en Nueva York y había hablado conmigo, la conversación fue bastante sanadora y quedamos en paz.

Habíamos corrido a los hombres de la casa para poder prepararnos tranquilas; todos estaban en el departamento de Edward.

—Listo —dijo el maquillista terminando con Alice.

Se veía tan hermosa con ese vestido azul petróleo, largo y sus enormes tacones. Su cabello corto estaba peinado de manera que solo a ella se le podía ver bien. Rose, era la siguiente, su vestido, del cual seguía renegando por no ser su estilo, era hermoso, en corte imperio y color nude.

— ¿Rose, cómo puedes verte sexy con esa panza? —preguntó Alice.

—Porque nací sexy, todos reímos.

Yulia tenía uno en color rojo; su piel blanca y su cabello rubio la hacen lucir muy hermosa. Ella estaba maquillándose sola, “años de práctica”, nosdijo.

Yo tenía puesto el corsé y el pequeño short y esperaba pacientemente mi turno; mi cabello había sido alaciado y rizado de nuevo, tomaron pequeños mechones y los pusieron en un moño; me sentía como si estuviera en un sueño, como si fuera una princesa.

Por fin llegó mi turno y como decía Alice: “yo flojita y cooperando”, dejé que el chico hiciera su trabajo, el cual no me dejaron ver; eso me frustró un poco, quería ver cómo quedaba, pero Rose gruñó algo de una sorpresa.

Después de ponerme los zapatos y tomar mi bolso, Esme fue a la habitación y se despidió con Ethan en los brazos.

—Bella, estás hermosa, mucho más que siempre, serás la sensación en la fiesta.

—Mamá bapa, yo bapo y papá bapo —me dijo Ethan, dándome un beso en la mejilla.

Bajé las escaleras y al pie de estas estaba Edward con la boca abierta y asombrado.

— ¿Tengo algo mal? —pregunté temerosa.

—Bella, te ves… estás… yo… —Emmett le dio un pequeño golpe en la cabeza.

Emmett negó varias veces con la cabeza.

—Lo siento, Bella, se me cayó de chiquito y no habla bien, quedó un poco afectado —bromeó mientras tomaba a Rose de la mano y la besaba.

Edward le lanzó una mirada algo molesta, pero se volteó hacia mí.

—Nunca pensé que pudieras verte aún más guapa, ¡Dios, seré la envidia de la fiesta!

—Exageras, Edward, mira a Rose o a Yulia, no… —dije ahogando un grito—. No mires a Yulia.

Edward se carcajeó y me tomó de la mano, me llevó al vestíbulo donde había un espejo enorme, me puso de frente a este y con él a mi espalda habló: —Bella, tú eres hermosa, más que ninguna mujer. Mírate.

Y lo hice me veía tan bien, que casi no me reconocí; el maquillaje era sutil, solo realzando los rasgos. Unas cuantas sombras moradas en distintos tonos hacían a mis ojos lucir más grandes y lindos.

—Tú eres Bella, mi bella Bella. Aunque estoy pensando en no ir a la bendita fiesta y mejor quedarnos tú y yo, solitos.

Me dijo mientras comenzaba a besarme.

Una mano jalándome y separándome de Edward me trajo a la realidad.

— ¡Hey! ¡Te comes a mi hermana! —se quejó Emmett—. Estorban la salida. Siempre quise tener una hermana a quien espantarle el novio.

—Emmett, yo también soy tu hermano —reclamó Edward.

—Sí, pero a ti te conozco de más años, molestarte ya no es novedad para mí.

Salimos de la casa entre risas, pero en el fondo algo me hacía sentir ansiosa y alterada, y a riesgo de sonar paranoica, vigilada.

Sacudí la cabeza y me concentré en la que sería la gran noche de Edward; subí al carro mientras Edward detenía mi puerta, cosa que odiaba pero este día se lo agradecí.

Cuando Edward se subió al auto, me miró y suspiró.

—Vámonos, antes de que me arrepienta.

Cuando llegamos al estacionamiento iba a abrir la puerta, pero Edward me dijo que no.

—Cuando te vi bajando las escaleras, olvidé darte esto. —Sacó una caja, dentro estaban unos aretes hermosos, de color humo –como el vestido–, con varias piedritas colgando.

—Edward, son bellísimos.

Solo llevaba la sortija de compromiso y nada más, así que no me pareció exagerado ponerme los aretes.

Antes de salir del auto volvimos a besarnos.

Emmett volvió a interrumpirnos tocando el cristal.

—Tortolitos, caminando, que ya es tarde.

—Esto de tener un hermano ya no me está gustando tanto —le comenté a Edward, antes de volverlo a besar.

—Vamos, es capaz de regresar por nosotros.

Comenzamos a caminar hacia el hotel, donde era la recepción.

— ¡Bella, tu falda es transparente! —gritó Edward.

—Sí, pero abajo tengo un short.

—Estás loca, todos van a verte las piernas.

—No seas celoso, Edward —dijo Yulia, burlándose de Edward—. Y límpiate la boca, está llena del gloss de Bella.

—No me gusta tanto el vestido como hace cinco minutos —se quejó molesto, pero luego sonrió—. ¿Lista? —preguntó, yo asentí y él tomó mi mano.

Entramos al salón y sentí como si toda la gente me mirara, me sentía algo cohibida.

Llegamos a la mesa donde ya estaban Aro y los demás socios. Edward me presentó como su prometida, solo faltaba la esposa de Aro, ella llegaría de un momento a otro. Renata algo, era su nombre, y una de las esposas de los accionistas me dijo que la esposa de Aro era especial, muy creída y que no me sintiera mal si ella me hacía algún desprecio.

—Renata es simplemente una snob, tiene la cabeza llena de mierda —murmuró una de las esposas y todas rieron.

Empezó la música, me gustaba la canción que se escuchaba por todo el lugar.

Edward se levantó de su lugar, le extendí mi mano y movió la cabeza con dirección a la pista de baile, caminamos en dirección a la pista y una vez llegamos allí comenzamos a bailar. Edward me acercó a él y comenzó a cantarme.

Maybe it’s intuition

(Quizá es intuición)

 

But some things you just don’t question

(Pero algunas cosas simplemente no se cuestionan)

 

Su mano bajó un poco más, justo debajo de mi cintura.

Like in your eyes

(Como en tus ojos)

 

I see my future in an instant

(Veo mi futuro en un instante)

 

Sonrió y me apretó, aun más contra él.


And there it goes

(Y ahí va)

 

I think I've found my best friend

(Pienso que he encontrado a mi mejor amigo)


I know that it might sound more than a little crazy

(Sé que puede sonar un poquito loco)

 

Me dio una vuelta rápida y me hizo reír.

 


But I believe

(Pero creo)


I knew I loved you before I met you

(Que sabía que te amaba antes de conocerte)


I think I dreamed you into life

(Pienso que te soñé en mi vida)


I knew I loved you before I met you

(Sabía que te amaba antes de conocerte)

 

I have been waiting all my life

(He estado esperándote toda mi vida)


Siguió girándome en la pista, ahora sí estaba viviendo mi propio cuento de hadas; era la princesa bailando con su príncipe, el mundo podía acabarse y nada me importaría, bueno no, me importaba Ethan, Rose, Alice, Emmett, Charlie. Ok, que no se acabe el mundo, pensaba, mientras él seguía susurrándome la canción.


There's just no rhyme or reason

(No hay ninguna rima o razón)

 

Only this sense of completion

(Solo este sentido de complementación)


And in your eyes

(Y en tus ojos)


I see the missing pieces

(Veo las piezas perdidas)

 

I'm searching for

(Que estoy buscando)

 

Así me sentía yo completa, como si lo único que me faltaba era él.


I think I've found my way home

(Creo que encontré el camino a casa)

 

 

I know that it might sound more than a little crazy

(Sé que puede sonar un poquito loco)

 

La canción siguió y yo me sentía llena, plena. Tenía todo lo que deseaba en la vida, tenía el amor de mi padre, el de mi recién descubierto hermano, de mis amigas pero sobre todo, el del amor de mi vida y mi hijo. No tenía miedo, me sentía tan feliz. Al final de la canción, Edward me besó mientras seguíamos girando, fue un beso lleno de amor; olvidé dónde estábamos, olvidé mi nombre y ni siquiera me di cuenta que la música había terminado.

Alguien se aclaró la garganta en mi espalda y solté una risita tonta. Edward me giró, haciendo que sus brazos siguieran abrazándome.

Aro y una mujer estaban parados frente a mí. La mujer era rubia, un poco más alta que yo.

—Bella, Edward —dijo Aro mientras la mujer se quedó rígida. Me quedé mirándola, algo en ella me era familiar, pero no lograba distinguir qué. Aro la tenía agarrada de la mano—. Bella, te presento a Renata Summers, mi esposa, aunque tú debes de conocerla mejor como Renée Dwyer, tu madre.

¿Mi madre? Miré a la mujer, era rubia, distinguida y tenía los ojos verdes; era cierto, ella indudablemente se parecía a mí.

—Aro, amor, ¿qué dices? Yo solo tengo una hija, Nessie, nuestra hija; a esta mujer ni la conozco. ¿Es esto acaso una broma de mal gusto?

—No, querida, te prometí que si volvías a lastimar a Nessie traería tu pasado a tu presente; Bella o Isabella Marie Swan es tu hija, junto con tu primer marido Charlie Swan. Mira, sí que es una gran coincidencia que sin querer ella llegara a trabajar para mí.

Mi cerebro simplemente se desconectó y no podía entender lo que decían, algo dijo Edward, pero era incapaz de entenderlo.

Sentí que alguien me jalaba, en ese momento salí del trance.

— ¿Edward?

—Tranquila, Bella, ya pasó.

—Ella era mi madre, ella es Renée. —Mi respiración estaba acelerada.

Mi mente intentaba recordarla, pero solo escuchaba su voz y de pronto en un destello vi su cara mientras le gritaba a papá.

— ¡Cielos! Bella, juro que jamás se me pasó por la cabeza, si lo hubiera sabido no hubiera permitido que pasara esto.

Vi llegar a Emmett.

— ¿Qué pasó? ¿Qué le dijo esa mujer?

—Emmett —le dije tomándole las manos—. Es Renée, mi mamá, esa mujer… es mi mamá.

Emmett perdió todo el color de sus mejillas antes de girarse y caminar hacia mi madre.

—Detenlo, Edward. —Él me miró, comprobando que estaba bien.

—Ve a detenerlo, nosotros nos quedamos con ella —habló Rose. Alcé la vista, junto a mí estaban Rose, Alice, Jasper, Jacob y Yulia.

—Jacob ve con él, Emmett puede ponerse muy agresivo y no quiero que lastime a Edward.

— ¡Maldito Aro! ¿Por qué hizo esto? ¿Qué ganaba? —gruñó Rose.

— ¿Bella, estás bien? Toma. —Me tendió un pañuelo. Me limpié las lágrimas que no supe en qué momento empezaron a salir.

Ella… era la mujer que había destruido tantas vidas, mi madre. Mi cabeza y mi corazón estaban peleando, una parte de mí quería abrazarla, otra parte quería odiarla, otra quería conocerla y otra simplemente alejarse.

—Será mejor que vayamos al baño, así llamaremos menos la atención.

Alice sonrió y dijo: —Tengo una habitación reservada.

—Vamos — indicó Yulia.

—No, quiero ver a mi madre. Necesito hablar con ella, necesitamos aclarar las cosas.

—No, Bella, esa mujer no es tu madre, es la incubadora, nada más, olvídate de ella. Vámonos.

— ¿Jasper, puedes avisarles? —El rubio solo asintió y se alejó.

Subimos a la habitación, había miles de velas y una botella de champaña. Hasta los planes de Alice había deshecho.

Nos quedamos todas calladas, yo sentía mi alma en un hilo, por causa de Edward y Emmett.

Pasó una media hora cuando llamaron a la puerta.

Edward iba con la camisa desfajada y sin el moño del esmoquin, Emmett igual. Traían una botella en la mano.

— ¿Qué pasó? —preguntó Rose antes de que yo articulara palabra.

—Nada, la tipa casi se va para atrás cuando le dije quién era yo, estúpida, salió rápido del salón. Aro era el más feliz. ¿Tú sabías algo? —le preguntó Emmett a Edward.

Él negó con la cabeza.

—Te pido un poco de respeto, quieras o no es la mamá de Bella.

—Incubadora —corrigió Rose—. Esa mujer no merece llamarse madre.

—Será mejor que nos vayamos a casa y le contemos a mamá —sugirió Edward—. Nunca imaginé que Ren, fuera Renée. Ella siempre fue tan amable conmigo, jamás me trató mal.

Unos minutos después salimos del hotel, callados, como meditando los acontecimientos.

Cuando llegamos a casa de Esme todos se alarmaron un poco. Era temprano y veníamos bastante desarreglados.

— ¿Qué pasó? —preguntó Carlisle—. ¿Están bien?

Edward habló: —Pasó algo inesperado, pero vamos todos a la sala y les cuento.

Cuando ya todos estábamos en la sala, Edward me miró.

—Renée, la ex esposa de Charlie, es la actual esposa de Aro… es Renata.

Esme se asombró, papá se levantó y golpeó la pared. Ethan se asustó y comenzó a llorar, lo tomé en brazos y lo abracé.

Yo seguía en mi propio mundo, pensando en cómo me había negado y cómo sin remordimiento me había mirado a los ojos al hacerlo. Ni por todo el oro del mundo dejaría a mi hijo, jamás.

— ¿Dónde la encuentro? —ladró papá.

Escuchar a mi padre hablar así me regresó de nuevo a la realidad.

—No le digas, Edward. Papá, estás enojado, puedes hacer una tontería y no quiero que te pase nada. Tú eres mi papá, ella no es nada.

—Necesito verla y decirle unas cuantas cosas.

La noche continuó con todos en casa de Esme. Jacob se despidió junto con Yulia, los demás íbamos a quedarnos en casa de Esme, sobre todo porque mi padre seguía insistiendo en ir a ver a Renée.

Cuando Edward y yo estuvimos acostados en la cama, con Ethan entre nosotros, hablé.

—Edward, cuéntame cosas de mi mamá.

—Conmigo siempre se portó muy amable. Hace unos años me invitaba a comer a su casa. Ella es muy snob, muy… alzada; la verdad, dejé de ir cuando ella me empezó a decir que por qué no sacaba a Nessie a bailar.

—Ella me negó, sentí muy feo. Yo jamás podría abandonar a mi hijo, menos negarlo.

—Tranquila, amor. Duérmete, mañana será un nuevo día y necesitas ser fuerte para todo lo que viene. Si tu mamá sigue siendo vengativa no creo que esto se quede así, yo voy a hablar con Aro el lunes, le exigiré una disculpa; sus problemas con Ren son de ellos, no tienen que involucrarte.

Nos quedamos callados, meditando, pensando. El sueño me venció y así abrazada a Edward me quedé dormida.

El domingo en la mañana papá había salido, todos teníamos idea de a dónde había ido.

—No lo escuché levantarse —dijo Esme angustiada.

—Tenemos que ir por él. Me da miedo que haga una tontería.

Íbamos saliendo cuando vimos a papá con varios cafés en una caja, maldiciendo porque se le había caído uno.

Corrí hacia él y lo abracé.

— ¿Papá, estás bien?

Sentí algo caliente en mi piel.

—Bella, fui por los malditos cafés, vengo haciendo malabares, tú llegas y me los tiras todos.

Estaba enterrada en su pecho con lágrimas en los ojos.

—No me importa, pensé que habías ido a verla a ella.

—Voy a ir a verla, pero hoy no. Si voy ahora la mato. Tranquila.

—Te amo, papito. Gracias por ser mi papá.

—No, hija, el privilegio es mío.

De pronto sentí a alguien abrazándonos más fuerte.

—Yo los quiero a los dos por ser mi papá y mi hermana.

—Emmett, no puedo respirar.

—No me importa.

—A mí sí, suéltala la vas a lastimar —dijo Edward enojado.

—Aguafiestas, ves papá todo lo que tuve que soportar. Si hubiera conocido a Bella antes podría haber molestado a dos en vez de a uno.

—Vamos adentro —les ordené. En ese momento Emmett me tomó de la cadera y me puso sobre su hombro.

—Este día lo declaro como el día del hermano y la hermana, no dejaré que te acerques a Edward. —Y corrió hacia el interior de la casa de Esme conmigo sobre su hombro.

Edward le dijo algo a Rose, mientras Emmett me tiraba sobre el sillón e Ethan le aplaudía.

Ota vez tila a mi mamá.

—Al público lo que pida.

Estaba a punto de ponerme en sus hombros a pesar de mis quejas.

—Como es día del hermano y hermana me voy con mi hermano a mi casa. Nos vemos mañana, Emmett.

— ¡Hey! ¿A dónde vas sin mí?

—Con mi hermano, tú juegas con tu hermana y yo voy a jugar con el mío. Edward, te presto a Alice de hermana, pueden irse de compras y jugar a la tiendita.

Edward miró a Rose de mala manera.

— ¿Qué? Siempre están hablando que si Zegna, que si Vuitton, que si no sé quién; qué cremas usas, mejor compra este acondicionador y no lo nieguen, yo los he escuchado, hasta los tengo grabados.

Edward se acercó a ella, pero Emmett se le adelantó.

—Tranquilo, que seas metrosexual no es culpa de mi Rose.

—Quiero ese video.

El timbre sonó y Carlisle me hizo la seña que él iba a abrir.

—Esme, tus niños están fuera de control —le anuncié mientras Edward y Emmett fingían luchar—, y alborotan al mío. —Ethan brincaba por toda la alfombra—. Corrijo, a los míos. —Mi padre estaba hasta chiflando y echando porras a Emmett.

Carlisle se detuvo en el umbral, me miró serio y me dijo: —Bella, alguien te busca.

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Se que he tardado pero espero ya no tardar tanto palabra de girlscout!!! Gracias

La canción que canta Edward es I kwen I love you de Savage Garden.  

Capítulo 24: Capitulo 21. ¿Qué más podía pedirle a la vida? Capítulo 26: Capitulo 23 Llamados a la puerta

 


 


 
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