Sufrir, Vivir, Amar (+18)

Autor: Maricoles
Género: Romance
Fecha Creación: 07/05/2012
Fecha Actualización: 08/10/2013
Finalizado: SI
Votos: 20
Comentarios: 76
Visitas: 112300
Capítulos: 33

La vida de Bella ha sido muy dura, su madre la abandono siendo muy pequeña, su padre la ignoro, su mejor amiga la traiciono y la entrego a su novio para que abusara de ella.. como enfrenta Bella la vida después de esto.
¿Será que Bella si permitirá que el amor de Edward tenga cabida en su corazón?

+18

SUFRIR, VIVIR Y AMAR

INTRODUCCIÓN

Soy Isabella Swan una chica común y corriente, Victoria es mi mejor amiga, prácticamente mi hermana. Mi madre nos dejó a mi papá y a mi hace muchos años, por el papá de Victoria, Phil. Desde que mamá se fue la mamá de Victoria pasó a ser una segunda madre para mí. Es muy irónica la vida, la mujer que ha cuidado de mi es la mujer a la que mi madre le quito el marido. Su nombre es Lilly, ella es una mujer hermosa y muy buena.

Victoria y yo somos como hermanas, solo que Victoria es alta, pelirroja y bastante atractiva, sus son ojos azules como los de su padre; yo soy todo lo contrario, soy bajita, mi cabello y ojos son de color chocolate, herencia de mi papá. Mucha gente no entiende nuestra amistad, pero cuando mamá nos dejo Lilly habló con Charlie, mi papá, y ella se ofreció a ayudarle, cuidando de mi.

 

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Capítulo 29: Capitulo 26. Fortuna

Disclamer: Los personajes son de S. Meyer, la historia es mía.

Millones de Gracias a todos los que leen, un beso enorme a Eve, a Vanessa y a Aryam que siempre les doy mucha lata.

Una aclaración molestosos es mas que ser molesto, aunque no sea correcto.

Capítulo beteado por Eve Runner, Beta FFAD: www facebook com / groups / betasffaddiction


Capítulo 27: Fortuna.

"Si el destino ya está escrito, compra un corrector y cámbialo."

Frase popular.

— ¡Edward! ¡Si me vuelves a llamar juro que me mudo a Forks, a Alaska, a la Cochinchina! Estoy bien, no tengo antojos de nada, no me duele nada, no tengo náuseas, no se han hinchado mis pies. Edward, tengo cinco semanas… cinco. Mira, te amo demasiado, pero me estás asfixiando.

Colgué mi teléfono y lo guardé en un cajón. Cuando comenzó a sonar el teléfono interno tomé una decisión... Necesitaba hablar con Aro, salí de la oficina y miré a Erick.

—Si me delatas con Edward, juro que te despido —amenacé—. Si pregunta por mi dile que salí a caminar y a alejarme de él.

Caminé hacia las escaleras y las subí.

—Jane, ¿Aro está disponible? Necesito consultarle algo. —La maldita rubia me veía con cara de estar oliendo mierda, se notaba que no me soportaba.

Alzó el teléfono y preguntó: —Señor Volturi, la Señorita —pronunció con desdén— Swan quiere verlo, enseguida. Que pases.

Caminé hacia la puerta y la abrí con decisión.

—Hola, Bella; te presento a Marcus —Y frente a mí estaba mi psicólogo—, mi pareja.

—Hola, Bella. Bella y yo, ya nos conocemos. Ella es mi paciente. El mundo es un pañuelo. Te ves bien, Bella.

—Gracias. Me siento bien. Aro podemos hablar.

— ¿Eso significa que me tengo que ir? —preguntó Marcus con una sonrisa.

—No, no es necesario. Subí en busca de consejo y no del tipo legal.

— ¿Pasa algo con Edward? —interrogó Aro.

—Nada malo, pero si necesito detenerlo. —Inhalé y exhalé—. Estoy embarazada y Edward está… —Hice una pausa—. Sobreprotegiéndome. ¡Cielos es desesperante! ¡Quiero ahorcarlo! Solo ha pasado una semana, pero no quiere dejarme hacer nada y sé que si no le pongo un alto me volverá loca, quedan tres semanas para la boda, y entre eso y Edward… quiero salir corriendo.

La risa de los dos hombres estalló y yo los miré frunciendo el ceño.

—Edward jamás había mostrado ese nivel de sobreprotección —sentenció Aro—. Pero me lo suponía, déjame adivinar… te llama muchas veces al día.

—Quiere saberlo todo, cómo estoy, si tengo antojos, ascos, si me mareo. Me agobia.

—Háblalo, Bella, necesitas hablarlo. No puedes callártelo —recomendó Marcus.

— ¿Pero cómo se lo digo sin lastimarlo? ¿Sin que sienta que no agradezco sus atenciones? —Estaba exasperada y exhausta. Quería dormir.

—Asertivamente, hemos practicado la comunicación asertiva con Alice —recordó Marcus.

—Edward y Alice deberían ser hermanos, son iguales, los dos son molestosos. Por cierto, ya no soy hija única —informé con una sonrisa a Marcus—, tengo dos hermanos. Emmett, el hijo de Esme y Nessie, la hija de Aro.

—Insisto el mundo es un pañuelo, has estado tan cerca de tu familia.

— ¿Ya lo sabías? —La mirada que me daba era de complicidad.

—Solo lo de Emmett, ellos me consultaron y yo les dije que lo mejor era informarte.

—Todo mundo sabía menos yo, no me gusta eso. Pero bueno…

No pude terminar de hablar porque la puerta del despacho se abrió sin previo aviso y Edward entró como un torbellino a la oficina.

—Te estaba buscando, nadie sabía dónde estabas… ni Erick. Yo estaba preocupado. Y si te desmayas de nuevo, en la calle… sola; dejaste el celular en la bolsa dentro de un cajón.

—Edward, tenía que alejarme de ti, me estás asfixiando. Estoy bien. No necesito que me vigiles, ni que me controles. Por favor.

—Bella, yo solo quiero protegerte —terminó en un susurro.

—Soy Marcus, el psicólogo de Bella y pareja de Aro… podemos intentar algo —indicó Marcus.

Aro salió de la oficina, dejándonos a los tres.

—Edward, siéntate. Bella, tú también. ¿Por qué no expresan sus temores? Hablen de esto que les está pasando.

—Bella, yo siento miedo de que algo te pase, de que yo no pueda ayudarte —empezó Edward.

—Edward, es normal, pero no puedes vivir sobre mí. ¿Te imaginas cuando cada uno tenga que salir? Ni siquiera vas a poder concentrarte en tu trabajo, ¡cielos! Tendría que estar estudiando un caso, tengo que estar en los juzgados en menos de dos horas y estoy aquí, contigo, discutiendo.

—Bella, prométeme que llevarás siempre el celular y que me contestarás. —Se veía realmente tierno.

—Prometo llevar el celular y cuando no esté ocupada contestaré. Puedo prometer eso.

—Y si te sientes mal, cualquier cosa, me llamas a mi o a Erick, o a Emmett.

—Si me siento mal serás el primero en saberlo.

— ¿Estás más tranquilo? —preguntó Marcus.

—No, bueno un poco. Es que siento que por fin tengo todo lo que quiero y me da miedo perderlo. —Edward suspiró—. Bella para mí lo es todo.

—Pero soy una persona independiente, ¿recuerdas? Caminando juntos, pero siendo cada uno independiente; no puedes someterme a esa presión, solo nos desgastará.

Edward negó con la cabeza. —Lo intentare. Lo prometo.

Sabía que esa pequeña promesa era lo mejor que podía obtener de Edward.

—Bien, ¿ahora qué les parece si vamos todos a comer? —propuso Marcus rompiendo el silencio—. Yo invito.

—Yo no puedo, tengo que estar en los juzgados en menos de hora y media, pero podemos cenar —sugerí.

—Me gusta la idea, quedamos con Edward en lo que tu trabajas. Un gusto verte, Bella. Te sienta de maravilla el embarazo.

—Es secreto —le dije guiñándole un ojo, o al menos lo intenté porque no era buena haciendo guiños.

Salí de la oficina y cuando llegué a la mía me concentré en el caso. Era un juicio por pensión alimenticia, la madre quería que el padre la mantuviera para no trabajar. Faltando 45 minutos Erick me llamó para decirme que era la hora de irnos, le había pedido que me acompañara, él era realmente muy buen abogado.

Llegamos al juzgado y me encontré con el padre. La madre iba vestida de manera muy llamativa, punto para nosotros. Uno de los detectives nos había dado información, la madre ya vivía con otro hombre y como había pruebas de que la niña vivía más tiempo con la abuela y el papá… aprovecharíamos y pediríamos también la custodia para él padre.

Cuando entramos a la sala el perfume de la señora me revolvió el estómago. Jamás había sentido náuseas por un olor de perfume, por lo regular con Ethan era el olor a queso o carne.

Tuve que pedir un receso y correr al baño.

Al regresar. El juez me mandó llamar.

—¿Abogada Swan, se encuentra bien? Está algo pálida.

—Es solo el olor del perfume de la señorita Gibson, estoy embarazada y parece que ese olor altera un poco mi cuerpo. —El juez sonrió y continuamos.

El juez al final denegó el aumento en la pensión y nos citaría en un mes cuando menos una vez más, para ver si llegábamos a un acuerdo antes por nuestra parte y para presentarle un nuevo plan de custodia.

Salí contenta, íbamos bien en este juicio, le dije al señor Martínez que agendara una cita con Erick para ponernos de acuerdo con ciertos detalles.

Íbamos en el auto de Erick. Si Edward lo viera no me dejaría subirme, era un escarabajo de hace como mil años, era de la tía hippie de Erick. La única de su familia que lo aceptaba tal cual era y al morir le dejó sus posesiones, incluyendo este "grandioso auto", como lo llamaba Erick.

—Erick, muero de hambre podemos pasar a un restaurante, un McDonald's o cualquier lugar donde vendan hamburguesas.

—Bella. —Me miró—. Edward me dijo que por el bebé deberías comer sano, se supone que debo chivar cada vez que hagas algo en contra de tu salud.

Lo miré.

— ¿Cuándo te dijo eso?

—El viernes, me dio hasta una lista de comida sana para cuando pidieras comida en la oficina. No te preocupes, yo soy tu amigo y si quieres una hamburguesa… nos comemos una hamburguesa.

—Él no quería que nadie se enterara del bebé y va por ahí, cuidándome en exageración. Vamos por hamburguesas, una malteada de chocolate y luego a probarme el vestido. Al paso que voy ya no me va a quedar.

Fuimos por las hamburguesas y malteadas. Estando en el restaurante llamó Edward.

— ¿Bella, dónde estás? Se escucha mucho ruido.

—Estoy en un McDonald's, comiéndome una gran hamburguesa.

—Bella las hamburguesas del McDonald's no son tan saludables, ¿no has visto Supersizeme*?. Debes pensar…

—Edward, quería una hamburguesa del McDonald's, una no mil, no, diario. Por favor, quedamos en un trato.

Casi podía verlo arrugar la cara y callarse lo que quería decirme.

—Cierto, solo quería saber cómo estas.

—Bien, estoy bien. No voy a regresar a la oficina, Erick va a llevarme a ver algo del vestido.

—Puedo ir contigo, ¡oh, no! Tengo varias citas por la tarde. ¡Ahh! —Escuché su grito—. Eso de controlarme me está costando. Sabes que solo quiero protegerte, no quiero abrumarte. Nos vemos en casa.

—No, creo que nos vemos en la oficina. Tengo que trabajar. Te amo.

Colgué el teléfono y le di un gran trago a la malteada. Este embarazo estaba mejor, sin tantas náuseas y sin tanto estrés.

— ¡Ay, jefa! Estás más radiante, te sienta el embarazo. Pronto tendremos una mini Edward, estoy seguro que es niña, una linda niña, idéntica al papá.

—Yo quiero otro niño, así se llevaría bien con Ethan. Me gustan los niños.

Podía ver claramente una copia de Edward al lado de Ethan, jugando con choches, cómo dice Ethan.

Llegamos a la boutique y me probé el vestido, seguía quedándome bien. Me encantaba verme con mi vestido en ese cuarto lleno de espejos. Me sentía tan feliz.

Llegamos a la oficina, repasamos una serie de pendientes y me dediqué a trabajar a las cinco de la tarde Edward entró como remolino y me besó.

— ¡Te extrañé mucho!

—Edward serás exagerado —exclamé entre risas.

—No, en serio, te extrañé. Anda recojamos tus cosas y vayamos por Ethan que tengo que contarte varias cosas.

— ¿Buenas o malas?

Edward torció la boca. —Malas, pero no mucho. Al final pospusimos la comida con Marcus.

—Eso no me gusta, a ver empieza con las malas noticias —pedí.

—Tranquila, es solo Yulia, descubrió que Jacob sale con Nessie.

— ¡Oh! Pobre...

—Pues ni tanto, va a pelear. Está decidida a quedarse con él. Me da un poco de miedo, me recuerda a Tanya.

—Eso no me gusta. Estoy del lado de Nessie, ¿pero qué le pasa a Yulia?

Seguí guardando mis cosas, enojada. No podía quitarle el amor a mi hermana, pero digamos que Nessie no se había portado muy bien.

Seguí pensativa hasta que llegamos por Ethan.

Me bajé del auto.

— ¿Estás bien, Bella? —preguntó Edward preocupado.

—Sí, solo pensaba en que no sé qué hacer con esto de Yulia-Jake-Nessie, quiero mucho a…—Iba a decir que a Jake y Nessie—. A los tres.

—No sabes mentir. Yulia jamás ha sido santo de tu devoción. Solo porque estaba interesada en Jake la has tolerado mejor.

—Es que es tan perfecta, nada está mal con ella. No acaba de gustarme eso de que fueran novios.

—Vamos que tú y el perro también fueron novios, y mira que él ha revelado mucha información de su relación, pero lo tolero.

—Sí, claro, ahora que ya me tienes bien atrapadita —comenté mientras lo jalaba de la corbata y le daba un beso; nada casto, ni nada pudoroso.

—Bella… —habló en mi boca.

Me separé de él porque sino… no recogeríamos a Ethan. Edward dijo una palabrota y no me dejó separarme mucho.

—Espera —pidió desesperado—. Tengo un gran problema en mis pantalones.

Miré hacia abajo y vi su GRAN problema. No pude evitar reírme.

—Sí, anda, ríete. Tú ocasionaste esto.

—Es mi venganza por las bragas mojadas mientras trabajábamos juntos.

Los dos estallamos en risas y Edward pudo solucionar su gran problema.

— ¡Papá! —gritó Ethan al ver a Edward. Después se giró hacia mí—. ¡Mamita! —Me abrazó fuerte y no quiso irse con Edward.

Yo co mi mamita —exclamó.

—Mejor conmigo, para que no se canse mamá —le replicó Edward.

No. —Ethan hizo un puchero como si quisiera llorar.

—Siempre creí que todo eso del embarazo era un mito —comentó Edward tomando la mochila y las demás cosas de Ethan—. Ya sabes… los antojos, los desmayos, las náuseas.

—No son un mito, con Ethan me daban muchas náuseas, sobre todo con el queso y la carne, pero con este bebé solo el perfume de la ex esposa de mi cliente me causa malestar.

—Eso no me lo habías contado —refunfuñó serio.

—No fue nada relevante, su perfume me revolvió el estómago.

— ¿Y los antojos? Siempre pensé que Rose lo hacía para molestar a Emmett.

Memett —exclamó Ethan—. ¿Done esta Memet?

—Emmett está con Rose en su casa —contesté.

Yo con Memet, con Ouse.

—No. Vamos a ir a la casa a comer y luego le hablamos a Emmett para ver si podemos ir —contesté.

No, mamá a Memet co el folofono y mamos tolos a su casa. Con Mesme pelo no con Calis, po que mi inyeta.

Edward y yo no pudimos contener la carcajada al escucharlo decir ese trabalenguas.

No lian, mamalos po folofono —pidió muy enojado.

Edward me miró y me negué con la cabeza, no podíamos hacer lo que Ethan quería.

—No, Ethan —le contestó Edward enérgico, pero sin ser grosero. Ethan acalló sus protestas y se quedó quieto.

— ¿Por qué conmigo siempre sigue protestando? Tú lo consientes más. No es justo —protesté.

—Es que él sabe cuando estoy serio y que no estamos jugando. No lo sé y no seas berrinchuda, aunque me encanta cómo haces tu boca cuando te enojas. Es sexy me dan ganas de besarte —expresó inclinándose y besándome.

— ¡Edward, vas manejando!

—Vamos caminando y puedo besarte, ¿verdad, Ethan?

Sí, sesitos. Yo tabien sesitos pala ti —dijo dándome un beso y luego le dio otro a Edward.

Suspiré. Ahora sí, podía dedicarme a ser feliz… muy feliz.

Caminamos al auto y Edward decidió que deberíamos salir a comer. Fuimos al restaurante mexicano de Yolanda.

— ¡Mi amigo! —saludó Yolanda a Ethan. Ethan le saludó con un beso—. Muchacho, pensé que te habías olvidado de nosotros, tenías meses sin venir a vernos.

—He estado ocupado —contestó Edward.

—Ya veo, ¿cuándo nace el niño?

Edward y yo nos miramos.

— ¿No sabías que estabas embarazada? —preguntó Yolanda.

—No, sí lo sabíamos, pero usted ¿cómo lo supo?

—Niña, se te nota en los ojos, en la cara… en las caderas. Las mujeres sabemos esas cosas y te voy a decir que va a ser niño, tienes cara de que tendrás otro niño.

— ¡Niño! —exclamó Edward. Lo miré y no se veía muy contento.

— ¿No quieres un niño? —inquirió Yolanda ganándome la pregunta.

—No sé, había pensado en una pequeña niña vestida de rosa, corriendo por la casa.

Lo miró y bien podía imaginármelo.

—Pero te puedes equivocar, no eres exactamente un ultrasonido —refutó Edward a Yolanda.

—Podemos apostar. Yo digo niño y tú dices niña. El que gane paga una fiesta —le tendió la mano para cerrar el trato y Edward aceptó.

Mami, yo teno ame, quiero am, am —habló Ethan rompiendo el silencio que se había creado.

—Pues vamos a darle de comer a este tragón —contestó Yolanda tomándolo y cargándolo en su cintura con una agilidad sorprendente—. Vayan a sentarse mientras yo les llevo de comer.

Iba a pedirle a Ethan, pero desapareció con él rumbo a las cocina.

—Estará bien, Bella. Y quiero decirte algo, ya están los papeles de adopción. Solo hay que firmarlos con testigos, había pensado en poner de testigo a Emmett, Rose, Mi mamá y tu papá. Sería algo simbólico.

—Y tu papá y Alice.

—Podemos incluirlos, pero tendríamos que hacer los papeles de nuevo.

—No me importa, así todos serían parte de esta familia, no olvidemos a Jasper. Y a Nessie. Ella realmente se sentiría mal si la olvidamos.

—Ok, reharé los documentos, pero de esta semana no quiero que pase. Quiero ser su papá legítimo antes de la boda.

Edward estaba molesto, podía verlo, ¿pero para qué hizo planes sin consultarme? En ese momento llegó Yolanda cargando a Ethan y con tres chicos más que le ayudaban cargando miles de cosas de comer.

—Ustedes tienen que estar bien alimentados, los dos. Ya quiero ver al abogado cuidando al bebé de noche, va a necesitar mucha energía abogado. Para usted señorita… —La interrumpí.

—Llámeme, Bella.

—Entonces tú llámame Yola. Te decía… para Bella le traje un caldito tlalpeño*, no te asustes —solicitó al ver la cara que hacía—, es muy bueno para ti y para el bebé.

—Gracias. —Probé el caldo y en verdad estaba bueno, me gustaba.

—Para el pequeño le traje un poco de arroz y carne. Y para el abogado un platillo muy especial, está picoso. Provecho.

—Esto está realmente rico. ¿Edward, crees que me de la receta?

—Si se la pides yo creo que sí, le caíste muy bien.

Edward le daba de comer a Ethan y comía lo que le habían traído. Se veía tan rico.

—Edward, dame —le pedí.

Edward tomó el tenedor y acercó la comida hacia mí.

Mamá no le quites la comila a papá, yo tamien quielo.

Edward me dio el plato, era delicioso, era picoso, pero delicioso; le dimos un poco a Ethan, también le gusto. Cuando terminamos de comer Yolanda se acercó de nuevo.

— ¿Puedo ofrecerles algo más? Quiero darles algo, pero quiero que estén de acuerdo. Me gustaría leerles las cartas, no el tarot, sino la baraja española. ¿Qué dicen?

A mí me daba curiosidad y Edward lo notó en mi cara. Tomó mi mano.

—Hagámoslo.

Yolanda llamó a una de sus nueras y le mandó cuidar a Ethan, mientras nos metía en una pequeña oficina en la parte de atrás del restaurante.

—Siéntense —nos invitó. Ella estaba ya sentada en una mesa de madera, cubierta de un mantel rojo con extraños signos; comenzó a prender incienso, una vela, puso varias piedras y al final desenvolvió de un pañuelo de seda rojo las cartas, eran viejas y gastadas.

—Toma las cartas, Bella —me dijo luego de pasarlas por el fuego—. Pártelas siete veces y concéntrate en una pregunta; no me la digas, solo hazlo.

Me concentré en mi futuro, qué traería para nosotros el futuro. Le devolví las cartas a Yolanda y comenzó a acomodarlas.

—Veo que tu vida ha estado llena de dolor y soledad, pero ya nunca más será así. ¿Ves? —Señaló una serie de cartas—. Ahora estás rodeada de gente buena, hay una persona de tu pasado, te ha hecho mucho daño. Te falta una prueba más, la vida te tiene una prueba más —Me miró—, para vencerla vas a tener que confiar en una persona de tu pasado, alguien en quien no confiarías, pero necesitas hacerlo. Todo tendrá final feliz —puntualizó cuando mi mirada demostró mi preocupación—. Mira… tendrás varios hijos y estarás llena de amor.

Yolanda seguía señalando cartas y contándome cosas de mi pasado, mi presente y mi futuro. De pronto se detuvo. —Hay una mujer, pasará por un mal rato, pero luego todo volverá a la normalidad. Veo un embarazo inesperado y eso traerá problemas, pero no son serios; ella acudirá a ustedes por ayuda, no se la nieguen. Bueno, ahora vamos con usted abogado.

Juntó las cartas, algo decía y volvió a pasarlas por el fuego, se las entregó a Edward con las mismas instrucciones. No puse mucha atención hasta que escuché:

—…cuando creas que la has perdido es porque la tendrás para siempre. Debes de tener tu carácter de hielo cuando llegue el momento, si te desesperas lo arruinarás todo y deja de agobiar a Bella; ¡mira, cómo sales siempre! Encima de ella.

—Es que a ella le gusta abajo —contestó intentando bromear.

—Tonto. Ella es tuya y tú eres de ella, estaba escrito. Pase lo que pase terminaran juntos, en donde sea, pero juntos. Ahora, vamos por el niño, que debe de empezar a extrañarlos.

Salimos de la habitación, yo estaba confundida y temerosa. ¡Qué diablos me tenía preparado la vida ahora! ¿No había sido suficiente con lo que me había tocado sufrir? Estábamos a punto de llegar a casa y yo seguía callada. Tenía ahora miles de preguntas.

—Edward —hablé rompiendo el silencio—, debí de preguntarle más cosas, pero no se me ocurrieron hasta hora, ¿podríamos regresar?

—Vamos, Bella. No lo tomes tan a pecho, esas cosas no son leyes, ni siquiera sé que tan cierto sea. —Pero se quedó callado y pensando.

—Dijo cosas que nadie sabía, a ti te sorprendieron también.

—Ok, no lo niego, pero vamos, Bella, no dejes que lo que Yolanda nos dijo rija nuestras vidas. Venga, vamos a hacer algo de lo que nos dijo. —Miraba a Ethan dormido mientras lo sacaba del auto.

— ¿Qué?

—Estar arriba de ti. Aprovechemos que el sapito duerme.

No pude objetar nada, me encantaba estar con Edward.

—Pero yo quiero arriba y tú abajo.

Soltamos una carcajada que casi despierta a Ethan. Entramos a casa y nos dedicamos a encontrar que era mejor si arriba o abajo.

Los siguientes días fueron enredados. Quedaban solo 20 días para la boda y prácticamente todo estaba organizado, pero no faltaban los pequeños detalles; por primera vez agradecí a Alice y sus múltiples contactos. Nos ayudó a resolver un detalle con la persona que nos casaría, sería un juez de paz, dentro del salón, sin nada religioso de por medio. Solo Edward y yo.

Al vestido no habían tenido que hacerle ningún ajuste. Mi cuerpo no había cambiando prácticamente nada, los cambios eran realmente pequeños, un poco más de busto y mis pechos sensibles, pero todavía no era muy notorio. Las náuseas tampoco, solo eran muy pocos olores.

Edward era el más desesperado, trataba, según él, de encontrar los cambios. Solo era pretextos para desnudarme, siempre terminábamos en la cama.

Faltaba un día para la boda y estaba realmente nerviosa. Esme había llegado un día antes, junto con Renata la novia de papá, papá y Alice. Literalmente corrieron a Edward y a papá de la casa. Lo peor fue que Ethan también salió corrido de la casa. Era hombre dijeron todas.

Poco después de que quedáramos puras mujeres llegó Rose con Angela y su hermoso bebé, Nessie, Tanya, Kathe, Irina que estaba embarazada, Carmen y al final apareció Yulia, quien se alejaba siempre de donde estaba Nessie.

Tendría una despedida de soltera. Abundaron las bebidas sin licor, ya que ni Rose, ni Irina, ni Ang podían beber así que todas, nos sumamos a esta prohibición, eso ayudo a disimular el que yo no tomara alcohol. Esme y Carmen no se sumaron, a Nessie tuve que quitarle dos margaritas porque ya estaba más en tres sentidos que en cinco.

Fue una noche divertida, todas contamos diferentes experiencias divertidas que habíamos tenido.

Cuando me toco a mí, conté algo que me había pasado con Jake; Nessie gruñó y Yulia se despidió de la fiesta. Intenté hablar con ella, pero simplemente me dijo que le diera tiempo. Era todo lo que necesitaba.

Al final fue una muy divertida fiesta, pero me entró curiosidad de que estarían haciendo los hombres. Al final la curiosidad mató al gato y después de robarle las llaves a Esme fuimos a la casa y ahí estaban todos con un gran plato de alitas y cervezas, Edward y Emmett jugaban con los autos con Ethan, Jake y Ben platicaban sobre algo, se veían bastante serios. Carlisle, Jasper y papá estaban viendo el golf por la tele.

— ¡Qué aburridos! Deberíamos alegrarles la noche, no sé despedir muy bien la soltería. ¿Te imaginas? Tú convences a Emmett de ir a mi casa y yo a Edward de ir a su departamento.

—Me gusta la idea.

Rose tomó el celular y habló angustiada.

—Hola, Edward. ¿Estás con Emmett? No le digas que soy yo, necesito verte, es algo que me tiene realmente mal. —Rose articuló algo con la boca pero no entendí—. ¿Te parece en tu departamento? No quiero que Bella se entere. En media hora. Sí, gracias.

Al colgar Rose estalló en carcajadas.

—Le estoy tomando la medida a Masen, es más caballero que nada. Pensó que lloraba y que había peleado con Emmett. Tengo el punto débil de Don Perfecto. Te toca, Bella —expresó y saqué el móvil, marqué el teléfono de Emmett. No era tan buena actriz como Rose, así que decidí tratar de apegarme más a los hechos.

—Emmett. Hola. Necesito hablar contigo, es muy importante, es sobre la boda tengo varias dudas. Estoy tranquila, podemos vernos en casa de Rose, ella está en la mía. Gracias, hermanito, te quiero.

Colgué y Rose me llevo rápidamente al departamento de Edward, curiosamente Rose tenía la llave del departamento, ya averiguaría después por qué.

Al llegar ahí comencé a buscar velas, pero deseché la idea, si olvidaba apagarlas, mejor no me arriesgaba; decidí prender solo tres. Busqué un vino y lo metí al refrigerador, comencé a desvestirme cuando escuché las llaves abriendo la cerradura me quedé quieta por dos segundos y luego me desvestí aun más rápido, casi me caí e hice algo de ruido.

— ¿Quién anda ahí? ¿Rose eres tú?

—No, pero si te estoy esperando.

— ¿Bella?

—Sí, Bella Swan —contesté acomodándome en la cama lo más sexy que podía, pero justo cuando Edward subía el último escalón me vio y tropezó; salió disparado hacia la cama y cayó a un lado de ella.

— ¿Estás bien? —pregunté bajándome de la cama.

—Creo que sí —me respondió quejándose—. ¿Ves lo que me haces? Me haces caer a tus pies.

—Edward, yo quería darte una buena despedida de soltero. Y te he dado una caída, mira, tu brazo, te va a salir un moretón y mañana es la boda.

Estaba junto a él, cuando lo sentí tensarse.

—Bella, estás desnuda y estás aquí… esperándome. Es de mala suerte vernos.

—Cállate, Cullen. Yo te daré tu mala suerte si no me haces el amor toda la noche.

—Sus deseos son ordenes, señora mía.

Me ayudó a levantar y comenzó a desvestirse, detuve su mano y comencé a desvestirlo, quería arrancarle la camisa, pero me contuve y fui despacio.

—Esto es tortura Señor juez, la abogada me tortura al ir tan lento.

—Cállese abogado, déjeme hacer mi trabajo. —Le saqué la camisa y comencé a trazar dibujos de corazones con la lengua sobre su pecho, él gimió y le di un ligero aventón a la cama. Me acerqué a su cinturón y comencé a quitarlo. Lentamente, desabroché la cremallera y él levantó las caderas para ayudarme a quitarle el pantalón.

Le acaricié por encima del bóxer, ganándome otro gemido y un gruñido cuando dejé mi mano sobre él.

—Bella —reclamó.

Retire mi mano y seguí dibujando ahora con mis dedos corazones y te amo por todo su cuerpo. Lamí sus pezones y mordí su estómago.

—Me estás volviendo loco y no creo aguantar mucho más.

—Aguanta, Edward que esta noche es tu despedida de soltero y no quieres decepcionar a tu regalo.

Edward sonrió y me atrajo hacia él para besarme. Quedé a horcajadas sobre su vientre y sus manos recorrían mi espalda suavemente.

Su boca bajó por mi cuello y luego por mis pechos, donde se entretuvo hasta casi hacerme estallar.

Así como estábamos abrazados, Edward entró en mí, poco a poco.

—Te amo, Bella, eres mi vida. Estaba vacío, sin nada en mi corazón y tú llegaste a llenarlo de amor.

—Te amo, Edward —le respondí—, pero no estabas vacío, simplemente no sabías como dar de nuevo todo ese amor que tienes en tu corazón.

Estábamos quietos, con él dentro de mí, era la sensación más maravillosa del mundo, pero necesitaba que se moviera; así que moví mis caderas y comenzamos esa maravillosa coreografía que ensayábamos casi siempre. Sus manos se movían por mis costados, él dejaba pequeños besos por mi cuello, por mis pechos.

Llegué primero al orgasmo y Edward me siguió un poco después, nos quedamos abrazados controlando nuestra respiración, calmándonos de toda esa vorágine de sentimientos. Edward me acomodó hasta dejar mi espalda en su pecho.

—Según lo que he leído, esta posición en unos meses será muy efectiva.

— ¿En unos meses?

—Sí, ya sabes…. para no aplastar al bebé cuando hagamos el amor.

—Edward —reproché carcajeándome y me volteé para quedar frente a él, lo acaricié con mi nariz.

—No empieces, Bella. Mañana tendrás ojeras y no quiero que mi novia se vea cansada el día de nuestra boda.

—No estaré cansada, estaré satisfecha, me verán y dirán mira, qué cara de felicidad tiene la novia —argumenté entre bostezos, lo cual echó para atrás mi teoría.

—Anda, tendremos dos gloriosos días para nosotros.

Solo íbamos a estar dos días de luna de miel, los dos teníamos casos que no podíamos abandonar, además de Ethan.

Íbamos a ir a una casa a los Hamptons, cortesía de Aro. Estaríamos cerca de Ethan por cualquier cosa, pero lo suficientemente aislados para dar rienda suelta a nuestras locuras ¡y mira que tenía muchas en mente!

El cansancio junto con las caricias de Edward me hicieron dormir rápidamente.

— ¡Lo sabía! ¡Sabía que los encontraría juntos! —Era Alice gritando—. ¡Bella, despierta, maldita sea! Son las diez de la mañana y la boda empieza a la una, vamos con horas de retraso.

Eso acabó de despertarme. Las diez de la mañana, ¡maldición! Era realmente tarde. Intenté pararme, pero la mano de Edward, totalmente dormido, ajeno a todo el alboroto, me detuvo.

—Bella, duermes como piedra, los he llamado cerca de cien veces. Mira a Cullen, ni se inmuta. —Tomó una vieja playera de Edward y me la pasó—. Muévete, anda. Jasper está abajo con Ethan. Anoche desaparecieron Edward y Emmett, y como Jasper y yo éramos los únicos sobrios y conscientes nos tocó cuidar a Ethan. Anda despídete de tu hijo y comienza a caminar. Bella el amigo de Yulia llega en quince minutos a tu casa y ni siquiera estás bañada.

Desperté a Edward y le dije que íbamos tarde a nuestra boda. Bajé por Ethan, le di un beso, platiqué un momento con él y le dije que lo dejaría con su papá para que lo pusiera guapo. El estaba encantado con estar guapo así que ni siquiera protestó.

Llegamos a la casa y ya nos estaban esperando. Todas las mujeres íbamos a arreglarnos juntas, bueno no todas, pero sí la mayoría; Rose, Esme, Nessie, Alice y yo.

Me metí a bañar, había ido dos días antes a un spa, donde me habían depilado toda, así que no tenía que preocuparme por eso, tomé mi jabón de vainilla, el preferido de Edward e iba a comenzar a tallarme pero el olor me hizo salir de la ducha y vaciar mi estómago.

Tocaron a la puerta. —Bella… ¿Estás bien?

—Sí, solo los nervios, es solo eso.

Cerré el jabón de vainilla sin respirar y abrí con cuidado el de fresas con nata; y no sentí náuseas, ni nada… así que tocarían fresas.

Terminé de bañarme y salí a vestirme. Alice ya tenía lista la ropa interior, la habíamos comprado en una tienda exclusiva, era hermosa, sexy.

—Anda, vístete. Ya están terminando con Nessie, seguirán con Rose. Voy a bañarme cuando regrese quiero que tengas el cabello seco.

—Claro que sí, General —le contesté.

—No te rías, Bella. Lo sé, estoy un poco obsesionada con que todo salga bien, olvídalo, relájate disfruta tu día. Si llegas tarde el novio estará esperándote, de eso no hay duda.

Alice salió y comencé a ponerme crema despacio, disfrutando. Me puse la ropa interior y me miré al espejo, me veía bien, me gustaba como me veía.

Me puse una camiseta vieja y comencé a secarme el cabello.

Tocaron a la puerta, era Esme que me traía algo de comer.

—Hola. Bella, te traje algo que comer; no queremos que la novia se desmaye por no haber comido.

Mi estómago hizo ruidos al oler la comida.

—Gracias, Esme. ¿Sabes algo de Ethan?

—Sí, creo que puedo meterme en problemas pero, mira…

Me enseñó su móvil, tenía una foto de Emmett, Edward y Ethan con el pecho desnudo y la cara llena de espuma de afeitar.

Las lágrimas se me salieron, habían titulado la foto como "Los Cullen". Oficialmente Ethan era un Cullen desde hace dos días cuando mi padre había firmado de testigo, era el único que faltaba.

—Son tan lindos, ¿cierto?

Miré a Esme y también tenía lágrimas en los ojos. Nos abrazamos y nos quedamos unos minutos en silencio, no eran necesarias las palabras.

—Anda, come.

Me terminé todo lo que había llevado.

—Veo que tenías hambre, la noche te dejó con mucha.

No era exactamente la noche, pero bueno. Todavía no podía decir nada.

—Muchas gracias, Esme. Has sido un pilar en mi vida, me has dado una gran familia.

—Tú me devolviste la mía, Bella; ahora somos una gran familia.

Tocaron a la puerta y era el maquillista.

Confié en sus manos, no sé cuánto tiempo pasó, pero cuando volví a verme al espejo me veía hermosa.

—Solo nos falta tu cabello, pensé en recogértelo. —Me indicó cómo había pensado hacerlo y me gustó la idea.

Me ayudaron a ponerme el vestido entre Alice y Nessie, porque Rose no se sentía muy bien y estaba sentada, quejándose.

Esme me dio unos aretes hermosos, que eran de la abuela de Edward, me dijo que Edward le había pedido que me los diera para ponérmelos.

Todo estaba listo, papá entró a verme y los ojos se le llenaron de lágrimas. Pocas veces había visto a papá así.

—Te amo, mi princesa. Sé que no fui el mejor padre del mundo, pero creo que puedo compensártelo intentándolo a diario.

—Gracias, papá.

—Es raro, pero no dejo de pensar en ti como mi pequeña; verte vestida así me hace sentir tan feliz, tan contento.

No pude decirle nada, simplemente lo abracé.

Salimos rumbo a la iglesia en el jeep de Emmett que había ido por mí. Rose iba atrás conmigo.

—Bella, apresura al padre. Si esto que tengo no son contracciones no sé qué son. Emmett deja la camioneta cerca.

— ¿Te duele mucho, Rose?

—No, es más como una molestia continua. Carmen estará en la fiesta y tocará que me atienda alguien más. Estoy pensando que si tengo que ir al hospital me raptaré a Carmen.

—Llegamos —anunció papá.

Respiré profundamente y me alisté.


*Supersizeme, es un documental en el que una persona solo puede comer lo que vendan en Mcdonals, y si le dicen que si quiere agrandar el combo debe decir que si, esta es la premisa, pero descubren todo el daño de comer solo comida de ese lugar.

*Caldo tlalpeño, es un cocido con carne de res, puerco y pollo, verduras, y un poco de chile chipotle, aguacate, y ya se me antojo.

Juro que si algún día encuentro una mejor palabra para agradecer la usare pero por lo pronto GRACiAS.

Capítulo 28: Capitulo 25. Mamá Capítulo 30: Capitulo 27. Abordando el final.

 


 


 
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