Buenos días Mr. Cullen ©

Autor: vickoteamEC
Género: General
Fecha Creación: 12/10/2010
Fecha Actualización: 27/01/2013
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 81
Visitas: 114607
Capítulos: 32

T E R M I N A D O

Un pequeño accidente desencadenará toda una historia.

¿Hasta dónde serías capaz de llegar por defender lo que quieres, sin romper las reglas ? ¿Qué harías si lo prohibido es tu única opción? ¿Gana la razón al corazón?

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Los personajes, algunos escenarios y situaciones son propiedad de Stephenie Meyer. Sólo la trama es de mi creación.

 

 

 

Protegida con derechos de autor por safe creative.

 

 

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Capítulo 9: DECISIONES Y MÁS SORPRESAS

 

EDWARD POV

El tiempo al lado de los chicos pasaba volando. Alice, Jasper, Bella y yo ocupábamos la mayor parte de nuestro tiempo libre en estar juntos; inclusive salí con Jasper una que otra vez a ver partidos de fútbol, él era un amigo increíble. Era fácil quedar encantado con ese par de tortolitos (Alice y Jasper), ya los consideraba mis amigos y a Bella, bueno, ella era realmente especial para mí.

Entre más la conocía más me fascinaba.

A estas alturas ya no importaba nada, no importaban las edades, ni que fuera mi alumna; sólo me importaba acercarme a ella, conocerla y pedirle que fuera mi novia. Aunque, a mi parecer, estaba apresurándome, deseaba hacerle la famosa pregunta; estaba casi seguro de que aceptaría, correspondía mis besos, se estremecía ante mis roces y en su mirada sólo veía sinceridad. No me importaba llegar mucho más temprano de lo habitual a la escuela para estar con ellos. No un existía pretexto que me alejara de Bella a la hora del almuerzo.

Faltaba poco para que se cumpliera un mes desde la primera vez que nos vimos, deseaba hacer algo especial para ella. Pero, aún no le pediría que fuera mi novia, no me sentía listo. No por eso dejaba de insinuarme a Bella. Esa mañana, mientras estábamos en la cafetería, Alice prácticamente me restregó en la cara que debía llevar a Bella a algún lugar. Aprovecharía después de mi clase para hacerlo, era viernes y creí que difícilmente se negaría.

—Mr. Cullen, no nos deje tarea. Por favor— suplicó la tramposa de Alice haciendo un puchero irresistible.

—Está bien, Alice. Pero el lunes si tendrán tarea. Pueden salir chicos— todos comenzaron a salir–. Swan, necesito que se quede, por favor.

—Sí, Mr. Cullen— acomodé algunas de mis cosas, mientras esperaba a que nos quedáramos solos.

— ¿Qué pasa, Mr. Cullen?— preguntó Bella extrañada, acercándose a mi sitio.

—Bella, ya no estamos en horario escolar— prefería mil veces que me llamara por mi nombre.

—Pero aún estamos en la escuela. Entonces, ¿qué pasa, Mr. Cullen?— Bella sí que era testaruda.

—Está bien, señorita Swan. Desearía saber su opinión con respecto a algo.

— ¿Qué cosa?

—Me encantaría invitar a salir a una alumna, ella es muy linda y no sé qué piense con respecto a ir a cenar ésta noche— dije quedito, como si habláramos en secreto. Ella pareció pensarlo y mordió su labio, lucía extremadamente linda haciendo eso—. ¿Qué opina usted, señorita Swan? ¿Debería pedírselo?

—No sé— susurró.

— ¿Qué diría usted?

—Tal vez, sólo tal vez, aceptaría— dijo muy bajito, siguiéndome el juego.

—Entonces, se lo pediré y ya veremos qué dice.

—Okey. Pero… tengo una pregunta, Mr. Cullen.

— ¿Cuál?

— ¿Porqué estamos hablando bajito?

—No sé— susurré y comenzamos a reír bajito. Estábamos de frente, con el escritorio entre nosotros.

— ¿Señorita Swan?

— ¿Sí, Mr. Cullen?

— ¿Quiere ir a cenar conmigo ésta noche?

—No sé, déjeme pensarlo— dijo poniendo su dedo sobre el mentón pensativamente. Hice un gesto de súplica y asintió.

—Acepto su invitación, Mr. Cullen— sabía que aceptaría, aunque en el fondo temía que dijera que no.

Sonreí complacido y me hipnoticé con su hermosa mirada. Acaricié y tomé su rostro acercándonos para terminar dándonos un beso. A pesar de estar en una posición forzada, realmente lo estaba disfrutando. Me estaba dejando envolver en su dulzura cuando escuchamos un grito de afuera.

— ¡Jasper, ayúdame con mi bolso!

— ¡Yo lo levanto no te preocupes!— dijo él dándonos una señal de advertencia.

Nos acomodamos de la manera más casual y menos fingida que pudimos. Bella acomodó su cabello y cuando clavamos la vista en un libro la puerta se abrió.

—Buenas tardes— nos saludaron.

—Buenas tardes— contestamos al unísono.

— ¿Qué hacen aquí tan tarde?

—Le pedí a la alumna que se quedara porque me comentó que tenía dudas sobre el tema de ayer y se nos fue el tiempo— dije con seguridad.

— ¿En serio?— preguntó el director, que estuvo a punto de encontrarnos en pleno beso.

—Sí, señor director— dijo Bella, podía notar su nerviosismo.

—Me extraña de usted, señorita Swan. Siempre ha sido una de mis mejores alumnas— ella sonrió sin saber qué decir, estaba por decir algo cuando la pequeña Alice entró como un remolino.

—Pero tampoco es perfecta y para todo hay una primera vez. Ella se confundió y le pidió ayuda a Mr. Cullen, que para eso está ¿No es así, señor director?— dijo Alice.

—Claro, señorita Brandon— contestó y ella le sonrió.

—Bella, ¿nos vamos?, ya fui por Jasper y está afuera. Lamento haberme ido, Mr. Cullen. Pero tenía que ver a mi novio, usted sabe cómo son estas cosas.

—Claro, señorita Brandon— dije.

— ¿Después pude explicarme a mí?

—Por supuesto— contesté.

Bella se había mantenido en silencio.

—Vámonos, Alice. Gracias, Mr. Cullen— dijo Bella estrechando mi mano y luego la del director—. Hasta luego, señor director.

—Que les vaya bien, señoritas. Que tengan un lindo fin de semana— contestó el director.

—Igualmente— dijeron y salieron.

—Siempre hay una primer vez ¿no?— dijo bromeando.

—Así es— Suspiré aliviado, pensé que se enfadaría por haberme encontrado solo con una alumna.

Salimos y él se fue. Vi a Bella y Alice en el pasillo, las alcancé y caminé junto con ellas hacia afuera.

—Estuvo cerca— dije cuando estaba enseguida de ellas.

—Y me deben una— contestó Alice.

—Gracias, Alice— dijo Bella.

Escuchamos un trueno y Bella gritó brincando a los brazos de Alice.

—Bella, me cortarás la circulación— se quejó nuestra pequeña amiga.

—No me gustan las tormentas— dijo Bella apretando a la pobre de Alice.

Me reí y junto con Alice hicimos que Bella fuera el centro de las bromas.

Logré entrar a mi auto antes de empaparme por la lluvia que recién comenzaba.

Cuando llegué a casa Esme estaba cocinando y papá llegaría hasta la cena. Me puse a revisar mis apuntes y descubrí el número de Bella en una de las hojas. Sonreí satisfecho, esa noche sería especial; tal y como lo había pensado.

No dudé ni un minuto y le envié un mensaje de texto: Ni siquiera la lluvia impedirá que te vea esta noche, pasaré por ti a las 8. E.

Su respuesta me llegó instantáneamente: Ok, te espero a esa hora. B.

Mientras comíamos, Esme me dio las llaves de mi cabaña; ella acaba de terminar de decorarla para mí. Le di un gran beso en la mejilla en agradecimiento, ella había hecho un gran trabajo. Se me ocurrió la genial idea de llevar a Bella a mi cabaña, definitivamente ese era el lugar perfecto. Dediqué el resto de la tarde en preparar todo para la noche, me duché y me vestí un poco más formal que de costumbre, llevé todo lo necesario para decorar la cabaña, le pedí prestada su vajilla a mamá y me marché.

Dejé la mesa lista y puse el vino a enfriar. Para hacerlo más especial, yo mismo preparé la cena. Puse la comida en la barra y me fui a casa de Alice para buscar a Bella.

Estacioné el auto en la acera y toqué la puerta. Bella salió a recibirme, al verla me quedé como idiota viendo lo hermosa que lucía, era la primera vez que la veía en vestido y sandalias, se había esmerado en alistarse y el resultado me encantaba. Ella sonrió y se sonrojó, yo estaba más que perdido en su mirada.

—Awww, ¡qué lindos!— dijo Alice. 

—Hola, Alice— dije regresando a la realidad.

—Hola— dijo ella muy sonriente. Bella aún no había dicho nada

— ¿Nos vamos?— le dije ofreciéndole mi brazo.

Salimos con nuestros brazos entrelazados y sonriendo como dos adolescentes. La ayudé a entrar al auto, cuando me abroché el cinturón volteé a verla y no pude hacer otra cosa que sonreírle. Esta chica podía sacar lo mejor de mí. Cada vez me sentía más atraído a ella.

—Te vez preciosa— dije sinceramente.

—Gracias. Tú también luces muy guapo— dijo sonrojándose.

—Y cuando te sonrojas, luces adorable— sonrió, me hipnoticé con su mirada y sin dudarlo la besé.

Encendí el coche y puse música. Entrelacé nuestras manos, deseaba sentirla cerca.

— ¿Edward?

— ¿Sí?

—Aún no me has dicho a dónde vamos— dijo un poco impaciente.

—A cenar— contesté casualmente.

— ¿A dónde?

—Es una sorpresa— le dije con una sonrisa.

— ¿Sabías que…, no me gustan las sorpresas?

—No, no sabía. Pero estoy seguro de que te va a gustar

Ya no insistió y se dedicó el resto del camino a acariciar nuestras manos, yo besé la suya tantas veces como pude.

Tomé el camino que sabía de memoria, de reojo pude ver que Bella tenía el ceño fruncido, parecía que estaba confundida.

— ¿Te gusta?— le pregunté cuando llegamos.

—Es… hermoso.

—Gracias.

— ¿Es tuya?

—Sí. Aunque vivo muy bien con mis padres y no me falta nada, a veces necesito mi espacio. Le pedí a mi madre que hiciera esto por mí, éste es mi pequeño refugio.

Entramos a la casa y pude ver que Bella estaba encantada con la cabaña, la tomé de la mano y la llevé al tejaban del patio. La ayudé a que se sentara y serví la cena y el vino, negándome a recibir su ayuda; ella era mi invitada y la atendería con todas las atenciones posibles. Después de dejar todo en su lugar tomé mi lugar frente a ella.

—Mmm, está delicioso, felicita al chef— dijo después de dar el primer bocado.

—Gracias por tu felicitación.

— ¿Tú hiciste esto?— preguntó muy sorprendida.

—Sí, me gusta mucho cocinar aunque sea difícil de creer.

—A mí también me gusta cocinar— dijo riéndose junto conmigo.

Para el postre le había pedido ayuda a Esme. Hizo un pastel delicioso.

Decidí jugar un poco y comencé a darle de comer en la boca a Bella como si fuera una niña, ella hizo lo mismo después. Desearía poder quedarme junto a ella todo el tiempo, cada momento a su lado era maravilloso.

Terminamos de comer y estuvimos un rato en silencio, sólo viéndonos y sonriendo.

—Gracias— dijo con su hermosa sonrisa.

— ¿Por qué?

—Por la sorpresa.

—Te dije que te gustaría— le dije viéndola directamente a los ojos.

Estaba comenzando a tomar valor, le haría la pregunta que me estaba matando de curiosidad. Rocé su mejilla con mi mano y me acerqué a ella para darle un beso, apenas la había tocado cuando se sobresaltó y me levanté rápidamente. 

— ¡Rayos!, discúlpame, Bella… lo siento… no quise…— ¡demonios! Le había echado una copa de vino encima.

—Está bien, Edward. Fue un accidente.

Sentía mucha vergüenza por lo que había hecho. La llevé al baño y esperé afuera impaciente. ¿Cómo pude ser tan torpe en un momento así? Estuve a punto de decirlo, no podía creer la estupidez que había cometido. Mientras me recriminaba mentalmente escuché la risa de Bella.

— ¿Pudiste sacar la mancha?— dije preocupado.

—Edward, no pasa nada— dijo riéndose. La miré por un rato y me dejé contagiar por su risa.

—Debes cambiarte, estás empapada.

— ¿Podrías prestarme algo?

—No tengo ropa aquí— ¡Genial! cero y van dos, pensé—. Voy a ver si encuentro algo.

— ¿Te ayudo a buscar?— asentí y la llevé a mi armario para que me ayudara a buscar.

—Encontré esto. ¿Sirve de algo?— dije dándole una camisa que había dejado olvidada el otro día.

—Supongo que sí.

Entró al baño de la habitación a cambiarse. Poco tiempo después salió y casi me provoca un infarto; se veía muy sexy con mi camisa. Borré cualquier pensamiento y tomé el vestido. Logré quitar la mancha y lo puse en una silla para que se secara. Cuando di media vuelta para ir al lado de Bella el cielo nos regaló un enorme estruendo, ella gritó y se fue la luz.

— ¡Edward! ¡Dónde estás!— gritó de nuevo totalmente desesperada.

—En el comedor, ¿dónde estás tú?

—En la sala— otro trueno iluminó la sala, Bella gritó de nuevo y corrí hasta que choqué con ella en la obscuridad.

La abracé con fuerza para que se calmara. No entendía la ansiedad que le provocaban las tormentas, podía sentir cómo estaba temblando.

—Tranquila, Bella ¿Por qué tiemblas?

—Lo odio.

—Ya pasará, sólo es una tormenta. No entiendo, ¿por qué te asusta tanto?

—Cuando era niña me perdí en el bosque en medio de una tormenta y ahora no las soporto— eso lo explicaba todo.

Encontramos unas linternas en la cocina. Nos sentamos un rato en la sala, ella aún estaba algo asustada, acaricié su cabello buscando que se calmara; cuando se escuchaba un trueno ella pecaba un brinquito y yo le daba un beso en la cabeza tratando de tranquilizarla. Bella no quiso que nos fuéramos en medio de la tormenta, intentamos hacer una llamada para avisar que nos quedaríamos, pero nuestros celulares no tenían señal, pasaríamos la noche en la cabaña.

Obviamente ella dormiría en la habitación y yo me quedaría en la sala.

La tomé de la mano y fuimos a la habitación; me hubiera encantado quedarme con ella, pero quería demostrarle que era un caballero y que me importaba. La di un pequeño beso y fui hacia la puerta.

— ¿A dónde vas?— dijo un poco alterada.

—A la sala.

— ¿Vas a dormir ahí?

—Sí. Hasta mañana, Bella.

Un poco después de que me acomodara en la sala, se escuchó un trueno,  un golpe y un quejido. Encendí la linterna y encontré a Bella dando brinquitos, fui a su lado para ver qué tenía.

— ¿Qué pasó?

—Me pegué con la mesa— dijo entre un quejido.

—Bella…— me preocupaba que se hubiera hecho daño—. Ven acá— revisé su pie, sólo tendría un moretón por el golpe; eso me hizo sentirme un poco aliviado.

—Es sólo el golpe, no pasó nada— ella se sonrojó— ¿Qué pasa, Bella?

— ¿Puedo quedarme contigo? No quiero estar sola— sonreí y fuimos a la habitación. 

Arropé a mi niña y le di un beso en la frente con todo mi amor. Me acosté al otro extremo de la cama. Acaba de caer rendido en los brazos de  Morfeo, cuando sentí que algo caía encima de mí, haciéndome despertar de golpe.

— ¡Qué! ¡Qué! ¡Quién! ¡Dónde!— dije desorientado.

—Perdón por despertarte— dijo Bella pegada a mí y con la cabeza escondida.

—Bella, me asustaste. Tranquila, no pasa nada— acaricié su espalda y comencé a tararear una canción que me cantaba mi mamá cuando era niño. Al rato sentí su respiración acompasada, se había quedado dormida.

La miré dormir por largo rato, parecía tan indefensa y frágil. No resistí la tentación de darle un beso. Ella dio un largo suspiro y susurró mi nombre en sueños, me abracé a su pequeño cuerpo y me dejé vencer por el sueño con una enorme sonrisa en la cara.

Al otro día le pedí que fuéramos al cine después de desayunar, pero dijo que prefería ir a su casa y que no traía la ropa adecuada.

En el transcurso de la semana Alice, Jasper, Bella y yo nos dedicábamos a salir o dar paseos. Me mantenía en contacto con Bella tanto tiempo como me era posible.  Podía pasar todo el día pensando en ella y aún así me parecía poco. A pesar de estarme obsesionando con ella y de estar disfrutando el tiempo con los chicos no descuidaba las clases, mis deberes y sobre todo, mi familia.

Invité a Bella a cenar. Esta vez dejé que ella decidiera. Iríamos a su restaurante favorito, era italiano y estaba ubicado en Port Angeles. Hice reservaciones un día anterior.

Por lo que sabía, el lugar era elegante, así que decidí usar un traje negro. Estaba decidido a declararme esa noche. Llegué a casa de los Brandon varios minutos antes de lo que habíamos acordado, Alice me recibió y abrió completamente la puerta para dejarme ver a Bella. Lucía tan hermosa que parecía un sueño. Nos despedimos y la llevé hasta el coche de la mano, no podía quitarle los ojos de encima, se veía espectacular.

— ¿Quieres matarme?— dije mientras encendía el auto.

—Claro que no, ¿por qué lo dices?

—Te ves hermosa— dije sonriendo.

—Gracias. En ese caso, tú también quieres provocarme un infarto— dijo poniéndose adorablemente sonrojada.

— ¿Estás diciendo que me veo guapo?— Asintió y comenzamos a reír.

El camino fue ameno y al lado de la única persona con la que deseaba estar.

Al llegar nos recibió un amigo de Bella, se notaba que era italiano por su acento.

Cenamos tranquilamente, el ambiente era muy romántico. Me había encargado de pedir una mesa privada; así sería más fácil para mí  pedirle que fuera mi novia. Estaba ansioso, necesitaba echarme agua a la cara para despejarme un poco.

—Iré al baño.

—Okey.

— ¿Puedes hacerme un favor?

—Claro.

—Estoy esperando una llamada de mi papá, voy a dejar mi teléfono. Si suena, ¿podrías contestar?

—Sí— dejé mi teléfono celular y me fui.

Carlisle necesitaba que pasara por él al hospital y me llamaría. No sabía a qué hora, por lo que tendía que estar al pendiente.

Me mojé la cara y di varias respiraciones profundas. Pasé mucho tiempo metido en el baño, cuando me sentí preparado salí a enfrentarme a la situación.

— ¿Alguna llamada?— pregunté de manera casual.

—No— dijo seria y viendo a otro lado. Sentía que algo le había pasado, su tono de voz era diferente.

Me disponía a sentarme cuando sonó mi celular. Contesté a la tercera vez que timbró.

— ¿Diga?

— ¡EDWARD! ¿Viste los mensajes?— esa dulce voz era inolvidable.

Después de más de un mes de no saber de ella, Tanya me hablaba.

—Permíteme un momento— tapé la bocina y me dirigí hacia Bella—. ¿Me disculpas?— Bella se limitó a asentir.

Comencé a caminar buscando un lugar alejado del ruido y fui a dar al rincón de un pasillo.

—Hola, ¿qué mensajes? No vi nada, ¿dónde estás?— su llamada me tenía muy sorprendido.

—En Forks, tontito.

— ¿En serio? No puedo creerlo

— ¿Podría ir a visitarte?

—Claro, por supuesto. ¡No puedo creer que estés aquí!— saber que ella estaba cerca me emocionaba.

— ¿Cuándo puedo ir a tu casa?

—Cuando quieras.

—Luego te llamo ¿Okey? Estoy cansada. ¿Nos vemos luego?

—Sí.

—Vivo en la casa que era de mis abuelos, ¿sabes en dónde está?

—Sí.

—Puedes venir cuando quieras. Ed, te he extrañado tanto.

— ¡Yo más!

—Cuídate, nos vemos pronto.

—Te quiero, preciosa.

—Y yo te adoro, príncipe.

Colgué, estaba sumamente feliz. Regresé a la mesa pero Bella no estaba ahí. La busqué con la mirada y la vi casi en la entrada, parecía inquieta.

—Bella, ¿qué pasa?— dije preocupado, ya que la miré bien lucía alterada.

—Me tengo que ir— dijo fríamente.

—Espera, yo te llevo. Sólo pago la cuenta y…

—Me tengo que ir. Adiós— no entendía su cambio de humor tan drástico.

—Bella…— volteé a buscar al mesero y cuando me giré ella ya no estaba—. ¡Rayos!— mascullé.

Pagué la cuenta y salí corriendo del lugar. Bella ya no estaba por ningún lado. Di varias  vueltas en el auto pero no la encontré, de seguro había tomado un taxi. ¿Habría pasado algo malo?

Conduje a toda velocidad, el aspecto de Bella no era muy bueno y estaba sumamente preocupado por ella. Fui a la casa Brandon pero no había nadie, recordé que una vez llevé a Bella a su casa, tal vez estaba ahí. Llegué muy rápido, no me importó rebasar los límites de seguridad. Sólo quería ver que estuviera bien.

Llegué a su calle y pude distinguir dos figuras a lo lejos, una de ellas era Bella. Un enorme chico estaba con ella, pude ver cómo la tomaba del rostro y le daba un beso en la mejilla. Ella lo abrazaba con fuerza.

Me bajé del auto y comencé a caminar despacio hacia ellos

—Te quiero mucho— decía ella con devoción en su voz. El chico le dio un beso en la frente.

—Yo te quiero más, princesa— se abrazaron de nuevo.

Di unos pasos más y unas ramas se rompieron debajo de mis pies. Ambos voltearon a verme, el chico no soltó a Bella. En su rostro se notaba que era un poco más joven que ella, aunque tenía un cuerpo enorme, casi tanto como el de mi hermano. Por más insistente que fui, Bella evadía mi mirada.

— ¿Te podemos ayudar en algo?— dijo el chico.

—Sólo quería ver si estabas bien, Bella— dije sin quitarle los ojos de encima.

—Emm… yo…— Bella estaba nerviosa.

—Ella está bien, gracias por preocuparte. Si nos disculpas, tenemos que entrar— el chico la hizo girar y comenzaron a caminar hacia  la puerta. Ella volteó a verme.

—Adiós, yo… me… voy— dije mientras los veía entrar.

Bella se abrazó al chico y se recostó en su hombro. Cerraron la puerta y yo me quedé clavado al piso por un momento. Caminé mecánicamente al coche y arranqué. Aún no podía procesar la información. Era obvio ¿no?, ella tenía novio. Mi cabeza estaba hecha un lío, ¡pero si ella correspondió a mis besos!, su mirada era transparente, pensé que yo también le gustaba y que sentíamos la misma atracción.

Creo que me dejé ilusionar por una pequeña alumna que quería jugar con su “querido profesor”. Pero no, ella no era así. Siempre me demostró su madurez y… simplemente estaba en shock. 

Casi llegaba a casa pero el silencio me incomodaba demasiado, sintonicé la radio en una estación latina y comenzó una canción que me quedó como anillo al dedo, se titulaba “Bésame” del grupo Camila.

Llegué a mi cochera y me quedé sentado en el auto esperando a que terminara la canción. Sentía un nudo en la garganta. Me bajé del auto y caminé a la entrada de la casa, había luces prendidas por lo que supuse que Esme estaría despierta. Sentía que iba a estallar en cualquier momento. Entré y alguien estaba sentado en la sala.

—Hola, Tanya,

—Ho…— estallé y comencé a hablar hasta por los codos.

— ¡No lo puedo creer! ¿Cómo pudo hacerme eso? ¡Era obvio que no eran sólo amigos! ¡Debiste  haberlos visto! ¡Y yo preocupado de que ella estuviera bien! ¿Y sabes qué es lo que más me da coraje? ¡Que la tenía abrazada! ¿¡Cómo puede dejar que ese tipo la abrace!? Pero claro, es su novio, él puede hacer lo que le dé la gana. Lo peor de todo es que estaban solos en su casa ¡Solos! ¿Sabes lo que eso significa? Tenía ganas de patearle el trasero al tipo ese, ¿cómo se atreve a tan siquiera mirarla?...

— ¡Edward, CÁLMATE! Respira— dijo sacudiéndome por los hombros.

— ¿Tanya? ¿Qué haces aquí?

—Te dije que vendría a visitarte.

—Pero dijiste que te quedarías en tu casa.

—Cambié de opinión.

— ¿Cómo entraste?

—Edward, te estaba esperando. Entraste tan alterado que no te diste cuanta de que estaba aquí

— ¿A sí?

—Sí. Por cierto, Esme fue por tu papá. Dijo que no contestaste tu celular—me miró por un largo rato.

— ¿Qué?— pregunté dudoso.

— ¿Ese es el recibimiento que me das? ¿No merezco ni siquiera un abrazo?

— ¡Claro que sí!— la abracé con fuerza, últimamente la había extrañado como nunca.

Platicamos un rato. Ella se levantó al baño y yo me fui a la sala de estar, sintonicé de nuevo la radio latina y comenzó una canción que se llamaba “¿Dime cómo hago para olvidarte?”. Me serví un trago y me dejé caer en uno de los sillones. Estaba escuchando la canción con atención, la letra me describía a la perfección. Tanya entró y se paró enfrente de mí.

— ¿Mal de amores?— preguntó. Sólo asentí y le di un gran trago a mi vaso.

—Deja eso— dijo quitándome el vaso—. Yo sé que hacer para hacerte sentir bien— dijo tendiéndome la mano.

La miré por un momento dudoso. Al final accedí y tomé su mano. Me llevó afuera y se giró a verme.

—No te arrepentirás— dijo dándome un beso en la mejilla.

No tenía ni idea de qué era lo que tramaba, pero quería olvidarme de Bella. Pensar tanto en ella me estaba provocando un insoportable dolor de cabeza.

Disfrutaría de ésta noche sin que nada me importara.

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Holaaaa !!!!

Alice: aquí está el POV Edward que tanto me pediste. Por fin lo pude hacer y tmb va para quienes me dejan sus comentarios y pidieron este POV Edward.

¿Qué treará Tanya entre manos? ¿A dónde llevará a Edward?

¿Qué les pareció este cap?

Les aviso que tal vez no actualice tan pronto como quisiera, tal vez tarde unos 7-8 días. Haré lo posible por subir antes, pero estoy en exámenes finales y se me complica un poquito. Ok???? Por eso les subí este cap tan rápido, es una manera de recompensarles la próxima espera.

mil gracias por el apoyo!!

besos de bombón!

;)

 

Capítulo 8: SORPRESAS Capítulo 10: VERDADES

 
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