Buenos días Mr. Cullen ©

Autor: vickoteamEC
Género: General
Fecha Creación: 12/10/2010
Fecha Actualización: 27/01/2013
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 81
Visitas: 114599
Capítulos: 32

T E R M I N A D O

Un pequeño accidente desencadenará toda una historia.

¿Hasta dónde serías capaz de llegar por defender lo que quieres, sin romper las reglas ? ¿Qué harías si lo prohibido es tu única opción? ¿Gana la razón al corazón?

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Los personajes, algunos escenarios y situaciones son propiedad de Stephenie Meyer. Sólo la trama es de mi creación.

 

 

 

Protegida con derechos de autor por safe creative.

 

 

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Capítulo 12: NOCHE ESPECIAL

 

EDWARD POV

Acababa de dejar a mi Bella en manos de Alice; sabía que ella haría algo especial, como se lo había pedido.

Fui directamente a casa por las cosas que había comprado para esa noche. Al amanecer cumpliríamos el primer mes de relación y quería hacer algo muy especial para mi ángel. Tenía planeada una sorpresa en la cabaña: inolvidable, única, íntima; pero lo más importante: nuestra.

— ¿Te ayudo, hijo?— dijo Esme cuando me vio batallando con una caja.

—Claro, mamá— subimos las cosas al coche y regresamos a la casa.

—En un  momento más los llamo para comer— anunció entrando en la cocina.

—Está bien, mamá— contesté y me dirigí a mi habitación.

Minutos después nos llamó, Emmett y yo fuimos directo al comedor. Esme ya tenía listo todo un festín para nosotros.

— ¿Y papá?— preguntó Emmett.

—Hoy no vendrá. Tiene cosas qué hacer en el hospital— contestó Esme—. Hijo, pronto terminará el semestre en el instituto, ¿ya pensaste qué harás después?— dijo dirigiéndose a mí.

Pensé un momento pero no contesté.

—Podrías pedir una plaza para el siguiente curso, tomarte un año de descanso y viajar… — hizo una pausa y me miró—, o podrías trabajar con tu papá.

—No. Mamá, ya te dije que no voy a regresar a un hospital.

—Edward, ¿qué fue lo que pasó?— tomé mi vaso de refresco y le di un sorbo; evadiendo su pregunta—. Deberías trabajar con tu papá y tal vez…

— ¡No! No insistas, por favor, y no quiero hablar de eso— dije tajante.

—Está bien— Esme parecía afectada por mi tono de voz y agachó la mirada a su plato. Lamentaba haberla hecho sentir mal.

— ¡Oye! No le hables así a mamá— regañó Em con el seño fruncido.

—Mamá, lo siento— dije tomando su mano.

—No te preocupes, Edward. No pasa nada. Mejor dime, ¿a dónde llevas las cajas que subimos a tu coche?

—De seguro va a intentar pervertir a su pequeña novia— dijo Emmett divertido.

— ¡Emmett! — lo reprendió mamá. 

— ¿Qué?— dijo él con inocencia fingida—. Su novia es una niña, Ma. Deberías ver lo pequeña es.

—Emmett, eso no te incumbe. Además, si tu hermano la eligió es por algo.

— ¡Hey! Yo no te digo nada de Rose— dije intentando defender a mi novia.

—Pero Rose es menor que yo dos años. ¡No seis!

—Bella es una chica muy madura para su edad— rebatí.

—Pero eso no le quita lo pequeña.

— ¡Niños! Por el amor de Dios, compórtense. Emmett deja de molestar a tu hermano y tú no le sigas el juego.

—Sí, mamá— contestamos al unísono, igual que cuando éramos niños y nos regañaban por alguna travesura.

— ¿Cuándo voy a conocer a tu novia?— me preguntó mamá interesada.

Siempre había querido llevar a Bella a casa de mis padres para presentárselas, pero daba la casualidad que cuando lo hacía no coincidíamos con ellos.

—Mañana— contesté sonriendo.

— ¿Se llama Bella? — cuestionó Esme con curiosidad.

—Sí— recordé la conversación que tuvimos en la heladería del Mall en la que me comentó que conocía a mis padres—. Bella Swan, creo que la conoces.

— ¡Edward! ¿Bella Swan es tu novia?— dijo mi madre sorprendida. Dije que sí con la cabeza y ella sonrió.

— ¿La chica que vive con los Brandon? — parecía que no lo creía, reí levemente.

—Sí, ella misma.

—Debo admitir que es muy joven, pero muy linda. Prepararé algo especial, tu padre estará aquí— dijo emocionada. Sonreí, me daba gusto que mi madre se emocionara con Bella.

—Gracias, mamá.

— ¡Me tocan los trastes!— dijo Emmett entusiasmado después de que termináramos de comer.

Reímos y unos minutos después estábamos los tres en la sala; Emmett y yo veíamos televisión y mamá leía un libro. Después de compartir un agradable momento con ellos fui a mi habitación a bañarme, alisté un cambio formal de ropa: pantalón de vestir negro, camisa azul obscuro y zapatos negros; también tomé un pijama y algunas cosas para el baño.

Me despedí de ellos y me fui a la cabaña.

Llegué y bajé todo del coche; cambié las sábanas y la colcha de la cama, puse varios adornos y velas en los baños. Me esmeré en la cena y en el postre.; acomodé la mesita central de la sala para usarla como comedor, puse muchos cojines alrededor, velas al centro y un tazón de cristal en forma de corazón lleno de pétalos. Había velas en cada superficie; hice un camino de pétalos desde la entrada hasta la mesa y preparé el video con fotos de nosotros que yo mismo había editado, lo pondría cuando entráramos. Fui al vestidor y me cambié, por una extraña razón me sentía sumamente nervioso.

Revisé que todo estuviera perfecto antes de salir, subí al coche y puse música. El camino se me hizo eterno, moría de ganas por ver a Bella. Llegué a la puerta y llamé una vez, dos veces, tres veces: nada. Comenzaba a desesperarme, iba a tocar de nuevo cuando escuché a Alice.

— ¡Ya voy!— esperé un rato más y abrió la puerta.

—Wow, que guapo— aduló la Pixie.

—Hola, Alice— dije dándole un beso en la mejilla.

—Hola. Pasa— contestó con una gran sonrisa.

— ¿Y Bella? — dije entrando casi corriendo a la sala.

— ¡Huy!, pero qué desesperado— la miré y se rió—. Está arriba, en un momento te la mando. Es que me faltan unos detallitos— hizo una seña con sus dedos y me eché a reír.

—Okey. La espero.

—Siéntate. Ya no vas a crecer y quedándote parado no harás que baje más rápido— sonreí y le hice caso.

—Gracias, Pixie— sonrió y dio media vuelta.

Alice subió las escaleras y me quedé sólo en la sala. Comenzaba a desesperarme aún más; mis pies no podían estar quietos, me levantaba, deba una vuelta por la habitación y me sentaba  de nuevo. Acababa de sentarme por enésima vez cuando escuché que abrían la puerta, eran los papás de Alice.

—Buenas noches— dije poniéndome de pie para saludar.

—Hola, muchacho— dijo John estrechando mi mano.

Él era alto, robusto, si no se rasurara la cabeza tendría cabello rubio, tez blanca, ojos azules y bigote. Era una persona amable y bromista, Alice se parecía en él en la manera de mirar, de fruncir el ceño y en la sonrisa.

— ¡Edward! Qué gusto— dijo la mamá de Alice, con el mismo estilo ve voz chillona de la Pixie, y dándome un cálido abrazo.

Mary era una mujer muy linda. De estatura media, muy blanca, cabello largo y negro intenso. Alice se parecía mucho a ella, el peculiar color de ojos entre verde y azul, la forma de la cara, la nariz. En sí, parecía la versión adulta de Alice.

—Hola, Mary— saludé.

—Pero que apuesto, ¿vienes con mi pequeña Bella?— preguntó Mary.

—Sí.

—Cariño, no empieces a alagarlo que me pondré celoso— dijo John bromeando y todos reímos.

Estábamos en medio de una plática que no implicaba otra cosa que carcajadas por parte de los tres, cuando apareció la Pixie en el último escalón y con cara de sorpresa.

— ¿Qué hacen aquí?— dijo Alice acercándose a nosotros.

—Nena, yo también te amo— dijo su papá sarcásticamente.

—Papi, no es eso. Es que me sorprende que estén aquí.

—Lo sé, mi vida. Pero necesitamos cambiar de equipaje— contestó Mary.

Alice terminó de bajar las escaleras corriendo y los abrazó, se veían muy bien los tres juntos.

—Bueno, Edward, nosotros nos vamos. Que se diviertan— dijo Mary dándome un beso de despedida.

—Gracias, Mary— dije correspondiendo su saludo.

—Se cuidan— dijo John despidiéndose.

—Claro, John— estreché su mano. Alice y yo los vimos subir las escaleras.

—Bella ya viene. Suerte, león— dijo Alice dándome unas palmaditas en el hombro.

Desapareció por la cocina y me quedé plantado a media sala, viendo fijamente las escaleras. Mis manos comenzaron a sudar, los nervios me mataban, poco me faltó para comenzar a morder mis uñas. Estaba jugando con el dobladillo de las mangas de mi camisa cuando escuché una hermosa voz.

—Hola.

Levanté la vista para encontrarme con un ángel directamente caído del cielo. Sonreí como idiota embelesado con su belleza. Bella usaba un vestido sin tirantes (del mismo tono que mi camisa), tenía una cinta al frente con la que se formaba una especie de moño a la izquierda; se ajustaba perfectamente a su silueta; su cabello caía a un lado como una coleta de ondas suaves y por el otro lado tenía una perfecta trenza; usaba unos hermosos aretes largos y una pulsera con muchos brillantes; también usaba tacones, aunque yo no sabía mucho sobre eso, eran muy bonitos; su maquillaje era marcado, pero elegante. Se veía perfecta, no había otra palabra.

—Hola— repitió llegando a mi lado.

—Ho…Hola— tartamudeé.

— ¿Qué? — preguntó con sus ojitos brillando hermosamente.

—Estás hermosa— dije enfatizando la palabra. Ella sonrió y me dio un ligero beso en los labios.

—Gracias— dijo sonrojándose.

La tomé de la mano y la conduje al auto. Antes de ayudarla a entrar  le di un intenso beso, noté que estaba un poco tensa y me empujó suavemente por el pecho.

— ¿Qué pasa?— pregunté extrañado.

—Aquí no, Edward— dijo ella sonrojada—. ¿Crees que los papás de Alice están ocupados?— asentí y se rió.

—De seguro están viendo por la ventana— afirmó son seguridad.

—Y… ¿Alice está a un lado de ellos?— pregunté entrecerrando los ojos.

—No lo dudes— sonreímos y le ayudé a entrar al coche.

—Edward, sin rodeos ¿A dónde vamos?— volteé  a verla y sonreí maliciosamente.

—Por favor— dijo suplicando.

—Te va a gustar.

—Siempre dices eso— dijo emberrinchándose; me encantaba que hiciera eso, lucía muy adorable.

—Pero te gusta ¿o no?— no contestó nada, sólo se rió y comenzó a jugar con nuestras manos.

El camino se me hizo rápido en su compañía.

—La cabaña— dijo cuando tomé el, ya tan conocido, camino a mi casa.

— ¿Ves que no es tan malo?— llegamos, la tomé de la mano y caminamos hasta la puerta.

—Espera, no puedes entrar— dije antes de abrir.

— ¿Por qué?

—Porque no— dije como si fuera obvio–. No seas impaciente y espérame aquí.

—Pero…— la callé con un beso que poco a poco fue tomando intensidad. Recordé la cena y me obligué a soltarla.

—Espérame aquí— dije y asintió regalándome una de sus hermosas sonrisas.

Entré rápidamente, acomodé la cena, encendí las velas y le di Play al video. Salí y Bella estaba de espaldas a mí viendo la luna, era una noche despejada, milagrosamente el cielo no estaba lleno de nubes. La abracé por la espalda y recargué mi barbilla en su hombro.

— ¿Vamos?

—Ajá— dijo girándose.

La tomé de la cintura y la besé. La giré de nuevo para que quedara de espaldas a la puerta y comencé a caminar hacia adentro sin dejar de besarla, hice trampa y abrí los ojos para poder ver por dónde íbamos. Cerré la puerta de una patada, aún besándola; ya que estábamos en la entrada de la sala rompí el beso y la giré para que pudiera ver lo que le había preparado para ella con tanto amor.

Se quedó en silencio mucho tiempo, más de lo que hubiera pensado; la tenía abrazada por la espalda y sólo se escuchaba la música del video de fondo. Oí sus sollozos, la solté y me puse frente a ella.

—Amor, ¿por qué lloras?— dije atrapando su cara entre mis manos.

 —Esto es… es… precioso. Es demasiado, Edward. No debiste.

—NADA, es demasiado para ti— dije para después darle un pequeño beso. Me sentía orgulloso de haber cumplido con mi objetivo, Bella estaba encantada con la sorpresa.

La guié a la mesa, nos dejamos caer en el piso y comenzamos a cenar. Le di de comer en la boca y ella me dio de comer a mí; después de la cena vino el postre, Bella me felicitó por lo rico que me había quedado todo. Retiré los platos, los puse en la barra de la cocina y regresé al lado de mi ángel.

Era un momento perfecto: los dos alejados del bullicio, viéndonos directamente a los ojos, enamorados el uno del otro, besándonos con devoción, disfrutándonos, amándonos.

—El video se ha repetido millones de veces y no me canso de verlo— dijo emocionada—. Gracias— dijo de nuevo.

Acarició mi mejilla suavemente y me acerqué para besarla. El beso comenzó lento pero poco a poco se volvió más demandante e intenso. Sus manos fueron directamente a mi cuello, atrayéndome para que me pegara más a ella; mis manos bajaron a su cintura, aprisionándola con firmeza; nos fui recostando sobre los cojines, estaba sobre ella de tal manera que no soportara mi peso. Nuestras manos tímidas comenzaron a explorar, cada vez me faltaba más el aire; sentía sus pequeños jadeos en mi boca, dejé un momento sus labios para ir a su cuello. Comenzó a ronronear y a estremecerse ante mis caricias y soltó un pequeño gemido cuando mordí levemente su cuello. Me separé de ella y la vi a los ojos.

—Bella, si tú no quieres…— no me dejó terminar, me besó con fuerza y jaló mi cabello.

—No te detengas— dijo contra mis labios.

Sin dudarlo me levanté y la cargué como novia para ir hacia la habitación. Su vestido se había subido un poco y me daba una vista perfecta de sus piernas. Hice un camino de besos desde su clavícula hasta sus labios, la dejé sobre la cama con mucha delicadeza, como si se tratara del tesoro más valioso del mundo; poco a poco se fue haciendo una pila de ropa en el piso, sólo nos separaban tres delicadas prendas.

Estaba disfrutando de ella, me encargué de acariciar cada rincón de su cuerpo, me estaba enloqueciendo. Besé su abdomen y escuché cuando Bella daba un largo suspiro y la noté muy tensa. Me separé para verla: tenía la cabeza  hacia un lado, apretaba los ojos y mordía su labio inferior. Era como si tuviera miedo y no era difícil adivinar por qué estaba así. Tomé toda la fuerza de voluntad que tenía y me levanté por completo. Ella aún no estaba preparada y lo iba a respetar, esperaría todo el tiempo que fuera necesario.

Me paré a un lado de la cama, ella aún apretaba los ojos.

—No te preocupes, no pasará nada— susurré en su oído.

Di media vuelta y entré al baño. Me mojé la cara y traté de controlar mi respiración, aún estaba agitado por lo que estuvo a punto de pasar. No estaba enojado, no tenía por qué estarlo; pero sí estaba un poco frustrado ¡soy humano! Después de un largo rato salí, me haría bien tomar un poco de aire y un vaso de agua. La encontré sentada en la cama viendo hacia sus piernas, abrí la puerta y levantó la mirada.

— ¿A dónde vas?— dijo con pánico en su voz.

—Por un vaso de agua— respondí y salí.

Me serví el agua y salí al patio un momento. El aire fresco me azotó en la cara, di unas cuantas respiraciones profundas y entré a la cabaña; hacía un poco de frío. Cuando entré en la recámara vi que Bella traía puesto el albornoz beige que había dejado en el baño; sollozaba muy alto y recogía su ropa del suelo. Corrí a su lado y la detuve.

— ¿Qué haces? ¿Por qué estás llorando?

—Me vas a llevar a casa, ¿verdad?— dijo sin dejar de llorar.

—No. ¿Qué pasa?

—Perdóname, no debí dejarte así porque…

—Shhh, no digas tonterías. No tengo nada que perdonarte.

—Es que yo no he… yo nunca…— logró decir entre sollozos.

—Lo sé. No te preocupes, no pasa nada.

—Pero…

—Pero nada— interrumpí, tomé su rostro entre mis manos y la vi directo a los ojos—. Estoy bien, no te pongas así. Será cuando estés lista, ¿Okey?— asintió y la atraje a mi pecho para abrazarla. Me separé y le di un beso corto en los labios—. Yo no tengo planeado salir de aquí hasta mañana, así que vayamos a dormir— abrió los ojos sorprendida, cosa que me extrañó.

— ¿Tan mala te parece la idea de dormir conmigo?— dije citando lo que ella me había dicho en una ocasión. Se rió sólo como ella sabía: de manera melodiosa y hermosa.

Le presté una camisa y yo me puse el pantalón de mi pijama. Nos acostamos y sin dudarlo se abrazó a mí. Acaricié su cabello y nos quedamos en silencio. Teníamos mucho tiempo así, creí que ya estaba dormida.

— ¿Bella?— susurré.

— ¿Sí?—

—Nada, creí que ya te habías dormido.

—No. Todavía no me da sueño.

— ¿Sabes qué hora es?— dije después de mirar mi celular.

—No.

—Son las doce— ella sonrió y se acomodó para quedar a mi altura.

—Feliz primer mes, amor— dije dándole un suave beso. Sonrió apenada y escondió la cara en mi pecho.

— ¿Qué pasa?— me miró de nuevo y sonrió avergonzada, poniéndose adorablemente sonrojada.

—Es que… tú preparaste todo esto y yo no tengo nada para darte. Además te eché a perder la noche.

—Bella, tú no echaste a perder NADA. Tenerte así, abrazada…— dije apretándola más a mí–, es el mejor regalo. Tú eres mi regalo y la noche hasta ahora ha sido perfecta— me miró por un rato y luego me dio una gran sonrisa.

—Te amo— dijo, haciéndome sonreír como tonto. Era la primera vez que me lo decía. Bella acababa de hacer esa noche más perfecta de lo que ya era.

Me sentía como en una nube. No tardé mucho en devorar su boca con gusto, ella comenzó a reír por mi entusiasmo.

—Yo también te amo. Y amo que lo digas— declaré enloquecido de alegría.

—Te amo, te amo, te amo, te amo…

Seguimos un rato con nuestra sesión de besos y caricias inocentes. Bella comenzó a bostezar cuando me encargué de acariciar su espalda y poco a poco fue cayendo en la inconsciencia. Amaba a la mujer que tenía entre mis brazos, verla dormir me parecía lo más adorable del mundo. Aspiré el aroma de su cabello y besé su frente.

—Edward, te amo— susurró entre sueños.

—Yo también, mi amor— susurré en su oído.

Cerré los ojos, disfrutando de estar a su lado.  No sabía que nos esperaba en el futuro, lo único que sabía era que la quería a ella a mi lado. La amaba y quería que fuera mía por siempre.

 

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Holaaaaaa !!!!

Hice lo mejor que pude con el tiempo ... he andado acupada con la escuela :s

¿Qué les pareció? eeeee??

 

Mil gracias por sus visitas !!!

Me gustaría que dejaran sus comentarios, que son los que me motivan para subir más rápido el cap.

Les agradezco sus votos !! síganlo haciendo !!!

Nos leemos pronto .... síganme x twitter ..... @marie198032

mil besos de bombón.

 

Capítulo 11: CÓMPLICE Capítulo 13: NUEVAS DISCIPLINAS

 
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