Buenos días Mr. Cullen ©

Autor: vickoteamEC
Género: General
Fecha Creación: 12/10/2010
Fecha Actualización: 27/01/2013
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 81
Visitas: 114595
Capítulos: 32

T E R M I N A D O

Un pequeño accidente desencadenará toda una historia.

¿Hasta dónde serías capaz de llegar por defender lo que quieres, sin romper las reglas ? ¿Qué harías si lo prohibido es tu única opción? ¿Gana la razón al corazón?

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Los personajes, algunos escenarios y situaciones son propiedad de Stephenie Meyer. Sólo la trama es de mi creación.

 

 

 

Protegida con derechos de autor por safe creative.

 

 

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Capítulo 7: BOSQUE

 

BELLA POV

 

Habían pasado poco más de dos semanas desde el día en el que nos besamos. Edward pasaba mucho tiempo con nosotros; al parecer él y Jasper estaban comenzando con una gran amistad, siempre hablaban cosas relativas al fútbol y habían asistido a algunos partidos.

A pesar de que sólo tenía que asistir a la última clase, Edward siempre llegaba a la hora del almuerzo y  se sentaba con nosotros en la mesa. Muy seguido, Alice le insinuaba que él y yo teníamos una cena pendiente y ella, Jasper y Edward aprovechaban cada oportunidad que tenían para hacerme sonrojar con comentarios con respecto a nosotros. La verdad no podía quejarme, estaba pasando unos días muy divertidos, al lado de personas maravillosas; en ese corto tiempo Edward nos había mostrado la buena persona que era y de vez en cuando, según Alice, mostraba su interés hacia mí descaradamente.

Hoy era viernes, ¡por fin descansaríamos de la escuela!, teníamos exámenes parciales y todos nos encontrábamos muy estresados. Ya era la última hora y Edward casi terminaba la clase.

—Mr. Cullen, no nos deje tarea. Por favor— dijo Alice con su cara de cachorrito. A pesar de ser muy buenos amigos de Edward, cuando estábamos en la escuela lo llamábamos “Mr. Cullen”.

—Está bien, Alice. Pero el lunes si tendrán tarea. Pueden salir, chicos— todos brincaron de sus asientos y salieron disparados por la puerta–. Señorita Swan, necesito que se quede por favor— pidió.

—Sí, Mr. Cullen— vi a Alice extrañada y ella sólo alzó los hombros, luego sonrió como si hubiera descubierto algo y se fue.

Esperamos a que todos salieran para hablar, no tenía ni idea de qué se trataba la “junta”.

— ¿Qué pasa, Mr. Cullen?

—Bella, ya no estamos en horario escolar

—Pero aún estamos en la escuela. Entonces… ¿qué pasa, Mr. Cullen?

—Está bien. Mire, “señorita Swan”, desearía saber su opinión con respecto a algo.

— ¿Qué cosa?

—La situación es la siguiente: me encantaría invitar a salir a una alumna– dijo inclinándose hacia mí, como si me estuviera contando un gran secreto—, ella es muy linda y no sé qué piense con respecto a ir a cenar esta noche— mordí mi labio, dudosa—. ¿Qué opina usted, señorita Swan? ¿Debería pedírselo?

—No sé— susurré.

— ¿Qué respondería usted?

—Tal vez, sólo tal vez. Aceptaría— dije muy bajito, siguiéndole el juego.

—Entonces, se lo pediré y… ya veremos qué contesta.

—Ok. Pero… tengo una pregunta, Mr. Cullen.

— ¿Cuál?

— ¿Porqué estamos hablando bajito?

—No sé— susurró y comenzamos a reír por lo bajo.

Estábamos recargados en su escritorio sobre los codos, Edward de un lado y yo del otro, de tal manera que quedábamos de frente.

— ¿Señorita Swan?

— ¿Sí, Mr. Cullen?

— ¿Quiere ir a cenar conmigo esta noche?

—No sé, déjeme pensarlo— dije poniendo un dedo sobre el mentón pensativamente. Él hizo ojitos de cordero degollado y yo sonreí.

—Acepto su invitación, Mr. Cullen— él sonrió, deslumbrándome.

Me perdí en su mirada por largo rato, acarició mi mejilla y lentamente nos acercamos hasta unir nuestros labios en un intenso y dulce beso. La posición no era de lo más cómoda, pero la incomodidad valía la pena. No podría decir cuánto tiempo había pasado desde que comenzamos a besarnos, cuando escuchamos la voz de Alice.

— ¡Jasper, ayúdame con mi bolso!

— ¡Yo lo levanto, no te preocupes!— contestó Jasper en un tono de voz más alto de lo normal. Esa era la señal de que alguien venía y que podríamos ser descubiertos.

Nos separamos rápidamente y nos acomodamos alrededor del escritorio, fingiendo estar aclarando mis dudas como alumna. En ese momento la puerta se abrió y entró nuestra peor pesadilla en ese momento.

—Buenas tardes— saludó.

—Buenas tardes— contestamos al unísono.

— ¿Qué hacen aquí tan tarde?

—Le pedí a la alumna que se quedara porque me comentó que tenía dudas sobre el tema de ayer y se nos fue el tiempo— aclaró Edward viendo su reloj.

— ¿En serio?— cuestionó el director.

—Sí, señor director— contesté lo más convincente que pude.

—Me extraña de usted, señorita Swan. Siempre ha sido una de mis mejores alumnas— sonreí sin saber qué decir, comenzaba a ponerme nerviosa. No era un secreto que yo era pésima mintiendo.

—Pero tampoco es perfecta y para todo hay una primera vez. Ella se confundió y le pidió ayuda a Mr. Cullen, que para eso está ¿No es así?— dijo Alice, usando sus tácticas de chantaje. Se lo agradecería más tarde.

—Claro, señorita Brandon— contestó el director, ella le sonrió y después se dirigió hacia mí.

—Bella, ¿nos vamos? Ya fui por Jasper y está afuera. Lamento haberme ido, Mr. Cullen, pero tenía que ver a mi novio, usted sabe cómo son estas cosas.

—Claro, señorita Brandon— contestó Edward.

— ¿Después pude explicarme a mí?— pidió mi buena amiga.

—Por supuesto.

—Vámonos, Alice. Gracias, Mr. Cullen— dije estrechando su mano y después la del director— Hasta luego, señor director.

—Que les vaya bien, señoritas. Que tengan un lindo fin de semana— dijo el director

—Igualmente— contestamos al unísono.

Tomé mis cosas, salimos disparadas del salón y me recargué en una máquina de sodas que estaba cerca, en el pasillo.

—Espera, Alice.

— ¿Qué pasa?

—No quiero que lo regañen— en ese momento ambos salieron del salón riéndose y bromeando.

— ¿Bella, quieres una?— dijo Alice para disimular.

—No, Alice. Gracias— sacó una soda de la máquina y fuimos al estacionamiento en compañía de Edward.

—Estuvo cerca— dijo él

—Y me deben una— contestó Alice.

—Gracias, Alice— dije sinceramente, ella sonrió y cuando dimos unos cuantos pasos se escuchó un gran estruendo. Pegué un grito y me abracé a Alice con fuerza.

—Bella, me cortarás la circulación— se quejó.

—No me gustan las tormentas— dije sin aflojar mi agarre.

Edward se rió de mí y fui el centro de las bromas por un rato. Llegamos a los autos justo cuando comenzaba a llover.

Jasper nos dejó en casa y Alice le prestó su auto para que no se fuera caminando. Encontramos una nota  de los padres de Alice en la que decían que habían ido de compras a Seattle. Después de leerla llamaron diciendo que habían hecho unos encargos foráneos y que llegarían hasta el siguiente porque se quedarían a esperarlos.

— ¿Qué pasó con Edward?— preguntó Alice con curiosidad.

—Nos besamos y el director estuvo a punto de descubrirnos. Gracias— dije estrechando su mano.

—De nada. Para eso estamos ¿no? Pero, ¿te invitó a salir o algo?

— ¿Qué tienes que ver con eso?— dije con los ojos entrecerrados.

—No mucho, sólo fui un poco más clara en mis “insinuaciones”.

—Me invitó a cenar— contesté finalmente.

— ¿Aceptaste?— preguntó Alice expectante. Asentí con timidez y sentí cómo comenzaba a sonrojarme.

—Ya sé cómo cobrar el favor— dijo ella.

—Alice, me das miedo ¿Qué quieres de mí?

—No mucho. Sólo me dejarás arreglarte para esa cita. Y ni lo intentes, no me pongas esa carita que esta vez no va a funcionar ¿Cuándo es?

—Esta noche— dije resignada.

—Genial— dijo radiante y comenzando a dar saltitos de la emoción. Su semblante cambió abruptamente.

— ¿Qué pasa, porqué esa cara?— le pregunté.

—Está lloviendo, Jasper tiene el auto, mis padres se llevaron el suyo y ni loca me subo a tu cafetera

— ¿Y?

— ¡No podemos ir de compras!— dijo dramáticamente.

—Alice, tienes la mitad del centro comercial en tu armario y la otra mitad en el mío.

—Está bien, no iremos de compras— dijo cruzando los brazos y frunciendo el ceño como niña berrinchuda.

Me llegó un mensaje de texto de Edward que decía:

“Ni siquiera la lluvia impedirá que te vea esta noche, pasaré por ti a las 8. E.”

Le contesté en cuanto terminé de leerlo:

“Ok, te espero a esa hora. B.”

— ¿Con quién mensajeas?— curioseó Alice.

—Con Edward.

— ¿Desde cuándo tiene tu número?

—Desde hace un rato. Mientras entraba el director me hice la desentendida con un cuaderno de Edward y escribí mi número.

—Vaya, qué inteligente— aduló mi amiga.

Después de comer, Alice dedicó el resto de la tarde a convertirme en su “experimento”. Pasó casi tres horas alistándome. Ella eligió todo, desde el peinado hasta los zapatos. A las siete de la tarde estaba casi lista, Alice sólo ajustaba los últimos detalles, no dejó que me viera al espejo, decía que era una sorpresa.

— ¿Ya?— pregunté impaciente.

— ¿En algún momento dejarás de preguntar?

— ¿Ya?

—No, Bella. Todavía no. Y por favor, no vuelvas a preguntar— dijo haciéndose la enojada.

—Ok— dije con resignación. Después de unos minutos terminó.

— ¡Listo! Vamos— dijo empujándome hacia el gran espejo que había en su habitación.

No podía creer que la del reflejo fuera yo. Tenía puesto un sencillo vestido sin tirantes que realzaba mi figura: era de un hermoso tono azul petróleo, de escote recto, con muy poco vuelo y me llegaba a medio muslo. Usaba unas preciosas sandalias de diseñador con un poco de tacón y muchas pequeñas piedras brillantes. Mi cabello caía como una cascada en ondas suaves y a los lados era detenido por unos pequeños broches de piedras azules. Mi maquillaje era sutil, se notaba pero no era muy cargado, lucía natural. Parecía otra persona.

— ¡Wow!

—Te he dejado sin palabras ¿no?— dijo Alice sonriendo con autosuficiencia.

—Ajá— tenía la boca abierta, Alice era muy buena en esto–. Eres una genio. Gracias, duende— dije abrasándola.

—De nada, ovejita. Ve por ahí mientras llega Edward, que yo me cambiaré para ir a ver películas con Jasper.

No tenía otra cosa qué hacer, me senté en la sala y encendí la televisión. Casi media hora después Alice entró en la habitación, me sorprendió porque lucía radiante y casi estaba lista, sólo le faltaban los zapatos. Platiqué un rato con ella y llamaron a la puerta. Abrí y ahí estaba Edward, lucía muy guapo en ese pantalón de vestir negro y camisa beige que enmarcaban su espectacular figura, también usaba una cazadora a juego. Casi se le salen los ojos al verme, me sonrojé y sonreí como boba, nos sumergimos en una burbuja hasta que alguien carraspeó la garanta detrás de nosotros.

—Awww, ¡qué lindos!— dijo Alice. 

—Hola, Alice— dijo Edward.

—Hola.

— ¿Nos vamos?— dijo Edward dirigiéndose a mí y extendiéndome su brazo.

Agarré un pequeño bolso que Alice me dio y me puse un saco. Afuera hacía mucho frío y de repente se veía uno que otro relámpago.

Tomé el brazo de Edward y caminamos hacia su coche. Abrió la puerta y me ayudó a entrar. Cuando estábamos adentro me miró y me dio la sonrisa retorcida que tanto me gustaba.

—Te vez preciosa— aduló.

—Gracias. Tú también luces muy guapo— dije sonrojándome.

—Y cuando te sonrojas, luces adorable— sonreí y me perdí en su mirada.

Me tomó del mentón y deposito un pequeño beso en mis labios, encendió el coche y emprendimos nuestro camino. Puso música de fondo, sonrió y tomó mi mano.

— ¿Edward?

— ¿Dime?

—Aún no me has dicho a dónde vamos.

—A cenar— dijo casualmente.

— ¿A dónde?

—Es una sorpresa— dijo sonriéndome.

— ¿Sabías que no me gustan las sorpresas?

—No, no sabía. Pero estoy seguro de que te va a gustar.

No iba a agobiarme intentando descubrir a dónde nos dirigíamos; sí él decía que me iba a gustar la sorpresa, pues, me dejaría sorprender. En el camino recosté mi cabeza disfrutando de la música, jugueteé con nuestras manos entrelazadas y él besaba la mía de vez en cuando. Giró sobre un camino de terracería escondido entre dos grandes árboles, varios metros después entramos a un camino empedrado que estaba iluminado por pequeñas luces en el suelo, sólo podía ver árboles y más árboles por la ventana. Después de casi un kilómetro pude verla, una hermosa cabaña muy iluminada. A la derecha estaba una gran cochera y justo enfrente de la entrada había una preciosa fuente. Me encontraba encantada con el lugar, parecía mágico, como salido de un cuento de fantasía.

— ¿Te gusta?— dijo mientras estacionaba el auto.

—Es… hermoso.

—Gracias.

— ¿Es tuya?

—Sí. Aunque vivo muy bien con mis padres y no me falta nada, a veces necesito mi espacio. Le pedí a mi madre que hiciera esto por mí, éste es mi pequeño refugio— dijo mientras nos encaminábamos a la entrada.

Abrió la puerta, encendió la luz y pude ver lo hermosa que era la cabaña por dentro. Había un pequeño y acogedor recibidor con dos sillones individuales, el pasillo estaba a la derecha y daba a una sala de estar con un enorme centro de entretenimiento al fondo, a la izquierda había dos puertas y al final podía verse un precioso comedor de madera.

Esa noche, sin duda, sería especial. No sabía que esperar, lo único que sabía era que sería inolvidable.

 

 

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hOlaaa !!!!!!! mil gracias por el apoyo !!!! y por sus votos!!!!!

¿qué les pareció el cap?

El siguiente está en proceso, sus opiniones son importantes.

 

mil besos de bombón !!!

 ^^

Capítulo 6: NOVEDADES Capítulo 8: SORPRESAS

 
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