Buenos días Mr. Cullen ©

Autor: vickoteamEC
Género: General
Fecha Creación: 12/10/2010
Fecha Actualización: 27/01/2013
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 81
Visitas: 114591
Capítulos: 32

T E R M I N A D O

Un pequeño accidente desencadenará toda una historia.

¿Hasta dónde serías capaz de llegar por defender lo que quieres, sin romper las reglas ? ¿Qué harías si lo prohibido es tu única opción? ¿Gana la razón al corazón?

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Los personajes, algunos escenarios y situaciones son propiedad de Stephenie Meyer. Sólo la trama es de mi creación.

 

 

 

Protegida con derechos de autor por safe creative.

 

 

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Capítulo 22: SUSPENSO

 

Lo siento, Lo siento,Lo siento,Lo siento!!!!!

pero cómo les había dicho las recompensé con un cap bastante larguito (por lo menos más largo que los demás)

mil gracias por todo su apoyo!!!

comenten porfas!!!

^^

besitos de bombón!!

twitter: @marie198032

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BELLA POV

Año nuevo no fue mi fecha favorita, mis padres me habían dejado por algo “más importante”, como siempre. Hubiera preferido quedarme con los demás en Londres; cuando veía sus fotos de año nuevo frente al río Tamesis, el Big Ben, el London Eye y la infinidad de lugares que visitaron; deseaba poder regresar el tiempo y quedarme a su lado. De cierta forma, los envidiaba.

Cuando menos pensé los concursos académicos llegaron, el ritmo escolar aumentó más, si es que eso era posible, y mis compromisos se hicieron más serios y frecuentes. Edward y Alice siempre me apoyaron y logré traer varios títulos de primer lugar al instituto, como resultado de mucho esfuerzo y dedicación.

El tiempo pasaba mucho más rápido de lo que ninguno de nosotros había pensado. Pero, las cosas seguían siendo iguales: Alice era la adicta a las compras que todos teníamos que controlar, todavía tenía sus arranques de ternura y amor excesivos y me seguía poniendo los pelos de punta una que otra vez; Jasper era el mismo buen amigo con el que podías hablar por horas, no había perdido esa chispa que te hacía adoptar su estado de ánimo fácilmente, y dudo que algún día lo pierda; Emmett seguía con su infancia a todo lo que daba, impartía sus clases en la primaria y aún no había podido quitarle la costumbre de cargarme cada vez que tenía oportunidad; Rosalie aún parecía modelo de revista, su sonrisa y carisma seguían impecables y todavía se tomaba muy en serio su papel de hermana mayor; Tanya llevaba su relación con Jake viento en popa, era la chica rebelde que nos hacía explayarnos una que otra vez y seguía siendo atrevida y extrovertida; Jake había superado su etapa de niño tímido y estaba igual de involucrado con la pandilla que los demás, aún viajaba constantemente con su familia; Mary y John aún eran una pareja estable y habían cumplido al pie del cañón su promesa de no viajar más, eran unos padres maravillosos para Alice y para mí y aún sabían cómo encontrar la manera de hacerme sonrojar o reír hasta que me doliera el estómago, los amaba como si fueran mis padres; Carlisle y Esme tenían la batuta de las situaciones dentro de la pandilla y eran los que tenían la última palabra, su relación con los demás seguía igual de fuerte que al principio; y Edward, bueno, él era espectacular desde cualquier ángulo que lo viera y seguía siendo el mismo.

Nuestra relación seguía siendo un secreto a voces y, la verdad, lo estábamos llevando muy bien. Aunque, estábamos ansiosos por terminar la escuela y poder gritar nuestro amor a los cuatro vientos.

Estábamos en el último periodo de clases antes de la graduación, todas estaban repletas de tareas, proyectos y trabajos finales. La escuela se estaba volviendo sumamente pesada y complicada para los tres: Alice, Edward y yo. Por suerte teníamos unos amigos y una familia que nos ayudaban a salir de nuestras crisis escolares fácilmente.

**

Por fin, ya faltaba menos de una semana para la ceremonia de graduación y la tan esperada fiesta en casa de los Cullen. Además de las tareas, Alice nos traía vueltos locos con los preparativos de la fiesta. Esta vez sería espectacular, nada comparado con las otras, la temática sería sobre el fantasma de la ópera, el único requisito para entrar era usar una máscara o antifaz.

De nuevo, Alice y yo llegamos corriendo a la cafetería. Jasper y Tanya pasaban a la hora de del receso para ultimar los detalles de la fiesta, en ese aspecto mi duende era perfeccionista y hasta algo histérica.

— ¿De nuevo tarde, niñas?— preguntó Tanya con varios catálogos abiertos frente a ella.

—Lo siento, esta vez fue mi culpa— me disculpé. Nos habíamos quedado ultimando detalles de los trabajos finales con los maestros.

—Menos plática y más acción— dijo Alice después de saludar a Jazz.

Nos enfrascamos en una plática que sólo ameritaba decisiones de manteles, cortinas y accesorios de decoración. Yo tenía mi laptop abierta y adelantaba mis tareas mientras aportaba ideas y consultaba algunas tiendas por internet. En momentos tan estresantes como ese eran en los que la vida me parecía complicada.

Después de discutir sobre varios asuntos respecto a la fiesta, terminamos algunos detalles y dejamos otros tantos pendientes para más tarde. Se nos acabó el tiempo a Alice y a mí y salimos corriendo de nuevo hacia nuestro salón.

—Bella— llamó Tanya.

— ¿Sí?

— ¿Comiste sólo una barrita de avena?

—Sí.

— ¿Desayunaste algo?

—No tuve tiempo— confesé un poco sonrojada.

—Me preocupas, tienes tiempo malpasándote. No es sano y no quiero que caigas enferma por una estupidez— dijo acomodando unos mechones de mi cabello.

—Prometo que como algo más tarde. Pero ya me tengo que ir— dije apresurada.

—Está bien. Nos vemos más tarde. Ve y alcanza a la miniatura aquella— reí por su adjetivo y salí corriendo detrás de Alice.   

—Apúrate, ovejita— gritó Alice a lo lejos.

—Ya voy, ya voy.

Alice entró al salón y tomó su asiento. Estaba por dejar mis cosas cuando entró nuestro profesor y me llamó.

—Swan, a la dirección— me extrañó un poco. Pero de seguro era algo con respecto a mi beca en la universidad.

—Okey— Alice me preguntó a señas por el asunto y sólo me encogí de hombros.

Fui directo a la dirección y cuando entré lo primero que vi fue a Edward de espaldas. Me dio un sentimiento de terror, ¿qué tenía que ver él en esto? ¿Ya nos habrían descubierto?

—E…— volteó y con su mirada me advirtió–. Mr. Cullen, ¿qué hace aquí?

—Me citó el director— dijo con seguridad. Ambos entramos a la oficina y nos sentamos frente al escritorio.

—Hola, chicos, ¿cómo están?— preguntó viéndonos de manera sospechosa.

—Bien, gracias— contesté.

—Muy bien— dijo Edward con calma.

—Miren, me voy a ir sin rodeos. Quiero que me expliquen algo…— tras esas palabras tragué en seco, estaba casi segura de qué iba todo esto.

Por el rabillo del ojo vi a Edward, estaba recto e imparcial; yo noté que mis manos comenzaban a sudar, pero traté de disimular lo más que pude mi nerviosismo y dar un aspecto igual de seguro que el de Edward.

— ¿Qué cosa, Señor Director?— preguntó Edward con curiosidad.

—Una alumna dice haberlos visto en una situación muy comprometedora en un área alejada de las aulas. Si esto es cierto se verían involucrados: su plaza, Mr. Cullen y su certificado de graduación, señorita Swan— no quise voltear a ver a Edward por temor a delatarnos, decidí que él llevara el rumbo de la desafortunada conversación–. Así que díganme, ¿es eso cierto?— preguntó con firmeza. Nos vio alternadamente, yo no perdí contacto visual en ningún momento, pero tampoco volteé hacia mi derecha.

—Señor Director, la acusación que está haciendo es muy grave…— comenzó a hablar Edward.

—Lo sé. Es por eso que necesito que me lo expliquen— interrumpió. Cada segundo que pasaba me ponía más y más nerviosa. Sólo esperaba que el director no lo notara, porque estaba segura de que Edward sí–. Miren, sabemos cuáles serían las consecuencias, pero si hay algo entre ustedes haré todo lo posible por ayudarlos. Lo menos que quiero es que mi mejor alumna y mi mejor profesor se vieran involucrados en un escándalo.

Las palabras del director sonaban sinceras, pero Edward y yo habíamos  hablado muchas veces del asunto. Sabíamos que antes que cualquier cosa estaba el puesto del director y que su ética profesional iba primero. Por más verdadera que sonara esa afirmación, yo no sedería.

—Está bien, le diré la verdad— dijo Edward con tono de derrota, me congelé al escucharlo y mantuve una expresión congelada–. Es verdad que la alumna y yo mantenemos una relación más allá de las aulas. Mi cuñada es hermana del novio de Alice y como usted sabrá, ella y Bella son prácticamente hermanas. Nuestras familias han estado muy involucradas desde hace un año y no le voy a negar que entre nosotros hay una gran amistad— Edward volteó a verme con ternura y me sonrió en complicidad.

—Es verdad, director. Estamos juntos la mayor parte del tiempo fuera de clases, todos como una gran familia. La situación que mi compañera vio, de seguro fue ayer, ¿verdad, Edward?— dije volteándolo a ver mientras lo señalaba con una mano–. Discutí con Alice y me sentía mal, él como el buen amigo que es me consoló, es todo. Lamento si una situación tan tonta pudo meternos en problemas— mientras daba mi falso discurso rogaba por que sonara convincente. 

El director nos vio alternadamente por un rato, evaluándonos.

—Lamento haber malinterpretado la situación— dijo finalmente.

—No se preocupe, si yo estuviera en su situación, haría lo mismo— contestó Edward. Después del susto nos quedamos un rato más platicando con el director. Salimos sonrientes y aliviados de la dirección. Caminamos por el pasillo en silencio.

—Estuvo cerca— dije en voz baja. Edward alzó las cejas y asintió.

—Muy cerca. Nunca te había visto mentir tan bien— dijo apremiante.

—Es que no lo hice, conté la verdad. Omitiendo varios detalles— reímos un poco, después Edward se fue a preparar el salón para su clase y yo regresé con Alice.

— ¿Qué quería?— me susurró cuando llegué a su lado.

—Nos descubrieron— cuchicheé, se agachó y se tapó la boca para no gritar.

— ¿Quién?— preguntó en tono de sorpresa, pero con cara despreocupada.

—No sé, no nos dijo. Más tarde te cuento— ella asintió.

Ya en casa le conté todo a la duende, se enojó cómo si a ella la hubieran delatado y acusó a Jessica de chismosa y, aunque no me constaba, no sería nada raro que ella hubiera sido.

El fin de semana se llegó rápido, ya era domingo y sólo faltaban cinco días para la graduación.

Los integrantes de la pandilla estábamos en el aeropuerto de Seattle para despedir a Carlisle y Esme, después de mucho insistir le dieron sus muy bien merecidas vacaciones a mi suegro, estarían fuera quince días. Vendrían de paso el día de la graduación para vernos a Alice y a mí. Todos estaban haciendo fila en la caja del restaurante para pedir su orden, yo me había ido a sentar para apartar los lugares. Edward estuvo en la mesa primero, aprovecharía que estábamos solos para hablar con él sobre algo muy importante.

—Edward…— levantó la vista y puso atención–. Emmm… yo…quiero…yo…

— ¿Qué pasó?— dijo frunciendo el ceño.

—Yo… es que…

— ¡Ya está!— canturreó Alice sentándose frente a nosotros con Jazz a un lado—. ¿Interrumpimos?

—No, no Alice. No interrumpieron nada— dije un poco aliviada, en el último minuto me arrepentí, lo dejaría para después. Edward me vio extrañado, pero poco tiempo después le restó importancia.

Después de la comida, los padres de Edward tomaron su vuelo. Nos despedimos de ellos amorosamente, nos pidieron que nos cuidáramos y nos llenaron de abrazos y besos. Casi toda la pandilla estaba ahí. Nos quedamos un rato más y luego nos fuimos a la casa Cullen. Últimamente me sentía agotada, la presión de la escuela, la graduación y la fiesta era mucha; aprovechaba cualquier rato para dormir.

Me estaba acurrucando bajo las sábanas, me encontraba de lo más cómoda cuando oí la puerta abrirse y cerrarse con seguro. No era necesario abrir los ojos para saber de quién eran esos pasos sigilosos que se detuvieron a un lado de la cama, ni para saber quién se metió hábilmente entre las cobijas, me rodeó la cintura con un brazo y me besó pausadamente en el cuello.

—Bella…— dijo con voz ronca.

Apenas y podía mantener mi mente lo suficientemente alerta como para contestarle y mis ojos, bueno, esos ya eran un caso perdido; estarían sellados hasta que lograra despabilarme por completo, por la mañana.

— ¿Mmm?

—Despierta— rogó mientras acariciaba mi espalda.

—No—  susurré después de un largo y cansado suspiro.

— ¿Qué dijiste?— me dijo al oído.

—Que no. Estoy cansada, Edward.

—Amor…— rogó de nuevo. Creo que si hubiera podido ver su cara habría caído en su trampa y me habría dejado envolver en sus encantos–. Por favor, Bella. Siento que hace mucho que no…

—Mañana, Edward. Por favor— dije apagándome poco a poco. Lo último que escuché fue un está bien en tono de derrota, después de eso no recuerdo nada más; me dejé envolver en la inconsciencia.

**

Terminamos las clases, estábamos en la última: ciencias con Mr. Cullen. Al siguiente día por fin sería la graduación. Hicimos un pequeño convivio, Alice entregó las invitaciones de la fiesta y nos despedimos de la escuela.

Llegamos temprano a casa para afinar los últimos detalles e imprevistos. Alice y yo nos sentamos en la sala a esperar a Rose y Tanya.

— ¿Qué pasa, Alice? ¿Por qué tan seria y pensativa?— pregunté.

—La fiesta.

— ¿Qué tiene? Será perfecta, ¿no?

—No. Los Cullen no van a estar, bueno, sólo de paso. Tus papás, conociéndolos, dudo que lleguen. Jake, ya ni siquiera me extraña de él, está de viaje con sus padres. Y mis papás, decidieron irse de viaje ¡prometieron que ya no lo harían! Ve el día al que estamos y no han llegado— dijo enfurruñándose como niña. Aún recordaba muy nítidamente el día que nos dijeron que se iban. 

*Flashback*

Alice y yo llegamos de la escuela y fuimos directamente a la cocina, olía muy bien lo que Mary estaba cocinando. Ya sentados en la mesa, John llamó nuestra atención.

—Niñas, queremos decirles algo— dejamos de comer y pusimos atención. Él volteó a ver a Mary, tomó su mano y le sonrió–. Saldremos de viaje unas semanas.

— ¿¡QUÉ!? No pueden hacernos eso, ya falta muy poco para la graduación. Mamá no puedes dejarme sola con todo— había renegado Alice.

—Pequeña, sé que puedes hacerlo. Además tienes a Bella, a Rose y Tanya. Le diré a Esme que te ayude con todo, no te preocupes— dijo Mary.

—No pueden hacernos esto— insistió negando con la cabeza.

—Alice…— ella se levantó de la mesa y subió las escaleras a toda prisa. Miré a John, él asintió y fui tras Alice.

Entré despacio a su habitación, estaba sentada de espaladas a mí, se ponía sus audífonos a todo volumen y se abrazaba al oso que le había regalado Jasper. Me senté a su lado, me miró de reojo, al rato hizo un puchero y luego se acostó en mis piernas mientras lloraba. Cuando terminaron tres canciones se quitó los auriculares y me encaró cubierta en llanto.

—Me da mucho coraje. Ellos lo prometieron.

—Pero también prometieron estar aquí ese día. Entiéndelos— me miró por un rato y luego asintió con el ceño fruncido y una mueca.

—Vamos a ayudarles— dije poniéndome de pie.

Ese mismo fin de semana los despedimos en el aeropuerto, estuvimos junto a ellos hasta que fue tiempo de que se marcharan. John abrazó a Alice y Mary me abrazó a mí.

—Te quiero, mami— dije en su oído.

Ella se separó, me tomó de los hombros, sonrió con ternura y con los ojos llenos de lágrimas. Era la primera vez que le decía mamá.

—Yo también, bebé— dijo para darme otro abrazo.

—Bye, cuídate, papi— le dije a John cuando fue mi turno de despedirme. Él sonrió cariñosamente y besó mi frente.

—Mis nenas hermosas, cuídense mucho, las amo— dijo Mary estrechándonos entre sus brazos a Alice y a mí–. Les prometo que ésta es la última vez que viajamos— dijo con voz ahogada por el llanto.

Un extraño sentimiento calentó mi pecho y me eché a llorar.

—Ya no lloren, mis amores. O perderemos el avión— dijo John.

—Eso es lo que quiero— dijo Alice ganándose nuestra risa.

Los vimos entrar a la sala de abordaje. La última imagen que tengo de ellos fue su despedida con la mano, el beso que nos lanzó Mary y el “las amo” que dibujó con sus labios; de John recuerdo su linda sonrisa orgullosa, sus besos al aire y su mirada protectora sobre nosotras.

A partir de ese día Alice y yo dormíamos en la misma habitación.

*Fin del flashback*

—Los echo de menos— admití frente Alice.

—Yo también— dijo un poco cabizbaja.

Tocaron la puerta y salí disparada a abrirles a las chicas. Ese día aclaramos detalles de peinados, maquillajes y vestidos.

Al otro día la mañana comenzó con estilistas y eso se alargó hasta la tarde. Con el tiempo justo nos pusimos las togas, los chicos pasaron por nosotras y fuimos a la escuela.

La ceremonia fue tan larga y aburrida como esperábamos. Al principio Edward, por decisión de la mayoría de los alumnos, dio el menaje de bienvenida y condujo el programa (fue el maestro de ceremonias). Alice y yo pasamos al estrado por nuestros diplomas entre las ovaciones y aplausos de nuestros amigos. Cuando estaba arriba vi entre la gente a Emmett a un lado de Rose, enseguida de ella estaba Jasper y a su lado Tanya. Detrás de ellos estaban Carlisle y Esme, cuando los vi levanté el papel y sonreí abiertamente.

Cuando por fin acabó el circo en la escuela, nos reunimos para que nos felicitaran. Carlisle y Esme nos dieron un abrazo, se despidieron y se fueron a retomar su viaje; su itinerario sólo les había permitido estar en la ceremonia.

Edward, Jasper y Emmett irían por las bebidas mientras las chicas nos poníamos nuestros vestidos en casa Cullen, ahí sería la fiesta. En cuanto entré a la habitación que usaríamos como cambiador sentí que algo se sacudió en mi estómago y salí corriendo al baño. Alice entró como un tornado y se hincó detrás de mí para sostener mi cabello.

— ¿Qué pasó?— dijo Tanya cuando saqué la cabeza del excusado.

—Está vomitando, otra vez— contestó Alice mientras me ayudaba a ponerme de pie–. Bella, no te vi comer ayer en todo el día y, que yo sepa, no has comido nada hoy— dijo con reproche.

— ¿En serio? Te juro que no me ha dado hambre— contesté.

—Bella, ¿qué te dije sobre eso?— me regañó Tanya.

—Prometo que como algo cuando bajemos— dije.

–Vamos a arreglarte un poco, te vez pálida— pidió Alice, asentí y salimos a cambiarnos.

Los vestidos eran muy bonitos. Rosalie traía uno de un color entre plata y perla, strapless, realzaba sus pechos, tenía un tipo de cinturón alrededor de la cadera que se unía a un lado y caía por la abertura de la falda larga que llegaba hasta el suelo, la abertura hacía lucir a la perfección toda su pierna izquierda a cada paso que daba. Tanya usó un vestido rojo fuego; el escote era algo descarado, pero ella lo portaba muy bien y le sentaba de maravilla; tenía la parte desde la cintura hasta la cadera repleta de pedrería, alrededor de la cintura se cruzaban unas cintas anchas que terminaban rodeándole la cadera; la parte delantera de la falda eran unos pequeños pedazos de tela que caían en picos, apenas cubriéndola; y la parte de atrás formaba una larga cola vaporosa que se movía junto con el vaivén de sus caderas. Alice se decidió por un entallado vestido negro en corte sirena; tenía bordadas figuras blancas por enfrente y varias en la parte trasera de la falda; tenía un escote increíble en la espalda; lucía muy elegante y sofisticada. Para mí eligió un vestido azul media noche; drapeado desde la bastilla hasta el escote; los tirantes y la línea debajo del busto eran de pedrería; era a medio muslo; usé tacones altos y todo encajaba a la perfección: accesorios, calzado, maquillaje, peinado.

Cuando llegaron los chicos quedaron sorprendidos con nuestro look, nos elogiaron y nos hicieron caminar como en una pasarela. Ellos no se veían nada mal, los tres usaban traje.

Edward se veía endemoniadamente bien en ese traje obscuro que realzaba su piel pálida y enmarcaba sus músculos. Era muy afortunada de tenerlo a mi lado.

Acomodamos todo, la música ya inundaba el lugar, la iluminación le daba un ambiente de antro; las cosas estaban en su lugar, comenzamos a bailar y disfrutar de la fiesta antes de que llegaran los invitados. No tardó mucho antes de que la casa estuviera completamente llena.

En definitiva, era la mejor fiesta que Alice había organizado. Todos se divertían y brincaban al ritmo de la música. Para evitar pasar otro incidente, dediqué un buen rato a la mesa de bocadillos; cuando me sentía satisfecha Edward apareció entre el gentío y nos pusimos a bailar.

La noche fue muriendo con los suaves destellos del amanecer, la casa estaba casi igual de llena que al principio, el ambiente seguía siendo muy bueno, pero todos estábamos agotados. Antes de que el sol se asomara por completo de entre las colinas, la casa se vació igual de rápido que cuando se llenó. Cuando el último invitado salió por la puerta nos desplomamos en el suelo, sentados y desparramados por todo el lugar. Rosalie apareció por la puerta del patio con una expresión exaltada.

—Jasper nos tenemos que ir. Algo pasó con los tíos— dijo atropelladamente. Su única familia estaba en aprietos.

—Yo voy con ustedes— dijo Emmett poniéndose de pie.

Los tres salieron rápidamente, apenas despidiéndose y yéndose como rayo.

Con cansancio nos acomodamos en los sillones: Alice en uno, Tanya en otro y Edward y yo en otro. Dormimos casi hasta el anochecer, dejamos a Tanya en su casa y después nos fuimos a la casa Brandon. Fui directo a mi habitación, me puse pijama y me dormí; aún me sentía cansada. Caí inconsciente tan rápido que no supe si dormí sola, con Edward o con Alice.

Desperté envuelta en un espeso sopor, había mucha luz, de seguro era mediodía o más tarde. En cuanto puse los pies en el piso un mareo casi me hace estallar la cabeza, el asco que sentí quedó eliminado en la primera arcada, corrí al baño y me dejé caer frente a la taza del baño. Tras unos minutos salí a paso lento y con las extremidades temblorosas. Bajé las escaleras lentamente y vi a Alice sentada en la sala, abrazándose las piernas.

—Buenos días— dije con voz pastosa.

—Siéntate— fruncí el ceño y me acerqué a ella—. ¿Crees que no te escuché? Voy a traer tu desayuno— no dije nada y me senté frente a la mesita de la sala.

Por lo que vi, Edward no estaba; tomé el teléfono y marqué su número una y otra vez pero no contestó.

Alice entró en la sala con una charola con fruta, jugo de naranja, pan tostado y un guiso que dudé que ella hubiera hecho. Lo puso frente a mí y se sentó a un lado.

—Ni me hagas esa cara, porque te lo vas a comer todo— sentenció. Tomé un poco de fruta y bebí jugo.

— ¿Dónde está Edward? No me contesta el celular.

—Oh, dijo que había recibido una llamada de no sé qué. Algo de sus papás, creo que era urgente. Come y acábate todo.

—Sí, mami— contesté mientras masticaba una rebanada de pan.

Comí lo más que pude, le rogué a Alice que no me obligara a terminar todo y se llevó la charola. Marqué de nuevo el número de Edward y no me contestó, otra vez. Me estaba comenzando a preocupar. Alice entró echando chispas de la cocina.

— ¿Qué pasó?

—Que mis padres no llegaron.

—Alice, lo siento. Me despertó el sonido de tu laptop, tenías un mensaje de ellos.

— ¿Qué decía?

—Que estaban varados en el aeropuerto y que saldrían en el primer vuelo disponible. Es temporada alta y varias líneas se saturaron— ella negó mecánicamente–. Alice, por lo menos ellos están haciendo todo lo posible por llegar. En cambio los míos ni siquiera lo recuerdan, si no es porque les mandé un mensaje ni se hubieran enterado.

—Tienes razón. Lo siento, Bella— me atrajo en un abrazo y me acosté en sus piernas.

Estábamos sentadas en la sala, viendo un programa de concursos. Ninguna prestaba atención a la televisión. No sabría decir exactamente cuánto tiempo había pasado, hasta que el sonido chillante del teléfono irrumpió el monótono silencio.

—Yo voy— dije poniéndome de pie—. ¿Diga?....Sí….— me congelé al instante cuando escuché las palabras que salían del aparato.

— ¿Quién es, Bella?— preguntó Alice, cuando giró la cara para verme su semblante cambió, pegó un brinco, se puso de pie y comenzó a acercarse—. ¿Bella?

—Sí— contesté a la pregunta de la persona que llamaba.

Sin dejar de ver a Alice con una cara que desconocía cuál era y sin dejar de parpadear, comencé a sentir un globo de aire que poco a poco subió de mi estómago a la garganta, impidiéndome hablar.  

—Bella, ¿qué pasa?— dijo cuando llegó a mi lado y deslizó una mano por mi brazo.

Las palabras se atoraban y sólo lograba emitir raros sonidos entrecortados. Mis ojos comenzaron a poblarse de lágrimas y el teléfono resbaló despacio entre mis dedos hasta que se estampó en el piso. La mirada expectante y preocupada de Alice me tenía atrapada. Comenzaron a escaparse pequeños sollozos.

—No— logré susurrar tras varios intentos. La abracé con fuerza y rompí en llanto sobre su hombro. Ella me estrechó y acarició mi cabello.

No sabía que seguía después de eso, ni siquiera sabía cómo iba a ser capaz de recobrar el habla para poder decírselo.

 

 

 

Capítulo 21: FIESTAS DECEMBRINAS Capítulo 23: *ESPECIAL* Outtake 1

 
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